jueves, 23 de febrero de 2017

La semilla del diablo


Rubén Amón, hace unas semanas escribía en el dio El País que hablar de Polanski era hablar de un director, en muchos sentidos, maldito. Y no sólo debido a qué el cineasta francopolaco a sus 83 años sea un fugitivo para la justicia estadounidense —tras ser acusado de violación, un delito que no prescribe en Estados Unidos—, sino porque cualquier reconocimiento de su trayectoria engendra irritación. La prueba está relataba el periodista y aficionado al Atlético de Madrid que la Academia Francesa ha sucumbido a las presiones del movimiento feminista que le han forzado a renunciar a la presidencia de los Premios César.

Esto ha ocurrido días antes de la gala del cine francés programada el 24 de febrero, día posterior a la película de Polanski que he visto , que lleva por título, Rosemary's Baby aquí conocida como La semilla del diablo. Todo esto se ha debido a las declaraciones de la ministra de los Derechos de las Mujeres, Laurence Rossignol, según la cual al cineasta le protege una omertá corporativa que frivoliza con el delito de violación. Polanski nunca negó el delito cometido en 1977. Un delito cometido a una chica de 13 años, Samantha Geimer, que además había sido drogada y por lo fue sentenciado como culpable de haber mantenido relaciones ilícitas con una menor

Por el mismo fue juzgado y llegó a un acuerdo con la Fiscalía y la víctima y pasó 42 días a "la sombra", lo que evidentemente fue visto como una pena testimonial. Sin embargo la revisión del caso convirtió a Roman Polanski en prófugo de la justicia. Por eso no pudo recoger el Oscar de El pianista en 2002 y por la misma razón fue arrestado en Zúrich en 2009, aunque el Estado suizo se resistió a extraditarlo a EE UU.

Lo cierto es que la persecución permanece activa, casi a escala planetaria como se vio en 2016 cuando el Supremo polaco renunció a la iniciativa de reabrir el dosier. Lo había reclamado un tribunal local esgrimiendo que cineasta formado en la famosa escuela de cine de Lodz “no debía estar por encima de la ley”, una ley que no tiene en cuenta el tiempo transcurrido desde el delito (40 años) y a la diferencia que pueda existir entre la carrera de un director de cine (la obra) y el historial penal (la vida). No es un eximente que su madre muriera en el campo de exterminio nazi de Ausch­witz o que su segunda esposa, Sharon Tate, fuese asesinada por la secta o familia de Charles Mason en 1969.Siete años después sobrevino la violación de Samantha Geimer. La víctima perdonó a Polanski. Y llegó a escribir un artículo en la revista Time en 2003 donde pedía que se dejara en paz al cineasta. “Ni tengo rencor ni tengo simpatía hacia él. Es un extraño”. A Polanski sólo tuvo posibilidad de hacer la muy aclamada Chinatown (1974), pues cuando debía volver a prisión cogió un vuelo en secreto a Londres, y otro inmediato a París, y no ha vuelto a pisar suelo estadounidense.

Tras salir de su Polonia natal, Polanski vivió y trabajó inicialmente en el Reino Unido, donde pudo realizar Repulsión (1965), Callejón sin salida (1966), que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín, y El baile de los vampiros (1967). Para su siguiente película, Polanski marchó a los Estados Unidos y allí rodó esta película de terror-dramática de 1968 escrita por el mismo y que lanzó a estrellato a una jovencísima y famélica Mia Farrow.

La película está basada en la novela homónima del escritor de suspense neoyorkino Ira Levin, fallecido en 2007, aunque el guión fue adaptado por el director polaco. De cualquier manera Ira Levin declaró que era "la adaptación más fiel de una novela que salió de Hollywood".

Se trataba de una producción de William Castle a través de su productora William Castle Productions y que contaba con el apoyo en la distribución de Paramount Pictures gracias al apoyo del productor ejecutivo de la Paramount Pictures, Robert Evans, que contó con la colaboración del diseñador de producción, Richard Sylbert,  La película contó con un presupuesto de US$3.200.000.

En la misma Roman Polański contó con parte de su equipo , entre ellos el músico y paisano Krzysztof Komeda que fallecía poco después, en abril de 1969 , muriendo en un accidente. Era el preludio de una serie de desgracias que se cebarían con el director polaco en un futuro muy cercano. Junto a Komeda contará con la fotografía de William A. Fraker y el montaje Sam O'Steen y Bob Wyman. Vidal Sassoon fue al set para arreglar el pelo de Farrow ,aunque en la primera parte de la película fue diseñada por el famoso estilista Sydney Guilaroff.

