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sábado, 24 de octubre de 2015

Las inquietudes de Shanti Andia

Una vez terminada de leer en la noche de ayer la magnífica novela de Don Pío, Baroja, por supuesto, que lleva por título Las inquietudes de Shanti Andía, y que ya fue comentada en la última entrada de mi blog, ese que se titula "Matando moscas con el rabo", y que podéis encontrar aquí, me puse a ver la película que hace referencia a uno de los temas más queridos de este escritor guipuzcoano como es el de la aventura en el mar y la pérdida del protagonismo de sus protagonistas esenciales, los marinos, especialmente los de altura, me enteré de la existencia de una película española realizada en el año 1946,  y que se estrenó en España al año siguiente, 1947, que se basa casi literalmente en el libro. Así que, ni corto ni perezoso, esa misma noche procedí a verla, pues - ante mi sorpresa- esta en su totalidad en Youtube.

Las inquietudes de Shanti Andía es una película del año 1947, dirigida por Arturo Ruiz Castillo, encargado igualmente de transformar en guión la novela de Pío Baroja.

La película es una producción de Horizonte Films y distribuida por C.E.A. que cuenta con la música de Jesús García Leoz y la fotografía de Manuel Berenguer. La película se estrenó el 3 de febrero de 1947 y la Junta Clasificadora de Películas la considero "de interés nacional". 

El reparto lo encabezan algún primera estrella de la época como Jorge Mistral como Shanti Andía,  y un buen grupo de secundarios encabezados por Josita Hernán como Mary, Manuel Luna como Juan de Aguirre, Jesús Tordesillas como Patricio Allen, Milagros Leal como la madre de Shanti y Señora de Andía, Irene Caba Alba como Iñure, Mari Paz Molinero como Casilda, José María Lado como el Capitán Zaldumbide.

Junto a ellos aparecen Nicolás D. Perchicot como el médico Don Hilario, un jovencísimo e irreconocible José María Rodero como Machín, María Teresa Campos como Genoveva, José Prada como el capitán Don Ciriaco, José Jaspe como Chim, el malayo, Manuel Requena como Juan Urbistondo, el farero y Arturo Marín como Ichaso. El propio escritor, ante mi sorpresa, o un actor caracterizado como él, aunque yo me inclino que se trata de él mismo- aparece al final de la película. 


La historia surge en la madurez elevada de Shanti. Durante esta melancólica vejez, el protagonista va recopilando los fragmentos de un diario escrito en el que nos narra su vida, desde su más tierna infancia en Lúzaro, hasta saber la verdad oculta de su familia, los Aguirre. 

Shanti Andía (Jorge Mistral), descendiente de una casa nobiliario antigua de Guipúzcoa, asiste todavía Shanti, un niño aún, al funeral y posterior entierro de su tío Juan de Aguirre (Manuel Luna), aunque la criada de la casa, la Iruñe, le advierte en secreto que su tío no ha muerto y que la caja está vacía, porque su tío era en realidad un pirata que se dedicaba al trabajo de la esclavitud, que está preso en un pontón de Inglaterra, pero que su abuela ha decido darle por muerto.

Esta historia despierta en Shanti la fantasía, y su tío se convierte en un personaje fascinante para la mente del niño que, tras pasar su infancia en el pueblo de la costa vasca de Lúzaro, está decidido en convertirse como Don Ciriaco, un amigo de la familia, en piloto de fragata, recorriendo los mares.

Al crecer se forma como piloto en una Compañía Vasco-andaluza, la de los Cepeda, que cuenta con  el ya citado Don Ciriaco, un amigo de la familia Aguirre, como capitán de una navío que hace la ruta de Manila, "La bella Vizcaína". 

En Cádiz el joven marino se enamora de la hija de los Cepeda, pero a su regreso se entera de que la chica se ha casado. De cualquier manera,  también recibe dos noticias más. Una por parte de Don Ciriaco,  que su abuela ha muerto, pero otra de que su tío Juan de Aguirre está vivo tal y como le comenta un holandés al que conoce en una taberna, mientras bebe despechado por el casamiento de Dolorcitas. 


Cuando regresa a su pueblo natal por el tema de la herencia de la abuela, se reencuentra con sus amigos de la infancia, como Recalde, pero también con su historia familiar.

