martes, 21 de abril de 2015

Escopeta nacional


Casualmente la encontré minutos antes de que empezara y la vi. Un clásico del cine español. Desgraciadamente el cine español tiene sus clásicos, pero es cierto que no suelen aparecer por este blog y tengo que reconocer mi mea culpa. De entre los grandes del cine español, por aquí apareció una grande entre las grandes: Calle Mayor de Bardem, el gran Juan Antonio Bardem, el que más sabía de cine de la familia. Pero tras ella, el silencio que no el abandono, pues cine español aparece por aquí en la medida que la veo y disfruto de lo que veo. Pero volviendo a la película de hoy, al igual que la estrechez de la Calle Mayor, es un análisis sociológico de la España franquista, aunque aquí ese retablo de las miserias de España aparece no desde la actitud miserable de unos amigos miserables, sino desde algo que todavía persiste en esta España cutre y fullera: el de las cacerías. Como podéis imaginar hablo de La escopeta nacional. 
La escopeta nacional es una película española de 1978 del director valenciano Luis García Berlanga. Como no podía ser de otro modo, Berlanga tira de la ironía y del sarcasmo para reflejar en un vitriólico retrato de la que podía ser la clase empresarial y política del tardofranquismo. De hecho, Berlanga se inspiró en las cacerías de Franco para realizar la película. Pero que si Berlanga existiera podría haber rodado otras pues las caceriás han sido, son y serán puntos de encuentro en España de conspiraciones y de negocios, de traiciones conyugales y de acuerdos a espada de lo público y en beneficio de lo personal y privado. 
La película no es un mirlo blanco, sino que con ella Berlanga quiso mostrarnos como era esa España que se movía entre los años 1978 y 1982, y lo hace con una trilogía que tiene como eje conductor una familia venida a menos: la familia Leguineche. La primera de la trilogía fue precisamente esta La escopeta nacional, que fue seguida de Patrimonio nacional, y que terminó con Nacional III, películas que gozaron de las bendiciones de crítica y público. 
La película contó con lo más granado de la industria cinematográfica española de la época. Empezando con el más brillante de los directores de los años cincuenta a ochenta, Luis García Berlanga. Visible desde su ópera prima “Esa pareja feliz” (1951), codirigida junto a Juan Antonio Bardem –con quien había compartido aulas en la IIEC, la primera escuela de cine en España–, o en Bienvenido Mister Marshall (1953), “Plácido” (1961) o “El verdugo” (1963) o tras la trilogía con '‘La vaquilla'’ (1985), casi siempre acompañado con Azcona. 
Se trataba de una producción de Impala e In-Cine Compañía Industria Cinematográfica, S.A. (Madrid), estando como productor ejecutivo Alfredo Matas y como director de producción, José Manuel M. Herrero. La jefa de producción fue Marisol Carnicero Para el desarrollo de su argumento Berlanga contó con su portentosa creatividad y la capacidad narrativa y cinematográfico de uno de sus principales colaboradores de siempre, Rafael Azcona. 
En el apartado técnico la fotografía fue de Carlos Suárez (eastmancolor), mientras que el montaje contó con José Luis Matesanz. El encargado de los decorados fue Rafael Palmero y el del vestuario Javier Artiñano. Como auxiliares en la parte técnica aparecen Miguel Ángel Gil como ayudante de dirección, Isabel Mulá encarga del Script. Como segundo operador Alfredo Fernández. 
Asímismo aparece un listado importantes de ayudantes entre los que aparecen los siguientes: Ayudante de cámara: Fernando Fernández. Foto-fija: Alejandro Diges. Ayudante de producción: Esteban Gutiérrez. Regidor: Juan de la Flor. Maquillaje: Julián Ruiz y Fernando Florido. Peluquería: Vicenta Palmero, Rosa Martín y María Luisa García. Ayudantes de maquillaje: Antonio Segovia y Dolores García. Ambientación: Félix Murcia. Técnico de sonido en rodaje: José Nogueira. Técnico de sonido en estudio: Francisco Peramos. Ayudante de montaje: Claudio García. Auxiliar de dirección: Raimundo García. Auxiliar de cámara: José Luis Criado. Auxiliar de montaje: Lucio Cortés. Efectos especiales: Antonio Bueno. Sastras: Mª Teresa García Trueba y Milagros Álvarez. Jefe de eléctricos: Ricardo Arenas. Atrezzo: Mateos-Luna-Mengíbar. Vestuario: Cornejo. Títulos: Story Film-Pablo Núñez. Estudios de sonorización: Tecnisón, S.A. Laboratorios: Madrid Film, S.A. (Madrid). 

