Hubo una época en la que mis padres no me permitían ver la televisión por la noche. Los rombos en mi casa pesaban como el cinabrio y cuando salían me echaban. Los rombos hacían referencia a contenidos que mis padres consideraban no inapropiados.
También me mandaban a la cama cuando las horas eran, más o menos, intempestivas. Esto ocurría tanto con las películas como en las series. Películas me perdí muchísimas, pero de series ni hablo.
No creo haber visto serie alguna por la noche en mi caso. Con el caso de las series, algunas ya las he podido ver como fue el caso de la británica I Claudius (Yo, Claudio), que conseguí gracias a la revista tiempo y que en una semana del año ….conseguí verla. No fue la única que vino con la revista, pues otras muchas cayeron. Pero una no aparecía ni por activa ni por pasiva.
Era el caso de La saga de los Rius, una serie española de televisión, emitida por TVE en la temporada 1976-1977, y que se realizó bajo la dirección de Pedro Amalio López, la fotografía de Federico G. Larraya , la decoración de Ernest Calduch y la música del sempiterno en los setenta y ochenta de la televisión española, Augusto Algueró.
La obra sigue el guión de Juan Felipe Vila San Juan pero basándose o adaptando en las novelas de Ignacio Agustí Mariona Rebull y El viudo Rius.
La producción fue una de las más caras realizadas por Televisión española hasta la fecha: alcanzó los sesenta millones de pesetas (con una media de cinco millones por episodio). Como productor ejecutivo estuvo Pedro Grima y como productor Isidre Prous.
La serie se emitió desde el 1 de noviembre de 1976 al 24 de enero de 1977.
Como intérpretes principales destacan Fernando Guillén- como Joaquín Rius – que recibió un TP de Oro (1976) como mejor actor por su interpretación en la serie. , Maribel Martín como Mariona Rebull, José María Caffarell (padre de Mariona) , Emilio Gutiérrez Caba como Desiderio Rius Rebull , Victoria Vera como Crista, Mari Carmen Prendes como Rita... Además participan Ramiro Olivares como Ernesto, Enric Arredondo como Llobet hijo, Montserrat Carulla como Evelina, Montserrat García Sagués como Mercedes, Carles Velat como Federico, Rafael Anglada como Llobet padre, Carles Lloret como Vinyals, Jordi Serrat como Javier, Teresa Gimpera como Jeannine.
La saga de los Rius, retrata la vida de la burguesía barcelonesa de principios de siglo XX, a través de la historia de la familia Rebul y relata la vida de tres generaciones de una familia de la burguesía industrial barcelonesa entre 1880 y 1916.
El guión basado en las novelas de Ignacio Agustí, desarrolla las tres líneas paralelas que en aquellas se enuncian. Una sentimental, que describe amores, pasiones y problemas de cada uno de los miembros del clan Rius; otra costumbrista, en la que se exponen modas, maneras y tradiciones de la época; y una tercera, la histórica, que reflejan los acontecimientos políticos y sociales más significativos que tuvieron lugar en Cataluña y España durante los casi cuarenta años abarcados por la acción.
He encontrado un interesante artículo firmado por Carmen Peña Ardid que con el título de Las primeras grandes series literarias de la transición se centra tanto en esta obra como en Cañas y Barro.
En dicho artículo Carmen Peña Ardid indica que aunque La saga de los Rius fue una serie concebida y filmada antes de la muerte de Franco, se emitió por TVE ya en los meses de noviembre de 1976 y enero de 1977, y se la considera punto de arranque de lo que se ha dado en llamar la «edad de oro» de las series televisivas en España e inicio también de lo que, para Manuel Palacio , conformará «un homogéneo canon clásico» característico de todo un conjunto de series y películas basadas en obras literarias que promovió televisión española en los años de la Transición y el primer período democrático, casi un subgénero que cobra impulso con los éxitos de Cañas y barro(1978), Fortunata y Jacinta(1980) o Los gozos y las sombras (1982) y conoce su declive, dos décadas más tarde, con títulos como La Regenta (1995), Blasco Ibáñez (1997) y Entre naranjos (1998).
Estas series estaban inspiradas en su mayor parte en autores clásicos contemporáneos estas ficciones seriadas de pocos capítulos (entre 5 y 13), factura cinematográfica y altos costes que permitían el rodaje en exteriores y la construcción de decorados se concibieron como auténticas superproducciones «de prestigio» e iban a privilegiar la recreación del pasado –sobre todo, la sociedad decimonónica, los prolegómenos de la Guerra Civil y, en menor medida, la inmediata postguerra– desde los presupuestos narrativos de la estética realista y, no pocas veces, los mimbres del melodrama.
Uno de los objetivos de estas adaptaciones era todavía el de popularizar obras de la cultura ilustrada pero desde la conciencia de que, a mediados de los setenta, nuevas capas sociales se estaban convirtiendo en espectadores asiduos de televisión; quizá por ello, para favorecer el seguimiento de la audiencia menos cultivada, TVE utilizó en los inicios un formato de adaptación inversa, muy ligado a las prácticas de la literatura popular, que había nacido con los primeros ciné-romans o novelizaciones de los antiguos filmes de episodios.
A la hora de incrementar el «esfuerzo de TVE por crear una producción propia de inspiración
genuinamente nuestra», como se publicitó en 1976.
