jueves, 28 de marzo de 2024

La película del centenaria del año: El ladrón de Bagdad


 

He visto la versión restaurada en 2012, una auténtica joya del cine mudo. The Thief of Bagdad es una de las películas mudas estadounidenses más representativas del año 1924, dirigida por Raoul Walsh. Fue producida por la Douglas Fairbanks Pictures y protagonizada por Douglas Fairbanks. Es una adaptación libre de Las mil y una noches, cuenta la historia de un ladrón que se enamora de la hija del califa de Bagdad. 

Fairbanks, llamado cariñosamente Doug, este espíritu este hombre hace pasado de la historia y a la leyenda del cine como el aventurero ideal. Su obra en concreto su participación en el ladrón de Bagdad es considerada una obra obrar maestra del cine de aventuras tal y como señala Terenci Moix en su gran historia del cine "Sus interpretaciones acreditan un estilo y se convierten en ejemplo emblemático de una forma de hacer cine que tenía la perfección artesanal y la inspiración popular como fin último. Su obra respira modernidad y esto hace se debe a que fue concebida por un espíritu que ya era moderno en su tiempo". Para el crítico catalán, "Doug es una apuesta segura por un estilo y por una perfecta adecuación física al prototipo que representaba". 

En este caso la frontera entre Douglas Fairbanks y el director, no está muy definida. La cierto es que Raoul Walsh dirigió más de un centenar de películas de los géneros más diversos, aunque destacó sobre todo como director de películas de aventuras. 




En 1912 debutó en la dirección, con la película Life of Villa, en la que el revolucionario mexicano Pancho Villa se interpretó a sí mismo. Poco después dirigió una secuencia de otro filme muy similar, La vida del general Villa; esta vez, el personaje de Pancho Villa fue interpretado por Walsh. 

En 1914 empezó a trabajar como asistente de dirección de D.W. Griffith, e interpretó el papel del asesino de Lincoln en el clásico El nacimiento de una nación (1915). Siguió con él incluso después de estrenar como director en 1916 His return ("Su retorno"). Su trabajo con Griffith llamó la atención de la Fox Film Company (futura 20th Century Fox), que lo contrató ese mismo año. 

Durante su época en el cine mudo, Walsh solía escribir los guiones de sus películas, y a menudo actuaba también en ellas como protagonista. Por esos años sirvió como oficial en el ejército de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Raoul Walsh contrajo matrimonio en 1916, con Miriam Cooper, actriz habitual de Griffith en títulos como Intolerancia, con la que adoptó a dos hijos, antes de divorciarse diez años más tarde. Posteriormente estaría unido a Lorraine Miller y Mary Simpson, ajenas al mundo del cine.

Destacan entre sus obras de esta época una de las primeras películas de gánsteres de la historia del cine, Regeneration (1915), así como una obra maestra indiscutible, la innovadora y espectacular El ladrón de Bagdad (1924), interpretada por Douglas Fairbanks y Anna May Wong, que alcanzó un enorme éxito por su desbordante fantasía y su imaginativa escenografía, cercana a veces al expresionismo del cine alemán. La película, además, experimentaba con el color tintando algunas de sus escenas. 

Bastante insólita en su filmografía, en general consagrada al cine de acción, es Evangeline (1919), basada en un poema de Longfellow, uno de los pocos filmes de su producción con pretensiones artísticas y que no tuvo demasiado éxito de público, todo lo contrario que su comedia romántica What Price Glory? (1926), uno de sus grandes éxitos. Por desgracia, muchas de sus películas mudas se han perdido irremisiblemente. 




En el año 1924 Walsh contó como ayudante de dirección con James T. O'Donohoe. Tuvo como persona encargada de la dirección artística a William Cameron Menzies. La historia sigue el guion de Achmed Abdullah y Lotta Woods. 

Pero, con todo, Fairbanks intervenía de manera tan activa en la preparación de sus filmes que es difícil descartarlo del resultado final. Casi toda su obra es producto de su empeño personal y del talento de sus directores. Quería transmitir una visión del mundo y se valían de un director para organizarla. 




De esta voluntad nos quedan algunos testimonios tan valiosos como las películas. Son fotografías de rodaje es en las que el actor aparece atribuyéndose las funciones del director, cuando ya se había atribuido las de organizador general. Incluso la cuestión del decorado fundamental en esta película parece un invento suyo que hubiese sido transmitido con todo detalle a un colaborador o decorador como fue William Cameron Menzies. 

En 1924, Douglas Fairbanks había regresado de uno de sus viajes por Europa profundamente impresionado por la innovaciones escénicas de la escuela de directores alemanes y muy especialmente del expresionismo arquitectónico de Friz Lang. 

