Hacía películas, muchas películas, que no me emocionaba y lloraba tanto. Esta ha tocado mi fibra sensible y lo ha conseguido. Su título Awakenings, aunque aquí se llamó Despertares dirigida por la que fue actriz neoyorkina Penny Marshall fallecida en dicembre de 2018. Marshall estuvo casada con el director y actor Rob Reiner, del que se divorció en 1981. La película fue estrenada en 1990.
La pudimos ver en 1979 en una de las primeras películas de Steven Spielberg: 1941. Tras varios papeles en cine y televisión, a finales de los 80 dirigió tres películas con bastante éxito: Jumpin' Jack Flash (con Whoopi Goldberg), Big ( con Tom Hanks) con la que Marshall se convirtió en la primera mujer en la historia en hacer una película que recaudó más de 100 millones de dólares y Despertares, con Robert De Niro y Robin Williams.
Las siguientes no tuvieron tanto éxito como A League of Their Own (Ellas dan el golpe), con Tom Hanks y Madonna, Renaissance Man (1994) o The Preacher's Wife (La mujer del predicador), con Denzel Washington y Whitney Houston. Su última película com directora fue Riding in Cars with Boys (2001)
De todos sus título Awakenings fue el más relevante. La película fue producida por Lawrence Lasker y Walter F. Parkes con el respaldo de la productora Lasker/Parkes Productions y la distribución de la Columbia Pictures. Manejó un presupuesto de $ 29 millones.
La película parte del guion de Steven Zaillian y como ya he señalado se basa en Awakenings de Oliver Sacks escrito en 1973 y del que vendió más de un millón de ejemplares. Lo narrada de Sacks se basaba en la historia real de un grupo de pacientes catatónicos tratados por él mismo y que habían logrado sobrevivir a la epidemia de encefalitis letárgica que tuvo lugar en Estados Unidos entre 1917 y 1928.
La acción transcurre en el verano de 1969, cuando el doctor Malcom Sayer (Robin Williams) descubre los efectos «milagrosos» benéficos, pero temporales de la L-dopa, el precursor metabólico de la dopamina y uno de los fármacos más utilizados hoy en día contra la enfermedad de Parkinson aplicados a pacientes catatónicos que sobrevivieron a la epidemia de encefalitis letárgica de 1917-1928.
En la película, Oliver Sacks es interpretado por el actor Robin Williams bajo el nombre de Malcolm Sayer.
La banda sonora fue responsabilidad de Randy Newman, mientras que la fotografía fue de Miroslav Ondrícek y el montaje de Battle Davis y Gerald B. Greenberg.
El elenco lo encabeza Robin Williams como Dr. Malcolm Sayer, Robert De Niro como Leonard Lowe, Julie Kavner como Eleanor Costello, John Heard como Dr. Kaufman, Penélope Ann Miller como Paula, Max von Sydow como el Dr. Peter Ingham, Ruth Nelson como Sra. Lowe, Alice Drummond como Lucy, Judith Malina como Rose, Anne Meara como Miriam, Richard Libertini como Sidney,
Keith Diamond como Anthony, Peter Stormare como el neuroquímico que presenta la L-dona, Bradley Whitford como Dr. Tyler, Dexter Gordon como Rolando y sin acreditar Vin Diesel.
La película comienza cuando un grupo de tres jóvenes entre los que se encuentra Leonard Lowe comienza a tener problemas en el control de sus extremidas que le acabara impidiendo llevar una vida normal.
Años más tarde vemos la llegada a un hospital del Bronx del doctor Malcom Sayer (Robin Williams), un médico que durante toda su carrera se ha dedicado a la experimentación con gusanos. Tras cinco años y sin resultados tiene que buscar un empleo y consigue un trabajo en un hospital del Bronx en la ciudad de Nueva York, donde comienza a tratar con pacientes en estado catatónico. Se le asigna trabajar en una zona conocida como el Jardín con los pacientes catatónicos que apenas responden a estímulos. Allí la actividad es "regar y abonar".
Sin embargo, un día observa que una de sus nuevas pacientes Lucy (Alice Drummond ) coge sus gafas instintivamente antes de que éstas caigan al suelo.
