Esta
película la he visto en dos partes, como otras. Pero esta en concreto
ha sido por lo mucho que me ha aburrido. Es cierto que anoche terminé de
verla, tras ver con mis hijos el último episodio de la nueva temporada
de una de sus series favoritas, Dr. Who, la séptima en su nuevo
recorrido por la BBC.
Está compuesta por cinco episodios: El manicomio de los Daleks; Los Dinosaurios en el espacio; Una
ciudad llamada Misericordia; El poder de tres; y por último, Los
Ángeles toman Manhattan. Una corta pero intensa temporada en la que Emy y
Rori Pond son los auténticos protagonistas.
Sin embargo, de la película que voy a reflejar aquí es la conocida en España como El primer caballero, “First Knight” en su versión original, o como se la conoce en Argentina como Lancelot, el primer caballero. Se trata de una
película de 1995 dirigida por un especialista de la comedia Jerry
Zucker que parece no dar con el drama, ni con la aventura, ni la acción.
Ni tan siquiera con el vestuario.
Parece mentira que una productora seria como la Columbia Pictures apostara por este filme de aventuras artúricas. La producción estuvo en manos de Hunt
Lowry y del propio Jerry Zucker – quien para ahorrar metió algunos
familiares tal como se ve en los títulos de crédito- . El diseño de producción fue cosa de John Box. La distribución fue de Sony Pictures.
El guión fue perpetrado por Lorne Cameron, David Hoselton y sobre todo por William Nicholson inspirándose en la
novela francesa “Lancelot ou le Chevalier de la charrette” de Chrétien
de Troyes (1135-1190), que expone la relación entre un vasallo amante y
una señora dama.
La música, casi lo mejor del filme fue cosa de Jerry Goldsmith, mientras que la fotografía lo fue de Adam Greenberg y el montaje responsabilidad de Walter Murch.
La película está protagonizada por Sean
Connery como Rey Arturo, Richard Gere como Lancelot, Julia Ormond como
Lady Ginebra, Ben Cross como el malvado Príncipe Malagant, del ya
fallecido Sir John Gielgud como Oswald, Valentine Pelka como Sir
Patrise, Jane Robbins como Elise, Liam Cunningham como Agravaine, Colin
McCormack como Sir Mador, Ralph Ineson como Ralf, Stuart Bunce como Peter, Christopher Villiers como Sir Kay y Marie Coffey.
Estamos
en plena Edad Media, en un Reino como el de Camelot, donde tras cierta
estabilidad dada por el rey Arturo ha vuelto el miedo, la brutalidad de
algunos señores, y el temor a la violencia. Es una época de amor, honor, traición y pasión en el Reino de Camelot.
De
pueblo en pueblo, y de bosque en bosque, cabalga un misterioso jinete,
armado con su espada, que domina con enorme habilidad, y sin un rumbo
fijo. Se trata de Lancelot (Richard Gere), un hombre que no espera
recibir nada ni mañana ni hoy, y al que no le ata ningún lazo a ninguna
parte ( a mitad de película sabremos el por qué).
La
primera vez que lo vemos es en un pueblo, y haciendo una de sus
demostraciones de destreza con la espada frente a un granjero loal. Tras
ganarse la admiración de todos, monta su caballo y se va. Tras su
marcha se va a producir un ataque al pueblo por parte de unos siniestros
jinetes capitaneados por el no menos siniestro príncipe Malagant (Ben
Cross).
Ante la presión que sienten los aldeanos, éstos marchan a pedir auxilio a Lady Ginebra. La reina, recientemente huérfana de padre, siente como sobre su reino , Leonesse, existe una mayor presión por parte de Malagant. Ante esto y aconsejado por su consejero Oswald,
opta por contraer matrimonio con el rey de Camelot, Arturo, amigo de su
difunto padre, y lo hace movida por dos razones: el respeto y la
admiración que siente por él y la necesidad de que éste proteja su
reino, Leonesse.
Días
más tarde, y a unos kilómetros de allí, un cortejo de pajes, criados y
caballeros atraviesa un bosque . Se trata nada menos que de la comitiva
que lleva a Lady Ginebra (Julia Ormond) hasta Camelot, donde se
encontrará con su futuro marido, el rey Arturo (Sean Connery). Al llegar
a un claro, la comitiva sufre una emboscada por parte de infantes y
jinetes de Malagant, y Ginebra huye del lugar, siendo perseguida por dos
individuos. De repente, aparece Lancelot, quien, haciendo gala de sus
habilidades, despacha a los dos tipos y rescata a Ginebra, quien queda
muy impresionada por la apostura, gallardía, valor y destreza del
caballero.
Cuando
todo se calma, Ginebra se reúne de nuevo con su comitiva, que, al
anochecer, llega por fin a Camelot, un fantástico reino donde reina la
justicia y la paz, impartidos por el mítico Arturo y sus caballeros,
quienes reciben a su futura esposa y reina, respectivamente, en las
afueras de la ciudad.
