Estuve en Cantabria por primera vez en mi vida en el año 1984. A la visita obligada de Laredo, Santander y Santillana del Mar . En esta última localidad nos quedamos con las ganas de visitar la cueva de Altamira , una cavidad natural en la roca que guardaba en su interior lo que siempre se había dicho que era la Capilla Sixtina de la pintura prehistoria. Una cavidad que hace unos 13 000 años, a finales del Magdaleniense, la entrada de la cueva se derrumbó sellando la entrada, lo que permitió la conservación de sus pinturas y grabados y del yacimiento arqueológico.
Este yacimiento se abrió al público general en 1917 y en 1924 fue declarada Monumento Nacional.
En 1977 se clausuró la cueva al público para reabrirse finalmente en 1982 y permitir el acceso a un restringido número de visitantes por día, evitando superar los 8500 al año. Nosotros no tuvimos ocasión de estar entre ese grupo selecto de personas para 1984.
Nosotros eramos de ese grupo de personas que deseaba ver la cueva y que, si quería hacerla, debería de esperar un largo periodo de espera para acceder a ella. Ante eso surgió la idea de una réplica.
Reconozco que hace unos cinco años recorrí la Dordoña con mi familia, y tuve la ocasión de visitar lo que se conoce como Lascaux II, una magnífica réplica de la cueva que certificó la existencia de este arte prehistórico. Lascaux II es una joya, aunque me quedé con las ganas de ver la auténtica Lascaux, llegando a sus puertas, pero entrar fue imposible. Pero la réplica me encantó.
Pues bien, ante el interés en 2001, junto a la cueva auténtica, se levantó el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg. En su interior destacaba la denominada Neocueva de Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original con sus 270 metros de longitud, y muy similar a como se conocía hace unos 15 000 años.
En ella se puede contemplar la reproducción de las famosas pinturas del Gran techo de la cueva, llevada a cabo por Pedro Saura y Matilde Múzquiz, catedrático de fotografía y profesora titular de dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, respectivamente.
En esta reproducción se utilizaron las mismas técnicas de dibujo, grabado y pintura que emplearon los pintores paleolíticos, y la copia se llevó a tal extremo que durante el estudio de las originales se descubrieron nuevas pinturas y grabados en esa galería con escasas ramificaciones y que terminaba en una larga galería estrecha y de difícil recorrido. Pero en su interior se distinguían el vestíbulo, «Gran sala de los polícromos», gran sala de los tectiformes, galería, sala del bisonte negro, «Sala de la hoya» (sala previa a la cola de caballo), y la «Cola de caballo».
Es Santillana del Mar y la Neocueva , uno de los lugares seguramente visitados de Cantabria, así que las personas encargadas del turismo en esta comunidad uniprovincial no dudo , como tampoco lo hizo una de las descendientes del protagonista de su descubrimiento, Marcelino de Santuola, y vinculado con la familia Botín, la del Banco de Santander, no dudo en participar en ese proyecto cinematográfico que se llamó Altamira .
Altamira o Finding Altamira se convirtió en 2016 en la película que relataba el descubrimiento y posterior polémica sobre la autenticidad de las pinturas de la cueva de Altamira.
En la misma participó como director un reputado y veterano director británico,Hugh Hudson, que hoy cuenta con 81 años, internacionalmente reconocido por ser el director de Charriots of Fire o Carros de Juego (1981), Greystoke, la leyenda de Tarrzán (1984) o Revolución (1985) y que , prácticamente parecía cercano al retiro desde que en el año 2000 filmara I Dreamed of Africa.
La película sería producida por Lucrecia Botín , descendiente del protagonista de la misma, Álvaro Longoria y Andy Paterson en régimen de coproducción entre el Reino Unido, Francia y España por medio de las productoras Mare Nostrum Productions , El Maestro de Altamira A.I.E , Fox International Productions , Morena Films , Sympathetic Ink , Telefonica Studios y Televisión Española (TVE) , y con la distribución en los Estados Unidos de Eagle Films y Samuel Goldwyn Films.
La película parte de un guión de Olivia Hetreed y José Luis López-Linares. En el apartado musical tiraron la casa por el tejado al contratar al guitarrista Mark Knopfler y al percusionista Evelyn Glennie; mientras que en la fotografía está el reputado José Luis Alcaine y en el montaje Pia Di Ciaula.
El reparto lo encabezaban Antonio Banderas como Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca, Golshifteh Farahani como Conchita y Allegra Allen como María Sautuola.
