sábado, 2 de febrero de 2013

Penúltimo homenaje


Para completar el 70 aniversario de la batalla de Stalingrado he visto un episodio de una serie documental que toda aquel que tenga entre los 45 y los 55 años recordará. Creo que la echaban los viernes entre los 8 y las 9 de la noche. Estamos hablando de los años 1973 , 1974 o 75. La serie llevaba por nombre: El mundo en guerra (The World at War). 
Se trataba de una serie documental sobre la Segunda Guerra Mundial diseñada para televisión británica, en concreto la Thames Television. Fue producida por Jeremy Isaacs, tuvo como asesor a Noble Frankland, entonces director del Museo Imperial de la Guerra. La serie fue escrita y coproducida por Peter Batty y narrada en inglés por Sir Laurence Olivier. Presentaba una banda sonora de Carl Davis que nos introducía en la angustiosa guerra. Al parecer un libro, El mundo en guerra, fue escrito por Mark Arnold-Forster como suplemento de la misma. Fue galardonada con el Premio Emmy. 
La serie fue encargada por Thames Television en 1969. Debido a la laboriosidad de su investigación, se tardó cuatro años para producirla a un costo de 900.000 libras (10.9 millones de euros de 2006). En aquel momento, fue un récord para una serie de televisión británica. La serie fue transmitida en el canal de ITV del Reino Unido entre el 31 de octubre de 1973 y el 8 de mayo 1974, y posteriormente se ha podido ver en todo el mundo. En España sería aproximadamente por esas fechas. Cada episodio duraba aproximadamente 52 minutos. 
Para la realización de la serie se entrevistaron a muchas protagonistas del conflicto de uno y otro bando. Los 26 episodios de esta serie han sido considerados a menudo como el mejor y definitivo documental sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial hecho para televisión. También presentó raras imágenes de película en color para aquella época - que evidentemente yo vi en blanco y negro- de algunos de los acontecimientos de la guerra. Últimamente una nueva serie se ha puesto a su altura: Apocalipsis. 

El capítulo que he visto ha sido el noveno que lleva por nombre: Stalingrado - Stalingrad (Junio 1942 – Febrero 1943). En este episodio se nos narra el por qué de esta campaña rusa por parte del ejército soviético, la Operación Azul, como se denominó la campaña alemana en el sur de la Unión Soviética, tenía como objetivo la captura de puntos fuertes en el Volga primero y, posteriormente, el avance sobre el Cáucaso, la importancia de la ciudad, cómo dominó inicialmente la situación el ejército alemán, así como los errores de los estrategas alemanes que suponían la pérdida de 20.000 soldados alemanes a la semana. La leyenda del dominio alemán sobre la tierra se desvanece cuando la gente se prueba a sí misma que, utilizando el valor y la inteligencia, el ejército del Reich, puede ser derrotado. Se nos presenta como los ejércitos e Alemania, Italia y Rumania, trataron de tomarla como un sitio estratégico para conquistar la Unión Soviética pero un rápido giro de un millón de soldados soviéticos rodearon la ciudad e iniciaron una desesperada resistencia. 
El plan original implicaba que el 6° Ejército y el 4º Ejército Panzer cortaran la retirada a los rusos antes de que éstos se reagruparan, luego atacaran Rostov del Don y después fueran a reforzar las líneas defensivas del Cáucaso. Pero impaciente por el retraso, Hitler cambió el orden del plan, y en lugar de esperar a las fuerzas de Paulus y Hoth, ordenó que se capturaran Stalingrado y el Cáucaso al mismo tiempo. Aunque las reservas alemanas de combustible eran alarmantemente escasas, Hitler tomó otra decisión polémica: dividió las fuerzas que se dirigían a Stalingrado, quitándole las unidades mecanizadas al 6° Ejército de Paulus y desviando el 4º Ejército Panzer de Hoth hacia el sur, para ayudar en la captura del resto de las fuerzas de Timoshenko, que se esperaba tendría lugar cerca de Rostov del Don. 