Tras eso analiza a otros pacientes capaces de reaccionar ante otras acciones como atrapar una pelota, escuchar música familiar, ser llamado por su propio nombre y experimentar el contacto humano, todos tienen efectos únicos en pacientes particulares y ofrecen una visión de sus mundos. Ahora sabe que ante ciertos estímulos llegarán más allá de los estados catatónicos respectivos.
Uno de ellos es Leonard Lowe (Robert de Niro) un hombre que recibe la visita diaria de su ya anciana madre (Rutn Nelson) que sin movilidad alguna pero que Sayer intenta poder comunicarse con él mediante una tabla Ouija .
Tras eso comienza a buscar pautas y descubre un patrón. Todos ellos sobrevivieron a la epidemia de encefalitis letárgica que hubo entre 1917–1928. En ese momento comienza a investigar sobre la enfermedad y a formular hipótesis sobre sus posibles causas, pero principalmente sobre su tratamiento. Lo primero que hace es hablar con uno de los doctores que llevó a cabo las principales investigaciones durante la epidemia el Dr. Peter Ingham (Max von Sydow).
Al principio ve el escepticismo de sus colegas y los familiares de sus pacientes con respecto a su teoría de que estos pacientes tienen posibilidades de volver a vivir y que su enfermedad consistiría en un mal de Parkinson agravado simplemente ahora están apagados.
Entre sus diversas investigaciones, se familiariza con un nuevo fármaco, la L-dopa, que se utiliza para el tratamiento del Parkinson.
Después de asistir a una conferencia de un neuroquímico (Peter Stormare ) sobre el uso de la nueva droga L-Dopa y su éxito con pacientes que padecen la enfermedad de Parkinson , Sayer está convencido que la droga puede ofrecer un gran avance para su propio grupo de pacientes.
Tras hablar con uno de sus superiores el Dr. Kaufman (John Heard) decide probarla con uno de sus pacientes, Leonard Lowe (Robert De Niro).
Tras muchos intentos fallidos, cambiando la dosis de L-dopa y combinándolo con leche o zumo, una noche Leonard despierta. A partir de entonces, el doctor recibe la aceptación de colegas y familiares de los afectados, y también su ayuda económica, gracias a lo cual puede comenzar a tratar a todos sus pacientes con esta droga.
Los problemas aparecen de nuevo cuando Leonard, el primer paciente tratado con L-dopa, que ha vuelto a la normalidad e intenta conocer lo que se ha perdido durante décadas se enamora de Paula (Penelope Ann Miller) una de las chicas que va a visitar a un familiar enfermo.
Por otro lado, los enfermos parece haber recobrado la vida justo en el momento en que apagaron sus mentes.
Leonard solicita al comité del hospital permiso para poder moverse libremente , pero estos aprecian que vuelve a desarrollar los síntomas de la enfermedad.
Ante lo visto el comité resuleve no dar permiso lo que provoca la reacción inesperada de Leonard. Ahora tanto el doctor como sus pacientes y sus familiares se ven profundamente afectados.
Mientras tanto, Leonard se está adaptando a su nueva vida, pero también comienza a irritarse por las restricciones que se le imponen como paciente del hospital, deseando la libertad de ir y venir a su antojo. Agita una revuelta argumentando su caso ante Sayer y la administración del hospital. Sayer se da cuenta de que a medida que Leonard se agita más, comienzan a manifestarse varios tics faciales y corporales , que Leonard no puede controlar.
Si bien Sayer y el personal del hospital están encantados con el éxito de L-Dopa con este grupo de pacientes, pronto descubren que es una medida temporal.
El primero en "despertar", Leonard, es el primero en demostrar que la duración limitada de este período de "despertar". Los tics de Leonard se vuelven cada vez más prominentes. Por mucho que dosifican la medicación Leonard y el resto de los pacientes se ven obligados a presenciar lo que eventualmente les sucederá.
Pronto comienza a sufrir espasmos en todo el cuerpo y apenas puede moverse. Leonard aguanta bien el dolor y le pide a Sayer que lo filme, con la esperanza de que algún día contribuya a la investigación que eventualmente pueda ayudar a otros.
Leonard reconoce lo que le está sucediendo y tiene un último encuentro con Paula donde le dice que ya no puede verla.
Cuando está a punto de irse, Paula baila con él. y por este corto período de tiempo sus espasmos desaparecen.
