sábado, 17 de noviembre de 2018

Zalacaín


Si hace unos treinta años me hubiese preguntado por un autor no tendría dudas ese era Pío Baroja. Lo cierto es que en mi juventud y tras mi paso por la Universidad había leído mucho , muchísimo , del escritor nacido en  San Sebastián allá por 1872. Pasaron por mis manos y por mis ojos como lector muchas de las trilogías. De hecho fui en peregrinación al caserío de Itzea propiedad de los Baroja en Vera de Bidasoa en el año 1997, como también fui al de Sara en Ataún , propiedad del Aita Barandiarán en el que me atendió amabilísimamente su sobrina Pilar. Como se puede ver fui a estar con mis devotos inspiradores en mis lecturas literarias y mi interés por la Antropología y la cultura que me llegó a través de mi abuela, coetánea del aita y con el que compartía apellidos y posiblemente algo más que eso, además de historias que me llegaron a través de ella y de mi madre. Curiosamente uno y otro tenían una visión muy diferente en cuanto a los vasco, pero eso es ya otra historia.

Pero volviendo a lo que me atañe en este blog, que como recuerdo tiene como finalidad el recordar lo que he visto y lo que me remite a mi vida y entorno afectivo, tenía mucho interés en ver la película inspirada en el libro con el que empezó todo: Zalacaín, el aventurero (!908), la última novela de la trilogía Tierras vascas, junto con La casa de Aitzgorri (1900) y El mayorazgo de Labraz (1903). 

El Zalacaín que he visto es la versión que dirigió Juan de Orduña , uno de los directores grandes del cine español de los años 40 y 50. Presente como actor desde los años 20 , en concreto en el año 1924 participa en películas como La chavala (1924) o La revoltosa, La casa de la Troya (1925), Boy y Pilar Guerra (1926), llegando a la eclosión como actor en el año 1927 con películas como Estudiantes y modistillas , Las estrellas , Los vencedores de la muerte o Rocío del Albaicín (1927) y más tarde ya como actor y director en Una aventura de cine (1928) o El misterio de la Puerta del Sol y El rey que rabió ambas del año 1929. Y en los aós 40 está más detrás de las cámaras que delante con la honrosa excepción de la famosa, Nobleza Baturra del año 1935 de Florian Rey.

Siendo desde los 40 uno de los directores más prolíficos y de mayor éxito con película comprometidas con el régimen como ¡A mí la legión! (1942), comedias de teléfono blanco como Deliciosamente tontos (1943), Ella, él y sus millones , La vida empieza a medianoche , Yo no me caso o Tuvo la culpa Adán (1944). Pasando más tarde a los dramas Misión blanca (1946) , de contenido folklórico como La Lola se va a los puertos (1947)y a las películas del pasado español como Locura de amor (1948), Agustina de Aragón (1950), La leona de Castilla (1951) o Alba de América (1951), auténticos taquillazos del cine español de la época.

Para 1955 encontramos a un multipremiado especialmente por el público director que estrena dos películas: El Padre Pitillo (1955) y Zalacaín el aventurero (1955). La primera fue un exitazo y la segunda, sorprendentemente, no.

La película lo cierto es que era de encargo. Detrás de ella estaba la compañía creada por una actriz española, aunque nacida en Tanger en 1930, Elena Espejo , que desarrollará su carrera entre los años 50 y 60 , con películas de éxito como Apartado de correos 1001 ,El señorito Octavio , Un soltero difícil o El pasado amenaza(1950), Me quiero casar contigo o Duda (1951) o Maldición gitana (1953) y que , tras su éxito decidió. crear una Productora conocida como Espejo Films , aunque el canal de distribución era el habitual, la Compañía Industrial Film Español S.A. (CIFESA).

La película surge como un guion escrito por Manuel Tamayo partiendo de la novela de  Pío Baroja, pero de la que despoja toda la aventura para convertir en la historia de amor entre Martín Zalacaín y tres mujeres.

En la película participa el equipo técnico habitual de Orduña integrado en la música por Juan Quintero, en la fotografía por José F. Aguayo , en la edición por  Antonio Cánovas y en la decoración y arte por Sigfrido Burmann . El encargado del diseño de vestuario fue Peris.