A Hitler le obsesionaba la idea de anular los restos de las fuerzas de Timoshenko antes de que reforzaran Rostov, lo cual no se logró plenamente, ya que muchas se retiraron a tiempo. Rostov fue atacada y reconquistada por los alemanes el 24 de julio. 
La ciudad tenía una importante industria militar (Stalingrado tenía las fábricas de tractores Octubre Rojo y de cañones Barricady), y poseía el nudo ferroviario crucial de la línea que unía Moscú, el mar Negro y el Cáucaso, existiendo igualmente un puerto fluvial en servicio para la navegación por el Volga. La urbe se extendía unos 24 kilómetros a lo largo de la orilla occidental del Volga pero con menos de diez kilómetros de anchura. No existía ningún puente cruzando el río, empleándose grandes barcazas para comunicar ambas orillas. La orilla oriental apenas estaba poblada. Es importante considerar que llegado el invierno, el Volga se hiela con una capa muy gruesa, permitiendo el paso de vehículos pesados. 
La batalla se inició el 21 de agosto de 1942 y duró hasta el 2 de febrero de 1943, con la rendición del recién nombrado mariscal de campo Friedrich Paulus y todo el VI Ejército Alemán. Más del 90% de la ciudad quedó en ruinas. Stalin había previsto la rápida caída de Rostov, por esta razón, el 19 de julio había ordenado que Stalingrado quedase en estado de sitio total no permitiendo la salida de los civiles y se comenzaron los preparativos para resistir a los alemanes, que se acercaban. No se permitió a los civiles abandonar la ciudad, para alentar a la milicia soviética con la permanencia de sus familiares entre los habitantes. Era mejor luchar por una ciudad viva, que por una ciudad muerta. 

El 28 de julio, preocupado por el avance alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en dos, Stalin prohibió la rendición sin importar las razones, y ordenó la formación de una línea en la retaguardia de la infantería que fusilara a todo soldado soviético que retrocediese sin permiso, tal y como vimos en “Enemigo a las puertas”. Esta orden de Stalin, la 227, muy pronto fue conocida popularmente como la orden «¡Ni un paso atrás!». Las condiciones eran tan precarias que muchos soldados rusos eran enviados al frente sin tener siquiera fusil, y andaban tras quienes los tenían para cogerlos cuando cayesen muertos. Asimismo, se obligó a combatir también a las mujeres a gran escala que eran las que manejaban los antiaéreos. Además, el Ejército Rojo practicaba el envío de ataques masivos frontales a distancias mínimas, convirtiendo la batalla en una masacre. 
Después que Adolf Hitler desviase fuerzas hacia Stalingrado, optó inicialmente por un bombardeo masivo. Se lanzaron 1.000 toneladas de bombas y se perdieron tan sólo tres aeroplanos. Murieron no menos de 5.000 personas ese día. En esa semana morirían 40.000 de los 600.000 habitantes de la ciudad. El avance alemán por tierra prosiguió a gran velocidad llegando antes del fin de agosto de 1943. Se lanzó una contraofensiva que logró aliviar en parte la situación respecto del norte de la ciudad. La orden de Zhúkov era terminante: «¡No entreguen Stalingrado!». El cumplimiento de esto será asumido por el general Chuikov. 
El 14 de septiembre, se inició el primer intentó alemán de tomar la ciudad —que se pensaba sería el único intento— y la 71ª División alemana llegó al centro de Stalingrado, acercándose peligrosamente al embarcadero principal, la terminal de llegada de refuerzos soviéticos. 

Tras el cual se libraron dentro de la ciudad intensos combates urbanos, la Rattenkrieg, sin que ningún bando se hiciese con el control total de las ruinas. Aunque Paulus sabía que las bajas soviéticas era por lo menos el doble que las alemanas, sus recursos humanos se disipaban rápidamente ya que nada más contaba con una división en la reserva. Hubo casos y no pocos en que destacamentos de comandos alemanes enviados al combate callejero tenían entre el 50 y el 70% de pérdidas de efectivos. Sabiendo que el invierno se aproximaba, Paulus decidió acelerar la toma de la ciudad y preparó una ofensiva que se ejecutó el 27 de septiembre. 
La principal fuerza alemana atacó al norte del Mamaev Kurgan, cerca de los asentamientos obreros de las fábricas Octubre Rojo y Barrikady. Los alemanes observaron atónitos cómo los civiles que huían de los asentamientos para buscar refugio en las líneas alemanas era derribados por sus propios soldados. Desde ahí, una división escogida de soldados alemanes capturó la «Casa de los Especialistas», donde se hicieron fuertes y comenzaran a disparar contra las lanchas que iban y venían por el Volga trayendo soldados. Las bajas alemanas entre el primer y segundo día de combate sumaron 2.500 soldados, contra 6.000 soldados soviéticos; para los rusos la pérdida era terrorífica: casi 3.000 soldados morían por día (a razón de un centenar cada hora). Aunque las tropas alemanas lograron penetrar en la ciudad o lo que quedaba de ella, nunca se hicieron completamente con la totalidad (el muelle y la colina), puesto que los muelles no pudieron ser alcanzados, y mientras estos muelles estuvieran en manos soviéticas, los refuerzos y suministros necesarios para proseguir la batalla podrían afluir con regularidad. Batallones y brigadas de comandos alemanas que intentaron llegar a los muelles fueron prácticamente aniquiladas al 50% de sus efectivos. 

