lunes, 31 de diciembre de 2012

La vida



Mi abuelo cuando quería hacer mención a algo importante y que no había podido evitarse concluía con una frase que para mí ha quedado como resumen de lo que vitalmente es tan trascendente como inevitable: ...la vida. La vida es bella. Bueno eso es discutible. Lo puede ser, o no. Pero lo que casi siempre es bello es el cine. Creo que está en la memoria de todos la obra de Frank Capra y su gran clásico, exento de derechos de autor, como es ¡Qué bello es vivir!. Me consta que alguna cadena apostó por ese filme en la noche del 24 o en el día de Navidad, aunque no tuve la fortuna de verla. Sin embargo, esa noche pude ver una película de finales de los 90 y que llevó a un cómico italiano, Roberto Begnini, sí el mismo que había protagonizado Johnny Palillo , a la cima del cine. La película efectivamente es un cántico a la vida. Más bien a la positividad  de la vida  para proteger a un hijo.
   

La historia nos acerca a parte de la historia negra de Italia. Pude recordarla en 2007 cuando recorrí el barrio judío de Padua. Es cierto que pasar por las calles de esa ciudad, y , en concreto, por ese barrio me remitió a ese periodo negro, como el de sus camisas, que supuso principalmente la Italia de Saló, la vil colaboracionista del nazismo, que llevó a los fascistas italianos a la delación de bastantes de sus compatriotas y más tarde los encaminó a los campos de exterminio del centro de Europa. 
Recuerdo que la película cuando la vi en su momento no me gustó. Estuve condicionado por la crítica de algún amigo al que la actuación de Benigni lo invitaba a mandarlo a un campo …pero al de exterminio. Ahora conociendo la triste verdad en la que se basó Benigni, la propia historia familiar, me siento más próximo, más me conmueve. 
La vida es bella (La vita è bella) es una película de 1997, escrita, dirigida y protagonizada por Roberto Benigni. Está basada en el libro Al final derroté a Hitler, de Rubino Romeo Salmoni, y en la experiencia real del padre de Benigni, que estuvo prisionero durante tres años en el campo de concentración de Bergen-Belsen y logró sobrevivir. El guión de cualquier manera lo firman Roberto Begnini y Vincenzo Cerami. La productora fue Miramax pero estuvo controlada por Elda Ferri y Gianluigi Braschi. La música fue de Nicola Piovani, mientras que la fotografía fue de Tonino Delli Colli y el montaje estuvo controlado bajo los enigmáticos nombres de Soraya y Paz. La interpretación fue labor de Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Marisa Paredes, Giorgio Cantarini, Giustino Durano y Horst Buchholz. 
La película comienza con la voz de un narrador, diciendo: Esta es una historia sencilla, pero no es fácil contarla. Como en una fábula, hay dolor, y como una fábula, está llena de maravillas y de felicidad. En 1939, Guido Orefice (Roberto Benigni), un alegre, divertido y carismático joven italiano de origen judío, llega a la casa de su tío en Arezzo para trabajar como camarero en su hotel. Allí conoce a una joven y bella profesora llamada Dora (Nicoletta Braschi, esposa en la vida real de Roberto Benigni), de la que se enamora inmediatamente y hace lo posible por conquistarla, llamándola princesa y saludándola alegremente con la frase ¡Buenos días, princesa! cada vez que la ve, pero ella es la prometida de un fascista llamado Rodolfo. 
La primera mitad de la película muestra el cambio político que se está produciendo en el país. Guido imita la forma de caminar de los soldados nazis y parodia sus teorías racistas y pseudocientíficas. Un día, al hotel donde trabaja Guido llega un médico (Horst Buchholz) que enseguida se hace amigo suyo, ya que los dos son aficionados a las adivinanzas y pasan el tiempo planteándoselas el uno al otro. Cuando en el hotel se celebra la fiesta de compromiso de Rodolfo y Dora, Guido llega y le confiesa sus sentimientos por ella. Dora, que nunca ha estado verdaderamente enamorada de Rodolfo, se va con Guido en su caballo blanco y verde. Mientras todo esto ocurre, el avance del fascismo es cada vez más evidente: el negocio del tío de Guido y su caballo aparecen frecuentemente cubiertos con pintadas y mensajes antisemitas. Seis años después, en 1945, Guido y Dora están casados y tienen un hijo, llamado Giosuè (Giorgio Cantarini). A pesar de la guerra y de la invasión nazi de Italia, siguen siendo felices. Guido abre una librería y Dora continúa con su trabajo como profesora.
  El día del cumpleaños de Giosuè, Guido, su tío y Giosuè son detenidos debido a su origen judío y subidos a un tren rumbo a un campo de concentración. Aunque Dora no es judía, exige subir también al tren para permanecer junto a su familia, pero al llegar al campo, los hombres y mujeres son inmediatamente separados y el tío de Guido y muchos otros son enviados directamente a las cámaras de gas, ya que no se les considera útiles para trabajar.
Guido - en el momento más cómico y también más trágico de la película- oculta a su hijo la terrible situación que están viviendo, haciéndole creer que es sólo un juego en el que deben ganar puntos, y el primero que gane 1000 puntos ganará un tanque auténtico. También le dice que si llora, pide comida o quiere ver a su madre, perderá puntos, mientras que si se esconde de los guardias del campo ganará puntos extra. Guido usa esta fantasía para justificar la realidad que les rodea: los guardias les tratan mal porque quieren el tanque para ellos y el número cada vez menor de niños (que están siendo asesinados) se debe a que están escondidos para ganar puntos. Guido consigue convencer a Giosuè para que no quiera marcharse diciéndole que van en cabeza y sólo necesitan un poco más de tiempo para volver a casa con el tanque. A pesar de estar rodeados de horror y muerte, Giosuè acaba creyéndolo todo gracias a la convincente historia que le cuenta su padre y a su propia inocencia.
   
