Cuando Adrián Massanet publicó en blog de cine las diez películas españolas de la década (2000-2009) no aparece ninguna de un director que puede ser excesivo en su cine, pero que representa lo mejor del espíritu de Berlanga. Hablo sin lugar a dudas del director actual más singular que hay en España, Alex de la Iglesia. Un director que puede ser calificado como desmesurado, retorcido, anárquico, extremo, intenso, bizarro, inquietante, con afición a colgar a sus personajes de las alturas y que plantea sus películas como una una metáfora de España y sus conflictos.
Es conocida su pasión por los cómics y en este caso yo creo que en la película que vi anoche, La Comunidad, su quinta película tiene mucho de esta historieta de una España cutre creada por Francisco Ibáñez en 1961 que en realidad es una macroviñeta que ocupa una página, dividida a su vez en viñetas no secuenciales, y que muestra en clave de humor un edificio de apartamentos y la comunidad que lo habita. Sin embargo, el afirmaba en una entrevista Jot Down que «Mis referencias fundamentales son televisivas o cinematográficas, o literarias, poco más. Para entendernos: para mí, el Capitán Haddock es más importante que muchas personas. De hecho, me gustaría que, en mi vida, desaparecieran muchas personas y apareciera el Capitán Haddock. El cómic es muy importante para mí. Tampoco puedo ocultar que en mi película hay mucho de Polanski, pero también mucho de Atraco a las
tres, de Forqué; y también de El pisito". Según declaró Alex de la Iglesia en una entrevista a Beatrice Sartori en El Mundo," el infierno empieza tras la puerta del vecino".
La comunidad es la quinta película española dirigida por Álex de la Iglesia a sus 34 años y que tiene como protagonista a Carmen Maura. Se trata de una producción de Andrés Vicente Gómez a través de su productora Lola films a la que se suman Antena 3 y la desaparecida Vía Digital contando con 4 millones de euros para su realización.
Esta comedia, de humor negro, se estrenó en el 2000. Como suele ser habitual el director bilbaino contó con el guión de Jorge Guerricaechevarria y de él mismo. Igualmente tira de su equipo de trabajo habitual el músico Roque Baños, a fotografía de Kiko de la Rica.
El reparto está integrado por Carmen Maura (Julia García), Emilio Gutiérrez Caba (Emilio Garrido), Eduardo Antuña (el descerebrado Charly), Terele Pávez (Ramona), Roberto Perdomo (Oswaldo), Paca Gabaldón (Hortensia), Jesús Bonilla (Ricardo), Sancho Gracia (Castro), Kiti Manver (Dolores), María Asquerino (Encarna), Marta Fernández Muro (Paquita), Ane Gabarain (Karina), Manuel Tejada (Julián Chueca), Enrique Villén (Domínguez), Eduardo Gómez (García). A los que se suman Ramón Barea (policía) , Luis Tosar ( policía) Mariví Bilbao (una clienta que quiere ver el piso), Antonio de la Torre (el camarero), junto a Ion Gabella (Camillero), Aitor Mazo (Bombero) y Borja Elgea (Luis), .
En la secuencia de los créditos iniciales, una cámara posiciona a los espectadores como observadores de la historia. La secuencia comienza con un movimiento de cámara simulando el vuelo de un pájaro que se sitúa sobre un edificio majestuoso y muestra un gato en una de sus ventanas.
La cámara, siguiendo al gato, entra en una habitación llena de basura, agua sucia y un cadáver descompuesto que el gato empieza a lamer.
La secuencia se cierra con el gato disolviéndose en una espiral, en cuyo centro aparece un ojo que pertenece, según indican los créditos, a la actriz y protagonista de la película, Carmen Maura.
La cámara aísla su aterrorizado rostro a la izquierda de la pantalla y revela la causa de su terror: quince individuos dispuestos de manera que recuerdan a una rueda de reconocimiento policial y que resultan ser los miembros de La Comunidad.
Una vez comenzada la película vemos a la protagonista Julia (Carmen Maura) hablando por teléfono con su marido en frente del mismo edificio de los créditos iniciales. A medida que se acerca al edificio para conocer a sus clientes, Julia se encuentra un naipe con la figura del joker encima de una alcantarilla que lleva inscrito el nombre de Madrid.
Al abrir la puerta ya junto a los clientes que están mojados por la lluvia y han estado esperando se encuentra con un vestíbulo sucio, paredes agrietadas y desconchadas, manchas de humedad y goteras, y un contenedor de basura con el nombre de la calle: San Jerónimo 14, la calle del Congreso de los Diputados.
A pesar de las pésimas condiciones del interior, Julia, que trabaja para una agencia inmobiliaria, enfatiza las “superventajas” de su ubicación al tratar de vender el piso a sus clientes (metro, zonas verdes,...). A partir de ese momento, descubrimos que el céntrico edificio (metáfora de Madrid, y por ende, de España) es un teatro de apariencias engañosas, donde los individuos tienen fuertes intereses bastardos.
Tras salir los potenciales compradores Julia, que se prendado del piso, especialmente de su dotación interior, llama a su marido Ricardo para que vaya allí. Julia García decide aprovechar que tiene las llaves del mismo para preparar una suculenta cena, haciendo que Ricardo, su marido acuda vestido de smoking para pasar una noche de lujo y lujuria con él.
Ricardo, quien recientemente ha empezado a trabajar como portero de discoteca, llega cabreado por su nuevo trabajo en el que , además de ir en un frac que el ha de comprar, le vacilan hasta los adolescentes. En eso descubrimos qie la pareja pasa por una crisis de pareja y que sus discursos son contrarios, Ricardo amargado desde que le despidieron de la mutua en que trabajaba cuatro años atrás y frustrado porque se ha enterado de que su ex compañero de trabajo, Antonio Pesadas —que trabajaba en la misma compañía de seguros que les despidió tras una reducción de plantilla— ahora es taxista y conduce un Mercedes, mientras que él es un simple portero de discoteca, vive amargado .
Julia trata de animarlo, recordándole que llevan 6 meses sin acostarse, pero él no se concentra, diciendo que se escucha la televisión del vecino. Por su parte, ella esperanzada, ahora, con el lujoso piso que tiene que vender y que decide quedarse para disfrutar de una noche romántica con su marido. El piso, que incluye televisión de pantalla gigante, sofá de cuero, cama de agua extragrande, e incluso jacuzzi y sauna finlandesa, simboliza todo lo que Julia no tiene y desea poseer. La lujosa decoración del piso y su exquisito diseño, su ubicación céntrica y el abrumador confort que irradia prometen reducir la distancia entre lo que Julia es y la fantasía en la que aspira a convertirse, Sin embargo, Ricardo está lleno de envidia y tiene su orgullo herido, Ricardo es incapaz de compartir la emoción que Julia siente por el piso. Su noche romántica se ve completamente arruinada cuando deciden utilizar la cama de agua y decenas de cucarachas empiezan a caer a través de una grieta en el techo. Este suceso parece confirmar que la aparente perfección del apartamento es tan falsa como las promesas que Julia vende a sus clientes.
Además, la cámara muestra a alguien disfrazado de Darth Vader y con respiración pesada espiándoles con binoculares desde el otro lado de la ventana con lo que el apartamento ni siquiera garantiza la intimidad que prometía a la pareja.
Terminando por enfriar su ánimos con la aparición de un montón de cucarachas y aguas que caen desde una grieta abierta en el techo, pese a los cual finalmente se quedarán dormidos en el sofá,
Ambos serán despertados a la mañana siguiente con el timbre de la puerta, Son una pareja de potenciales compradores. Ricardo debe ocultarse en el balcón para no ser visto, empapándose bajo la lluvia mientras su mujer debe mostrar el piso a una pareja, que, al ver el estado de la habitación deciden llamar a los bomberos pues la cama se está inundando de lo que cae desde el techo. Cuando se personan los bomberos aparecen por primera vez los vecinos .
Los bomberos derribarán la puerta del vecino de arriba ante la expectación de todos sus vecinos que parecían odiar al dueño del piso. Descubrirán que el piso está lleno de basura, estando el dueño muerto frente al televisor y medio devorado por los gatos.
La entrada de los vecinos en pantalla se intercalan con las imágenes del programa de televisión, un documental de animales, que Ricardo y Julia están viendo tras su experiencia con las cucarachas. El programa de televisión muestra una pareja de buitres en primer plano buscando una presa desde la rama de un árbol mientras una voz en off comenta las imágenes: “El buitre, sepulturero por naturaleza, devora a los muertos. Tan pronto como un buitre localiza a un animal muerto otros veinte descienden a compartir la presa. El chacal se une a ellos y el sombrío festín continúa hasta que ya no queda nada más”.
Evocando la imagen de los dos buitres buscando su presa desde el árbol, la cámara muestra desde un plano contrapicado a Encarna y Paquita vestidas con batas oscuras y observando desde la barandilla de la escalera. Un zoom-in las aproxima al espectador para que éste pueda percibir su emoción al mirar al piso del anciano, tal y como han estado vigilando durante años según revelará la película más adelante.
Impacientes por confirmar la muerte del anciano, el resto de vecinos también se reúne frente al piso como buitres frente a un cadáver: Charli (quien resulta ser el personaje disfrazado de Darth Vader), su madre Dolores (quien le propina una bofetada por ir vestido como “un travesti”), Ramona (quien también le propina otra bofetada), Julián y Hortensia.
