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sábado, 31 de agosto de 2019

Memorias de un ángel caído


Era el año 1997,  y sólo habían pasado dos años del éxito de una película de terror española, titulada El día de la Bestia, así que la estela iniciada por la película de Álex de la Iglesia y que había sido una gratísima sorpresa en el cine español, parecía tener continuidad.

La película del bilbaíno que combinaba religión, rock duro , sanatismo y milenarismo tendrá continuidad en cuanto temática , aquel año de 1997 al retornar al cine una historia que tenía presente a la iglesia católica junto con la perturbadora presencia del diablo. Era lógico que el cine de terror español se diese cuenta que había un filón en el género, así que apostó , en parte, por hacer y producir películas de terror  con elementos religiosos que acabaron por ser exitosas sagas como la de¨Rec¨ de Jaume Balaguero y Paco Plaza, o "Los sin nombre", vistas casi todas,  ; u otras no tan brillantes como "Tuno Negro" que pude ver , u otras que no he visto como "School killer", "El Arte De Morir" y "Mas De Mil Camaras Velan Por Tu Seguridad", esta última vinculadas con los directores de Memorias de un ángel caído, Fernando Alonso y David Camera, película que me ha traído hasta aquí en el día de hoy.


Ese año se estrenaba "Memorias del ángel caído" la película que supuso el debut de los jóvenes directores Fernando Cámara y David Alonso, aunque éste había realizado Bajo un cielo extraño . Ambos debutaron en el cine con esta película, que participó en la sección oficial del Festival de Sitges, aunque habían tenido cierto recorrido en televisión. Con ella obtuvieron unas críticas muy estimables, y finalmente, incluso fueron nominados al Goya a la mejor dirección novel.

Después de su separación como pareja de directores, cada uno de ellos solo logró hacer un largo más en solitario. David Alonso, en el año 2003, realizó "Más de mil cámaras velan por tu seguridad", un thriller juvenil mientras que Fernando Cámara dirigió "Trastorno", otro thriller de corte familiar en el año 2006.

La película era una producción de Luis Méndez Zori como productor ejecutivo y Luis Méndez como productor estando respaldados por la productora Lotus Films Internacional y Televisión Española (TVE) invirtiendo en ella 300 millones de pesetas (unos 2 millones de euros).

El guión fue escrito por Fernando Cámara y David Alonso siendo la música labor de Javier Cámara. El encargado de la fotografía fue Fernando Arribas ,mientras que la edición es de Carmen Frías siendo los responsables de la decoración Carlos Dorremochea y del vestuario José María García Montes y María Luisa Zabala.

En cuanto al reparto alguno de los actores más granados del cine español del momento, gran parte de ellos hoy desaparecidos, como Santiago Ramos como el sacerdote Francisco ( y hoy más centrado en teatro y la televisión), José Luis López Vázquez como el sacristán Antonio, Emilio Gutiérrez Caba como el sacerdote Vicente, Asunción Balaguer como Juana la mujer del sacristán, Tristán Ulloa como un joven seminarista de nombre Alberto, Luis Pérezagua como el jesuita e investigador paranormal Jorge, Héctor Alterio como el párroco Julio y Juan Echanove como Carlos. También aparece el actor Eduardo MacGregor fallecido en enero de 2019 como un sacerdote jubilado y enfermo.

La historia comienza en una parroquia del centro de una gran ciudad , aunque no se diga es Madrid. En la misma ejercen su sacerdocio el Párroco Julio (Héctor Alterio) y es auxiliado por otros dos sacerdotes , el padre Francisco (Santiago Ramos) y el padre Vicente (Emilio Gutiérrez Caba). La vivienda en la que viven,al igual que la parroquia, es atendida por un sacristán , Antonio (José Luis López Vázquez) y su mujer Juana (Asunción Balaguer).

La convivencia en la misma es compleja, pues mientras que el padre Francisco, está pasando por una crisis de fe dado su carácter científico, el padre Vicente está necesitado de milagros. Frente a ellos, el Párroco Julio, mantiene un equilibrio entre la realidad y la fe.

Además en la vivienda colindante al templo conviven el joven sobrino de Vicente, un joven estudiante del Seminario de nombre Alberto (Tristán Ulloa) al que le encanta el jazz , y un viejo sacerdote que ha superado el centenar de años y que está moribundo. Fue el maestro del párroco Julio y de Antonio, un hombre que se salió del seminario para casarse con Juana.

En un día , mientras la celebración de una bautizo tiene lugar un extraño acontecimiento. Se escucha una ráfaga de aire intensa y tiene lugar una luminosidad cegadora con un destello surgido desde la cúpula y , casi de inmediato, se produce la congelación del agua bendita. Para el padre Vicente se trata de un milagro, mientras que Julio intenta racionalizar lo ocurrido, mientras que las dudas asaltan al ahora dubitativo padre Francisco.

Al día siguiente, como era de esperar, a la ceremonia religiosa asiste un número mayor de feligreses. La misa no puede ser impartida por el párroco ya que el viejo sacerdote y profesor entra en coma.

Al tener que acompañarle al hospital. le pide a Francisco que imparta la misma, pero este le dice que únicamente colaborará en la misma, quedando al frente Vicente. Este , viendo el número mayor de asistentes y vinculándolo con un auténtico milagro, da una misa plagada de citas sobre los milagros necesarios en el cristianismo y pide que todos vean a través de sus ojos en la homilía.

