Hace unas semanas vi una película de Hitchcock cuyo título era Pero...¿quién mató a Harry?. Como hace poco comenté en estas páginas se trata de una película considerada menor en la filmografía del director británico, y , sin embargo, parece ser que fue una de sus favoritas.
La película era intencionadamente amable. Y entre los protagonistas de la misma se encontraba un actor mayor de nombre, Edmund Gwenn, Se trataba de un actor británico de larga trayectoria que en 1947 obtuvo un Óscar como actor de reparto en la película Miracle on 34th Street . Sin embargo, su labor se centraba en como actor de teatro en el West End y en Broadway, asociándose con una amplia gama de obras de dramaturgos modernos, como Bernard Shaw, John Galsworthy y JB Priestley, y que realmente triunfó tras la Segunda Guerra Mundial, donde tuvo una exitosa carrera en Hollywood y en Broadway. Creo que su película con Hitchcock , su penúltima película, mucho tuvo que ver con su última obra, Calabuch, titulada en los Estados Unidos Calabuch on The Rocket.
Tras ver la película de Hitchcock pensé debería ver Calabuch. Y la fortuna hizo que en el programa Historia de nuestro cine se proyectara hace unas semanas.
Mi intención fue verla a primeros de año, pero uno se adapta a lo que tienen. Así que Calabuch on The Rocket, la película berlanguesca que nosotros conocemos con el título de Calabuch, ha sio ahora vista.
Calabuch es una película española dirigida por Luis García Berlanga , que tuvo como ayudante de dirección a Leonardo Martín y Giménez y Pérez Puig, como auxiliares de la misma. La película fue estrenada el 1 de octubre de 1956.
Se trató de una coproducción entre España e Italia, en la que el director general de producción era José Jerez Aloza como representante de Águila Films y de Films Costellazione. El ayudante de producción fue Luis Méndez Amago. La película respondía al guión de Leonardo Martín en el que participan igualmente Luis García Berlanga, Florentino Soria, Ennio Flaiano
Al ser una coproducción la música le correspondió a Angelo Francesco Lavagnino y Guido Guerrini . La fotografía fue trabajo de Francisco Sempere, el montaje de Pepita Orduña que contó como ayudante con Alicia Castillo. y los decorados de Román Calatayud, mientras que su ayudante de decoración fue Bernardo Ballester, mientras que los decorados fueron de Francisco Prósper.
La encargada de continuidad fue Lucía Martín, mientras que el segundo operador era Miguel Agudo. La Foto-fija correspondió a Manuel Beringola. Como regidor estuvo Enrique Carlos Jerez.
Para el maquillaje se contó José Luis Ruiz, mientras que en peluquería la responsabilidad fue de Esperanza Paradela que tuvo como ayudante de maquillaje a Manuel F. Gaitán.
El jefe de sonido fue Jaime Torrens, mientras que los Muebles y atrezzo fueron responsabilidad de Mateos-Luna-Mengíbar.
El vestuario fue de Peris Hermanos, mientras que los decorados fueron de Francisco Prósper. Como no podía faltar en una película valenciana la pirotecnia fue responsabilidad de Luis Bronchu (Valencia).
El reparto está encabezado por Edmund Gwenn (Jorge Hamilton), Valentina Cortese (Eloísa, la maestra), Juan Calvo (Matías), Franco Fabrizzi (el Langosta), José Isbert (don Ramón), José Luis Ozores (torero), Félix Fernández (cura), Nicolás Perchicot (Andrés), Mario Berriatúa (Juan), Francisco Bernal (Crescencio), María Vico (Teresa), Isa Ferreriro (Carmen), Manuel Guitián (don Leonardo), Casimiro Hurtado (Antonio), Pedro Beltrán (Fermín), Manuel Alexandre (Vicente, el pintor) y Lolo García (Felipe). Además aparecen Pedro Beltrán y Manuel Beringola
La película cuenta con una introducción que simula un NODO en el que se nos informa de la guerra fría y de la carrera armamentística, así como la desaparición de un científico especializado en cohetes que responde al nombre de George Hamilton . y que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error,huye y se lleva consigo todos sus secretos. Encuentra refugio en Calabuch, un pueblo mediterráneo que a él le parece maravilloso porque la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad.