Cuando uno de los bomberos confunde a Julia con el administrador de la comunidad, los vecinos trasladan toda su atención a ésta, posicionándola como la intrusa, el chacal que no pertenece a la comunidad: “¿Esta quién es? ¡Pero si no la conocemos de nada!” Julia, a la que todos toman por la nueva dueña del piso de abajo.
La rapacidad de ambos, vecinos (buitres) y Julia (chacal), se pone en evidencia poco después del descubrimiento del cadáver del anciano.
Julia, que ha entrado en el piso del muerto, se encuentra a Domínguez (Enrique Villén), otro vecino, hurgando entre la basura del viejo mientras canta una canción de piratas “¡15 hombres van en el cofre del muerto!”
No mucho más tarde, Julia canta la misma canción poco después de que los camilleros del Samur se lleven el cuerpo descompuesto del vecino y a este se le caíga la cartera. Julia se lleva a su casa la cartera. Al abrirle ve el DNI y encuentra un plano de un suelo ajedrezado. Cuando ella se tira en el sofá descubre que corresponde con el suelo del piso del vecino con una especie de crucigrama hecho a mano, comprendiendo por la noche al ver una anuncio de "Don Limpio", que lo que hay dibujado no es un crucigrama, sino un plano de las baldosas de la casa del muerto.
Julia, esa noche se cuela en la casa del vecino pese al precinto, consiguiendo gracias al plano encontrar enterradas bajo una baldosa movida bajo la que hay varias bolsas llenas de dinero. Tras cargar con las bolsas baja hasta "su casa", aunque antes de llegar a la misma sale Ramona, una de las vecinas que, creyendo que Julia va a bajar la basura la acompaña hasta la calle, hasta que comprueba que las echa en el contenedor.
Las recogerá poco después, ya sin la vigilancia de Ramona y justo antes de que se las lleven los del camión de la basura.
Tras encontrar el dinero llama al marido para que vaya al piso. Así acabaría la primera parte de la película , con una secuencia similar a la ocurrida entre Julia y Ricardo en su primer encuentro, pero con matices. Avisado por ella llega Ricardo, que aparece con un ojo morado y con la ropa destrozada, por el dueño de la discoteca, que además de golpearlo lo ha despidido, por lo que no está de humor para atender a su mujer, a la que le echa en cara que le esté recordando constantemente que lo echan de todos los trabajos y que es ella quien ahora tiene un sueldo fijo y quien lleva la casa. Mientras Julia sueña con las posibilidades que el dinero le ofrece (“Soy totalmente rica, puedo no gastarme un duro y vivir el resto de mi vida de los intereses sin trabajar ni un solo día”), Ricardo vuelve a interrumpir sus sueños. Esta vez Ricardo se marcha a su casa sin querer montarse fantasías en su cabeza de gente rica, no dándole a Julia la oportunidad de contarle lo que ha sucedido.
Cuando Julia intenta contarle su inesperado golpe de suerte, Ricardo le interrumpe diciendo que prefiere no imaginar nada. En ese preciso momento, se escucha un anuncio en televisión con el eslogan: “La droga más fuerte no es la velocidad. Es el dinero”, que muestra una serie de imágenes de coches de lujo y mujeres hermosas que obligan a imaginar precisamente lo que Ricardo no quiere. El anuncio produce un efecto contradictorio en la pareja: por un lado, aumenta la frustración y la resignación de Ricardo (“En esta vida tú y yo no vamos a poner el culo en un asiento de esos ni de coña, al menos que cojamos el taxi de Pesadas [...] Yo no puedo comprarme ni un Audi ni un Mercedes, ni tener a una chica como la del anuncio [...] Sabes porque no quiero quedarme en este piso ¡porque es exactamente lo que no vamos a tener nunca!”). Frente a ello los deseos materialistas de Julia aumentan. En cuanto se ve en posesión del dinero, Julia empieza a deshacerse de aquellos que se interponen entre ella y sus deseos, incluido su maridotras verse como un sujeto no querido por parte de Ricardo, y , tras salir, comenta para sí misma, que no sabe lo que se ha perdido.
Julia recibe la visita de uno de sus vecinos, Oswaldo. Ahora no dudará en “hacer desaparecer” de un ataque al corazón cuando Oswaldo, un vecino cubano e instructor de baile, le ofrece la oportunidad de pasar una noche animada en un fiesta, la de su llegada a España, y ¿por qué no? ...de pasión. Julia, que se siente de inmediato atraída por él acepta.
La segunda parte de la película comienza con la fiesta de bienvenida que los vecinos organizan para Julia con el fin de averiguar lo que sabe sobre el dinero. Mientras esperan la llegada de Julia, la cámara posiciona visualmente a Emilio (Emilio Gutiérrez Caba) , el administrador de la comunidad, como figura de autoridad.
Durante la fiesta, a la que acuden todos los vecinos, le presentan finalmente a Emilio Garrido, recién llegado de Eurodisney, donde estaba cuando murió el vecino de arriba. Encarna y Paquita le cuentan que al muerto le tocó una quiniela, y que desde entonces no volvió a salir de su piso.
En cuanto Oswaldo anuncia la llegada de Julia, la cámara muestra a todos los vecinos esperando inmóviles la señal de Emilio para comenzar la actuación y, a sonar la música. El administrador dirige sus movimientos como director de una orquesta y tras su señal, los vecinos interpretan una comunidad ideal con el fin de atraerla e impedir que se escape con el dinero. La importancia de esta farsa, es mostrar la rapacidad e hipocresía de los vecinos y el rol que se les asigna con sus respectivos lugares, poderes y funciones. Mostrando simultáneamente la farsa escénica y lo que ésta oculta tras el telón,
La actuación-farsa de los vecinos se lleva a cabo en tres actos. El primer acto empieza con la fiesta ficticia. Nada más llegar, Julia pregunta si todos los presentes son vecinos. Oswaldo contesta que son “una comunidad muy unida [...] como una piña”. Emilio añade que todos comparten un interés “por el bien común, el interés que todos [tienen] por el edificio”, ya que la mayoría de ellos han vivido allí toda su vida.
Al margen, Paquita y Encarna explican que el único vecino que no compartía un interés por el bien común era el anciano, quien enloqueció tras ganar la quiniela de catorce y nunca quiso dejar su piso porque aparentemente les tenía miedo. “Fíjese usted qué tontería, miedo a nosotras, ¡miedo!” dicen con risa histérica.
Como queriendo disipar cualquier atisbo de duda, Oswaldo insiste que la comunidad es como una familia y que se siente afortunado de vivir en el edificio. La escena termina con una imagen de toda la comunidad que finge cantar y bailar alegremente alrededor de Oswaldo y Julia.
La fiesta prosigue y Oswaldo y Julia parecen que van a enrollarse. Ambos suben al piso de Julia. Esta piensa que va a tener sus minutos de pasión con el cubano, aunque éste lo que quiere es servir de caballo de Troya para la comunidad. Antes de poner el cerrojo Julia mira por la mirilla y ve como varios vecinos golpean a Domínguez, al haberles contado ella a Hortensia y a Dolores, que él también entró estuvo en el piso. Tras entrar al piso, Julia y Oswaldo van a la cama de agua. Previamente él ha quitado el cerrojo de la puerta.
Los miembros de la comunidad han entrado y están revisando el piso, buscando el dinero. Al escuchar ruido Julia sale y ve el salón infectado de vecinos , que sin miramientos miran por todas las partes, pero no encuentran nada. Los echa amenazando con llamar a la policía. Salen y cuando ella regresa al dormitorio encuentra a Oswaldo en el cuarto de baño buscando el dinero. Ella, dolorida, lo hecha de su casa. Revisa que está el dinero que sigue en la maleta y decide escapar.
El segundo acto se inicia en el ascensor, cuando Julia trata de escapar con el dinero dentro de una maleta tras descubrir las intenciones de la comunidad. Así como en el primer acto los vecinos se presentan como una comunidad unida por un sentimiento compartido de pertenencia e identidad, en este acto los vecinos se retratan a sí mismos como una comunidad contractual (es decir, legal) basada en un acuerdo que supuestamente les concede el derecho a repartirse a partes iguales el dinero del anciano.
Trata entonces de marcharse de la casa, Tan pronto como Julia entra en el ascensor, Domínguez le advierte que los vecinos le persiguen para matarlo y que están abajo los están esperando y que los matarán a los dos, como mataron al ingeniero que vivía anteriormente en la casa que ocupa ella por no aceptar las normas de la comunidad negándose a participar en los turnos de vigilancia establecidos para evitar que su vecino pudiera escapar con los 500 millones - que Julia le aclara que son solo 300 - que le tocaron en las quinielas, y que todos estaban esperando la muerte del viejo para hacerse con su dinero y repartirlo. Amenazándola con un cuchillo en la garganta, le explica que todos acordaron vigilar al anciano día y noche para asegurarse de que no escapase para así repartir su dinero tras su muerte. El único que se negó a aceptar las reglas fue el ingeniero, el anterior inquilino del lujoso apartamento, y como consecuencia, simplemente “desapareció”.
Pronto comprobará Julia que los temores de Domínguez no eran infundados, ya que mientras tratan de huir en el ascensor que se había parado entre dos pisos se rompe el cable de este, quedando Domínguez atrapado entre el techo del ascensor y el suelo, ya que tenía medio cuerpo fuera, acabando su cuerpo cortado por la mitad brutalmente seccionado.
Hortensia (Paca Gabaldón), otra vecina, aprovecha el momento para apoderarse de la maleta con el dinero, pero Julia consigue amedrentarla con el cuchillo de Domínguez.
