Director expansivo, surrealista, vitalista como fue Marco Ferreri lo encontramos en una película exagerada, gamberra, explosiva, escatológica, con toques de Tinto Brass por momentos, de un grupo de cuatro hombres que quieren morir disfrutando de alguno de los grandes placeres de la vida, la comida y el sexo todo ello presentado con la estética setentera. Nos referemos a La Grande Abbuffata o La Grande Bouffe. Los responsables colegiados de esta historia son Marco Ferreri y el riojano Rafael Azcona.
Ferreri descubrió el cine realizando películas publicitarias para la fábrica de licores de la que fue representante una vez que había abandonado sus estudios de veterinaria. Tras fracasar como productor en Italia da con sus huesos en España donde llega como comercial de los objetivos Totalscope, la versión italiana de los Cinemascope americano. No sabemos si vendió mucho, lo que sí encontró fue un grupo de buenos amigos, entre ellos a Rafael Azcona, que trabajaba en la revista La Codorniz y que lo pondrá en la órbita de los dos principales cineastas españoles del momento, Berlanga o Bardem. De esa época 'El pisito' (1959) y 'El cochecito' (1960) adaptaciones de dos novelas de Azcona.
Tras filmar tres cintas en España, la tercera fue Los chicos en 1959, con guion de Leonardo Martín Méndez, se marchó a Italia en 1961, donde desarrolló con gran éxito el resto de su carrera en un contexto en el que el país y el cine estaba en plena discusión ideológica o viviendo la decadencia de la comedia italiana tradicional.
Con otro brío Ferreri puso sobre la mesa y la pantalla obras atrevidas, de crítica anticlerical - Una storia moderna: l'ape regina (1962) -, de crítica a la posición de la mujer-, de emponderamiento - El harén (L’harem, 1967) , Se acabó el negocio (La donna scimmia, 1963)Il futuro è donna (1984) -, ensayos sobre la soledad del hombre contemporáneo en la sociedad capitalista . Dillinger ha muerto (Dillinger è morto, 1969) , pero también llenas de elementos grotescos y llenas de ironía vitriólicas.
Pero la obra que lo ha colocado en el centro del cine fue La grande Bouffe, una película que fue producida para FIDA Cinematográfica (Roma) y Lira Films (París) así como Mara Films, Capitolina Produzioni Cinematografiche o Capitolana Films, Les Films 66 en lo que están implicados Vincent Malle y Jean-Pierre Rassam y que llevaron a la gran pantalla una historia escrita por Rafael Azcona, Marco Ferreri, el director de la misma, y Francis Blanche que participa en los diálogos.
La película cuenta con la música de Philippe Sarde interpretada al piano por Michel Piccoli, cuenta con la fotografía en Eastmancolor y Panavisión de Mario Vulpiani y el montaje de Claudine Merlin y Amadeo Salfa. El responsable de decorados fue Michel de Broin.
Para el vestuario se contrató a Gitt Margrini y como asesor gastronómico el elegido fue Giuseppe Maffioli, aunque Ugo Tonazzi también dará muchas directrices.
Participa además del repoker de ases que son estos cuatro actores Andrea Ferréol como Andrea, Michèle Alexandre como Nicole, la ama de Philippe, Solange Blondeau como Danielle, Florence Giorgetti como Anne, Monique Chaumette como Madeleine y Louis Navarre como Braguti. Aparece el padre de Michel Piccoli, Henri Piccoli, participa en la película, así como su hija Cordelia Piccoli.
Asumiendo está posición vitalista cuatro hombres todos ellos cuarentones con personalidades muy diferentes que están dispuestos a morir y aunque sin explicar el por qué. Se trata de Marcelo, Ugo, Michel y Philipe, que no son otros que Marcello Mastroianni - fallecido en 1996-, Ugo Tognazzi, Michel Piccoli - fallecido en mayo de 2020- y Philippe Noiret.
Los cuatros los conocemos en su despedida pues saben su final. Son cuatro amigos, dos italianos y dos franceses. Se trata de Ugo, un cocinero o restuarador de prestigio que hace una compra en una tienda cercana al local en el que trabaja y que tras despedirse amistosamente de su suministrador habitual, se pasa por el restaurante para llevarse su juego favorito de cuchillos.
Junto a él vemos como Michel , un realizador de televisión que igualmente se despide de sus compañeras de trabajo y de su hija con la que ha quedado y a la que le entrega las llaves de su piso. Marcello, un piloto de una aerolínea que se trae de su último viaje una buena cantidad de queso Parmesano; y Philippe, el juez que vive con su ama de llaves, que fue su ama de pequeño y con la que tiene una relación enfermiza pues no sólo lo cuída como una madre sino que además en su "amante" y que no tiene reparo en masturbar a su "querido! Philippe, mientras está de pie, y tocándole los pechos a los que tanto les debe y admira.
