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lunes, 13 de julio de 2020

Bigas Luna, un buen anfitrión


Publicaba Ángel S. Harguindey en El País el 30 de noviembre de 2014 que "Documentales como Bigas Luna, el buen anfitrión, de la guionista Genma Soriano y con Sergi Castelar como director, permiten al espectador reconciliarse con esa empresa de manipulación política en la que que, cada día con más descaro, se ha convertido RTVE. Frente a la desfachatez de la nueva cúpula directiva joseantoniana (Sánchez y Gundín), espacios como la serie Imprescindibles, a la que pertenece el documental sobre Bigas, demuestran que es posible una televisión pública bien hecha, pensada para la ciudadanía que la paga y no para el partido político que ocupa el poder y que aspira a ocuparlo de nuevo con su ayuda.

Y si el cine es entretenimiento, historias contadas y patio de butacas que hay que llenar, también es una herramienta espléndida para el conocimiento de personas, épocas o acontecimientos. Después de contemplar sus 56 minutos, el espectador conoce más y mejor al protagonista, un individuo tan polifacético y disfrutón como lo fue Bigas. Actores, mujer, hija, estudiosos, galeristas, amigos, productores y guionistas desfilan por sus imágenes aportando un dato, un recuerdo que nos acercan al realizador".

Yo he tardado en verlo, pero he disfrutado de lo lindo viendo el documental , pues me ha permitido recordar parte de su filmografía. Desde Tatuaje basada en la obra de Vázquez Montalbán y que ya pasó por aquí hasta otros títulos que pude ver en su momento que van desde la imborrable jamón , Jamón, pasando por Huevos de oro, u otros títulos como la Camarera del Titanic, la expansiva Bámbola, Las edades de Lulú y otros muchas que hicieron de este director toda una referencia.

Lo bueno del documental es que descubres cosas que no sabías. Su procedencia del mundo del diseño- sus mesas-, su pasión por la pintura, el amor por su tierra, por su huerta, su paso por Hollywood de la que derivó la metacinematográfica Angustia, su cine más personal desde sus inicios con Caniche o Bilbao, incluso como aprendió la práctica de la dirección realizando películas eróticas, realmente cortos, vendidos como películas Promo, y que la gente leía como Porno.

Interesantes las aportaciones de su hija y su mujer, así como la de Jordi Mollá, que imitando el fuerte acento catalán del director al principio del documental cuenta como lo recordaba como el magnífico anfitrión "Me acuerdo cuando me dijo: 'Sólo soy bueno para sentar gente a la mesa" o como era una hombre para sacar imñagenes de todo como ese corto genial que es "El casting de los perros" en inglés. Una delicia.

Al final con su huerta encuentra otro mundo. Un mundo satisfactorio y que le llena de vida. Un hombre como dice Hanguindey que sabía del "placer del gusto, la amistad, el amor, la ironía de las conversaciones, las miradas... un mundo que amaba y al que se entregó con serena intensidad".

En el diario el mundo se señala que el documental "establece un juego entre realidad y ficción, una especie de diálogo onírico entre el director y el espectador para adentrarse en el universo de este particular director".

Por el documental, además de fragmentos de sus películas, incluso la que le iba a dedicar a su nieta- la que inspiró sus últimos momentos en lo creativo - falleció en la primavera de 2014 de forma inesperada- pasan su admiración por Hitchcock, Buñuel, Goya, Dalí referencias a ellas había, y muchas, en sus películas,  pero también el mucho placer que le producían las paellas o los calços, la idea de España que se podía descubrir por medio de las tragaperras instaladas en los muchos bares del país, pero también sus dibujos y cuadros, sus palmeras - al fin y al cabo, la materialización de sus padres- la imagen de su árbol favorito que no era otro que el algarrobo, su paso por Hollywood o Juani la poligonera. Un documental de este hombre obsesivo al que gustaba los pies´y  las tetas  capaz de llevarnos en un barco, mostrarnos como somos en peleas con los huesos de un jamón, llevarnos a un polígono o si no mucho mejor, a la luna.



