La ciencia ficción inmediatamente posterior a 2001: una Odisea en el espacio de Stanley Kubrick del año 1968 pero anterior a Star Wars de George Lucas de 1977 estaba en mantillas en lo referente a los efectos especiales. Ni la Fuga de Logan de Michael Anderson del año 1976 , monumento a lo kistch , había innovado lo suficiente en lo tecnológico dejando mucho que desear en lo estético. Una película que se encuentra entre una situación y otro es esta que acabo de ver . Su título que lleva al engaño más absoluto es Naves misteriosas (Silent Running) , una película estadounidense de ciencia ficción post-apocalíptica, dirigida en 1972 por Douglas Trumbull, quien anteriormente había trabajado como supervisor de efectos especiales en clásicos de la ciencia ficción como 2001: Odisea del espacio y La amenaza de Andrómeda.
Desde luego Trumbull toma como base esas películas para realizar esta película del año 1972 que cuenta únicamente con cuatro actores, cuarteto encabezado por Bruce Dern, y en el que aparecen tres robots o drones como también se les llama que podrán servir de referencia a R2D2.
Lo cierto es que la ciencia ficción como género está presente desde los inicios de la historia del cine. Casi todo se inició con Viaje a la Luna de George Méliès (1902) hasta Viaje cósmico de Vasili Zhuravlyov (1936), pasando por Metrópolis de Fritz Lang (1927). A partir de los años cincuenta, el género tendrá como referencia a un director como Jack Arnold pero relegado siempre al cine de serie B. Es decir, a unos medios escasos.
En Hollywood era consideradas un divertimento superficial , un cine complementario a géneros más serios , y que estaba casi relegado a las sesiones matinales de escolares y autocines.
A finales de los sesenta y al rebufo de la carrera espacial iniciada como algo colateral a la Guerra Fría permite al género mejoras en cuanto a guiones y personal técnico, incluso con directores que acabarían siendo de peso se atreverían con el género. Este es el caso de Robert Wise con su Ultimátum a la Tierra (1951), Don Siegel y la famosa La invasión de los ladrones de cuerpos de (1956), Fred Wilcox con su Planeta prohibido (1956), el ya citado Jack Arnold con su El increíble hombre menguante 1957), Richard Fleischer con Viaje alucinante (1966) o en la Francia de los sesenta con el Alphaville de Jean-Luc Godard (1965) o la espléndida Fahrenheit 451 de François Truffaut (1966) .
En este contexto coincidente con el auge de la literatura de ciencia ficción, Hollywood empezó a apostar para rodar películas con más dignos presupuestos, como El planeta de los simios (1968), y en esto llegó 2001: Una odisea del espacio (1968). Con Kubrick la ciencia ficción pasa a convertirse un género relevante utilizando los mejores medios disponibles entre ellos los efectos especiales.
En este contexto apareció Silent Running. Estrenada en 1972, aunque llegó a España en 1973, con el título de Naves misteriosas. En el guión lo primero que me llamó la atención en la presencia de dos importantes guionistas como son un tal Michael - aquí "Mike" Cimino y el televisivo Steven "Steve" Bochco, así como las canciones de Joan Baez que aparecen tanto al principio como al final de la película.
El director es Douglas Trumbull , entonces un director muy joven —no llegaba a los treinta años— y que tenía cierto recorrido en el panorama de 2001, la película de Kubrick. Trumbull está implicado en algunas de las mejores películas de ciencia ficción como supervisor de efectos especiales.
No sólo fue el responsable de los efectos especiales de 2001: Una odisea del espacio, sino también de Encuentros en la Tercera Fase (Close Encounters of the Third Kind), en Star Trek: The Motion Picture, la enorme Blade Runner o las más reciente El árbol de la vida.
El primer trabajo conocido de Trumbull en Graphic Films (un estudio de artes gráficas y animación que produjo una película sobre un vuelo espacial para la Feria Mundial de Nueva York) atrajo la atención del director Stanley Kubrick quien contrató a Trumbull para la producción de 2001: A Space Odissey.
