lunes, 10 de septiembre de 2018

Los culpables


El cine es hijo de su tiempo, y como tal es hijo también de las modas. Pero también de las circunstancias. A veces , hablando con un sobrino muy interesado por el mundo del cine, le he contado como el cine español llegó a ser una industria solvente ,  sobre todo en Madrid,  a partir de la década de los cincuenta. Con sus limitaciones, tanto presupuestarias como técnicas, y sobre todo creativas, dada la ominosa censura, ese ojo que todo lo ve, aquella industria producía obras para el público,  para subsistir, para el régimen, y , a veces, a pesar del régimen. 

El cine español responderá a las influencias exteriores sobre todo a las corrientes que encajaban bien con la realidad española. Así tendremos un cine muy próximo al neorrealismo, pero también descubriremos que otros géneros, unos patrios (cine folklórico, el melodrama, la comedia fácil, o el drama moral e incluso pervive algo del cine de teléfono blanco o alta sociedad), pero otros tan externos como el western cuajan, más en unos sitios que en otros. 

Es cierto que el centro industrial cinematográfico estaba en Madrid, pero había otro foco de producción: Barcelona. Y en esta ciudad se desarrollará una corriente que apostó además de todos los géneros señalados, por el cine negro o policíaco.

Se da en los años en los que en Cataluña vive una industrialización acelerada, hay una enorme especulación inmobiliaria , irrumpe el turismo que afecta a lo anterior, y llegan cientos de miles de personas desde todo España y este fenómeno migratorio tendrá igualmente sus efectos en algunas películas. 

Por estos años llegan al mundo de la cultura una nueva generación que no había participado en la guerra civil y que había empezado a preocuparse por otros temas, inclusive los problemas del país a finales de la década de los cincuenta. Esta generación buscaba ya una normalización cultural , en esa anomalía cultural que era la España franquista llena de limitaciones. 

En 1962 sobreviene un desastre para el cine catalán y español en general: los estudios Orphea desaparecen tras un incendio. A pesar de la tragedia, Barcelona no perderá su vocación de ciudad-plató y el número de filmaciones crece, hasta una media superior a los 20 films anuales, aunque muchos de ellos eran coproducciones , realizados por técnicos y artistas unos hispanos , otros foráneos, muchos con Italia.

Aunque habrá que esperar a finales de los 60 con los estudios IFI y Producciones Balcázar e Isasi Isasmendi que apostarán por el subgénero familiar, el "peplum", el "spaghetti western" - gracias a que en 1965, un sector que tenía su espacio en Esplugues de Llobregat, sede de unos estudios dedicados al rodaje de "spaghetti westerns" en coproducciones con Italia,  y en los que Alfonso Balcázar realiza , entre otros, "Pistoleros de Arizona" (1965), "Clint el solitario" (1967) o "Dinamita Jim" (1969). A esto se suman incluso película con agentes secretos - no , no es Mortaledo y Filemón, los personajes de Ibáñez, sino con intención de proyección internacional, como se refleja en "Estambul 65" (1965) y "Las Vegas, 500 millones" (1968) de Isasi- o película dedicadas a la música del momento, lo ye- ye o "yeyeísmo". 

Pero no sólo Barcelona y sus área metropolitana la que sirve de plató a historias complejas y novedosas, como , por ejemplo, la que dirige Pere Balañà , fundador de los estudios Kinesa, "El último sábado" (1966), una historia sobre las ciudades-dormitorio del cinturón industrial del área metropolitana de Barcelona y el problema del bilingüismo- . A este espacio se suman otros que serán localidades de rodaje como Gerona.

En 1962, el ministro de Información y Turismo , Manuel Fraga Iribarne y el director de Cinematografía García Escudero, apuestan por una política reformista, eso sí, dentro del régimen. En este contexto político aparece la llamada "Escuela de Barcelona", que parte de nuevos planteamientos ideológicos mayoritariamente burgueses,  y con ello buscan la autofinanciación o un sistema cooperativo de producción, un trabajo en equipo  una estética definida en la imagen y en la narración, con posibilidades para la experimentación, incluso para la vanguardista, eso sí, adaptado a la idiosincrasia catalana.  