Hortensia, mujer de (Manuel tejada) , propietario de un videoclub en la esquina, bajo amenaza, trata de persuadir a Julia de la “buena fe” de la comunidad: el anciano no disfrutaba del dinero, y con el fin de que no revertiese en Hacienda tras su muerte.
Asustada, Julia se oculta en casa de Hortensia, a la que conseguirá mantener reducida con un cuchillo, y la cual le cuenta que habían acordado repartírselo todo a partes iguales y que no querían hacer daño a nadie. Tratando de salir de la comunidad se valdrá de Hortensia como rehén, sin hacerles caso pese a que le dicen que lo repartirán con ella.
El acto termina con los vecinos en la escalera intentado convencer a Julia de que forme parte de la comunidad de interés: “En esta maleta hay dinero para todos. Tú ya has demostrado lo que hay que tener. Te has ganado tu parte”.
Sale entonces Castro armado con su escopeta dispuesto a acabar con ella, salvándola la llegada de la policía, que acude a investigar la muerte de Domínguez,
Con el accidente y muerte de Gutiérrez la policía ha sido avisada y se personan los agentes Pradillo (Ramón Barea) y Gómez (Luis Tosar). Inicialmente ayudan a Julia e incluso la protegen, tratando ella de aprovechar la coyuntura para escabullirse, , pero Emilio Garrido le recuerda dos cosas:que ella fue la última que lo vio con vida, por lo que deberá ser interrogada. y que no ha echado la llave y que eso es peligroso para ella. Ella sube con Emilio, pero ella le pide a la policía que espere.
El tercer acto empieza cuando Emilio obliga violentamente a Julia a entrar en el piso. En forma de monólogo Emilio posiciona a Julia como la intrusa que amenaza con destruir el vínculo ético que une a la comunidad.
Garrido, que la golpea brutalmente, lamentando que todo ocurriera durante las únicas vacaciones que se permitió en 20 años, diciéndole que el mérito de la quiniela fue suyo, porque le dijo el resultado que le dio el dinero. Le dice que no está dispuesto a perder algo por lo que ha luchado durante tantos años, y que todos los vecinos sueñan con poder solucionar sus problemas con ese dinero, ante lo que Julia le dice que sabe que ese dinero no es para la comunidad, sino que se quedará él con todo, pues piensa que si ha sido capaz de matar, primero al ingeniero y después a Domínguez, no es por 30 millones, sino por 300.
A pesar de ofrecerle la oportunidad de ser “uno de ellos” y compartir “la suerte de vivir en esta casa”, Julia ha optado por seguir sus propios placeres e intereses. El egoísmo de Julia se opone a los valores de solidaridad, respeto y sacrificio en los que se fundamenta la comunidad: “La gente como tú me da pena [...] Sois todos iguales. Sólo pensáis en vosotros mismos [...] Vosotros no queréis responsabilidades, sólo vivir el presente, disfrutar de la vida a lo loco [...] Bueno, pues aquí no. Aquí somos una comunidad.” Como prueba de ello, Emilio aporta una lista de necesidades de cada vecino corregida anualmente, queriendo posicionar a la comunidad en un plano ético superior: “García tiene mal la cadera [...] [n]ecesita un coche [...] Paquita [...] [n]ecesita una dentadura nueva”. Si bien los vecinos interpretan su papel de comunidad ideal , tras el telón la película revela un orden de dominación basado en la desigualdad y la exclusión.
El orden de dominación se manifiesta de forma explícita en una conversación que Charli y su madre mantienen en la fiesta de bienvenida. Cuando Charli pide permiso a su madre para irse, su madre insiste en que se quede porque así lo quiere Emilio. Charli entonces se queja de que él nunca quiso firmar el acuerdo (“Yo no quería firmar, tú me obligaste”). Su madre le advierte de que puede acabar como el ingeniero.
La conversación demuestra que bajo la apariencia de acuerdo existen, como Charli, individuos que no son miembros voluntarios de la comunidad de consenso. A lo largo de la película, los vecinos tratan a Charli como un ser inferior (“un subnormal” como lo define Castro), sometido al cuidado materno e incapaz de pensar por sí mismo. Al relegar a Charli a la categoría de “subnormal”, la comunidad le excluye del espacio público de negociación colectiva y toma de decisiones.
Existen sólo dos opciones para aquellos que osen desafiarla: o bien se les obliga a aceptar el proyecto común, sus valores y reglas, convirtiéndose así en miembros pero no participantes en la comunidad (Charli); o si se niegan (como el viejo o el ingeniero), o se considera que han violado las reglas (como Domínguez), se convierten automáticamente en amenaza que debe ser eliminada, si es necesario por la fuerza.
Así, cuando Julia es capaz de discernir la retórica manipuladora de Emilio y le acusa directamente “Usted es un farsante y un ladrón, como yo ¡como todos!”, Emilio deja progresivamente de fingir y de justificarse y trata de matarla.
Garrido, armado con una enorme llave inglesa se dispone a acabar con ella en el baño, aunque, cuando ya parece que no va a poder salvarse del ataque, Julia tira de la alfombrilla y hace que Garrido caiga y se golpee en la cabeza, siendo él quien muera. Consigue arrastrarlo hasta la cama, simulando cuando llega un compañero de la inmobiliaria para suplirla que es su amante, y consiguiendo quitárselo de ese modo de encima, tras lo cual se acuesta a descansar junto a él, dándose cuenta entonces de que no está muerto y que despierta.
Llaman entonces al timbre, y cuando llega frente a la puerta le habla Oswaldo, que trata de convencerla de que se siente muy atraído por ella y de que él la puede ayudar a huir juntos, pero cuando abre la mirilla y mira se da cuenta de que junto a él se encuentran los demás vecinos armados, esperando que salga para acabar con ella.
Llega entonces Emilio Garrido hasta ella y tras hacerse con el cuchillo que llevaba ella trata de matarla, viéndose obligada a acabar con él a golpes de lámpara, si bien los vecinos, cansados de esperar derriban la puerta, debiendo ella ocultarse en el balcón tras romper la cuerda de la persiana.
Con esta ata la maleta y la lanza hasta el piso superior, hasta el que ella trepa pese al enorme peligro que entraña, llegando finalmente hasta el balcón de la casa del vecino muerte, donde cae finalmente desmayada. Ata la maleta con la cuerda de esta y la lanza hasta otro piso, al que trepará por esa puerta, quedándose colgando antes de empezar a trepar hasta otro balcón, el del muerto, cayendo allí desmayada.
Tras eso decide huir, usando como ía de escapa el piso del muerto. La última parte de la película comienza con la imagen de Julia atrapada en el piso del muerto, tras su lucha con Emilio.
Al tiempo que los vecinos tratan de forzar su entrada, Charli el hijo de Dolores, que es un poco retrasado, pero que, tras verla desnuda duchándose, se quedó prendado de ella, y que la ayuda a escapar por un agujero del techo, hacia la azotea. Charli consigue entrar de forma inesperada para ayudarle a través de un agujero en el techo que, según explica, planeaba utilizar con el anciano para escapar. El muchacho le explica que él era amigo del anciano muerto, al que había ayudado a planear la huida, que no llegó a producirse debido a que murió antes, prometiendo que la ayudará haciéndose el tonto como siempre. Charli, obsesionado con Darth Vader, del que siempre va disfrazado, trata en efecto de distraer a los vecinos con su espada de plástico mientras Julia ha de huir a través de los tejados cargada con la maleta.
Cuando Charli y Julia salen a la azotea, Charli intercambia la maleta con el dinero por otra maleta idéntica sin que Julia se de cuenta.
En la azotea mantienen el siguiente diálogo:
Charli: Este es mi plan. Tú huyes mientras yo los distraigo, como en La Estrella de la Muerte.
Julia: ¿Pero qué Estrella?
Charli: Han Solo distrae a los soldados imperiales mientras Luke y la princesa huyen. Pero vamos a ver, ¿cómo no te puedes acordar?
Julia: Por favor, ¡esto no es La Guerra de las galaxias!
Charli: La Fuerza está conmigo.
Julia: ¿Pero no te das cuenta de que te pueden matar?
Charli: Tranquila mujer, que no pasa nada. Me haré el tonto como siempre. Confía en mí, ¿vale?
Mientras Julia huye con la maleta, Charli, todavía disfrazado de Darth Vader, se encara con los vecinos con una espada de plástico.
Oswaldo y Castro se preguntan “¿pero mira por dónde nos ha salido el subnormal este?” y le propinan una paliza. Su madre sentencia cruelmente: “Tenía que haber hecho caso a tu padre y ahogarte en la bañera nada más nacer”.
Apartándolo a un lado, y tras ser golpeado, todos corren tras Julia que huye por los tejados y azoteas del centro de Madrid,
Oswaldo y Castro también se pelean entre sí, lo que le permite a Julia cobrar algo de ventaja, acabando Oswaldo tras la discusión colgado del mástil de la bandera del edificio del BBVA de la calle de Alcalá, desde el que acaba cayendo y muriendo.
Mientras Castro, aunque cojo, continúa la persecución, observado desde algo más atrás por el resto de los vecinos, entre los que se encuentra Ramona, que, en posesión de la escopeta de Castro dispara contra Julia, aunque falla el disparo, por lo que Castro la llama estúpida, ante lo que Ramona vuelve a disparar, aunque esta vez no contra Julia, sino contra el propio Castro, tras lo cual será ella la que continúe la persecución de Julia, que escala hasta lo alto del edificio, al que poco después llega Ramona, tras un salto espectacular, tiene lugar una pelea entre las patas de los caballos de las cuadrigas de las esculturas de Higinio Basterra que coronan el edificio.