La contribución de Trumbull a la película, con quien trabajó entre los veintidós y los veinticinco años de edad, ayudado por el hecho de ser hijo de Donald Trumbull, responsable de los efectos especiales en El mago de Oz, había deslumbrado a la industria, fue la increíble secuencia de la "Puerta Estelar" que utilizaba un revolucionario diseño de cámara.
Trumbull fue uno de los cuatro supervisores de efectos especiales que trabajaron en 2001; los otros fueron Tom Howard, Con Pederson y Wally Veevers. 2001 había costado cerca de diez millones de dólares.
Tras su paso por 2001 surgió este proyecto que no pensaba dirigirla y quería limitarse a supervisar los efectos de nuevo, pero terminó dirigiéndola porque la Universal no tenía a ningún cineasta disponible . Silent Running producida por Universal con el irrisorio presupuesto de un millón de dólares.
La película utilizó algunas de las técnicas de efectos especiales desarrolladas para 2001. Algunas partes de esta película fueron rodadas en un avión de carga enorme (del cual presto su nombre a la nave espacial de la película 'Valley Forge'.)
La idea central del argumento era suya, supo generar buenos momentos y su concepción de la estética futurista estaba destinada a sentar las bases de una revolución en el género, después de la revolución que ya había supuesto 2001 con sus soluciones brillantes. Entre ellas las pantallas de las computadoras cuando todavía no existían ordenadores capaces de mostrar en un monitor que Trumbull usó fotografías de planos y esquemas —los sacó de publicaciones tecnológicas y científicas— para crear animaciones que produjesen la ilusión de que aquellas pantallas eran auténticas y que el ordenador de turno procesaba información muy elaborada o la «puerta estelar», la secuencia que representaba un viaje a través de un agujero de gusano compuesta íntegramente de efectos fotográficos. Estaba claro que la genialidad de Trumbull como creador de efectos estaba al nivel de la genialidad de Kubrick como director.
Trumbull después de unos inicios como dibujante y animador, la experiencia de 2001 lo cambió por completo. Así que para la Universal era el hombre adecuado. Como productores que controlaban ese millón de dólares estaban Michael Gruskoff, el mismo Douglas Trumbull y Marty Hornstein por medio de las productoras Universal Pictures - también distribuidora- y Trumbull-Gruskoff Productions.
La trama, obra de Deric Washburn, Steven Bochco y Michael Cimino, se centra en un hombre que ama y valora la vida y la naturaleza por encima de todo, y que hace lo imposible por preservar lo que queda de ella, llegando a asesinar a sus compañeros de trabajo a los cuales inconscientemente les da igual destruir toda una herencia de la que todos formamos parte, siendo egoístas y con ansias de importunar a nuestro sufrido protagonista, que demuestra ser mucho mejor persona de lo que en realidad eran sus compañeros.
Para la música se contrató a Peter Schickele, aunque aparecen igualmente un par de canciones de la cantante folk y referencia en la época Joan Báez.
Para la fotografía se contó con Charles F. Wheeler, mientras que en el montaje la responsabilidad recayó en Aaron Stell.
En el reparto aparecen pocos actores. El mismo lo encabeza Bruce Dern como Freeman Lowell, Cliff Potts como John Keenan, Ron Rifkin como Marty Barker, Jesse Vint como Andy Wolf, Steven Brown, Larry Whisenhunt, Cheryl Sparks, Mark Persons, los cuatro como drones o robots (Dewey, Huey y Louie ).
Estamos en un momento indeterminado del futuro. La vida vegetal ha desaparecido de la faz de la Tierra.La mayor cantidad posible de especímenes se han conservado en una serie de enormes cúpulas geodésicas de tipo invernadero , unidas a una gran nave espacial llamada Valley Forge , que forma parte de una flota de cargueros espaciales de American Airlines , actualmente fuera de la órbita de Saturno , aunque cercana a ella. Allí está lo poco que queda aún de esa valiosa flora se encuentra en tres naves espaciales botánicas.