Leonard y Sayer reconcilian sus diferencias, pero Leonard vuelve a su estado catatónico poco después.
Los temores de los otros pacientes se van cumpliendo tristemente por lo que todos finalmente regresarán a la catatonia, sin importar cuánto aumenten sus dosis de L-Dopa.
Sayer le dice a un grupo de donantes del hospital que, aunque el "despertar" no duró, tuvo lugar otro tipo: aprender a apreciar y vivir la vida. Él mismo supera su enfermiza timidez y le pide a la enfermera que ha colaborado desde el principio, Eleanor Costello ( Julie Kavner ) que salga a tomar un café.
Las enfermeras ahora también tratan a los pacientes catatónicos con más respeto y cuidado, y se muestra a Paula visitando a Leonard.
La película termina con Sayer parado sobre Leonard detrás de una tabla Ouija, con sus manos sobre las manos de Leonard, que están en la plancha. "Comencemos", dice Sayer.
El final de la película es la escena en que el doctor Sayer ve las grabaciones de su paciente Leonard cuando está en estado catatónico su progreso, mejoría y como va cayendo al mismo estado del cual se despertó, luego entra la enfermera Eleonor y le explica que no debe culparse y que siempre la vida nos da y nos quita todo haciendo una reflexión de lo ocurrido.
La película comenzó su odaje el 16 de octubre de 1989, en el Centro Psiquiátrico Kingsboro en Brooklyn, Nueva York , y duró hasta el 16 de febrero de 1990.
Al principio, Penny Marshall quería que Bill Murray interpretara a Leonard Lowe, que estaba interesado en el proyecto, pero decidió no hacerlo porque no quería que el público esperara una comedia. El papel pasó entonces a De Niro.
Según Williams, los pacientes reales fueron utilizados en la filmación de la película. Además de en Kingsboro, también se filmaron secuencias en el Jardín Botánico de Nueva York , en la escuela secundaria Julia Richman , en la Casa Galicia y en Park Slope en Brooklyn.
Antes de la filmación, los miembros del reparto que retrataban pacientes estudiaron películas de los pacientes con encefalitis posterior al Dr. Oliver Sacks, y Robert De Niro y Robin Williams pasaron tiempo con Sacks en el hospital observándolo a él y a sus pacientes.
El famoso saxofonista de jazz Dexter Gordon, quien interpretó a Rolando en la película, falleció ocho meses antes del lanzamiento de la película.
Según Williams, los pacientes reales fueron utilizados en la filmación de la película. Además de en Kingsboro, también se filmaron secuencias en el Jardín Botánico de Nueva York , en la escuela secundaria Julia Richman , en la Casa Galicia y en Park Slope en Brooklyn.
Antes de la filmación, los miembros del reparto que retrataban pacientes estudiaron películas de los pacientes con encefalitis posterior al Dr. Oliver Sacks, y Robert De Niro y Robin Williams pasaron tiempo con Sacks en el hospital observándolo a él y a sus pacientes.
El famoso saxofonista de jazz Dexter Gordon, quien interpretó a Rolando en la película, falleció ocho meses antes del lanzamiento de la película.
La película se estrenó en diciembre de 1990 y llegó a recaudar unos 52 096 475 dólares estadounidenses.
La película recibió críticas positivas de los críticos. Para Roger Ebert del Chicago Sun-Times la película le hizo leer el libro, escribiendo "Después de ver Awakenings , lo leí para saber más sobre lo que sucedió en ese hospital del Bronx. Lo que transmiten tanto la película como el libro es el inmenso coraje de los pacientes y la profunda experiencia de sus médicos, ya que, en pequeña medida, experimentaron lo que significa nacer, abrir los ojos y descubrir con asombro que "estamos vivos".
En su web rogerebert.com señaló que "No un producto lacrimógeno, sino un inteligente análisis sobre la extraña naturaleza humana (...) Una de las mejores interpretaciones de Williams (...)"
Mike Clark del USA Today escribió que "La muy alabada interpretación de De Niro es como el resto de la película: competente, un fruto del trabajo duro y rozando lo mecánico"
Desson Howe en las páginas del The Washington Post sintió que los aspectos trágicos de la película no estaban a la altura de su humor, y dijo que cuando la enfermera Julie Kavner (otro antiguo ser de televisión) transmite el Mensaje principal (la vida, le dice a Williams, "se nos da y nos quita a todos"), no parece el punto culminante de una gran película. Suena más como una línea de uno de los episodios más sensibles de Laverne y Shirley .
En este mismo diario, el Post, Rita Kempley "Marshall pulsa magistralmente nuestras cuerdas sin resultar ni melodramática ni sensiblera (...) La interpretación de De Niro es una maravilla corporal"
Janet Maslin en las páginas del The New York Times describe que la película "Sentimentaliza su historia y la simplfica en exceso hasta el punto de que es difícil reconocerla"
Peter Rainer, al otro lado del país, en Los Angeles Times señala que "La crudeza de la crónica de Sacks es tan potente que casi sostiene a esta adaptación floja (...) Se limita a ser una película que sabe hacerte llorar"
Owen Gleiberman de Entertainment Weekly sentencia que "Hay un elemento crudo y subversivo en la actuación de De Niro: no se encoge al dejar que Leonard parezca grotesco. Sin embargo , Awakenings , a diferencia del Rain Man es infinitamente superior , no se basa realmente en la peculiaridad de su personaje principal. La película ve a Leonard piadosamente; lo convierte en un ícono del sentimiento. Y así, incluso si estás retenido (como yo) por la actuación, puedes encontrarte luchando contra el diseño de la película. Parece un mejunje sintético de 'Rain Man', 'One Flew Over the Cuckoo’s Nest' y —sobre todo— 'Charly' (...) Se salva por las actuaciones"
Peter Travers en Rolling Stone afirma que la película "Funciona. Con Sacks como consejero técnico, la película es terriblemente fiel a la naturaleza de la enfermedad"
En el Reino Unido Philip Thomas del Empire sostiene que es "Un ejercicio artificial de manipulación de todo el abanico de emociones humanas (...) Tiene elementos interesantes. De Niro, en modo 'dadme un Óscar', está magnífico (...)"
En España Fernando Morales en El País señala que es "La típica historia que tanto gusta al público norteamericano, pero servida con suma corrección (...) Buen trabajo de Williams para un interesante melodrama que fue candidato a varios Oscar"
La película consiguió algunos premios. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar: a la mejor película, al mejor actor principal (Robert De Niro), y al mejor guion adaptado por Steven Zaillian.
Consiguió una nominación al Globo de Oro al Mejor actor drama (Robin Williams).
El Círculo de Críticos de Nueva York y el de Chicago nominó a De Niro como el Mejor actor . La película fue nominada por el Sindicato de Productores (PGA) a la Mejor película, por el Sindicato de Guionistas (WGA) al Mejor guión adaptado.
Fue nominado a la mejor película extranjera por los Premios de la academia japonesa y en los Premios Grammy a la mejor canción para una película.
Para Oliver Sacks , autor de las memorias en las que se basa la película, "estaba satisfecho con gran parte de [la película]", explicando: "Creo que de una manera extraña, De Niro de alguna manera se sintió como Parkinson. Tanto es así que a veces, cuando cenábamos después, veía su pie curvarse o se inclinaba hacia un lado, como si no pudiera salir de él. Creo que fue extraño la forma en que se incorporaron las cosas. En otros niveles, creo que las cosas se sentían algo sentimentales y simplificadas de alguna manera".
La película cambió parte de las formas y de la consideración y el respeto mutuo entre el neurólogo y el paciente. A lo largo de la película, muestra una preocupación obvia por el bienestar y mejora de sus pacientes. De cualquier forma, esta aparente preocupación del doctor Sayer por la recuperación de los afectados puede deberse a un deseo de satisfacción personal, a la necesidad de alcanzar una nueva meta que marcará un hito en su carrera.
Como epílogo es "La realidad de los milagros" o que los pacientes no soportaron el pasar de los años de sus vidas; el espíritu es más poderoso que cualquier droga y con trabajo, juego, amistad, familia, pueden recuperarse; eso es lo que importa, lo que hemos olvidado son las cosas sencillas. El doctor Sayer y su equipo siguieron buscando la forma de ayudar a los pacientes con problemas pos-encefálicos pero no pudieron volver a experimentar lo mismo que en el verano de 1969. Según se relata en la película Despertares, aún siguen trabajando en el Bronx, en el hospital psiquiátrico, ayudando y buscando "despertar" a más enfermos no con drogas, sino con esfuerzo y sacrificio.