Finalmente Ramona la empuja, aunque Julia consigue agarrarse a la pata de uno de los caballos, de la que queda colgando, consiguiendo volver hasta el pedestal donde discute con Ramona que le dice que son igual de ambiciosas porque se nace así, pidiéndole que reconozca que es como ella, lo que Julia se niega a aceptar.
En la escena culminante en que Julia y Ramona se enfrentan bajo la estatua ecuestre en la azotea del edificio, Ramona replica pero invierte las palabras anteriores de Julia a Emilio para obligarle a reconocer que ella también es como el resto de vecinos (“¡Qué mentirosa eres! Mira cómo te agarras a la maleta, como si llevaras el alma dentro. Tú eres como nosotros, como todos”).
Esta vez, sin embargo, Julia se ve reflejada en Ramona y rechaza la identificación: “No, Ramona, tú nunca harías esto” , mientras le lanza la maleta con el dinero, que Ramona atrapa, pero no suelta pese a que al hacerlo pierde el equilibrio cayendo hasta un patio de luces donde muere abrazada a la maleta, Tan pronto como Ramona yace muerta en el suelo, los demás vecinos llegan y empiezan a pelear entre ellos, como buitres ante una presa, por el dinero de la maleta, sin darse cuenta de que Charly huye con una maleta igual.
Un plano contrapicado muestra a Julia mirando hacia abajo donde reposa el cadáver de Ramona, que yace en la misma postura en la que se podía observar a Julia en el apartamento del viejo , lo que sugiere visualmente que Julia podría haber yacido muerta de no haber renunciado al dinero.
Los espectadores tienen noticia de la suerte final de la comunidad a través de un titular periodístico: “Un grupo de vecinos se mata entre sí por un dinero que no existe”, aludiendo al dinero del Monopoly que Charli había puesto en la maleta que entregó a Julia.
Días después del incidente con los vecinos, Julia lee el siguiente anuncio en el periódico: “Caballero Jedi necesita Princesa para relación seria. Julia te necesito, la Fuerza está conmigo. Interesadas dirigirse a El Oso y El Madroño”.
Julia esperará cada día a las 6 de la tarde en el Oso y el Madroño. Tras pasar varios días por la Puerta del Sol, sin éxito, finalmente Julia descubre que "El Oso y el Madroño" es un bar, donde encuentra finalmente a Charly, al que le pregunta por qué no le dijo que la maleta que se llevaba era falsa, asegurándole él, que, de haberlo hecho los demás lo habrían notado y no habría conseguido escapar y que si Charli le explica que si se lo hubiese contado, los vecinos lo habrían adivinado y no hubiera sido capaz de escapar.
Vemos entonces de nuevo la maleta, ahora abierta en el patio en medio de la sangre de Ramona y llena con los billetes de Monopoly que Charly acumuló durante años.
De manera más importante, Charli confiesa que quería probar si en el fondo Julia era igual que su madre. La escena cierra con una imagen que recuerda y al mismo tiempo se distancia de la fiesta falsa organizada por la comunidad de vecinos. Si aquella escena presentaba una imagen grotesca de la comunidad de vecinos fingiendo cantar y bailar alrededor de Julia y Oswaldo para hacerse con el dinero, esta última escena presenta de una forma similarmente grotesca una “comunidad” de clientes con aspecto de freaks bailando al son de un organillo y cantando alrededor de Julia y Charli, mientras éste último les reparte el dinero. Así se pone fin a la película.
Al ser cuestionado sobre esta imagen aterradora de la sociedad, Alex de la Iglesia afirma en una entrevista con Borja Hermoso que la violencia y el horror de la película no son nada en comparación con la crueldad de la realidad que aparece todos los días en los medios de comunicación. Según él, la comunidad de vecinos funciona como espejo en el que “vemos grotescamente distorsionados nuestros propios defectos”
Con el propósito de crear este reflejo grotesco, De la Iglesia utiliza diferentes estrategias narrativas y estéticas: desde el estilo de la sátira, la caricatura y el esperpento que ahondan en la intertextualidad; hasta interpretaciones exageradas, primerísimos primeros planos y un casting de actores veteranos del cine, televisión y teatro español caracterizados como desagradables y horrendos, bufos y aterradores, hilarantes y repugnantes al mismo tiempo.
Mercedes Maroto se centra en el personaje de Julia para enfatizar las relaciones de género. En su opinión, la película utiliza la caricatura social para denunciar el sexismo que impregna la sociedad española y sugiere alternativas para el cambio social e individual.
En una entrevista realizada al diario El mundo en la presentación de su película en el Festival de San Sebastian comentó a la entrevistadora, Beatrice Sartori que El eslogan dice "hay algo podrido en esta casa". ¿Qué, exactamente? La respuesta del director bilbaino fue "Lo que huele a podrido es la conciencia de todos los personajes. El planteamiento general de la película es que todos somos malas personas. Yo creo que es fundamental que el género humano vaya asumiendo esto.La película trata de un grupo de gente que vive así y que no lo reconoce. Que vive en su comunidad de vecinos y que está deseando que todo sea maravilloso y perfecto. Y que todo el mundo se lleve bien y que todo sea fabuloso y encantador. Todos esconden un contrato que han firmado entre ellos mismos para engañar y acabar con uno de los miembros de la comunidad que acertó una quiniela de 14. La moraleja de la historia y es triste que la tenga porque no me gustan las historias con moraleja dice: "Asumamos este elemento, no lo neguemos". Todos queremos la pasta. Vamos a asumirlo e intentemos hacer algo con ello.
Sobre Carmen Maura el director comentó en la entrevista que «Como actriz, yo la compararía con un megacentro comercial. Cuando Jorge Guerricaecheverría estábamos escribiendo el guión, nos dijimos: "Como esto no lo haga Carmen, no tiene ningún sentido". La llamé y le dije: "Carmen, si quieres hacer esta película, la escribimos; si no, no". Bueno, que no se entere de esto mi productor».
Sin embargo , y a pesar del protagonismo de ella, la auténtica protagonista de esta truculencia no es la taquicárdica agente inmobiliaria encarnada por la Maura, sino la propia comunidad, ese vecindario a medio camino entre los personajes de tebeo de 13, Rue del Percebe, de Ibáñez, la Historia de una escalera de Buero y la familia Monster. Y concluye «Sí, pero las cosas que les pasan a estos vecinos las puedes leer todos los días en los periódicos. Lo que les ocurre es una broma comparado con lo que ocurre en la realidad. O sea, abuelos que aparecen muertos porque la familia los ha abandonado. Eso ocurre de verdad en muchas casas, y la gente no se da cuenta de lo que pasa hasta que el inquilino muere y empieza a oler».
Lo que es cierto que en esta comedia negra hay grandes dosis de violencia soterrada -aunque tratadas desde un ángulo tebeístico y plagado de humor-
«La violencia real es infinitamente mayor en cantidad y en calidad cuando la gente no llega a un crimen. Todos los días hay situaciones de violencia legales. O sea, yo no tepuedo pegar un tiro, porque me detiene la policía. Pero sí te puedo amargar la vida, todos los días. Eso es acojonante».
Destacar como desde la secuencia de los créditos se establece la posición central del edificio, el tono general de sospecha y vigilancia enfatizada por una música ominosa, y el “régimen de lo-todo-visible”; esto es, un mundo de total transparencia en el que absolutamente todo (público y privado, exterior e interior, apariencia y realidad) se exhibe ante el espectador.
La película fue multipremiada. En los Goyas que hacían referencia a las películas del año 2000 recibió 3 Goyas: a la mejor actriz (Maura), al mejor actor secundario (Emilio Gutiérrez Caba), y a los efectos especiales
En el Festival de San Sebastián del año 2000 la premiada fue Carmen Maura a la Mejor actriz . En los Premios del Cine Europeo del año 2001 la película tuvo dos nominaciones y el Premio del Público.
La crítica es únanimemente elogiosa con la película. Pablo Kurt en filmaffinity destaca que "Carmen Maura -magnífica- encuentra una fortuna en el piso de un anciano muerto, y decide que no está demasiado dispuesta a compartirlo. Pero claro, el resto de los vecinos -curtido y estupendo reparto-, que saben de la existencia del dinero, quieren su parte... Humor negro y un toque de terror para un gran éxito de taquilla español, una cinta bien dirigida por De La Iglesia pero que, tras un comienzo prometedor, y a excepción de algunas escenas homenaje-plagio confeso a Hitchcock, ofrece mucha energía pero pocas sorpresas. En cualquier caso una interesante película que, tras la fallida "Muertos de risa", vuelve a situar al director vasco como el mejor garante de un género típicamente español: la comedia negra.
Carlos Boyero crítico al que Alex de la Iglesia lo valora en sus críticas apuntaba en las páginas del entonces su diario , El Mundo"Solté varias carcajadas interminables y mantuve la liberadora sonrisa durante la proyección de La Comunidad, dirigida por ese virtuoso de la imagen, señor dotado de humor contagiable, imaginativo, perveso y arriesgado Alex de la Iglesia"
Miguel Ángel Palomo en el Diario El País comentaba que era un "Delirio urbano, tan hilarante como estremecedor. (...) espléndido guión"
Muy interesante el artículo de Mónica López Lerma publicado por la Universidad de Helsinski y titulado Disenso en La Comunidad de Álex de la Iglesia .