Su madre le envía a un caserío de su propiedad para que ponga al día en las rentas de uno de sus inquilinos pues se las adeudan. Además quiere ofrecerles una reforma del viejo "baserri".  Shanti, que en sus paseos previos ha visto un joven rubia por la playa,  se entrevista con el hombre que habita la casa, un tal Tristán de Ugarte (Manuel Luna), que vive allí con su hija Mary (Josita Hernán) y su criado Patricio Allen (Jesús Tordesillas), un antiguo marino irlandés.

Al poco tiempo, Juan muere, dejando a su hija, Mary, al cuidado de Shanti, que la aloja en casa de unos amigos.

Shanti y Mary congenian desde el principio, y se hacen novios, pero él tiene que embarcar, por lo que sólo pueden verse de tarde en tarde.

Como ya he dicho, Shanti se enamora de Mary y se promete en matrimonio con ella, tomándola bajo su protección cuando su padre fallece, no sin que antes Shanti haya descubierto que en realidad se trata de su tío Juan de Aguirre que ha regresado ocultando su verdadera identidad.



Tras prometerse en matrimonio, el piloto sigue con su actividad profesional que lo lleva a Burdeos, lugar en el que conoce a un marino que estuvo en la goleta "El dragón" , el barco negrero en el que iban dos hombres de nombre Tristán de Ugarte, uno cruel y otro noble, que pudieran ser su tío, Juan.

El relato narrado por Itchaso, un vasco francés, coloca a su tío en la goleta "El  Dragón" bajo la disciplina de un capitán canalla y paisano, Zaldumbide.

Efectivamente, allí sabe por este protagonista de la historia vinculado con su tío, las aventuras y desventuras de la tripulación de este barco negrero en el que los vascos, jugaban un papel de control , frente a una marinería tan canalla como el capitán.

Tras el motín vivido con el cargamento de chinos y de opio, la autoridad del barco recae en uno de los Tristanes de Ugarte que van embarcados. Al final, Itchaso le cuenta que parte de la tripulación cayó bajo la autoridad británica y fueron presos en los pontones del Mar de Irlanda.

Tras retornar a Lúzaro, vía Bayona, Shanti, ya decidido a casarse, se encuentra que ahora Mary está siendo presionada por un hombre rico y algo mayor que ella. Se trata de Juan Machín, que corteja a Mary, aunque ella le rechaza.

Este retorno de Shanti  al pueblo y su enfrentamiento con Machín le devuelve a la historia familiar. Machín trata de matarle, pero luego, un día, inexplicablemente, le salva la vida en la mar, y poco después, se marcha del pueblo, dejando dos cartas para él, una de su propia mano, y la otra, un manuscrito de su tío. En esta carta de Machín, declara ser hijo de Juan de Aguirre, y hermanastro de Mary, circunstancia que ha sabido por el viejo médico de Lúzaro, contemporáneo de su padre.

El capítulo final del libro - y que resume brevemente Shanti ante su interlocutor, es el manuscrito de Juan de Aguirre cuenta su azarosa vida. En el mismo se nos cuenta que de joven, tuvo dejó embarazada a la criada de la casa, llamada La Shele, cosa que no supo, al estar embarcado. Esta mujer, fue obligada a casarse con un hombre brutal, para esconder el escándalo, y murió al dar a luz a Juan Machín.

Al enterarse de esto, desesperado por los remordimientos, Juan de Aguirre se enroló en un barco negrero, y cambió sus papeles de identificación con un piloto, llamado Tristán de Ugarte.

Tras muchas peripecias, el barco fue hundido por un navío inglés, y ellos, apresados. Más tarde, ellos dos, y otro compañero, Allen, consiguen huir, y Tristán resulta muerto, pero al tener cambiados los papeles, le dan oficialmente por muerto. De ahí el tema de su falso funeral.

Más tarde, Juan de Aguirre pudo rehacer su vida, y casarse, de donde, nació Mary. Por último, conocemos el final de la historia del tesoro de Zaldumbide que implicó la muerte de Allen en el Sahara.

