miércoles, 8 de enero de 2014

Recuperando una vieja serie (II)


Proseguimos con el recorrido de la saga de los Rius. En este caso comentamos los cuatro siguientes capítulos que hemos disfrutado en esa joya y enorme banco de documentos que es la televisión a la carta de radiotelevisión española. En la misma no sólo esta la serie que estamos comentando, sino otras muchas de la producción del ente televisivo. 
Como señalé en la anterior entrada gran parte de lo que aquí se señala aparece recogido en el artículo publicado por Carmen Peña Ardid de la Universidad de Zaragoza y titulado “Las primeras grandes series literarias de la transición: La saga de los Rius y Cañas y Barro”. 
Recordad , tal y como señalamos en la entrada anterior que el elenco de actores y actrices había figuras muy consolidados del teatro y televisión, como Alejandro Ulloa, José Mª Caffarel o Mª del Carmen Prendes, pero para esta serie se confió parte del protagonismo a un joven actor en los setenta como era Emilio Gutiérrez Caba (Desiderio Rius), rostro quizá asociado entonces a papeles más introspectivos y modernos del «cine de autor» (recuérdense La caza o Nueve cartas a Berta), y a otras figuras del “star system” de la Transición, como eran Fernando Guillén (Joaquín Rius), Ramiro Oliveros (Ernesto) y con las actrices Maribel Martín (Mariona Rebull), Ágata Lys (Lula), Teresa Gimpera (Jeannine) y Victoria Vera (Crista), todas ellas entre diez y veinte años más jóvenes que los galanes masculinos, y asociadas –salvo Maribel Martín– con el cine «de destape». 
Y es que la confección de esta obra, La saga de los Rius, surge en junio de 1944, cuando Ignacio Agustí publicó Mariona Rebull, primera parte del ciclo La ceniza fue árbol, y que, junto con El viudo Rius y Desiderio, formaron el eje de lo que televisión emitió en los setenta bajo el nombre de La saga de los Rius. Era una novela escrita en castellano, en plena posguerra y por un autor tan poco sospechoso como Ignacio Agustí, personaje destacado de la cultura catalana y española del franquismo. 
Era una novela además publicada por una editorial, Destino, la editorial que promovió la creación del Premio Nadal, y el grupo catalán que fue a Burgos porque creyó en el franquismo y no en la República ni en el gobierno de la Generalitat. A Agustí la notoriedad literaria le llegó con la publicación de Mariona Rebull (1944), uno de los grandes éxitos literarios de los primeros años de postguerra, a la que siguió inmediatamente El viudo Rius (1945), novelas con las que inicia el ciclo narrativo La ceniza fue árbol que tardó treinta años en completar y del que forman parte otras obras como Desiderio (1957), 19 de julio (1965) y Guerra civil(1972).

El título de la pentalogía ya revela la actitud nostálgica que adopta el autor a la hora de narrar, apoyado en los moldes realistas de la novela del XIX, el ascenso y posterior declive de la burguesía industrial catalana en el periodo que va de 1880 hasta el final de la guerra civil, siguiendo las vidas y los conflictos familiares y sentimentales de cuatro generaciones de la familia Rius: la del fundador, Joaquín Rius, un herbolario que emigra a América, amasa una pequeña fortuna y, a su regreso, pone en marcha la fábrica de Tejidos Rius; la de su hijo, también llamado Joaquín, educado en los jesuitas y conocedor de las fábricas de Inglaterra pero curtido todavía en los valores tradicionales, en el espíritu industrioso y emprendedor, y cuyo matrimonio con Mariona, la hija del joyero Desiderio Rebull, le permite enlazar con la aristocracia ciudadana de vieja solera. Si Mariona Rebull –la mejor novela de la serie- describe el desarrollo de la Barcelona moderna y el ascenso de los Rius, empañado por «la incomprensión y el desamor conyugal que destruye el matrimonio de Joaquín Rius, culmina en el adulterio y la trágica muerte de la esposa» , la segunda, El viudo Rius desplaza el centro de interés hacia la crónica novelesca de acontecimientos políticos y sociales entre el cambio de siglo y 1909 (la primera crisis de la industria textil catalana, la agitación anarcosindicalista que deriva en la Semana Trágica), dando lugar, a una «novela social» al revés, es decir, enfocada desde el punto de vista de los patronos. Paralelamente discurre la crisis existencial del protagonista, imagen todavía del hombre enérgico y responsable que renuncia a la vida amorosa por su hijo Desiderio y por su amor a la fábrica.

