martes, 17 de marzo de 2020

Aguas abiertas


Nuevo día de confinamiento y qué placer sería estar en aguas abiertas disfrutando del sol, de los peces, de los corales , del Mar Rojo, del Océano Índico, posiblemente del Caribe,... pero no. Una vez vista Open water a uno de se le quitan las ganas de tirarse de un barco y bucear en aguas abiertos. 

Yo reconozco que lo he hecho en tres ocasiones. Una en las Seychelles, sí lo reconozco en el verano del 95 buceando entre corales, tortugas, peces emperador, y muchos , muchos de colores y ¡ joder qué miedo solo con acordarme, barracudas! ¡Qué feas eran y qué miedo de daban! Un colega francés, director de un centro educativo, ese además se encontró con un tiburón. Yo tuve más suerte, 

Otra,  al año siguiente en Aqaba, en Jordania, tras tirarme de una embarcación. Allí muchos peces y volver a recuperar el placer de bucear. Por último, en Turquía frente a las costas de la antigua Licia, pero allí el mar estaba bastante más profundo y sin mucho que ver en cuanto especies. Sin embargo, ya tengo una edad y esta noche mientras veía Open Water, una película estadounidense de terror del año 2003, ya no he tenido esa sensación de reto o de placer , sino que me sentido angustiado ante la posibilidad de estar en el agua perdido en mitad de la nada y que desde el fondo un escuelo, el que sea, me ataque. 

En ese sentido si el objetivo de Open Water era contar una historia de angustia y de soledad en mitad del mar, el objetivo está más que cumplido y con creces. Más aún , si como dicen está basada en la historia real de Tom y Eileen Lonergan. 

La película fue dirigida por Chris Kentis, un neoyorkino del año 1962 responsable de entre otras, además de esta, de La casa silenciosa /Silent House (2011) y de Grind (1997).


Open Water fue realizada junto a su esposa y compañera creativa, Laura Lau, lo que entre bromas ellos llamaron un thriller concebido como una "película casera" escrita, dirigida, filmada (en video digital), editada y financiada por la pareja, aunque en muchas informaciones aparecen igualmente Estelle Lau - ¿hermana de la anterior? y Gary Lorenzo que contarán con el respaldo de Plunge Pictures LLC al que se unió luego Lions Gate Entertainment para la distribución de este producto que tuvo únicamente un presupuesto de US$ 500.0001. 

La película respondía al guion de Chris Kentis, responsable igualmente de la fotografía - junto a su mujer- y el montaje . La música, no. Esa fue labor de Graeme Revell.


La película cuenta con dos actores que llevan el peso de la historia que son Daniel Travis como Daniel Kintner y Blanchard Ryan como Susan Watkins, quien gracias a esta cinta ganó un premio Saturn como mejor actriz en 2005. Junto a ellos aparecieron en la misma Saul Stein como uno de los que bucean Seth, Michael E. Williamson como Davis y Cristina Zenarro como Linda. 

Basada en una historia real nos narra el devenir de una pareja adicta al trabajo que había decidido tomarse unos días de relax y pasar unos días buceando. Se van a un lugar no localizable (Caribe o Bahamas) y allí , para mitigar su estrés deciden pasar un día de emociones buceando en alta mar.


El barco que los lleva, en el que van dos monitores y una piloto, tras darle las explicaciones oportunas sobre el buceo y tiempo ve como uno de los que allí han montado Seth (Saul Stein) un experimentado buceador se ha olvidado las gafas por lo que ha de quedarse. Todos los demás incluyendo a Susan y Daniel se sumergen en las aguas. 

Mientras después de estar buceando una pareja sube al barco ya que la chica nota una fuerte presión en los oídos. Esto es aprovechado por Seth quien junto a compañero de la chica se meten en el agua. Vemos como Susan y Daniel se mueven entre barracudas y entre morenas disfrutando del espectáculo. Y todo ello mientras que van llegando el resto de buceadores. 

Debido a un descuido de la tripulación, que cuenta a los que se han metido en el agua, pero no perciben que Susan y Daniel no han vuelto, estos son abandonados en medio de un mar, a la deriva y lejos de la costa, en unas aguas infestadas de tiburones. 