Llevado por su entusiasmo compró la película "Las tres luces (1921)" para su distribución en los Estados Unidos pero llevado por sus intereses prohibió su difusión hasta después del estreno de su proyecto inmediato que era precisamente el ladrón de Bagdad. 

Entre las principales deudas que el actor contrajo con los expresionistas alemanes figura la aplicación al decorado de algunos conceptos geométricos y arquitectónicos tal era la idea de verticalidad adoptada y a un exagerada tanto para los interiores de películas como Robin de los bosques o en El ladrón de Bagdad. 


La película contó con la música de Mortimer Wilson, - inaugurando así la lista de grandes músicos que han aceptado componer para la pantalla- el maquillaje de Paul Burns, la fotografía de Arthur Edeson, el montaje de William Nolan, la escenografía de Lotta Woods, el vestuario de Mitchell Leisen y la avanzados efectos especiales fueron por parte de Hampton Del Ruth. 




La historia parte de las Mil y una noches, pero vista a través de Fairbanks. El personaje central es Ahmed (Douglas Fairbanks), un hábil e ingenioso ladrón que deambula despreocupadamente por las calles de Bagdad, escenario de sus múltiples y exitosas raterías. Es un hombre feliz, pues todo lo que quiere lo consigue. Al entrar en una mezquita, le dice un hombre que desdeña su religión ya que su filosofía es: "Lo que quiero, lo tomo". 

Un día, él y su socio, Abu (Snitz Edwards) deciden robar en el palacio del califa. Por la noche, Ahmed escala los altos muros con la ayuda de una cuerda mágica que robó durante las oraciones rituales, mientras su socio le espera fuera. 

Consigue acceder al lugar donde se guarda un gran tesoro, pero tras ver dormida a la princesa (Julianne Johnston) se enamora de ella. 


Todos los pensamientos de saqueo se olvidan cuando ve a la princesa dormida, la hija del califa. Una esclava mongola (Anna May Wong) le descubre y da la voz de alarma, pero Ahmed logra huir. 

Cuando su socio Abu le recuerda al desconsolado Ahmed que un ladrón del pasado robó a otra princesa durante el reinado de Haroun al-Rashid, Ahmed se propone hacer lo mismo. 

Al día siguiente, es el cumpleaños de la princesa, y se anuncia con gran pompa por parte del califa (Brandon Hurst) la futura boda de su hija y la llegada en breve de los principales príncipes de Asia para que la novia elija entre ellos: el príncipe de Persia (Mathilde Comont), el príncipe de la India (Noble Johnson) y el príncipe Mongol Cham Shang (Sojin Kamiyama). Este, sin que nadie lo sepa,  tiene la intención de apoderarse de la ciudad para añadirla a sus dominios. 

Otro de los esclavos de la princesa predice que se casará con el hombre que toque por primera vez un rosal de su jardín. La princesa observa ansiosamente cómo pasan junto al rosal primero el ceñudo Príncipe de las Indias, luego el obeso Príncipe de Persia y finalmente el Príncipe de los Mongoles. 



La mera visión del mongol llena de miedo a la princesa, pero cuando aparece Ahmed (disfrazado de pretendiente con ropas robadas), ella queda encantada. La esclava mongol le cuenta la profecía a su compatriota, pero antes de que pueda tocar el rosal, el asustado caballo de Ahmed arroja a su jinete hacia él. Ahmed, ayudado por Abu, se hace pasar por un príncipe y es elegido por la princesa, pero en un acceso de sinceridad le confiesa a ella su verdadera identidad y su amor por ella. Esa noche, siguiendo una antigua costumbre, la princesa elige a Ahmed como marido. Por amor, Ahmed abandona su plan de secuestrarla y se lo confiesa todo en privado. 


El príncipe mongol se entera por su espía, el esclavo mongol de la princesa, que Ahmed es un ladrón común e informa al califa. Ahmed es azotado sin piedad y el califa ordena que un simio gigante lo destroce, pero la princesa soborna a los guardias para que lo dejen ir. La esclava mongola lo reconoce y lo delata. Es castigado a ser , primero, despedazado por un simio y, luego, azotado antes de morir, pero salva la vida gracias a la princesa. 




El califa obliga a su hija a volver a elegir entre los pretendientes. Para ganar tiempo, la princesa le propone a su padre que los envíe a tierras lejanas en busca de un tesoro, y que vuelvan al cabo de siete lunas. Quien traiga el tesoro más extraño y maravilloso será el elegido. Cuando el califa insiste en que elija otro marido, su leal esclavo le aconseja que lo posponga. 