En el reparto aparece lo más granado del cine de la época como José Sazatornil “Saza” (como el industrial catalán Jaume Canivell), José Luis López Vázquez (Luis José heredero onanista del marqués de Leguineche), Luis Escobar (Don José, marqués de Leguineche), Antonio Ferrandis (Álvaro, el ministro de Industria), Amparo Soler Leal (María Jesús, "Chus", esposa del Luis José de Leguineche), Mónica Randall (Mercè, secretaria y amante de Jaume), Rafael Alonso (Cerrillo, organizador de eventos y de la cacería), Agustín González (padre Calvo, capellán del pueblo y ferviente franquista), Andrés Mejuto (De Prada), Bárbara Rey (Vera del Bosque, actriz amante del ministro). En papeles menores Laly Soldevila (doña Laura), Luis Ciges (Segundo, criado de confianza de Luis José), Félix Rotaeta (príncipe Adrián Korchosky), Chus Lampreave (doncella), Conchita Montes (Soledad), Rossana Yanni (Libertad Iris), Florentino Soria (Pacheco), Zelmar Gueñol (Alsina), Fernando Hilbeck (López Carrión), , Sergio Mendizábal (Bermejo), Luis Politi (Julio), Ángel Álvarez (trabajador de la finca), Oscar Aguerre, Mari Carmen Alvarado, Maribel Ayuso, Pascual Costafreda, Mimí Muñoz, Carlos Oller, José Antonio Rico, Pedro del Rio, Julio Wizuete, Elsa Zabala. 

La película empieza en una finca de las cercanías de Madrid, en el invierno de 1972. Allí llegan con retraso Jaume Canivell (José Sazatornil), un fabricante catalán de porteros electrónicos, que viaja con su secretaria y amante (Mónica Randall) para asistir a una cacería pagada por él mismo en la finca "Los Tejadillos", propiedad de los Marqueses de Leguineche, una familia aristócrata que atraviesa apuros económicos, aunque oficialmente es el marqués quien paga la cacería a altos cargos del gobierno e influyentes personalidades. A Jaume y la Mercé se les ha roto el coche por lo que llegan tarde al ojeo de las perdices. Las perdices van a ser pagadas por Jaume a 500 pesetas (3 euros) la pieza. Jaume está dubitativo sobre el éxito de su misión, pues no ha seguido las instrucciones de su padre, encargar la venta de un productos a los viajantes. 
Como buen catalán busca hacer negocios en Madrid. El objetivo de Canivell es codearse con la alta sociedad para mejorar su negocio y poder vender sus porteros en las urbanizaciones de nueva construcción que tiene previsto levantar el Gobierno. De hecho, la verdadera intención de Canivell es hacer negocios y contactar con un ministro franquista para que le ayude a introducir el nuevo avance tecnológico en los hogares españoles. 
Para ello busca entabla amistad con Álvaro (Antonio Ferrandis), ministro de Industria del gabinete presente en la Finca, pero a su llegada el ministro está en el ojeo. Sin embargo, desde que llega a la finca todo son sobresaltos y apariciones de personajes singulares. Nada más llegar a la casa descubre que el hijo del marqués de Leguineche, Luis José cascándose mientras ve por la ventana a una modelo haciendo sus poses. Para ello Luis José cuenta con la inestimable colaboración de Segundo. 

Tras el extraño encuentro, marchan a la caza y entablan relación con los personajes asistentes a la cacería, gentes del Opus, con Álvaro, el ministro de Industria, con Cerrillo, el organizador de la cacería, o con el iracundo padre Calvo, capellán del pueblo y ferviente franquista. Cerrillo le explica que debe "aceptar" que la cacería la paga el marqués. 

Durante su estancia, Canivell y su pareja , además de conseguir colocar sus porteros a cambio de una mordida que quiere llevarse el ministro, son testigos de una situación que se complica con escenas absolutamente surrealistas como el secuestro en la casa de servicio del palacio de una actriz masoquista Vera del Bosque (Bárbara Rey), joven y atractiva actriz amante del ministro por parte de Luis José de Leguineche, a la que intenta convencer explicándole a Canivell que es productor de cine para ganarse así el favor de Alfonso. Ante de que intervenga Canivell el cura le grita a Luis José de Leguineche "¡Baja de ahí y besa los pies a esta Santa! ¡Que lo que yo he unido en la Tierra, no lo separa ni Dios en el Cielo!" 

