martes, 8 de agosto de 2023

Una mujer de París



En mi línea, y como procuro hacer todos los años, siempre veo una película centenaria. En este caso la seleccionada ha sido Una mujer de París, una película de Chaplin, pero de un Chaplin distinto, pues aparece únicamente como director y guionista- fue la primera vez que apostó por ello- y además lo hace en un género contrario a la comedia, el género que lo había hecho alcanzar el Olimpo cinematográfico por otro bien distinto: un drama. Se trata de un drama romántico impregnado de un realismo que escandalizó a la puritana sociedad de su época. Mostraba algo que existía pero que prefería ignorarse como que en el París de inicios del siglo XX, el París bohemio, había mujeres, cortesanas de lujo que vivían como amantes de hombres ricos. En definitiva estamos ante un rareza, a la que suma otra, descubrir a un Adolphe Menjou, uno de los grandes actores franceses del cine clásico como un galán del cine mudo.  



A Woman of Paris: A Drama of Fate (Una mujer de París: un drama del destino, - aunque en un principio, iba a titularse "Destino" o "La mujer inmortal"- nos dice Chaplin en una cartela que es un "drama serio". 


Comienza mostrándonos a una joven, Marie St. Clair (Edna Purviance), y a su novio, Jean Millet (Carl Miller), que viven en una aldea francesa que desean trasladarse a París para casarse, aunque sus respevctivas familias, especialmente sus padres, se oponen a ello. De hecho, el padre de ella (Clarence Geldart) cuando ve que su hija está dispuesta a irse con su novio le impide la entrada al hogar familiar. El padre de Marie ya había encerrando a su hija en el cuarto para que no escapara, y cerrando la ventana para que no pueda volver. 

Cuando regresa de su paseo con Jean le cierra la puerta de su casa abandonándola a su suerte. Todo ello incita a que Marie y Jean adelanten sus planes para salir esa misma noche en la que todo comienza. 

Pero antes de partir Jean de su casa, el padre (Charles K. French), tras discutir con su hijo, enferma de inmediato, lo que impide que puede acudir a la estación de tren; sin que ella conozca los motivos de la ausencia. Ante la ausencia de Jean en la estación ella parte a París sin su prometido. 

Un año después, ella se ha adaptado a la vida bohemia de París, una ciudad en la que la fortuna y la suerte lo es todo, y donde "la mujer se juega la vida". Vemos que Marie, en un ambiente de  decadente riqueza en la que gigolós cenan con mujeres mayores y chicas jóvenes con hombres mayores, se ha hecho amante de un hombre rico y "ocioso", gourmet, el "soltero más rico de París",  que gusta salir con muchas mujeres: Pierre Revel (Adolphe Menjou). Vemos que ella se ha lanzado a una vida fácil, de lujo y fiestas y acompañantes diversos. 

Un día ella, ignorante de que Pierre ha anunciado en prensa su boda con una chica de la alta sociedad, es invitada a una fiesta en el Barrio Latino, pero se equivoca de dirección y se encuentra con Jean, que ahora está en París trabajando como pintor y viviendo junto a su madre. Éste, que vive en la pobreza, la invita a entrar a su casa estudio y le pide que le deje pintarle un retrato. Tras esto ella sale del estudio y se marcha a casa. 


A la mañana siguiente Jean se persona en el lujoso apartamento de ella. Allí ella le pregunta el por qué del brazalete negro y Jean le cuenta la razón por la cual no había partido junto a ella: su padre había muerto, lo que le impidió emprender el viaje. En ese momento se persona Pierre en la casa y ella oculta al pintor. Con todo sigue mostrándose fría con él. 

El inicia el cuadro de Marie, que a pesar de salir regularmente con Pierre, de cualquier manera sigue algo enamorada de Jean, quién un día le propone reiniciar lo que habían tenido. Ella, no se sabe muy bien la razón,  parece aceptar la petición de matrimonio. Pero ya nada es lo que era ya que las cosas han cambiado y ellos han perdido la inocencia del amor puro, más aún siendo "la otra" de Pierre.  

Sin embargo, Marie, que parece no saber lo que quiere, oye una conversación de Jean con su madre (Lydia Knott), que no quiere que se case con la chica, a la que afirma no querer casarse con Marie y que si lo hizo se debió a un momento de debilidad. Ante lo que escucha ella vuelve con Pierre, aunque éste ya ha buscado alguna sustituta de Marie, entre sus amistades y las de ella como Paulette. 



Cuando Jean se entera de que ha vuelto con Pierre, introduce las balas en un revolver y va a enfrentarse a éste en un restaurante habitual al que va Pierre junto a Marie, y tras una breve y escandalosa escaramuza con las manos, Jean sale al vestíbulo sacando un arma de su abrigo y se suicida. 

Tras esto vemos que Marie regresa al campo y vive con la madre de Jean, cuidando huérfanos. Un día, montada en una carreta, se cruza en un camino con un coche en el que viaja Pierre, que no la ve y le cuenta a un acompañante que nada ha vuelto a saber de Marie. Parece que se van a encontrar pero no. Solamente los vemos yendo en direcciones opuestas en vehículos contrapuestos y compañías distintas, acabando así la película. 