Con la esperanza depositada de que algún día se pueda repoblar de nuevo el planeta con las pocas especies existentes en las naves, el botánico y ecólogo Freeman Lowell (Bruce Dern) se responsabiliza de su cuidado y mantenimiento de una de ellas, el Valley Forge. Él ha creado un vergel en el interior de la nave. Allí en su bosque protegido viven conejos, aves, con un arroyo en el que vemos a Freeman nadar y que ha destinado un área para sembrar verduras como melones y árboles frutales. Lowell pasa la mayor parte de su tiempo en las cúpulas, tanto cultivando los cultivos como atendiendo a la vida animal.
Freeman está acompañado de otros tres compañeros John Keenan (Cliff Potts), con el que lleva bastante bien, así como Marty Barker (Ron Rifkin) y Andy Wolf ( Jesse Vint). Los otros tres matan el tiempo con carreras de coches por la nave que molestan en ocasiones los huertos de Freeman.
También difiere con ellos en la comida ya que él apuesta por la comida natural mientras que sus compañeros prefieren la insípida comida sintética. Lo único que comparte con ellos es el juego de cartas y un alternativo billar.
Por medio de las conversaciones nos enteramos que las tres naves transportan los últimos pedazos de bosques estadounidenses que se han podido conservar tras un cataclismo mundial. Protegidos en cúpulas de cristal, esperan que se den las condiciones para ser reintroducidos en el planeta Tierra. Sin embargo, la población terrícola vive de alimentos artificiales y se encuentra a gusto con una temperatura uniforme de veinticinco grados en toda la superficie, así que nadie parece echar de menos los pocos árboles y animales que sobreviven recluidos en el espacio. Para ello la tripulación coordina este trabajo en tres cargueros: Valley Forge , Berkshire y Sequoia ,aunque también mencionan otros cinco naves que llevaban cúpulas: Yellowstone , Acadia , Blue Ridge , Glacier y Mojave . Cada barco cuenta con una designación en el casco que indica el área desde donde se tomaron algunas de las muestras de flora y fauna .
Un día les comenta que su esperanza es ser nombrado, en una inmimente llamada, director del programa de replantación de especies en la Tierra, aunque a sus compañeros lo único que quieren es cumplir con su trabajo y regresar.
La llamada se produce pero recibe una inesperada orden contraria a sus deseos y sus expectativas: destruir todas las especies y regresar a la Tierra.
Ante esta situación el botánico Lowell , que lleva tres años con su proyecto, desesperadamente no está dispuesto a eliminar su proyecto y su anhelado sueño. Freeman Lowell, un tipo que adora las plantas, se alimenta a base de hortalizas —ante las burlas de sus colegas— y siempre ha mantenido la esperanza de que la Tierra pueda volver a ser lo que fue en otro tiempo.
Al conocer la orden de destrucción de las reservas ecológicas y de las cúpulas geodésicas , Freeman decide rebelarse y opta por salvar a las plantas y los animales . Así que decide secuestrar el Valley Forge. Es consciente de que el gobierno, viendo que mantener las reservas naturales en el espacio cuesta demasiado dinero y que las naves serían más rentables usadas en otros menesteres, da la orden de destruir esas reservas. A los tripulantes de las naves les da igual; de hecho se alegran, porque quieren volver a casa.
Para ello sabe que tiene que acabar con la oposición de sus compañeros que cumplen y acaban con algunas de las naves plantaciones, pero cuando llega el momento de completar la destrucción de Valley Forge se enfrenta con John Keenan , con el que lucha y acaba matando, aunque queda herido en una pierna, asesinando igualmente a Barker y Wolf al adelantar una de las explosiones en una de las cúpulas restantes.