sábado, 25 de abril de 2015

El Tatuaje visto por Bigas LUna


Fue una sorpresa para mí encontrar que Tatuaje, la novela de Manuel Vázquez Montalbán leída la semana pasada, se había llevado al cine, y que su responsable era , nada más y nada menos, que Bigas Lunas, ese gran director narrador de historias bizarras y altamente cargadas de erotismo. De inmediato pensé que debía de ser un episodio sobre el personaje de Pepe Carvalho que presentó televisión española en los ochenta, y con Eusebio Poncela como el investigador privado gallego radicado en Barcelona. Pero nada de eso. 
El investigador lo asume un hoy olvidado Carlos Ballesteros y se trata de una obra cinematográfica “sensu stricto”. Estamos hablando de una película filmada en 1976 y estrenada en 1979, dirigida por Bigas Luna, un spanish thriller, realizada en España, y basada muy textualmente en la obra de Manuel Vázquez Montalbán. De hecho en el guión participa el mismísimo autor de la novela, Manuel Vázquez Montalbán, al que se suman Bigas Luna y José Ulloa. 
La producción recae en el mismo director a través de la productora Luna Films con la que accede a su primer largometraje que, por cierto, le costó trabajo estrenar, pues rodado en el verano de 1976 acaba siendo estrenado tres años más tarde, en 1979. La música de la película, a partir de piezas de Toni Miró, está interpretada por una reunión de componentes de Música Urbana, Blay Tritono y La Rondalla de la Costa, y dirigida por Joan Albert Amargós, aunque a mí me recordaban a Iceberg, aquella banda catalana de los setenta. La fotografía, muy granulada, propia del cine de la época es de Tomás Pladevall.

El actor zaragozano Carlos Ballesteros, Pilar Velázquez y Terele Pávez son los actores y actrices que encabezan el reparto, asumiendo el papel de Pepe Carvalho, Charo y la Andaluza. A esta su une Mónica Randall, Luis Ciges y Carlos Lucena. A estos dos , Mónica y Ciges, lo hemos visto esta semana en la película de Berlanga. 

Estamos en la Barcelona, preolímpica, portuario y cutre , pero también cosmopolita que tiene como epicentro Las Ramblas, la Barceloneta y la Diagonal donde las prostitutas, los bares y billares de carajillo conviven con la alta burguesía. En esa Barcelona del año 1976 aparece en una playa el cadáver de un hombre joven, alto y rubio con la cara comida por los peces, y portadora de una tatuaje, como algo inhabitual y extraordinario en ese momento, en el brazo con la frase: "He nacido para revolucionar el infierno". Así comienza un extraño enigma. 

La historia narrada sigue casi literalmente el libro. A saber Pepe Carvalho, detective gallego, ex agente de la CIA y escéptico vocacional, recibe un encargo de investigar la identidad del cuerpo hallado en la playa por parte de un oscuro empresario dueño de una peluquería que vive en la peluquería de la Queta. La única pista es un tatuaje que llevaba el muerto, donde se leía la frase "He nacido para revolucionar el infierno". La aparición del cadáver da lugar a una redada de chulos y prostitutas por parte de las autoridades policiales de la Ciudad Condal. 
A pesar de las pocas pistas, un tatuador le pone en camino de Holanda. Entre los canales de Ámsterdam, otro tatuador lleva a Carvalho a la fábrica de Phillips en La Haya, en la que dos trabajadores españoles, le dan el nombre. Sin embargo, la necesidad de saber algo más lo lleva aun hotel , el de Las Palmas, en Ámsterdam, regentado por un alemán. 
Efectivamente , tras negar su conocimientos y tras sufrir pepe una paliza como aviso, el dueño del hotel le pone en contacto con una mujer, la escamante del fallecido, que a su vez encauza al detective con la amante catalana que ha encontrado a su regreso a España. 
El investigador no tarda en dar con la respuesta y con la claves del caso que lo llevan a una casa de Caldetas, con la Queta y con el hombre que lo contrató, última víctima de un caso que acaba con la Charo, con Pepe y la Andaluza en un chiringuito comiendo una paella pasada. 

Juan José Bigas Luna , el “Bigas” para sus amigos dirige aquí su primer largometraje. De hecho recibimos información de cómo el está de la producción a través de un cartel anunciador llevado por un avión, así como las imágenes de los títulos de crédito. 

Estamos ante una película que se deja ver, con una magnífica banda sonora que refleja la sonoridad de estos mediados de los sesenta con aires de jazz. En cuando a las actuaciones no puedo destacar los de Carlos Ballesteros con su pipa-cigarrillo, pero ver a esta joven Pilar Velázquez y a una ordinaria Terele Pávez dando buena muestra de lo que más tarde desarrollará. 
Tatuaje fue el debut tras las cámaras del catalán Bigas Luna, que pone fin a su vida de forma involuntaria el 6 abril 2013 a los 67 años. La trama no es lineal, pero sí muy literaria. Bigas Luna (1946 - 2013) a los 67 años de edad, ha sido el director de casi una veintena de películas, a cada cual más especial, descubridor de nuevos talentos, fotógrafo y artista visual… 
José Juan Bigas Luna –el Bigas- como señalaban en su reportaje de Imprescindibles - de TVE a la carta- y firmado por Gemma Soriano y Sergi Castelar era un director de cine, un artista, un intelectual, un ecologista convencido, un filósofo, un seductor… pero sobre todo, Bigas, con estudios de arquitectura e interiorismo, era un buen anfitrión especialmente en los últimos años estaba instalado en la localidad de Virgili (Tarragona), donde había creado junto a su mujer una empresa de productos ecológicos..