martes, 17 de noviembre de 2015

Unas quinquis de los 80


Para esta final de verano a Paramount Channel le dio por programar un especial sobre películas quinquis de los ochenta. Cuando vi sus contenidos me di cuenta que realmente era casi un monográfico de uno de los directores más prolíficos en esa década y que dejó tras de sí una buena, en el sentido de copioso, colección de películas como era José Antonio de la Loma.

Las películas se centraban en las peripecias de jóvenes quinquis que se hicieron , algunos de ellos, tristemente famosos por su apuesta por una vida al filo de la juticia. Estos jóvenes que en las películas son el vaquilla, el torete y CiA pasarán por una estancia carcelaria que, en muchas ocasiones, desembocaría en una muerte prematura.

No será únicamente de la Loma el director de este género que realmente tuvo un importante número de seguidores en el país, sino que a esta moda se unirán Eloy de la Iglesia, así como otros que trataron el tema una vez descubiero el manantial.

La historias sobre este mundo del hampa quinqui será tratado por José Antonio de la Loma desde el año 1973 con su primer filme, El último viaje (1973), pero será con su gran pelotazo, Perros callejeros del año 1977 con el que este subgénero típicamente español alcanza su matyor logro. Tras esta siguieron otras como Nunca en horas de clase del año 1978 - también programada por este canal- así como otros títulos con un siempre más de lo mismo como fueron Perros callejeros II: Busca y captura (1979), Los últimos golpes de El Torete (1980) y Yo, "El Vaquilla" (1985).

En ese año de 1985 José Antonio de la Loma decide cambiar no de protagonistas, pero sí de género, pues ahora serán mujeres las protagonistas de Perras callejeras la película que he visto esta mañana.

Y es que perras callejeras un una buena muestra, aunque algo menor del denominado cine quinqui. La producción de la película estuvo en la mano de Gabriel Torrente de la Golden Sun, para la misma se partía de un guión del mismo director, José Antonio de la Loma, y se contaba con la música de de Enrique Milian y Mario Balaguer y la fotografía de Alejandro Ulloa.

El reparto lo encabezana una presentadora de televisión de programas infantiles del momento como era Sonia Martínez como Berta, que era acompañada por Teresa Giménez como Crista y Susana Sentís como Sole que son el trio protagonista. Junto a ellas aparecen Gabriel Renom como Carlos, Martín Garrido como Miguel, Alfred Lucchetti como el Comisario, Joan Borràs como Don Epi, Tony Isbert como Manolo, Luis Cuenca como el abogado Don Eulogio, Conrado Tortosa 'Pipper' como el Camello / Párroco, Mònica Lucchetti como Luisa, Miguel Agustí como El Anguila y Micky Suter como Tony. Junto a ellos aparecen Claudia Román y Gaspar 'Indio' González.

La película se filmó en Barcelona, como la mayoría de las rodadas de este subgénero.

La historia con la salida de Berta de la cárcel. Allí estuvo tras cumplir condena por un crimen que no cometió. A la salida es abordada por un chulo que la quiere meter en la prostitución. Pero igualmente también la esperan una amiga y Miguel, un amigo con derecho a roce.

De inmediato conocemos a Crista, una chica guapa, que da un palo a un señor en el autobús quitándole la cartera y que cuando llega a casa tiene que soportar un padrastro borracho y violento que la obliga a robar.

La tercera es Sole, una chica cuyo marido, Manolo, que es hermano de Crista y está en prisión, está enferma y enganchada en la droga y necesita más y más dinero. Todas intentan ganarse la vida por su cuenta.

A Berta, su mejor amiga que la tiene acogida en casa le busca un trabajo en una tienda, pero unas inopurtunas fotos hacen que el dueño la despida. ás tarde, intenta que el parroco le busque trabajo, sin embargo, el hecho de pillarla en la cama con su amigo Miguel , hace que el parroco no quiera saber de ella. Crista viendo sus dificultades opta por hacer la calle, y allí es vista por un policía que se enamora de ella. El policía y su compañero son policías de calle que se dedican a controlar la prostitución. Uno de ellos aprovecha las circunstancia para sacar provecho carnal, aunque unas ladillas será su castigo.