En esas circunstancias comienza a tener auge un género interesante , en esa Cataluña burguesa en la que llegan miles de personas de otras partes del país lo que le da una mayor cualidad , surgiendo así un típico genero que cuaja: el "thriller" o cine negro. Lo cierto es que los cineastas y así como productores provenían de clases acomodadas, así que parecen ver lo que pasa en la ciudad desde su balcón social, y que nos muestran como entre sus historias de amor y desamor tienen cabidas las traiciones, los asesinatos, el encubrimiento, etc.

Existe un interés de algunos realizadores de este género por reflejar la realidad urbana y social del momento, las calles barcelonesas, el "lumpen", etc. Para muestra un botón la del realizador barcelonés , Francecs Rovira i Beleta , que realiza una interpretación comprensiva de la delincuencia en "Los atracadores" (1961), historia basada en la novela de Tomás Salvador sobre tres jóvenes marginados que llegan al asesinato;  o la más conocida posiblemente del director "Los Tarantos" (1963), con Carmen Amaya, inspirándose en Romeo y Julieta, aquí payos y gitanos, Tarantos y Zorongas, que fue nominado para el Oscar, lo mismo que otra cinta del mismo autor, "El amor brujo" (1967).

El film de Francisco Pérez-Dolç "A tiro limpio" (1963) trata de una banda de atracadores que se va autoeliminando poco a poco debido a las diversas diferencias que surgen entre ellos.


Un film sensible al momento social del país fue "La piel quemada" de Josep M. Forn, 1967, patética plasmación del subdesarrollo económico y cultural español de la época, del caciquismo meridional y de la inmigración en Cataluña, a partir de las relaciones entre un albañil andaluz y una turista francesa. 

Pero lo cierto es que el barcelonés Josep Maria Forn i Costa , director de cine, guionista, productor y actor español en el Cine desde los cincuenta y que comenzó con el cortometraje Gaudí (1954) se lanzó al cine comercial y especialmente al de género negro y policíaco como adivinados en sus títulos Yo maté (1957), Muerte al amanecer (1959), La vida privada de Fulano de Tal (1960), La rana verde (1960), ¿Pena de muerte? (1961) y La ruta de los narcóticos (1962) dejando para ese mismo 1962 la película que he visto, Los culpables. 

Tras eso siguió su camino en la dirección y en el mundo de los actores con obras centradas en el cine social , como la citada La piel quemada que fue Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor guion, y con la entrada de la democracia en personajes de la Historia de Catalunya como Companys, procés a Catalunya (1979), o la más reciente, El coronel Macià (2006) o mundo de la actuación como en Un drac, Sant Jordi i el cavaller Kaskarlata o Puny clos o como director general de cinematografía del departamento de cultura de la Generalidad de Cataluña, President del Colegio de Directores de Cine de Cataluña (1994). En 2001 recibió la Cruz de San Jorge.  

Pues bien , muchísimos años antes de que Josep Maria Forn se convirtiera en alto cargo de la Generalitat,  optó por desarrollar un guión junto con Luis Alcofar basado en una pieza teatral de uno de los autores más interesantes del mundo teatral español de la segunda mitad del siglo XX, el barcelonés Jaime Salom - dramaturgo autor de una obra como La casa de las chivas llevada al cine por el director León Klimovsky y un ejemplo de realismo social, y médico, como uno de los protagonistas de su película-  un autor que pretendía analizar los principios de moral burguesa imperantes en la época en este caso para tratarlo como un filme de suspense. 

Era la primera obra en la que Forn no trabajaba a las órdenes del director y productor tarraconense , de Valls, Ignacio F. Iquino, especializado en adaptar obras teatrales como El difunto es un vivo  y responsable de una de las primeras muestras del Thriller patrio con Brigada criminal (1950), pero responsable igualmente del primer film rodado en catalán tras la Guerra Civil con El Judas (1952).