La protagonista de la historia es Mia Farrow como Rosemary Woodhouse junto con el que hace de su esposo John Cassavetes como Guy Woodhouse. Con ellos participan igualmente Ruth Gordon como Minnie Castevet, Sidney Blackmer como Roman Castevet, Maurice Evans como Edward 'Hutch' Hutchins, Clay Tanner como Satanás, Ralph Bellamy como Dr. Abraham Sapirstein, Victoria Vetri o Angela Dorian como Terry Gionoffrio, Patsy Kelly como Laura-Louise, Elisha Cook, Jr. como Sr. Nicklas, Emmaline Henry como Elise Dunstan. También sale en la película Charles Grodin.

La historia se desarrolla en Nueva York. Los protagonistas son los Woodhouse, un matrimonio neoyorquino, formado por Rosemary Woodhouse (Mia Farrow), una joven ama de casa que está casada con el actor de teatro Guy Woodhouse (John Cassavetes). Ambos deciden mudarse a un edificio situado frente a Central Park.

La pareja se instala en un apartamento de la Casa Bramford, antiguo edificio de apartamentos en el centro de Manhattan, aunque desconociendo en profundidad que el apartamento tiene una leyenda un tanto sórdida debido a las siniestras reputaciones de algunos antiguos residentes que han muerto en el mismo. Rosemary es un chica joven y alegre, a la que le gusta su casa y que anhela tener un bebé con Guy, quien por su parte, egoistamente tiene como principal objetivo alcanzar el estrellato.

Según un amigo de Mary, Edward "Hutch" Hutchins (Maurice Evans),sobre el apartamento pesa una maldición.

Una vez instalados, se hacen amigos de sus vecinos colindantes. Se trata de Roman Castevet (Sidney Blackmer) y Minnie Castevet (Ruth Gordon),Minnie y Roman, un matrimonio de edad avanzada que vive en la misma planta del edificio, desde el principio los colman de atenciones y se convierten en una especie de padres sustitutos del joven matrimonio.

Un día Rosemary baja a la lavadora colectiva y conoce a una chica. Se trata de Terri Gionoffrio (Victoria Vetri), una joven vecina del lugar que lleva un collar con una especie de raíz que le regalaron los Castevet después de acogerla en su casa.

La muchacha se muestra amable y simpatizan entre las chicas con facilidad. Un día tras salir la pareja y volver a casa, Guy y Rosemary, mientras vuelven a la misma se sorprenden de ver una gran gentío de personas y a la policía alrededor de la puerta de su bloque.

Al acercarse aún más se enteran de que Terri ha saltado del apartamento de los Castevet y se ha suicidado. Tras subir al apartamento, Minnie y Roman llegan muy asustados, pero Rosemary los consuela diciéndoles que Terri habló mucho de ellos antes de matarse.

Al poco tiempo, Guy consigue un papel en una obra de la que anteriormente había sido rechazado, después de que el actor que iba a protagonizarla se quedara misteriosa e inexplicablemente ciego. Ante esta afortunada circunstancia Guy y Rosemary acuerdan tener el hijo que tanto desea Rosemary, y planean incluso una fecha ideal para que ella quede embarazada.

Ante la perspectiva de un buen futuro, un día Roman y Minnie invitan a Rosemary y a Guy a cenar. Guy parece haber logrado entablar una intensa amistad con la pareja, pero Rosemary no confía tanto en ellos.

Esa noche los Castevet les dan el collar de Terri, diciéndoles que el olor viene de una raíz llamada "Tanis" además de darle de beber una fuerte bebida para celebrar el anuncio de los Woodhouse que han decidido tener un hijo.

Aquella noche, Rosemary tiene un horripilante y extraño sueño, en el que ella se encuentra en la habitación, rodeada por los inquilinos del edificio (los Castevet incluidos), todos desnudos diciendo extrañas palabras, y que una criatura, Satanás (Clay Tanner), la está violando fuertemente y lastimando.

La escena continúa hasta tal punto que Rosemary empieza a gritar que no es un sueño, pero se desmaya mientras la criatura sigue violándola. Cuando despierta, Guy se disculpa por haberle "hecho el amor" mientras estaba inconsciente.

Poco tiempo después ella descubre que está embarazada. Pero Rosemary lo único que recuerda es haber hecho el amor con una extraña criatura que le ha dejado el cuerpo lleno de marcas. A su amigo Hutch le comenta lo de la semilla deTanis, la sustancia en su collar. Y éste tras buscarlo la llama y le dice: "En sus rituales usan a menudo el hongo llamado Pimienta del Diablo, es una materia esponjosa derivada de regiones pantanosas que tienen un fuerte olor acre. La semilla del diablo se considera que tiene poderes especiales.Ha sido utilizado en los rituales y los usos En los encantos ". Su amiga Elise (Emmaline Henry) le recomienda para lleve su embarazo al Dr. Hill, un médico que , en su primera visita se muestra amable y eficaz, pero los Castevet intervienen y le recomiendan a un viejo amigo y prestigioso doctor, el Dr. Abraham Sapirstein (Ralph Bellamy), que tras reconocerla y decirle que todo va sobre ruedas le recomienda que no tome pastillas y que beba un zumo que dice ser mejor que las vitaminas habituales y que sabe preparar su vieja amiga Minnie, según él, una eminencia de la medicina natural.