Tras esto conocemos el entorno de Calabuch, un pequeño pueblo de la costa mediterránea levantina española en el que lleva una vida de los más sencilla. Allí conocemos como los lugareños se preparan para la celebración de sus fiestas en las que participa todo el pueblo que actúa disfrazados de romanos bajo la dirección de un sargento de la Guardia Civil. Igualmente conocemos que algunos de los habituales habitantes del pequeño viven del contrabando semiperseguido y , junto a ellos un grupo de hombres y mujeres del comun: el farero, la maestra, el cura. el pintor, etc...
Una mañana aparece en la playa de Calabuch un anciano. Se trata de Jorge Serra Hamilton, aunque realmente es el desaparecido profesor George Hamilton (Edmund Gwenn), un científico que decide "desaparecer" y apartarse de sus investigaciones espaciales y militares.
Cansado de trabajar en la construcción de bombas atómicas y alarmado ante el alcance destructor de su descubrimiento, el científico norteamericano de prestigio internacional huye de su país y se refugia en el anonimato de un apacible pueblo de la costa mediterránea llamado Calabuch.
Una vez allí, el profesor es confundido con un vagabundo cómplice de un contrabandista de buen corazón y enamorado de la maestra, "el langosta", siendo detenido por el sargento de la guardia civil y encerrado en un calabozo.
Con "El langosta", con el que iniciará una nueva y sentida amistad, la misma que le unirá al resto del pueblo, que irán aceptando a Jorge como uno más.
Sin pretenderlo, el científico, que es tomado por un vagabundo bondadoso e indocumentado y rebautizado como Jorge, se va integrando totalmente en la vida de Calabuch. Jorge pasa sus días en una cárcel muy peculiar, de la que puede salir cuando le venga en gana, pues las ocupaciones del pueblo requieren de su presencia; Matías, un guardia civil que es la autoridad del pueblo, el típico miembro del cuerpo malhumorado pero buen padre y amigo de todos; el farero, que en sus jornadas laborales juega al ajedrez por radio con el cura, más preocupado éste por las luces de su iglesia; la profesora del pueblo, enamorada en secreto del "langosta", y cómo no, correspondida por aquél, una especie de amor imposible que irónicamente sólo puede tener lugar en Calabuch; el pintor, que pinta con parsimonia absoluta sus encargos.
Traba amistad con sus peculiares habitantes, les ayuda a resolver sus problemas y participa en todo tipo de actividades. Así, ayuda al langosta a proyectar las películas en el viejo cinematógrafo, o ayuda a la maestra en el pequeño colegio barriéndolo. Tras desempeñar diversas ocupaciones, recala en el taller pirotécnico del pueblo. Animado por el uso pacífico y festivo de sus conocimientos, idea un cohete que permitirá al pueblo de Calabuch vencer a Guardamar en el concurso de fuegos artificiales que se celebra con motivo de las fiestas patronales.
Para la celebración de las fiestas patronales que culminan con una corrida de toros, realmente un toro, el de siempre, y con lo que mejor sabe, construir cohetes y fuegos artificiales que se elevan hasta alturas nunca alcanzadas en la comarca.
Tan espectacular es el resultado, que se publica una foto de los creadores en el periódico provincial, descubriéndose así paradero del profesor Hamilton, quien sabe que esto implica volver a su país. Es precisamente este cohete vencedor en una competición con el pueblo vecino, así como la foto victoriosa con los habitantes del pueblo lo que alertan a las autoridades internacionales sobre la localización del científico desaparecido.
Cuando la flota norteamericana acude al lugar en su busca, todos los habitantes del pueblo, desde la maestra al párroco, pasando por el brigada y el contrabandista, se solidarizan para impedir el rescate.