Pero en los sesenta se aparta ligeramente de esta temática, así que deja a Forn en manos de la productora de Teide P.C. siendo su  productor ejecutivo J.L. Infiesta y cierta libertad creativa para rodar la película que he visto: Los culpables. 

Al interesante guión inspirado en lo escrito por Salom, se le sumó en la parte técnica la labor musical de  Federico Martínez Tudó , la buena fotografía de Ricardo Albiñana y la edición de Juan Luis Oliver.  

El reparto lo encabezan Tomás Blanco como Don Pablo Ibáñez, el francés Yves Massard como Dr. Andrés Laplaza, la bellísima argentina Susana Campos como Arlette y Félix Fernández como Comisario Ruiz. Junto a ellos Florencio Calpe como el director del banco, Ana María Noé como dueña de la tienda de telas, Luis Induni como Juan , Carmen Mejías como Gloria, Gonzalo Medel como hombre que da el pésame, Salvador Muñoz como Juez, Joaquín Navales como Luis. Roberto Samsó como agente de la compañía de seguros.  

La película se inicia con imágenes de una mujer, Arlette (Susana Campos) que se desplaza bajo la lluvia por las calles del casco viejo de Girona. Se trata de la bella mujer de un importante hombre de negocios local, el empresario Don Pablo Ibáñez (Tomás Blanco).

Ella va a una tienda de telas  regentada por una señora (Ana María Noé) que en cuyo piso superior tiene un cuarto que alquila por un dinero, en el que Arlette se suele encontrar con su amante, el Doctor Andrés Laplaza (Yves Massard) con el que mantiene una relación furtiva desde hace algún tiempo a espaldas de su marido.

Tras el infructuoso encuentro que no tiene lugar ya que él amante no se presenta , ella marcha al chalet en el que vive, sito en las afueras de la ciudad.

La relación entre marido y mujer es respetuosa, aunque ella vive al margen de la realidad de la empresa que , poco después, nos enteramos que está en quiebra. Mientras la mujer está a punto de salir, se cruza con el gerente de la empresa Salvador García,  la persona de confianza de Don Pablo, cruzándose una fría mirada.


Ella marcha a la consulta del Doctor Andrés Laplaza. Allí la recibe la enfermera, auxiliar del Doctor , y tras eso, entra en la consulta.

Al Doctor le extraña la presencia de Arlette, y más aún cuando minutos más tarde se persona en el despacho con cierta urgencia su marido, Don Pablo, alegando una urgencia relacionada con un conocido problema en el corazón .

Sin embargo, Andrés se sorprende aún más cuando Don Pablo habla sin tapujos sobre la relación que el médico tiene con su mujer y exige a la misma que salga del lugar en el que se ha escondido.

Tras eso les explica que es conocedor de todo desde hace un tiempo, pero sobre todo les habla de las dificultades económicas que está pasando su empresa. También les comenta que hay una solución para las mismas, ya que ha firmado un seguro de vida en caso de muerte cuya beneficiaria es su mujer. Ante esto les propone fingir su propia muerte con la complicidad de su esposa y el amante de ésta. La mujer está de acuerdo y la condición es que el médico y amante se encargará de firmar el certificado de defunción. Así podrá cobrar un seguro de vida de cinco millones de pesetas, y los amantes tendrán el camino libre para casarse.

Tras dudar, ambos aceptan. El fingimiento tendrá lugar ese próximo fin de semana en una finca de Don Pablo con la cooperación de un hombre de confianza, Juan (Luis Induni).

Lo pactado se ejecuta, aunque no está exento de pequeños problemas ya que al sellar el féretro con bronce para evitar desplazamiento del cadáver podría poner al descubierto que está, en principio, vacío.

Una año después del entierro al que asisten Arlette y Andrés así como personajes de la localidad vemos que la pareja plantean casarse,  aunque verán complicarse las circunstancias a su alrededor  en parte por el agente del seguro que firmó la póliza (Roberto Samsó), por el chantaje de la propietaria de una tienda que servía como casa de citas para la pareja, o por el peligro que suponen unas cartas anónimas que amenazan con ciertas inconvenientes revelaciones que llegan a manos de un viejo policía, el Comisario Ruiz (Félix Fernández  ), amigo de la familia de Andrés, y que ha recibido la orden de investigar el caso dado los anónimos recibidos.


