viernes, 13 de septiembre de 2013

De cuando vivimos la edad de oro


La tenía preparada desde hace mucho tiempo. Grabada en VHS de la televisión, un sábado de madrugada en aquel programa que respondía al nombre de La noche temática y que era una isla en la televisión pública, que estaba en pleno apogeo de la telebasura. El programa se centraba en el Surrealismo como corriente artística, y la estructura del programa era invariable: una película que enmarcaba el tema, y un par de reportajes. El primero hablaba sobre André Breton, y el segundo lo desconozco pues me quede sin cinta. La película llevaba por título La edad de oro ("L'âge d'or") y la firmaba como director Luis Buñuel. 
A pesar del origen maño del mismo se trata de una película francesa dirigida en 1930. No es una película cualquiera, conjuntamente con Un perro andaluz, son las dos mejores muestras del cine surrealista. Se trata de una producción financiada por Charles y Marie-Laure de Noailles, vizcondes de Noailles, los mismos que financiaron las primeras obras cinematográficas de Man Ray y Cocteau. Sorprendentemente unos aristócratas apoyaron un extraño producto firmado por el mismo director, Luis Buñuel, y su amigo de la residencia de estudiantes, Salvador Dalí. No se trata de una película muda. Todo lo contrario, pues en ella tanto la enorme y variada selección musical , como música creada por Georges Van Parys , juego un papel más relevante que la propia voz, que se usa en off como por boca de los actores. 

En cuestiones técnicas participó Albert Duverger como fotógrafo y el propio Buñuel como montador. La escenografía quedó en manos de Schildknecht. El elenco de actores y actrices está formado por Gaston Modot, Lya Lys, Caridad de Laberdesque. Max Ernst, Josep Llorens Artigas, Lionel Salem, Germaine Noizet, Duchange y Bonaventura Ibáñez. 

La película comienza con un reportaje de unos minutos sobre los escorpiones que en su dimensión humana son presentados por unos obispos, instalados en un acantilado rocoso del Cabo Creus, vestidos con sus ropajes sobre las rocas. 

Tras eso encontramos a un grupo de hombres, bandidos, guerrilleros enfermos que descubren a un grupo de arzobispos orando en un acantilado. Están vestidos de manera muy rústica, que buscan protección en una cabaña, que tienen extrañas reflexiones. 
Momentos más tarde encontramos los esqueletos de los obispos, vestidos aún con sus ropas, sobre un acantilado y cantando el Dies Irae (típico canto de las celebraciones fúnebres) -símbolo de la decadencia de la Iglesia como institución y, por tanto, absurdo de su existencia. 

Este grupo de hombres se marcha y poco después sobre el espacio ocupado por ellos llega en tropel una grupo amplio de personas, una comitiva de autoridades, encabezados por un burgués que da un discurso sobre el valor de la tierra y la propiedad, en la ceremonia fundacional, junto a los esqueletos de los obispos, de la primera piedra de la Roma imperial.
 El discurso es cortado por las sonoras efusiones de una pareja que en plena cópula se revuelca en el fango, un fango tratado con sugerencias escatológicas. Por separado, unas monjas se llevan a la joven y dos policías al hombre, quien lleno de frustración dará patadas a perros y pisoteará escarabajos. En adelante, los amantes lucharán por reencontrarse y, contra viento y marea, continuar sus interconexiones  amorosas. 
Mientras el discurso se desarrolla se escuchan los gritos de una chica que parece ser violada por un señor. El grupo retira al señor y lo detiene. Se trata de una escena de violación y lascivia entre los que descubriremos como amantes, en el barro, con la visión del retrete y los excrementos -conjunción del amor con la podredumbre. 
Más tarde, se nos informa de la fundación de la Roma Imperial, llevada a cabo en el sitio donde oraban los clérigos, y en el lugar en que se ven interrumpida los lances amorosos y violentos de la pareja que es separada. 
En la ciudad vemos por un lado la riqueza, en una vista aérea, especialmente de la Ciudad del Vaticano y la pobreza. Entre tanto descubrimos a los dos amantes por separado. Ella en su casa burguesa pensando en él, y él con continuas visiones libidinosas, ya que cualquier objeto la remite a ella, entendida como deseo sexual.
Por ejemplo, un hombre que camina con un cartel publicitario de unas piernas en la cabeza, un anuncio en una tienda. Ella no se queda atrás pues hay detalles de onanismo o masturbación en el dedo vendado de Lya Lys, o la referencia a la vaca sobre su cama como símbolo de su aburrimiento sexual. 