Sin embargo, Jorge sabe que es inútil oponerse y decide , en primer lugar, regalar detalles para que lo recuerden en un mundo feliz y no alterado por la violencia o la maldad como son los regalos a todos sus conocidos del pueblo (trompetas, barcos en botellas, …) y, finalmente, deciden marcharse por su propia voluntad, sin ofrecer resistencia y consciente de que se ha ganado la amistad y el cariño de todo Calabuch.
La película fue enteramente rodada en Peñíscola (con extras locales) y en ella se muestran imágenes aéreas y a pie de suelo de esta población que suponen, además, un documento de gran valor histórico en esta localidad ya tremendamente modificada en su entorno urbano más cercano.
Con motivo del quincuagésimo aniversario del rodaje en 2006, se celebró un homenaje al director y a la cinta en el marco del 18º Festival de Cine de Comedia celebrado en esta ciudad costera valenciana.
La película consiguió en 1956 el Premio OCIC en el Festival de Venecia y estuvo nominada para mejor película el mismo año en el festival de Venecia.
El crítica Paco Gisbert en mayo de 2006, publicó en el Pais el siguiente artículo en el que se nos contaba la trascendencia de esta película medio siglo después del rodaje de Calabuch,
Se nos informaba que Luis García Berlanga había vuelto a Peñíscola para recibir el homenaje de una población que lo idolatra. En un acto que tuvo todos los ingredientes de la mayoría de sus películas, el director valenciano hizo un esfuerzo memorístico para recordar la acogida que la localidad castellonense le tributó hace 50 años y convirtió en leyenda su relación con Peñíscola.
A sus entonces 85 años, Berlanga había perdido mucha memoria, una rémora que considera "más terrible que la censura que padecí durante el franquismo".
Por ello, en el homenaje que Peñíscola le tributó en el marco del 18º Festival de Cine de Comedia, repitió más de una vez aquello de que "esto no sé si es verdad o me lo estoy inventando ahora".
El director guardaba en su corazón "la calidad humana y la calidad interpretativa" de las gentes de Peñíscola, hasta el punto de que llegó a bromear sobre el origen del talento de los extras que participaron en Calabuch: "Es posible que un grupo de actores ambulantes se instalara aquí hace muchos años y os haya transmitido esos genes para interpretar tan bien", dijo Berlanga ante un público heterogéneo que recordaba sus grandes obras cinematográficas.
Desde las fuerzas vivas del pueblo, con el alcalde a la cabeza, hasta vecinos de la localidad que participaron en el rodaje del filme hace ahora medio siglo, nadie quiso perderse la cita con un personaje al que idolatran.
Berlanga se acordó, en el viaje por el túnel del tiempo que le propuso el Festival de Peñíscola, de José Isbert, el entrañable farero de Calabuch, al que calificó como "un genio", y contó una anécdota sobre su personalidad: "Hace poco me he enterado de que Pepe Isbert no se leía los guiones, sino que sólo se traía a los rodajes las frases que tenía que decir escritas en tinta roja. Y eso demuestra la calidad de un actor que se metía en una película sin saber de qué iba", dijo entre risas.
Berlanga confesó sentirse "abrumado" por el cariño de una localidad que "vivió un antes y un después" del rodaje de Calabuch, según la opinión de Lolita Simó, vecina de Peñíscola y actriz en la cinta.
El cineasta, que eligió la localización "por su situación geográfica y por el Mediterráneo", rendiría más de 40 años después su propio tributo a Peñíscola cuando volvió a elegirla como plató en París-Tombuctú, la película con la que cerró su carrera y que, según confesó, es su favorita de entre toda su filmografía por "lo bestia que es". "Es como si me hubiera abierto en canal y hubiera reventado todo lo que tenía dentro y no me había atrevido a enseñar en anteriores películas", relató.