Estas circunstancias enfrían y enturbian las relaciones entre la pareja, especialmente, cuando se plantee la orden de necesidad de que el forense compruebe el cuerpo del fallecido. El temor de Andrés y Arlette  se multiplica pensando en qué los responsabilizarán de fraude al no aparecer cuerpo alguno.

Sin embargo, la exhumación supone un importante sorpresa: el féretro contiene un cadáver y todas las evidencias parecen que se trata de Don Pablo, como confirma una radiografía. También el forense determina que no hubo envenenamiento, por lo que el seguro se retira del caso.

Desde ese momento Andrés responsabiliza a Arlette del asesinato de su esposo y pone en duda la veracidad de su relación, viciada y trufada de medias verdades y enormes mentiras.

El Comisario Ruiz informa que el caso se ha cerrado aunque todavía hay pequeños flecos que cerrar como el emisario  de los anónimos que abrieron el caso.


Las dudas de Andrés van a más y casi rompe con Arlette, pero ante lo ocurrido, inicia una investigación personal que le encamina hacia García, el hombre más cercano a Don Pablo. Las pistas llevan a éste . Tanto en una agencia de viajes como en una entidad bancaria todo parece confirmar que García está implicado en el asunto. De hecho ha desaparecido como confirma Andrés a través de  la entrevista que tiene lugar con la madre adoptivo en la que se reafirma la idea de que con ellos mantiene una fría y casi nula relación.

A esto se sumará el nuevo intento de chantaje económico por parte de la alcahueta que le alquila la habitación y que en un momento dado reconoce que García pasó por allí y mantenía alguna relación con Arlette.

Ante la suma de las dudas y las evidencias , y tras comentar el Comisario Ruiz que daba el caso por cerrado aunque recibe la información de que el coche de García ha podido cruzar la frontera, decide Andrés volver al origen, la casa de campo en la que se inicio el suceso.

Al llegar habla con Juan que le dice que nadie se ha llegado a la casa últimamente. Sin embargo, Andrés tiene alguna duda que va más allá de lo sensato,  cuando encuentra las marcas de un vehículo.

Lo busca en las dependencias de la Massía y descubre un coche camuflado detrás de unas ramas. Ante eso decide entrar en la casa y busca en la dependencia principal. Ante su sorpresa se encuentra con Don Pablo descansando sobre una cama.


Al despertarse Don Pablo le comenta que acaba de llegar tras cruzar la frontera en el coche de García. Y cuenta todo lo ocurrido a un sorprendido Andrés.

Ahora sabe que ha sido víctima de un complot entre Arlette y Don Pablo. La intención de Don Pablo era cobrar el seguro , marchar a Suiza y dar pistas , a través de los anonimos, para responsabilizar a García, precisamente el finado de la caja fúnebre.

Don Pablo comenta que la razón de todo era la mala gestión de la empresa, pero que en un arrebato asesinó a García. Posteriormente, junto a la maquiavélica Arlette ideó todo el embrollo. El, de hecho, era quien enviaba los anónimos a la compañía de seguros y el que alertó así a la policía. El fin era implicar y responsabilizar de todo a García, mientras el desaparecía del mapa con el dinero.

Tras eso amenaza con un arma a Andrés y le dice que su intención es volver a salir del país con destino a Suiza. En el coche se montan Don Pablo y Arlette. Justo al salir escucha las sirenas de la policía que hilando fino ha llegado a la idea de la implicación de Don Pablo y Arlette en el fraude.

En el transcurso de la persecución y el tiroteo el coche que lleva a la pareja se accidenta , falleciendo Don Pablo y con ello acaba la película.

Esta película enmarcada dentro del género del cine negro con connotaciones de intriga policial llena de equívocos, sospechas y deducciones, se rodó en escenarios urbanos de la capital gerundense en lo que identificamos aspectos de su casco viejo - como la escalinata que lleva a la Catedral- , la ribera del río Oñar, y los alrededores y calles de la misma. La película se estrenó en diciembre de 1962.

