viernes, 13 de noviembre de 2015

Il capo John Gotti



Reconozco que dentro de los diversos canales que emiten regularmente películas o series que tengo en mi televisión el de Sundance es de los menos transitados. No por nada especial, sino porque cuando me pongo veo títulos posiblemente más conocidos en los otros dejando un pelín relegado este canal. Sin embargo, la opción que me da de grabar película si me ha permitido grabar alguna para luego, en la relativa tranquilidad que me da la medianoche poder verlo.

Una de las primeras películas que grabé y que emitió este canal alla por el mes de septiembre fue Gotti, una película nada panegírica del mafioso italoamericano, el que fuese el gran capo de la ciudad de Nueva York durante los ochenta, y cuyo apellido se liga a otros tales como los Gambino, o Castellano Gotti: rise and fall es una película para televisión producida por la HBO en 1996 sobre el Don de la Mafia neoyorlina dirigida por Robert Harmon. 

La película está producida por Gary Lucchesi y David Coatsworth para la HBO Films y distribuida por la HBO. La película fue el telefilme original de mayor audiencia en la historia de HBO en ese momento, según IMDB.  

El guión está escrito por Jerry Capeci, Gene Mustain y se bada en la obra escrita por Steve Shagan Gotti: rise and fall , y la música , curiosamente, es de Mark Isham del que hablábamos ayer en Six Feet Under. La fotografía , muy acertada, es de Alar Kivilo. El montaje correspondió a Zach Staenberg La película está protagonizada Armand Assante, en el papel del título en forma infame Gambino familia del crimen jefe John Gotti, William Forsythe, y Anthony Quinn.

El reparto lo encabeza un magnífico Armand Assante como John Gotti, que se hace acompañar en los principales papeles por Anthony Quinn como Aniello Dellacroce y William Forsythe como Sammy Gravano. Richard Scott Sarafian como Paul Castellano, Frank Vincent como Robert DiBernardo, Dominic Chianese como Joe Armone, Robert Miranda como Frank DeCicco, Scott Cohen como Gene Gotti, Raymond Serra como Frank LoCascio, Vincent Pastore como Angelo Ruggiero, Marc Lawrence como Carlo Gambino, Tony Sirico como Joe D'Miglia, Alberta Watson como Victoria Gotti, Al Waxman como Bruce Cutler, Yank Azman como Juez Nickerson, Tony De Santis como John Favara, Gil Pilar como Frank Gotti, Gerry Mendicino como Peter Gotti y Frank Crudele como Nicholas Scibetti. 

La película comienza en 1973, en Nueva York, y termina en 1992, con la prisión de Gotti. La película comienza con una perorata del jefe mafioso hablando sobre los valores básicos de la Mafia neoyorkina, expresando la importancia que tienen para ellos el honor y la lealtad. Poco despues, años antes,en 1973, descubrimos a John Gotti, en un garito que estaba bajo el control de Carmine Fatico como jefe de un reducido grupo mafioso neoyorquino. 

Acababa de salir a la calle, y ya tenía ya treinta y dos años, pero todavía quería convertirse en mafioso. Volvió a acercarse a los Gambino, demostrando que su decisión de intentar unirse a la Cosa Nostra había permanecido firme y que los casi tres años a la sombra no le habían hecho recapacitar. Aquella actitud gustó a los mafiosos y varios de ellos pensaron que se necesitaba ese tipo de carácter en la organización. A ese sitio llega el subjefe de la familia Aniello "Mr. Neil" Dellacroce un jefe importante y feroz de la Cosa Nostra que ha protegido como si fuera un hijo a John Gotti. 

Gotti era bueno a nivel de calle, se hacía respetar. Dellacroce, un hombre que ha crecido en la Mafia en la misma calle tiene con este neoyorkino nacido en el Bronx una profunda y rocosa amistad. La misma que el siente por uno de los acompañantes de Gotti, Angelo Ruggiero. Ambos harán un "trabajito" para el capi dei capi Don Carlo Gambino, un ancianito de aspecto pacífico que hablaba siempre en voz baja y vestía trajes modestos. 

Don Carlo, el capo mafioso más temido y respetado del país, le pide que acabe con Westie, un mafioso irlandés, responsable del secuestro y asesinato de un sobrino querido, Emanuel Gambino, y que es una auténtica declaración de guerra. Gotti, junto a sus colegas Angelo Ruggiero —su amigo de la infancia— y Ralph Galione se encargan del asesinato de James McBratney -el irlandés-. 