Cuando desde Tierra le pregunta por qué no ha explosionado la nave Lowell les miente y le habla de un problema. Lowell realiza una falsa explosión prematura como una artimaña y envía a Valley Forge hacia Saturno
Desde la tierra le dicen que le prestarán ayuda, pero Lowell ignora esa ayuda y pone dirección al anillo de Saturno, aunque le avisan que posiblemente no puedan superar ese escollo pues la nave no está preparada para ello.
Tras cortar la conexión verifica que los tres drones - Huey, Dewey y Louie - funcionan con normalidad y les cambia el funcionamiento reprogramándolos. Con ellos se opera de la herida de la pierna.
Una vez operado reprograma a los drones para que se dediquen al mantenimiento de la nave y lo ayuden en sus quehacer diario. En un momento dado el Dron 3 (Louie) se pierde, pero la nave y su cúpula restante emergen relativamente sin daños en el otro lado de los anillos, aunque tiene todavía dos operativos. Se trata de Huey y Dewey, dos robots de mantenimiento que acaba reprogramando también para las labores de jardinería entre otras muchas cosas en su aventura espacial por defender los últimos recursos naturales de que dispone para sobrevivir, pero también para plantar árboles y jugar a las cartas y convertirse en su referencia humana. Lowell comienza a hablarles constantemente, como si fueran humanos.
Descubrimos que la soledad hace que abandone sus quehaceres, aunque previamente entierra a su amigo John reconociendo que lo hizo por el bien de la humanidad a pesar de que los estimaba. Un día descubre que el bosque se apaga , no consigue producir alimentos. Se les van muriendo los animales y comienza a comer comida sintética. Se abandona en todos los sentidos. Además daña a Huey cuando el vehículo de Lowell choca accidentalmente con él mientras conduce su buggy imprudentemente, y Dewey se niega sentimentalmente a abandonar a Huey durante las reparaciones. Sin embargo, recibe una llamada desde el Berkshire , otro carguero espacial que está a la búsqueda del Valley Forge por si ha sobrevivido al viaje, finalmente restablece el contacto. Ahora sabe que sus delitos pronto serán descubiertos cuando vayan a rescatarlo. En ese momento se da cuenta que la razón de que el bosque haya comenzado a marchitarse está en su posición actual alejada y ajena al Sol. Y corre a instalar lámparas para corregir esta situación.
El es consciente que no pueden encontrarlo por lo que había hecho así que decide ordena a unos de sus drones que conserve la nave plantación , mientras que él y otro de los drones que está semiutilizable se sacrificarán. En un esfuerzo por salvar el último bosque antes de que el Berkshire llegue, Lowell lleva la cúpula a un área segura. Luego detona las cargas nucleares, destruyendo el Valley Forge y con la nave a Huey - dañado- y acabando con su vida en el proceso. Con la explosión final de su nave, pone fin a su vida , la escena final es de un invernadero forestal ahora bien iluminado que se desplaza hacia el espacio profundo, con Dewey cuidándolo con ternura, sosteniendo una regadera vieja y maltratada. Mientras suena la música de Joan Báez.
La película se rodó entre los meses de febrero y marzo de 1971. En parte hay tomas de la californiana Sierra Nevada Mountains, así como del portaviones de las fuerza naval norteamericana Valley Forge Aircraft Carrier, enclavado en la Long Beach Naval Shipyard así como en un hangar "Aircraft Hanger", sito en Van Nuys Airport en el aeropuerto de Los Angeles.
Si Naves misteriosas pudo llegarse a rodar fue gracias al enorme éxito de Easy Rider. A finales de los sesenta, los grandes estudios de Hollywood estaban pasando por algunos aprietos; los géneros por los que habían apostado en el pasado ya no funcionaban y les estaba costando captar la onda del público joven, que parecía preferir el atrevimiento del cine independiente y el cine europeo. El fin de la censura —el código Hays fue abolido en 1968— no hizo sino oficializar unos tonos y temáticas que, en la práctica, llevaban varios años en las pantallas gracias a diversos vacíos legales y el atrevimiento de productores independientes.
