miércoles, 2 de enero de 2019

Cherbourg, on connaît la chanson


Hace años, en concreto en 1997, leí de la existencia de una película francesa en la que los personajes tras un breve diálogo se ponían a cantar famosas canciones populares francesas de maestros consagrados como Aznavour, Edith Piaf, Josephine Baker, France Gal, Leo Ferre, Gilbert Bécaud, Johnny Holliday, Silvie Vartan y lo hacen de manera manifiesta desarrollando así su historia de relaciones cruzadas y de malentendidos. Al leer como se presentaba la idea me pareció interesante.

La película obtuvo ese año algunos reconocimientos tanto en el Festival de Berlín, como en los Premios del Cine Europeo o los Premios César. Pude ver la película algún tiempo después y sin que me encantará , ratificó lo que pensé en un primer momento de la misma, de que , al menos, era original. Esa película de la que hablo se llamaba On connaît la chanson y estaba dirigida por un hombre de la "nouvelle vague" -Alain Resnais- y protagonizada por entre otros por Sabine Azéma y Pierre Arditi. 

Eso sí, en en esta película, las canciones eran cantadas en playback a diferencia de lo que vi ayer Les Parapluies de Cherbourg o Los paraguas de Cherbourg . Una película de Jacques Demy del año 1964 en la que cantaban los propios actores o mejor dicho se le ponían voces a los actores.

Desconocida para mi reconozco que me ha sorprendido descubrir esta joya oculta del musical francés, que por otro lado es un clásico. El reportaje previo de Días de cine...clásico , así como Gerardo el director del programa señalaba que "hay Cine, y hay películas. Son algo parecido, pero no es lo mismo. Hoy veréis CINE (enteramente cantado) " 

El responsable de esta joya es Jacques Demy que en 1963 era un joven director cercano a la órbita de la nouvelle vague aunque no tan prestigioso como sus compañeros de ola Alain Resnais, Jean-Luc Godard, o Jacques Rivette. El primero estaba más interesado por la experimentación formal,mientras que los otros dos agitación política, pero tan moderno aunque visto por ellos y por la crítica como algo más clasicista. Su concepción se acercaba más a otro gran cineasta de la Nouvelle Vague, François Truffaut. 

Para ese año 1963 Demy había dirigido ya dos largometrajes, Lola (1961) en la que está muy presenta la música (gracias a su colaboración con Michel Legrand) y el espacio de la costa atlántica de su niñez o en La bahía de los ángeles (1963) , que como en la anterior hacía referencia a la importancia del destino sobre todo en su historia de amor . Había contado con los actrices que eran musas de la nouvelle vague: Anouk Aimée y Jeanne Moreau. Se trataban de películas blanco y negro, pero visualmente muy sofisticadas, pero con marca de la casa: un tono ligero y amable, pero con trasfondo cargado de una amarga melancolía. 

En esos momentos Jacques Demy estaba casado con la también directora nacida en Bélgica , Agnès Varda, también integrante de esa corriente. Ambos formaban una interesante pareja. Jacques Demy falleció en 1990. La causa de su muerte fue el SIDA, según reveló en 2008 su viuda, Agnès Varda, en un nuevo documental sobre el director, titulado Les plages d'Agnès. 

Tras su muerte ella no tuvo problemas en hablar de la homosexualidad de su marido, y de la influencia de esta condición en su cine . En la película Jacquot de Nantes (1991) Varda traza un relato de la infancia de Demy y su amor por el teatro y el cine. Le rindió homenaje también en Les Demoiselles ont eu 25 ans (1993) y L'Univers de Jacques Demy (1995). Tuvieron un hijo en común, el actor Mathieu Demy nacido en 1972. 

Varda- que todavía vive en París y está considerada por algunos críticos de cine la «abuela de la Nueva Ola» - , por cierto,una de las pioneras del cine hecho por mujeres y del cine feminista y que en 2017 recibió el Óscar Honorífico por su carrera, había estrenado un año antes Cléo, de 5 à 7, una reflexión sobre el amor a la vida, la falta de humildad y la muerte y una de las mejores películas de la nouvelle vague, que por su combinación de vivacidad, melancolía y solapado mensaje político parecía anticipar la filmografía posterior de Demy. 