La conmemoración del 50º aniversario de Calabuch se convirtió, casi involuntariamente, en el acto central de esa 18ª edición del Festival de Cine de Comedia de Peñíscola
En el diario Las provincias Berlanga que siempre afirmó ser era un enamorado del Mediterráneo y su influencia y que esto se podía notar en todas sus películas. Pero en ocasiones fue más allá y puso al propio Mediterráneo frente a su objetivo.
Peñíscola nunca olvidó este rodaje y los guiños hacia Berlanga se repiten en toda la localidad. Sólo había que acercarse hasta el restaurante Casa Jaume, regentado por Jaume Sanz, y que sirve un impresionante arroz Calabuch.
Como ya hemos dicho Calabuch fue gran Premio de la Oficina Católica Internacional de Cine (O.C.I.C.) en el Festival de Cine de Venecia y obtuvo igualmente el Premio al mejor argumento original, al mejor actor secundario (Juan Calvo) y mejor actor extranjero en una película española (Edmund Gwenn) del Círculo de Escritores Cinematográficos.
Fue también 2º Premio a la mejor película del Sindicato Nacional del Espectáculo y premió al mejor actor de reparto (Juan Calvo) y al mejor guión del Sindicato Nacional del Espectáculo.
Esta película de Berlanga se estrenó el 1 de octubre de 1956. Calabuch al ser anterior a 1961, o sea, a su etapa de colaboración con Rafael Azcona, actividad que se inicia con Plácido, carece de ese humor negro y cruel que impregna este guionista y que refuerza el retoque cr´tica ya presente en la obra del cineasta valenciano. De hecho Terenci Moix en su tercer volumen de la historia del cine publicado por ABC nos dice que en Calabuch se nuestra la cara más amable del neorrealismo - matizado por fuerte dosis de socarronería- . De hecho Calabuch fue atacada en el momento de su estreno por su bfalta de compromiso y por no dejar de ser sino un retrato conmovedor de una España que ya no existe.
De hecho Calabuch se inscribe en la etapa de la filmografía de Berlanga, situada entre las geniales, Esa pareja feliz y Bienvenido Mr. Marshall, de los primeros 50 y sus obras tremendas de inicios de los 60 (El Verdugo, y Plácido). En Calabuch da la impresión de que el personaje principal, el físico Jorge está desdibujado, sin objetivos y es una mera excusa argumental para presentar a Calabuch, a sus gentes, a las relaciones que tienen lugar entre los habitantes del pueblo, las rivalidades entre las “autoridades” fácticas, la civil, la religiosa y la militar.
He leído que en el cine de Berlanga siempre hay un espacio para las autoridades, y que por sus películas , como en Calabuch, pululan curas, militares, autoridades locales que manejan al pueblo. Y si bien es cierto que los trata de manera cómica o irónica, no es menos cierto que son tratados casi con ternura. Esto se hace visible con el oficial de la Guardia Civil que , en el fondo, acoge a Jorge en la prisión que es transformada en su casa y en la del langosta, contrabandista con el que juega a las cartas. O el cura, envidioso con las maniobras ajedrecísticas de ese entrañable farero que interpreta Pepe Isbert. Como obra coral , como todas las de Berlanga, se nos presenta a personajes buenos de una sociedad inocente, bastante manipulable e inculta.
Una película que es hija de su tiempo con el temor nuclear, el miedo a destrucción del planeta, el fantasma de la guerra fría, con una explicación sobre lo que es el NODO, tanto al inicio como antes de la película de Juanita Reina.
Para Alberto Abuín en blogdecine 'Calabuch', está lejos del mundo. El editor de blog de cine destaca que 'Calabuch' (1956) fue filmada años después de su primer gran éxito, 'Bienvenido Mr. Marshall' (1953), y es inmediatamente anterior a los tres títulos de lo más sólido de su director : 'Los jueves, milagro' (1957), 'Plácido' (1961) y 'El verdugo' (1963), las dos últimas con guión de Rafael Azcona. Y resalta que en esta película el peculiar humor negro de su autor, y sobre todo su mirada crítica, son más suaves que en el resto de su filmografía. Su influencia hay que buscarla en las cintas del neorrealismo italiano, tan en boga aquellos años, en alguna que otra cinta de Tati, y sobre todo en una de las grandes películas de John Ford, 'El hombre tranquilo' ('The Quiet Man', 1952).
