viernes, 15 de mayo de 2020

Si se borrara el tiempo...


... lo que yo canto. Es la historia de uno de los hijos de Rafael Sánchez Mazas, el poeta que, en su momento tuviese el carnet nº 3 de la Falange, uno de los compositores de Cara al Sol, el protagonista a su pesar de Soldados de Salamina de Cercas, el hombre que tuvo varios hijos , y uno de ellos fue un cantautor que fue anónimo no tengo claro si a su pesar pero desde luego que si fue un buen salmón, fue siempre a contracorriente influyendo en músicos como Krahe y Sabina. 

Es el protagonista del filme dirigido por David Trueba y que lleva por título “Si me borrara el viento lo que yo canto”. Un hombre que tuvo en su nombre antes de ser Chicho los de los tres fundadores de Falange, José Antonio (por Primo de Rivera) Julio (por Ruiz de Alda) Onésimo (por Redondo) Sánchez Ferlosio, pero que acabó siendo Chicho. Después, incluso acortaría más su nombre pasando a ser el cantautor Chicho Sánchez. 

Su primer acto público conocido fue su expulsión del Ramiro de Maeztu. La razón subirse a una estatua ecuestre y dar un discurso imitando la voz de Franco. Entró en el Liceo italiano de rebote - su madre Liliana Ferlosio era italiana- donde conocerá a una chica de un curso superior que acabará siendo su esposa y gran amiga, Ana Guardione (1939-2020), fallecida este mismo año y precursora del feminismo, junto con Gabriela , la hermana de Chicho, en España. 

Con 17 años fue encarcelado en Carabanchel por proferir una blasfemia. Estuvo preso tres meses por blasfemia tras soltar un “me cago en la hostia” delante de un colegio de curas, Se libró de mucho más por ser quien era su padre. 

En 1957, después de un año en Salamanca, volvió a Madrid y pasó por el Liceo Italiano y en 1960 se matricularían en la Universidad de Madrid. Como señala su amigo del alma y muy presente en el documental Jesús Munárriz “Se había matriculado porque la familia le decía que tenía que hacer algo, pero Chicho no era nada de estudios organizados”. Acabó en Filosofía pasando más tiempo en el bar de la facultad que en las clases. 

Nos enteramos por boca de Fernando Sánchez Dragó, de su ex-esposa, de amigo Chechu Munárriz como de forma improvisada organizaron un tour por las Facultades de la Complutense que acabó con ambos en la cárcel. 

Jesús Munárriz, ese amigo íntimo, que lo describía como “ un tipo distinto a todos los demás. Ocurrente que hacía cosas anómalas. Fue un hombre libre que tuvo la suerte de poder ejercer su libertad” . Tras esto pasó por la antigua Jefatura General de Policía, situada en la Puerta del Sol, esta vez junto con Munárriz, por lo ocurrido en la Universidad. 

Sus mejores canciones, escritas al calor de su militancia comunista y propiciadas por el ajusticiamiento de Julián Grimau fueron editadas por primera vez como “anónimos españoles” en 1963. Fueron lanzadas por Clarté, una asociación sueca procomunista, que envió a dos de sus miembros en un Renault 4 hasta Madrid. 

Fueron ellos por medio de dos jóvenes suecos vinculados con la asociación los que en el verano de 1963 llegaron, asustadísimos, al piso de la calle Guadalquivir, en el barrio noble El Viso, y grabaron a Chicho con un magnetófono cantar “Los gallos (gallo negro, gallo rojo)” y otras como “La balada de Julián Grimau” dedicada al ajusticiamiento del líder comunista en un disco titulado “Canciones de la resistencia española”. Lo grabaron con un magnetófono oculto en los bajos de su furgoneta cuando lo visitaron en la casa de este trovador universitario y grabado en el baño de su casa obviamente de forma clandestina. 

De regreso a Estocolmo, el documental empieza con imágenes de una película que muestra el enorme interés de la comunidad sueca, especialmente de izquierdas, que tenía sobre la dictadura franquista-  las publicaron en forma de disco bajo el título "Canciones de la resistencia española" con la portada de Pepe Ortega, con el fin de dar eco al movimiento democrático y antifranquista. Ocultaron, eso sí, el nombre del autor bajo el anonimato, pero el álbum se convirtió en un éxito en toda Escandinavia.


Fueron ellos los que lanzaron en un país que se dividía entre los que viajaban a España en agosto a descansar y olvidarse de la política y quienes pedían el boicot a las vacaciones de verano en la España franquista. Se hicieron dos mil copias de Canciones de la resistencia española que se esfumaron como la pólvora. Algunas de ellas se mandaron a España bajo una carátula falsa haciéndose pasar por folklore sueco. Tuvieron una fuerte repercusión no solo en ese país, sino también en Escandinavia, Alemania del este, en Italia, así como en América Latina a través de cantantes que las traducían e interpretaban. 

Fue en este país en un programa de la televisión pública sueca SVT donde aparecía en 1977 un documental "Amanece el mañana", dirigido por el exiliado aragonés Francisco J. Uriz. En él aparecía un hombre alto, delgado, con el pelo largo y oscuro y con grandes gafas negras de pasta. Ese señor era Chicho Sanchez. 

Chicho que militó primero en el PCE, pero más tarde pasó al comunismo maoísta cambia de filosofía política cuando visitó Albania, el paraíso europeo de la doctrina y volvió horrorizado y ya no dejó de ser un ácrata, un libertario. 

En 1970 heredó una buena cantidad de dinero y lo tiró . Ni corto ni perezoso y siguiendo los pasos de Dragó, se montó a una furgoneta en Madrid y llegó a la India con su mujer y sus dos hijos durante cinco meses de travesía, llegando hasta Sri Lanka. 

Durante el viaje compró una buena cantidad de hachis que fue descubierto a la vuelta en Ginebra. Sin embargo, no acabó en la cárcel. 

Cuando la CBS le ofreció grabar un disco, él sencillamente dijo que no. “Que no veía el tema”. Esta fue una de sus “chichadas”, su ingenio, humor, locura fue el aglutinante e inspirador de muchos cantautores y de filósofos como Agustín García Calvo. Más tarde, y vinculadas con este concepto filosófico y personal, en 1999, surgieron las canciones a Durruti, Ascaso y García Oliver, conocidos como Los Solidarios, y todo tipo de coplas satíricas. 

Toda la historia de este músico y compositor así como de sus  canciones es lo que pretendió el cineasta y escritor David Trueba en el documental "Si me borrara el viento lo que yo canto", que se presentó en septiembre del pasado año en la sección Made in Spain del Festival de Cine de San Sebastián. 

Trueba, por medio de Buenavida producciones, y siguiendo su propio guión y el de Joan F. Losilla, con la fotografía de Julio César Tortuero y Noemí de la Peña, y una buena labor de montaje, entrelaza testimonios de sus allegados, desde su exmujer Ana Guardione - fallecida este mismo año- , a amigos y compañeros universitarios como el poeta Jesús Munárriz, los escritores Fernando Sánchez Dragó o el sobrino de Chicho, Máximo Pradera, el propio impulsor de la grabación Skold Peter Matthis -uno de los estudiantes que grabó el disco- o el matrimonio de traductores españoles exiliado en Suecia que les prestó el magnetófono. 

Y las combina con imágenes de archivo de entrevistas al cantautor en diferentes épocas y extractos de películas de J.A. Bardem, Martin Patino, Godard o Fernán Gómez que ilustran el relato narrado con la voz en off del propio Trueba. 

Lo cierto es que Chicho Sánchez Ferlosio (1940-2003) un hombre que vivía con un cigarrillo en la mano y guitarra bajo el brazo, era hijo del escritor y fundador de la Falange Rafael Sánchez Mazas, y hermano del escritor Rafael Sánchez Ferlosio, que también aparece en el documental. Estudió varias carreras pero no terminó ninguna. Lo suyo era componer y cantar y lo hacía a menudo en la Facultad de Letras donde conoció a Sánchez Dragó. 

Este le recuerda como un tipo brillante, espontáneo, extravagante, imprevisible. Una de esas veces que se puso a cantar en la Ciudad Universitaria se formó a su alrededor una marcha de 2.000 personas que se dirigieron al Arco del Triunfo de Moncloa y Chicho acabó detenido en la Puerta del Sol, recuerda el escritor y presentador de televisión. 

Sánchez Ferlosio cantaba en “Los dos gallos” o “Canción de Grimau” esta última sobre la ejecución del político comunista Julián Grimau, o sobre la huelga minera asturiana, noticias que le llegaban al músico mientras hacía el servicio militar en el Sahara español así como algunos de los acontecimientos clave de aquel año que acentuaron el interés por lo que ocurría en España en el extranjero y ayudaron a que esas canciones no solo se propagaran, sino que también fueran versionadas por trovadores de otros países. 