Los cuatro se reúnen un fin de semana en una villa señorial del centro de París, que fue la antigua residencia del poeta Boileau, perteneciente a Philippe y que perteneció a su padre tras comprársela en 1914 a un polaco.
Allí, aunque oficialmente no lo sabemos, van a realizar un suicidio gastronómico colectivo. Cerdos, los ciervos, las perdices, los gallos, los jabalíes y las vacas son descargados de un camión y transportados a la cocina.
Consiste en comer sin parar todas las viandas y pescados que le han suministrado (carnes de caza, cerdo, bovino, ostras,....) realizando diversas especialidades que organizadas por Ugo ellos gestionan. Tras recibir ingentes cargamentos de alimentos comienzan con un "boudin" o morcilla y tras eso Ugo se encarga de la elaboración de los platos que son rápidamente devorado por los cuatro.
Pero tras esa primera noche surge una petición por parte de Marcello del que descubrimos que es un obseso sexual nada más llegar cuando se excita incluso al tocar las nalgas a una estatua de una musa del jardín. Tiene necesidad de sexo ya que es un declarado adicto sexual así que contratan y hace venir a tres prostitutas.
A estas se suma una maestra Andrea (Andréa Ferreol), que por la mañana se ha pasado por la casa para mostrarle a sus alumnos el tilo bajo el que escribió en poeta Boileau. Mientras algunos chicos escuchan la explicación de la profesora, otros están en la cocina con Ugo y otros en un cobertizo en el que Marcello está admirando un Bugatti de inicios de siglo XX.
Antes de que se vayan los niños, que igualmente son invitados a comer, invitan a Andrea. Ella que es una mujer a la que le gusta el buen comer y la compañía masculina, se persona en la casa cuando ya han llegado las tres jóvenes prostitutas. A ellas le dice Michel "Fuera de las comilonas, todo lo demás es un epifenómeno".
Una de ellas no supera la noche, pues tras comer y tener relaciones con algunos de ellos se siente mal y se despide a primera hora de la mañana. Las otras dos se mantienen junto con Andrea, aunque poco después se hartan. No Andrea que decide quedarse junto a los cuatro, a pesar de que las dos prostitutas restantes deciden marcharse asustadas y asqueadas por el cariz que van tomando los acontecimientos.
La profesora Andrea, fascinada por los cuatro, con la petición de mano de Phillipe y el carácter colegiado del amor que le proponen los otros tres que participan en lo que es una empresa suicida . Es una película que trata sobre un pecado capital como la gula, pero con el llega otro asociado, la lujuria.
Las muertes que, en principio parecen imposibles, irán llegando y sucediendo. Marcello muere congelado vestido de piloto de aviación al volante de un viejo Bugatti en una noche helada y ya con Andrea como única mujer. El será el testigo helado en el , congelador de la muerte de Michel tras los múltiples problemas estomacales reventado por las flatulencias.
Los dos helados en la cámara frigorífica ven morir a Ugo hastiado de engullir un pastel de hígado de diversas aves en forma de Duomo y Philippe, el hombre temeroso del azúcar y de la diabetes que morirá por un falló renal acompañado de su fiel prometida, preguntándole "¿qué dirán de mí -se refiere a sus tres amigos- si no continúo?" por lo que sigue engullendo dos grandes pezones de pastel con sabor a eternidad mientras los que suministran tiran la carne por el jardín como les pidió Andrea a su llegada con el porte final marcado en rojo para reflejar que eran las mejores carnes.
Como señala Vázquez Sallés en El Mundo en un artículo escrito en 2017 "Sus diálogos, nacidos de una improvisación muy bien controlada por la mente perturbada de Ferreri, logran alcanzar momentos de sublime teatralidad. Para un proyecto como La grande bouffe, era fundamental reclutar a Tognazzi, uno de los reyes de la comedia italiana y cuya fama como gastrónomo y cocinero le había permitido publicar dos grandes libros de cocina: L'abuffone y Affrodite in cucina."La mía es una cocina de arte. La sufro como pocos. Por eso también atribuyo una fundamental importancia a la escenografía que la acompaña, a la atmósfera que la rodea, a todo ese flujo de sensaciones agradables que llegan de la memoria o del ambiente y que asaltan con prepotencia el plato que uno tiene delante, enriqueciéndolo con antiguos y novísimos significados", escribe Tognazzi en el prólogo de El glotón (...) Ferreri dejó a Tognazzi a los mandos de los fogones de la cocina de la villa parisina.