El propio realizador afirmó años después que si tuviera que volver a hacer alguna de sus películas, 'Calabuch' la reharía de nuevo completamente, parándose más en las gentes del pueblo. Sin embargo, el paso del tiempo ha tratado bien una película que tal vez sea de las más sentimentalistas de su autor, lo cual no está reñido con la calidad. Una comedia costumbrista que habla sobre una utopía, la de llevarse bien con todo el mundo haciendo lo que uno siempre quiere, o mejor aún, lo que más le gusta.
Tras ver la película de Hitchcock pensé debería ver Calabuch. Y la fortuna hizo que en el programa Historia de nuestro cine se proyectara hace unas semanas.
Mi intención fue verla a primeros de año, pero uno se adapta a lo que tienen. Así que Calabuch on The Rocket, la película berlanguesca que nosotros conocemos con el título de Calabuch, ha sio ahora vista.
Calabuch es una película española dirigida por Luis García Berlanga , que tuvo como ayudante de dirección a Leonardo Martín y Giménez y Pérez Puig, como auxiliares de la misma. La película fue estrenada el 1 de octubre de 1956.
Se trató de una coproducción entre España e Italia, en la que el director general de producción era José Jerez Aloza como representante de Águila Films y de Films Costellazione. El ayudante de producción fue Luis Méndez Amago. La película respondía al guión de Leonardo Martín en el que participan igualmente Luis García Berlanga, Florentino Soria, Ennio Flaiano
Al ser una coproducción la música le correspondió a Angelo Francesco Lavagnino y Guido Guerrini . La fotografía fue trabajo de Francisco Sempere, el montaje de Pepita Orduña que contó como ayudante con Alicia Castillo. y los decorados de Román Calatayud, mientras que su ayudante de decoración fue Bernardo Ballester, mientras que los decorados fueron de Francisco Prósper.
La encargada de continuidad fue Lucía Martín, mientras que el segundo operador era Miguel Agudo. La Foto-fija correspondió a Manuel Beringola. Como regidor estuvo Enrique Carlos Jerez.
Para el maquillaje se contó José Luis Ruiz, mientras que en peluquería la responsabilidad fue de Esperanza Paradela que tuvo como ayudante de maquillaje a Manuel F. Gaitán.
El jefe de sonido fue Jaime Torrens, mientras que los Muebles y atrezzo fueron responsabilidad de Mateos-Luna-Mengíbar.
El vestuario fue de Peris Hermanos, mientras que los decorados fueron de Francisco Prósper. Como no podía faltar en una película valenciana la pirotecnia fue responsabilidad de Luis Bronchu (Valencia).
El reparto está encabezado por Edmund Gwenn (Jorge Hamilton), Valentina Cortese (Eloísa, la maestra), Juan Calvo (Matías), Franco Fabrizzi (el Langosta), José Isbert (don Ramón), José Luis Ozores (torero), Félix Fernández (cura), Nicolás Perchicot (Andrés), Mario Berriatúa (Juan), Francisco Bernal (Crescencio), María Vico (Teresa), Isa Ferreriro (Carmen), Manuel Guitián (don Leonardo), Casimiro Hurtado (Antonio), Pedro Beltrán (Fermín), Manuel Alexandre (Vicente, el pintor) y Lolo García (Felipe). Además aparecen Pedro Beltrán y Manuel Beringola
La película cuenta con una introducción que simula un NODO en el que se nos informa de la guerra fría y de la carrera armamentística, así como la desaparición de un científico especializado en cohetes que responde al nombre de George Hamilton . y que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error,huye y se lleva consigo todos sus secretos. Encuentra refugio en Calabuch, un pueblo mediterráneo que a él le parece maravilloso porque la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad.