Con Desiderio–la novela literariamente más defectuosa de todo el ciclo– comienza el declive de los ideales de austeridad, esfuerzo y trabajo. Aquí cede el protagonismo al hijo de Mariona y Joaquín, tercera generación de los Rius, un señorito de familia, egoísta y desinteresado de los negocios del padre, cuyas correrías erótico-sentimentales de poco vuelo no impiden el retorno al redil del matrimonio con otra joven de buena familia, Crista Fernández Torra, a la que ha dejado embarazada. Los afanes especulativos, la frivolidad y las aficiones aristocráticas de la burguesía chocan en las últimas novelas con la conflictividad social y política (el problema obrero, la radicalización del catalanismo político) agudizada en los años finales de la República. 
En Guerra civil, figuran episodios y escenas narrados antes en sus relatos de guerra (Un siglo de Cataluña) y, pensando en un nuevo renacer, la familia Rius se amplía a otra generación, encarnada por Carlos Rius, hijo de Desiderio y Crista y bisnieto del primer Joaquín, que se describe en los últimos capítulos avanzando con las tropas franquistas. 

Algunos- y no sin razón- comentaban que este serial de 10 capítulos tenía tintes seudoviscontinianos y que vino como anillo al dedo dentro de la idea de «la reforma para Cataluña» y con el protagonismo de la burguesía industrial catalana. Montserrat Roig en un artículo titulado «Una Cataluña exportable. El mundo de los Rius» (Triunfo, 729, diciembre de 1976), nos ofrecía una interpretación en clave política de la serie que inspiraron las novelas de Ignacio Agustí. Resalta el hecho de que fuese emitida en TVE por la primera cadena y en horario de máxima audiencia desde el 7 de noviembre de 1976 al 30 de enero de 1977, coincidiendo con la convocatoria del referéndum sobre la Ley para la Reforma Política, lo que era importante para presentar el catalanismo político. 
Sobre parte de lo narrado en La saga de los Rius ya había sido llevada al cine por José Luis Sáenz de Heredia que, en 1947, dos años después de la aparición de El viudo Rius, centrándose en las dos primeras novelas del ciclo con el título Mariona Rebull, el relato preferido por el director, aunque no le pareciese cinematográficamente viable su amargo desenlace con el estallido de la bomba en El Liceo y el viudo llevando en brazos el cadáver de Mariona. «El viudo Rius» –declararía Sáenz de Heredia– tenía un final más optimista, de encuentro entre padre e hijo, de vuelta al trabajo, de reanudar la tradición laboral de Cataluña. Total que uní las dos novelas para hacer el guión tratando de que el final no resultase demasiado pesimista y desesperanzador.» La película, calificada de Interés Nacional, obtuvo el Primer Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo y el del Círculo de Escritores Cinematográficos, además de un éxito considerable de crítica y público, incluso en Barcelona, y ha quedado como un filme de cierto valor en el cine español del primer franquismo porque combina, en palabras de José Enrique Monterde, «la adaptación literaria, el melodrama familiar y la historia social con gran eficacia y adoptando un punto de vista burgués insólito en el demagógico cine de entonces».