Señalar que La comunidad es una pesadilla porque su horror es cercano, descifrable, prosaico. Esta comedia negrísima una enorme fuerza extrapolativapresente en las imágenes de la misma, en los diálogos Maura-Bonilla, en la confesión de Emilio, en la actuación de Carmen Maura, en la espectacularidad de ese elenco coral encabezado por Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez y Sancho Gracia.
Tal fue su impacto en la sociedad española que parte del elenco pasaría a ser la inspiración de una comedia ligera como fue Aquí no hay quien viva que fue emitida en Antena 3 entre el 7 de septiembre de 2003 y el 6 de julio de 2006 cuyo su éxito se encuentra en que ese carácter coral, en donde los diversos personajes comparten protagonismo casi por igual y unos guiones muy trabajados.Desde abril de 2007 se emite en Telecinco La que se avecina, su adaptación, con gran parte del equipo de actores, guionistas, productores y técnicos de Aquí no hay quien viva. Reconozco que no he visto ni una ni otra, pero sabiendo de lo que van, el padre putativo de la historia está en La Comunidad de Alex de la Iglesia. Pedazo de película.
Esta comedia, de humor negro, se estrenó en el 2000. Como suele ser habitual el director bilbaino contó con el guión de Jorge Guerricaechevarria y de él mismo. Igualmente tira de su equipo de trabajo habitual el músico Roque Baños, a fotografía de Kiko de la Rica.
El reparto está integrado por Carmen Maura (Julia García), Emilio Gutiérrez Caba (Emilio Garrido), Eduardo Antuña (el descerebrado Charly), Terele Pávez (Ramona), Roberto Perdomo (Oswaldo), Paca Gabaldón (Hortensia), Jesús Bonilla (Ricardo), Sancho Gracia (Castro), Kiti Manver (Dolores), María Asquerino (Encarna), Marta Fernández Muro (Paquita), Ane Gabarain (Karina), Manuel Tejada (Julián Chueca), Enrique Villén (Domínguez), Eduardo Gómez (García). A los que se suman Ramón Barea (policía) , Luis Tosar ( policía) Mariví Bilbao (una clienta que quiere ver el piso), Antonio de la Torre (el camarero), junto a Ion Gabella (Camillero), Aitor Mazo (Bombero) y Borja Elgea (Luis), .
En la secuencia de los créditos iniciales, una cámara posiciona a los espectadores como observadores de la historia. La secuencia comienza con un movimiento de cámara simulando el vuelo de un pájaro que se sitúa sobre un edificio majestuoso y muestra un gato en una de sus ventanas.
La cámara, siguiendo al gato, entra en una habitación llena de basura, agua sucia y un cadáver descompuesto que el gato empieza a lamer.
La secuencia se cierra con el gato disolviéndose en una espiral, en cuyo centro aparece un ojo que pertenece, según indican los créditos, a la actriz y protagonista de la película, Carmen Maura.
La cámara aísla su aterrorizado rostro a la izquierda de la pantalla y revela la causa de su terror: quince individuos dispuestos de manera que recuerdan a una rueda de reconocimiento policial y que resultan ser los miembros de La Comunidad.
Una vez comenzada la película vemos a la protagonista Julia (Carmen Maura) hablando por teléfono con su marido en frente del mismo edificio de los créditos iniciales. A medida que se acerca al edificio para conocer a sus clientes, Julia se encuentra un naipe con la figura del joker encima de una alcantarilla que lleva inscrito el nombre de Madrid.
Al abrir la puerta ya junto a los clientes que están mojados por la lluvia y han estado esperando se encuentra con un vestíbulo sucio, paredes agrietadas y desconchadas, manchas de humedad y goteras, y un contenedor de basura con el nombre de la calle: San Jerónimo 14, la calle del Congreso de los Diputados.
A pesar de las pésimas condiciones del interior, Julia, que trabaja para una agencia inmobiliaria, enfatiza las “superventajas” de su ubicación al tratar de vender el piso a sus clientes (metro, zonas verdes,...). A partir de ese momento, descubrimos que el céntrico edificio (metáfora de Madrid, y por ende, de España) es un teatro de apariencias engañosas, donde los individuos tienen fuertes intereses bastardos.
Tras salir los potenciales compradores Julia, que se prendado del piso, especialmente de su dotación interior, llama a su marido Ricardo para que vaya allí. Julia García decide aprovechar que tiene las llaves del mismo para preparar una suculenta cena, haciendo que Ricardo, su marido acuda vestido de smoking para pasar una noche de lujo y lujuria con él.
Ricardo, quien recientemente ha empezado a trabajar como portero de discoteca, llega cabreado por su nuevo trabajo en el que , además de ir en un frac que el ha de comprar, le vacilan hasta los adolescentes. En eso descubrimos qie la pareja pasa por una crisis de pareja y que sus discursos son contrarios, Ricardo amargado desde que le despidieron de la mutua en que trabajaba cuatro años atrás y frustrado porque se ha enterado de que su ex compañero de trabajo, Antonio Pesadas —que trabajaba en la misma compañía de seguros que les despidió tras una reducción de plantilla— ahora es taxista y conduce un Mercedes, mientras que él es un simple portero de discoteca, vive amargado .
Julia trata de animarlo, recordándole que llevan 6 meses sin acostarse, pero él no se concentra, diciendo que se escucha la televisión del vecino. Por su parte, ella esperanzada, ahora, con el lujoso piso que tiene que vender y que decide quedarse para disfrutar de una noche romántica con su marido. El piso, que incluye televisión de pantalla gigante, sofá de cuero, cama de agua extragrande, e incluso jacuzzi y sauna finlandesa, simboliza todo lo que Julia no tiene y desea poseer. La lujosa decoración del piso y su exquisito diseño, su ubicación céntrica y el abrumador confort que irradia prometen reducir la distancia entre lo que Julia es y la fantasía en la que aspira a convertirse, Sin embargo, Ricardo está lleno de envidia y tiene su orgullo herido, Ricardo es incapaz de compartir la emoción que Julia siente por el piso. Su noche romántica se ve completamente arruinada cuando deciden utilizar la cama de agua y decenas de cucarachas empiezan a caer a través de una grieta en el techo. Este suceso parece confirmar que la aparente perfección del apartamento es tan falsa como las promesas que Julia vende a sus clientes.
Además, la cámara muestra a alguien disfrazado de Darth Vader y con respiración pesada espiándoles con binoculares desde el otro lado de la ventana con lo que el apartamento ni siquiera garantiza la intimidad que prometía a la pareja.
Ambos serán despertados a la mañana siguiente con el timbre de la puerta, Son una pareja de potenciales compradores. Ricardo debe ocultarse en el balcón para no ser visto, empapándose bajo la lluvia mientras su mujer debe mostrar el piso a una pareja, que, al ver el estado de la habitación deciden llamar a los bomberos pues la cama se está inundando de lo que cae desde el techo. Cuando se personan los bomberos aparecen por primera vez los vecinos .
Los bomberos derribarán la puerta del vecino de arriba ante la expectación de todos sus vecinos que parecían odiar al dueño del piso. Descubrirán que el piso está lleno de basura, estando el dueño muerto frente al televisor y medio devorado por los gatos.
La entrada de los vecinos en pantalla se intercalan con las imágenes del programa de televisión, un documental de animales, que Ricardo y Julia están viendo tras su experiencia con las cucarachas. El programa de televisión muestra una pareja de buitres en primer plano buscando una presa desde la rama de un árbol mientras una voz en off comenta las imágenes: “El buitre, sepulturero por naturaleza, devora a los muertos. Tan pronto como un buitre localiza a un animal muerto otros veinte descienden a compartir la presa. El chacal se une a ellos y el sombrío festín continúa hasta que ya no queda nada más”.
Evocando la imagen de los dos buitres buscando su presa desde el árbol, la cámara muestra desde un plano contrapicado a Encarna y Paquita vestidas con batas oscuras y observando desde la barandilla de la escalera. Un zoom-in las aproxima al espectador para que éste pueda percibir su emoción al mirar al piso del anciano, tal y como han estado vigilando durante años según revelará la película más adelante.
Impacientes por confirmar la muerte del anciano, el resto de vecinos también se reúne frente al piso como buitres frente a un cadáver: Charli (quien resulta ser el personaje disfrazado de Darth Vader), su madre Dolores (quien le propina una bofetada por ir vestido como “un travesti”), Ramona (quien también le propina otra bofetada), Julián y Hortensia.
Cuando uno de los bomberos confunde a Julia con el administrador de la comunidad, los vecinos trasladan toda su atención a ésta, posicionándola como la intrusa, el chacal que no pertenece a la comunidad: “¿Esta quién es? ¡Pero si no la conocemos de nada!” Julia, a la que todos toman por la nueva dueña del piso de abajo.
La rapacidad de ambos, vecinos (buitres) y Julia (chacal), se pone en evidencia poco después del descubrimiento del cadáver del anciano.
Julia, que ha entrado en el piso del muerto, se encuentra a Domínguez (Enrique Villén), otro vecino, hurgando entre la basura del viejo mientras canta una canción de piratas “¡15 hombres van en el cofre del muerto!”
No mucho más tarde, Julia canta la misma canción poco después de que los camilleros del Samur se lleven el cuerpo descompuesto del vecino y a este se le caíga la cartera. Julia se lleva a su casa la cartera. Al abrirle ve el DNI y encuentra un plano de un suelo ajedrezado. Cuando ella se tira en el sofá descubre que corresponde con el suelo del piso del vecino con una especie de crucigrama hecho a mano, comprendiendo por la noche al ver una anuncio de "Don Limpio", que lo que hay dibujado no es un crucigrama, sino un plano de las baldosas de la casa del muerto.