Una mañana aparece en la playa de Calabuch un anciano. Se trata de Jorge Serra Hamilton, aunque realmente es el desaparecido profesor George Hamilton (Edmund Gwenn), un científico que decide "desaparecer" y apartarse de sus investigaciones espaciales y militares.
Cansado de trabajar en la construcción de bombas atómicas y alarmado ante el alcance destructor de su descubrimiento, el científico norteamericano de prestigio internacional huye de su país y se refugia en el anonimato de un apacible pueblo de la costa mediterránea llamado Calabuch.
Una vez allí, el profesor es confundido con un vagabundo cómplice de un contrabandista de buen corazón y enamorado de la maestra, "el langosta", siendo detenido por el sargento de la guardia civil y encerrado en un calabozo.
Con "El langosta", con el que iniciará una nueva y sentida amistad, la misma que le unirá al resto del pueblo, que irán aceptando a Jorge como uno más.
Sin pretenderlo, el científico, que es tomado por un vagabundo bondadoso e indocumentado y rebautizado como Jorge, se va integrando totalmente en la vida de Calabuch. Jorge pasa sus días en una cárcel muy peculiar, de la que puede salir cuando le venga en gana, pues las ocupaciones del pueblo requieren de su presencia; Matías, un guardia civil que es la autoridad del pueblo, el típico miembro del cuerpo malhumorado pero buen padre y amigo de todos; el farero, que en sus jornadas laborales juega al ajedrez por radio con el cura, más preocupado éste por las luces de su iglesia; la profesora del pueblo, enamorada en secreto del "langosta", y cómo no, correspondida por aquél, una especie de amor imposible que irónicamente sólo puede tener lugar en Calabuch; el pintor, que pinta con parsimonia absoluta sus encargos.
Traba amistad con sus peculiares habitantes, les ayuda a resolver sus problemas y participa en todo tipo de actividades. Así, ayuda al langosta a proyectar las películas en el viejo cinematógrafo, o ayuda a la maestra en el pequeño colegio barriéndolo. Tras desempeñar diversas ocupaciones, recala en el taller pirotécnico del pueblo. Animado por el uso pacífico y festivo de sus conocimientos, idea un cohete que permitirá al pueblo de Calabuch vencer a Guardamar en el concurso de fuegos artificiales que se celebra con motivo de las fiestas patronales.
Para la celebración de las fiestas patronales que culminan con una corrida de toros, realmente un toro, el de siempre, y con lo que mejor sabe, construir cohetes y fuegos artificiales que se elevan hasta alturas nunca alcanzadas en la comarca.
Tan espectacular es el resultado, que se publica una foto de los creadores en el periódico provincial, descubriéndose así paradero del profesor Hamilton, quien sabe que esto implica volver a su país. Es precisamente este cohete vencedor en una competición con el pueblo vecino, así como la foto victoriosa con los habitantes del pueblo lo que alertan a las autoridades internacionales sobre la localización del científico desaparecido.
Cuando la flota norteamericana acude al lugar en su busca, todos los habitantes del pueblo, desde la maestra al párroco, pasando por el brigada y el contrabandista, se solidarizan para impedir el rescate.
Sin embargo, Jorge sabe que es inútil oponerse y decide , en primer lugar, regalar detalles para que lo recuerden en un mundo feliz y no alterado por la violencia o la maldad como son los regalos a todos sus conocidos del pueblo (trompetas, barcos en botellas, …) y, finalmente, deciden marcharse por su propia voluntad, sin ofrecer resistencia y consciente de que se ha ganado la amistad y el cariño de todo Calabuch.
La película fue enteramente rodada en Peñíscola (con extras locales) y en ella se muestran imágenes aéreas y a pie de suelo de esta población que suponen, además, un documento de gran valor histórico en esta localidad ya tremendamente modificada en su entorno urbano más cercano.