En el disco sueco su nombre se había silenciado por razones de seguridad, lo que hizo que durante mucho tiempo se creyera que eran canciones populares, aunque en 1978, después de la muerte de Franco, se publicó otro álbum, "A contratiempo", esta vez sí, atribuido a su autor. 

"Gallo negro, gallo rojo", recuperada recientemente por la cantante Silvia Pérez Cruz, que aparece en el documental, "Canción de soldados" o "La paloma" son algunas de las composiciones de aquel primer disco clandestino. También "A la huelga", una canción que pudo oirse el año pasado coreada durante las manifestaciones de la huelga feminista del 8 de marzo. 

Cuenta su exmujer, Ana Guardione, que en todas las facetas de su vida a Sánchez Ferlosio le interesaba experimentar. 

En una entrevista grabada en 1984 el cantante lo deja claro: "Para mi el arte es simple afición". En otra cuando fue preguntado por la revolución. “Ninguna ha terminado debidamente”, zanjó. 

Además del documental, el sello discográfico Madmua Records ha editado este mismo año, por primera vez en España, las "Canciones de la Resistencia española", ahora sí, firmadas por Chicho Sánchez Ferlosio. Chicho solo grabó dos discos a lo largo de su vida, aun habiendo compuesto decenas de canciones. 

El documental, sin embargo, no profundiza en algunos dramas personales como la muerte de su primer hijo en 1964, el nacimiento del segundo con parálisis cerebral en 1975 y el fallecimiento de su única hija en 1977 por una caída. Tampoco abunda en sus múltiples facetas alucinantes, como la de lector de la Biblia, estudioso de las sílabas del castellano y otros aspectos lingüísticos, aficionado a las matemáticas. 

Un documental para descubrir a todo un personaje, para saber que la lucha contra el franquismo por parte de unos pocos, realmente contados, otros se sumaron después al carro, tiene sus nombres y apellidos, así como sus mártires y sus verdugos. Lo bueno del documental es que quiere descubrir al hombre que quiso pasar desapercibido, pero que no lo pudo. Posiblemente a un genio.


Anotación al margen: Mientras termino de escribir esto me han informado de la muerte de Julio Anguita. Para mi, Don Julio. Le he escrito de inmediato a un amigo de juventud. Le he escrito en estos términos "... se nos ha muerto Don Julio, nuestro vecino del alma. El padre de Julete. El hombre que jugaba con nosotros en la piscina. El que regaló a tu hermano Astérix le gaulois. Una pena". 

Y es cierto este documental que estaba rememorando sobre la lucha de un hombre , en este caso un trovador, me ha recordado en lo personal la labor de Don Julio. Los veranos de mi juventud que siempre son recordados y en este blog en ocasiones evocados en los que él estaba como personaje invitado pues casi siempre estaba allí junto a nosotros. Desde luego tengo claro que aunque ni cante y sople el viento a él no lo borrará de mi memoria nadie. 

Con el tiempo rememoro más y mejor las reuniones clandestinas en su casa - que al cabo de los años nos refirió- o como - me confesó años más tarde, igualmente- guardaban allí la propaganda del partido. Me ha venido al recuerdo sus charlas , sus buenas relaciones con sus vecinos, los padres de mi amigo de toda la vida, con mis padres, sus escapadas a Francia con su mujer, sus bromas. Su humanidad. Cuando llegó a la alcaldía, dejamos de tener contacto, aunque nunca el saludo. Volvimos a pararnos en la calle para comentar las crónicas sobre el 11-S del que fue Julete. La muerte del mismo nos llegó hondo. No hace mucho coincidimos en un conferencia. El era el conferenciante antes de la misma hablamos y nos reímos recordando el pasado. Desde ese momento, lo he visto, en ocasiones, principalmente paseando meditando. En estas últimas ocasiones lo he visto sentado rodeados de sus "prometeos", en ese tramo de la ciudad que hay entre Alfonso XII y Puerta Nueva. Lo reconozco, he sentido su pérdida. De los pocos políticos que pensaba lo que decía y decía lo que pensaba. ¡¡¡Qué poco se parece a los que tenemos ahora!!! Descanse en paz Don Julio o , posiblemente, como a él le guste más, que la tierra te sea leve.  

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