Junto a ellos aparecen Irene Escolar como María ,- ya de mayor- ,Clément Sibony como Emile Cartailhac, Henry Goodman como De Los Ríos, Pierre Niney como Paul Ratier, Rupert Everett como Monseñor, Javivi Gil Valle como Harlé, Nicholas Farrell como Vilanova, Lluís Soler como Mero, Tábata Cerezo como Pasi.
Por último y en papeles menores aparecen Chantal Garsan como la soprano, Concha Hidalgo como la marquesa, Katie Paterson como Carolina, Maryam d'Abo como Elena, José Luis Esteban como padre Tomás, Gonzalo Cunill como Cubillas, Ximena Vera como hermana, Kike Guaza como el rey Alfonso XII, Tristán Ulloa como Abbé o el famoso Abate Breuil, Carlos Camino de niño, Javier Laorden como editor y Dylan Moreno como alcalde.
La historia comienza cuando en 1878, un arqueólogo amateur, rico propietario local y «mero aficionado» a la paleontología, Marcelino Sanz de Sautuola (Antonio Banderas), va a la Exposición Universal de París en 1878 para escuchar una Conferencia de Emile Cartailhac (Clément Sibony) en la que defiende la necesidad de reinvindicar la ciencia en el mundo de la Prehistoria, separándolo de la tradición y de la visión religiosa que hasta ese momento se le daba a la evolución del hombre y sus primeros materiales.
Tras escuchar extasiado la disertación del científico francés retorna a casa en Santillana para ser recibido cariñosamente por su mujer Conchita (Golshifteh Farahani) y su hija María (Allegra Allen).
Al año siguiente , en el verano de 1879, junto a su hija de ocho años, María, una niña inquieta que adora a su padre , recibe la información de cómo en la zona han aparecido restos materiales prehistóricos.
En una visita por los alrededores de Santillana, la niña descubre lo que será una de las obras prehistóricas más importantes de la Historia: las pinturas de Altamira.
El descubrimiento lo realizó, en realidad, la niña de 8 años, María Sanz de Sautuola y Escalante . Mientras su padre permanecía en la boca de la gruta,con el objetivo de encontrar algunos restos de huesos y sílex, ella se adentró hasta llegar a una sala lateral. Allí vio unas pinturas en el techo y corrió a decírselo a su padre con un famoso: "Mira , papá, bueyes".
Sautuola quedó sorprendido al contemplar el grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían la casi totalidad de la bóveda. Igualmente reconoció algunos signos abstractos, como rayas negras repetidas.
Al año siguiente, 1880, Sautuola publicó un breve opúsculo titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander. En él sostenía el origen prehistórico de las pinturas e incluía una reproducción gráfica. Expuso su tesis al catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, Juan Vilanova (Nicholas Farrell), que la adoptó como propia.
Pese a todo, la opinión de Sautuola no fue aceptada por la intelectualidad local, De Los Ríos (Henry Goodman), un recalcitrante personaje , así como las autoridades eclesiásticas , personificadas en Monseñor (Rupert Everett), que ve en este nuevo soporte a favor de la teoría de la evolución un ataque en toda regla.
Para dar a conocer sus obras cuenta con un pintor francés Paul Ratier (Pierre Niney) y conocido de su mujer Conchita (Golshifteh Farahani), que está trabajando en la restauración de una obra eclesiástica y que realizará las copias necesarias para difundir el descubrimiento pictórico.
Sin embargo, desde el principio detecta una fuerte oposición incluso en su admirada comunidad científica que detecta en él una interferencia en sus estudios, poniendo en duda la autenticidad del hallazgo.
Doloroso para él es la oposición personificada en los franceses Cartailhac y Harlé (Javivi), los científicos más expertos en estudios prehistóricos y paleontológicos en Europa.
Las pinturas de Altamira levantaran toda una polémica respecto a los planteamientos aceptados en la ciencia prehistórica del momento. La novedad del descubrimiento era tan sorprendente que provocó la lógica desconfianza de los estudiosos. Se llegó a sugerir que el propio Sautuola debió pintarlas entre las dos visitas que realizó a la caverna, negando así su origen paleolítico, o incluso atribuyendo la obra a un pintor francés que había sido alojado en casa del guía de la cueva, aunque la mayor parte de los expertos franceses consideraban a Sautuola como uno de los engañados.
El realismo de sus escenas provocó, al principio, un debate en torno a su autenticidad. El evolucionismo, aplicado a la cultura humana, conducía a deducir que tribus antiguas y salvajes no debían disponer de arte y que desde entonces hasta la actualidad habría habido un continuo de progreso. Por lógica si el arte es símbolo de civilización debería haber aparecido en las últimas etapas humanas y no en pueblos salvajes de la Edad de Piedra.