Julia, esa noche se cuela en la casa del vecino pese al precinto, consiguiendo gracias al plano encontrar enterradas bajo una baldosa movida bajo la que hay varias bolsas llenas de dinero. Tras cargar con las bolsas baja hasta "su casa", aunque antes de llegar a la misma sale Ramona, una de las vecinas que, creyendo que Julia va a bajar la basura la acompaña hasta la calle, hasta que comprueba que las echa en el contenedor.
Las recogerá poco después, ya sin la vigilancia de Ramona y justo antes de que se las lleven los del camión de la basura.
Tras encontrar el dinero llama al marido para que vaya al piso. Así acabaría la primera parte de la película , con una secuencia similar a la ocurrida entre Julia y Ricardo en su primer encuentro, pero con matices. Avisado por ella llega Ricardo, que aparece con un ojo morado y con la ropa destrozada, por el dueño de la discoteca, que además de golpearlo lo ha despidido, por lo que no está de humor para atender a su mujer, a la que le echa en cara que le esté recordando constantemente que lo echan de todos los trabajos y que es ella quien ahora tiene un sueldo fijo y quien lleva la casa. Mientras Julia sueña con las posibilidades que el dinero le ofrece (“Soy totalmente rica, puedo no gastarme un duro y vivir el resto de mi vida de los intereses sin trabajar ni un solo día”), Ricardo vuelve a interrumpir sus sueños. Esta vez Ricardo se marcha a su casa sin querer montarse fantasías en su cabeza de gente rica, no dándole a Julia la oportunidad de contarle lo que ha sucedido.
Cuando Julia intenta contarle su inesperado golpe de suerte, Ricardo le interrumpe diciendo que prefiere no imaginar nada. En ese preciso momento, se escucha un anuncio en televisión con el eslogan: “La droga más fuerte no es la velocidad. Es el dinero”, que muestra una serie de imágenes de coches de lujo y mujeres hermosas que obligan a imaginar precisamente lo que Ricardo no quiere. El anuncio produce un efecto contradictorio en la pareja: por un lado, aumenta la frustración y la resignación de Ricardo (“En esta vida tú y yo no vamos a poner el culo en un asiento de esos ni de coña, al menos que cojamos el taxi de Pesadas [...] Yo no puedo comprarme ni un Audi ni un Mercedes, ni tener a una chica como la del anuncio [...] Sabes porque no quiero quedarme en este piso ¡porque es exactamente lo que no vamos a tener nunca!”). Frente a ello los deseos materialistas de Julia aumentan. En cuanto se ve en posesión del dinero, Julia empieza a deshacerse de aquellos que se interponen entre ella y sus deseos, incluido su maridotras verse como un sujeto no querido por parte de Ricardo, y , tras salir, comenta para sí misma, que no sabe lo que se ha perdido.
Julia recibe la visita de uno de sus vecinos, Oswaldo. Ahora no dudará en “hacer desaparecer” de un ataque al corazón cuando Oswaldo, un vecino cubano e instructor de baile, le ofrece la oportunidad de pasar una noche animada en un fiesta, la de su llegada a España, y ¿por qué no? ...de pasión. Julia, que se siente de inmediato atraída por él acepta.
La segunda parte de la película comienza con la fiesta de bienvenida que los vecinos organizan para Julia con el fin de averiguar lo que sabe sobre el dinero. Mientras esperan la llegada de Julia, la cámara posiciona visualmente a Emilio (Emilio Gutiérrez Caba) , el administrador de la comunidad, como figura de autoridad.
Durante la fiesta, a la que acuden todos los vecinos, le presentan finalmente a Emilio Garrido, recién llegado de Eurodisney, donde estaba cuando murió el vecino de arriba. Encarna y Paquita le cuentan que al muerto le tocó una quiniela, y que desde entonces no volvió a salir de su piso.
En cuanto Oswaldo anuncia la llegada de Julia, la cámara muestra a todos los vecinos esperando inmóviles la señal de Emilio para comenzar la actuación y, a sonar la música. El administrador dirige sus movimientos como director de una orquesta y tras su señal, los vecinos interpretan una comunidad ideal con el fin de atraerla e impedir que se escape con el dinero. La importancia de esta farsa, es mostrar la rapacidad e hipocresía de los vecinos y el rol que se les asigna con sus respectivos lugares, poderes y funciones. Mostrando simultáneamente la farsa escénica y lo que ésta oculta tras el telón,
La actuación-farsa de los vecinos se lleva a cabo en tres actos. El primer acto empieza con la fiesta ficticia. Nada más llegar, Julia pregunta si todos los presentes son vecinos. Oswaldo contesta que son “una comunidad muy unida [...] como una piña”. Emilio añade que todos comparten un interés “por el bien común, el interés que todos [tienen] por el edificio”, ya que la mayoría de ellos han vivido allí toda su vida.
Al margen, Paquita y Encarna explican que el único vecino que no compartía un interés por el bien común era el anciano, quien enloqueció tras ganar la quiniela de catorce y nunca quiso dejar su piso porque aparentemente les tenía miedo. “Fíjese usted qué tontería, miedo a nosotras, ¡miedo!” dicen con risa histérica.
Como queriendo disipar cualquier atisbo de duda, Oswaldo insiste que la comunidad es como una familia y que se siente afortunado de vivir en el edificio. La escena termina con una imagen de toda la comunidad que finge cantar y bailar alegremente alrededor de Oswaldo y Julia.
La fiesta prosigue y Oswaldo y Julia parecen que van a enrollarse. Ambos suben al piso de Julia. Esta piensa que va a tener sus minutos de pasión con el cubano, aunque éste lo que quiere es servir de caballo de Troya para la comunidad. Antes de poner el cerrojo Julia mira por la mirilla y ve como varios vecinos golpean a Domínguez, al haberles contado ella a Hortensia y a Dolores, que él también entró estuvo en el piso. Tras entrar al piso, Julia y Oswaldo van a la cama de agua. Previamente él ha quitado el cerrojo de la puerta.
Los miembros de la comunidad han entrado y están revisando el piso, buscando el dinero. Al escuchar ruido Julia sale y ve el salón infectado de vecinos , que sin miramientos miran por todas las partes, pero no encuentran nada. Los echa amenazando con llamar a la policía. Salen y cuando ella regresa al dormitorio encuentra a Oswaldo en el cuarto de baño buscando el dinero. Ella, dolorida, lo hecha de su casa. Revisa que está el dinero que sigue en la maleta y decide escapar.
El segundo acto se inicia en el ascensor, cuando Julia trata de escapar con el dinero dentro de una maleta tras descubrir las intenciones de la comunidad. Así como en el primer acto los vecinos se presentan como una comunidad unida por un sentimiento compartido de pertenencia e identidad, en este acto los vecinos se retratan a sí mismos como una comunidad contractual (es decir, legal) basada en un acuerdo que supuestamente les concede el derecho a repartirse a partes iguales el dinero del anciano.
Trata entonces de marcharse de la casa, Tan pronto como Julia entra en el ascensor, Domínguez le advierte que los vecinos le persiguen para matarlo y que están abajo los están esperando y que los matarán a los dos, como mataron al ingeniero que vivía anteriormente en la casa que ocupa ella por no aceptar las normas de la comunidad negándose a participar en los turnos de vigilancia establecidos para evitar que su vecino pudiera escapar con los 500 millones - que Julia le aclara que son solo 300 - que le tocaron en las quinielas, y que todos estaban esperando la muerte del viejo para hacerse con su dinero y repartirlo. Amenazándola con un cuchillo en la garganta, le explica que todos acordaron vigilar al anciano día y noche para asegurarse de que no escapase para así repartir su dinero tras su muerte. El único que se negó a aceptar las reglas fue el ingeniero, el anterior inquilino del lujoso apartamento, y como consecuencia, simplemente “desapareció”.
Pronto comprobará Julia que los temores de Domínguez no eran infundados, ya que mientras tratan de huir en el ascensor que se había parado entre dos pisos se rompe el cable de este, quedando Domínguez atrapado entre el techo del ascensor y el suelo, ya que tenía medio cuerpo fuera, acabando su cuerpo cortado por la mitad brutalmente seccionado.
Hortensia (Paca Gabaldón), otra vecina, aprovecha el momento para apoderarse de la maleta con el dinero, pero Julia consigue amedrentarla con el cuchillo de Domínguez.
Hortensia, mujer de (Manuel tejada) , propietario de un videoclub en la esquina, bajo amenaza, trata de persuadir a Julia de la “buena fe” de la comunidad: el anciano no disfrutaba del dinero, y con el fin de que no revertiese en Hacienda tras su muerte.
Asustada, Julia se oculta en casa de Hortensia, a la que conseguirá mantener reducida con un cuchillo, y la cual le cuenta que habían acordado repartírselo todo a partes iguales y que no querían hacer daño a nadie. Tratando de salir de la comunidad se valdrá de Hortensia como rehén, sin hacerles caso pese a que le dicen que lo repartirán con ella.
El acto termina con los vecinos en la escalera intentado convencer a Julia de que forme parte de la comunidad de interés: “En esta maleta hay dinero para todos. Tú ya has demostrado lo que hay que tener. Te has ganado tu parte”.