Esto finalmente se lo relata Shanti a un escritor donostiarra al que vemos con su boína, su bufanda y su abrigo oscuro, que al que le ha descrito su vida desde su infancia en Lúzaro, su juventud soñadora en tierras gaditanas, sus venturas y desventuras como capitán de fragata y, sobre todo, la fascinación por su tío Juan de Aguirre.  Con la conciencia de una vida ya cumplida y no del todo satisfecha, Shanti Andía acompañada de Mary relata ese cariño a ese señor que pudiera ser, así se afirma en la película, el mismísimo Baroja, que en su obra nos muestran las gentes del mar, un medio que va perdiendo su romanticismo, y sobre todo con revivir un tiempo que ya, inexrorablemente, es encuentra perdido.

Luis Larrañaga en Auñamendi Eusko Entziklopedia nos cuenta que la adaptación de la novela al cine, no fue muy feliz, a pesar de las buenas intenciones del director que, para mayor eficacia, realizó personalmente hasta los decorados y diseñó el vestuario.

Pero la novela de Baroja, sobre todo en lo que atañe al mar -principal intérprete de esta novela de aventuras de personajes y ambiente vascos- pierde toda verosimilitud en la película con tanto cartón piedra y queda en un intento prácticamente malogrado.

Ni la fotografía de Manuel Berenguer, ni la música del navarro Jesús García Leoz, pudieron hacer mucho para paliar los errores de planteamiento.

Por su parte, Jorge Mistral encarna al protagonista Shanti con sobriedad, pero sin encanto. Más convincente esta el Juan de Aguirre encarnado por un solvente actor de la época, Manuel Luna. Tampoco se puede destacar a Josita Hernán para sacar adelante su Mary. Larrañaga, tirando para su casa y un poco chauvinista, destaca que en el extenso reparto no hay actor alguno vasco aparte de una fugaz presencia del propio escritor don Pío.

La película se estrenó en Madrid el 3 de febrero de 1947 y así como la crítica madrileña la recibió con júbilo por tratarse de una adaptación barojiana, la crítica vasca se sintió defraudada al ver el eterno desconocimiento que demostraban del mar. La Junta Clasificadora de Películas la considero "de interés nacional".

Para Francisco Collado Berrocal, editor de el blog "El Gabinete de Kaligari" estamos ante una obra atípica que rompe con la cinematografía dominante en aquella época, volcada en folklores patrióticos, sin embargo, por momentos aquí aparecen una par de temas alguno flamenco y una copla vinculado a la estancia de Shanti en Cádiz , incluso un zortziko.

El director Arturo Ruiz Castillo realiza una película de aventuras basada en la narración barojiana con una narración pretendidamente intrépida, con interesantes juegos de cámara y primeros planos que reflejan la psicología de los personajes. Sin embargo, lo intrépido está en la narración literaria más que en la visual y cinematográfica. El peso de unos diálogos excesivamente literarios para Arturo Ruiz lastra levemente el desarrollo cinematográfico, pero la magnífica interpretación de los actores , así como lo interesante de la historia permite mantener el interés.

La adaptación no fue muy feliz, según opina el editor del blog "El dardo en la palabra", a pesar de las buenas intenciones del director que, para mayor eficacia, realizó personalmente hasta los decorados y diseñó el vestuario. Entre la pobreza de medios, y lo poco trabajado del guión, que no sabe sacar partido de la historia, se queda en un intento malogrado. Ni la fotografía de Manuel Berenguer ni la música del navarro Jesús García Leoz, que incluye algunas canciones populares vascas y andaluzas, pudieron hacer mucho para paliar los errores de planteamiento.

En el extenso reparto hay un huequecito para el propio Pío Baroja que, al final de la película, aparece escuchando el relato que de su vida, hace el propio Shanti. A Baroja le vemos con esa imagen que se ha hecho típica en nuestro imaginario a la hora de evocarle: chaqueta, boina y bufanda.

Las partes de más acción y atractivo de la novela, pierden garra en la película, pues las imágenes marineras están resueltas en decorados, más bien cutres y con un par de tomas exteriores en las que se ve a los marinos desplegando velas y otras de la quilla del barco rompiendo las olas, que se repiten una y otra vez. Hay también unas escenas de un rescate de pescadores en las cercanías de Lúzaro, que incluyen planos lejanos de lanchas bogando y otros montados a base de transparencias, para un resultado, como casi todo en el film, que destila mucha voluntad y poco acierto.