Pero no es un trabajo limpio ya que lo ejecuta de mala manera por Galione, un soldado muy metido en la droga , que , posteriormente, será eliminado por los hombres de Gotti, sin permiso alguno. Algo que tiene trascendencia en la organización y que le podía haber costado la vida a Gotti, si Neil no interviene a favor de su ahijado. Poco a poco vamos conociendo al resto del clan a los que se van sumando todos los protagonistas de esta película, entre los que destaca Salvatore "Sammy the Bull" Gravano. 

Al haber tantos testigos, a la policía no le costó atar cabos: John Gotti fue detenido acusado de complicidad en el asesinato y declarado culpable, por lo que tuvo que pasar otros dos años en prisión. Cuando en 1977 salió de la cárcel, con treinta y siete años de edad y varias condenas a sus espaldas que había sobrellevado sin pronunciar la más mínima queja, fue finalmente llevado a la ceremonia de iniciación donde lo convertirían en un verdadero integrante de la Mafia. 

Tras hacer el juramento era ya miembro de pleno derecho de la familia Gambino y podía por fin apartarse de los trabajos sucios —robos, tiroteos y demás— para dedicarse a gestionar negocios más importantes. Su carácter agradaba al segundo de la organización, Aniello Dellacroce, y pese a que era un recién llegado fue casi inmediatamente ascendido al rango de «capitán», lo que significaba que estaba al mando de su propia banda. 

Don Carlo, el jefe de los Gambino, era un «padrino» de la antigua generación que veía la Mafia como un negocio y prefería considerar todas las demás opciones antes de utilizar la fuerza bruta. Don Carlo se negaba a determinados negocios como la droga, y solía reflexionar mucho cada nueva maniobra y exponía sus argumentos citando frases de Maquiavelo, cuyo manual estratégico El Príncipe había leído hasta aprenderse fragmentos de memoria. Eso no impedía que cuando él lo consideraba necesario pudiera ser implacable y expeditivo, motivo por el que también era muy temido. Cuando no tenía más remedio que utilizar la violencia recurría a su mano derecha, el agresivo Aniello Dellacroce, el mismo que tan bien se llevaba con John Gotti. Carlo Gambino prefería otras maneras de resolver los problemas y no pensaba que alguien como Dellacroce, callejero e inculto, estuviese preparado para sucederle en la jefatura. Cuando Carlo Gambino murió en su cama en 1976, sorprendió a muchos de sus subordinados —y sobre todo a Aniello Dellacroce— dejando una última voluntad con la que nombraba como sucesor a su cuñado, Paul Castellano. 

La familia Gambino ingresaba unos cien millones de dólares anuales y su jefatura era el más cotizado botín en el crimen estadounidense. Casi todos en la organización habían dado por hecho que Dellacroce se merecía el puesto, ya que siempre había hecho el trabajo sucio para Don Carlo. Pero el nombramiento de Castellano, que apenas había pisado las calles, cayó como un jarro de agua fría. Pese a toda la tensión y un ambiente de guerra inminente se llegó a una solución pacífica cuando Castellano accedió a mantener a Dellacroce como segundo de a bordo. Aquello, al menos en la teoría, iba a servir para aplacar los ánimos. 

El nuevo jefe resultó no ser bien aceptado. Paul Castellano no era «uno de los suyos». El propio Castellano se consideraba un hombre de negocios y era presuntuoso y altivo. Desde luego a Gotti la elección no le gusta como lo demuestra en la calle frente a su garito y así lo observa la policía.A Paul Castellano tampoco le gustaban Dellacroce ni John Gotti. 

Para empezar, Castellano se ufanaba de sus antepasados sicilianos y menospreciaba los orígenes napolitanos de Gotti. Tampoco le gustaban su adicción al juego, los modos callejeros y violentos de la banda de Gotti, que juzgaba excesivos e inapropiados. Castellano deducía que la única manera en que John Gotti podía hacer frente a sus cuantiosas pérdidas era el tráfico de heroína, actividad lucrativa pero que él mantenía terminantemente prohibida en la familia Gambino. 

Sin embargo lo que más le interesaba era el dinero así que se pasó de «el que trafica, muere» a «al que pillen traficando, lo mataremos». Por otro lado, la droga, muy perseguida por la policía facilitaba la entrada de éstos en las organizaciones como infiltrados y una buena red de escuchas. Aniello Dellacroce, su lugarteniente y principal respaldo de Gotti en la familia, estaba muy enfermo. Le habían diagnosticado un cáncer y le quedaban solamente unos meses de vida. 