Como epílogo es "La realidad de los milagros" o que los pacientes no soportaron el pasar de los años de sus vidas; el espíritu es más poderoso que cualquier droga y con trabajo, juego, amistad, familia, pueden recuperarse; eso es lo que importa, lo que hemos olvidado son las cosas sencillas. El doctor Sayer y su equipo siguieron buscando la forma de ayudar a los pacientes con problemas pos-encefálicos pero no pudieron volver a experimentar lo mismo que en el verano de 1969. Según se relata en la película Despertares, aún siguen trabajando en el Bronx, en el hospital psiquiátrico, ayudando y buscando "despertar" a más enfermos no con drogas, sino con esfuerzo y sacrificio.
En agosto de 2015 el neurólogo británico Sacks murió a los 82 años de edad. En febrero de 2015 había escrito su última columna en el New York Times «No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud».
El redactó este mensaje, poco después de saber que el melanoma que le dejó ciego del ojo derecho y que creía desaparecido para siempre se había reproducido de forma violenta, extendiéndose al hígado.
El doctor dejó tras de sí un buen número de libros basados en experiencias reales con sus pacientes que le dieron fama y reconocimiento mundial, aunque sus ideas jamás fueron bien recibidas por la comunidad científica establecida, de quien recibió críticas despiadadas.
Tuvo una infancia difícil. Con apenas seis años, fue evacuado de Londres junto a su hermano Michael para evitar los bombardeos de la aviación nazi. Ambos fueron internados en Midlands hasta 1943. Allí, según escribió en 2008 la periodista Nadine Epstein, de «Moment Magazine», «subsistieron con magras raciones de nabos y remolachas y sufrieron castigos a manos de un director sádico».
Otros muchos libros, todos basados en casos reales, salieron de la pluma de Sacks. Nadie como él, en efecto, ha sido capaz de desmitificar, poniéndose en el lugar de sus enfermos, toda una serie de males que afectan a la percepción y a la consciencia humanas. Entre sus casos más conocidos se encuentra el de Madeleine J., una mujer que percibía sus manos como «bolas de masa de cocina»; o el del operador de radio Jimmie G., que padeció una amnesia que duró 30 años; o el del doctor P., un hombre cuyo cerebro había perdido la capacidad para descifrar lo que veían sus ojos y que terminó confundiendo a su mujer con un sombrero, que fue precisamente el título de otro de sus libros más conocidos, «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero».
En «Un antropólogo en Marte», por ejemplo, Sacks describe con todo lujo de detalles la historia de Temple Grandin, un profesor que era autista; en «La isla de los ciegos» se cuenta la historia de un lugar en el que muchas personas sufren de acrematopsia, una enfermedad que raya con la ceguera; en «Veo una voz», el tema principal es la sordera...«mucho mejor escritor que clínico», debía su popularidad a sus publicaciones literarias más que a sus trabajos de investigación. Incluso fue acusado de utilizar a sus pacientes para dar un «espectáculo de fenómenos».
Oliver Sacks acumuló un envidiable número de galardones y reconocimientos a su trabajo. Fue Doctor Honoris Causa por una docena de prestigiosas universidades como la de Oxford y, entre otros muchos títulos, fue nombrado en 2008 Comendador de la Orden del Imperio Británico.
«En los últimos días he podido ver mi vida igual que si la observara desde una gran altura -escribía Sacks en febrero en su despedida en el «New York Times»-, como una especie de paisaje, y con una percepción cada vez más profunda de la relación entre todas sus partes». «Me siento centrado y clarividente -escribía también el neurólogo-. No tengo tiempo para nada que sea superfluo. Debo dar prioridad a mi trabajo, a mis amigos y a mí mismo. Voy a dejar de ver el informativo de televisión todas las noches. Voy a dejar de prestar atención a la política y los debates sobre el calentamiento global. No es indiferencia, es distanciamiento». «Debo decidir -concluía Sacks-, cómo vivir los meses que me quedan. Tengo que vivirlos de la manera más rica, intensa y productiva que pueda».
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