viernes, 6 de junio de 2014

En el 70 aniversario del desembarco


Como ya he comentado en alguna ocasión hace unos años, estuve en las playas del desembarco. Utah, Omaha, Gold, Juno o Sword no son sino espacios que me remiten a un momento de reflexión y disfrute con mis hijos en unos lugares que fueron encarnizados puntos de lucha y sangre hace justamente - hoy- 70 años. Al hilo de la conmemoración de esta triste - dado el número de bajas por una y otra parte- pero necesaria efemérides - no debemos olvidar que supuso el inicio del din en el frente occidental para el régimen nazi- hicimos lo posible y lo imposible para ver, una vez más, esa joya del cine de los noventa, creada por Spielberg, y que responde al imborrable nombre de Salvad al soldado Ryan (Saving Private Ryan), entrada ya publicada en su momento con el absurdo título de Era de Iowa, no de Minessota.
No voy a añadir mucho más a esta formidable película, posiblemente la mejor película bélica que se ha rodado. Sólo añadiré lo escrito por Daniel Múgica en la parte trasera de la carátula VHS que presentó el diario "El Mundo" en su colección La historia más grande jamás contada.  Múgica, a la hora de destaca de la misma lo dual del personaje representado por el capital  John Miller (Tom Hanks) al matar en nombre de la libertad. Para ello, según él, Spielberg lo resuelve  colocando al hombre , mediante hechos,  en la línea divisoria de sus principios, que logra no traspasar. Eso proporciona  al héroe la categoría  de humano y al humano el tallaje  de gigante (...).
Por su parte, Ryan aclara que sus nuevos hermanos en armas (Brothers in arms) son sus  compañeros, aquellos que cumplen con su misión, la de  evitar que los nazis tomen el puente de Ramelle, un puente que vale más que su vida y las tribulaciones de su madre. Al final, cumple con lo prometido al capitán Miller: llevará una vida digna. 

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