Él era muy aficionado a los musicales de Hollywood, de los que en particular apreciaba Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen y Gene Kelly, y deseaba realizar un ejercicio similar bajo una perspectiva más moderna. Junto con el compositor musical Michel Legrand con el que ya había trabajado en su primer largo, había comenzado a trabajar en un guion que estaba localizado en lo que al principio era una tienda de discos, comercio que pronto cambió para vender paraguas. 

Conseguir la financiación para este proyecto fue un asunto complicado, ya que por aquel entonces los musicales norteamericanos que le servían de modelo no funcionaban demasiado bien comercialmente en Europa. Además, la suya era una apuesta de alto riesgo, ya que toda la película debía estar cantada, lo que suele ocurrir con las óperas pero no con este género en teoría más ligero. Finalmente, la joven productora Mag Bodard, fascinada con el proyecto, logró reunir el presupuesto de 1.300.000 francos franceses, aunque durante todo el rodaje fue necesario mostrar a los inversores las tomas filmadas para convencerlos de que fueran abonando los importes necesarios. Para ello se concretó esta película en régimen de coproducción entre Francia y Alemania, con la participación de Madeleine Films , Parc Film y la germana Beta Film GmbH. 

El guión era suyo y la música fue compuesta por Michel Legrand. La fotografía fue responsabilidad de Jean Rabier y el montaje de Anne-Marie Cotret y Monique Teisseire. 

El reparto lo encabezaba Catherine Deneuve como Geneviève Emery, Nino Castelnuovo como Guy, Anne Vernon como Madame Emery, Mireille Perrey como Tía Élise, Marc Michel como el joyero Roland Cassard, Ellen Farner como la bella Madeleine, Jean Champion como Aubin, Pierre Caden como Bernard y Jean-Pierre Dorat como Jean. 

La acción transcurre entre 1957 y 1963. Se divide en tres partes o actos como una ópera con escenas cronológicas: la partida, la ausencia y el regreso. 

La partida 

Cherbourg o Cherburgo, noviembre de 1957. Comienza con el trabajo de un joven mecánico en un taller de nombre Guy, un hacendoso chaval que comenta cantando a sus compañeros de trabajo que esa noche irá al teatro acompañado por su chica, una joven de 17 años de nombre Geneviève (Catherine Deneuve). 

Es su novia y ella vive y trabaja en la tienda de paraguas de su madre, la viuda Madame Emery (Anne Vernon ) que atiende junto a su hija Geneviève. Ambas sobreviven vendiendo paraguas en su colorida tienda del puerto de Cherburgo. Geneviève está enamorada de Guy, pero ella del mecánico no le dice nada a madre al considerar que es muy joven para salir con alguien. Pero desde el primer momento descubrimos que la joven Emery está enamorada de Guy, y que piensa casarse a pesar de la oposición de su madre, que considera a Geneviève demasiado joven y a Guy demasiado pobre. 

Guy vive con su tía , Tía Élise (Mireille Perrey) una mujer mayor y enferma que lo ha cuidado desde pequeño. Al estar mala de salud es atendida por otra chica, Madeleine ( Ellen Farner) que se siente silenciosamente atraída por Guy. 

Guy de todas maneras se muestra cariñoso con su tía y le informa de casi todo, especialmente de su estado de enamoramiento. 

La situación de la tienda es mala y las numerosas facturas y pocas ventas hacen que pagar las deudas, especialmente una, la madre se vea obligada a vender un collar a un rico joyero de la localidad. Este , en principio, no se la quiere comprar , sin embargo, casualmente en ese momento en la joyería hay otro joyera algo más joven de nombre Roland Cassard (Marc Michel) que se enamora de Geneviève desde el primer momento. 

Mientras tanto, la situación de Guy cambia de la noche a la mañana cuando reciba una carta del ejército que le informa que tendrá que ausentarse dos años para ir a Argelia a hacer el servicio militar en un país ya asolado por la guerra de Independencia. 

Guy deja a su vieja tía Élise al cuidado de Madeleine. Antes de incorporarse , lo que implica perder su puesto de trabajo y ausentarse de Cherburgo, Guy le cuenta a Geneviève que ha recibido una carta instándole a incorporarse a un servicio militar de dos años en Argelia, ambos quedan desconsolados ante la perspectiva de la separación. 

Ella teme que él conozca a otras mujeres y la olvide, y él no soporta la idea de dejarla sola. “Debemos guardar de nuestros últimos momentos un recuerdo más bello que nada, un recuerdo que nos ayudará a vivir”, le canta. 