Ella pide que cada uno de los príncipes le traiga un regalo después de "siete lunas"; se casará con el que le traiga lo más raro. Desesperado, Ahmed se dirige al santo. Le dice al ladrón que se convierta en príncipe, revelándole el peligroso camino hacia un gran tesoro. Ahmed, que siempre había sido escéptico en materia religiosa, acude a la mezquita y consulta su situación con un hombre santo (Charles Belcher), quien le dice que hay que luchar por la felicidad y que debe ser él mismo quien conquiste su destino. 




Ahmed partirá para poder conseguir un valioso tesoro y así poder casarse con la princesa. Pero en su camino deberá pasar graves situaciones de peligro y vivirá extraordinarias y fantásticas aventuras. 

Los regalos espectaculares van apareciendo. El Príncipe de Indias obtiene una bola de cristal mágica del ojo de un ídolo gigante, que muestra todo lo que quiere ver, mientras que el Príncipe Persa compra una alfombra voladora. 


El príncipe mongol que ha conseguido una manzana que cura toda las enfermedades, deja atrás a su secuaz y le dice que organice a los soldados que enviará a Bagdad disfrazados de porteadores. 

Después de poner sus manos en una manzana dorada mágica que tiene el poder de curar cualquier cosa, incluso la muerte, envía un mensaje al esclavo mongol. envenenar a la princesa. 




Después de muchas aventuras, Ahmed obtiene una capa de invisibilidad y un pequeño cofre con polvos mágicos que se convierte en lo que quiera cuando lo rocía. 

Corre de regreso a la ciudad. Los tres príncipes se reúnen según lo acordado en un caravasar antes de regresar a Bagdad. El mongol le pide al indio que compruebe si la princesa los ha estado esperando. Descubren que está al borde de la muerte y viajan sobre la alfombra voladora para alcanzarla. Entonces el mongol usa la manzana para curarla. 

Los pretendientes discuten sobre qué regalo es el más raro, pero la princesa señala que sin ningún regalo, los dos restantes habrían sido inútiles para salvarla. Su fiel esclavo le muestra a Ahmed en la bola de cristal, por lo que la princesa convence a su padre para que delibera cuidadosamente sobre su futuro yerno. 

El príncipe mongol decide no esperar, desata su ejército secreto esa noche y captura Bagdad. Ahmed llega a la puerta de la ciudad, cerrada y defendida por los mongoles. Cuando conjura un gran ejército con su pólvora, los soldados mongoles huyen. El príncipe mongol está a punto de que uno de sus soldados lo mate cuando el esclavo mongol le sugiere escapar con la princesa en la alfombra voladora. 

Ahmed libera la ciudad y rescata a la princesa, usando su capa de invisibilidad para atravesar a los mongoles que custodian a su príncipe. En agradecimiento, el califa le entrega a su hija en matrimonio acabando así la aventura. 




La película fue estrenada en Nueva York hace poco más de cien años, el 18 de marzo de 1924. 

El ladrón de Bagdad fue una de las películas más caras de la década de 1920. El director artístico William C. Menzies construyó la ciudad de Bagdad en una parcela de unas tres hectáreas (la mayor de la historia de Hollywood). Algunos de los trucos empleados en la película fueron copiados de la película alemana Las tres luces, dirigida por Fritz Lang.

Fairbanks consideraba que esta era la favorita de sus películas, según su hijo. La imaginativa gimnasia le sentaba bien a la estrella del atletismo, cuyos movimientos "gatunos, aparentemente sin esfuerzo" eran tanto danza como gimnasia. 




La película, fuerte en efectos especiales (alfombra voladora, cuerda mágica y monstruos temibles) y con enormes escenarios de estilo árabe, también resultó ser un trampolín para Anna May Wong, quien interpretó a una traidora esclava mongol. La campaña publicitaria en la que ella sale es simplemente espectacular.




Fairbanks buscó hacer una auténtica epopeya. Lujosamente escenificada en un estudio de Hollywood, a un costo estimado de 1.135.654,65 dólares, aunque yo he leído que fueron 2 millones los invertidos. El ladrón de Bagdad fue una de las películas más caras de la década de 1920. 




El director de arte William Cameron Menzies fue en gran parte responsable del diseño de producción, siguiendo de cerca los requisitos establecidos por Fairbanks, quien actuó como escritor, productor y protagonista. 




La meticulosa atención de Fairbanks al detalle, así como las complejas imágenes visuales, requirieron el uso de efectos especiales de última generación, como una cuerda mágica, un caballo volador, una alfombra voladora y decorados de palacio a gran escala. 

En 1926, la revista japonesa Kinema Junpo eligió esta película como la mejor en materia de entretenimiento. 