A pesar de que él tampoco soporta a Castellano, no quiere que la Cosa Nostra se desangre, y así se lo hace saber a John. Gotti solamente podía llegar a una conclusión: tenía que aniquilar a Castellano antes de que Castellano lo aniquilase a él, pero para ello había que esperar a Neil. 

El 2 de diciembre de 1985 moría de cáncer Aniello Dellacroce, segundo en la familia mafiosa de los Gambino. Era una muerte anunciada desde meses atrás pero, aun así, causó cierta conmoción. El jefe de la familia, Paul Castellano, no acudió al funeral.su ausencia en el funeral fue considerada insultante por muchos subordinados, entre ellos el más ambicioso de los capitanes de la familia, John Gotti. 

Para entonces ya estaba convencidos Sammy «el Toro» Gravano, metido en el lucrativo negocio de la construcción neoyorquina, que dirigía una importante sociedad junto a Louie DiBono, otro mafioso de la familia. A la oposición se sumó Frank DeCicco que se vió relegado por Thomas Bilotti, confidente, guardaespaldas y chofer de Castellano. También se unió el consigliere Joseph Gallo 

Así, Gotti se había ido haciendo con importantes apoyos dentro de la familia, pero su plan de matar a Castellano todavía tenía que contar con la aprobación de la Comisión, el máximo órgano de gobierno de la Cosa Nostra estadounidense, donde estaban los jefes de las principales familias. 

Gotti, en vez de solicitar ayuda directamente a los jefes, sondeó la opinión de los mandos intermedios de las otras familias, que generalmente eran tipos como él, matones . Estos capitanes no solamente le dieron su apoyo moral sino que le proporcionaron información acerca de cómo reaccionarían sus propios jefes. De esta manera Gotti evitó involucrar a las cúpulas pero supo que al menos tres jefes de las cuatro restantes familias, los Bonanno, Lucchese y Colombo, estarían dispuestos a la aprobación. La única familia a la que no sondeó fue la de los Genovese, cuyo jefe Vincent Gigante era amigo personal de Castellano. 

Solamente dos semanas después de la muerte de Aniello Dellacroce, el 16 de diciembre de 1985, la concurrida calle 46 de Nueva York. Un lujoso automóvil se detuvo frente al restaurante Sparks Steak House. Sus dos ocupantes abrieron la puerta para salir pero apenas habían puesto el pie sobre el asfalto cuando se les acercaron cuatro pistoleros ataviados con abrigos y gorros de invierno al estilo ruso. Los dos hombres fueron acribillados a balazos. Paul Castellano y Thomas Bilotti perdían la vida. 

Puesto que Castellano no había dejado sucesor designado —y si lo hubiese dejado a nadie le hubiese importado, obviamente— se planeó una reunión donde se votaría el nombramiento de un nuevo «Don». Inicialmente, surgió un triunvirato directivo formado por tres hombres: Frank DeCicco, Joe Gallo- el consigliere - y John Gotti. Los veinte principales miembros de la organización se reunieron finalmente para votar y fue el propio DeCicco quien propuso en voz alta el nombre de John Gotti. Salió elegido por unanimidad. 

Gotti eligió a Frank DeCicco como lugarteniente. Las familias aceptaron la política de hechos consumados. Gotti empieza a aparecer con imponentes trajes hechos a medida que le valieron el sobrenombre de Dapper Don, «el Don apuesto». Se mostraba al mismo tiempo cordial y distante con el público o la prensa. Pero eso no impedía que tuviese ataques de ira como el que mostró hacia Romual Piecyk, en que quedó absuelto tras comprar a la propia víctima y a miembros del jurado. 

Sin embargo, el principal roblema era la ley RICO, un mecanismo legal que permitía utilizar la jerarquía de un mafioso en su organización para acusarle de aquellos delitos que, aun sin haber sido cometidos personalmente por él o aun sin que constara con pruebas que los hubiese instigado, podían considerarse el resultado de sus órdenes directas dado su lugar en la jerarquía. Esto atacaba la línea de flotación del principal sistema de defensa legal de los mafiosos: la estructura piramidal de la Cosa Nostra, que hacía muy difícil encontrar pruebas directas que relacionasen a un mafioso de la cúpula con los crímenes que se cometían en la calle. 