Aprovechando que su tía está postrada en la cama y tras darle una tisana pasan la pareja a la habitación y consuman su amor en un acto que recordarán toda su vida . Entonces se produce una elipsis, y la pareja continúa entonando la misma canción, pero ya es la mañana siguiente, y se encuentran en una estación de tren, y ella lo sigue a él hasta el andén, y Guy monta en el vagón, y el tren se va alejando, y la cámara se aleja con él, y Geneviève queda sola y le promete esperarlo afligida en la estación de Cherbourg. 

La ausencia 

Enero de 1958. Las noticias de Guy son escasas. Geneviève va al médico pues se madre detecta que está débil y se encuentra mal. La tienda no va mejor. Sobre viven gracias al dinero que les dio Roland. 

La madre se siente en deuda con él y esa noche lo ha invitado a cenar. Sin embargo, antes de la cena Geneviève confiesa a su madre está embarazada de Guy. La cena tiene lugar. Ella siente aprecio por lo que ha hecho Roland con la familia. 

Pero al sentirse indispuesta se va a la cama. La situación le es favorable a Roland Cassard para hablar con Madame Emery. El confiesa que está enamorado de su hija y le pide la mano a Geneviève desconocedor de que ella está embarazada. Roland evoca un amor desafortunado, el de Lola en el contexto de la ciudad de Nantes. 

Al día siguiente el marcha de viaje. Estará ausente durante tres meses y le pide Madame Emery que le comente el ofrecimiento a su hija. Ella lo ha escuchado desde la cama. No sabe que hacer. Los meses van pasando y apenas hay cartas. 

En el mes de abril Roland cumple con su promesa y ella ya manifiesta un embarazo evidente. Empujada por su madre, Genevieve acepta casarse con Roland Cassard, quien criará a la niña que lleva puesto como si fuera el suya. La chica se llamará Françoise. 

Mientras pasean la pareja de la mano por el puerto de Cherbourg son vistos por Madeleine. La boda tiene lugar y la pareja y su madre se mudan a París dejando atrás la tienda de paraguas. 

El regreso 

Marzo de 1959. Guy ha vuelto de Argelia. Ha sido herido en la pierna. Nada más llegar se entera que Genevieve y su madre abandonaron la ciudad. Su tía sigue viva esperando su llegada y atendida por Madeleine. El se muestra amargado por lo ocurrido. Bebe y está de mal humor. 

Reanuda su trabajo en el garaje, pero pronto lo deja tras pelearse por el jefe pues su negligencia ha costado la rotura de un motor del coche de un cliente. El vagar sin rumbo por la ciudad. Bebe cada vez más , se enfrenta a un tabernero y , finalmente , acaba cerca del puerto en una casa de citas. 

Tras pedirse un cognac pasa la noche con una chica, una prostituta de nombre Jenny. Al regresar a casa le abre Madeleine que le cuenta entre lágrimas que su tía ha muerto esta noche. 

Gracias al dinero que heredó de ella, Guy que inicia una relación con Madeleine que también se siente sola y que, a diferencia de Geneviève, lo esperó los dos años que estuvo destacado en Argelia. 

La tía muere, y, con la herencia, Guy cumple con un sueño que tenía antes de ir a Argelia: hacerse con una estación de servicio blanca. Además se casa con Madeleine, que había estado enamorada de él durante mucho tiempo.  

El tiempo pasa. Es diciembre de 1962. Madeleine ha tenido un hijo de Guy. Se llama François. Sale para comprar un regala pues la Navidad esta cerca. Un Mercedes se para para llenar el tanque de gasolina. Nieva. Atiende a la rica Genevieve en su flamante estación de servicio. El breve encuentro será el último; la niña que acompaña a Geneviève es obviamente la hija de Guy: se llama Françoise. 

La hija que ambos tuvieron está en el coche, pero Guy apenas la mira, y cuando Geneviève se brinda a presentársela (“Se llama Françoise, tiene mucho de ti”) él rehúsa el ofrecimiento con un seco: “Creo que te puedes ir”. Pero no tienen nada más que decirse. Geneviève, cabizbaja, se defiende del frío ambiental –pero sobre todo del que desde dentro hiela su corazón– alzando las solapas de su abrigo de piel, regresa al coche y abandona la escena, mientras Guy se pone a jugar en la nieve con el hijo ya no siente nada por ella. 

