Tuvo que ser sobre el curso 1990-1991 cuando tuve que dar la asignatura de música. Aquel año al ser una sustitución y al no darme el profesor titular directriz alguna, decidí centrarme con los alumnos el tiempo en el que di la clase en la música y en composiciones de ópera y opereta . Fue allí cuando di con el mágico barcarola de Jacques Offenbach.
Aprovechando eso, cuando llegó al Gran Teatro de Córdoba la obra Los cuentos de Hoffmann, una ópera fantástica del compositor y violonchelista francés de origen alemán, pues nació en Colonia, Jacques Offenbach, que desarrolla los relatos que escribió el autor del Romanticismo alemán que inspiraron esta ópera, decidí ir a verla. Era un frío domingo por la tarde.
Cuando Offenbach murió en octubre de 1880 con su ópera inconclusa, el encargado de finalizarla fue Ernest Guiraud, que, apremiado por el director de la Ópera Cómica de París, donde se estrenaría el 10 de febrero de 1881, se encargó de finalizar esta ópera fantástica de Offenbach, justo cuatro meses después de la muerte de éste, con la consiguiente supresión de algunos números e incluso de un acto. Además de terminar la orquestación compuso una música adicional para sustituir los números hablados por música en este drama por la pérdida del amor. Esto dio lugar a que , desde el inicio, la obra tuviese muchos detractores porque no los consideraron originales de Offenbach. Sin embargo, el modelo parece ser que se fijo en 1907.
Como es lógico yo no voy a hablar de los que vi hace más de 30 años en el Gran Teatro, sino de The tales of Hoffmann, una película del año 1951 de London Films y The Archers , made in England - como aparece al final de la pelicula- , rodada en Technicolor dirigida por Emeric Pressburger y Michael Powell, que aparecen como productores, directores y guionistas.
La película se adaptó al inglés por Dennis Arundell, partiendo del texto francés Jules Barbier. Como director de orquesta participa Sir Thomas Beecham que dirige la Royal Philharmonic Orchesta. Los cantantes principales, además de Robert Rounseville y Ann Ayars, fueron también participan Dorothy Bond, Margherita Grandi, Monica Sinclair y Bruce Dargavel.
El diseño de la película fue Hein Heckroth, mientras que en la fotografía fue la borde Christopher Challis, quedando la dirección artística en manos de Arthur Lawson y el montaje en reginald Mills. La coreografía fundamental en esta película, fue de Frederick Ashton. La película fue rodada en London Film Studios, sito en Shepperton.
La película cuenta en la historia de un poeta melancólico que reflexiona sobre las tres mujeres que amo Olimpia, Julieta y Antonia en tres espacios distintos como son el París preindustrial, los canales de Venecia y las ruinas de Grecia pero que también perdió en el pasado. Olimpia, una muñeca mecánica, Giulietta, una cortesana veneciana y Antonia, la hija cantante de un célebre compositor.
Tanto la ópera como su adaptación cinematográfica están basadas en los cuentos del escritor romántico Theodor Amadeus Hoffmann: Der Sandmann, Rath Krespel y Das verlorene Spiegelbild, tres relatos que se transformarán en "Los cuentos", aunque el prólogo será en una taberna de Nüremberg, donde vemos al joven Hoffmann, un poeta enamoradizo y desafortunado en asuntos del corazón que les cuenta a los estudiantes tres historias de amor que vivió en el pasado.
En realidad, está haciendo tiempo durante el entreacto de un ballet de cuya intérprete está locamente enamorado. En el prólogo, Hoffmann (Robert Rounseville) está entre el público en una actuación de Stella (Moira Shearer), una primera bailarina, de "El ballet de la libélula encantada". Stella le envía a Hoffmann una nota pidiéndole que se reúna con ella después de la actuación, pero la nota es interceptada por su rival por el corazón de la bailarina, el concejal Lindorf (Robert Helpmann).
Al no haber recibido su nota, Hoffmann va a la taberna en el intervalo, donde cuenta la historia de un payaso, Kleinzach (Frederick Ashton), y tres historias de sus amores pasados: Olympia (Moira Shearer), Giulietta (Ludmilla Tchérina) y Antonia (Moira Shearer), y se emborracha.
Las historias siguen un patrón similar que comienza con el enamoramiento de Hoffmann de una mujer, las dificultades impuestas por un detractor (de las que advierte un fiel amigo, Niklausse, al que el poeta hace caso omiso), la consecución de la dama y, finalmente, su pérdida, bien por su negativa o por otras circunstancias más rocambolescas
En la primera historia, Olympia es una autómata creada por el científico Spalanzani (Léonide Massine, en lo que se puede ver como una grotesca caricaturización de un judío avaricioso) y el fabricante de espectáculos mágicos Coppelius (Robert Helpmann). Hoffmann se enamora de la muñeca, ignorante de su artificio.
En la segunda historia, Hoffmann en Venecia se enamora de Giulietta, una cortesana, pero ella lo seduce para robar su reflejo para el mago Dapertutto (Robert Helpmann). La escena inicial del "Cuento de Giulietta" (donde Giulietta interpreta la "Barcarolle", el tema más famoso de la ópera) se escenifica en una góndola que se mueve a través de canales venecianos deliberadamente artificiales, aunque en realidad no parece moverse en el agua.
En la tercera historia, Antonia es una soprano que sufre de una enfermedad incurable y no debe cantar, pero el malvado Dr. Miracle (Robert Helpmann) la hace cantar y ella muere, rompiendo los corazones de Hoffmann y su padre, Crespel.