Un día, Guido se encuentra con el médico que conoció en el hotel, convertido en oficial de las SS, que está seleccionando a los prisioneros que serán enviados a las cámaras de gas. Al ver a Guido, le reconoce y no le envía a las cámaras, y hace que trabaje como camarero en una cena que van a celebrar los altos mandos militares del campo. Guido aprovecha para llevar a Giosuè con él y sentarle en la mesa de los niños para que por un día coma bien. A partir de este momento, las esperanzas de salir de aquel lugar empiezan a surgir. Una noche se observa un gran revuelo en el campo, y Guido comprende que se debe a que los alemanes se están retirando, los Aliados se acercan y, por tanto, la guerra ha terminado. Los alemanes quieren matar a todos los prisioneros antes de que los Aliados los liberen, y Guido ordena a Giosuè que se esconda hasta que todo se calme. Mientras, él va en busca de Dora para marcharse todos juntos, pero no logra encontrarla y es detenido y fusilado por uno de los guardias. 
   
A la mañana siguiente, los alemanes han huido y los prisioneros supervivientes consiguen salir del campo. Giosuè sale de su escondite cuando el campo ya está vacío y se encuentra con un soldado americano que le sube con él en su tanque. Por el camino, junto a todos los prisioneros libres que se dirigen a sus casas, Giosuè encuentra a su madre y se reúne con ella, contento porque su padre tenía razón: habían ganado.
La película finaliza con la misma voz del inicio, que resulta ser la de Giosuè, ya adulto, diciendo: "Esta es mi historia. Ese es el sacrificio que hizo mi padre. Aquel fue el regalo que tenía para mí."
La película fue un gran éxito financiero y de crítica para la productora Miramax , y ganó tres Oscar de sus 7 nominaciones (a la Mejor Banda Sonora, al Mejor Actor y a la Mejor Película Extranjera) en la ceremonia de 1998, además de muchos otros galardones internacionales tales como el Gran Premio del Festival de Cannes, el César a la mejor película extranjera y el Goya a la mejor película europea. Además del Bafta al mejor actor. Tuvo 8 premios al David de Donatello de sus 12 nominaciones, incluyendo mejor película. Obtuvo el Premio especial (Roberto Benigni) en el National Board of Review. En Canadá será galardonado en el Festival de Toronto y en el Montreal con el Premio del Público a Mejor película, Premio a Benigni. 
De ella dijo Ángel Fdez. Santos en el Diario El País que era una película "Bella y conmovedora". En ese diario Omar Khan decía que era un "Entrañable relato. Con desbordante creatividad, Benigni dirige, escribe y protagoniza la película italiana más importante de la década". Y en esa línea se manifestó Javier Ocaña en Cinemanía cuando afirmaba que era una "Magnífica fábula". Soy consciente de que el tiempo me ha humanizado la crítica de esta película. La veo más amable, más humana. Y entiendo que la causante es la paternidad. Ahora entiendo que por encima de todo está la necesidad de proteger a un hijo. No importa modificar la realidad, lo que importa es humanizar la vida, aunque sea por ellos. Como decía mi abuelo: la vida.

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