A partir de ese momento y con el fin de lograr su propósito inicial, Canivell actúa como figura reconciliadora y diplomática, haciéndose pasar por un productor cinematográfico e implicándose en una serie de estrambóticas situaciones. 
Una de esas situaciones imposibles será la destrucción de la colección de vello público del marqués de Leguineche (Luis Escobar) por parte de una encolerizada Chus, mujer tuerta- pues ha perdido un ojo en una cacería - de Luis José y que obliga a Jaume a decir ¡Ostras cuyons, pero si son pelos de coño!-, con el soponcio de sufre el Marqués viendo destruida su colección y que provoca que el Marqués se meta en la cama rodeado de sus invitados rezando, mientras hace como que está agonizando y comentando "Que vengan todos... que venga el servicio que estas cosas les gustan mucho... que vengan todos que tengo que perdonarlos..." ; o a devolver "generosamente" un premio de bingo a doña Laura (Laly Soldevila), o el cambio de gobierno que deja a su contacto ministerial fuera del Gobierno, lo que obliga a Canivell a ganarse ahora la amistad con el nuevo equipo de gobierno, del Opus Dei, presente también en la cacería, pues en este se vive una pugna constante entre la Falange y el Opus Dei. Cuando parece que finalmente está a punto de lograr su objetivo, un repentino cambio de gobierno provoca la destitución del ministro, echando por tierra todos sus planes.

Ante el anuncio de cambio en el Gabinete a favor de la gente de la “Obra”, Canivell debe ayudar a misa en la capilla de la finca , incluso a claudicar ante un director de banco – también del Opus y amigo del futuro ministro- que sabe que está engañando a su mujer con la Mercé y que además le negó en su momento un préstamo. 

Al final, Canivell está convencido que hubiese sido mejor contactar con un viajante para colocar sus porteros automáticos y obligado a regresar a Barcelona con las manos vacías tras el accidentado fin de semana. Acabando con un letrero que ponen la incisiva puntilla que explicita la intención berlanguiana: “Y ni fueron felices ni comieron perdices… desgracia habitual mientras existan ministros y administrados”. Hasta aquí la historia. 

La película se rodó en la Finca El Rincón, Aldea del Fresno, Navalcarnero (Madrid) en 1977, aunque se estrenó en España en 1978. 
La película consiguió el premio a la mejor película del Círculo de Escritores Cinematográficos. Desde el principio la crítica valoró como interesante esta verbena popular en la finca de los Leguineche como retablo de las miserias de un país y de un régimen, aunque ahora descubrimos que están presentes en el tardofranquismo y en los ochenta, en los noventa y con todos los gobiernos de este nuevo milenio. 
De ella dijo Luis Martínez en el Diario El País "Esperpéntica verbena tan desmadrada como lúcida. La pantalla se rompe en un laberinto de elaboradísimos y eternos planos con un universo abigarrado, delirante y desesperado." 
Para Jordi Revert “Finalizado el yugo del franquismo y con la censura ya derogada, ningún obstáculo se oponía ya a la comedia ácida y costumbrista del director” 

Según Revert, “La escopeta nacional” es esa obra articulada para disparar, desde los impagables diálogos de Rafael Azcona, contra las trasnochadas clases políticas y aristocráticas que a duras penas necesitan adaptarse a los tiempos de cambio para seguir sacando tajada. El título ya indica la vocación de fresco nacional en el que banqueros, empresarios, marqueses, representantes del clero, ministros y crápulas varios se agolpan en una cacería en busca de su beneficio propio. 
El arma de fuego es la de Berlanga-Azcona, dispuestos a ridiculizarlos en las situaciones más esperpénticas, en las que el hijo de un marqués puede retener a su querida en una casa con la intención de vivir allí eternamente, el marqués en cuestión amplía su colección de vellos púbicos de amantes y señoritas varias y un ministro hace negocios a varias bandas e incluso contempla modificar las leyes para que el provecho sea mayor. 

Para Jorge B. Montañés y Daniel Izeddin. En ‘35 mm de cine español’ Berlanga es el axioma de cine español, destacan el papel no sólo de los principales colaboradores de Berlanga, sino también de los miembros del equipo técnico y de producción como Miguel Gil, Marisol Carnicero y Alfredo Mayo, que acompañaron al realizador en su aventura por la España de la trilogía nacional, y que describen a Berlanga como un provocador nato, capaz de repetir sin descanso tomas de gran complejidad con un poder de manipulación que seducía a todos. Un camino de admiración a ritmo de los legendarios planos secuencia que concentraban a los mejores actores españoles en situaciones esperpénticas y con diálogos maravillosos.

'La Escopeta Nacional' es , además, una parte de la historia de la democracia inicial, pero -desgraciadamente- es además una película con un tema de rabiosa actualidad, intemporal , pues todavía persisten Leguineches y ministros, empresarios, sindicalistas, jueces y truhanes, pues como bien dice la película «Y ni fueron felices, ni comieron perdices porque allí donde hay ministros un final feliz es imposible». No cin estos ni con las anteriores. ¿Otra política es posible? Parece que en España, no.

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