Lejos de proporcionarle honor y gloria, su deslumbrante contribución a la historia le enfrentó con la Iglesia católica y con la indiferencia y el escarnio de la comunidad científica de la época, a pesar de sus esfuerzos por demostrar la veracidad del descubrimiento.
Ni la ardiente defensa de Vilanova en el Congreso Internacional de Antropología y Arqueología, celebrado en Lisboa en 1880, ni el afán de Sautuola evitaron la descalificación de Altamira. La oposición se hizo cada vez más generalizada.
En España, en la sesión de la Sociedad Española de Historia Natural del 1 de diciembre de 1886, el director de la Calcografía Nacional dictaminaba que:
(...) tales pinturas no tienen caracteres del arte de la Edad de Piedra, ni arcaico, ni asirio, ni fenicio, y sólo la expresión que daría un mediano discípulo de la escuela moderna (...).
Eugenio Lemus y Olmo
Sautuola y sus pocos seguidores lucharon contra esa sentencia. Además, su propia mujer Conchita , muy condicionada por su fervor religioso, y su propia hija, llegarán a enfrentarse a su padre. Sin embargo, al final, una y otra, confiarán en la veracidad de lo defendido.
Sin embargo, el tiempo corría a favor de la Prehistoria. Su valor fue avalado por los frecuentes hallazgos de otras piezas de arte mueble similares en numerosas cuevas europeas.
A finales del siglo XIX, principalmente en Francia, se descubrieron pinturas rupestres innegablemente asociadas a las estatuillas, relieves y huesos grabados aparecidos en niveles arqueológicos paleolíticos, unidos a restos de animales desaparecidos de la fauna peninsular o extinguidos, tales como mamut, reno, bisonte y otros.
En ese reconocimiento, destacó muy positivamente Henri Breuil (Tristán Ulloa) pues sus trabajos en torno al tema «El arte parietal», presentados en el congreso de la Asociación Francesa para el Avance de las Ciencias en 1902, provocaron cambios sustanciales en la mentalidad de los investigadores de la época.
Émile Cartailhac, que había sido uno de los más grandes opositores a la autenticidad de Altamira, cambia de opinión a raíz del descubrimiento de grabados y pinturas a partir de 1895 en las cuevas francesas de La Mouthe, Combarelles y Font-de-Gaume, le hizo reconsiderar su postura.
Con una posición ya favorable a principios del siglo XX, acompañado del abate Breuil , van a Santander a disculparse ante Marcelino de Sautuola. Al llegar a la casa ven a una envejecida Conchita y una adulta María que llevan a ambos ante su padre, aunque cabe decir que los llevan ante la tumba del padre cuya muerte tuvo lugar en 1888 sumido, al igual que su amigo Villanova, en el descrédito por su defensa de lo que parecía un gran fraude moderno.
Émile Cartailhac, tras visitar la cueva, escribió en la revista L'Antropologie (1902) un artículo titulado La grotte d' Altamira. Mea culpa d'un sceptique (La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico). Ese artículo supuso el reconocimiento universal del carácter paleolítico de las pinturas de Altamira y el reconocimiento como una obra artística realizada por hombres del Paleolítico supuso un largo proceso en el que, también, se fueron definiendo los estudios sobre la prehistoria.
Al final de la película se nos informa que Picasso, después de una visita, exclamó: «Después de Altamira, todo parece decadente».
La película se grabó en Santillana del Mar, Comillas, Puente San Miguel y Santander a finales de 2014 y principios de 2015.
Se rodó en inglés con la idea de llevar el producto más allá de las fronteras españolas, y para ello contó con un presupuesto de 10 millones de euros -toda una superproducción española- y con un estreno multitudinario de la mano de una major, Fox, que colocaron la cinta en más de 230 salas. Altamira nació para ser una perfecta máquina de promoción.
La película fue estrenada el 1 de abril de ese mismo año internacionalmente en el Palacio de Festivales de Santander.
Desde el primer momento se vio , que por un lado, había un intento de mostrar una figura importante en la historia de España, la de Marcelino de Santuola, antepasado de los Botín; pero que igualmente uno de los objetivos del Gobierno de Cantabria, y en concreto del Consejero de innovación, industria, turismo y comercio, Francisco Luis Martín Gallego, que esperaba que Altamira lograra mover el turismo interior hacia su región este verano. El Consejero declaró : “Confío en las capacidades de contar Cantabria de la película. Este verano Cantabria se va a salir de turismo” “Es una producción muy ambiciosa y de mucha calidad. destaca la “reivindicación de Marcelino Sanz de Sautuola”. “Cualquiera que vea la película cómo no va a querer venir”. “Mejor escaparate para Cantabria no puedo imaginármelo. Harían falta años y millones de euros para igualar lo que va a conseguir la película”.
