Ya
he hablado de las ventajas de los canales temáticos de cine que ofrecen
en abierto películas de una calidad aceptable y con cortes
publicitarios asumibles o razonables para los espectadores. En este
sentido la Sexta 3 y el Paramount Channel aciertan en su modelo televisivo.
Yo hace años que pude ver está película. Reconozco que la vi sin prejuicio alguno pues no sabía lo que iba ver.
Sólo tenía medianamente claro que era una película francesa, por eso
del nombre. Tras su visualización llegué a la conclusión de que había
visto una película tierna y amable, a la par que desgarradora. Además
como historiador creo que en ella se refleja bien la postura pasiva de
parte del pueblo francés durante la ocupación y por otro, la valentía de
otros que se enfrentan a lo injusto.
Monsieur Batignole en España o Una razón para vivir
en Argentina es una película francesa que conjuga el drama y la
comedia. La película de 100 minutos de duración está dirigida por Gérard
Jugnot en 2002.
La
producción fue asumida por el propio Jugnot conjuntamente con Dominique
Farrugia, Olivier Granier, para la productora RF2K Productions, aunque
distribuyera la Paramount. El guión está firmado por Philippe Lopes-Curval y Gérard Jugnot.
La
música fue obra de Khalil Chahine, mientras que el sonido lo fue de
Michel Kharat. La fotografía estuvo filmada por Gerard Simon. Otros
aspectos fueron Rachel Aboulkheir, Marie Luiset para el maquillaje,
Martine Rapin, Annie Thiellement para el vestuario y el montaje obra de
Catherine Kelber, mientras que el diseño de producción fue obra de Jean-Luis Poveda.
Está
protagonizada por Gérard Jugnot (Edmond Batignole), Jules Sitruk (Simon
Bernstein), Michèle Garcia (Marguerite Batignole), Jean-Paul Rouve
(Pierre-Jean Lamour), Alexia Portal (Micheline Batignole), Violette
Blanckaert (Sarah Cohen), Daphné Baiwir (Guila Cohen), Götz Burger
(Spreich), Elisabeth Commelin (Irène), Hubert Saint-Macary (Teniente),
Daniel Martin (Albert).
La acción principal tiene lugar en un París ya ocupado en 1942. Monsieur Edmund Batignole (Gérard Jugnot) un
modesto charcutero francés, que vive con la familia (esposa, hija y
novio de ésta) en la reducida trastienda del comercio que regenta,
combinando ansias de supervivencia y tranquilidad con el clima de
intimidación que imponen las fuerzas de ocupación.
Se trata de un
comerciante que trata de llevar una vida normal más allá del miedo y la
intimidación ejercida por los alemanes. Su situación es privilegiada:
su negocio le da para comer y el novio de su hija es un colaboracionista
nazi que le consigue un ingreso extra organizando banquetes para el
ejército de ocupación. Su futuro yerno, Pierre-Jean Lamour (Jean-Paul
Rouve), es un apasionado de la literatura, un escritor mediocre que
tiene la misión de localizar judíos y delatarlos.
Gracias
a su futuro yerno, escritor mediocre, colaboracionista de los nazis en
la persecución de judíos, tiene la oportunidad de servir banquetes a los
oficiales nazis y conseguir sustanciosos ingresos y beneficios extras. Algunas
de las víctimas serán los miembros de la familia Bernstein, vecinos de
los Batignole, pero de una posición más acomodada. Una vez sus bienes
son confiscados y ellos capturados, el piso pasará a ser ocupado por la
familia Batignole. Con un piso nuevo y teniendo a su disposición una
furgoneta también incautada, Batignole inicia una relación más estrecha
con los alemanes.
Todo
parece ir bien, hasta que un día, justo cuando está ofreciendo una
fiesta en su casa para los alemanes, toca a la puerta una inesperada
visita: se trata del pequeño Simon Bernstein (Jules Sitruk), quien ha
logrado escapar y vuelve a casa, donde espera reencontrarse con su
familia. Edmond Batignole no halla la forma de hacerle entender que ya
no puede vivir allí. El niño insiste y Batignole no tiene otra opción
que esconderlo en uno de los cuartos de servicio. Consciente del
peligro, el comerciante acepta dejarlo sólo una noche. El pequeño se
quedará allí más tiempo y poco a poco se establecerá entre ellos una
relación de complicidad y rivalidad, pues el niño exige explicaciones a
Batignole, a quien considera el delator de su familia.
Con
la intención de deshacerse del pequeño sin tener que entregarlo a los
nazis, Batignole llegará a hacer cosas inimaginables… Decide proteger a
las dos primas de Simon y en compañía de los tres niños emprende una
aventura en la que más de una vez, su propia vida estará en juego al
decidir Batignole escapar con los niños a Suiza.
La película se estrenó es Francia el 6 Marzo 2002, mientras que en España lo hizo el 29 Abril 2005.
Se rodó en exteriores de Morteau, Bizot y Gras (Franco Condado,
Francia) y en estudio. Obtuvo el César al mejor actor revelación (Jean
Paul Rouve).