También descubrimos que el señor que violaba es un miembro de la alta sociedad, un alto comisionado para el bien. Tras mostrárselo a los policías que lo llevaban detenido tras la violación deciden liberarlo. El hombre aprovecha para agredir brutalmente aun ciego al que lanza al suelo con total desprecio y ante la indiferencia de los policías. El hombre se marcha en un taxi. 
De inmediato se nos informa de la existencia de una fiesta en casa de una familia aristocrática. La escena de la casa de los padres de ella, se trata de una fiesta aristocrática a la que están invitados los “mallorquines” (nombre que se le da en la película a la gente de clase social alta, a la jerarquía), es el mejor y más completo ejemplo de collage de toda la película. 

Es en la fiesta en donde pasan más cosas. Podemos ver el paso de un grupo de campesinos montados en un carro, bebiendo vino, sin que nadie note su presencia; el asesinato del hijo del guardabosques, a quien éste mata de un disparo por haberle tirado el cigarrillo bromeando, y al que remata en un segundo disparo que deja impasibles a los asistentes al evento social; la muerte de la criada en la cocina en llamas ante la indiferencia de los presentes en la fiesta; el feticihismo de Gaston Modot al aparecer en la fiesta llevando de la mano un vestido igual al de Lya Lys; la ridiculización del clero al aparecer uno de los maristas fumando mientras toca el violín, los insectos sobre la cara del padre de Lya Lys, etc. Es, la suma de multitud de símbolos e imágenes típicos del surrealismo y que poseen una poderosa carga significativa de corrupción de una sociedad. Los símbolos están todos condensados en el mismo tiempo y el mismo espacio, que puede decirse que toda esta escena es la más rica y fascinante de toda la surrealista película. 

Posteriormente las escenas se trasladan al jardín de la casa aristocrática, donde los amantes se han citado, y en ese espacio se resuelve el conflicto constante de la película: el de la imposibilidad de satisfacer el amor y el deseo que los une, pues siempre se interpone un obstáculo entre ambos. Allí los amantes dan paso a su más incontrolable pulsión, a través de los besos abrazos, carantoñas, sobeteos, etc… 

En un momento dado hay freno a lo irrefrenable como la llamada del Ministro del Interior a Gaston Modot que le frena. Es la castración de no sólo el poder religiosa sino también el civil. También está presente la “vejez” (pues Lya Lys le abandona por el director de orquesta, un hombre anciano). 

Formalmente, toda esta situación va acompañada de palabras de reproche del Ministro del Interior a Gaston Modot, la visión de la decadencia y la violencia en el ojo ensangrentado de él o la visión de ambos, ya ancianos. Pero, sobre todo, resulta una novedad el uso de la voz en off, por primera vez en la historia del cine: Lya Lys dice, totalmente fuera de contexto: “!Qué alegría haber matado a nuestros hijos!”, mientras suena el pasaje de la muerte de Tristán e Isolda de fondo - conjunción de Eros y Thanatos. 
También descubrimos el ataque de celos de Gaston Modot acompañado del sonido de los tambores de Calanda (que Buñuel empleaba en momentos de crisis de los personajes o situaciones muy extremas) y del absurdo de los objetos que arroja por la ventana de la habitación de ella: un pino en llamas (destrucción de la naturaleza), un arzobispo, un arado, el cetro del arzobispo, una jirafa (guiño humorísitco, pues ésta, en falso raccord, no cae al suelo como las demás piezas, sino que cae al mar) y las plumas de la almohada que ha destrozado antes. 