Con motivo del quincuagésimo aniversario del rodaje en 2006, se celebró un homenaje al director y a la cinta en el marco del 18º Festival de Cine de Comedia celebrado en esta ciudad costera valenciana.
La película consiguió en 1956 el Premio OCIC en el Festival de Venecia y estuvo nominada para mejor película el mismo año en el festival de Venecia.
El crítica Paco Gisbert en mayo de 2006, publicó en el Pais el siguiente artículo en el que se nos contaba la trascendencia de esta película medio siglo después del rodaje de Calabuch,
Se nos informaba que Luis García Berlanga había vuelto a Peñíscola para recibir el homenaje de una población que lo idolatra. En un acto que tuvo todos los ingredientes de la mayoría de sus películas, el director valenciano hizo un esfuerzo memorístico para recordar la acogida que la localidad castellonense le tributó hace 50 años y convirtió en leyenda su relación con Peñíscola.
A sus entonces 85 años, Berlanga había perdido mucha memoria, una rémora que considera "más terrible que la censura que padecí durante el franquismo".
Por ello, en el homenaje que Peñíscola le tributó en el marco del 18º Festival de Cine de Comedia, repitió más de una vez aquello de que "esto no sé si es verdad o me lo estoy inventando ahora".
El director guardaba en su corazón "la calidad humana y la calidad interpretativa" de las gentes de Peñíscola, hasta el punto de que llegó a bromear sobre el origen del talento de los extras que participaron en Calabuch: "Es posible que un grupo de actores ambulantes se instalara aquí hace muchos años y os haya transmitido esos genes para interpretar tan bien", dijo Berlanga ante un público heterogéneo que recordaba sus grandes obras cinematográficas.
Desde las fuerzas vivas del pueblo, con el alcalde a la cabeza, hasta vecinos de la localidad que participaron en el rodaje del filme hace ahora medio siglo, nadie quiso perderse la cita con un personaje al que idolatran.
Berlanga se acordó, en el viaje por el túnel del tiempo que le propuso el Festival de Peñíscola, de José Isbert, el entrañable farero de Calabuch, al que calificó como "un genio", y contó una anécdota sobre su personalidad: "Hace poco me he enterado de que Pepe Isbert no se leía los guiones, sino que sólo se traía a los rodajes las frases que tenía que decir escritas en tinta roja. Y eso demuestra la calidad de un actor que se metía en una película sin saber de qué iba", dijo entre risas.
Berlanga confesó sentirse "abrumado" por el cariño de una localidad que "vivió un antes y un después" del rodaje de Calabuch, según la opinión de Lolita Simó, vecina de Peñíscola y actriz en la cinta.
El cineasta, que eligió la localización "por su situación geográfica y por el Mediterráneo", rendiría más de 40 años después su propio tributo a Peñíscola cuando volvió a elegirla como plató en París-Tombuctú, la película con la que cerró su carrera y que, según confesó, es su favorita de entre toda su filmografía por "lo bestia que es". "Es como si me hubiera abierto en canal y hubiera reventado todo lo que tenía dentro y no me había atrevido a enseñar en anteriores películas", relató.
La conmemoración del 50º aniversario de Calabuch se convirtió, casi involuntariamente, en el acto central de esa 18ª edición del Festival de Cine de Comedia de Peñíscola
En el diario Las provincias Berlanga que siempre afirmó ser era un enamorado del Mediterráneo y su influencia y que esto se podía notar en todas sus películas. Pero en ocasiones fue más allá y puso al propio Mediterráneo frente a su objetivo.
Peñíscola nunca olvidó este rodaje y los guiños hacia Berlanga se repiten en toda la localidad. Sólo había que acercarse hasta el restaurante Casa Jaume, regentado por Jaume Sanz, y que sirve un impresionante arroz Calabuch.
Como ya hemos dicho Calabuch fue gran Premio de la Oficina Católica Internacional de Cine (O.C.I.C.) en el Festival de Cine de Venecia y obtuvo igualmente el Premio al mejor argumento original, al mejor actor secundario (Juan Calvo) y mejor actor extranjero en una película española (Edmund Gwenn) del Círculo de Escritores Cinematográficos.