Gérard Jugnot, protagonista de "Les choristes", o "Los chicos del coro" (2004), con la que comparte actor protagonista y guionista, es
un reputado realizador en el país galo, dirigió en el año 2001 esta
comedia dramática que tuvo una excelente acogida del público y división
de opiniones por parte de los críticos. M. Torreiro en el Diario El País
afirmó que era "Un filme hecho para mejor glorificar la popularidad del
actor, poco crítico con el colaboracionismo, que se limita tan sólo a
un personaje de caricatura (el aspirante a yerno del protagonista) y
poco más, una ocasión perdida para ajustar las cuentas a tanto dolor, a
tanta hipocresía."
Alberto
Bermejo en el diario El Mundo afirmaba que era "Correcta y
moderadamente intensa, se mantiene a una distancia más que prudencial de
los detalles sórdidos (...) lo mejor: la evolución del personaje
principal (...) Lo peor: el tono del relato convencional con tendencia a
bordear el sentimentalismo facilón."
En
el Diario ABC, Javier Cortijo, afirmaba que se trataba de "Una historia
medida para emocionar sin pasarse de riego por aspersión lacrimal (...)
A veces áspera y con astillas inesperadas (...) Perfectamente
ambientada y con roles bien dibujados (...)
La
película está dividida en dos partes, y ofrece una descripción de la
ocupación, sus protagonistas, métodos, veleidades, caprichos y de la
crueldad con la que llevan a cabo detenciones masivas de judíos
franceses. Los hechos que se exponen, aunque conocidos, no dejan de ser
desoladores y perturbadores. Por otro lado, la obra ofrece una
referencia superficial, evasiva y caricaturesca de la realidad del
colaboracionismo, encarnado en Pierre Jean Lamour, incompetente y
repulsivo. En un tercer nivel se sitúa Edmund Batignole, ingenuo y de
limitadísima inteligencia, interesado, enemigo de los compromisos y de
los riesgos. Su comportamiento descontrolado aporta motivos adicionales
de hilaridad. Cuando se cruza en su camino el pequeño Simon, listo,
avispado, locuaz y manipulador, se entabla entre los dos una prolongada
lucha de poder a poder (lo más interesante del film), de la que el niño
sale vencedor una y otra vez.
La
música es de aire festivo y alegre. Subraya la comicidad de la obra, la
ingenuidad infantil de Simon, las inquietudes de Batignole, su
exagerada hiperactividad y su incapacidad para resolver los enredos en
los que se ve envuelto por debilidad e imprevisión. La fotografía es
clara y rica en matices. Los tonos oscuros, metálicos y sombríos de la
primera parte estallan en un luminismo exultante hacia el tramo final
del metraje. El guión opta por sazonar la crudeza de los hechos y la
emotividad de los mismos con un exceso de amabilidad, dulzura y
comicidad. Como consecuencia de ello la comedia prevalece sobre el
drama. La interpretación de Jugnot es convincente y la de Jules Sitruk
sobresaliente. La dirección, deudora de "La vida es bella" (1998), de
Roberto Benigni, envuelve el drama en recursos empalagosos, gratos al
público, cuyo favor persigue.
Un
retrato de la ocupación nazi distinto a los ya vistos hasta ahora:
además de los malos malísimos, también se da alguna pincelada de cómo
eran vistos los judíos hasta entonces por sus conciudadanos: "llevan
años viviendo aquí y ni siquiera nos han saludado tres veces". El drama
de la incomprensión de un niño ante la guerra y su peripecia por
encontrar a sus padres. También se aprecia la degradación moral a la que
lleva cualquier guerra y en cualquier bando.
Es
una película completa: momentos de rabia, de tensión, de miedo, de
ironía, de humor, de compasión. También de venganza y odio. La música no
es gran cosa, pero cumple su cometido.
Escenas
aparentemente sin salida (el soldado alemán herido en la estación)
encuentran una solución inverosímil, pero cómica y en el tono del resto
de la película.
Un personaje muy humano y con rasgos de inocencia infantil, en un entorno hostil y falso de adultos que se mueve entre los dos. Buenas
la dirección, la fotografía y la interpretación del director, siempre
un poco torpe e irresoluto, contrastando con el personaje de Simón,
avispado y resuelto. Las contradicciones entre el supuesto padre y los
niños ante la policía hasta que llegan a la frontera hacen las delicias
del espectador. Hay en la cinta una velada crítica a la resistencia y a
la falta de compromiso por la ocupación alemana de Francia. Salvo por
los racionamientos y los controles, la vida en la Francia
ocupada siguió siendo igual, incluso algunos ganaron dinero, y los
vecinos no pusieron el grito en el cielo cuando la policía se llevaba a
los judíos a los campos de trabajo.
Se
trata pues de una película sencilla, con una historia de injusticia y colaboración, agradable de ver, con una cuidada
fotografía, leve emotividad y buenas actuaciones. El hecho de que la
película trate de eludir la crudeza del momento que le sirve como
trasfondo, bastante bien recreado en su aspecto costumbrista, no
significa que no podamos a través de ella acercarnos a cómo el ser
humano puede comportarse en situaciones donde nadar contra corriente (ir
en contra de los ocupantes) es un camino peligroso y donde lo
importante se convierte en única ideología, sobrevivir, aunque sea
indignamente.
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