Formalmente, la última escena, nos lleva a un castillo, el de Selliny, en el que están ocurriendo todo tipo de violencia contra las mujeres. Parece corresponder con el castillo y residencia del Marqués de Sade (llamado aquí duque de Blangis). Este un auténtico viaje en el tiempo, pues en el Blangis / Sade aparece caracterizado como Jesucristo, y, por el contrario, sus acompañantes vestidos a la usanza del siglo XVIII, reaparición del duque sin barba tras matar a la chica que gritaba desde el interior del castillo, humor que encierra una bomba de crítica y provocación más que evidente. El hombre es conducido a prisión pero logra escapar y se refugia en casa de su amada. Durante una fiesta, la pareja intenta consumar su pasión sin éxito. 
El cierre del film, la imagen de la cruz sobre la que se amontonan cabellos (¿acaso las barbas afeitadas de Cristo o el pelo de las mujeres a las que han asesinado en sus orgías dentro del castillo?). Acabando así la película. 



La película es del año 1930 y se trata de hecho de la segunda película de Buñuel, que la escribió casi en su totalidad cuando ya , formalmente, formaba parte del grupo surrealista de París. Y es que Luis Buñuel vivía en París desde 1925 , donde realizaba diversas actividades en ámbitos culturales y artísticos muy variados. El año anterior, fruto de una intensa y muy productiva semana de trabajo con Salvador Dalí en Figueras y con el dinero que le había dado su madre, rodó Un perro andaluz, película que revolucionaría por completo la industria y el concepto de cine dado el peso de la imaginación, y las obsesiones y sueños de los creadores. 
Una vez rodada, Buñuel consiguió que se proyectara en el Studio des Ursulines, donde la vieron, entre otros, Man Ray y Louis Aragon; impresionados, decidieron promoverla porque la consideraron una obra realmente surrealista. Ray y Aragon hablaron con tanta admiración de Buñuel y de su película al resto de los miembros del grupo surrealista que Buñuel fue invitado a una reunión al café Cyrano y fue inmediatamente admitido en el grupo. 

Por lo tanto es una película surrealista en el fondo y en la forma. En la forma externa se aprecia en muchas de las escenas que carecen de todo sentido o relación con el supuesto hilo argumental: una historia de amor pasional que trata de romper las barreras que se le imponen a Gastón y Lya, y los límites de esa relación. Resultado de ello son las imágenes impactantes como el asesinato del niño por su parte y su remate, los obispos encallados en las rocas, la vaca sobre la cama, el carro de los campesinos durante la fiesta, la jirafa por la ventana, etc…Algunas de las cuales sobresaltaron a los espectadores de la época. Difíciles y surrealistas son igualmente las asociaciones y metáforas que se centran en el sexo y el anticlericalismo. Asimismo, hay un trasfondo de rebelión, revolución y cuestionamiento de las normas morales y sociales 