En este caso, como en muchas ocasiones, la obra literaria está muy por encima de la película. Con motivo del estreno de Las inquietudes de Shanti Andía Jardiel Poncela le escribió una extensa carta, en la que, entre otras consideraciones de gran interés para conocer su pensamiento estético y sus ideas acerca del público y el papel de la mujer, le elogia la adaptación realizada de la obra barojiana al tiempo que le hace una serie de consideraciones teóricas muy interesantes sobre las relaciones entre la literatura y el cine.

Para Santiago Navajas en Libertad Digital "Las inquietudes de Shanti Andía (1947) es la magnífica ópera prima de Arturo Ruiz Castillo, donde se capta el ambiente español a través de unas coplas que transmiten esa poética filtrada entre líneas de la austera prosa, al mismo tiempo lúcida y triste, de Baroja "¡Qué triste que va la luna cuando no lleva el lucero!" canta la cupletista que interrumpe la copla para decirle al protagonista: "No bebas más, los vascos os ponéis luego insoportables" La dirección de Ruiz Castillo está a la altura del guión, que combina extraordinariamente la narratividad aventurera con la reflexividad de una voz en off que ilustra la memoria nostálgica de Shanti Andía. Una nostalgia que es la del espíritu de Baroja, una morriña acerca de un pasado que no fue y de un presente que no acaba de hacer brotar un futuro que se percibe trágico. La aventura física de Shanti Andía es sobre todo moral y Ruiz Castillo hace que sea además, románticamente estética, sin dejar de lado ese humor tan sutilmente patético que era la marca de la casa de don Pío."

El tiempo ha pasado y no sólo ha arrinconado el  mar y los marinos, sino que también lo ha hecho con la película. Cabe la posibilidad que , con el tiempo, el cine español retome esta historia de aventuras, magníficamente narrada por Baroja,  que adaptarla ligeramente puede ser una buena película de cine tan histórico como aventurero. Desde aquí apremio a los productores y a la ETB a meter mano en el proyecto , pues la historia en sí, es una gran historia que visualmente puede ser muy aprovechable.




lunes, 14 de septiembre de 2015

Els segadors / La venganza



Ahora que estamos de lleno en la campaña electoral catalana viene de manera apropiada hacer  referencia al himno catalán   "Els segadors", aunque sólo sea como triste excusa ante la película que he visto esta noche y que ha sido presentada en este buen programa cinematográfico que tiene la 2 como es "Historia de nuestro cine" que la semana pasada se centró en la relación que ha existido entre el cine español y el campo como espacio cinematográfico. Y lo cierto es que si la anterior , Marianela, la película de Benito Perojo del año 1940, fue metida como calzador, pues se centraba en una historia que se desarrollaba en un entorno minero, aunque también había un componente agrario en esa película en lo social, tal y como comentamos en la entrada anterior, la que he tenido que ver en la noche de ayer y que tenía como título "La venganza", sí que es apropiada, como también lo son otras dos del ciclo: Furtivos y Tierra.

Pero volviendo a lo que nos ha traído hasta aquí, La venganza,  se trata de una película española dirigida y escrita por Juan Antonio Bardem en 1958. En su realización estuvo detrás una de las productoras claves del cine de postguerra como fue Suevia Films y que tenía como cabezas visibles a Manuel J. Goyanes y Cesáreo González en la producción. De cualquier forma diré que lo que posiblemente llame más la atención desde el principio de la película es la participación en la distribución de la Metro Goldwyn Mayer. Posiblemente se deba este hecho a que la película fue exhibida en el Festival de Cannes de ese mismo año, y por ser la película española que ostentó el honor de ser la primera que representó a España en los premios Oscar. 

La dirección artística contó con Enrique Alarcón, mientras que el guión, coo ya hemos eeñalado fue de Juan Antonio Bardem. En la música destaca la labor de Isidro B. Maiztegui, la fotografía en Eastmancolor de Mario Pacheco, la escenografía de Enrique Alarcón, el montaje de Margarita de Ochoa, el maquillaje de Carmen Martín y el vestuario de Humberto Cornejo. 


El elenco de actores y actrices lo encabezan Carmen Sevilla como Andrea Díaz, Jorge Mistral como Juan Díaz y Raf Vallone como Luis "el Torcido". Junto a estos se encuentran Manuel Alexandre como Pablo "el Tinorio", José Prada como Santiago "el Viejo", Manuel Peiró como Maxi "el Chico". Y en papeles menores una joven cantante como Conchita Bautista, Rafael Bardem como el médico, José Marco Davó como un hombre, Maria Zanoli como madre de Luis, Xan das Bolas coo un jornalero gallego y Fernando Rey como escritor. Aparecen igualmente Rufino Inglés, Ángel Álvarez, Goyo Lebrero, José Riesgo, Arnoldo Foà y Louis Segnier Su estreno en España tuvo lugar el 16 de febrero de 1959. 


La película empieza con una narración de Francisco Rabal que funciona como prólogo , en el que el autor de la obra -. y del guion- Juan Antonio Bardem comenta que "La venganza" no es más que una historia sobre el trabajo de una cuadrilla de segadores. Sin embargo, es mucho más que eso, puesto que en esa misma narración se habla de una realidad española, la de los jornaleros, hombres y mujeres sin tierras que se vende como mano de obra para las labores del campo y cuyo trabajo implicaba la necesidad de desplazamiento estacional de aquellos trabajadores del campo que carecen de tierras y que eran tan común en las tierras de España, destacando las que se movían entre la periferia hacia el centro, y más concretramente a Castilla. En este caso la historia  se desarrolla cuando un grupo de jornaleros/as se ofrece para , la siega del cereal en las planicies castellanas. 

Una vez escuchada la introducción de Rabal, vemos la llegada a un pueblo de uno de los protagonistas. En concreto se trata de Juan (Jorge Mistral) que regresa al pueblo del que salió con destino a una cárcel en la que estuvo encerrado diez años por un crimen que, el afirma, no cometió. 

Casi de inmediato vemos como es observado inicialmente con recelo por parte de la Guardia Civil, así como por algunos de sus convecinos, personas del pueblo que conocen una historia , que , a su vez, es desconocida para el espectador y que llevó a la ruina a Juan y a sus familia. 

Juan llega a una casa. En la misma se encuentra su hermana Andrea (Carmen Sevilla), casi una desconocida. Entre ambos deciden vengarse de quien creen que es el culpable de los males de la familia: Luis "el Torcido" (Raf Vallone). 

Realmente es su hermana la que lo convence y, finalmente, Juan está decidido en matar a Luis "el Torcido", al que cree culpable de su desgracia. 

Las noticias corren como la pólvora, así que la familia de la víctima recibe pronto la información del retorno de Juan. En esa familia vemos dos posturas; una, intolerante, visible en la madre de Luis, y otra, la de Luis, partidario de olvidar y perdonar.


Pero la realidad es como es, y tanto Luis como Juan necesitan dinero, por lo que no tendrán más remedio que unirse a una cuadrilla de segadores. La cuadrilla está encabezada por Luis. A ella se unen los dos hermanos, que resultan ser andaluces. La cuadrilla se completa con tres hombres más: un veterano como Santiago "el Viejo" (José Prada),  un "flamenco" como Pablo "el Tinorio" (Manuel Alexandre) y Maxi "el Chico" (Manuel Peiró). Juntos los seis formarán una cuadrilla de segadores que busca trabajo por los campos de Castilla. 

Desde el principio, los dos hermanos se muestran hostiles con el jefe de la cuadrilla, llegando a retarse en más de una ocasión. Sin embargo, les une la necesidad y la pobreza, así que persisten con el trabajo.

El intento de violación que sufre Andrea (Carmen Sevilla) por parte de un comerciante, los acerca momentáneamente. Sin embargo, el amor se interpone entre ese odio, pues entre Andrea y Luis comienza una irresistible atracción.