Durante los primeros tres meses del embarazo, Rosemary sufre continuos y fuertes dolores abdominales, así como cambios de hábitos como el gusto a la carne cruda y el hígado de pollo, y pierde mucho peso.

El médico, Dr. Abraham Sapirstein , le dice que los dolores desaparecerán y que siga tomando el zumo que le prepara Minnie.

Por su parte, Hutch (Maurice Evans), el amigo de Rosemary, ve que Minnie le agrega la extraña "raíz Tanis" al jugo de Rosemary, y le molesta mucho, por lo que decide investigar que es lo que ocurre.

Con el paso del tiempo, Rosemary empieza a sospechar que su embarazo no es normal. Sin embargo, el mismo día que Hutch planea compartir con Rosemary sus hallazgos, misteriosamente, no va a la cita concertado y , más tarde, Rosemary recibe el aviso de que ha caído en coma unas horas antes de la reunión y fallece tres meses después.

Sin embargo, pocos días antes de morir, Hutch recupera brevemente la conciencia y, aprovechando esto, le da instrucciones a otra amiga, Grace Cardiff, entregándole un libro de brujería y un mensaje que Grace le da a Rosemary en el funeral de su amigo. La nota dice "el nombre es un anagrama".

Con esto y con el libro, Rosemary descubre que Roman Castevet es en realidad Steven Marcato, el hijo de un anterior inquilino, Adrian Marcato, quien fue acusado de brujería y posteriormente asesinado. Ella deduce que planean usar a su bebé para un culto extraño y que Guy cooperó con ellos para que sabotearan al actor y su carrera despegara. Luego se entera de que el Dr. Sapirstein es parte de la conspiración, y que ellos asesinaron a Hutch para que no los delatara.

Rosemary ya asustada decide volver a la consulta del Dr Hill. En la misma Rosemary comparte sus problemas con el Dr. Hill, y este cree que delira, así que llama a Sapirstein y a Guy. Ellos le dicen a Rosemary que si coopera, ni ella ni el bebé se verán perjudicados.

Los dos hombres se llevan a Rosemary al apartamento. A pesar de que ella escapa y se encierra en el piso, los vecinos logran entrar con facilidad en el mismo a través de la puerta colindante. Ese mismo día Rosemary se pone de parto. Al despertar, le dicen que el bebé ha muerto, pero ella, escucha los llantos dentro del edificio.

Rosemary entra por una puerta secreta y penetra en el apartamento de los Castevet, donde un grupo de personas entre las que está Guy, Sapirstein, los Castevet y otros, se encuentran reunidos delante de un bebé (al cual no se le ve el rostro).

Al ver esto, ella exige saber la causa de la deformidad, pero rápidamente descubre y le confiesan que el ente que la violó era en realidad Satanás, que no fue un sueño, y se horroriza. Roman la calma y le dice que le dé una madre al niño y que ni ella ni Guy se tienen que unir a la secta si no quieren. La película termina con Rosemary arropando al niño y meciendo la cuna lentamente. Así acaba la película.

El inicio de la producción comienza cuando Robert Evans, productor de la Paramount,  recuerda que Willian Castle le trajo las primeras páginas  de la novela de Ira Levin y le pidió comprar los derechos para la adaptación cinematográfica aún antes de que Randon House, la editorial del escritor, publicara la novela ya con el título de  Rosemary's Baby.

Como los responsables de la Paramount habían reconocido el potencial comercial de una posible adaptación, pronto estuvieron de acuerdo en que William Castle, que tenía una excelente reputación como productor de películas de terror de bajo presupuesto, podría producir, aunque no dirigir la adaptación de película.

Por aquel entonces Robert Evans, quien ya conocía y admiraba las películas europeas de Roman Polanski, confiaba en poder convencerlo para que se involucrara en el proyecto, y con ello debutar en su primera producción para el cine estadounidense.

Pronto Roman Polanski recibió de manos de Robert Evans, una primera y rústica versión del guion de Rosemary's Baby y quedó fascinado. Tanto es así, que leyó la novela original en una sola noche.

A la mañana siguiente llamó a Robert Evans y le dijo que aquel guión era un proyecto muy interesante para su debut como cineasta en Estados Unidos, y que no solo le gustaría dirigirlo, sino participar en la redacción del guion final.