Sin embargo, financiar una nueva película como esta era verdaderamente costoso. Un día, Georges-Henri Rivière le presentó a los vizcondes de Noailles, que estaban verdaderamente interesados en él a raíz de haberse visto agradablemente impresionados por la película de Buñuel. 
Éste se mostró reticente en un principio por tratarse de aristócratas, clase social a la que abiertamente despreciaba, pero Rivière le convenció, y acudió Buñuel a una cena a casa de estos en Hyéres. Los planes de los Noailles eran darle dinero y libertad total a Buñuel para hacer una película, con la única condición de que la música fuera de Igor Stravinsky. Buñuel rechazó la idea, pese a lo cual la oferta de hacer la película siguió en pie. Entonces, Buñuel decidió ir a Cadaqués a visitar a Dalí y tratar de trabajar con él, como un año antes había hecho para Un perro andaluz. Esta vez no funcionó el entendimiento de antaño y, decepcionado, Buñuel regresó a París. Escribió el guión en la mansión de los Noailles de Hyères. Escribía durante el día y por las noches les leía los avances hechos y ellos aceptaban todo complacidos. 
Una vez escrito el guión, buscó el equipo necesario: los actores Gaston Modot y Lya Lys para los papeles protagonistas. Contó con Duverger como operador de cámara (con cuyo trabajo para la película anterior Buñuel había quedado muy satisfecho)... y escogió la música (fue la segunda o tercera película sonora rodada en Francia). Aun aceptó alguna propuesta que Dalí le envió por carta (como la escena en Roma en la que aparece un hombre que lleva una piedra en la cabeza, paseando por delante de una estatua que tiene la misma piedra en la cabeza), motivo por el cual su nombre aparece en los créditos del film. 
Además, la que entonces era su novia y se convertiría después en su mujer, Jeanne Rucar, era la contable y, gracias a su sensatez, el rodaje fue mucho más serio que el de su anterior película. 
"La edad de oro" se rodó a lo largo de un mes en los estudios Billancourt de París y, posteriormente, en la casa de Dalí en España. Una vez rodada y montada, con novedades tales como la voz en off, utilizada por primera vez en el cine y con el uso del monólogo interior, se preparó una proyección privada en casa de los Noailles, a la que asistieron miembros del grupo surrealista y algunos amigos más. 
Días más tarde, organizaron una proyección privada en el cine Pantheon, a las diez de la mañana, de la que la gente salió indignada y que acarreó muchos problemas a los Noailles. Así, Luis Buñuel escribió en sus memorias: "Marie-Laure y Charles recibían a los invitados en la puerta, les estrechaban la mano sonriendo y a algunos hasta los besaban. Después de la sesión, volvieron a situarse en la puerta, para despedir a los invitados y recoger sus impresiones. Pero los invitados se marchaban deprisa, muy serios, sin decir una palabra. Al día siguiente, Charles de Noailles fue expulsado del Jockey Club. Su madre tuvo que hacer un viaje a Roma para intentar parlamentar con el Papa, ya que incluso se hablaba de excomunión." Así que cuando se estrenó la película casi se quedan sin amigos y casi optó por secuestrar todas las copias de este primer largo de Buñuel. 
A pesar de todo esto, estuvo seis días a sala llena en Studio 28, hasta que fue prohibida por la policía, debido a las presiones de grupos conservadores de extrema derecha, como los Camelots du Roi y los Jeunesses Patriotiques, los mismos que destrozaron la sala durante una de las proyecciones. Dicha prohibición durará hasta 1980 en Nueva York y 1981 en París. En España, con el estallido de la Guerra Civil, se perdió la cinta. La prohibición la convirtió en leyenda del cine. 
Acerca del tema de la película, Buñuel escribió: "L'Âge d'Or es también —y sobre todo— una película de amour fou (amor loco), de un impulso irresistible que, en cualesquiera circunstancias, empuja el uno hacia el otro a un hombre y una mujer que nunca pueden unirse." Se trata, pues, de la rebelión de dos amantes que se niegan a que su amor, pasional y sujeto sólo a sus propias normas, tenga que ser extinguido debido a los prejuicios y preceptos morales y sociales tradicionales procedentes de la jerarquía civil, del clero, de las normas de conducta, del poder de la aristocracia, de la aparente buena educación, del equilibrio, del autocontrol, de la medida de los instintos propios, y, en definitiva, el predominio de lo racional sobre lo instintivo, en todos los aspectos de la vida de la persona. 

Las dos líneas temáticas principales son, entonces, el amor y el deseo (con toda la carga de sensualidad, sexualidad y frustración que implican) y, por otra parte, los intentos de estos dos amantes de volver a la edad de oro, es decir, de acabar con la sociedad burguesa asentada sobre los pilares tradicionales de la jerarquía social y el clero y que impide al individuo ser él mismo. Pero la condición humana es como la de los escorpiones que vimos al principio de la película. 
No obstante, esa edad de oro de los hombres de la que algo nos dejó por escrito Hesíodo , no está exento de otros elementos no tan valorables como los anteriores. Pues en la película podemos ver otros subtemas como la ya nombrada violencia desde la absurda como el suicidio del ministro del Interior cayendo contra el techo, como la no justificada como la agresión sin motivo alguno del ciego o la brutalidad del guardabosques que mata a su hijo porque le ha apagado el cigarrillo. Liberar estos instintos es parte también del programa surrealista 
Otro aspecto es la crítica hacia la Iglesia y el clero. Aparece cuestionada en cuanto a su organización jerárquica (la fundación de Roma sobre la represión del deseo de los dos amantes en la isla) y a su poder represor. 