Fue también 2º Premio a la mejor película del Sindicato Nacional del Espectáculo y premió al mejor actor de reparto (Juan Calvo) y al mejor guión del Sindicato Nacional del Espectáculo.
Esta película de Berlanga se estrenó el 1 de octubre de 1956. Calabuch al ser anterior a 1961, o sea, a su etapa de colaboración con Rafael Azcona, actividad que se inicia con Plácido, carece de ese humor negro y cruel que impregna este guionista y que refuerza el retoque cr´tica ya presente en la obra del cineasta valenciano. De hecho Terenci Moix en su tercer volumen de la historia del cine publicado por ABC nos dice que en Calabuch se nuestra la cara más amable del neorrealismo - matizado por fuerte dosis de socarronería- . De hecho Calabuch fue atacada en el momento de su estreno por su bfalta de compromiso y por no dejar de ser sino un retrato conmovedor de una España que ya no existe.
De hecho Calabuch se inscribe en la etapa de la filmografía de Berlanga, situada entre las geniales, Esa pareja feliz y Bienvenido Mr. Marshall, de los primeros 50 y sus obras tremendas de inicios de los 60 (El Verdugo, y Plácido). En Calabuch da la impresión de que el personaje principal, el físico Jorge está desdibujado, sin objetivos y es una mera excusa argumental para presentar a Calabuch, a sus gentes, a las relaciones que tienen lugar entre los habitantes del pueblo, las rivalidades entre las “autoridades” fácticas, la civil, la religiosa y la militar.
He leído que en el cine de Berlanga siempre hay un espacio para las autoridades, y que por sus películas , como en Calabuch, pululan curas, militares, autoridades locales que manejan al pueblo. Y si bien es cierto que los trata de manera cómica o irónica, no es menos cierto que son tratados casi con ternura. Esto se hace visible con el oficial de la Guardia Civil que , en el fondo, acoge a Jorge en la prisión que es transformada en su casa y en la del langosta, contrabandista con el que juega a las cartas. O el cura, envidioso con las maniobras ajedrecísticas de ese entrañable farero que interpreta Pepe Isbert. Como obra coral , como todas las de Berlanga, se nos presenta a personajes buenos de una sociedad inocente, bastante manipulable e inculta.
Una película que es hija de su tiempo con el temor nuclear, el miedo a destrucción del planeta, el fantasma de la guerra fría, con una explicación sobre lo que es el NODO, tanto al inicio como antes de la película de Juanita Reina.
Para Alberto Abuín en blogdecine 'Calabuch', está lejos del mundo. El editor de blog de cine destaca que 'Calabuch' (1956) fue filmada años después de su primer gran éxito, 'Bienvenido Mr. Marshall' (1953), y es inmediatamente anterior a los tres títulos de lo más sólido de su director : 'Los jueves, milagro' (1957), 'Plácido' (1961) y 'El verdugo' (1963), las dos últimas con guión de Rafael Azcona. Y resalta que en esta película el peculiar humor negro de su autor, y sobre todo su mirada crítica, son más suaves que en el resto de su filmografía. Su influencia hay que buscarla en las cintas del neorrealismo italiano, tan en boga aquellos años, en alguna que otra cinta de Tati, y sobre todo en una de las grandes películas de John Ford, 'El hombre tranquilo' ('The Quiet Man', 1952).
El propio realizador afirmó años después que si tuviera que volver a hacer alguna de sus películas, 'Calabuch' la reharía de nuevo completamente, parándose más en las gentes del pueblo. Sin embargo, el paso del tiempo ha tratado bien una película que tal vez sea de las más sentimentalistas de su autor, lo cual no está reñido con la calidad. Una comedia costumbrista que habla sobre una utopía, la de llevarse bien con todo el mundo haciendo lo que uno siempre quiere, o mejor aún, lo que más le gusta.
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