Cada cuento marcado por un color primario que denota su tema. "The Tale of Olympia", ambientada en París, tiene contornos amarillos que resaltan la farsa y el tono del primer acto. "El cuento de Giulietta" es una representación infernal de Venecia, donde se utilizan colores oscuros, especialmente el rojo. El cuento final, ambientado en Grecia, utiliza diferentes tonos de azul, aludiendo a su triste naturaleza.
El diseño de la escenografía se hace deliberadamente para que parezca artificial con los trajes estilizados de manera similar.
En el prólogo de la película, se excluye toda la música de Lindorf, lo que lo convierte en un personaje mudo; la profesión de Stella se cambia de una cantante de ópera que aparecen en Mozart 's Don Giovanni a una bailarina de ballet; "The Tale of Antonia" se abrevia y termina con el poderoso trío de Antonia, el fantasma de su madre y el Dr. Miracle en lugar de la escena de la muerte de Antonia; El papel de Nicklaus se abrevia, aunque Nicklaus (interpretado por Pamela Brown) todavía aparece.
En la primera de las musas, Olimpia, descubrimos que es en realidad una muñeca mecánica construida por un inventor llamado Spalanzani en París. Pese a las advertencias de su amigo Niklausse, que le intenta hacer ver su existencia irreal, Hoffmann sucumbe a sus canciones y comienza a bailar apasionadamente hasta que a la muñeca se le desarman los brazos. El enamorado es objeto de burla entre todos los presentes.
Los románticos canales de Venecia serán el decorado ideal para esta última aventura amorosa con Giulietta, una hermosísima cortesana, por la que también beben los vientos dos malvados villanos, Dapertuto y Pitichinaccio. Este último es capaz de robar el alma a sus oponentes y para ello no dudará en comprar a la bella Giulietta con un diamante. Hoffmann, que hace lo imposible por lograr la llave de los aposentos de la joven, entra cuando ésta ya ha partido. La imagen de una góndola que transporta a la cortesana y a Pitichinaccio destroza de nuevo el corazón del poeta.
La tercera historia , la de Antonia, otra desventura amorosa transcurre en Grecia y está protagonizada por una mujer hermosa pero con una salud muy débil. La joven mitiga su carencia cantando y su voz consigue embelesar a Hoffmann, que comparte con ella un apasionado dueto.
En su historia se cruza el malvado doctor Miracle que toca enloquecido su violín para que Antonia cante sin cesar. Este sobreesfuerzo le provocará la muerte ante la impotencia de su padre y del propio poeta.
En entradas anteriores hemos hablado del tándem Pressburger / Powell y de la enorme importancia que tuvo en la renovación del cine británico de postguerra. Como los Archers nos devuelven a la línea marcada por obras como a vida o muerte Narciso negro o Las zapatillas rojas, aunque la película que he visto hoy está más en esa línea no solo por la temática sino también por la participación en ella de la bailarina Moira Shearer, quien también estuvo presente en las zapatillas rojas.
En este caso Moira es la protagonista de la historia de Olimpia o de Copelia en la versión cinematográfica de los cuentos de Hoffmann.
De ella la crítica ha comentado que "La última obra maestra de la etapa imperial del dúo de cineastas" según consideró Jake Cole en Slant ; o Kenneth Turan en las páginas de Los Angeles Times al decir que se trataba de "Una experiencia estética envolvente que puede considerarse una forma de arte en sí misma".
Para Donna Bowmanen AV Club es "Una de las combinaciones más completas de color, movimiento y música de la historia del medio".
En Gran Bretaña Kate Muir escribió en The Times que era "Una obra de exceso histérico y extravagancia ostentosa que no se parece a nada de lo que se pueda ver en el cine" mientras que Tom Huddleston en Time Out la valoró "Como obra de cine puro e imaginativo, roza la genialidad".
En Argentina Diego Brodersen de Página 12 señala que "Elimina por completo los diálogos convencionales, transformando al canto y al baile en los únicos medios mediante los cuales los personajes conversan, discuten, reflexionan, disfrutan y sufren. El resultado es un film extraordinario."
Para Terenci Moix la película fue otra operación de prestigio del tándem adornada con todas las virtudes y defectos de un género de por sí híbrido y proclive al kitsch. En cualquier caso la reconocida capacidad de la pareja para la invención plástica triunfó en la escenificación de las tres historias y especialmente en la de Barcarola, integrada al inicio y al final del segundo cuento de Hoffman. En esta historia es la siempre estilizada Ludmilla Tcherina convertida en la cortesana Giulietta, avanzaba lentamente en una góndola por una Venecia idealizada en deformaciones visuales basadas una vez más en la tradición surrealista. En realidad la búsqueda de elementos fantásticos hizo que este filme estuviese más cerca de Hoffman que de la obra de Offenbach.
Con la Tcherina , escribe Moix, y los bailarines Antonio y Rosita Segovia rodaron España un curioso producto para turistas cultos titulados luna de miel (1958), solo destacable hubo una vez más por las implicaciones surrealistas del ballet de Los amantes de Teruel.
La película presentaba en Cannes, pero además fue ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín y del Premio Especial del Festival de Cannes, Obtuvo igualmente dos nominaciones al Oscar , a la Mejor dirección artística (Color) y al vestuario (Color)
Al final reconozco haber visto una joya, alejada estilísticamente y conceptualmente de lo que ahora se podría hacer, pero es un delirio visual con escenas tan maravillosas como el descenso por una falta escalera visto cenitalmente o podríamos considerar que es una obra de estética kitsch y cierto que lo es dado algunos de sus excesos pictóricos y visuales, tan del gusto de la opera, pero no deja de ser , como igualmente lo fue, Las zapatillas rojas, una obra maestra del musical producto del maridaje del cine y de la ópera , que he disfrutado gracias a la versión restaurada por Martin Scorsese. Magnífica.
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