También está presente el papel de la decadencia y la putrefacción visto desde el plano de los excrementos o las mutilaciones como la mano que toca la cara de Lya, sino también en los convencionalismos sociales sin sentido en la fiesta aristocrática o en los edificios de Roma que se derrumban, como símbolo de una civilización que ya no se tiene en pie. 

La presencia del personaje de Sade con apariencia jesuítica es otro aspecto relevante. La figura de Sade es verdaderamente influyente en todos los surrealistas, a quien leían con devoción y cuyos principios de liberación sexual encajaban a la perfección con las ideas que tenían los surrealistas al respecto. Buñuel reserva para él el final de la película, separándolo acaso del resto, como si fuera el veneno que los escorpiones tienen al final de la cola, segmentada, como la película, en seis partes. Provocativa es la identificación de Sade con la imagen clásica de Cristo con barba y túnica. Quizá lo que pretende Buñuel demostrar es que Cristo también era humano. 
Otro tema es la dificultad de comunicación entre los seres humanos, tema realmente constante en la historia de todas las artes de todos los tiempos y que preocupaba especialmente a Buñuel. También está presente el humor absurdo. En L'âge d'or hay constantes ejemplos de ello. La mayor parte son juegos formales como el paso del carro lleno de campesinos que beben vino por la fiesta aristocrática sin que nadie les preste atención, la vaca sobre la cama o la locura que lleva a Gastón a tirar todo por la ventana. 

Importante es en la película el papel del sonido de la cinta, en el que el juego con las voces (voz en off, voz cómica para el discurso de albañilería del fundador de Roma...), los elementos musicales de acompañamiento como el sonido de los tambores de Calanda acompañando al protagonista en un momento de crisis, o la música clásica, con un lugar preeminente del pasaje de la muerte Mild und leise de Tristán e Isolda de la ópera de Richard Wagner. Para la banda sonora, Buñuel escogió, además de lo dicho, fragmentos de obras clásicas como el tercer movimiento de la Sinfonía No. 5 de Ludwig van Beethoven, música de Claude Debussy, de Wolfgang Amadeus Mozart, de van Parys Además, además de los tambores de Calanda, un pasodoble. 
Toda la película es una reflexión sobre la condición natural del ser humano, la instintiva, el deseo irracional cercano a lo animal, en contraposición y en conflicto con la racional y civilizada. Nietzsche dijo: "El hombre es el animal más enfermizo, pues es el más alejado de sus instintos", Y Buñuel opta por hacer una reflexión que es provocadora e irreverente y se centra en los impulsos más básicos: el sexo o la violencia se la impiden frente a elementos más elevados como la música o el arte donde los humanos nos refugiamos. De ahí la fascinación en el jardín por la estatua. 
Estamos ante un manifiesto visual del surrealismo, un monumento al “l’amour fou”, un canon erótico planteado por Breton y su grupo y manifestado en la vaca en la cama del dormitorio, el espejo que no refleja a la mujer sino una sonora tormenta de nubarrones, la violencia, los carromatos que cruzan la sala de fiestas, la pasión desbordada de los amantes en el jardín entre estatuas o la apología de Sade. Pero también "La edad de oro" es una crítica contra la burguesía, la iglesia, el ejército,…contra la estructura de la sociedad de su tiempo. Esto me lleva a otro "Edad de Oro", el programa que presentaba Paloma Chamorro a inicios de los ochenta. Eso sí que fue la edad de oro. 

1 comentario: