lunes, 29 de marzo de 2021

Cuando fuimos brujas


 

Conocí a una noruega que era la doble de Björk. La conocí, aunque parezca mentira, en lo alto de una montaña, en Fløyen, la más montaña visitada y concurrida de las siete que rodean el centro de Bergen. Ella pintaba una casa. 

La casualidad es así. Mi camiseta me delataba como español y mi inglés también. Cansados como estábamos, tras hacer un largo recorrido por la zona a la que subimos por un funicular, me tocó preguntar al único grupo de personas que vimos a la caída de la tarde. 

Ella estaba entre los que pintaban. Tras darme la información que le solicité en inglés y al fijarse en mi camiseta, la casualidad quiso que me preguntará de dónde era. La sorpresa fue mayúscula cuando tras contestarle, ella me dijo que iba a ser el Erasmus en mi ciudad. 

Meses después, aquello fue en julio, nos encontramos en un pub. Tras ese encuentro hubo otros semanas más tarde. Fue un tiempo de salidas noctámbulas y campestres en días festivos. De pasear perros ajenos, de caminar por el campo, de ir a recitales de poesía vanguardista, de cervezas solos y acompañados, de cenas, de fiestas. Fue un tiempo de diversión y de fuga. De prórrogas diarias, de atenciones, de risas, de suma de casualidades. Unas semanas de sorpresas y de felicidad plena, casi cinematográfica. Lógico, era divertida, alegre, sensible, comprometida con unos valores. Toda una joya. 

Pero las joyas con el tiempo pueden llegar a desgastarse , incluso a desaparecer , y al acabar su periodo académico, en una época en la que estaba naciendo el correo electrónico, la historia se desvaneció, con pena, entre nieblas y lágrimas. Fue una historia de casualidades, de estar allí en el momento oportuno, de cruzarnos, de otoños brumosos, de sentimientos francos. De ella solo guardo el recuerdo de alguna foto que nunca miro y ese parecido en la que la veo cunado vuelvo a ver a Björk en una pantalla. Así que mientras veía a Björk Guomundsdóttir con el rostro de la chica de 21 años que tenía en 1991 no me he podido sino acordarme de ella. 



Ella , no como cantante, sino como actriz en uno de los cuatro personajes que aparecen en 'Cuando fuimos brujas', película estadounidense filmada en Islandia. Cuando ella rueda la película ya tenía cierto recorrido como cantante. En 1977, con 11 o 12 años ya había publicado un primer disco de folk-pop para luego saltar a la escena punk de su país con grupos como KUKL (brujería, en islandés medieval) o Tappi Tíkarrass (tapona el culo de la perra). Su primer álbum de su banda alternativa, Sukurmolarnir, no apareció hasta 1988 y ya con el nombre anglosajón de The Sugarcubes, un grupo que se había formado a principios de 1986 y con un gran éxito en solitario con Debut (1993). 


La película era su debut en pantalla . También era la primera película de su directora, Nietzchka Keene, aunque no se estrenó en España en 2019 casi con treinta años de retraso cuando ya está restaurada en 4K por el Wisconsin Center for Film & Theater Research y The Film Fundation, con fondos de la George Lucas Family Fundation,The Juniper Tree. 

La directora estadounidense Nietzchka Keene escribió el guion de su ópera prima en 1986 cuando, interesada en las lenguas nórdicas medievales, se embarcó en este proyecto, después de recibir una beca Fulbright en Islandia. 

Allí estudió y escribió el guion de esta película que se rodó en 1987 pero que no acabó de montar hasta 1989, cuando logró una nueva beca. 

Tras conseguir una beca Verna Fields-Memorial de la UCLA pudo editarla y completarla tres años más tarde y presentándola como una producción de Keene / Moyroud Productions. Una vez acabado el proceso, la directora dio clases de dirección y montaje en la universidad de Wisconsin hasta su muerte, en el 2004. ocurrida tras un cáncer de páncreas. Tenía tan solo 52 años. 

Nietzchka Keene había rodado algunos cortometrajes y dos películas más, mayoritariamente desconocidas para el gran público, Heroine of Hell (1994) y Barefoot to Jerusalem (2004), la cual quedó inacabada en su última fase de postproducción, pero que fue finalizada tras su fallecimiento y estrenada 4 años después. Otro de sus proyectos, Belle, basado en la vida de la asesina en serie Belle Gunness, no tuvo tiempo de completarlo. 

Después de su muerte, el archivo de Keene fue donado al Centro de Cine y Teatro de la universidad de Wisconsin–Madison. Allí permaneció durante décadas en el olvido aunque con única copia que existía de la película. 

Amy Slope, conservadora del Archivo de Cine de Harvard y ex alumna de Nietzchka Keene,  fue la gran impulsora de este proyecto. Slope,  señaló que esta película fue víctima del olvido (“junto con muchas de las otras películas independientes de mujeres durante este período de tiempo”) pero ha sobrevivido gracias a sus evidentes logros artísticos. 

Con la complicidad del reputado restaurador e historiador del cine independiente Ross Lipman (“esta película es maravillosa”, recuerda desde Los Ángeles) ambos se dirigieron a la fundación de Martin Scorsese para conseguir el dinero necesario para restaurar el filme. 

Fue el equipo de Film Foundation quien sorprendido ante el material decidió extender el cheque definitivo. Patrocinio al que luego se sumaría también la fundación de George Lucas. 

La historia de 'Cuando fuimos brujas', parte de un cuento de los hermanos Grimm cuyo título original, 'The juniper tree' ('El enebro') que adaptó la misma Nietzchka Keene. la película contó con la música de Larry Lipkis y la fotografía de Randolph Sellars.


El reparto lo integran cuatro personas Björk como Margit, Bryndis Petra Bragadóttir como Katla, Valdimar Örn Flygenring como Jóhann , Geirlaug Sunna Þormar como Jonás, Gudrun Gildottir como la madre. 

La historia se desarrolla a finales de la Edad Media, en un área rural de islandia. En ella conocemos a la joven Margit (Björk) que la hermana pequeña de Katla (Bryndis Petra Bragadóttir ) , una joven con poderes especiales. Ambas huyen a las montañas después de la muerte de su madre que ha sido quemada por brujería. 


Las hermanas encuentran refugio con Jóhann ( Valdimar Örn Flygenring ), un viudo que vive con su hijo pequeño Jónas (Gudrun Gildottir ) que vive área aislada criando ganado. 

Mientras Katla trata de seducir al campesino, como ya hizo durante el camino, Margit y Jónas se hacen buenos amigos. Pero el pequeño está convencido de que Katla es una bruja y la odia profundamente más aún cuando para él sigue viva la presencia de su madre, tumba visita y lleva flores a diario. 



Katla , está convencida de sus poderes mágicos, en un universo amatorio. Pero más que del fuego de una hoguera, ella lo que teme es la soledad y el hambre. Mientras intenta realizar uno de sus "embrujos" amatorios, surgidos de la superstición , es vista por Jonas que desde es momento la tacha de bruja. 

La soledad del ambiente y el paisaje en una isla desértica y salvaje hacen el resto. Por un lado el hombre viudo se mueve entre sus deseos más primarios y el cariño de su hijo. Y a pesar del embrujo, Jóhann recela de Katla cada vez que la ve hablando con su hijo. 

La joven Margit durante el camino ha tenido visiones con una mujer. Ya asentada descubre que esa mujer a la que ve como algo próximo y cercano en lo afectivo es su propia madre. Eso le transmite al joven Jonas que también desea ver a su madre que está enterrada junto a un enebro en el que paran algunos cuervos. 


A pesar de que por las noches Jóhann y Katla tienen sexo en ocasiones, en otras ve en ella una intrusa en la vida entre padre e hijo. Por otro lado, Margit que ve a su madre en muchas ocasiones parece querer ayudare a Jónas, a través de su hija menor por lo que este le entrega un amuleto para proteger al muchacho. Katla se ve cada vez más aislada y alejada de su hombre. Eso irrita a una temerosa mujer que , un día, en el que Jóhann ha salido con Margit fuera de la granja, se encuentra con el niño en la ladera de un acantilado. Allí el pequeño le dice lo que sospecha de él, y de la enorme confianza que tiene en Margit. 

Cuando Katla le reta a que si tanto confía en su hermana que se lance volando por el acantilado, Jonas le dice que, por supuesto, pero como va reculando ante la presencia de Katla tiene la mala suerte de caer por el mismo y matarse. 

Al bajar del escarpe Katla opta por cumplir con un rito para ganarse el amor de Jóhann, le corta el meñique y lo pone en la cazuela. Al llegar Johann y su hermana, el chico no está. Katla , lo intenta tranquilizar con la comida. 

Mientras comen, Margit encuentra el dedo del chico y lo oculta en su traje. A la mañana siguiente lo entierra junto al cuerpo de su madre. Pero tras tener una nueva visión con su madre, se acerca a Jóhann y a su hermana y les cuenta que ella sabe que el chico ha muerto, que la responsable de la muerte es Katla, pero que no hubo maldad ni intención. Ante lo que dice Katla toma los caballos y se marcha. Jóhann y Margit se quedan solos y comienzan a vivir una nueva vida. Con Margit cerrando la puerta de la casa se pone fin la película. 


La película fue rodada entre 1986 en Islandia en espacios como Seljalandsfoss Waterfall, y también en 1987, Keene lo montó en 1989 y un año después empezó su despliegue por festivales independientes, aunque quedó sin distribución comercial. 

La película, para aquellos que conocen el proceder de la directora, Nietzchka Keene, - vamos, no es mi caso- responde a elementos en común que aparecen en su obra, especialmente en lo referente a su iconografía religiosa y al tratamiento feminista de sus historias en este caso con las actrices Björk y Bryndis Petra Bragadóttir como protagonistas. La primera por lo tanto debutó. 


En 2000, Björk logró el máximo reconocimiento a una actriz en el Festival de Cannes por su papel en el musical de Lars Von Trier Bailando en la oscuridad, que también se alzó con la Palma de Oro. Poco después, la cantante anunció que no volvería a trabajar en el cine. La experiencia, según ella misma ha dejado saber con los años, fue traumática. 

Cuando fuimos brujas está inspirada en un cuento de hadas de los Hermanos Grimm y es un drama pictórico cuyas imágenes preciosistas y al tiempo fantasmagóricas, rodadas en blanco y negro, para crear una atmósfera mística.
 


La película fue presentada en 1991 en el Festival de Sundance siendo Nominada al Gran Premio del Jurado aunque también ganó el Prix du Public en el Festival des Films des Femmes de Montreal y fue considerada la Mejor Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine de Troia (Portugal) en 1991. Tras eso no encontró distribuidor. 

Pero en 2019 adquirió nuevo protagonismo al ser presentada en Festival de Sitges 2019 en la Sección Seven Chances y más tarde reestrenada en salas tras una restaurada en 4K por el Wisconsin Center for Film & Theater Research y The Film Fundation, con la ayuda económica de la George Lucas Family Fundation. 

Las críticas en positivo se sucedieron David Ehrlich de IndieWire dijo de ella que era "Una joya etérea lista para ser redescubierta (...) El debut de Keene revitaliza un cuento de hadas hiper-violento cuestionando la misoginia que defiende su orden moral" 

Robert Abele de Los Angeles Times escribió que "Keene sólo hizo dos películas en su breve vida, pero 'The Juniper Tree' es suficientemente absorbente para lamentar que no hubieran existido más".

Carson Lund de la revista Slant comentó que la película "Triunfa sobre todo como poema visual, y en sus rápidos 78 minutos, su expresionismo de bajo presupuesto es suficiente para superar un drama que, en ocasiones, resulta pesado (...) " 

Glenn Kenny en The New York Times sostuvo que "Tiene un estilo que no participa de las influencias previsibles - esperarías ecos de Ingmar Bergman o Carl Dreyer - pero tiene una voz enteramente suya" 

Y en otro semanario neoyorkino Richard Brody en The New Yorker dijo de ella que era "Lírica y austera (...) Björk imprime a su rol visionario una calma sobrenatural" 

Ya en España destaca lo escrito por Elisa Fernandez Santos en El País quien afirmó que "La fotografía firmada por Randy Sellars no solo absorbe la inhóspita belleza del paisaje sino la de una intérprete a la que ya entonces le bastaba su mera presencia para evocar fuerzas ocultas de la naturaleza". Y añade en el mismo artículo que "la película se presenta ahora no solo como una obra sin tiempo y de imponente belleza sino como un filme con una temática de actualidad gracias a la nueva ola feminista: el recuerdo de cómo miles de mujeres y niñas padecieron a lo largo de la historia la persecución, la tortura y la condena a muerte bajo la acusación de ser brujas, hechiceras o magas. Procesos salvajes de los que Keene quiso hablar desde su poético aquelarre islandés. Pero ni el éxito estratosférico de su bruja protagonista logró evitar el ninguneo a una obra que, según Amy Slope, es un poderoso doble ejemplo “del aislamiento cultural que condena a las mujeres visionarias”. ". 

Quim Casas en El Periódico escribe que la película "remite a una determinada poética de dos grandes cineastas escandinavos, Ingmar Bergman y Carl Theodor Dreyer, ligada también a la fantasía, la brujería y lo sobrenatural: 'El séptimo sello', 'El manantial de la doncella' o 'Dies Irae'. ( ...) Los personajes de 'Cuando fuimos brujas' no avanzan hacia Dios ni hacia el diablo, pero definen bien la pugna entre el raciocinio y lo sobrenatural: los hechizos inexplicables de Katla o la aparición de la madre muerta que contempla en silencio a sus hijas." 

Para Daniel De Partearroyo en Cinemanía se trata de "Una película endiabladamente fascinante (...) una historia de brujería sin ambages (...) Hiperbalada medieval de emancipación femenina tan volcánica como la tierra islandesa o el aura mágico de Björk. (…)" 


Desirée de Fez en Fotogramas comenta que "La primera película de Nietzchka Keene se estrena en España casi con treinta años de retraso pero, paradójicamente, llega en el mejor momento posible. Restaurada en 4K por el Wisconsin Center for Film & Theater Research y The Film Fundation, con fondos de la George Lucas Family Fundation, Cuando fuimos brujas establece un sugerente diálogo con el presente al menos en dos direcciones. Por un lado, es el revulsivo perfecto al cine fantástico actual más obvio en sus premisas y menos arriesgado en la caligrafía. Centrada en la huida de dos hermanas (una de ellas interpretada por Björk en su debut en el cine) tras la muerte de su madre, acusada de brujería y quemada en la hoguera, la película de Nietzchka Keene está tocada por el misterio. Un misterio –ligado tanto a lo humano como a lo esotérico– que se expresa por igual a través de las acciones de los personajes y de sus enigmáticas y poderosas imágenes. Rodada en un imponente blanco y negro (si bien las comparaciones con Bergman o Dreyer se sienten antojadizas), Cuando fuimos brujas crece en las escenas deliberadamente fantásticas, en los pasajes de brujería (el pecho insondable de la madre, el ritual macabro de la hermana). Keene se revela en ellas una creadora personal, original, arriesgada y nada caprichosa de imágenes fantásticas preñadas de (turbias y dolorosas) emociones. Es en sus pasajes más genéricos donde el filme abre la otra línea de diálogo con el presente. A años luz del cine contemporáneo que se pretende feminista con cuatro eslóganes metidos con calzador, la película de Nietzchka Keene haya en la brujería (y en la superstición, el rumor, el miedo) la manera de hablar –con contundencia pero sin tesis rígidas– de una misoginia profunda y atávica, del miedo a la mujer y de los vínculos entre madres, hijas y hermanas".  Y en un tweet posterior comenta que " Cada vez la siente más valiosa y relevante".

El gran Fausto Fernández , habitual en Fotogramas dijo de ella en Twitter que "Cuando fuimos brujas, o cuando un cine europeo y nórdico conjuró a Tarkovski en un drama de mujeres que se podría entender como un western críptico y panteísta. ". 

En filmaffinity se dice que es una " confluencia de distintas dimensiones (la feminidad y la masculinidad, lo mágico y lo terrenal, la fiereza de los mayores y la inocencia de los pequeños), además de la impronta del paisaje" 

La película la he visto en este mes que TCM ha apostado por el cine de mujer. Y esta película es una buena muestra de lo que es el cine en femenino que propone una visión antropológica de una época en la que la brujería y la religiosidad se mezclan y le sirven a su directora para reflexionar sobre la feminidad, la maternidad y el empoderamiento de la mujer en un mundo misógino coartado por la superstición y el poder atávico del hombre. 


Lo cierto es que en determinadas culturas el árbol del enebro (Juniper) era un símbolo de fertilidad y sus bayas se usaban como anticonceptivo femenino para los nativos americanos, pero aquí todo es presentado desde la óptica del cine de arte y ensayo dando lugar a una película compleja , detallista en la que la imagen en un impresionante blanco y negro , lleno de matices, y un sonido que juega un papel importante.  Es una declaración de amor eterno al eterno , espiritual y sosegado cine nórdico que es así desde sus orígenes.


Si la ves, pensarás que es una película lenta y espiritual. Y es cierto, pero también una delicada muestra de la superstición que se combinaba con lo religioso, con el miedo y , especialmente, con el afán de supervivencia. Supervivientes igualmente son los recuerdos, al menos por el momento.





1 comentario:

  1. Después de ver esta película (tras un segundo intento) me puse a investigar más y llegué aquí, a esta historia de la mujer noruega que desde entonces sospecho es la responsable del nombre que lleva el blog. Me encantó leer y pensar en tu edad cuando refieres al nacimiento del correo electrónico, su historia me parece tan real, tan viva.

    La primera vez que intenté ver esta película estaba en un momento de desamor, perdida en mis propios pensamientos que, como seguro sabrás, al darles tanto poder me llevaban a todos lados menos al presente.

    Pasó un año y medio para volver (esta vez sola) y admirar la belleza de esta película, tuve varios encuentros personales, incluso en una escena del canto mi gata comenzó a seguirlas...fue maravilloso en verdad.

    No me atreví a comentar antes nada porque quería seguir explorando, solo quiero decir que me encanta lo que estás construyendo aquí. Hoy estaba buscando una película, no sabía bien que esperar, quise drama (sé que para eso los franceses son buenos) al final terminé viendo El fuego fatuo de Louis Malle ¿la has visto?

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