Para octubre, los alemanes no habían conquistado la totalidad de la ciudad, pero sí habían ocupado el 80% de ella. Para octubre, Hitler y sus comandantes cayeron en la cuenta de que no podrían tomar la ciudad en otoño. El invierno se aproximaba, por tanto se hicieron todos los arreglos para pasar allí el más crudo de los inviernos, en recuerdo del terrible invierno anterior. Para fines de octubre se dejaron sentir las enfermedades en el soldado alemán: paratifoidea, tifus, disentería, empezaron a hacer estragos. A fines de octubre los alemanes se enteraron por medio de prisioneros de que los rusos preparaban una gigantesca contraofensiva. Ellos mismos habían notado los movimientos en sus flancos. Para protegerse, Paulus había levantado una barrera en su flanco izquierdo para prevenir los ataques procedentes por el norte, sirviéndose de las unidades rumanas. 

En noviembre de 1942, una contraofensiva soviética, la Operación Urano. El plan consistía en una maniobra de pinza para cercar, copar y embolsar al 6.° Ejército entero, irrumpiendo en la retaguardia alemana por los dos flancos norte y sur, atacando allí donde las fuerzas del Eje fueran más débiles. Llegó el invierno con sus nevadas y la ciudad quedó sumida en un manto blanco con temperaturas que rondaban los -18 °C. En la zona defendida por los mal equipados rumanos del II y IV Cuerpos que inicialmente pudieron contener bravamente las primeras oleadas de atacantes, pero que luego fueron arrasados por carros de combate T-34 hacia el mediodía. 

El objetivo donde convergían las tenazas de la trampa era el pequeño pueblo de Kalach y su puente, donde los alemanes no poseían una fuerza para enfrentar la amenaza y donde quedaban expuestos sus talleres y depósitos de suministros. El desastre era total, el VIº Ejército de Paulus quedó encerrado en Stalingrado con unos 250.000 hombres y sin suministros mayores, aunque los rusos pensaron inicialmente que eran unos 90.000. 

Por lo tanto se embolsó al 6º Ejército Alemán en el caldero (Der Kessel) con la orden, por parte de Hitler, de no retroceder ni rendirse, que sería aniquilado cien días después. La negativa de Hitler a renunciar a la importantísima ciudad, punto de entrada a la rica región petrolera del Cáucaso, y la imposibilidad de abastecerla vía aérea como había prometido Goering - 500 toneladas diarias de pertrechos, pero apenas los aviones lograron llevar 130 toneladas en tres días de operaciones y en medio de tempestades de nieve - significó la muerte de cientos de miles de soldados de ambos bandos, y más de un millón de civiles rusos. 

El 9 de enero se presentaron dos oficiales del Ejército Rojo en la línea occidental del frente alemán con un ultimátum de la Stavka para Paulus. Si dicho ultimátum no se aceptaba, los soviéticos lanzarían una ofensiva final contra el Kessel al día siguiente. El ultimátum fue rechazado. Las penurias se multiplicaron en el 6° Ejército Alemán, las epidemias diezmaban los soldados, la disciplina ya no existía y el hambre era tan atroz que los alemanes sacrificaron caballos, perros y ratas para poder alimentarse. Cabe destacar que aun en estas penosas condiciones, la resistencia del 6° Ejército continuaba, ya que las líneas del frente se retiraban combatiendo e infligiendo bajas a los rusos que ejecutaban el plan anillo para acabar con los alemanes.

Un aviso le llegó el 30 de enero de parte de Hitler a Paulus: le sugería que se suicidara ya que le había nombrado Mariscal de Campo y bajo las órdenes de Hitler ningún Mariscal se podría entregar vivo al enemigo. El 31 de enero por la mañana, Paulus - muy envejecido y prácticamente irreconocle para los soviéticos como recalcan el reportaje, pues le piden la documentación al no creerse que sea un mariscal de campo- se rendía con cerca de 90.000 soldados, los restos de un ejército de 250.000 hombres. 

El 2 de febrero se rindió el último grupo de soldados alemanes en los escombros de la fábrica de tractores Octubre Rojo, y es la fecha en la que terminó oficialmente la batalla. 

Stalingrado significó el fin de las esperanzas alemanas de capturar el Cáucaso y controlar el río Volga. Además, muchos oficiales del ejército alemán se convencieron de que Hitler estaba llevando a Alemania al desastre. Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas en logística de abastecimiento como para mantener una ofensiva en un frente que se extendía desde el mar Negro hasta el océano Ártico. 

La batalla significó además un punto de inflexión en la guerra, ya que, tras Stalingrado, las fuerzas alemanas no volvieron a conseguir victoria alguna en el Este. Y con esto pongo fin a la conmemoración del setenta aniversario del final de la batalla más determinante de la segunda guerra mundial, aunque recuerdo que en la noche temática de la 2 pusieron dos documentales como Stalingrado. Ya veremos si no es el penúltimo.


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