La sensación de sentirse explotadas y discriminadas por la sociedad, y la necesidad imperiosa de dinero por parte de Sole y la falta de perspectivas de las otras dos provoca que las tres se lancen a la calle, a robar, a dar palos, en el argot de la película.

La primera noche las tres mujeres, armadas con navajas, empiezan a asaltar en calles oscuras a los viandantes, pero el botín es escaso.

De cualquier manera ellas se disfrazan de chicos para perpetras sus robos y conseguir así que la policía no las localice.

Como los golpes a los viandantes de la zona alta de Barcelona, no da tanto de sí, Berta decide emprender algo un poco más importante. Berta, explica a sus amigas un plan para hacerse con la recaudación de una discoteca en la que Epi,el chulo que la intento captar, culpable de su condena, es el jefe de sala.

Aprovechando que en la misma tocará un grupo, Cristal Oscuro, provocan una pelea en el interior de la sala, y entre tanto lío entran en la dirección, amordazan al director de la discoteca, y exigen la entrega de la recaudación. Tras la entrega huyen.

Cuando llega la policía el director se refiere a ellas como chicas, aunque fuesen vestidos de chicos. Esto genera dudas y el comisario ,ante la indefinición de la descripción de los asaltantes, ordena detener a los transexuales de la ciudad.

La detención de los mismos sacude como un terremoto a la alta sociedad barcelonesa que gusta de frecuentar esos ambientes como aprecia el comisario cuando en su despacho se persona el abogado Don Eulogio con una lista de altos cargos políticos, judiciales y militares a los que gusta est ambiente.

En paralelo Manolo sale de la cárcel y oculta a su hermana Crista que sigue enganchado a la heroína. Sole con el dinero del golpe compra una de buena calidad, lo que dispara las sospechas sobre la autoría del robo en el entorno del submundo de Epi, que termina deduciendo que fueron las tres chicas las que robaron. Mientras tanto "las perras" preparan un nuevo golpe. Aprovechando una cena de la alta sociedad, entran en el comedor - aunque lo hagan a cara descubierta- , y se llevan dinero y joyas por un alto valor.

Tanto la policía como la gente de Epi están tras sus pasos, aunque desconocen que uno de los encargados del caso está liado con Crista.

Lo cierto es que los hombre de Epi presionan a Manolo que finalmente canta y delata a su mujer y a su hermana.

Epi va a casa de Crista y consigue recuperar el dinero de la discoteca y el palo a restaurante. pero a la salida del mismo, topa con los dos policías que le arrebatan el botín y dejan libres a las chicas. Acabando así la película.

Perras callejeras no llegó a los niveles de popularidad de Pero Callejeros, a pesar de tirar del papel de la popular para entonces Sonia Martínez.

Perras Callejeras no llegó a los niveles de realismo y autenticidad que la cinta con el torete y su cuadrilla, aunque si responda a la idea de cine quinqui.

El cine quinqui como género cinematográfico narraba , como ocurre aquí, las vivencias de jóvenes delincuentes. En parte el éxito de este género se debía a la popularidad alcanzada por algunos dlincuntes españoles, así como al clima de inseguridad ciudadana que vivía el país en aquella época. Prueba de ello es que a mí me asaltaron esta chusma en más de cinco ocasiones. Como ocurre en estas películas se contaba con actores jóvenes, algunos de ellos no quinquis profesionales con el objeto de dar sensación de realidad o de limitada experiencia en el cine, quedando muchos de ellos diluidos en sus propias historias.

Como suele courrir en estas películas vemos como delinquen los protagonistas y se activa el recurso de hacerlo por la familia y por apoyarla económicamente. Por supuesto en esta como en casi todas hay escenas eróticas con desnudos parciales e integrales o con protagonistas practicando el sexo, o mostrando su cara más romántica.

Además estas películas pretendían realizar una crítica a la sociedad con un ataque directo a muchos estamentos sociales a los cuales se acusa de corrupción o desigualdad: políticos, fuerzas de seguridad, clases adineradas, iglesia y su hipocresia, etc.. Eso sí en la que determinados rasgos se llevaban al extremo quedando como esperpentos de sí mismo como ocurre en este caso con la figura del abogado Don Eulogío, el policía corrupto - aunque cinéfilo que llama incluso al programa que tenía entonces Carlos Pumares en la desaparecida radio de Antena3, "Lluvia de Estrellas"- , el comisario incompetente, el peso de la droga - eso sí que era real en los ochenta- o el preso que finalmente en la cárcel cede su cuerpo.