En 1996, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry El 17 de junio de 2008 se dieron a conocer por el American Film Institute (AFI) diez listas de distintos géneros, cada una de ellas compuesta por diez películas. En el apartado de películas fantásticas, El ladrón de Bagdad quedó en noveno lugar. 




El ladrón de Bagdad es ahora ampliamente considerada una de las grandes películas mudas y la mejor obra de Fairbanks. El biógrafo de Fairbanks, Jeffrey Vance, escribe que se trata de "Una épica y romántica aventura de fantasía inspirada en varios de los cuentos de Las mil y una noches, El ladrón de Bagdad es el mayor triunfo artístico de la carrera de Fairbanks. El magnífico diseño visual, el espectáculo, el esplendor imaginativo y los efectos visuales, junto con con su valiente actuación (liderando un elenco de literalmente miles de personas), todo contribuye a hacer de esta su obra maestra". 




Glenn Erickson en el DVD sobre la película elogió la película comenta que "Cada época tiene sus entretenimientos maravillosos, y El ladrón de Bagdad de 1924 transportó al público a un nuevo nivel de fantasía imaginativa. Tenía la estrella más grande de la época en una producción que eclipsaba todo lo que nadie había visto... Tiene escenarios más grandes que los de Intolerancia y escenas de multitudes disfrazadas para rivalizar con los enormes espectáculos italianos de la época. Además, la película está repleta de elaborados efectos especiales, muchos de los cuales todavía tienen el poder de impresionar. ... Algunos críticos prefieren las primeras aventuras modernas de Douglas Fairbanks a las epopeyas de disfraces de sus veintes, pero esta película deslumbrante todavía sorprende a la gente. En pocas palabras, el diseño y la ejecución general de la producción (escenografía, vestuario, iluminación, efectos especiales) están tan estrechamente coordinados que la ilusión de grandeza es completa". 




Darragh O'Donoghue en un artículo sobre la película en Senses of Cinema opina que: "El primer carrete ofrece una de las alegrías más puras que el cine mudo puede ofrecer... Mientras que inicialmente había una equivalencia satisfactoria entre las discretas aventuras de Ahmed como un ladrón psicológicamente plausible en la Mesopotamia medieval y Ahmed como una figura universal de hombre común, en  los últimos dos tercios de la película, la superestructura distintiva anterior da paso a una especie de Progreso del Peregrino en el drag orientalista... Las secuencias de aventuras están escenificadas como cuadros de feria y no tienen el interés en el proceso físico o la inversión emocional que hicieron las primeras películas. tan emocionante... Después de prometer un sueño, esta gran pero defectuosa película finalmente hace que su audiencia se duerma".




Para Terenci Moix es " una de las películas más deslumbrantes del universo visual del siglo XX y para el que el actor contaba también con experiencia previas como es la visión orientalista de en "Sumurum" y "La mujer del faraón" , y también con el concepto de deformación del espacio real por medio de las luces típico del expresionismo en general. En manos de Menzies, estas experiencias dieron lugar a un universo donde reina la fábula y el delirio; una muestra de orientalia que se proclama autónoma y deliciosamente pintoresca al mismo tiempo con su reza sabios denso ensueño romántico del siglo 19 y sus atisbos de la estética art decó". 




Añadió el crítico catalán que este decorativismo llevado a puntos tan rigurosos que amenazaban con ahogar la espontaneidad del filme, nos sorprende todavía hoy por lo que tiene de estrecha identificación con el estilo interpretativo del productor protagonista. Sin renunciar a su simpatía desbordante y a su arrolladora humanidad. Doug consigue convertirse en una parte más del decorado y cada uno de sus movimientos resulta un prodigio de ritmo que si bien se ha visto en su firmes anteriores adquiera aquí su mayor significado como si hubiese conseguido alcanzar la abstracción total. Es así como el héroe el aventurero el saltimbanqui se convierte en danzarín y finalmente en estilista uno de los mejores que ha tenido el séptimo arte. 







Con esta película y otras de este productor director y actor, se consigue el prodigio del arte de entretener que responde en última instancia a la personalidad del soñador empedernido que se permite realizar en la pantalla todo tipo de quimeras alimentadas por una imaginación desbordante. 

En este sentido Douglas Fairbanks, hijo, declaró en cierta ocasión que su padre fue durante toda su vida un Peter Pan que convirtió en obras maestras de la ficción su voluntad de no hacerse adulto. Gracias a él este arte nuevo, ese entretenimiento gozoso, se convierte en un reclamo de un país de nunca jamás frecuentado por todos los soñadores del siglo XX. 

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