No es una película llena de acción, aunque sí lleva de un preciso relato , magnificamente interpretado por los dos principales actores, el francés Gérard Tichy y un grande de la interpretación sobre todo teatral como era Tomás Blanco. A ellos se suman la bellísima actriz argentina, Susana Campos, que también nos sirve, como su primera hora en un retrato social de la vida de provincias, que pudiera complementarse con la narrado en Calle Mayor , historia que trascurre en Palencia. Destacable igualmente incluso es la muy convincente y aprovechada Ana María Noé.

Javier Ocaña , en Historia de nuestro cine , que emitió la película aclaró que es la primero que no realiza junto a Ignacio F. Iquino . El crítico de cine afirma que Los culpables fue un soplo de aire fresco y de liberación. Destaca el crítico el papel de Jaime Salom por el gran atrevimiento de sus temas como el adulterio en esta película. La obra de teatro se había estrenado dos años antes. En su crítica destaca el retrato de una ciudad de provincia, o la corrupción empresarial así como el aliento trágico de los personajes.  Ademas afirma que el director despoja de toda retórica, logrando crear un filme tenso en su corrección, de impacto directo, bien planificado y con un sentido del melodrama lleno de dignidad.

Reconozco que la película me ha sorprendido mucho y que ha parecido interesante con momentos muy acertados como el de la exhumación del cadáver. Entra en aspectos casi tabú en la época como la infidelidad conyugal en personas de la clase alta, o la amoralidad de sus personajes, sobre todo en el caso de Pablo, dispuesto a todo con tal de salvar su fortuna o Andrés dispuesto a firmar un acta de defunción, aunque en su caso con el fin de casarse con Arlette.

Como declaró el director Forn, era una obra básica, casi alimenticia , pero técnicamente es muy acertada tanto en lo narrativo como estrictamente en  los técnico con buena fotografía en blanco y negro de Ricardo Albiñana y gusto muy americano en el sentido de la búsqueda de planos y contraplano para mostrarnos rostros y la sorpresa de los mismos o la banda sonora de Francisco Martínez Tudó.

Películas que sacan a relucir el buen hacer que hubo en la industria cinematográfica del momento y especialmente de aquellas producida en Cataluña tanto por el nivel de sus realizadores ( hablamos de Julio Salvador, Miguel Iglesias o Julio Coll a la que se sumaron Juan Bosch, Ignacio F. Iquino, Rovira Beleta o el mismo José María Forn y que iba en paralelo a la de otros como el castellano José Antonio Nieves Conde , director de Surcos, o se consolidan otros como  el gallego Mur Oti,  o un algo más tardío Antonio Drove,

Para acabar con el cine catalán de la época, decir que Forn  como realizador fue un hombre apegado a su tierra y a su tiempo y, pero lo más importante fue que permitió la continuidad y consolidación de de la industria cinematográfica en Barcelona.

A ello contribuyeron otros directores con más o menos éxito como Jaime Camino Vega de la Iglesia, un escritor, guionista barcelonés fallecido en 2015 y director entre otras de "Los felices 60" (1964), desmitificación de aquella época de desarrollo, de "boom" turístico y de mucha "apariencia" social; o de "España, otra vez" (1968), en la que Camino retoma el tema de la guerra civil aunque a partir de una situación que transcurre durante el desarrollismo; el film, a pesar de las dificultades habituales con la censura, puede estrenarse y es nominado para el Oscar.

Sin embargo, para mi sus dos películas más conocidas serán Las largas vacaciones del 36 (1976) y sobre todo Dragón Rapide (1986), protagonizada por el gran Juan Diego que asume como Francisco Franco el golpe militar de los que con el tiempo se llamarán nacionales en los días previos al comienzo de la Guerra Civil.

Otro de los protagonistas de esta "Renaixença" del cine catalán fue el director de Distrito Quinto (1957) , Los cuervos (1960) o Un vaso de whisky (1958) , Julio Coll i Claramunt, 1961, que , como ya hemos dicho, comenzó como guionista de, por ejemplo, Apartado de correos 1001 (150) y productor de cine, e importante realizador de televisión, escritor, periodista y crítico musical y teatral español. A destacar la señalada del año 1960 , una historia ambientada y con connotaciones con Los culpables , una historia de la alta burguesía industrial de Barcelona en la que el secretario de un magnate industrial se apodera de la mayoría de sus acciones, aprovechando su convalecencia después de haber sido operado.

El papel de la burguesía media catalana es el núcleo principal de otra película de la época "Vida en familia" de  Josep Maria Font y Espina,  guionista y director natural de Vic,  que comenzó su carrera como guionista con Vamos a contar mentiras (1961) debutando como director ese mismo año con una obra escrita por él, Cristo fusilado director igualmente de Diálogos de la paz (1965), El arte de casarse (1966) o El arte de no casarse (1966).

Y para terminar señalaré que no sólo crítica social o cine negro también hay capacidad para pasar del lo plano de las letras al volumen de los actores. Así que en esta década igualmente aparecen película con referencias en la literatura algunas se ellas del propio José María Forn  como "La respuesta" (1969) o Armand Moreno , que se inspira en la obra dramática de Angel Guimerà, para rodar "Maria Rosa" (1964) con una joven llamada Núria Espert, sobre un crimen pasional, un film que pudo estrenarse en catalán gracias a la justificación de que si estaba permitido el teatro en catalán el cine no era más que teatro filmado, y más tratándose de una adaptación teatral.

No podemos olvidar en este repaso al cine catalán de los sesenta son nombrar al barcelonés Jordi o Jorge Grau, un director versátil, un todoterreno que rodó desde cine documental, a cine comprometido socialmente, - como Ocharcoaga (1961) - filmado en cuatro días en colaboración con José Luis Guarner y Jesús Yagüe- o Noche de verano (1962) - rodado en Barbate- , cine literario "Una historia de amor" (1966) aborda una situación triangular entre dos hermanas y el marido de una de ellas o el cine experimental e incluso el de terror y fantástico entre las que se encuentran Ceremonia sangrienta (1972), la mítica - gracias Chico Ibáñez Serrador por enseñársela a una generación- No profanar el sueño de los muertos (1974) o La trastienda (1975).

Otros directores hubo como Alexandre Martí, Antoni Ribas , que llevó al cine a Joan Manuel Serrat para "Palabras de amor" (1968), aunque también hubo cine de humor en alguna película del ya citado Josep M. Font Espina o , casi experimentales e independientes como Llorenç Soler . Con ellos nacen otros cineastas como Vicente Aranda y algunos más que trabajan en la ciudad condal como Carlos Duran, 1967), Ricard Bofill, José M. Nunes, unos joveesn Gonzalo Suárez o Jaime Camino, junto a Pere Portabella, Jacint Esteve Grewe , Joaquim Jordà.

Con ellos se consolidó la Escuela de Barcelona que logró su proyección teórica en las Jornadas Internacionales de Escuelas de Cinematografía (Sitges, 1967). En ellas los cineastas participantes se declaran totalmente a favor de la absoluta libertad creativa y expresaron su voluntad por transformar los esquemas habituales de la industria cinematográfica, de manera que se modificaran los canales habituales de producción y distribución. Todo un logro.

Me quedó con la localidad finalmente señalada: Sitges. Pero como dije al principio, el cine es hijo de su tiempo, y en esa localidad costera de Barcelona, al año siguiente tuvo lugar un auténtico acontecimiento cinematográfico, al tener lugar un Festival de cine fantástico, ciencia-ficción y terror, organizado por Pedro Serramalera como "Semana Internacional de Cine Fantástico" . Desde entonces fue la sede permanente del Festival Internacional de Cinema de Cataluña, uno de los eventos cinematográficos más importantes de España y de Europa que en 1997 empezó a abrirse a otros géneros. Pero esto ya es otra historia, una hermosa y terrorífica historia.


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