Sale entonces Castro armado con su escopeta dispuesto a acabar con ella, salvándola la llegada de la policía, que acude a investigar la muerte de Domínguez,
Con el accidente y muerte de Gutiérrez la policía ha sido avisada y se personan los agentes Pradillo (Ramón Barea) y Gómez (Luis Tosar). Inicialmente ayudan a Julia e incluso la protegen, tratando ella de aprovechar la coyuntura para escabullirse, , pero Emilio Garrido le recuerda dos cosas:que ella fue la última que lo vio con vida, por lo que deberá ser interrogada. y que no ha echado la llave y que eso es peligroso para ella. Ella sube con Emilio, pero ella le pide a la policía que espere.
El tercer acto empieza cuando Emilio obliga violentamente a Julia a entrar en el piso. En forma de monólogo Emilio posiciona a Julia como la intrusa que amenaza con destruir el vínculo ético que une a la comunidad.
Garrido, que la golpea brutalmente, lamentando que todo ocurriera durante las únicas vacaciones que se permitió en 20 años, diciéndole que el mérito de la quiniela fue suyo, porque le dijo el resultado que le dio el dinero. Le dice que no está dispuesto a perder algo por lo que ha luchado durante tantos años, y que todos los vecinos sueñan con poder solucionar sus problemas con ese dinero, ante lo que Julia le dice que sabe que ese dinero no es para la comunidad, sino que se quedará él con todo, pues piensa que si ha sido capaz de matar, primero al ingeniero y después a Domínguez, no es por 30 millones, sino por 300.
A pesar de ofrecerle la oportunidad de ser “uno de ellos” y compartir “la suerte de vivir en esta casa”, Julia ha optado por seguir sus propios placeres e intereses. El egoísmo de Julia se opone a los valores de solidaridad, respeto y sacrificio en los que se fundamenta la comunidad: “La gente como tú me da pena [...] Sois todos iguales. Sólo pensáis en vosotros mismos [...] Vosotros no queréis responsabilidades, sólo vivir el presente, disfrutar de la vida a lo loco [...] Bueno, pues aquí no. Aquí somos una comunidad.” Como prueba de ello, Emilio aporta una lista de necesidades de cada vecino corregida anualmente, queriendo posicionar a la comunidad en un plano ético superior: “García tiene mal la cadera [...] [n]ecesita un coche [...] Paquita [...] [n]ecesita una dentadura nueva”. Si bien los vecinos interpretan su papel de comunidad ideal , tras el telón la película revela un orden de dominación basado en la desigualdad y la exclusión.
El orden de dominación se manifiesta de forma explícita en una conversación que Charli y su madre mantienen en la fiesta de bienvenida. Cuando Charli pide permiso a su madre para irse, su madre insiste en que se quede porque así lo quiere Emilio. Charli entonces se queja de que él nunca quiso firmar el acuerdo (“Yo no quería firmar, tú me obligaste”). Su madre le advierte de que puede acabar como el ingeniero.
La conversación demuestra que bajo la apariencia de acuerdo existen, como Charli, individuos que no son miembros voluntarios de la comunidad de consenso. A lo largo de la película, los vecinos tratan a Charli como un ser inferior (“un subnormal” como lo define Castro), sometido al cuidado materno e incapaz de pensar por sí mismo. Al relegar a Charli a la categoría de “subnormal”, la comunidad le excluye del espacio público de negociación colectiva y toma de decisiones.
Existen sólo dos opciones para aquellos que osen desafiarla: o bien se les obliga a aceptar el proyecto común, sus valores y reglas, convirtiéndose así en miembros pero no participantes en la comunidad (Charli); o si se niegan (como el viejo o el ingeniero), o se considera que han violado las reglas (como Domínguez), se convierten automáticamente en amenaza que debe ser eliminada, si es necesario por la fuerza.
Así, cuando Julia es capaz de discernir la retórica manipuladora de Emilio y le acusa directamente “Usted es un farsante y un ladrón, como yo ¡como todos!”, Emilio deja progresivamente de fingir y de justificarse y trata de matarla.
Garrido, armado con una enorme llave inglesa se dispone a acabar con ella en el baño, aunque, cuando ya parece que no va a poder salvarse del ataque, Julia tira de la alfombrilla y hace que Garrido caiga y se golpee en la cabeza, siendo él quien muera. Consigue arrastrarlo hasta la cama, simulando cuando llega un compañero de la inmobiliaria para suplirla que es su amante, y consiguiendo quitárselo de ese modo de encima, tras lo cual se acuesta a descansar junto a él, dándose cuenta entonces de que no está muerto y que despierta.
Llaman entonces al timbre, y cuando llega frente a la puerta le habla Oswaldo, que trata de convencerla de que se siente muy atraído por ella y de que él la puede ayudar a huir juntos, pero cuando abre la mirilla y mira se da cuenta de que junto a él se encuentran los demás vecinos armados, esperando que salga para acabar con ella.
Llega entonces Emilio Garrido hasta ella y tras hacerse con el cuchillo que llevaba ella trata de matarla, viéndose obligada a acabar con él a golpes de lámpara, si bien los vecinos, cansados de esperar derriban la puerta, debiendo ella ocultarse en el balcón tras romper la cuerda de la persiana.
Con esta ata la maleta y la lanza hasta el piso superior, hasta el que ella trepa pese al enorme peligro que entraña, llegando finalmente hasta el balcón de la casa del vecino muerte, donde cae finalmente desmayada. Ata la maleta con la cuerda de esta y la lanza hasta otro piso, al que trepará por esa puerta, quedándose colgando antes de empezar a trepar hasta otro balcón, el del muerto, cayendo allí desmayada.
Tras eso decide huir, usando como ía de escapa el piso del muerto. La última parte de la película comienza con la imagen de Julia atrapada en el piso del muerto, tras su lucha con Emilio.
Al tiempo que los vecinos tratan de forzar su entrada, Charli el hijo de Dolores, que es un poco retrasado, pero que, tras verla desnuda duchándose, se quedó prendado de ella, y que la ayuda a escapar por un agujero del techo, hacia la azotea. Charli consigue entrar de forma inesperada para ayudarle a través de un agujero en el techo que, según explica, planeaba utilizar con el anciano para escapar. El muchacho le explica que él era amigo del anciano muerto, al que había ayudado a planear la huida, que no llegó a producirse debido a que murió antes, prometiendo que la ayudará haciéndose el tonto como siempre. Charli, obsesionado con Darth Vader, del que siempre va disfrazado, trata en efecto de distraer a los vecinos con su espada de plástico mientras Julia ha de huir a través de los tejados cargada con la maleta.
Cuando Charli y Julia salen a la azotea, Charli intercambia la maleta con el dinero por otra maleta idéntica sin que Julia se de cuenta.
En la azotea mantienen el siguiente diálogo:
Charli: Este es mi plan. Tú huyes mientras yo los distraigo, como en La Estrella de la Muerte.
Julia: ¿Pero qué Estrella?
Charli: Han Solo distrae a los soldados imperiales mientras Luke y la princesa huyen. Pero vamos a ver, ¿cómo no te puedes acordar?
Julia: Por favor, ¡esto no es La Guerra de las galaxias!
Charli: La Fuerza está conmigo.
Julia: ¿Pero no te das cuenta de que te pueden matar?
Charli: Tranquila mujer, que no pasa nada. Me haré el tonto como siempre. Confía en mí, ¿vale?
Mientras Julia huye con la maleta, Charli, todavía disfrazado de Darth Vader, se encara con los vecinos con una espada de plástico.
Oswaldo y Castro se preguntan “¿pero mira por dónde nos ha salido el subnormal este?” y le propinan una paliza. Su madre sentencia cruelmente: “Tenía que haber hecho caso a tu padre y ahogarte en la bañera nada más nacer”.
Apartándolo a un lado, y tras ser golpeado, todos corren tras Julia que huye por los tejados y azoteas del centro de Madrid,
Oswaldo y Castro también se pelean entre sí, lo que le permite a Julia cobrar algo de ventaja, acabando Oswaldo tras la discusión colgado del mástil de la bandera del edificio del BBVA de la calle de Alcalá, desde el que acaba cayendo y muriendo.
Mientras Castro, aunque cojo, continúa la persecución, observado desde algo más atrás por el resto de los vecinos, entre los que se encuentra Ramona, que, en posesión de la escopeta de Castro dispara contra Julia, aunque falla el disparo, por lo que Castro la llama estúpida, ante lo que Ramona vuelve a disparar, aunque esta vez no contra Julia, sino contra el propio Castro, tras lo cual será ella la que continúe la persecución de Julia, que escala hasta lo alto del edificio, al que poco después llega Ramona, tras un salto espectacular, tiene lugar una pelea entre las patas de los caballos de las cuadrigas de las esculturas de Higinio Basterra que coronan el edificio.
Finalmente Ramona la empuja, aunque Julia consigue agarrarse a la pata de uno de los caballos, de la que queda colgando, consiguiendo volver hasta el pedestal donde discute con Ramona que le dice que son igual de ambiciosas porque se nace así, pidiéndole que reconozca que es como ella, lo que Julia se niega a aceptar.
En la escena culminante en que Julia y Ramona se enfrentan bajo la estatua ecuestre en la azotea del edificio, Ramona replica pero invierte las palabras anteriores de Julia a Emilio para obligarle a reconocer que ella también es como el resto de vecinos (“¡Qué mentirosa eres! Mira cómo te agarras a la maleta, como si llevaras el alma dentro. Tú eres como nosotros, como todos”).