Easy Rider fue un producto nacido al margen del sistema. Fue financiada y producida de manera independiente, escrita con libertad y rodada al margen de la maquinaria hollywoodiense, sin ejecutivos y costó cuatrocientos mil dólares. Una vez terminada por Dennis Hopper, la Columbia Pictures compró sus derechos de distribución por trescientos cincuenta mil. Terminó recaudando sesenta millones de dólares en todo el mundo.
El éxito de la road movie estuvo acerca la historia a un público formado por adultos jóvenes hartos de los convencionalismos de Hollywood que esperaban a ver en pantalla la corriente contracultural de finales de los sesenta.
Así surge Naves misteriosas, una película con mucho del mundo hippie. Trumbull, como después planteará Ridley Scott con su alien o con los replicantes ve aquí a astronautas que proceden de la clase trabajadora o marineros del espacio más que a pilotos militares o a científicos. Imaginaba naves tripuladas por gente de clase obrera que estaba desempeñando un trabajo y pensaba más en la paga o en volver a casa que en los grandes misterios del espacio. Trumbull quería mostrar un porvenir donde el comercio y la industria, con sus respectivos usos y actitudes muy poco humanistas, se hubiese apoderado del sistema solar. No quería mostrar astronautas robóticos, sino personas normales y no quería grandes hazañas exploratorias, que le parecían fantasiosas, sino un sistema solar donde los intereses monetarios y las tareas vulgares estaban tan en vigor como en la Tierra.
Trumbull concibió un futuro hipertecnológico, pero en el que la humanidad no había madurado lo más mínimo. Lo resumía así: «Dentro de cien años, la gente continuará siendo igual que ahora».
Construir las maquetas para rodar los exteriores de la nave era un proceso que Trumbull ya conocía bien desde 2001; el presupuesto iba a ser diez veces inferior, pero no eran las maquetas las que más iban a sufrir por ello. Sus ideas para diseñar la maqueta de una nave con toque industrial provinieron, curiosamente, de edificios civiles. El esqueleto de la nave imitaba las formas de la Torre Expo, erigida para la feria mundial celebrada en Osaka durante 1970. En cuanto a las cúpulas que contenían los últimos pedazos de bosques, se basó en unas cúpulas ecológicas que existían de verdad, las del Conservatorio Horticultural Mitchell, un jardín botánico de Milwaukee, que ofrecían justo lo que Trumbull estaba buscando. Estas cúpulas, además, le permitirían rodar el interior sin tener que construir un decorado desde cero. Sin embargo, haciendo cálculos, comprobó que trasladar todo el rodaje hasta Wisconsin —más de tres mil kilómetros desde California— les iba a salir todavía más caro que manufacturar su propio decorado. Al final, optaron por reproducir el interior de una de aquellas cúpulas de Milwaukee en el único lugar lo bastante grande y lo bastante asequible que encontraron en California: un enorme hangar recién levantado en el aeropuerto Van Nuys de Los Ángeles . Para las cúpulas y su contenido se basó Trumbull en la llamada cúpula Climatron del Jardín Botánico de Missouri.
Construir el interior de la cúpula, con todo, ( plantas, agua...) y los anexos con el puente de mando, sala médica, los pasillos de un carguero espacial, con su bodega y algunos pasillos anchos implicaba disponer de mucho espacio y para ello el director usó un portaaviones de la armada estadounidense —el USS Valley Forge, botado a finales de la II Guerra Mundial y empleado en la Guerra de Corea— acababa de ser retirado del servicio y estaba atracado en el Astillero Naval de la californiana Long Beach, a la espera de ser desmantelado para que su metal se pudiera reciclar.