Cuando Susan y Daniel salen a la superficie no hay barcos cercanos en el horizonte. Confiando en que los echen en falta se quedan. Sin embargo, las dudas surgen en Susan ya que entiende que no era el lugar en el que habían quedado a diferencia de lo que dice Daniel. 

El tiempo pasa y con ellos la angustia. La pareja que se sabe dejada a su suerte en medio del mar en un sitio infestado de peligros ve como pasa el tiempo y durante el mismo surgen dudas , reproches, peleas, acercamientos y sobre todo miedo. 

Las horas pasan, los medusas pican a ambos. Los tiburones hacen acto de presencia. Primero tímidamente, luego de forma más agresivas. Cuando no se dan cuenta la corriente los separa en un momento. 

Antes de la caída de la noche Daniel , que ya ha visto como la cámara submarina de color amarillo se ha perdido, ahora pierde su cuchillo, cuando es atacado por un tiburón. Su pierna sufre una mordedura de grandes dimensiones. Se va desangrando poco a poco a pesar de que Susan le hace un torniquete. 

La noche llega y con ella un terror y una angustia que va a más. Al día siguiente el dueño del barco se da cuenta de que faltan dos bombonas de oxígeno. No cabe otra, han perdido a dos clientes. Las autoridades se movilizan en su búsqueda. Ya es tarde. 

Ha amanecido en alta mar. Susan tiene en sus brazos el cuerpo inerte de Daniel. Ha muerto. Los tiburones siguen allí cada vez más cerca. Opta por dejar al cuerpo de marido que se desplaza con la marea . Tras un rato los escualos dan con él. Todos esperamos que lleguen las ayudas. Susan desesperanzada se abandona al mar. Va desprendiéndose de todo. Posiblemente de la vida. 

El director y guionista Chris Kentis y la productora Laura Lau, pareja en la vida real, se pusieron manos a la obra - en seis días prepararon el guion- al leer las noticias sobre una pareja de aficionados al submarinismo, como ellos, que habían sido abandonados a su suerte en la gran barrera de coral de Australia en 1998 por un barco para turistas entusiastas de los fondos marinos. 

Después de dos años y medio de rodaje, pues se hacía en los fines de semana, el director Kentis  presentó su película en el festival de los Hamptons. Lo que allí presentaron era una película sin efectos especiales ni montajes trucados. En Open Water , los tiburones son de verdad y los actores rodaron con ellos para dar más verosimilitud a una historia basada en hechos reales. Así se creó un ambiente angustioso que permitió sacar a la superficie los sentimientos, las emociones y la psicología de dos personas en una situación límite. 

Kentis, hizo esta película inspirada en los preceptos del movimiento Dogma, rodado con una cámara digital ya que "era un historia adecuada para esta técnica" y con actores desconocidos aunque también aficionados al buceo, para dar mayor "realismo". 

El actor Daniel Travis, el protagonista masculino, dijo en una entrevista que estaba protagonizar su primer largometraje, pero no temía nada más. Blanchard Ryan, quien interpreta a la mujer, y que tenía una escena desnuda sí que estaba preocupada, pero la desnudez no le molestó, porque asumió que nadie vería la película. De hecho ella pensó que la desnudez en la película era gratuita y decidió ver la escena junto a sus padres . Su padre, director general de los Flyers de Philadelphia, un equipo de hockey sobre hielo, se lo tomó con calma porque proviene de un entorno deportivo y tiene una mentalidad de vestuario sobre la desnudez. Pero su madre estaba horrorizada de ver a su "niña pequeña" desnuda en la pantalla. Ryan dijo que ella y su padre se rieron porque su madre estaba más preocupada de que Ryan se quitara la ropa frente al mundo que de estar en peligro nadando con tiburones reales. Llegó a la conclusión, finalmente, de que era necesaria pues el inicio de la película es simple y aburrida. Ella además declaró "No voy al océano sobre mis rodillas, porque le tengo miedo a los tiburones y ¿quién no?" 

