martes, 12 de junio de 2012

Me gustan los westerns



Me gustan los westerns, y me llama la atención éste por lo atípico que es. Y su singularidad estriba en diversas razones como que es un western que se desarrolla en Bolivia, o que toma como punto de partida el final de otro western, la grandiosa "Dos hombres y un destino". En la película hay cuatreros, indígenas (indios en lenguaje coloquila), robo de dinero y fantásticos paisajes aunque no sean los de Utah, Arizona o Colorado. Un elemento añadido en su originalidad: parte de los actores, así como el guión y la dirección son "made in Spain". 

Blackthorn es una película de 2011, dirigida por Mateo Gil, el director de "Nadie conoce a nadie", y que abandona su Sevilla natal para desarrollar entre Bolivia y los Estados Unidos su historia. La misma está protagonizada en su principales papeles por Sam Shepard, Eduardo Noriega y Stephen Rea. El guión es obra de Miguel Barros, y se centra es un relato ficticio acerca de Butch Cassidy quien ya anciano, vive bajo el nombre de James Blackthorn en un tranquilo pueblo de Bolivia 20 años después de su desaparición en 1908. 

Blackthorn fue rodada en locaciones en La Paz, Potosí y Uyuni en Bolivia. La película inicialmente fue lanzada en septiembre de 2011, aunque se estrenó en Estados Unidos el 7 de octubre de 2011. Es realmente una coproducción entre España-Estados Unidos-Bolivia-Francia; y en ella intervienen Ariane Mararía / Arcadia Motion Pictures / Noodles Production. La música es obra de Lucio Godoy y la fotografía estuvo en manos de Juan Ruiz Anchía. 


Veinte años después de su desaparición en 1908, Butch Cassidy (Sam Shepard), ya anciano, vive bajo el supuesto nombre de James Blackthorn en un tranquilo pueblo de Bolivia, criando y vendiendo caballos. Un día decide poner fin a su largo exilio y retornar a los Estados Unidos después de enterarse de la muerte de Etta Place (Dominique McElligott). Luego de años de vivir una vida solitaria y dedicarse a criar caballos, Blackthorn parte hacia Potosí para vender sus caballos y se despide de su amante, Yana (Magaly Solier), a quien dice que va a ver otra vez antes de partir de Bolivia. En Potosí, Blackthorn retira sus ahorros del banco, vende sus caballos, y luego regresa a su pueblo. En el camino, es emboscado y el caballo de Blackthorn, Cinco, escapa con su dinero en las alforjas. El asaltante es Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega), un ingeniero de minas español que afirma que estaba disparando a sus perseguidores y ruega a Blackthorn que lo ayude a cambio de compartir los 50.000 dólares que le robó a Simón Patiño, un poderoso empresario boliviano y propietario de la mina donde trabajaba el español. 

Blackthorn y el español atraviesan el desierto del altiplano siendo perseguido por un grupo que parecer ser son esbirros de Patiño. Una vez en la mina abandonada encuentran el dinero, pero sus perseguidores los alcanzan. Blackthorn y el español logran escapar luego de un tiroteo y se dirigen a la cabaña de Blackthorn, donde el famoso criminal recuerda su vieja amistad con Sundance Kid (Padraic Delaney), y Etta Place, y cómo escaparon en Argentina de uno de los hombres de Pinkerton, Mr. Mackinley (Stephen Rea), un detective de la agencia Pinkerton. Yana se une a los hombres en la cabaña y decide quedarse con Blackthorn en su última noche antes de partir. 
A la mañana siguiente, dos mujeres de negro llegan a la cabaña en busca del español y se desata un tiroteo en el que Blackthorn es herido y Yana muere. Con el corazón roto Blackthorn y el español se marchan a través del Salar de Uyuni, con la esperanza de llegar a la costa, donde Blackthorn pretende retornar en barco a casa vía Chile. A mitad del camino, son alcanzados por sus perseguidores, pero Blackthorn y el español se separan y tras enfrentarse a sus perseguidores logran escapar. 