Para la realización de la serie RTVE no tuvo reparos en invertir millones de pesetas destinados a recrear la costumbrista historia de los Ríus. En realidad, la idea de recrear el mundo de los Rius venía de más atrás. Según contó el realizador Pedro Amalio López la primera vez que se habló de este proyecto fue en el año 1973, cuando les fue entregado los guiones de Julio Coll para que los estudiara. Luego vino la muerte de Carrero y el proyecto durmió por los cajones como tantos otros. 
Y así llegamos a finales de 1974, en que el viejo proyecto se revitalizó y llamaron al realizador una segunda vez. Se hicieron nuevos guiones, esta vez por Vila San Juan y surgieron los capítulos. En su concepción definitiva, La saga de los Rius –adaptación de Mariona Rebull, El viudo Rius y Desiderio– cobró forma siendo director general de RTVE Jesús Sancho Rof, un hombre posteriormente vinculado a UCD. Comenzó a rodarse en el verano de 1975 y no estuvo concluida hasta mediados de 1976 por lo que se emitió siendo ya Rafael Ansón director general de RTVE, cargo para el que había sido nombrado en julio de 1976 por el Consejo de Ministros presidido por Adolfo Suárez. 
Como ha señalado Manuel Palacio, con Rafael Ansón, un profesional en el campo de las relaciones públicas, «la transición democrática toma cabal sentido en TVE» y es muy probable que sus opiniones fueran «concluyentes a la hora de fijar la estrategia de comunicación pública del gobierno reformista de Adolfo Suárez» . 
Como reclamo publicitario, se rodó un programa de presentación de la serie, emitido el lunes 1 de noviembre de 1976, en el se ofrecían unas explicaciones didácticas de Pedro Voltes, asesor histórico de La saga de los Rius, al tiempo que los actores y otros miembros del equipo de rodaje, filmados en distintos lugares de la Ciudad Condal, daban detalles de la elaboración de la serie y de sus impresiones sobre los personajes. Toda la prensa acabó haciéndose eco del esfuerzo invertido y el elevado coste de los capítulos, rodados en 35 mm y en color, y dirigidos por el reputado realizador de televisión española Pedro Amalio López. Fueron necesarios, según las cifras de TVE, ciento ochenta días de rodaje, la intervención de ochenta y seis actores y dos mil extras, con un coste total de unos 70 millones de pesetas, que equivalían a una cifra superior a los 5 millones por cada episodio 
Para reconstruir la forma de vida de la burguesía catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, la serie se rodó en treinta y tres decorados de plató (en los estudios Miramar de Barcelona), los antiguos telares de las sederías Balcells de Manresa, la fábrica Godoy-Trías de L'Hospitalet y exteriores localizados en las provincias de Madrid, Barcelona, Sevilla y Granada, utilizándose «auténticos trenes, coches de caballos, automóviles y carros de época». 
Como parte del cuadro técnico, no faltaron los nombres catalanes. Además de Juan Felipe Vila-San Juan, autor del guión y supervisor general, se contó con la colaboración de Augusto Algueró, creador de la música original. Para los decorados, y Sergio Bigas, responsable de las excelentes acuarelas de la portada de la serie, evocadoras de la Barcelona de principios de siglo XX. 
El capítulo anterior comentado, el tercero, acababa con la Mariona en los brazos de Ernesto. Pues bien, Mariona sigue viéndose con su amante mientras la relación con el marido parece que funciona. Tanto es así que Mariona le pide a su marido retornar a Barcelona, para disfrutar de la vida cultural, especialmente la del Liceu. 
Por otro lado, la situación política y laboral se complica. Llegan anónimos amenazantes contra Joaquín. Este, impertérrito, prosigue con su trabajo. Igualmente el joyero Desidero Rebull recibe la visita de Federico, el amigo de la familia, asistente igualmente a la Masía de Santa María del Vallés a pedir la mano de su hija, Mercedes. 
Don Desideri le dice que no sólo le da la mano , sino que además le traspasa la joyería con el fin de crear un gran imperio joyero. Tras eso, continúa los encuentros y desencuentros entre Mariona y Joaquín. 
Estamos ya en 1893. Finalmente van a la inauguración de la temporada en el Liceo. Al Liceu asiste el matrimonio Ríus. Este lugar, que ha sido símbolo y lugar de encuentro del poder, de la nobleza y burguesía catalanas, en los pisos inferiores, por un lado, mientas que los aficionados de las clases sociales menos adineradas compartían su pasión por la ópera en los pisos 4º y 5º, está completo.

Durante la representación Mariona se ausenta y le dice a Joaquín que quiere ver a una amiga. Mientras se ausenta pasa algo inesperado explota una bomba lanzada por el anarquista Santiago Salvador tira una bomba en la platea del Liceo que causó 20 muertos. Mariona muere a manos de su amante Ernest.

Joaquín los descubre en un reservado y se lleva el cadáver de su mujer para dejarla en las butacas y parezca una víctima más del atentado.

El Capítulo 5 se centra ya en la obra del Viudo Rius. Ha pasado el tiempo y la crisis económica hace que la fábrica vive una crisis en su producción.
El viudo Rius se siente tan solo que en la noche de fin de año invita a los Llovet a su mesa. En un momento de la cena Rius le comenta al viejo Llobet «¿Recuerda Llobet –dice el patrón Joaquin Rius al viejo contable de la fábrica– la noche vieja en su casa? ¡Cuántos proyectos y cuántas esperanzas depositábamos en este siglo! Y qué mal nos está saliendo por ahora».
Tras encontrarse con otros empresarios del sector, Joaquín opta por viajar a Madrid con cuatro empresarios para intentar paliar las repercusiones de la crisis en el textil catalán en parte por la pérdida de las colonias.