En su lectura de la novela, Roman Polanski imaginó al personaje principal, Rosemary, como una chica robusta física y mentalmente, pero también normal y corriente, ni guapa ni fea. Para ello pensó que el papel lo podría interpretar en un principio la actriz Twesday Weld. Pero Robert Evans tenía sus dudas al respecto, ya que el libro todavía no había alcanzado la posición de best seller,

Evans no confiaba en que el título del film por sí mismo garantizase la atención del público, y que para ello se necesitaba de otra actriz más conocida. Con un papel secundario en Guns at Batasi y la, por aquel entonces no estrenada A dandy in Aspic no parecía que Mia Farrow tuviera una gran filmografía, pero su papel de Allison MacKenzie en la serie de televisión Peyton Place, así como su reciente matrimonio con Frank Sinatra la convertían en una actriz interesante para el papel, según Evans.

A pesar de su apariencia endeble y alicaída, Polanski finalmente le hizo una prueba. Desgraciadamente, aceptar este papel supuso muchos problemas en el matrimonio de Mia Farrow. Frank Sinatra, quien le exigió a su mujer que abandonara su carrera cuando se casaron, fue el primero en protestar, y a la larga le pidió el divorcio a mitad del film y ante todo el equipo de rodaje.

Mia Farrow, en un intento de salvar su matrimonio, le suplicó al productor Robert Evans que le rescindiera su contrato. Sin embargo, él la convenció para que siguiera en el proyecto cuando le mostró metraje del film todavía no montado.

Tras verlo, Mia Farrow decidió continuar, porque Evans le aseguró que con esta película conseguiría la nominación al premio Óscar a la mejor actriz protagonista, cosa que nunca sucedió.

Para interpretar a  Guy Housewood se barajaron varios nombres para el papel. Robert Redford fue la primera opción, pero éste, por alguna razón, rechazó el papel.

Pronto se pensó en Jack Nicholson, pero finalmente se impuso el criterio de Polanski y se eligió a John Cassavetes.

El diseñador de producción, Richard Sylbert, fue quien propuso a Ruth Gordon para el papel de Minnie Castevet, la entrometida vecina.

Ahora solo faltaba ubicar a todos los personajes en el edificio donde tenía lugar la acción: el ficticio edificio Bramford. Sylbert creyó que usar el edificio Dakota sería una buena idea. Dicho edificio, situado en la parte alta del Westside, en Manhattan, Nueva York, era famoso por la cantidad de personas vinculadas al mundo del espectáculo que vivían en él. Pero el edificio ya se estaba ganando su mala fama como edificio problemático: los propietarios no dieron su permiso para que filmaran en su interior, y Polanski no estaba satisfecho con el grado de oscuridad y penumbra de sus vestíbulos y pasillos. A la sazón, el edificio solo fue usado para las tomas exteriores que reflejaban en la ficción la Casa Bramford rodándose exclusivamente algunas escenas exteriores en el Dakota Hotel en el 1 West 72nd St. en Central Park West de Manhattan. Tenía casi un siglo de antigüedad y aspecto de fortaleza gótica con amenazantes gárgolas decorando la fachada. Por si fuera poco, Boris Karloff, uno de los más reconocidos actores de terror, era propietario de un ático ahí. Sin embargo, gran parte del rodaje tuvo lugar en los Paramount Studios en el 5555 Melrose Avenue, Hollywood, en Los Ángeles.

No fue un rodaje plácido ni para los actores ni ara el productor. El primer día de rodaje en el Dakota, Polanski empezó a dar señales de perfeccionismo extremo. A la hora de comer seguía pidiendo ensayos y cambiando de lugar la cámara, mientras el productor William Castle fumaba un cigarrillo tras otro, preso de la angustia le dijo Roman, llevamos aquí seis horas y no hemos grabado una sola secuencia. Polanski le contestó que Te preocupas demasiado, Bill. . Contestando él, Soy el productor. Eso es lo que hacemos los productores.Roman le volvió a decir: Fumas demasiado. Hoy llevas ocho. Le quitó el cigarrillo de la boca y lo pisó. Añadió: —Hoy no te dejaré fumar más hasta después de comer.

Por otro lado, Polanski quiso contratar a viejas estrellas de Hollywood para los miembros del aquelarre o el sabbat pero no conocía a ninguna personalmente. Para el aquelarre dibujó bosquejos de cómo había previsto cada personaje, y fueron finalmente los propios actores elegidos quienes tuvieron que terminar de crear sus papeles.

En cada caso, el actor elegido se parecía físicamente a los dibujos de Polanski; estos fueron Ralph Bellamy, Patsy Kelly, Elisha Cock Jr, Phil Leeds, y Hopes Summers.

Mia Farrow tuvo que lucir una peluca en prácticamente la primera mitad del metraje, y no fue hasta después, cuando ya lucía su embarazo ficticio, que se la pudo ver con su auténtico peinado, el que ella misma anuncia como la última moda de Vidal Sassoon. Es decir un pelo , muy, muy corto.