Fue la primera película de la United Artist , productora y distribuidora creada entre otros por él mismo que dirigió Chaplin sin actuar - en colaboración con A. Edward Sutherland - , producida con entera libertad y aportando la música de la película, junto a Louis F. Gottschalk, lo que podría explicar que no hiciera la recaudación de taquilla habitual en las de este cineasta, únicamente 634 000 dólares estadounidenses, porque el público no se imaginara una película suya sin él. 

Fue rodada entre agosto y noviembre de 1922, y parece ser que Chaplin comenzó a escribir un esbozo de argumento, ya que rodó la película sin un guion previo, fiándose más de su intuición. 

Rechazada por escandalosa, parece ser que fue prohibida en quince estados de los EE.UU, y no aclamada por el público de la época, pero apreciada por cineastas como Lubitsch. 

Se rumorea, no obstante, que representa a un mensajero (del que no se ve el rostro) que deja un paquete en una escena del filme. 

Tras su fracaso la película salió de los circuitos de distribución y permanecido en el armario del cineasta por más de medio siglo. No obstante, Chaplin la restauró dos años antes de morir con una nueva banda sonora. También suprimió un rótulo inicial que decía: “La humanidad no se compone de héroes y villanos, sino de hombres y mujeres, y todas sus pasiones, buenas o malas, les han sido dadas por Dios. Su pecado es sólo ceguera y el ignorante condena sus errores, pero el sabio se apiada de ellos”. 




Se dice que esta película tuvo dos finales diferentes. Para el público estadounidense, - la que yo he visto- un final moral: Después del suicidio de Jean, Marie dejó París con su madre y comenzó un pequeño orfanato (intertítulo, «el secreto de la felicidad está al servicio de los demás». Para el público europeo un final inmoral con Marie volviendo a su vida de rica ociosidad con Pierre. El caso, sin embargo, es que el público no estaba dispuesto a prescindir de la diversión que les proporcionaba el personaje de Charlot y, a pesar de que se avisaba al comienzo de la proyección que "en la película no trabaja Charles Chaplin", 

Una mujer de París fue un considerable fracaso comercial. Pero de la misma se puede destacar la brillante puesta en escena con la dirección artística de Arthur Stibolt, rodándose en los Estudios Chaplin de Hollywood, siendo el primer film en utilizar un decorado de cuatro paredes y techo, para dar sensación a los actores de estar dentro de una auténtica casa. 

Se rodaron igualmente algunas escenas exteriores filmadas en los apartamentos Ansonia y Lake Street (Los Ángeles), recreando el lujo de la clase alta, sus lujosos restaurantes, apartamentos, mansiones, vestimentas, todo bien la fotografiado por dos de sus colaboradores: Roland Totheroh (“La quimera del oro”), y Jack Wilson (“El chico”). 




La actriz principal es la joven Edna Purviance, en el último trabajo que hizo para él. La fotografía fue labor de Roland Totheroh y el montaje de Monta Bell, pero la película fue un trampolín en su trabajo para Adolphe Menjou. 

Se trata de un melodrama sencillo con redención final de la protagonista que contiene una crítica a la hipocresía, la vida sin sentido de los que todo lo tienen, el clasismo, el conservadurismo, el mundo de ricos y de pobres, en la que el jefe de servicio cuando le sirve trufas a los ricos les dice que son "una manjar para los cerdos (las trufas) y los hombres" en el que destacan la sensible Edna Purviance, como Marie, - se dice que hizo esta película para promocionar a Edna Purviance a su carrera en solitario - y un Adolphe Menjou, un hombre rico, un crápula, un millonario frívolo, un mujeriego empedernido y soberbio que aplica en cada sonrisa y un movimiento de cejas le da un toque de superioridad. 




Técnicamente nos regala algunas escenas magistrales de síntesis como la caída al suelo de la pipa humeante del padre de Jean para expresar la gravedad de la situación o la elipsis que vemos al final, una vez ocurrido la muerte de Jean o la llegada del tren únicamente a través de las luces y sombras que se reflejan en ella. 

Esta película se suma a otros dramas posteriores como "Monsieur Verdoux", "Candilejas" y "Un rey en Nueva York", películas que he visto en estos dos últimos meses. 

El propio Chaplin en su autobiografía, afirmaba: "Algunos críticos afirman que la psicología no podía expresarse en la pantalla muda; que una acción clara como, por ejemplo, el héroe apretujando bellas damas contra troncos de árboles y aspirándoles hasta las amígdalas, o bien el tirarse sillas a la cabeza en las escenas de riñas, eran sus únicos medios de expresión. Una mujer de París, fue, por lo tanto, un reto." Afortunadamente en 1976 la recuperó para todos nosotros y su nieta Kiera  Chaplin la restauró este mismo año donde fue presentada en la Berlinale, y cien años después he podido disfrutarla. 



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