Trumbull pensó que el interior del portaaviones, con algo de maquillaje, sería su astronave perfecta. Se puso en contacto con las autoridades de la marina y consiguió permiso para rodar. Toda la acción iba a ser filmada en el barco. Había que acondicionarlo para que un centenar de personas pudiese trabajar allí durante varias semanas. Lo cual suponía, además de llevar agua y luz, preparar oficinas, habilitar los baños y cafetería, salas de maquillaje, salas donde poder trabajar elementos del decorado, etc.
Otro problema era, paradójicamente, la estrechez del portaaviones. Sí, había superficies despejadas y amplios pasillos en las zonas de carga, donde ambientarían la bodega de la nave espacial. Pero fuera de esas zonas, como en cualquier barco militar, las estancias eran pequeñas y funcionales, y los pasillos estrechos y agobiantes. Uno de los miembros del equipo ironizó diciendo que Naves misteriosas era «una película del espacio sin espacio».
Ante la falta de luz el director de fotografía Charles F. Wheeler - nominado al Óscar por su trabajo en la película bélica Tora! Tora! Tora!, - se apañó con lo que había. La nave terminaría llamándose Valley Forge, en homenaje al barco. Otro de los aciertos de la película es la aparición de tres pequeños robots («drones») con un movimiento, asombroso para la época y que eran manejados por humanos: varios actores se disfrazaban con una carcasa robótica y usaban sus manos para caminar. Para un espectador de entonces era muy difícil imaginar que dentro de aquellos robots hubiese personas. Hemos llegado a R2D2 con un Trumbull quería evitar el típico recurso del robot humanoide . El director para ello planteó un diseño de unos trajes, fabricados en un plástico muy ligero, de unos 9 kilos , que se adaptaron a las medidas de los actores y para que estos pudiesen caminar con los brazos, pero que debían parecer sólido metal en pantalla. Añadió además brazos mecánicos que funcionaban por radiocontrol y servían para verlos desempeñar actividades varias.Los efectos de sonido, incluidos los drones, fueron creados por el compositor no acreditado Joseph Byrd . Se generaron en un sintetizador ARP 2600 modificado con módulos de expansión Oberheim.
Antes del rodaje, cuando los probaron en otro sitio, y funcionaban. Una vez en el portaviones, sin embargo, el sistema no funcionaba. Las órdenes emitidas no tenían efecto. Pronto se dieron cuenta de dónde residía el problema: el fuselaje metálico del barco producía demasiadas interferencias. A última hora, se vieron forzados a crear un nuevo sistema mecánico que no dependiese de la radio. Para entonces, cada recurso tecnológico tenía que ser desarrollado por ensayo y error, y los CGI aún estaban en fase de desarrollo. En cualquier caso, los «drones» de Naves misteriosas sirvieron como inspiración directa para el famoso R2-D2 de Star Wars, no solo en la forma, sino también en su filosofía.
Aun con todos esos inconvenientes, desde un punto de vista estético el portaaviones era el lugar perfecto para que Trumbull plasmase sus visiones. El director hizo uso del estireno, sustancia plástica muy ligera y maleable a la que se puede dar casi cualquier forma con la ayuda del moldeo por vacío. Maquillaron los espacios del barco con apliques de estireno modelados a conveniencia. Así, combinaban el esqueleto metálico del barco, que producía la impresión (verídica) de que los protagonistas estaban dentro de un enorme vehículo, con elementos que camuflaban su naturaleza naval. Algo de pintura, mobiliario y pantallas diversas, y Trumbull tenía el perfecto interior de un carguero espacial. Esto iba a ejercer una enorme influencia estética sobre las películas que estaban por venir.
Trumbull, además, perfeccionó la técnica de las proyecciones. En vez de usar transparencias —por ejemplo, rodando a los personajes frente a una pantalla cromática y añadiendo en postproducción un fondo con estrellas—, recurrió a la vieja técnica de proyectar el fondo de la escena directamente sobre una pantalla que estaba detrás de los actores y el decorado.