Sin embargo, la película tropezó desde el principio en la taquilla. La recaudación apenas llegó a los 400.000 euros en 235 cines.
La cifra la sitúan en el camino de uno de los grandes fiascos del publirreportaje cinematográfico español como lo fue en su momento Sangre de mayo (2008), de Garci, que costó 16,5 millones de euros (de los cuales, 1,5 fue para publicidad), y que recaudó 750.000 euros.
“Tenemos un activo cultural histórico y turístico de primera magnitud diferenciador, las cuevas” dijo el consejero que la comunidad autónoma que representa se conoce por Altamira, Seve Ballesteros y el Banco Santander. Martín quiso sacarle provecho a ese hecho diferenciador, por eso hizo tres solicitudes en el último patronato del Museo de Altamira: que las entradas se sorteen en internet, no en la puerta; que se incremente el número de visitas a sortear, más de cinco a la semana; que se cree un protocolo para visitas especiales, como el rey. “Si el rey quiere visitar las cuevas habrá que abrirle la visita, ¿no? Debemos fomentar el efecto mitomanía para captar primeros ministros. Altamira es un aliado del ámbito económico”
Las críticas fueron bastante negativas. A nivel internacional Johnathan Holland, de The Hollywood Reporter, declaró que la película era "Pintoresca, pero de rutina", y dijo que "poco del factor sorpresa se siente en la primera vista de Finding Altamira, dirigida por Hugh Hudson y protagonizada por Antonio Banderas, donde los eventos que desempeñaron un papel al pie de la página en la gran revolución científica de Darwin se reducen a un drama de época bien parecido pero carente de imaginación en el que todo avanza exactamente como se esperaba ".
En España Jordi Costa en El País dijo de ella que "Una película que no se hace preguntas sobre la pertinencia de rescatar el molde más rancio del biopic (...) no se toma molestias en camuflar el maniqueísmo que caracteriza al grueso de las figuras antagonistas"
Francisco Marinero en El Mundo manifestó que "Sorprende que tanto talento haya realizado una típica hagiografía (...) Como documental retrospectivo resulta convincente; como drama, incluyendo las escenas oníricas, lo contrario (...) "
Oti Rodríguez Marchante en ABC fue bastante generosa con la misma al decir que es una "Entretenida narración, elegantemente ambientada y hermosamente fotografiada, y que emite su mejor voz en la sugerencia artística del descubrimiento (...) "
Quim Casas en El Periódico comenta que las "Pinturas más bien pálidas. (...) un filme que acontece en parajes cántabros de finales del siglo XIX, hablado en impoluto inglés, bien ambientado pero carente de toda intensidad. (...) "
Jordi Batlle Caminal en Fotogramas dice que la "película es plana, académica, sin vuelo creativo. Pero, al mismo tiempo, profesional, solvente dentro de sus limitaciones; o de sus pretensiones didácticas (...) "
Sergio F. Pinilla en Cinemanía deja negro sobre blanco que "Hugh Hudson deja a un lado rasgos de autoría y se pone al servicio de una producción que tinta de melodrama y épica la intrahistoria del descubrimiento artístico (...)".
Peio H. Riaño en El Español nos dice que "La taquilla vuelve a dar la espalda a un largometraje publicitario, cuyos propósitos se centran en ensalzar la figura del miembro más ejemplar del árbol genealógico de la familia Botín, difundir las excelencias de la provincia de Cantabria y de las pinturas prehistóricas de la cueva de Altamira.
Para terminar diré que la película es aburrida, muy aburrida. Sí, los paisajes de Cantabria son los que son, pero ni la fotografía, ni la banda sonora - ni eso- permiten remontar el vuelo en una película que desde el minuto uno te resulta aburrida. El hecho del flasback en algún momento y de las visiones de la niña de la fauna de la glaciación de finales del Pleistoceno, sólo dan un toque de didáctica y de "naturalismo", - por eso de natural y naturaleza, pero nada más- en este disparate en forma de biopic. No me ha gustado nada, ni un poquito. La historia de ¿amor? se hunde; incluso la de la posible traición. La relación paterno filial chirría hasta dolerte los oídos. Incluso el elenco de peso , esta muy por debajo de su caché. No se salva nadie, ni Banderas que ni tan siquiera se dobla en la versión en español. Es absolutamente prescindible. Ni Altamira ni Sautuola se merecían este plomo.
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