En Tupiza, Blackthorn, que está herido, es atendido por un médico (Luis Bredow), quien lo reconoce como “Butch”, avisando al ex detective Mackinley —quien ahora languidece llevando una triste vida en Bolivia como cónsul honorario—, acerca de su sospechoso paciente. Mackinley confirma la identidad del hombre. Durante años Mackinley había afirmado que los dos bandidos muertos en San Vicente no eran Butch Cassidy y Sundance Kid, y ahora podía demostrar que tenía razón. Sin embargo, luego de que avisar al ejército boliviano del forajido, Mackinley cambia de opinión y ayuda a escapar a Blackthorn. Cuando Mackinley descubre que Blackthorn estaba involucrado con el español le revela la verdad sobre la persecución: el botín de 50.000 dólares que el español había robado, en realidad no pertenecían al rico empresario Patiño, sino a las familias mineras que recientemente habían tomado control de las minas, algo que Butch Cassidy nunca habría hecho. 

Blackthorn sigue la pista del español rumbo a los Andes, con el ejército pisando sus talones. Cuando Blackthorn lo alcanza y lo confronta con la verdad, el español no lo niega. Blackthorn hiere al español en la pierna y lo deja junto con el dinero para los mineros y el ejército boliviano, que pronto llegará tras el ladrón y lo ejecutan ahí mismo. 

La película obtuvo diversos reconocimientos nacionales e internacionales. En España fue galardonada con 4 Premios Goya (mejor fotografía, vestuario, dirección artística y de producción tras 11 nominaciones. En el festival de Tribeca fue reconocida en la sección oficial competitiva internacional (largometrajes). Mateo Gil hace la película desde el respeto, desde una visión apasionada de lo que llamamos western crepuscular, contándonos una historia que se basa en las leyendas que dicen que realmente Cassidy no murió en aquel tiroteo en San Vicente en 1908, si no que siguió viviendo plácidamente en Bolivia, durante varios años más. Y son 20 años después de este tiroteo dónde se sitúa la película, en la que nos muestra un Butch ya sexagenario, y con suficiente dinero ahorrado para volver a EEUU y conocer al hijo de Sundance ¿O quizá el suyo? ¡Qué importa…!. La película arranca con una preciosa escena en la que Sam Shepard cabalga llevando con él a varios caballos, acompañado por un paisaje que podría haber filmado Ford en cualquiera de sus westerns, y a ritmo de una versión preciosa versión de “Ain’t no Grave” de Johnny Cash. Desde ahí se convierte en toda una declaración de intenciones. Y no solo eso, si no que el espectador queda rendido a sus brazos, expectante ante lo que pueda llegar. Pero se cruzará por su camino un español que acaba de dar un golpe y al que le ayudará a huir de los que le intentan capturar. 
La llegada de Apodaca nos permite entrar directamente en un clásico del western, una huida que en cierta forma guarda sus paralelismos con la de Dos hombres y un destino, pero aquí se le suma un factor muy importante como es el contraste de edad entre sus protagonistas, una diferencia generacional con la que se juega muy bien durante toda la película y la mentira que preside la historia del dinero. 
La película juega con flash-back en algunos momentos viendo al trío - Sundace Kid , Butch Cassidy ( por cierto el matarreyes Nikolaj Coster-Waldau de Juego de tronos) y Etta Place (Dominique McElligott) - , tanto en sus inicios en los Estado Unidos, como sus correrías por Argentina o en la despedida de Etta tras su embarazo, o en Bolivia o la muerte de Sundance Kid.
Estos flashbacks nos hablan del vigor juvenil perdido, de la amistad y de los fantasmas personales sirviéndonos de contrapunto perfecto. Los puntos fuertes de la película están en la propia historia, con ese Butch Cassidy anciano (Sam Shepard), en las impresionantes localizaciones que no pueden ser más espectaculares y que nos ofrecen un marco adecuado para la épica —con mención especial a la potentísima estética del salar de Uyumi—, o con el punto de partida, un pequeño “what if?” que juega con la idea de que Cassidy y Sundance Kid no murieron, como se supone, en aquella emboscada del ejército boliviano en 1908, sino que lograron escapar, aunque sus caminos se separaran poco después. Por cierto, dura la tesis del film cuando Butch debe de sacrificar a Sundance. 

Los puntos más débiles están en el deprimente personaje interpretado por Stephen Rea, que es tan trágico como patético y en la actuación de Eduardo Noriega que no dota de una mínima credibilidad dramática a su personajes a lo largo de sus 98 minutos. Con todo y volviendo al origen de la película de referencia, la de "Dos hombres y un destino", es significativo el subtítulo de ésta: "Sin destino" que nos obliga a replantearnos si lo Butch tuvo, o el destino que le espera es el de Apodaca. Una buena película para aquellos que nos gustan los western.

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