La película se rodó entre agosto y octubre de 1963 en espacios de Cherbourg en el Departamento de la Mancha. Entre esos lugares están la estación de Cherbourg,un almacen de la rue du Port - que a día de hoy conserva una placa conmemorativa de la película-, en Carrefour du garage, Cour Marie, el Puerto pesquero (Port de pêche) así como el Passage Pommeraye de Nantes, en el Departamento de Loire-Atlantique. 

Las canciones de la película alcanzaron una celebridad internacional enorme. Fue traducido al inglés con el nombre de "I will wait for you", e interpretado por Tony Bennett, Frank Sinatra, Liza Minnelli, Johnny Mathis, Caravelli, Ray Conniff, Franck Pourcel, Paul Mauriat, y Ronnie Aldrich, así como Connie Francis, Matt Monro, Nana Mouskouri y muchos otros artistas. 

Es una película que trató una aparentemente historia frívola y pueril, la de una pareja de jóvenes enamorados , pero separados por temas que sangraban en la sociedad francesa del momento dada las circunstancias políticas (como la guerra argelina) o sociales (los prejuicios de una madre con pretensiones burguesas) . Hay reflejos de un amor juvenil, pero también del arribismo, de la necesaria supervivencia, de las familias disfuncionales, del sexo prematrimonial, de la prostitución, de hijos ilegítimos y todo ello cantando. 

Demy no pudo contar con las estrellas que habría deseado, como su musa Danielle Darrieux (a quien quería como madre de la protagonista) , y a cambio reclutó a Anne Vernon y a un joven actor italiano llamado Nino Castelnuovo, que había desempeñado un papel muy secundario en Rocco y sus hermanos, de Visconti, y que prácticamente no hablaba francés. Inicialmente era poco importante puesto que en principio los actores iban a ser doblados por cantantes profesionales. 

Como protagonista femenina se contrató a Catherine Deneuve, a la que Demy había visto junto a Darrieux en una película llamada L’Homme à femmes. Deneuve tenía entonces dieciocho años y era prácticamente una desconocida -aún no había protagonizado películas como Repulsión, de Polanski, o Belle de Jour, de Buñuel–, pero su aire virginal se ajustaba al personaje. En un giro inesperado de los acontecimientos, sucedió que durante los preparativos de la película quedó embarazada del director Roger Vadim. 

Demy decidió mantenerla en el equipo, aprovechando la gestación para avanzar en los decorados y vestuario y dar los últimos toques al guión y la partitura. Ya con todo listo, el rodaje puedo comenzar pocos días después del nacimiento de Christian, el hijo de Deneuve. 

Pese al efecto de artificialidad de la película, el rodaje se desarrolló en su mayor parte en escenarios reales de la pequeña ciudad normanda de Cherburgo, al noroeste de Francia. 

Catherine Deneuve fue sometida a una transformación física para convertirla en el personaje de Geneviève: atendida por peluqueros que aclararon su cabello castaño hasta proporcionarle un tono rubio topacio que después mantendría durante décadas como su sello de fábrica, y además despejaron su frente, lo que fue una experiencia casi traumática para la actriz que, muy tímida, utilizaba el flequillo como medida de protección ante las miradas ajenas. Gracias a la peluquería, el maquillaje y el vestuario, pródigo en lazos y colores rosas y azules, Deneuve parecía aún más joven de lo que era, pese a haber sido ya madre. 

El rodaje duró algo más de los meses de verano de 1963, aunque las escenas tenían lugar en un ambiente lluvioso, con un epílogo invernal nevado. Las jornadas eran larguísimas, extenuantes, y no era extraño que el equipo terminara el rodaje diario desayunado antes de retirarse a descansar durante unas pocas horas. 

Demy, muy perfeccionista, exigía que los actores sincronizaran al milímetro el movimiento de sus labios con la letra que cantaban sus dobladores, lo que finalmente sí resultó muy complicado, en particular en el caso de Nino Castelnuovo. Tras unas tomas adicionales, el rodaje finalizó en otoño. 

En la película reaparece el nombre de Lola la mujer de Nantes que dejó a Armand. El resultado era una completa rareza , posiblemente para algunos una película más genuinamente pop. En los colores de la fotografía predominaban los azules, rosas o verdes ultrasaturados. Los decorados eran una sinfonía de papeles con listas o flores, de molduras en contraste, muros pintados con brillo y mobiliario neorrococó. 

En algunos de los momentos cumbres de esta estética extrema, los vestidos de Catherine Deneuve se hacían combinar con el papel del fondo, sin que quedara claro si en ello existía intención irónica, dramática (con el fin de subrayar la objetualización del personaje) o la mera voluntad de llevar la apuesta visual hasta sus últimas consecuencias. Hasta un simple garaje se convertía en un lugar colorista o el piso que compartían Geneviève y su madre en la tienda de paraguas. 

Y luego estaban las canciones con la melodía de Michel Legrand, que no dejaba de sonar ni un minuto de los 91 de metraje, hacía avanzar la historia con fluidez en una sucesión endiablada de temas. 

Pero lo que convertía a Los paraguas de Cherburgo en verdaderamente excepcional era la doble fractura que operaba en ella. Estaba en primer lugar el contraste entre los espinosos asuntos sociales que trataba , que para la época rozaban lo sórdido, y la estilización irrealista de la puesta en escena. Del mismo modo, colisionaba la tristeza que casi siempre sentían los personajes con la aparente ligereza de las canciones que expresaban esos sentimientos en esta ópera popular. 

Prueba de esa concepción es la división en tres actos: la partida, la ausencia y el retorno. La película adquirió con el tiempo la categoría de película de culto dado su cromatismo, el ejemplar pase de moda del momento combinado con situaciones domésticas. 

La película catapultó a la fama a la joven Catherine Deneuve, que entonces contaba con 20 años de edad, y que era doblada por la cantante Danielle Licari. La cantante Christiane Legrand, hermana del compositor, dobló al personaje de la madre de Deneuve.  

La película obtuvo sus premios. Fue presentada en el Festival de Cannes avalada por el premio Louis-Delluc . En Cannes consiguió la Palma de Oro, Premio técnico y Premio OCIC. En el pase oficial a concurso del festival de Cannes de 1964 no quedó un ojo seco. 

La arriesgada propuesta de Demy fue recibida con fervor popular, y se convirtió de largo en la película más comentada por el público de aquella edición, por encima de los últimos trabajos de Truffaut (la hermana de Catherine, Françoise Dorléac, protagonizaba La piel suave) , Marco Ferreri o Pietro Germi. Y lo mismo ocurrió con el jurado –compuesto entre otros por el gran director alemán Fritz Lang y el dramaturgo español Joaquín Calvo-Sotelo–, que le otorgó la Palma de Oro. Curiosamente fue una película nominada en los Oscars del año 1964 y 1965. 

En el año 1964 fue nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa y en el 65 lo fue en otras 4 nominaciones como guión, y bso . En los Globos de oro del 1965 fue nominada a la Mejor película de habla no inglesa Fue ganadora del Premio de la Crítica del Sindicato de Críticos de Cine Francés 1964. 

En cuanto a la crítica en la versión en español de Vanity Fair Ianko López señala que "No creemos en las coincidencias. Por eso alguien debería estudiar los motivos de que las películas más comentadas en las dos últimas ediciones de los Oscars se inspiren (es una manera de decirlo) en un mismo filme rodado hace 55 años. Si tras rememorar las encantadoras coreografías llenas de colorido y el tono melancólico de La La Land, de Damien Chazelle, o la devastación que sintieron en las escenas del tren y el plano final de Call me by your name, de Luca Guadagnino, pensaran que Jacques Demy ya hizo todo eso hace más de medio siglo, quizá cambiaría el modo en que han contemplado estos fenómenos cinematográficos recientes. Pese a las décadas transcurridas desde su estreno y su estética típica de aquel momento, Los paraguas de Cherburgo mantiene hoy una asombrosa vigencia, y como todas las grandes películas tiene también su peculiar intrahistoria. " 

De hecho según declaró el mismo era la película favorita del autor / director Damien Chazelle responsable de La la Land y que citó esta película como la principal fuente de inspiración para su película ganadora del Oscar en 2016. También lo es del compositor Justin Hurwitz, ganador igualmente de un Oscar.  

Se ha transformado en obra teatral que ha sido interpretada en teatros de Nueva York (1979), París (1979), Los Ángeles (1979), Londres (1980), Tokio (1983), Dinamarca (2014) y está incluida entre las "1001 películas para ver antes de morir", elaborado por Steven Schneider. 

Para Filmaffinity se trata de "Una película que obtuvo en su época numerosos reconocimientos en forma de importantes premios y un gran éxito de público". 

En El País Ángel Fernández Santos escribió sobre ella diciendo que es "El resultado es ciertamente agradable, si se quiere algo blando y tontorrón, pero siempre brillante, y a veces incluso muy brillante."

Tereni Moix considera que  que Jacques Delmy era autor de un inolvidable de personaje femenino en Lola. Sin embargo, de sus dos filmes musicales el considera que fue un intento de imitar a la escuela del musical americano, pero poniendo demasiado azúcar. Y  con Los paraguas de Cherburgo "era tolerable, pero Les Demoiselles de Rochefort (1966) fue una de las mayores cursiladas perpretadas en cualquier cinematografía".

En ABC se destaca que es una " Original película, la más famosa de su director, Jacques Demy, que dentro de la Nueva Ola francesa supo crear una nueva y particular forma de entender el musical que casi no ha sido imitada posteriormente. Se trata de un filme cantado de principio a fin; en este sentido, podría entenderse el guión como una partitura y comparar a la película con una ópera. Por otro lado, Demy da forma a un mundo de ensueño a partir de un original uso del color y del movimiento de cámara, y también con unos decorados y un vestuario calificados de kistch. Todo ello para hacer un canto contra la guerra y contra todo lo que hace pedazos la felicidad". 

Para Ianko López en la versión española de Vanity Fair "Quizá Los paraguas de Cherburgo haya aligerado su incorrección política, pero mantiene intacta su originalidad, su poder de fascinación estética y su capacidad para emocionar. Y eso la convierte en una obra intemporal que seguirá provocando mucha inspiración –y también algunas lágrimas– en el futuro. " 

La película fue un enorme éxito comercial que reunió casi millón y medio de espectadores solo en Francia, algo que ningún otro jovenzuelo de la nouvelle vague podía soñar. Esto bastó para convertir en hits varios de los temas de la banda sonora (en especial ese Je t’attendrai de la estación, quizá una de las canciones más pegadizas de la historia del cine) y para lanzó al estrellato a Catherine Deneuve.  
También permitió a Jacques Demy emprender otro proyecto musical más caro y complejo, Las señoritas de Rochefort. Allí volvió a contar con Deneuve, a la que esta vez arropó un espléndido reparto que incluía a su propia hermana Françoise Dorléac, junto a un par de grandes nombres norteamericanos (George Chakiris, reciente aún su Oscar por West Side Story, y Gene Kelly, protagonista de Cantando bajo la lluvia) y, al fin, su adorada Danielle Darrieux interpretando a la madre de las protagonistas. 

En 2013, a punto de cumplirse medio siglo desde su primer pase en Cannes, la película volvió a verse en la Croisette con una versión restaurada donde fue saludada como uno de los grandes clásicos que marcaron la historia del festival. 

Un año más tarde, Michel Legrand dirigió a la orquesta Nacional de Île-de-France y a la soprano Nathalie Dessay en una versión para la escena. Lo cierto es que en mayo del 2009 el veterano Michel Legrand ya había aparecido en un homenaje de la televisión francesa donde la diva de ópera Natalie Dessay cantó la canción a dúo con él. 

Parece ser que la película se convirtió en un icono gay, algo favorecido por el romance prohibido entre Geneviève y Guy o incluso por subvertir en esta película la rígida compartimentación en géneros, produciendo un drama musical en el que todos los diálogos son cantados o por el colorido en un saturado supercolor, que destaca el impacto visual de cada detalle (las corbatas, el papel de pared o incluso el cabello rubio de Catherine Deneuve). Lo cierto es que toda la filmografía de Demy ha sido especialmente apreciada por el público homosexual, a lo que tampoco ha sido ajena la complicada vida personal del director.

Para terminar comentar que yo tenía mis dudas, pero le di una oportunidad ... ganó mi atención y respeto. Y mereció la pena. Musical y cromática esta ópera cinematográfica en tres actos es una joya. Por cierto Catherine Deneuve , impresionante, así como la fotografía y el vestuario. Un premio este descubrimiento. 


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