Esta vez, sin embargo, Julia se ve reflejada en Ramona y rechaza la identificación: “No, Ramona, tú nunca harías esto” , mientras le lanza la maleta con el dinero, que Ramona atrapa, pero no suelta pese a que al hacerlo pierde el equilibrio cayendo hasta un patio de luces donde muere abrazada a la maleta, Tan pronto como Ramona yace muerta en el suelo, los demás vecinos llegan y empiezan a pelear entre ellos, como buitres ante una presa, por el dinero de la maleta, sin darse cuenta de que Charly huye con una maleta igual.
Un plano contrapicado muestra a Julia mirando hacia abajo donde reposa el cadáver de Ramona, que yace en la misma postura en la que se podía observar a Julia en el apartamento del viejo , lo que sugiere visualmente que Julia podría haber yacido muerta de no haber renunciado al dinero.
Los espectadores tienen noticia de la suerte final de la comunidad a través de un titular periodístico: “Un grupo de vecinos se mata entre sí por un dinero que no existe”, aludiendo al dinero del Monopoly que Charli había puesto en la maleta que entregó a Julia.
Días después del incidente con los vecinos, Julia lee el siguiente anuncio en el periódico: “Caballero Jedi necesita Princesa para relación seria. Julia te necesito, la Fuerza está conmigo. Interesadas dirigirse a El Oso y El Madroño”.
Julia esperará cada día a las 6 de la tarde en el Oso y el Madroño. Tras pasar varios días por la Puerta del Sol, sin éxito, finalmente Julia descubre que "El Oso y el Madroño" es un bar, donde encuentra finalmente a Charly, al que le pregunta por qué no le dijo que la maleta que se llevaba era falsa, asegurándole él, que, de haberlo hecho los demás lo habrían notado y no habría conseguido escapar y que si Charli le explica que si se lo hubiese contado, los vecinos lo habrían adivinado y no hubiera sido capaz de escapar.
Vemos entonces de nuevo la maleta, ahora abierta en el patio en medio de la sangre de Ramona y llena con los billetes de Monopoly que Charly acumuló durante años.
De manera más importante, Charli confiesa que quería probar si en el fondo Julia era igual que su madre. La escena cierra con una imagen que recuerda y al mismo tiempo se distancia de la fiesta falsa organizada por la comunidad de vecinos. Si aquella escena presentaba una imagen grotesca de la comunidad de vecinos fingiendo cantar y bailar alrededor de Julia y Oswaldo para hacerse con el dinero, esta última escena presenta de una forma similarmente grotesca una “comunidad” de clientes con aspecto de freaks bailando al son de un organillo y cantando alrededor de Julia y Charli, mientras éste último les reparte el dinero. Así se pone fin a la película.
Al ser cuestionado sobre esta imagen aterradora de la sociedad, Alex de la Iglesia afirma en una entrevista con Borja Hermoso que la violencia y el horror de la película no son nada en comparación con la crueldad de la realidad que aparece todos los días en los medios de comunicación. Según él, la comunidad de vecinos funciona como espejo en el que “vemos grotescamente distorsionados nuestros propios defectos”
Con el propósito de crear este reflejo grotesco, De la Iglesia utiliza diferentes estrategias narrativas y estéticas: desde el estilo de la sátira, la caricatura y el esperpento que ahondan en la intertextualidad; hasta interpretaciones exageradas, primerísimos primeros planos y un casting de actores veteranos del cine, televisión y teatro español caracterizados como desagradables y horrendos, bufos y aterradores, hilarantes y repugnantes al mismo tiempo.
Mercedes Maroto se centra en el personaje de Julia para enfatizar las relaciones de género. En su opinión, la película utiliza la caricatura social para denunciar el sexismo que impregna la sociedad española y sugiere alternativas para el cambio social e individual.
En una entrevista realizada al diario El mundo en la presentación de su película en el Festival de San Sebastian comentó a la entrevistadora, Beatrice Sartori que El eslogan dice "hay algo podrido en esta casa". ¿Qué, exactamente? La respuesta del director bilbaino fue "Lo que huele a podrido es la conciencia de todos los personajes. El planteamiento general de la película es que todos somos malas personas. Yo creo que es fundamental que el género humano vaya asumiendo esto.La película trata de un grupo de gente que vive así y que no lo reconoce. Que vive en su comunidad de vecinos y que está deseando que todo sea maravilloso y perfecto. Y que todo el mundo se lleve bien y que todo sea fabuloso y encantador. Todos esconden un contrato que han firmado entre ellos mismos para engañar y acabar con uno de los miembros de la comunidad que acertó una quiniela de 14. La moraleja de la historia y es triste que la tenga porque no me gustan las historias con moraleja dice: "Asumamos este elemento, no lo neguemos". Todos queremos la pasta. Vamos a asumirlo e intentemos hacer algo con ello.
Sobre Carmen Maura el director comentó en la entrevista que «Como actriz, yo la compararía con un megacentro comercial. Cuando Jorge Guerricaecheverría estábamos escribiendo el guión, nos dijimos: "Como esto no lo haga Carmen, no tiene ningún sentido". La llamé y le dije: "Carmen, si quieres hacer esta película, la escribimos; si no, no". Bueno, que no se entere de esto mi productor».
Sin embargo , y a pesar del protagonismo de ella, la auténtica protagonista de esta truculencia no es la taquicárdica agente inmobiliaria encarnada por la Maura, sino la propia comunidad, ese vecindario a medio camino entre los personajes de tebeo de 13, Rue del Percebe, de Ibáñez, la Historia de una escalera de Buero y la familia Monster. Y concluye «Sí, pero las cosas que les pasan a estos vecinos las puedes leer todos los días en los periódicos. Lo que les ocurre es una broma comparado con lo que ocurre en la realidad. O sea, abuelos que aparecen muertos porque la familia los ha abandonado. Eso ocurre de verdad en muchas casas, y la gente no se da cuenta de lo que pasa hasta que el inquilino muere y empieza a oler».
Lo que es cierto que en esta comedia negra hay grandes dosis de violencia soterrada -aunque tratadas desde un ángulo tebeístico y plagado de humor-
«La violencia real es infinitamente mayor en cantidad y en calidad cuando la gente no llega a un crimen. Todos los días hay situaciones de violencia legales. O sea, yo no tepuedo pegar un tiro, porque me detiene la policía. Pero sí te puedo amargar la vida, todos los días. Eso es acojonante».
Destacar como desde la secuencia de los créditos se establece la posición central del edificio, el tono general de sospecha y vigilancia enfatizada por una música ominosa, y el “régimen de lo-todo-visible”; esto es, un mundo de total transparencia en el que absolutamente todo (público y privado, exterior e interior, apariencia y realidad) se exhibe ante el espectador.
La película fue multipremiada. En los Goyas que hacían referencia a las películas del año 2000 recibió 3 Goyas: a la mejor actriz (Maura), al mejor actor secundario (Emilio Gutiérrez Caba), y a los efectos especiales
En el Festival de San Sebastián del año 2000 la premiada fue Carmen Maura a la Mejor actriz . En los Premios del Cine Europeo del año 2001 la película tuvo dos nominaciones y el Premio del Público.
La crítica es únanimemente elogiosa con la película. Pablo Kurt en filmaffinity destaca que "Carmen Maura -magnífica- encuentra una fortuna en el piso de un anciano muerto, y decide que no está demasiado dispuesta a compartirlo. Pero claro, el resto de los vecinos -curtido y estupendo reparto-, que saben de la existencia del dinero, quieren su parte... Humor negro y un toque de terror para un gran éxito de taquilla español, una cinta bien dirigida por De La Iglesia pero que, tras un comienzo prometedor, y a excepción de algunas escenas homenaje-plagio confeso a Hitchcock, ofrece mucha energía pero pocas sorpresas. En cualquier caso una interesante película que, tras la fallida "Muertos de risa", vuelve a situar al director vasco como el mejor garante de un género típicamente español: la comedia negra.
Carlos Boyero crítico al que Alex de la Iglesia lo valora en sus críticas apuntaba en las páginas del entonces su diario , El Mundo"Solté varias carcajadas interminables y mantuve la liberadora sonrisa durante la proyección de La Comunidad, dirigida por ese virtuoso de la imagen, señor dotado de humor contagiable, imaginativo, perveso y arriesgado Alex de la Iglesia"
Miguel Ángel Palomo en el Diario El País comentaba que era un "Delirio urbano, tan hilarante como estremecedor. (...) espléndido guión"
Muy interesante el artículo de Mónica López Lerma publicado por la Universidad de Helsinski y titulado Disenso en La Comunidad de Álex de la Iglesia .
Señalar que La comunidad es una pesadilla porque su horror es cercano, descifrable, prosaico. Esta comedia negrísima una enorme fuerza extrapolativapresente en las imágenes de la misma, en los diálogos Maura-Bonilla, en la confesión de Emilio, en la actuación de Carmen Maura, en la espectacularidad de ese elenco coral encabezado por Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez y Sancho Gracia.
Tal fue su impacto en la sociedad española que parte del elenco pasaría a ser la inspiración de una comedia ligera como fue Aquí no hay quien viva que fue emitida en Antena 3 entre el 7 de septiembre de 2003 y el 6 de julio de 2006 cuyo su éxito se encuentra en que ese carácter coral, en donde los diversos personajes comparten protagonismo casi por igual y unos guiones muy trabajados.Desde abril de 2007 se emite en Telecinco La que se avecina, su adaptación, con gran parte del equipo de actores, guionistas, productores y técnicos de Aquí no hay quien viva. Reconozco que no he visto ni una ni otra, pero sabiendo de lo que van, el padre putativo de la historia está en La Comunidad de Alex de la Iglesia. Pedazo de película.
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