Ambos sistemas, la transparencia y la proyección, eran muy antiguos, pero la proyección era considerada por entonces más ineficiente, menos creíble. Trumbull, sin embargo, la usó con gran habilidad. Rodando cada secuencia con su fondo proyectado in situ, se ahorró un sobrecoste en la posproducción. Una de esas proyecciones será Saturno con sus anillos.
La película se desarrolló con la ayuda de John Drysktra y Richard Yuricich, compaginaba su labor dirigiendo los efectos especiales de La amenaza de Andrómeda de Robert Wise, otra película de la misma productora, la Universal.
En cuanto a la historia , indudablemente, estaba afectada por el espíritu de la época en defensa de la naturaleza y el conservacionismo que se reivindica a través de Freeman. La trama, escrita a seis manos y tres cabezas por Deric Washburn, Steven Bochco y Michael Cimino, se centra en un hombre que ama y valora la vida y la naturaleza por encima de todo, y que hace lo imposible por preservar lo que queda de ella, llegando a asesinar a sus compañeros a los cuales inconscientemente les da igual destruir toda una herencia de la que todos formamos parte, siendo egoístas y con ansias de importunar a nuestro sufrido protagonista, que demuestra ser mucho mejor persona de lo que en realidad eran sus compañeros. De hecho, el esfuerzo del protagonista por humanizar a los dos robots de mantenimiento responde no sólo al sentimiento de soledad que lo asalta en su huida, sino también al peso de conciencia que siente tras el asesinato de sus compañeros, tratando en cierta forma de revivirlos en los drones (a destacar la escena de la partida de poker). Así, aunque convencido de su autoimpuesta misión para salvar al que denomina "mi bosque" (el último de la Tierra), no deja de admitir que nada justifica el crimen que ha cometido.
En su desarrollo, además de las canciones de Joan Baez bajo la contundente y a veces suavizada influencia musical del bajista Peter Schickele, no pueden obviarse las bellas e impresionantes imágenes del entorno natural, con vivos colores en los primeros minutos de filme que acompaña a los títulos de crédito, magistralmente filmadas por el director de fotografía Charles F. Wheeler. Contiene dos canciones escritas por Schickele y Diane Lampert, "Silent Running" y "Rejoice in the Sun", que fueron interpretadas por Joan Baez . También hay que decir que las magníficas maquetas de las naves espaciales botánicas fueron posteriormente reutilizadas por la Universal en la famosa serie de televisión Battlestar Galactica (1978-79).
La película obtuvo sus premios como la nominación a los Premios Hugo a la Mejor Presentación Dramática La película no tuvo un enorme éxito en taquilla y fue olvidada con rapidez, pero su influencia técnica y visual fue absolutamente determinante para el desarrollo de los efectos especiales y el diseño de producción del género.
En cuanto al protagonista Bruce Dern, aquí realiza un buen papel como hiciera igualmente en El regreso.
Lo importante en la película es el «estilo Trumbull» que se convertiría en una referencia para Steven Spielberg, George Lucas y Ridley Scott. El escaso éxito de la película hizo que fuese olvidada y que la incipiente carrera como director de Trumbull uedase apagada. Solo volvió a dirigir una película a principios de los ochenta: Proyecto Brainstorm.
Desanimado, Trumbull volvió a trabajar con algunos efectos, aunque sin ser citado en los créditos, en El coloso en llamas. Al menos, su prestigio en ese campo seguía intacto. George Lucas lo quiso contratar para La guerra de las galaxias, pero él ya se había comprometido con Steven Spielberg para diseñar los efectos de Encuentros en la tercera fase.
Al rechazar la oferta de La guerra de las galaxias, Trumbull recomendó a George Lucas que contratase a John Dykstra, que había sido su ayudante. Por supuesto, La guerra de las galaxias tenía más presupuesto y mejores efectos que Naves misteriosas, pero la influencia de Trumbull está por todas partes y los paralelismos visuales entre ambos títulos son más que evidentes.