En el verano de 2001, los actores, involucrados en esta película, volaron a las Bahamas con los cineastas, su hija, sus padres y la hermana de la Sra. Lau, Estelle, una abogada que hizo de todo, desde actuar hasta el casting de extras (incluyendo la contratación de un bote con buzos titulados a última hora después de que el primer bote no apareció debido a una fiesta excesiva la noche anterior) 

Los actores pasaron más de 120 horas buceando en zonas pobladas por toda clase de especies marinas y, sobre todo, por tiburones, siempre bajo la atenta mirada de un especialista en estos animales. El ambiente, pese a las duras condiciones de trabajo, "estuvo siempre controlado" según Kentis. Para rodar algunas escenas 30 kilómetros mar adentro, los actores fueron atados con hilos de pesca al barco para no ser arrastrados por las corrientes. 

El realizador fue el único que no utilizó, bajo el traje de neopreno, la malla que evita accidentes con los escualos. El resto sí iban con una malla protectora debajo de sus trajes de neopreno. Y se emplearon trozos de atún para situar a unos 40 ejemplares de esta especie mortal donde la acción los requería. La protagonista declaró que "Había 40, 50 tiburones, aletas grises hasta donde alcanza la vista".

De hecho, Blanchard Ryan le tenía mucho miedo a los tiburones y, como resultado, Daniel Travis tenía que ingresar a las aguas infestadas de tiburones primero cada día para asegurarse de que no estuvieran en peligro. Eligió otros escenarios naturales "para no hacer daño al turismo" y alteró aspectos de la vida de los protagonistas "por respeto" a la intimidad de los que vivieron la tragedia. 

La película fue filmada en las Bahamas, en las Granadinas, en dos islas del archipiélago de las Islas Vírgenes  - S. Thomas y S. John- y México e incorpora música indígena de Fiji en la banda sonora.

Tras ser presentada en los Hamptons más tarde lo hizo en el Festival de Cine de Sundance. Allí se produjo una guerra de ofertas y en la primera noche del festival, Lions Gate compró la "película casera" de $ 130,000 por $ 2.5 millones. Un negocio redondo pues ser estrenada por Lions Gate la recaudación llegó a US$ 54.667.954.

Como se ve un éxito de público, pero la crítica no se quedó atrás. Jami Bernard del New York Daily News dijo de ella que en la película hay aspectos que reflejan «...que en ocasiones puede parecer corriente. Pero logra ser aterradora». 

Ty Burr habitual en Boston Globe , pero responsable de Boston.com dijo de ella que era «Precipitada y con un presupuesto restringido, Open Water cumple: El filme pone al espectador al nivel del mar con todo el horizonte alrededor y le hace sentir muy vulnerable. Kentis muestra de lo que es capaz, y lo que no puede mostrar, lo deja a la imaginación. Si los tiburones son descartados, eso es muy cercano a la definición del cine». 

En Variety Ronnie Scheib dijo de ella que era «Verídica y sobrecogedora, la película no falla, pero su inquietante realismo podría atraer o alejar al público juvenil más acostumbrado a efectos especiales». ​  
En España Bárbara Escamilla en Cinemanía dijo de ella que "Son muchas las ventajas de este inusual thriller de sencilla premisa (...) una tensión lograda y transmitida a un espectador que contempla la acción como los protagonistas (...) Pero frente a esa tensión conseguida, está el bache del desarrollo emocional de los personajes, que es prácticamente nulo." 

Además del premio para Blanchard Ryan en los Saturn consiguió el Premio del público en el Festival de Sundance. 

Destacar en ella el formato digital muy visible que invita a pensar en cada momento que estamos ante una película de serie B sin valorar que es una decisión de un Kentis que estaba ansioso por filmar en video digital, para poder prescindir de un equipo de filmación, mantener bajos los costos y controlar el proceso creativo de manera más completa. 

Señalar que el formato digital es impecable y la dirección de Kentis, muy sólida. La película no aburre, en parte por su corta duración que apenas llegan a los 90 minutos, eso sí presenta un guion muy básico con unos diálogos iniciales que casi parecen invitar al porno , realizado en seis días y que por momentos parecía de serie Z: una historia simple con dos personas en el agua. 

Una película de serie B que funcionó como si fuera un "blockbuster" . Una película adecuada para pasar la cuarta noche de confinamiento.


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