En La saga de los Rius, fue determinante la experiencia del éxito que estaban obteniendo numerosas series extranjeras, incluidas las de origen literario, con actores de renombre y una puesta en escena espectacular. El cambio de gusto de los telespectadores, más atraídos por las producciones de corte cinematográfico que por los dramáticos
de plató –los teleteatros y telenovelas– dio lugar a que, desde la temporada 1976-77, se multiplicasen en la parrilla de TVE las emisiones de series europeas y norteamericanas «avaladas por la mejor prensa internacional», cuya singularidad respecto a otros programas de ficción más modestos o sin ambiciones culturales se quiso destacar con el título genérico –para algunos, ampuloso– de «Grandes Relatos», denominación que pronto amparó a algunas series de TVE –Cañas y Barro, en su primera reposición, La barraca, Ramón y Cajal, pero no la popular Curro
Jiménez– y se mantuvo desde diciembre de 1978 hasta principios de los años ochenta.
En el capítulo primero de la serie sobre los Rius, la historia comienza en 1882, cuando el industrial textil Joaquín Rius, comienza a enseñarle el oficio a su hijo y, más tarde, para completar su formación académica en los jesuitas, lo envía a Inglaterra para perfeccionarlo sus estudios, el idioma y el conocimiento en la cuna de la revolución industrial.
Este cuando vuelve se hace cargo de la fábrica y su fortuna aumenta.
Un día conoce a Mariona Rebull, hija del prestigioso joyero Desideri Rebull, de la que se enamora. El padre de Mariona se opone a la relación debido a la juventud de su hija y también porque los Ríos han hecho su fortuna desde abajo – en concreto tras el paso de su padre por el territorio americano- y por no pertenecer a una familia de linaje como ellos.
Mariona, parcialmente, hace caso a su padre, pero Joaquín no la puede olvidar y se encuentra con ella a la salida de misa. Ella parece igualmente sentirse atraída por el empresario textil a pesar de su seriedad y su formalidad. El episodio acaba con Joaquín escribiéndole una carta a Mariona, pues no ceja en su empeño.
En el segundo capítulo Mariona enferma y se retira a una casa de campo en Santa María, saliendo así del ambiente urbano de Barcelona. Joaquín comienza a escribirle cartas. Mientras se recupera en compañía de su padre y su hermana, éste va a verla. Le invitan a jugar , pero el no accede.
Sin embargo, en un momento Mariona va en busca de Joaquín y éste le pide la mano, primera a ella, y luego a su padre. Desideri Rebull por fin lo acepta y se casan.
Tras la ceremonia nupcial celebrada en Santa María inician un su viaje de bodas que les llevará por algunas ciudades andaluzas.
Durante la luna de miel en Granada- por cierto, impresionante la imagen no restaurada del patio de los leones con sus jardines- , una gitana le pronostica a Mariona un futuro incierto, pues, a pesar de tener un hijo, ella no será feliz, lo que desconcierta a la chica. Al poco tiempo y mientras están en Sevilla, pero reciben la noticia de la muerte del padre Ríos y vuelven, tras un largo viaje en tren de 22 horas, precipitadamente a Barcelona. Tras el entierro del señor Rius (padre) Joaquín se encargará de la empresa. Al poco tiempo, Mariona le da una gran noticia: está embarazada. El parto como vemos se complica.
El tercer capítulo se inicia con el nacimiento del hijo, que se llamará como el abuelo materno, Desideri. Al poco tiempo la pareja comienza a tener problemas, que se visualizan cuando la pareja está en el Liceu escuchando una opera. Mariona se siente observada y descubre que se trata de Ernesto. Al descubrir , primera Mariona, y , más tarde, Joaquín está se muestra ofendido. Joaquín le da la mano, pero ella se incomoda alegando que no se encuentra bien. Salen del Liceu sin esperar el fin. En las puertas del edificio ella le pide que le acompañe a Santa María , pues es allí donde quiere educar a su hijo. Pero Joaquín se niega, pues en primer lugar está la fábrica. Ella le echa en cara que quiere más a su empresa que a ella misma.
En la empresa las cosas no van todo lo bien que debiera. Entre los obreros de la fábrica también hay malestar y su contable, Llobet, informa que ha habido un fraude.
Mientras esto ocurre la lejanía es apreciada por Desideri Rebull quien le pide que vaya a ver a su hija, que “ es una donna”. Ella le recibe con frialdad y le dice que mantendrá las formas.
Y efectivamente, así se aprecia en una comida en la comen butifarra y se debate sobre lírica. El político critica las obras de Richard Wagner, mientras que para Joaquín son las más elevadas de todas, frente a la italiana. Joaquín no se sentirá respaldado por su mujer. Es más, tras la comida van a un concierto popular. Allí asisten todos los comensales presentes y durante el mismo, Joaquín observa que entre Mariona y Ernesto hay una relación.
Poco después y ya en la casa, Joaquín le pide a Ernesto que abandone la finca y éste le dice que no se irá solo. La llegada de Mariona, acrecienta la crisis, especialmente cuando ella reconoce que estuvo, está, locamente enamorada de él. Antes de marcharse Mariona le visita y tendrá una aventura con Ernesto.
De estos tres primeros capítulos destacaré la lentitud de los mismos y la intención de centrarse en detalles por medio de una cámara que , ciertamente, abusa del zoom desde la primera secuencia. Empieza en un punto-por ejemplo , la copa de un árbol-, pero desde ese se desplaza hasta completar su recorrido - el árbol- , o gusta de grabar la escena de la llegada de los novios hasta el altar.
Estamos , parece, ante una historia reposada sobre el desencuentro entre la burguesía empresarial catalana, creada a sí mismo, y la aristocracia elitista de Barcelona, que frena la posible entrada de advenedizos, así como la historia de una ruptura matrimonial ante la falta de sangre de un empresario que mira más por su empresa que sobre su mujer. Seguiremos informando.
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