En el caso de la familia Gambino, acribillada por escuchas telefónicas y micrófonos desde varios años atrás, los investigadores tenían información más que suficiente. En este nuevo juicio John Gotti se enfrentaba a una posible pena de veinte años de prisión, incluyendo por ejemplo la complicidad en un asesinato cometido en 1977. Las perspectivas no resultaban nada halagüeñas. Sobre el papel parecía que no podría evitar la cárcel. 

Gotti, previendo la dificultad de este proceso judicial, había empezado a tomar medidas desde el mismo momento de su ascenso. Prohibió que los miembros de su organización llegasen a acuerdos con las autoridades para acortar o evitar sus condenas, ni siquiera cuando estos acuerdos no implicasen delatar a otros. 

No quería que nadie se declarase culpable de nada: dado que la ley RICO trataba la organización criminal como una red, aquello equivalía casi a reconocer que los demás acusados podían ser culpables también. Es una ley sobre el Chantaje Civil, la Influencia de las  Organizaciones Corruptas (RICO). Entre tanto, la prensa realizaba una cobertura cada vez más desmesurada del juicio, que poco a poco iba transformándose en un espectáculo hollywoodiense. En esto que un día, Frank DeCicco y Sammy Gravano estaban en un restaurante de Brooklyn, asistiendo a una reunión a la que se suponía debía acudir también John Gotti. 

El coche de DeCicco estaba aparcado en la puerta. Mientras DeCicco y Gravano caminaban hacia el automóvil se les acercó un mafioso al que conocían, Frankie Bellino. Miembro de la familia Lucchese, Bellino estaba pendiente de juicio a sus casi setenta años y quería pedirle a DeCicco el número de su abogado. Este recordó que casualmente tenía una tarjeta con el número de teléfono en la guantera del coche, así que ambos, DeCicco y Bellino, se acercaron al vehículo para recogerla. El objetivo era John Gotti, y al confundir a Bellino con el jefe el coche estalló. Muere DeCicco. 

La prensa no tardó en airear informaciones que un confidente había proporcionado a la policía, señalando a Vincent Gigante como principal promotor del atentado. El jefe de los Genovese había querido vengar el asesinato de Castellano y aprovechó la temporal debilidad de Gotti, que además vemos en la película que es informado por el FBI de un previsible atentado. Gotti se puso furioso pues era el inicio de una guerra entre los Gambino y los Luchese-Genovese. Ante lo que se avecinaba el juez Nickerson decidió aplazar el juicio imponiendo una moratoria de cuatro meses. Nacía así la leyenda de "Don Teflón". 

El abogado defensor de Gotti, Bruce Cutler en eso, en un intocable judicial al que le favorece la compra de miembros del jurado. Pero la ley RICO seguía su curso y un nuevo proceso llevará al banquillo a John Gotti. Pero una segunda absolución consecutiva, le dabna una imagen de intocable a John Gotti John Gotti salió absuelto por tercera vez consecutiva. Acababa de nacer el Don de Teflón, el hombre a quien le resbalaban todas las acusaciones. 

Sin embargo, el 11 de diciembre de 1990 una redada del FBI registraba la planta baja y el apartamento situado en Mulberry Street , refugio y lugar de reuniones de Gotti. El propio Dapper Don fue detenido y esposado. Deslumbrando a los agentes con su habitual derroche de carisma y seguridad en sí mismo, el mafioso dijo en tono jocoso: «Os apuesto tres a uno a que salgo de esta». 

Después de haber triunfado en tres juicios consecutivos pocos tenían ganas de apostar contra él… y sin embargo esta vez se equivocaba; aquella detención era el principio del fin de su reinado en las calles. Gotti era un criminal, pero no parecía existir la manera de que las autoridades pudieran meterlo en prisión. Su constante presencia en los medios, libre e impune, era una burla al sistema. La propia ley RICO, cuyo objetivo era acusar a jefes mafiosos de crímenes cometidos por sus subordinados usando el escalafón mafioso como carga acusatoria, aunque los jefes no hubiesen tenido una implicación física directa en esos crímenes no causó mucho daño a las organizaciones mafiosas tan estructuradas como la Cosa Nostra estadounidense. 

La mejor defensa que tenía un jefe mafioso ante la ley RICO era la de costumbre: acentuar el sistema piramidal de su organización poniendo la mayor distancia posible entre él y los crímenes de calle que cometían sus subordinados. Pero la recurrente frase de muchos jefes de la Cosa Nostra americana, de que «no existe la Mafia». Los jefes mafiosos negaban tener relación con las mismas organizaciones callejeras que dirigían. 

Gotti retomó algunas costumbres de hacerse visitar por subordinados que le informaban cara a cara y le presentaban sus respetos a la manera siciliana, Gotti reclamaba la presencia de su underboss y consigliere cinco días a la semana. Los capitanes de rango medio debían acudir a él una vez por semana. Incluso recibía personalmente a asociados que en otras familias mafiosas rara vez hubiesen hablado personalmente con el jefe. Y eso era exactamente lo que hacía en el Ravenite Social Club. Creyéndose completamente seguro, utilizaba el apartamento de la primera planta como espacio o santuario donde se hablaba abiertamente de sus «negocios». 

John Gotti tenía la «Familia» cerca y coontaba con sus hermanos Peter, Richard y Gene Gotti, implicados en la organización y, como el propio John, muy experimentados en las calles. También nombró caporegime a su hijo John Gotti Jr. «Junior». 

Sin embargo, la relación de Gotti con su segundo, el underboss Sammy «el Toro» Gravano, empezó a deteriorarse rápidamente cuando Gotti sospechó que Gravano le había estado utilizando para eliminar a sus propios rivales dentro de la Familia. pues las ejecuciones siempre habían terminado beneficiando siempre al mismo tipo: Sammy Gravano. 

Esto se ve en la película con el caso de Robert DiBernardo, uno de los magnates de la lucrativa industria pornográfica estadounidense y un dandy. Formaba parte de la Familia por su importante contribución económica y no parecía tener más ambiciones que mantener su actual negocio. Gravano difundió la idea de que DiBernardo quería ir contra Gotti, así que decidió eliminarlo. DiBernardo fue convocado a una falsa reunión de negocios y mientras esperaba la taza de café que acababa de pedir, le metieron una bala en la parte posterior de la cabeza. Gravano se quedó con varios intereses del asesinado, incluyendo el control de un sindicato. Tras las continuadas victorias judiciales de Gotti, los agentes del FBI sentían desánimo y frustración. Habían visto fracasar estrepitosamente a la policía neoyorquina y a los agentes de la fiscalía. 

La localización del Ravenite Social Club fue clave para los agentes del FBI para pasar desapercibidos y detectar que en su interior se daba información. Gotti se paseaba invariablemente por las aceras de la calle Mulberry conversando tanto con miembros de su banda . Los agentes del FBI sabían de la necesidad de instalar micrófonos allí, y pese a las precauciones de los mafiosos, lo hicieron. 

En aquel apartamento tan frecuentado Gotti hablaba de muchos asuntos. Gracias a aquella locuacidad el FBI no tardó en establecer conexiones entre Gotti y diversos crímenes cometidos por miembros de su organización, incluyendo el reconocimiento abierto de que pertenecía a la Cosa Nostra. Gotti en una conversación con Gravano fue sorprendido por el FBI y juntos, al boss y al underboss de la organización. Durante una reunión en el Ravenite, el FBI sorprendió a Gotti, a Gravano y al consigliere Frankie Locascio, llevándoselos esposados. La Familia quedaba descabezada (aunque los hermanos y el hijo de Gotti no tardarían en tomar las riendas). 

Gotti se había equivocado gravemente permitiendo que los detuvieran a él y a Gravano a la vez. Aquello tendría consecuencias nefastas en su futuro. La película termina con la condena de Gotti y condena a cadena perpetua en el centro penitenciario federal de Marion, Illinois. 

Para las acusaciones se contó con la colaboración de Gravano quien se comprometió a declarar contra Gotti. La película se basa principalmente en el trabajo del periodista Jerry Capeci, quien también escribió la novela que documenta el ascenso y la caída de Gotti en la banda de los Gambino, y además desempeñó el papel de productor ejecutivo de la película. 

La película recibió varios premios. En los Emmy de 1997 tuvo siete nominaciones, incluyendo el de mejor telefilm, aunque el único premio se lo llevó merecidamente Armand Assante Mejor actor.  

Assante también recibió un Globo de Oro nominación del mismo año. En los Globos de oro obtuvo tres nominaciones, incluyendo el Mejor miniserie o película para TV. Y en los Satellite Awards fue nominada Anthony Quinn como Mejor actor secundario. 

Estamos ante un biopic nada hagiográficoa, que presenta al mafioso desde la brutalidad, en la que tanto un soberbio Armand Assante como Anthony Quinn, en uno de sus últimos papeles, como William Forsythe hacen una gran actuación, al igual que todos aquellos que conocemos por su participación en otras series como los Soprano. 