Pero cuando el destino hace que llegue a Camelot el apuesto caballero
Lanzarote, surge de inmediato el amor entre ellos, lo que sitúa a
Ginebra ante el dilema de elegir entre el rey o Lanzarote.
Pasados
unos días, se celebra una sesión de la mesa redonda, donde Arturo y sus
fieles servidores debaten lo ocurrido durante el viaje de Ginebra. En
mitad de la reunión, irrumpe el mismísimo Malagant, pero para dialogar
con Arturo, quien le hace observar que el sitio que una vez fue ocupado
por él en la Mesa Redonda está vacío todavía, y que podría volver si quisiera. Tras imponer unas condiciones imposibles, Malagant se va.
A
la mañana siguiente se celebran unos juegos especiales para celebrar la
próxima boda del rey. Uno de los juegos más divertidos (y peligrosos)
consiste en atravesar un tronco de árbol, mientras hachas, lanzas y
mazas oscilan ante las narices del valiente jugador, quien, con
habilidad y provisto de un traje protector, debe sortear todos esos
peligros oscilantes. El premio: un beso de la futura reina. Lanzarote se
presenta voluntario para el juego, y lo gana sin ponerse ninguna
protección.
Tras
presenciar el espectáculo, Arturo manda llamar a Lancelot, y se queda
impresionado por la voluntad del mismo en querer continuar su vida
errante, en vez de la de caballero. Esta impresión aumentará cuando,
tras ser secuestrada Ginebra por jinetes de Malagant, Lancelot penetra
en sus territorios y la rescata, y tras lo cual finalmente le nombra
caballero de la Mesa Redonda.
Pero
algo que fue creciendo entre Lancelot y Ginebra con cada encuentro de
los dos va a complicar las cosas mucho las cosas, especialmente cuando
Malagant inicia la conquista del Reino de Leonesse. Tras la victoria de
las tropas artúricas, Lanzarote siente la necesidad de huir pues siente
un amor irrefrenable sobre Ginebra. Ella en la despedida le pide que la
bese, pero mientras se produce el beso apasionada entra Arturo, que
indignado propone la celebración de un juicio, no por su honor, sino por
traición al Reino. Mientras se produce el misma, Malagant invade
Camelot y en la batalla Arturo es mortalmente herido, mientras que
Lanzarote derrota y mata al
cruel y siniestro Malagant. Tras esto Ginebra y Lanzarote se
reencuentran en el lecho de Arturo, mientras que el mismo fallece.
Declarando previamente su admiración hacia Lanzarote y su inminente
viuda.
La
película tuvo un presupuesto de 75 millones de dólares ($, USA) y
generó por la venta de taquillas la cantidad de 127 millones en dólares
($). Pormenorizadamente la
película obtuvo una suma de 37.600.435 dólares en el mercado
estadounidense y 90.000.000 dólares en otros mercados extranjeros. El
total recaudado alcanzó lo dicho, los 127.600.435 de dólares en todo el
mundo.
Reconozco
que la película – para ser de aventuras – no me ha parecido ni buena,
ni entretenida, tirando para ser plúmbea en algunos momentos, dado el
exceso de edulcoramiento entre Lanzarote y Ginebra, o entre ésta y un
envejecido Arturo. Algunas escenas de batallas no están mal, como la
previa a la reconquista de del reino de Leonesse
por parte de las tropas de Camelot, o la persecución en el bosque del
carruaje de la princesa Ginebra. Poco más que contar salvo algunas
escenas que rozan el ridículo como la primera aparición de Arturo en lo
que pudiera parecer un baile de salón con antorchas o en la conducción
de agua vía hojas tras el rescate de Lanzarote de su amada. Insisto
escenas que rozan el ridículo.
De
ella dijeron algunos críticos norteamericanos como Roger Ebert en el
Chicago Sun-Time que la "La película es suficientemente entretenida a su
modo, (...) pero comparando con otros previos films 'Rob Roy' &
'Braveheart',…, éste parece menor y menos convincente”. En la revista
cultural Rolling Stone Peter Travers dijo "Cuando Zucker deja de
amontonar escenas de batalla como si estuviera dirigiendo 'Braveheart',
su película emite un hechizo romántico." Bueno, creo que esto es
discutible.
En
España fuimos menos complaciente con la película, con este primer y último caballero, Miguel Ángel Palomo en
el Diario El País señaló que eran "Aventuras medievales de tarjeta
postal (...) oda al empalago, en la que el cine permanece ausente." a
pesar de momentos con lucidas batallas a espadas, pintorescas escenografías como la de la prueba o el castillo del malvado sir Malagant y los elegantes – y en muchos casos horteras- vestuarios.
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