lunes, 18 de octubre de 2021

Basque Hotel



Vi que la emitían en televisión y no he podido sino grabarla. Hoy, por fin, la he visto. Basque Hotel es un documental, complemento magnífico de Amerikanuak , otro trabajo documental que ya comenté por aquí. Vuelve a contar algo que ya relaté cuando pude disfrutar del documental emitido por ETB sobre aquellos vascos que vivían en Elko (Nevada).  

Yo conocía la historia de estos emigrantes que marcharon a los Estados Unidos por mi madre, y ella por la suya, pues al igual que los protagonistas de Amerikanoak y Basque Hotel, ella será una de las que salió de esa tierra, junto a su hermana, pero - en nuestro caso- permaneciendo  en España, y no como los protagonistas de los dos documentales que son vascos que acabaron en el continente americano, más concretamente en los Estados de California- en la zona montañosa del estado, he visto personalmente en la californiana Bridgeport un establecimiento abandonado que tenía en su cartel identitario el apellido de Iparraguirre- , y sobre en los de Idaho y Nevada, en los Estados Unidos. Nos es que buscaran el sueño americano, simplemente, huían de la pobreza. Prácticamente la actividad de los que fueron era similar a lo que había dejado al otro lado del Atlántico, el pastoreo.

Todos ( y todas, puesto que también iban mujeres) tenían un común denominador el de ser pobres, vamos, como ocurrió a muchos cientos o miles de vascos que salieron especialmente del mundo rural de todas las provincias vascas. Especialmente , a finales del siglo XIX, la pobreza y la emigración era una realidad en el interior de Guipúzcoa, pero entiendo que algo similar ocurría en las localidades costeras de Vizcaya como Lequeitio u Ondarroa, ya en Vizcaya, así como en otras, inclusive las del País Vasco francés, las de Zuberoa- como señala el documental producido por TVE y la ETB, junto ArtFrame y IdahoPTV-, pues trata el espacio vasco con perspectiva de comunidad amplia, el espacio de Euskal herria. 

Las historias de estos vascos de origen pero pasaporte norteamericano cuyos descendientes nacieron en Boise, Sun Valley o Silver City y los de Reno, Elko, Gardnerville, Winnemucca o Ely son las que se nos relata en este documental dirigido por Iosu Venero con testimonios de algunos protagonistas directos, emocionante la de Luciana Garatea, una mujer que con 16 años migró de Lekeitio a Boise, junto a su tía, que en euskera nos comenta su salida de Lequeitio , la llegada al puerto de Bilbao para llegar en barco a otro puerto, el de Nueva York y ser "alojados"  en la isla de Ellis. Tras la isla muchos pasan por alguno de esos hoteles regentados por vascos como el Santa Lucía - mi propia abuela regentó una pensión- y que se localizaban en las proximidades de las estaciones de tren, hasta llegar a las localidades antes mencionadas desconociendo la lengua y en una cultura extraña. El relato nos llega a través de sus descendientes. 

El documental se centra en los que triunfaron, dejando para el final a los que quedaron en el olvido. En ocasiones, hay aportaciones de investigadores que centraron sus estudios en esta comunidad como William A. Douglass, profesor de la Universidad de Reno en Nevada y salpicado de festivales vascos por el territorio, especialmente en Boise y su Basque Block, aunque lo más bello y romántico han sido los arboglifos escritos en la soledad de la montaña por esos pastores que apenas escribían sus nombres, los de sus novias que habían dejado acá, los de sus pueblos, o pintado casas, iglesias, o mujeres desnudas sobre la corteza blanca de los álamos. Eso es lo que hacían mientras esperaban regresar a los llamados "Basque Hotels" que siguiendo la estela de Pedro Altube se fueron abriendo por el Far West Basque Country. 

De algunos de aquellos pastores que acabaron triunfando en ranchos o montando negocios destaca el reportaje el éxito narrado por Dominique Laxalt de la familia vasco francesa de los Laxalt. Del padre y de la madre fundadora de la dinastía y creadores del espíritu emprendedor y de lucha. De sus 6 hijos e hijas, que pasaron todos por la Universidad en California destacaron el mayor Paul Laxalt, quien fue gobernador y también Senador del estado de Nevada, amigo y asistente de Reagan, y sobre todo de Robert que , siendo más tímido, vivió en segundo plano lo que le permitió escribir una historia de amor apasionado a sus orígenes y de la tierra de sus ancestros que le llegó enamorar cuando la visitó, y que Bernardo Atxaga reivindica como escritor y amante de su tierra ancestral.

También hay menciones a otras historias de aquellos triunfaron en la vida como John Ascuaga, propietario de uno de los mayores casinos de Nevada conocido como Nugget, situado cerca de Reno, en Sparks. Como se ve algunos alcanzaron el sueño americano.

Pero la historia de triunfo no apaga la de los que no triunfaron en la vida, muchos de los cuales fueron enterrados en el anonimato y que sólo una labor casi arqueológica y documental los ha identificado. 

Lo que si me ha gustado es reconocer como ellos se identifican con lo vasco, con una cultural que no quieren abandonar y lo reivindican como el lazo que une espacios muy distintos del que unos salieron , pero que siguen estando unidos al mismo por un cordón umbilical invisible. 

Esto es más o menos lo que desarrolla el guion escrito por Josu Venero - como más tarde hará en su documental En un paisaje imaginado sobre José Antonio Sistiaga- , José Antonio Pérez Capetillo y que nos acompaña la música de Bingen Mendizábal y la bella fotografía de espacios abiertos montañosos y desérticos de los estados protagonista filmada por Jaime Azpiazu. A destacar el uso de fuentes documentales en base a viejas fotografías combinadas con imágenes de los espacios por los que se movieron estos hombres y mujeres en un espacio de naturaleza bravía como la del Far West. 

Para terminar destacar que estamos ante un documental realizado desde el afecto y desde el reconocimiento para mantener y estrechar lazos entre los vascos de las dos orillas, gente de la  "diáspora"  y que sigue desde el exterior teniendo presente el territorio matriz al que se mira con cariño desde la distancia, eso sí, sin perder el horizonte de la identidad, y estando orgulloso de nuestro mestizaje cultural, de la tierra que acogió en nuestros abuelos, de la que son  mis padres y en la que nosotros nos sentimos tan cómodos y en la que hemos echado, para siempre, nuestras raíces. 


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