En Barcelona el pequeño Desideri Rius va creciendo y además de tener sobre él una enorme ascendencia su padre y sus tíos, recibe una formación específica. Allí conoce a un compañero que tiene una hermana que empieza a tener una relación de amistad con Joaquín. 
Mientras esto ocurre Desideri Rebull agoniza rodeado de toda la familia , incluido el señor Rius, y sus últimas palabras están dedicadas a su hija Mariona.
En Madrid Joaquín, junto con otros empresarios, se reúnen con un diputado, que, a su vez, se pone los pone en contacto con el Ministro. Corre el año 1904 y, a instancias del diputado que encabeza la minoría catalana en el Congreso, los industriales nombran una comisión presidida por Joaquín Rius que elabora un memorial y viaja a Madrid para tener una audiencia con el Presidente del Gobierno (a la sazón, Antonio Maura), al que exponen la delicada situación de los distintos sectores de la industria catalana tras el desastre de 1898 y el necesario apoyo del Gobierno para garantizar la conservación del mercado español una vez perdido el de las colonias americanas.
Mientras los comisionados esperan al Presidente, mantienen una conversación que no figura en El viudo Rius y en la que se alude a la identidad catalano-burguesa y a sus relaciones con «el gobierno central». Moixó, el fabricante de yute, se muestra satisfechísimo de estar en Madrid («tiene casta, clase»), opinión que no secunda el sombrío Joaquín Rius. 
Tras el encuentro con el Ministro van a una comida y en la misma conocerá a una actriz de nombre Lula con la que vivirá una aventura. 
El sexto capítulo se centra en la crisis política que vive la Barcelona industrial que desemboca en una ola de terrorismo obrero, respondida por el Somaten. Explotan bombas continuamente y Joaquín Rius recibe anónimos amenazando a menudo. La huelga textil amenaza su fábrica, sobre todo ante un importante pedido oficial, del ejército español en Marruecos. Burlando la huelga de transportes, y con la necesidad de entregar ese importante pedido de telas para uniformes que han de vestir los soldados de la guerra de Marruecos, se la jugará , y como el señor Rius dice "En mi casa no habrá revolución –afirma Rius– Estaría bueno que nos asustaran cuatro desgraciados". Debido a una huelga de transportistas, Rius debe llevar todo el textil almacenado hasta el puerto para el ejército.

En el capítulo siete el propio Rius tiene que llevar una carreta para romper con el boicot de los transportistas. Al enfrentarse con los huelguistas Rius mata a un obrero. Rius continúa recibiendo anónimos, más aún ahora que ha sido identificado por los huelguistas como el asesino de sus colegas. Una noche se queda trabajando hasta una hora muy tardía. Al salir de la fábrica se encuentra con su contable, Llobet, quien le está esperando al ver a dos hombres apostados y con malas intenciones. Realmente, son las peores pues pocos minutos después ambos son tiroteados. El resultado de todo ello es que Llobet, muere, mientras que Joaquín recibe un disparo en la pierna y otro en la cara. Los últimos segundos de Llobet, aunque son angustiosos, éste le pide que siga en la fábrica su hijo, pues es un buen contable.

El señor Rius sobrevive, pero con secuelas. Tiene prácticamente una pierna inutilizada, y ha tenido la necesidad de dejarse barba. Se ha retirado, momentáneamente, a su casa de campo. Con todo un día recibe una llamada de Lula, su vieja amiga actriz, con la que queda a cenar. Avergonzado dado su aspecto que lo hace irreconocible le envía un ramo de flores.

Más tarde, quedan los dos y tienen un intenso romance. La vitalista Lula convence a Joaquín para que lo abandone todo y marchen juntos a Viena, Praga y Varsovia. Inicialmente, Joaquín accede. Cuando está redactando como ha de llevarse a cabo la sucesión en la empresa, que quedaría en manos de la gestión de Llobet, se presenta su hijo con el regalo de sus tíos, un reloj. Desideri Rius le comenta a su padre que ese reloj marcará su ingreso en la vida adulta y el inicio de su formación como empresario del textil. Joaquín impresionado rompe la carta que estaba redactando y lleva la mañana siguiente a su hijo a la fábrica, como el fue llevado por su padre. Pasa por las mismas calles, se cruza con la misma gente, ya envejecida, y ese día se presenta con su hijo en la fábrica decidido a seguir el negocio de su padre. 
Seguiremos informando.

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