El reparto lo integra uno de los habituales de Juan de Orduña , el actor portugués Virgilio Teixeira, como Martín Zalacaín , la que estaba detrás del proyecto Elena Espejo como Catalina , Margarita Andrey como Rosa Briones y Rosario León como Linda. Junto a ellos aparecen Jesús Tordesillas como José Miguel Tellagorri , Carlos Muñoz como Carlos Ohando,  María Dolores Pradera como Inazia- y por cierto su madre era de origen vasco-francés,, Humberto Madeira  como Bautista Irbide, Manuel Arbó como el asaltante Luchía. Junto a ellos José Sepúlveda,  Josefina Serratosa  . la madre de Rosa o Ramón Martori el dueño del circo y tío de Linda, junto a  Mariana Larrabeiti , la madre de Martín.

La historia se inicia en Zaro, una localidad del País Vasco francés en el que un hombre - que después sabemos que es Iñaki, el sepulturero de la localidad- entrega una carta que de inmediato es recibida por Pío Baroja en su casa de Madrid y que en ese momento se encuentra recibiendo una visita, la del director de la película, Juan de Orduña.

La carta es una respuesta esperada por don Pío Baroja respondiéndole a una anterior carta del novelista. Antes de abrir la carta y leer el contenido de ella, Pío Baroja le cuenta a Juan de Orduña, como conoció la historia de Zalacaín y los verdaderos detalles de la vida de Zalacaín que más tarde su mano plasmó en la novela.

Tras explicar como la carta, aun cerrada podría explicar toda la historia o leyenda que supuso el inicio de la escritura de Zalacaín, comienza un largo flashback  en la que vemos al escritor de joven de visita en Zaro y que mientras visita el cementerio descubre que sobre una tumba de Martín Zalacaín hay hay tres rosas , cada una de un color diferente: blanca, rosa y amarillo.

Cuando pregunta sobre las mismas , Iñaki el sepulturero le habla de la leyenda de Zalacaín y como desde su muerte muchos años atrás hay siempre rosas frescas sobre la misma. El escritor visita la  tumba de Martín Zalacaín durante varios días hasta que un día va de noche y descubre que en ese cementerio de Urbía entran tres viejecitas que le hablan de la historia de amor que les unen al fallecido.

Las tres se sientan sobre el mármol y cuentan a Pío Baroja la historia de Zalacaín. Desde sus orígenes.

De inmediato otro flashback nos muestra al joven Zalacaín como un chico huérfano de padre y como fue apenas educado por la madre. Zalacaín, vive en el caserío familiar de Urbía, con su hermana y su madre, una mujer de carácter débil que contrasta con la viveza y arrojo de su hijo. Vemos como desde pequeño gusta de ir complicándose la vida con sus amigos para vivir peligros y aventuras. Aunque también conocemos como tiene un enemigo al que odia a muerte. Se trata de Carlos Ohando, señor de la casa principal de la localidad que gusta de mirar por encima de los hombros a los demás del pueblo. Vemos que la opinión de éste sobre Martín es que es un ladrón, y la Martín sobre Carlos es que es un soberbio y un estirado.

El chico un día conoce a una chica a Rosa Briones, hija de un militar que marcha al exilio tras uno de los múltiples cambios políticos de la compleja historia de la España del XIX. También conocemos que Martín se siente atraído por la hermana de Carlos, Catalina, que admira igualmente el espíritu aventurero del chico.

Y , por último, conoce a Linda, la sobrina de un dueño del circo que pasa por unos días en el pueblo. De hecho Zalacaín da la cara por ella cuando su tío le da una somanta de palos por facilitar que se cuelen.

Al día siguiente van a la función todos los protagonistas y en un momento dado , tras los payasos, viene una de las actuaciones estrella,  de la chica con el león. El tío (Ramón Martori) da paso al domador de leones (Harry Belli) e informa que Linda meterá su cabeza en la boca del león, algo que irrita a Tellagorri que protesta por ello. Finalmente, abren la puerta del león y el animal escapa generando el pánico.

En esa situación de pánico la afectada es Ama, la madre de Martín que días más tarde muere en su lecho, no , sin antes, hacer prometer a Martín que cuidará de su hermana y mantendrá los muros del caserío familiar. Martín queda al cuidado de su tío abuelo Tellagorri (Jesús Tordesillas), mientras su hermana entrará a servir en casa de los Ohando, que últimamente han estado socorriendo a la familia.

El tiempo pasa y Martín Zalacaín , que ya ha enterrado a Tellagorri, ese cínico de la taberna de Arkale, y heredado un buen montón de monedas de oro, es un joven inquieto que trabaja en la diligencia que atraviesan la frontera del franco-española, donde llegará a ser postillón y que vive enamorado de Catalina, pero la diferencia de clase social hace imposible esta relación sobre todo ante la oposición de Carlos, que sigue siendo un tipo malvado y envidioso, para desgracia de Martín, corteja de forma cruel a Inazia , «la Iñasi», (María Dolores Pradera) , que trabaja en la casa solariega de los Ohando.

Ante esta incómoda situación y sabedor que las aviesas intenciones de Carlos, decide sacar a su hermana de la casa y casarlo con un hombre bueno, aprendiz de panadero, Bautista Irbide (Humberto Madeira) .

El mismo día de la boda que tiene lugar con Catalina como invitada y con aurresku y zortziko y canciones de la misma Inazia. Esa misma tarde tiene lugar un enfrentamiento entre Carlos y Martín , lo que incomoda a Catalina.

Esa noche se ven y acaba besándola, aunque casi de inmediato se persona Carlos que le dispara. Mientras va para el pueblo escucha unos disparos similares a los que antes se habían escuchado. Y al llegar al pueblo se encuentra con una partida de mercenarios que trabajan al mejor postor en esa guerra que libran carlistas y liberales.

Curiosamente, entre los que van en la partida encabezada por un osco Luchia (Manuel Arbó) se encuentra Bautista que ha sido capturado e incluido a la fuerza en la partida. Martín les miente diciendo que él se dedica al contrabando de armas y que tiene algunas escondidas en Urdax en la frontera vasco navarra con Francia en una cueva.

El grupo de Luchía quiere esas armas, así que Bautista y Martín van camino de Urdax hasta que ven de lejos una diligencia y Martín propone su asalto. Esto es aceptado por Luchía. La diligencia es detenida por la partida. En la misma va un grupo de personas con dos mujeres. Casualmente una de ellas es Rosa Briones (Margarita Andrey) que reconoce a Martín por su apellido Zalacaín.

Martín y Bautista se las apañan para escapar con Rosa y la otra señora, librándose de Luchía. Martín y Bautista dejan a Rosa en Bayona e intentan retornar al País Vasco en el barco de un francés.

Cuando regresan a Urbía descubren que no queda nadie en la casa de Ohando, que ha sido destruida tras el enfrentamiento entre liberales y carlistas.

Se entera por Inazia que Carlos se ha unido a los carlistas y que está en Estella, llevándose a la hermana tras la muerte de su madre. Ante la situación y con el fin de rescatar a Catalina que ha sido recluida en un convento por orden de su hermano don Carlos decide marchar a Estella, lacorte de Carlos VII. La Corte es un lugar en el todo está ocupado. Sólo queda , además de los soportales de la plaza, un sitio para pasar la noche. Se trata del Casino al que llegan Martín siguiendo las indicaciones de un sereno.

Al entrar en el Casino da su nombre y es escuchado por la encargada de sala que no es otra que Linda, que le ofrece alojamiento. Este desestima la oferta, aunque lo que sí accede a pedirle ayuda sobre todo cuando descubre entre los jugadores a Carlos Ohando, un jugador empedernido. Entre Linda y Martín atraen a un reservado a Carlos y en el mismo Zalacaín le golpea y le quita el uniforme carlista.

Más tarde, , disfrazado de general carlista, se hace pasar por don Carlos y rescata a la muchacha del convento, yendo acompañado de Linda que decide dejar la ciudad. Se inventa una historia ante la madre superiora, pero ante la insistencia de la misma, decide presentarse y decir la verdad: se llevará a Catalina, le guste o no. Linda , Catalina, martín y Bautista parten para Logroño.

Al llegar Martín es detenido precisamente por su disfraz y apresado por los liberales al no poder demostrar su identidad. Zalacaín les cuenta su historia y es al fin liberado tras tener a alguien que acredite su persona, ya que la ciudad está a cargo del General Briones, el padre de Rosa que también está en la capital riojana. Las tres mujeres deciden marchan junto a Martín a Bayona con el fin de casarse.

De hecho, toman una diligencia para llegar a la localidad vasco francesa para casarse con Catalina. Sin embargo, Zalacaín desconoce que Don Carlos Ohando , finalmente, ha decidido acabar con la vida de Zalacaín en venganza de sus agravios. Así que busca colaboración y la encuentra en Luchía que no puede olvidar que Martín lo humilló.

Entre ambos diseñan un plan para detener la diligencia. Tras conseguirlo Martín es separada de las mujeres y llevado a la Fonda donde le esperan los hombres armados de Luchía con éste al frente y Don Carlos.

Don Carlos y Matín se enfrentan acabando Zalacaín con su eterno enemigo, sin embargo, recibe por parte de Luchía y sus hombres muchos disparos que acaban con su vida. Desde entonces en el cementerio de Zaro , el pueblo vascofrancés en el que empezó la historia, las tres mujeres ya ancianas depositan esas flores.

Tras el fin de la narración , la historia vuelve al presente con la conversación entre Don Pío y Juan de Orduña y como tal escribió lo que escucho o soñó. El escritor vasco abre la carta que ha recibido del sepulturero de Zaro y en la misma lo único que dice es que todavía las frores están frescas y así acaba la película.

La película se rodó en los Estudios Orphea Films en Barcelona, aunque también se rodaron algunos exteriores en localidades posiblemente del País Vasco y Navarra. Se trata de la segunda adaptación basada en la obra de Pío Baroja dirigida por Juan de Orduña.

La primera versión se realizó en 1929 de la mano de Francisco Camacho y fue interpretada por Pedro Larrañaga, María Luz Calejo y Ricardo Baroja. Han sido cinco las películas inspiradas en argumentos barojianos: una muda, de 1927, titulada “Al Hollywood madrileño”, adaptación de la obra “El horroroso crimen de Peñaranda del Campo” y cuatro sonoras, todas rodadas en blanco y negro entre ellas dos que ya han pasado por aquí, Las Inquietudes de Shanti Andía y La busca una adaptación de Angelino Fons, rodada en 1966 con el actor francés Jacques Perrin.

La película fue rodada en blanco y negro con un gran presupuesto y abundantes medios técnicos y fue una de las grandes superproducciones del cine español de principios de los años 50. Cabe destacar que el propio Pío Baroja se interpreta a sí mismo y que el propio director, Juan de Orduña, cuenta con una breve aparición en la película, al igual que ya hizo con "Una aventura de cine", película con la que debutó en 1927.

Curiosamente la historia no se desarrolla durante la Tercera guerra carlista (1872-1876), aquella que comenzó en Ataún, sino en 1857, aunque aquí no se enfrenta en el conflicto armado si en la rivalidad con Carlos y en la historia de sus tres grandes amores, las tres damas que depositan, cada noche tres rosas sobre la tumba de Martín Zalacaín, asesinado a los 28 años.

Destacar, como ya hice con "Las Inquietudes ..." dirigida por Arturo Ruiz Castillo la aparición de Pío tanto al inicio como al final. Es más, en la primera versión que se hizo de la misma, el “Zalacain el aventurero”, de 1929, aparecían los hermanos Baroja, Ricardo haciendo el papel de Tellagorri y Pío de sargento carlista, pero la película anda perdida y sólo conocemos de ella testimonios de la época y algunas fotografías. La película tuvo su estreno el 24 de enero de 1955 y... no fue un éxito y eso que era de Juna de Ortuña.

En el diario ABC se nos dice que está "Basada en una conocida novela de Pío Baroja perteneciente a su trilogía "La tierra vasca". No fue la primera vez que esta obra se llevó al cine, también existe una versión muda de 1920. En esta ocasión, el director fue Juan de Orduña ("Agustina de Aragón", "El último cuplé"), y el protagonista, el actor portugués Virgilio Teixeira. El mismo Pío Baroja participó con un papel en la película.

Para Santiago Navajas en Libertad Digital nos comenta que "A los Baroja les gustaba el cine... Popular y desclasado, entretenimiento a la búsqueda del estatuto de arte y vilipendiado por los puristas de la estética, podía sintonizar el séptimo arte, que entonces apenas era considerado una distracción de feria para analfabetos e iletrados, con el novelista más sencillo y menos florido del panorama literario español. No sólo simpatizó Baroja con el cine, aunque siempre desde su actitud descreída y su talante cascarrabias, sino que intervino en él, como actor en Al Hollywood madrileño (1927) interpretando a un castizo Guardia Civil en la adaptación de su obra El horroroso crimen de Peñaranda del Campo o haciendo de sí mismo, como en Las aventuras de Zalacaín.

En Las horas solitarias, una colección de ensayos y artículos de 1917, hay una descripción perfecta de la vibración contemporánea en alguien tan moderno y, a la vez, tan conservador como es Baroja: Esas ciudades modernas, que visten a la moda y que tienen la adoración por el lujo, han encontrado la diversión más a propósito para sus gustos: el cinematógrafo. El cinematógrafo impresiona la vista, pero no el espíritu; no hay necesidad de discurrir, ni de razonar, con él todo es cortical. A pesar de esto, tal es la cantidad de modernidad que llevan algunas de invenciones, que el cinematógrafo será con el tiempo uno de los elementos mayores de divulgación y cultura (...) Baroja pensaba , como otros intelectuales de su época, que el nuevo invento del cine haría a la gente (todavía) más estúpida y alienada. Sin embargo, y pesar de cierta hostilidad moral, no hay duda que le resultaba atractivo estéticamente. Si a Alberti, Lorca y compañía le encantaban Buster Keaton, el espíritu más sencillo de Baroja se inclinaba por Charles Chaplin.

Y añade diciendo "Zalacaín el aventurero tiene un plus extraordinario: ¡Pío Baroja interpretándose a sí mismo! Pocas veces alguien de su categoría ha realzado una película con su presencia. (...) Combinación de historias amorosas y bélicas, espionajes y aventuras, sin embargo, Juan de Orduña, el director, nunca consigue superar esa artesanía "cortical" para elevarse al plano de la reflexión que era la condición que ponía Baroja al cinematógrafo para conseguir superar su estado de producto cultural dirigido a las masas para convertirse en una auténtica y legitimada obra de arte.

Y acaba añadiendo " Baroja murió poco después del rodaje de Zalacaín el aventurero sin poder ver esta adaptación. Sesenta años después de su fallecimiento va siendo hora de que la industria española sea capaz de recuperar la obra con tantas posibilidades cinematográficas como la del novelista vasco".

En Historia de nuestro cine Elena Sánchez y Andrea Gutiérrez Bermejo comentan que se trata de una película metacinematográfica ya que arranca con el encuentro entre Pío Baroja - doblado por el actor celedonio Merino- y Juan de Orduña y en el encuentra le explica sobre cómo conoció a Zalacaín .

Como señala Andrea G. Bermejo la película se estructura a través flashbacks contando por mujeres pero ellas a su vez está contenidas en un flashbacks del propio escritor que habla de la leyenda de Zalacaín y su historia tal como se la contaron tal como la vivió o tal como la soñó. Bermejo destaca que Baroja no era muy afín al régimen por su carácter anticlerical y anticarlista. Hubo que purgar la para la censura de ahí que la acción transcurra en el año 1857, no coincidiendo con la Tercera Guerra Carlista.

La película no gustó por la representación de Estella como ciudad de corte y casino, ni al ser Carlos , el enemigo, un hombre débil y engreído. Tampoco gustó las muchas referencias a lo vasco, lógico en una obra perteneciente a la Trilogía de la Tierra vasca, ni por el uso de vasquismo en los nombres como Iñaki , Inazia, ni el uso del folklore con el aurresku.

La película es de encargo , en concreto de la actriz Elena Espejo, una de las protagonistas que por medio de su recien creada productora Espejo Films - la primera actriz - productora de España, quien recibió una recomendación de un crítico de ABC para que rodara una obra de Baroja. le encargó a Juan de Orduña la película, quien se llevó a su equipo técnico habitual para la realización de la película . La misma productora y actriz reconoce que con la película no ganó dinero, pero que no perdió. Sin embargo, la plícula fue el primer fracaso de Orduña. La prensa le criticó que no incluyese muchas de las aventuras y que apostara por las historias de amor. Además al director nunca le llegó a gustar el guión.

Con este prólogo se inicia la historia de Martin Zalacaín, en la que los escarceos amorosos de la vida de Zalacaín cobran protagonismo en detrimento de las bélicas, convertidos en mero telón de fondo. 

El producto final es una digna adaptación, que resulta interesante, en la que destaca el vestuario , el reflejo de la cultura vasca y sobre todo y ante todo, como ocurrió en Las Inquietudes de Shanti Andia la aparición de Pío Baroja. Y aquí es como lo que siempre deseó , ser el reflejo de un hombre de acción que en este caso tuvo la valentía de ponerse delante de las cámaras para cumplir con un proverbio vasco “El buen valor asusta a la mala suerte”. 




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