En esta película el peso de la droga está limitado a Sole y a Manolo y no hay grandes muestras del mismo, aunque no hay ni persecuciones, ni grandes enfrentamientos entre quinquis y maderos. (la Policía Nacional). Curiosamente hay alguna de las protagonistas de la película de José Antonio de la Loma (1924-2004), considerado el padre del cine quinqui, como es el caso de Sonia Martínez (1963-1994), o como fue el caso de uno de los directores de este cine quinqui como Eloy de la Iglesia (1944-2006) y muchos de los actores que intervinieron en sus películas cayeron en la droga.

Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención, básicamente, por refrescarme la memoria es escuchar el lenguaje, auténticamente argot, de los jóvenes de los setenta y ochenta, que pretende recrear el habitual de barrios humildes, de ambientes delictivos y también se utilizan algunas palabras originales del caló. Muchas de estas palabras siguen en activo, mientras que otras han caido en el más triste de los olvidos y hoy, sólo es recordada en programas de televisión de la época o película muy contextualizadas como esta de Perras callejeras. 

Es en este momento cuando aparecen términos o expresiones como "ser Guay del Paraguay“¡Al loro!”, “basca”, “bocata”, “bofia”, “chachi”, “chungo”, “comerse el coco”, “cubata”, “currante”, “drogata”, “fardar”, “guiri”, “madero”, “molar”, “montárselo”, “pelas”, “ir al talego”, “tío”, “titi”, “tronco” , "mangui" "garrulos" "trullo" , "Chabolo" "a tope" "birlar" "parné", "¡qué jeta!" , "el notas ese"!. ¡Todos al talego!, "jiñar" " montar el pollo" "palique" "paripé", "pelucos", "mogollón" , "ir de legal", "darte en los piños", "hacer la pirula", "papear", "sobar" "enrollarse" , "liarse", "abrirse", " tacos", “buga”, “chachi” - incluso podía ser piruli- "comerse el marrón", “colocarse”, "molar cantidad", "irse a su kelly", "picoleto", "pasma" , "guay" , "tocata" , "pipa" "rallarse", "jaco", "camello", "pivas", "meterse unos tiros", "colocarse", "pringar", "chutarse", "flipar" - se podía flipar en colores- , "cantidubi", "lechera", "rular", “tronco”, "chachi", "chipén o chipendi"- que podía ampliarse con lerendi-, "fetén", "cojonudo","de puta madre", "pinchar" - como apuñalar-, "quitarse" (salir de la droga o del alcohol), "canguelo", "pirarse" o darse el piro, "darse un tute","peña", "liarse un peta", "estar colocado" - o colgao- , "yonkie", "laja", "chorizo o chori", "pegarse el lote", "darse un fregao", "darse un morreo", "echare un kiki", "irse al lego", "tener pintas" - o mala pinta-, "mono", "demasié", "Bujarrón", "Caballo", "Potro", "Burro",la "Guita" ,"Dar el palo", "Sirla", "ser media puta", o "darse un garbeo".

Curiosamente pensaba que entre estas estaría “Guiri” , pero no. Parece ser que en la I Guerra Carlista, la División de la Guardia Real de Infanteria fue enviada al País Vasco. En el cuello llevaban una insignia con las letras GRI, por lo que mis antepasados y paisanos que los veían subir ir bajar con montañas y valles, empezaron a llamarles “guiris”, primero solo a ellos, después a todos los soldados isabelinos y, más tarde, a todos los extranjeros (en el sentido de los que no eran del lugar, los “no vascos”).

De cualquier la película que, indudablemente, no es una gran obra, - desde luego no es cine de arte y ensayo- es producto de su época, de nuestra época , de los ochenta, de mis ochenta. Desde luego no mola mucho, invita a darse el piro, pero, al loro, no es cuestión de darse un garbeo por ese guión tan flojito o por esas malas actuaciones, ni por la participación de algunos drogatas, sino porque uno es hijo de su tiempo. Y ese tiempo era el mio.

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