Lo cierto es que la historia de John Gotti prosigue hasta el 10 de junio de 2002, en la que el preso confinado en una celda de la cárcel de Springfield, fallecía. Acabada así uno de los protagonistas mafiosos de la Gran Manzana y que tras ser condenado a cadena perpetua fue derrotado por un cáncer. 

Fue un Don muy influenciado por el cine, y ese gusto por el lujo y la ostentacion tenía referencias a El padrino o a las obras de Scorsese, al menos en su comportamiento y su vestuario. Su sucesor en la familia fue John Gotti junior , que encabezó durante poco tiempo la familia Gambino -presidía la comisión que dirigía el clan mientras su padre languidecía en prisión- hasta que se declaró culpable de todos los cargos y su tío Peter llegó al poder. Gotti jr. ha vendido los derechos de la vida de su familia a Fiore Films, una pequeña productora, y quiere reescribir la historia de su familia. 

La película rodada en Nueva York en 1996, tenía frescas las últimas andanzas del capo. De hecho, sólo cuatro años antes el 12 de febrero de 1992 John Gotti volvía a sentarse en el banquillo junto a su consigliere Frankie Locascio, para afrontar los cargos que incluían la implicación en diversos asesinatos. Contrariamente a sus anteriores juicios, esta vez el jurado era anónimo y como medida extraordinaria, estaba recluido por completo y vigilado de continuo por los U. S. Marshals, cuerpo policial del Departamento de Justicia que se encarga de la seguridad en procesos judiciales. 

La fiscalía incluso planteó que Bruce Cutler, había actuado no solamente como defensor de John Gotti sino también como asesor legal de la organización Gambino, por lo que era susceptible de ser llamado como testigo para declarar sobre todo lo que supiera acerca del funcionamiento interno de la organización criminal. Cutler no podía participar en la causa como abogado. Gotti tuvo que recurrir al abogado Albert Krieger, antiguo defensor de otro mafioso, Joe Bonnano. Pero Krieger no era Cutler. Y además las declaraciones de Sammy «el Toro» Gravano hizo el resto. 

El antiguo colaborador, el underboss de Gotti, firmó una declaración previa en la que señalaba a Gotti como autor intelectual de graves crímenes. John Gotti no perdió en ningún momento su actitud autosuficiente al menos en público. Varios testigos corroboraron la información del FBI. Un mes después del testimonio de Gravano, un jurado condenaba a John Gotti, que era declarado culpable de todos los cargos. Fue enviado de vuelta a la cárcel en espera de una sentencia definitiva, la cual llegaría en junio. 

Durante veintitrés horas al día, Gotti languidecía en una celda solitaria, donde tenía una pequeña televisión en blanco y negro. Según las memorias de su hijo Junior, era tratado «peor que un preso de Guantánamo». Eso sí, el estatus de John Gotti en la vida social de la prisión era el de un hombre temido y respetado. Tenía solamente una hora para pasear por las instalaciones, pero cuando salía de su celda los demás presos le hacían pasillo, y a nadie se le ocurría meterse con el todavía jefe de los Gambino. 

Dos años después, en 1998, se le diagnosticó a Gotti un cáncer de laringe. Trasladado a un hospital penal fue operado para retirar el tumor, que terminaría reapareciendo al cabo de otros dos años. Su hijo John Gotti Jr. acusó a las autoridades de no haber supervisado correctamente la salud dental de su padre, lo cual provocó una infección masiva en su maxilar y, según él, la aparición del cáncer.John Gotti murió el 10 de junio de 2002. 

Este verano he paseado por Mulberry Street. Sigue siendo formalmente Little Italy, aunque ahora por sus bajos y en sus pisos se van introduciendo la comunidad china. No me fijé especialmente en el número 247 de la calle que ahora es una zapatería flanqueada por una tienda de comestibles, una lavandería y el Rubirosa Ristorante, pequeña pizzería de prestigio y que fue el Ravenite Social Club,. En este si me fijé, de hecho, un camarero me ofrecía la carta para comer en él. 

Poco queda del teflón y menos del lujo, pero que impactantes, en ocasiones hipnóticas - tengo que reconocerlo- me resultan las historias de los gansters, aunque fueseb criminales sin escrúpulos. Pero en sus historias de auge y caída, hay mucho de heroicidad clásica mal entendida, o así parece transmitirse desde las historias que vemos en el cine. Aunque no olvidemos que el cine siempre ha sido y , en gran medida, siempre - afortunadamente- será mentira. 


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