El devenir de la cuadrilla es compleja, pues se encontrarán dificultades derivadas de la modernización del campo - la aparición d las cosechadores se presentan como una adversidad , cuya respuesta luddista casi lleva a la muerte a Santiago-, pero también de la pobreza y los bajos sueldos que lleva a todo un pueblo a rebelarse contra un terrateniente y en la que la cuadrilla son tomados como unos esquiroles por parte de los trabajadores locales que casi llegan a linchar a Juan; las rivalidades con otras cuadrillas de otras comunidades - segadores gallegos encabezados por Xan das Bolas compiten contra la cuadrilla andaluza; la miseria de otros itinerantes como son los cómicos; las circunstancias imprevistas coo el incendio de la cosecha y los carros; o el enfrentamiento abierto entre Juan y Luis, que finalmente es frenado por la solidaridad de la gente cuadrilla y del amor. Es el amor y con ella la reconciliación de las familias con las que se pone el punto y final a la película. 

“La venganza” es, ante todo,  un drama rural construido sobre el odio, una reflexión universal que conduce a cuestionarse si se puede edificar un proyecto vital sostenido sobre el rencor. La respuesta par Bardem está clara, pues es reconciliadora.

Sin embargo, la película va más allá del simple drama, para ser uno de los puntales de la historia del cine español, especialmente en lo relacionado con la censura. De hecho, tuvo numerosos problemas con la censura, que llegó a prohibir el título original que ya aparecía en el guion escrito en 1957 y que era el de Los segadores, básicamente, por coincidir con el nombre del himno catalán (Els segadors). 

Otro hecho condicionado por la censura fue cambiar el momento histórico y contextual en el que se desarrollaba la historia. Para Bardem la historia que tenía prevista en su inicial guion tendría lugar en el presente, es decir, años cincuenta. Sin embargo, la censura "sugirió" que los hechos descritos tendrían lugar en el verano de 1934 , según Javier Ocaña (1931 para Terenci Moix). Por lo que la dura situación social de los segadores que se describe en el filme sería responsabilidad de las autoridades republicanas y no de las franquistas". 



Lo cierto es que con esta película Bardem quiso responder a las tristes conclusiones a las que habían llegado en el año 1955, en un Cine Club de Salamanca, un grupo de cineastas españoles mientras celebraban unos encuentros sobre la realidad del cine español en los años cincuenta. Entre esos cineastas españoles de todo tipo y pelaje en los social e ideológica estaba Juan Antonio Bardem. Entre las conclusiones a las que se llegó en ese encuentro se afirmaba lo siguinte: "El cine español actual es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico". 

Tres años más tarde quiso romper esta dinámica y  presentar La Venganza como una alternativa a la sequia cinematográfica. Para ello creó un estupendo drama rural, con tintes neorrealistas y clara intención disidente como nos comenta Fernando de Cea, Ethan, en su blog

Con La Venganza Bardem ponía un broche de oro a esa trilogía iniciada con Muerte de un Ciclista (crítica a la alta burguesía) y continuada con Calle Mayor (opinión sobre la clase media de provincias), aunque su idea era abrir una puerta a la realidad española del momento. 

La trama es una clara metáfora del enfrentamiento entre las dos Españas. Los vencidos representados y  personificados por Juan Díaz (Jorge Mistral), el personaje que regresa de la prisión (el exilio) después de cumplir condena por un delito no cometido, han de convivir en un pueblo con los vencedores, en este caso representado por Luis, “El Torcido” (Raf Vallone), el jefe de los segadores que pertenece a la familia responsable de acusar a Díaz. Los vencedores son “Los de la Casa Vieja” (representants del viejo poder , del régimen). Ambos personajes se unen a otros tres campesinos y a la hermana de Juan para formar una cuadrilla. En el peregrinaje, en busca de campos para segar, la rivalidad de los dos se verá acrecentando. 

El guión y la estructura de itinerario provocan que surjan contratiempos y dificultades, pero también nuevos acompañantes. Todo desembocar en los inevitables enfrentamientos entre los miembros del grupo, pero también con los habitantes del pueblo o con los capataces. Especialmente complicado es el de Juan versus Luis, que sólo es frenado cuando aparece el amor. 

La venganza, fue una de esas película modificadas enormemente por la censura española, y sinembargo, es extraño que le pusieran como título La venganza cuando precisamente la película trataba de abogar por la reconciliación nacional. El propio director Juan Antonio Bardem, pretendían ofrecer "una solución democrática y pacífica al problema español". El objetivo era ese, presentar el Plan de Reconciliación Nacional promovido por el clandestino Partido Comunista, pero la censura entendió otras cosas.

El rodaje comenzó el 26 de junio de 1957 acabando el 29 de septiembre de dicho año. Tras eso comenzó el montaje y vinieron los éxitos. 

Fue la primera película seleccionada por España para los Oscar, aunque el Oscar a la mejor película extranjera de aquel año, 1959, recayó en la francesa Mi tío, de Jacques Tati, como tampoco en Rufufú de Monicelli.  También fue presentada al Festival de Cannes de 1958 donde consiguió el Premio de la Crítica Internacional. 

A nivel interno, en los Premios del Sindicato Nacional del Espectáculo de 1958 la película quedó en tercer lugar, aunque su director recibió el Premio al Mejor Director y a la Mejor Realización Técnica. En los Premios San Jorge de 1960 recibió el premio a la Mejor película española y Mejor Fotografía en Película Española para Mario Pacheco. 

Son muchas las virtudes técnicas y narrativas las que encontramos en este Bardem. Por ejemplo, el director para alejarse del maniqueísmo, hace referencia a un tercer punto de vista, el del espectador neutro, el que sólo quiere que la gente viva en paz, interpretado aquí por el escritor (Fernando Rey) para dotar a la trama de un personaje culto, ajeno al conflicto entre Juan y “El Torcido” que aboga por el bien y el sentido común. 

También el resto de integrantes de la cuadrilla, que prácticamente representan todas las edades de la población adulta, reflejan la veteranía, la alegría  y la vitalidad, y todo ello lleno de sensatez y cordura. Son ellos los que evitan el conflicto en más de una ocasión. Por contra, impulsora del conflicto y , finalmente, clave en la resolución entre los Díaz y los de la "Casa Vieja" es Andrea/ Carmen Sevilla alegada de su registro de folclórica que parte del odio visceral al perdón por amor que vence en ese pulso entre el amor y el odio.

Bardem se acerca al drama por medio de una estética realista. De hecho la película podría incluirse dentro de la rama neorrealista nacida en 1945 en Italia con Roma. Aquí el realismo lo vemos en  la buena ambientación, en el sentido naturalista de la trama, en el ambiente áspero, rudo y visceral del campo, en la plasmación de la fealdad y en la miseria económica y moral - en algún momento como el intento de violación- , y en el gusto por las imágenes casi documentales de las labores de siega que se asemejan al tono épico de los cineastas rusos, u muy visibles en los contrapicados y en enmarcar la figura en esos cielos azules intensos.

Bardem, además, analiza y retrata el carácter de estas personas en ocasiones embrutecidos que los hace  comportarse como auténticos animales, brutos, llenos de ira, odio y rencor, duros como los campos y tierra que pisan. Barden consigue retratar el alma de estos personajes en un fondo rudo y cruel, unas tierras de campos infinitos, de sol abrasador, y pequeños pueblos con historias que no se pueden olvidar y  que moldean el alma de los habitantes que la habitan. Pero , al final, lo que le interesa a Bardem es su mensaje: “¡La tierra es grande y cabemos todos juntos!

Para Terenci Moix en su tercer volumen de la Historia del Cine lo más destacable de la película fue la interpretación de Carmen Sevilla, su mejor interpretación, según él, aunque se resiente un poco por haber sido cortada en más de una hora para estrenar una versión de noventa minutos, y la imposición de pasarla a los años 30 y no al 57, perdiendo así parte de su virulencia, que se basaba en la coincidencia del mensaje de la película- una venganza que no se lleva a cabo- con la política de reconciliación nacional propugnada entonces por el Partido Comunista. 

Por su parte, Javier Ocaña, en la presentación de la película en  Historia de nuestro cine,  destaca que no pudo llevar a la pantalla una película política a través de este drama rural , pero que el resultado fue una película muy bella en lo formal, en la que destaca los planos inspirados en el cine soviético, tanto los contrapicados como los primeros planos - visibles durante el incendio-, y muy intensa en su discurso por lo intemporal. Llega a calificar la película como una road movie a pie por los caminos de Castilla.

De cualquier manera, Juan Antonio Bardem, que ya había pasado por la cárcel durante los semanas en 1956 , mientras rodaba Calle mayor,  demostraba con La Venganza que se podía salir del oscuro y profundo pozo en el que se encontraba el cine español.