La película fue rodada en la Rue Boileau de París y los platos diseñados en los fogones de las cocinas de Fauchon, la empresa parisina fundada por un vendedor ambulante, Auguste Fauchon, en 1886 sita en la Place de la Madeleine, un lugar
de comida gourmet y delicatessen.
Los platos serán sublimes experiencias en la que caben riñones a la borgoñesa, carnes mechadas, corazón de lasaña a la Andréa, lechón al horno relleno de castañas, gallina de Guinea al horno, carnes melosas de un tuétano de vaca sagrada, pierna de un cordero al spiedo, cocktail de camarones, bogavante a la Rostov, dulces con forma de pechos.
Andréa Ferréol, la actriz que interpreta a Andréa, tuvo que engordar 20 kilos para dar la talla ante Ferreri.
Hay metacine cuando Ugo Tonazzi imita a Marlon Brando o cuendo Marcelo aparece como un tuerto - con las bragas de una de las chicas- afirmando ser Raoul Walsh.
La película no fue inicialmente bien acogida incluso tuvo problemas de exhibición en algunos países. Por ejemplo, en España no se estrenó hasta 1978, debido a algunas escenas escatológicas. Curiosamente el productor tras ver la película terminada lo llamó no para abroncarle, sino para decirle que le iba a pagar más dinero porque lo que había escrito le parecía la prueba evidente de un talento único.
Fue presentada en el Festival de Cannes consiguiendo el Premio FIPRESCI (ex-aequo) dado por la crítica internacional.
Vicente Escriba en 1973 escribe que "La decadencia sociopolítica de una época que se ahoga en su propia mierda".
En Filmin dicen de ella que es " una mordaz crítica hacia la sociedad de consumo a través de la provocación y planteando cuestiones existenciales".
Fernando Morales en El País escribió que "Una gran película, que conserva el encanto de ver en su reparto a cuatro grandes del cine europeo de todos los tiempos." Carlos Boyero en este mismo diario consideró que "Como sus personajes, puedes acabar vomitando. Me repele el cine de Ferreri que hizo después de esas dos películas formidables tituladas 'El pisito' y 'El cochecito'."
Daniel Vazquez en El Mundo escribe que "Cuentan las crónicas que la presidenta del jurado, la actriz Ingrid Bergman, sufrió de problemas gástricos tras el pase oficial de una película que hizo temblar las butacas del cine y removió más de una conciencia. Con el paso de los años, esa supuesta amoralidad tornó en una maligna subversión que se mantiene viva e igual de flatulenta". Y añade el columnista que " El plan, un suicidio colectivo con el hastío vital en la conciencia y la comida como arma ejecutora, terminará convirtiéndose en un trío amoroso compuesto por el hedonismo, el sexo y la muerte. ".
En ABC Play se señala que es una "Sátira sobre la sociedad de consumo y las perversiones de la sociedad moderna que fue un escándalo en su día. El año de su estreno, en 1973, fue calificada como película X, y hoy en día, aunque ya no mantiene esta calificación, todavía puede representar un ‘shock’ para las audiencias. Esta coproducción entre Francia e Italia, fue dirigida por Marco Ferreri, quien contó como co-guionista con Rafael Azcona. Ferreri y Azcona habían coincidido por primera vez en la etapa española del primero (“El cochecito”, “El pisito”) y posteriormente trabajaron juntos en más de una ocasión. Como protagonistas encontramos a cuatro conocidos actores: Marcello Mastroianni, Michel Piccoli, Philippe Noiret y Ugo Tognazzi".
Fausto Fernández "Sí en La gran comilona Marcello Mastroianni se pone un tanga de parche, pues va y se hace una referencia cinéfila tuerta. Y ya puestos ¿quién mejor que Ugo Tognazzi para trolear al Brando Corleone? "
El crítico Santiago Gallego destaca que lo que hay un intento de reflejar cierta masculinidad en crisis buscando la protección del grupo de amigos ante el implacable proceso del envejecimiento que lleva a una decadencia física y mental, el miedo ante la irremediable huída de la vida
Lo que sí es que la película es todo un último viaje fúnebre , pantagruélico, escatológico y flatulento, llena de humor escrito en trazos gruesos, desinhibido, en ocasiones, mierdoso, de un tiempo que se acaba, de una sociedad que vive para el consumo, de una vida que se pierde y que no importa dejarla cuando de por medio está la amistad y la pérdida de la juventud. Una película que se centra en una forma de morir, pero que no deja de ser un canto a la amistad, a los sentidos, al sexo y a la vida. Curiosa y necesaria como las pusliones que nos invaden.
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