Como contrapartida a esto, también la actriz estadounidense vivió momentos muy amargos durante el rodaje. Una de las escenas de la película más cargadas emocionalmente era aquella en la que, en medio de una fiesta celebrada en su apartamento, sus amigas echan de la cocina a Guy, su marido, mientras tratan de consolarla a causa del embarazo tan traumático de Rosemary. Dicha escena fue rodada en un solo día, pero justo después de filmar la primera toma de la escena, un mensajero irrumpió en el set de rodaje, trayendo consigo toda la documentación referente al divorcio de Mia Farrow enviada por Frank Sinatra. Cuando la actriz leyó los documentos rompió a llorar sobre el suelo de la cocina, tal y como el personaje de Rosemary hace al comunicar a sus amigas lo extrañamente mal que siente su embarazo.

Alarmado, Polanski quiso suspender la filmación de aquella escena por aquel día y concentrarse en otras que no implicaran la presencia de la actriz. Pero Farrow, en un arranque de profesionalidad, le suplicó al director continuar con el plan de trabajo original, y la escena se pudo terminar sin más complicaciones.

Polanski no deseaba que en ningún momento apareciese el "bebé de Rosemary", pues de esa forma, y con razón, daría más miedo imaginárselo. Pero los demás lo convencieron de "siempre mostrar al monstruo", por lo que, muy a su pesar, Polanski agregó, al final de la cinta, la toma de unos ojos amarillos que miran a la cámara.

En 1976 se estrenó en los Estados Unidos una miniserie para la televisión titulada Look What's Happened to Rosemary's Baby / ¿Qué pasó con l bebé de Rosemary? en donde se retomaban algunos personajes de la novela original de Ira Levin. Aunque Mia Farrow no participó en la producción, su personaje fue interpretado por la actriz Patty Duke, y Ruth Gordon repitió el papel de la entrometida vecina, la excéntrica Minnie Castevet. En 1997 Ira Levin, autor igualmente de Los niños de Brasil, escribió un libro titulado Son of Rosemary (1997) o El hijo de Rosemary.

La película se estrenó el 12 junio 1968 en los Estados Unidos y generó una oleada de críticas positivas y un buen número de premios. De hecho obtuvo un Óscar a la mejor actriz de reparto (Ruth Gordon), y Polański obtuvo una candidatura al Óscar en la categoría de Mejor Guion Adaptado. En los Globo de Oro de ese año el premio fue igualmente para la mejor actriz secundario (Ruth Gordon)y las nominaciones a la mejor actriz (Farrow), así como al guión y música. En los británicos Premios BAFTA también fue mominada a mejor actriz Mia Farrow.

El sindicato de Directores (DGA) nominá a Polanski al Mejor director y en se 1968 la película consiguió un par de Premios David di Donatello, tanto al Mejor director como a la mejor actriz extranjera (Mia Farrow)

En cuanto a las críticas destaco lo dicho sobre ella por Miguel Ángel Palomo en El País al decir que era "La obra maestra de Polanski (...) el espectador se ve abocado a una pesadilla que le desborda y le encoge el ánimo como pocas veces ante una pantalla. El auténtico terror se hace presente con la máxima de sugerir siempre no mostrando jamás. Una maravilla", mientras que declaraba que era "Inquietante historia efectista, hábil e interesante que hizo de Polanski el director de moda. Un producto tan hábil como capaz de ponernos los pelos de punta" el columnista de Cinmanía, Javier Rioyo.

En la revista Vanity Fair coincidiendo con el enésimo aniversario de la película se nos cuenta que Sinatra leyó el guión de La semilla del diablo una noche en la cama junto a su jovencísima esposa Mia Farrow.

A Mia le habían ofrecido el papel principal, el primero de su carrera, pero Sinatra no estaba muy convencido. No quería que su mujer se ausentase de casa demasiado tiempo ni que trabajara lejos de él. No quería que Mia se acostumbrase a vivir por su cuenta. Y por último, según le dijo esa noche: “No te veo haciendo el papel que te ofrecen”.

La reacción de ella figura en su libro de memorias,  “De repente, yo tampoco me veía. Hasta cierto punto, esperaba que Frank me librase de la decisión y me prohibiese aceptar”.

Mia, hija de John Farrow, que ya ha pasado por aquí, un director de cine australiano, y de la actriz irlandesa Maureen O'Sullivan. había conocido a Sinatra en los estudios de la Fox en Los Ángeles, un par de años antes, cuando ella tenía 19 y él ya era una estrella consagrada. En su primera cita, el cantante la había invitado a su casa en Palm Springs. Mia era virgen por entonces y estaba tan nerviosa que se negó.

Argumentó que esa noche tenía que alimentar a su gato. Él respondió: ¿Y mañana? Enviaré mi avión a recogerte. Puedes llevar a tu gato.

Y así comenzó uno de los romances más extraños en la historia de Hollywood. Todos los viernes, Sinatra y Mia se desplazaban de Los Ángeles a Palm Springs en el avión, o en el helicóptero de Sinatra, o en su coche italiano hecho por encargo. Ahí, y después en su mansión de Sunset Boulevard, recibían a los amigos en la piscina, o asistían a fiestas con la flor y nata del cine y el teatro americanos, o jugaban hasta el amanecer en los casinos de Las Vegas.

Sinatra podía haber sido el padre de Mia. De hecho, ella era menor que dos de sus hijos. Al igual que el padre de Mia, el director de cine John Farrow, habían compartido una mujer, Ava Gardner.

Sinatra había estado casado con la sensual Ava Gardner. Por su parte, el señor Farrow había sido amante de Gardner durante tanto tiempo que su esposa mandó construir una puerta extra en su casa para no cruzarse con ella.

Ahora Sinatra protegía a su joven esposa con actitud paternal. Trataba de resguardarla de la prensa del corazón. La ayudaba a conseguir papeles. Incluso le compró una pistola con incrustaciones de madreperla y trató de enseñarle a disparar. Sinatra quería protegerla de sí misma y de su carrera. Mia actuaba en una serie de televisión producida por Fox, donde Sinatra tenía influencias. Si el cantante quería llevársela de viaje, los guionistas ponían a su personaje en coma hasta que ella tuviese a bien regresar. Sinatra no se oponía a que Mia actuase. Tan solo esperaba que lo hiciese siempre bajo su control.

Entonces Mia recibió la propuesta de protagonizar La semilla del diablo. A pesar de sus dudas y las de su esposo, aceptó.

Para la inocente jovencita, ese sería su primer contacto con una novela, la  de Ira Levin que bajo el título Rosemary’s baby, olía a taquillazo.

El agente del novelista negoció una versión cinematográfica con Alfred Hitchcock, pero terminó por cerrar el trato con William Castle, el productor y director de películas de terror como Escalofrío o La mansión de los horrores.

Seguro del éxito, Castle quería dirigir él mismo la película, pero como ya hemos comentado  la productora Paramount, que financiaba el proyecto, lo persuadió de que entrevistara a un joven y prometedor director de 32 años radicado en Londres llamado Roman Polanski con cierta trayectoria en Francia y Gran Bretaña, además de en su Polonia natal.

Polanski, el ahora en parte despreciable personaje, aunque nadie duda de su capaciad como director, trataba de hacerse un lugar en Hollywood.

El productor recuerda que Polanski le pareció un presumido. Al entrar en su despacho para la entrevista, el director se negó a tomar asiento. Y durante la conversación no hizo más que mirarse en el espejo. Para colmo, hablaba de sí mismo en tercera persona, usando frases como: “Nadie podrá dirigir esta película tan bien como Roman Polanski”. Sin embargo, su propuesta lo convenció: el polaco quería rodar la historia sin cambios, tal y como figuraba en el libro. Y quería hacerlo de modo directo, sin florituras de cámara ni regodeos de estilo. Eso era exactamente lo que Castle deseaba.

Polanski decidió mudarse a Santa Mónica y se puso a trabajar en el guión. En tres semanas tenía lista una primera versión de 272 páginas.

Después llegó la hora de decidir a quién ofrecer el papel principal masculino. James Fox era demasiado británico. Tony Curtis, demasiado mayor. Paul Newman estaba comprometido. Steve McQueen era completamente incorrecto. El único que podía hacer el papel era Robert Redford. Pero Redford tenía sus dudas.

Paramount lo acusaba de incumplimiento de contrato por una película anterior y su relación con la productora era tensa. Para seducirlo, Polanski lo invitó a almorzar en la mismísima cafetería de Paramount. Podía haberlo convencido, pero la mala suerte le asestó un golpe inesperado. Un joven abogado de la productora sorprendió al actor en su territorio y se le acercó de improviso para entregarle en mano una citación judicial. El actor se sintió víctima de una encerrona y Polanski no pudo hacer nada para cambiar esa impresión. El polaco tendría que conformarse con John Cassavetes.

Para el papel femenino, el director quería a Tuesday Weld. Pero Castle insistió en una joven promesa de 22 años llamada Mia Farrow, y organizó un almuerzo para presentarlos. Mia era etérea, frágil. Nada más verla, Polanski se decidió por ella.

Según su biógrafo Christopher Sandford, Polanski se transformaba en un ogro tiránico y déspota durante los rodajes. El director lo confirmó en una entrevista de 1986 al declarar: “Me estimulo repitiéndome a mí mismo que soy el mejor, un genio. Mientras trabajo en una película, estoy convencido de que será un gran éxito. Por eso le exijo a la gente con la que trabajo todo tipo de cosas que no les pediría normalmente”. Una de esas cosas era repetir, una y otra vez, las escenas que rodaban. Polanski era capaz de hacer 40 o hasta 50 tomas de cada una para tener muchas opciones en la mesa de montaje. Al final de cada toma, ni siquiera decía “corten”. Su frase más habitual era “otra vez”.

En una ocasión, de madrugada, Polanski detuvo el rodaje porque la chaqueta de uno de los actores estaba arrugada. Llamó a la diseñadora de vestuario y le ordenó: —¡Plánchala! —Pero se supone que es verano y la chaqueta debería estar arrugada por el calor. —¡Llévala a planchar! —¿Dónde? ¡Son las dos de la mañana! —Ese no es mi problema ¡Hazlo!

En sus memorias, el productor William Castle habla de Polanski con verdadero pavor. Recuerda especialmente un rodaje nocturno en la calle, con el director pidiendo sangre a gritos y probándola sobre el cuerpo de una actriz. Polanski no estaba contento con el aspecto del líquido artificial que había preparado el departamento de maquillaje y, otra vez a gritos, pidió que le trajeran sangre nueva.

Los rodajes callejeros estaban llenos de mirones que querían ver de cerca a la joven esposa de Frank Sinatra. Al escuchar lo que pedía Polanski, uno de esos curiosos se acercó a Castle con una propuesta: “Dígale al director que yo le vendo una pinta de mi sangre por cincuenta dólares”. Castle no transmitió el mensaje a Polanski porque estaba seguro de que aceptaría el trato.

El estilo maniático y obsesivo de Polanski también desquiciaba a la Paramount. Con tantas repeticiones, el rodaje se iba retrasando, y los costes aumentaban. En algún momento, Castle recibió una orden fulminante: “Despide al polaco”. Afortundamente para el polaco, el material grabado tenía una pinta demasiado buena, y la productora no se atrevió a echarlo.

Tampoco era feliz el protagonista masculino, John Cassavetes. Él era actor y director, pero pertenecía a una escuela muy diferente a la de Polanski, mucho más experimental y arriesgada. Sus películas tenían un estilo improvisado y fresco. Cassavetes sufría con las 30 tomas que le exigía el polaco y con la orden de repetir cada línea de sus diálogos tal y como estaba escrita. En su opinión, eso le quitaba vida a la película. Además, ni siquiera simpatizaba con Polanski. Los roces entre los dos se fueron agudizando hasta convertirse en peleas. John se rebelaba contra las indicaciones de Polanski, que por toda respuesta lo mandaba callar.

En una entrevista, un periodista le preguntó a Polanski cómo había sido trabajar con un colega director de prestigio como Cassavetes. Contestó: “Cassavetes no es un director. Simplemente ha hecho algunas películas. Cualquiera podría agarrar una cámara y hacer lo que él hace. Tuvo la oportunidad de trabajar en estudios y demostró ser un perfecto incapaz. Él le echa la culpa a Hollywood, pero yo también fui a Hollywood y me va muy bien”.

Al parecer, la única que estaba contenta en el rodaje de La semilla del diablo era Mia Farrow. Ella toleraba con tranquilidad los excesos del director. Donde otros veían soberbia y prepotencia, Mia encontraba “un entusiasmo contagioso” y “un profundo conocimiento de lo que funcionaría profesionalmente”. Para una de las tomas, Farrow comió hígado crudo, aunque era una vegetariana radical. Y, como de costumbre, la escena se repitió decenas de veces, cada vez con un hígado nuevo.

En otra ocasión Mia,  tuvo que rodar en la calle, en la que Rosemary embarazada deambula por el tráfico, ida, a punto de ser atropellada. Para grabarla, Polanski no se planteó cortar la circulación. Los coches de verdad circulaban por seis carriles diferentes. Y él le ordenó a Mia Farrow que empezase a caminar entre ellos. —¿Te has vuelto loco, Roman? —exclamó ella. —Oh, por favor, querida. A nadie se le ocurriría atropellar a una mujer embarazada. Como nadie más se atrevía a hacerlo, Polanski manejó la cámara personalmente y caminó entre los autos junto a Mia. Pero para que los vehículos saliesen en la toma, él debía colocarse del otro lado. Si llegaban a atropellarlos, le darían primero a la actriz.

Farrow incluso se tomó como un cumplido la descripción que Polanski le dio de ella a un periodista: “Hay 127 variedades de locos. Mia entra en 116 de ellas”.

De toda la gente que detestaba a Polanski, el más furioso era Frank Sinatra, que veía su vida marital seriamente perturbada. A veces, intempestivamente, después de cenar, Sinatra llamaba a su piloto y volaba a Miami o a Las Vegas. Pero ahora que Mia trabajaba todos los días, ella no podía acompañarlo. En una de esas excursiones, Sinatra se metió en una pelea y perdió varios dientes de un puñetazo. Más tarde llamó a Mia llorando, para decirle que la amaba y que no quería perderla nunca.

A pesar de ser 30 años mayor que ella, a veces actuaba como un niño. Los retrasos de Polanski empeoraban la situación, porque Sinatra esperaba a su mujer para trabajar juntos en The detective. Según Farrow: “Frank quería que yo cumpliese con él aunque tuviese que dejar sin terminar La semilla... Su ultimátum estaba claro. Corría riesgo mi matrimonio. Pero si abandonaba la película mi carrera estaría acabada”. Mia optó por su carrera. Sinatra lo tomó como una traición. Discutió con ella. Llamó al director “polaco inútil”, lo acusó de ser incapaz “de encontrar sus propio culo con las dos manos”. Movió sus influencias en la productora para paralizar la filmación, pero había demasiado dinero en juego y nadie iba a cancelar un rodaje ni siquiera por él. El matrimonio se enfrió.

Mia regresó a California para grabar las escenas de interior y Sinatra se marchó a Nueva York para trabajar en una nueva película, The detective. Comenzaron a circular rumores de un amorío entre el cantante y su coprotagonista, Lee Remick. Las llamadas telefónicas se espaciaron. Un día, el abogado de Sinatra se presentó en el camerino de Mia,  con un sobre marrón que contenía los papeles del divorcio. Sinatra jamás había hablado de divorciarse. Impactada, ella firmó todo. Dijo que haría lo que quisieran, que no recibiría consejo legal. Y luego se encerró a llorar sola. Como ya hemos comentdo en la escena en la que sus amigas en una fiesta le felicitan.

Durante el mes siguiente se refugió en el trabajo. Los fines de semana los pasaba con Roman Polanski y su esposa, Sharon Tate, que siempre tenían amigos allí. Seguía viviendo en la casa de Sinatra. De vez en cuando, él llamaba por teléfono. Pero jamás mencionaba el tema del divorcio.

Mia volvió a Nueva York para terminar el rodaje, cuya última escena se filmó en vísperas de Navidad. Tras despedirse del equipo, recogió y se sentó en sus maletas. De repente, no sabía a dónde ir. Al verla deprimida y desconcertada, una amiga la llevó de vuelta a Palm Springs. Sinatra la recibió con frialdad. Ella continuó recibiendo visitas y organizando fiestas. Pero seguían sin hablar del divorcio ni de La semilla del diablo ni del futuro. Ni siquiera podían hablar de política, porque el cantante estaba comenzando la deriva hacia el republicanismo que años después le haría apoyar la campaña de Ronald Reagan. El regalo de Navidad de Mia para su esposo era un taxi londinense, que  Sinatra apenas valoró.

En Nochevieja Sinatra viajó solo a Acapulco. Días después, la actriz abandonó la casa. Al año siguiente tramitarían su divorcio en Ciudad Juárez, México, donde el procedimiento podía resolverse en cuestión de horas.

La semilla del diablo, presupuestada originalmente en menos de dos millones, acabó costando 400.000 dólares más. Pero rápidamente alcanzó el número uno en la taquilla.

Durante los siguientes 40 años recaudó 130 millones y se convirtió en un clásico del terror, una mezcla perfecta entre suspense psicológico y thriller satánico. Para "Entertainment Weekly" ves el décimo film más terrorífico de todos los tiempos.

De manera inquietante, como si se tratase de una maldición, muchos involucrados en ella sufrieron varias desgracias. John Cassavetes empezó a mostrar los síntomas de la hepatitis infecciosa que se lo llevaría a la tumba antes de cumplir los 60. Polanski vivió el atroz asesinato de su esposa, Sharon Tate, a manos de una panda de lunáticos dirigidos por Charles Manson. El edificio Dakota se hizo tristemente célebre cuando John Lennon fue asesinado en él. El música polaco habitual colaborador de Polanski, Krzysztof Komeda , murió al año siguiente en un accidente de tráfico.

Por el contrario, Mia Farrow inauguró una carrera estelar. En sus siguientes trabajos, compartió cartel con Elizabeth Taylor y Dustin Hoffman. Encontró en Polanski a un buen amigo y consiguió escapar de un matrimonio asfixiante, marcado por la búsqueda del padre. Para ella, La semilla del diablo fue una puerta al éxito y la libertad. Después se casó con el pianista y dorector de orquesta de origen alemán André Previn en 1970. Tuvieron tres hijos (Matthew, Sascha y Fletcher) y adoptaron otros tres, Soon Yi, Lark Song y Daisy. Ambos se divorciaron en 1979.... hasta que en 1980 topó con Woody Allen y la semilla de la rosa de su corazón se tornó en cardo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario