La curiosidad y la casualidad me han llevado hasta aquí. Parece mentira, pero en esta misma semana hemos coincido con John Ford, John Wayne y Natalie Wood. En dos casos era muy previsible, pues Ford y Wayne iban, en muchas ocasiones, juntos. Diferente es la participación de Natalie que desde las calles de Nueva York, y como puertorriqueña, se transforma ahora en texana e indiana.
Es centauros del desierto una película que se me ha cruzado vitalmente en diversas ocasiones. Pude disfrutar de ella y con mi padre en la versión que pusieron en ¡Qué grande es el cine!, pero además había tenido la posibilidad de verla – cosa que hice en anteriores ocasiones- muchas veces más. Sin embargo, hay algunas en la que dejan más huellas que en otras.
Tengo que reconocer que en varios cursos sobre la aplicación del cine como instrumento didáctico, allá por el año 1993, y sobre todo, en otro sobre “Análisis textual de las imágenes” – que siempre debió de llevar el añadido de “cinematográficas” -, así como en otro – ahora no estoy muy seguro- sobre la conmemoración de los “100 años del cine” pude ver la película y disfrutar de los coloquios posteriores.
Y es que “Centauros del desierto” o de “The Seachers” en su versión original, está considerada por algunos como la PELÍCULA, por encima de géneros, de épocas o de autores. Se promocionó como “El western que se colocó por encima de todos”.
The Searchers (conocida en muchos países de Hispanoamérica, léase en México, Argentina o Chile con el nombre de Más corazón que odio, y como Centauros del desierto en España) es una película del año 1956 basada en el guión de Frank S. Nugent, pero sobre todo en la novela de Alan Le May. Sus cerca de 120 minutos – 119 para ser exactos- son considerados como los minutos mejor aprovechados para el desarrollo de un western. Se le considera el mejor de la historia, amparándose para ello en lo que podemos considerar como el gran cine. Steven Spielberg – son palabras mayores- dijo sobre esta película que era "la mejor película de la historia".
Fue rodada por Ford, John Ford, y fotografiada por Winston C. Hoch íntegramente en exteriores naturales de gran belleza como el Monument Valley en Utah, en California (en el Bronson Canyon) y en Colorado. Sin embargo, hay escenas de estudio como el intento de asalto que sufren Ethan y Martin una noche tras recibir una información sobre Debbie. En este caso se rodó en los RKO Studios de California.
Utilizó en la fotografía el sistema de Vistavision, un sistema de imagen que, según algunos, no triunfó por su elevado precio, y -según otros- porque hubo un veto por parte de las actrices dada su capacidad de reproducir fielmente todo, incluso las imperfecciones de algunas de ellas.
Tanto al director como al jefe de fotografía gustaron en la película de esos planos generales que forman parte de la historia del cine, visibles por ejemplo cuando descubren la casa tras la matanza, o con los contraluces en los nos demuestran lo que ha pasado sin necesidad de mostrar imágenes violentas. Los encuadres de Ford en Vistavisión son algo extraordinario. El plano aparece compuesto sin dejar nada al azar. Y la sensibilidad que demuestra Ford en todo momento es algo maravilloso. Con un sólo detalle, Ford sugiere. No lo tiene que decir ni contar. Espera inteligencia por nuestra parte. Por ejemplo, lo apreciamos cuando nos muestra a Martha acariciando la capa de Ethan o el casto beso como saludo. Es una historia de amor en la que se sugiere esos sentimientos recíprocos entre ambos personajes.
La película fue producida por Merian C. Cooper ("La legión invencible" y "Río Bravo") y por Patrick Ford. Se estrenó el 13 de marzo de 1956 en las salas norteamericanas. La película fue producida por la Warner Bros. Pictures.
En España la película se estrenó en 1961.
Intervienen en la película John Wayne (Ethan Edwards), Natalie Wood (Debbie), Jeffrey Hunter (Martin Pawley), Ward Bond (Reverendo Capitán Samuel Johnston Clayton), Vera Miles (Laurie Jorgensen), John Qualen (Lars Jorgensen), Olive Carey (Señora Jorgensen), Henry Brandon (Jefe Cicatriz – Scar), Ken Curtis (Charlie McCorry), Harry Carey Jr. (Brad Jorgensen), Hank Worden (Mose Harper), Dorothy Jordan (Martha), Antonio Moreno (Emilio Gabriel Fernández y Figueroa) y Walter Coy (Aaron Edwards) entre otros.
Estamos en 1868, y en Texas. Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar tres años después de terminada la guerra de Secesión. Su hogar es ahora casa de su hermano ¿adoptivo? Aaron. En ese espacio Aaron vive con su mujer (su cuñada Martha), sus tres hijos (dos hijas -Lucy y Debbie- y un hijo), y Martin Pawley (Jeffrey Hunter), un joven adoptado de padres blancos, pero con sangre Cherokee.
Al día siguiente de su llegada una partida comandada por un reverendo Capitán Samuel Johnston Clayton – ex confederado, al igual que Ethan- llega a la casa con el fin de reclutar a los varones de la familia para detener a unos cuatreros, posiblemente indios comanches, que han robado el ganado de un rancho cercano, el de sus vecinos, los Jorgensen.
Tras salir en su busca y encontrar algunos animales sacrificados comprenden que el fin de los indios es alejarlos de sus ranchos para atacar sus viviendas y matar a los habitantes. Tras regresar Ethan y Martin, acompañados del viejo y desquiciado Mose Harper a su rancho, descubren que efectivamente los indios han matado al padre, a la madre y al chico. Pero no aparecen los restos de las dos chicas.
Tras enterrarlos se inicia la persecución de los comanches que las han raptado. La búsqueda de las sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, el muchacho mestizo adoptado por su familia. Tras separarse del grupo después de un ataque de los comanches, y acompañados por Brad, el prometido de Lucy, Ethan descubre los restos de su sobrina mayor. Ethan jura rescatar a su sobrina y matar a todos los indios que hayan intervenido en estos actos criminales. Ahora ya es un viaje al centro del odio y a la intolerancia a cargo del mejor John Wayne.
La búsqueda denodada de una niña raptada por el violento comanche Cicatriz (Scar / Henry Brandon), jefe de la tribu nómada Nawyecki, por parte de tres hombres errantes se convierte ahora en el eje de la película.
Durante cinco largos años Ethan persigue a los comanches, acompañado de su sobrino Martin para encontrar a la que era la pequeña Debbie, aunque ambos tienen motivos bien diferentes: uno por que es su prima y por lo tanto la familia que le queda, y el otro, para acabar con su vida tras haberse convertido en una india. Realmente hasta el final no sabemos si Ethan prefiere encontrarla viva o muerta.
A través del desierto, de la nieve, a lo largo de los años, conocemos a personajes pintorescos, y unos paisajes naturales grandiosos, que se mezclan con algunos decorados de cartón piedra. Entre medias, nos enteramos del amor que siente Laurie, la hermana de Brad, por Martin, o del casamiento involuntario de éste con una comanche gracias a su incapacidad por los intercambios.
Finalmente, y tras diversos avatares la chica es encontrada en el desierto de México. Ethan y Martin visitan el poblado indio sin resultado alguno. La chica parece una india, se siente india. El odio que siente Ethan se multiplica exponencialmente – a eso ayudan las cabelleras que debe mostrar ante su tío y su hermano adoptivo-, más aún cuando escapa del poblado para informarles que deben de marchar. Ethan quiere matarla, pero Martin lo impide.
Un grupo de indios los persigue y logran finalmente refugiarse en una gruta. En la protección natural Ethan le entrega un documento a Martin reconociéndolo como único heredero, pues para él, Debbie ya ha muerto, lo que irrita profundamente a Martin.
Mientras tanto en el rancho de los Jorgensen, Laurie y Charlie están a punto de casarse. En eso se presentan Ethan y Martin. Hay un revuelo general, pues, por un lado, Ethan es acusado del asesinato de Patterman, y por otro, Martin sigue - después de cinco años- enamorado de Laurie. Tras una pelea a puñetazos entre Martin y Charlie, la boda se anula. Como dice el reverendo y capitán, "la boda ha estado bien, para no haberse casado nadie" (indudablemente es una muestra de humor irlandés).
Mientras que el Capitán Samuel Johnston Clayton le pide el arma a Ethan para llevarlo a Austin y declarar por el asesinato, se persona en la casa de los Jorgensen un militar, que informa de un asentamiento de comanches en las cercanías.
Tras preparar el plan de ataque, Martin opta por intentar salvar a Debbie en el mismo poblado. Allí Debbie da muestras de haber reflexionado y le dice que quiere volver a casa. Cicatriz aparece y Martin acaba con él. Debbie ante el ataque de los soldados huye. Ethan la persigue ante la oposición de Martin. Cuando le da alcance, Ethan se enfrenta a ella con su odio. Sin embargo, la sangre lo puede todo y , finalmente, la abraza. la última escena nos muestra como un hogar, en este caso el de los Jorgensen se llena de personas. Por un lado, entran los Jorgensen acompañados de Debbie, por otro, Martin lo hace con Laurie. Ethan en soledad queda en el umbral de la entrada y decide no entrar. Se da la vuelta y se marcha, como vino, en soledad. Tras sus pasos lejanos la puerta se cierra, y con ella la película.
De toda la larga serie de westerns filmados por John Ford a lo largo de su extensa carrera, Centauros del desierto destaca por su excelencia técnica y estilística, de notable influencia posterior dentro del cine de acción y otros géneros como la ciencia ficción (en menor medida). Las espectaculares secuencias de acción de la cinta, como las rápidas persecuciones a caballo – directas o en paralelo- o los combates contra la tribu comanche del jefe indio Cicatriz, fueron en su tiempo revolucionarias por su concepto fotográfico y su edición veloz, fomentando la sensación de ritmo con el empleo eficaz de la música del gran Max Steiner y la banda de sonido. A esta banda sonora se le suman las canciones tradicionales interpretadas por Ken Kurtis (Charlie McCorry en la película) y los Sons of de Pioneers cuyas letras tiene clara relación con el argumento, como verdaderos ingredientes narrativos que se integran connaturalmente con el guión.
El maestro Ford volvió a demostrar por qué es el mejor director ( o unos de los mejores) de la historia del cine en un genial relato lleno de fuerza, amargura, poesía y perfección. Un obra de arte que reúne lo mejor de este género, pero también de lo de todos: persecuciones, indios, amor, drama, amistad, peleas, conspiraciones, suspense, acción, aventura....
Sin una sola palabra, sabremos que Ethan fue un combatiente confederado, que tuvo una relación con Martha, la mujer de su hermano, que Martha lo sigue amando...
El montaje de la película es bastante novedoso tratándose de un western, las figuras femeninas tienen un alto protagonismo y el ritmo es bastante alto.
Ford compuso una obra maestra sobre la necesidad de las relaciones familiares, el sentido del la vida, el deber, el odio, y el choque multicultural.
John Ford, maestro de la sugerencia, como hemos visto decía sin decir, mostraba, sin enseñar, y para ello nada mejor que el dominio del "fuera de campo", es decir, la capacidad de contar como nadie cosas que solo se sugerían con imágenes, nunca con palabras.
En “Centauros del desierto” se puede comprobar esta habilidad del maestro, mejor que en ninguna otra de sus películas. Por ejemplo, todo el que haya visto la película, sabrá sobradamente que Martha había mantenido una relación con Ethan, pero los diálogos no hacen referencia a ese asunto. Todo se narra a través de sus miradas y unos pequeños gestos. Igualmente en una de las mejores secuencias, Ethan persigue a unos indios a un desfiladero, dejando por un momento a sus compañeros. Cuando vuelve junto a ellos está nervioso y no lleva su inseparable capa. No para de clavar su cuchillo en la arena. Le preguntan qué había en el desfiladero y él dice que nada. No hace falta ser muy inteligente para saber qué había encontrado.
Temáticamente la película aborda una historia fordiana, de tintes trágicos, con momentos equilibrados de humor, historia en la que se nos hace partícipes de la hondura psicológica de un personaje degradado y confuso, casi inadaptado, interpretado por John Wayne en su mejor actuación, retratado impecablemente por John Ford, quien también nos sumerge en el usual catálogo psicológico de caracteres dotados con todos los valores del mundo de Ford, entre ellos, la familia, el honor, el humor, la amistad o el deber.
Además, la utilización por parte del director de la voz en off (la carta de Martin leída por Laurie), la profundidad de campo y otros recursos narrativos, contribuye decisivamente a la aceleración del relato y a su fluidez, que incluso hoy, más de cincuenta años después, logra seguir atrapando espectadores y permanece en el agrado de muchos. La importancia de estas aportaciones no pudo apreciarse con facilidad en el momento del estreno de esta película; como resultado sólo obtuvo un modesto éxito de taquilla y críticas meramente positivas. "The searchers" fue la séptima película más taquillera en USA de 1957, año en que "Los 10 mandamientos" de Cecil B. DeMille lograba liderar la taquilla de forma aplastante.
Sin embargo, con el paso del tiempo, Centauros del desierto ha sido considerada en una de las películas más importantes y admiradas de la historia del cine, debido a su variedad y profundidad temática y a su notable influencia, que podemos apreciar en los más variados ejemplos, desde la saga de La Guerra de las Galaxias (1977-2005) o Taxi Driver (1976), hasta Lawrence de Arabia (1962), Érase una vez en el Oeste (1968) o Apocalypse Now (1979).
En su historia del cine Terence Moix afirmaba que el propio Ford decía de su película que era “la tragedia de un solitario. Es un hombre que regresó de la guerra de Secesión, probablemente se marchó a México, llegó a ser un bandido, probablemente luchó para Juárez o para Maximiliano, más probablemente Maximiliano a tenor de la medalla. Era exactamente un solitario natural; nunca hubiera podido ser realmente un miembro de la familia”.
Moix seguía indicando que la película es un drama del solitario Ethan, pero además otras muchas cosas. En el entramado de la historia había un tono amargo y desencantado, incluso cierto existencialismo. El periplo de Ethan se convierte en una obsesiva odisea homérica de búsqueda de la propia identidad, de autoexploración interior y de expiación moral, como corresponde al desértico paisaje que recorre. El rescate de Debbie culminará con la restitución de la familia y la concienciación de Ethan como individuo errante, privado de un hogar. No sólo Ethan está solo, pues igualmente Martin está herido en su interior por su condición mestiza y bastarda. Su sangre india lo acerca a lo salvaje y lo excluye de la comunidad, por lo que al igual que los semidioses o héroes clásicos debe restituir la familia y conseguir méritos para integrarse en la sociedad. Si Martin es un adoptado, Debbie no es mucho menos que eso, pero en la comunidad india.
Para el fallecido escritor catalán “Centauros” alcanza la perfección narrativa en el cine. Esto se aprecia en el uso la elipsis para dar fluidez en el relato de naturaleza trágica, en el contenido épico y en el recorrido moral del mismo. Con la elipsis contrae el tiempo y deja seis años en 120 minutos.
En el haber estético de este filme debemos contar con la precisión del encuadre (visible en los planos tomados desde el interior de la casa de los Edwards, por ejemplo, o de los paisajes cercanos o los fondos). Igualmente a destacar el excepcional concepto de la luz, en el uso dramático del color, en el papel de las sombras o en la extraordinaria captación del espacio. No ajeno a esto es el enorme contenido emocional de las imágenes por sí mismas, con momentos cercanos al expresionismo.
Ha sido reconocida como una de sus películas favoritas por parte de varios destacados realizadores como Martin Scorsese, George Lucas, John Milius y Steven Spielberg, quien la declaró como dijimos anteriormente"la mejor película de la historia" En la última edición de la prestigiosa encuesta realizada por la revista Sight & Sound en busca de las mejores películas de todos los tiempos, Centauros del desierto resultó la número doce según los críticos de todo el mundo y la veinticinco según los realizadores. Igualmente fue elegida como la número cuatro por la revista Village Voice, y figura actualmente como la número nueve de la clasificación llevada a cabo por el sitio web They Shoot Pictures, Don't They.
Fernando Morales dijo en el Diario El País: "Maravillosa historia, considerada por todos como una auténtica obra maestra del género."
¿Qué voy a decir yo de esta película que no se haya dicho? Nada, con eso digo todo.
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