Trumbull tampoco participó con Ridley Scott en Alien, pero de nuevo se notó su influencia: no en vano, el responsable de los efectos de esa película (y de El Imperio contraataca) era otro de sus discípulos. Se llamaba Brian Johnson. Donde Trumbull sí se ocupó de los efectos personalmente fue en Blade Runner. Él fue, como vemos, el epicentro de toda una revolución técnica.
De las seis películas que cambiaron la cara de la ciencia ficción cinematográfica entre 1968 y 1982, Trumbull participó en cuatro y las otras dos tuvieron efectos creados por sus discípulos.
Naves misteriosas gozó de un cierto revival durante los ochenta, cuando las televisiones empezaron a proyectarla con cierta asiduidad. Resultaba evidente que era el eslabón perdido entre 2001 y la ciencia ficción posterior. Kubrick había sentado las bases, pero Trumbull había refinado esas bases para adaptarlas a un nuevo concepto del género. Él había sido el catalizador del cambio estético entre la pulcritud de Kubrick y el mecanicismo pragmático de Lucas, la sublimación luminosa de Spielberg o el realismo sucio de Scott. Él había concebido la puerta estelar de 2001, pero después había contribuido a popularizar las naves con aspecto portuario, los robots electrodomésticos, la astronáutica comercial, incluso los platillos catedralicios repletos de hombrecillos grises.
En cuanto la crítica en el New York Times , Vincent Canby dijo que Silent Running "no es una película de ciencia ficción creada por el autor, pero es un algo simple para ser constantemente entretenida".
El divulgador de la ciencia Carl Sagan criticó la película aunque dijo que era "técnicamente competente" pero que le sorprendía el grado de regresión que suponía representar un futuro en el que las personas han olvidado la ley del cuadrado inverso y que las plantas necesitan luz solar.
Desde Chicago, Roger Ebert por su parte elogió a Dern como "un actor muy bueno y sutil". Otro crítico de Illinois Gene Siskel la comparó desfavorablemente con 2001: una odisea del espacio, diciendo que tenía "los mismos efectos pero ninguno de ingenio o inteligencia".
Arthur D. Murphy, en las páginas de Variety, alabó los "excelentes efectos especiales" y el "guión muy entretenido", pero criticó la "falta de importancia crucial" de Dern, diciendo que "Caminar a menudo con túnicas que sugieren crudamente algún tipo de Noé vegetariano en el aire" y, por lo demás, que sugiere una mentalidad para salir a almorzar, su caracterización no evoca empatía ".
Charles Champlin de Los Angeles Times elogió la película por evitar "la pesadez habitual asociada con el género [de ciencia ficción]" y lo llamó "una primera película sólida y bien disciplinada. Las espaciadoras son realmente impresionantes y la película es un ingenioso entretenimiento familiar que ofrece algo en que pensar."
Gary Arnold de The Washington Post lo calificó "el melodrama de ciencia ficción más original e interesante desde 'El planeta de los simios ' y un nuevo clásico del género ''.
Penelope Gilliatt, de The New Yorker , escribió: "Los robots tienen cualidades entrañables, juegan un maravilloso juego de póker, pero esto es ciencia ficción con el alma de un editorial". Mark Kermode dijo que la película era su favorita y que la prefería a 2001 .
Ya en España, en ABC se dice de ella que "Si en algo es notable el filme que nos ocupa es por su decidida voluntad ecologista, y su planteamiento está tan bien definido que hasta el protagonista psicopático de la historia llega a resultar simpático. Lo cierto es que la cinta tuvo bastante éxito en su momento, a pesar de su estética de serie B. ".
Hoy no deja de ser sorprendente que Naves misteriosas fuese estrenada en 1972 y con una décima parte del presupuesto empleado poco antes en 2001. Desde entonces, no ha habido películas que con un presupuesto tan modesto hayan obtenido tan buenos resultados visuales. Lo que Trumbull con tan poco en Naves misteriosas fue una hazaña y una fuente de inspiración para los directores que apostaron por trabajar este género.
No hay comentarios:
Publicar un comentario