A la hora de impartir las hostias consagradas se va a producir un hecho relevante: algunos de los feligreses que están practicando la eucaristía caen en apariencia muertos con los ojos en blanco quedándose ciegos. Un hombre que ha atendido a la primera afectada corre y grita que han de “vomitar la comunión”.

La muerte de los feligreses tiene dos efectos. Por un lado la policía se encarga de la investigación siendo el encargado de la misma el inspector Carlos ( Juan Echanove); por otra, el obispado manda a un investigador paranormal, otro sacerdote, Jorge ( Luis Pérezagua ) a estudiar la realidad parroquial. 

Poco a poco algunos de los sacerdotes comienzan a sufrir extrañas visiones. Entre ellos está Francisco ve o alucina con la visión de una monja, de más de dos metros de altura y con la cara envuelta en la oscuridad, que se desliza delante de él y le muestra un escrito en la pared: Al tercer día, unas palabras que ya habían aparecido en los paños sagrados.

Francisco , a su vez, sigue sufriendo con su crisis espiritual, pero atendiendo sus labores descubre que Juana está necesitada de hablar con él, puesto que sufre por la situación de su hijo yonki que se enfrenta a diario con el padre y se adicción va a más.

El padre Francisco busca a los yonkies entre los que ha de estar el hijo de Antonio y Juana desembocando un una antigua ermita , hoy abandonada, la de Ciudad blanca. Allí encuentra a muchos drogadictos en una situación parecida a la de sus feligreses. Aparecen otras pistas misteriosas que indican que el hijo de Sacristán (José Luis López Vázquez) es el sospechoso principal.

Carlos, el inspector, está molesta con Francisco, pero junto a él va al Tanatorio para que se investigue igualmente el agua bendita. En el laboratorio, el forense (Fernando De Luis ) no detecta nada en el agua, pero mientras se produce un giro inesperado cuando uno de los cadáveres de los comulgantes vuelve a la vida en la sala de autopsias ante el “Padre Francisco” que parece dar amparo a un resucitado.

Mientras, entre los residentes en la parroquia, las cosas van a peor. Las visiones se han generalizado y además las cosas se extreman con la acción de Jorge el investigador de lo Paranormal, un cura que participa en programas de televisión hablando del más allá y que coloca distintos aparatos para medir la fuerza, que parece residir en Francisco.

Poco después reciben la noticia de la muerte por sobredosis del hijo de Antonio y el suicidio de su mujer. Antonio no quiere ir ni al entierro permaneciendo en el trabajo de forma rutinaria.

Esta conclusión le atormenta aún más, pero lo más doloroso se producirá cuando , una vez cerrado el caso por la policía, y reabierta la Iglesia durante la Eucaristía un añadido en piedra cercano a la cúpula que representa a un querubín que cae sobre un niño amigo de Francisco, matándolo, e hiriendo en la mano a Vicente.

La decepción se hace patente en todos tras lo ocurrido. La policía ordena la salida de todos. Mientras recogen sus enseres Francisco da con una librería del Parroco. Sin querer descubre unos libros que corresponden con la llama “ Doctrina de Matesanz” donde se relatan los hechos que han acontecido y que parecen cumplirse uno tras otro ( la luz cegadora procedente de la cúpula, la congelación de líquidos sagrados, la ceguera entre los feligreses, la resurrección de los muertos, la muerte de los inocentes en la eucaristía ,...)

En ese momento Julio da explicaciones del por qué de la presencia de los libros procedentes de un Teólogo desviacionista.

Tras eso Julio va al hospital y descubre que el viejo sacerdote ya no está allí. Cuando retorna a la Iglesia ve que preside el altar como un jefe eclesiástico.

Por su parte, Francisco sigue con sus averiguaciones y dudas llegando a la Iglesia encontrando en el altar a Matasanz y a Julio crucificado y martirizado. El responsable de todos es...(imaginadlo)

La historia acaba con una celebración eclesiástica conjunta entre Francisco y Vicente. Durante la misma llega una luz cegadora. ¿Será el apocalipsis o el retorno de Cristo en la Tierra?, acabando abruptamente la película.

El filme fue rodado en distintos puntos de Madrid. Los exteriores se rodaron en “Santa Bárbara”, en la plaza de las Salesas, mientras que los rodajes del interior se hicieron en la iglesia de “San Marcos”, pegada al “Edificio de España”. Los primeros se rodaron por la mañana, mientras que los segundos por la noche. Durante el rodaje de la escena del envenenamiento que contó con múltiples fallecidos y ambulancias del Samur y policías. Algunos pensaron en un atentado. Por su parte, el rodaje de interior siempre se llevó a cabo por la noche para no interferir en las ceremonias habituales. Los sacerdotes colaboraron cediendo y prestaron vestimentas, estolas,...

Uno de los directores, Fernando Camara, reconoce que la inspiración de la historia tiene mucho que ver con su experiencia como estudiando en un colegio Católico . En el mismo pudo ver a curas que , a veces, sufrían en silencio crisis de fe así como película sobre el tema como “El Exorcista” (The Exorcist, William Friedkin, 1973) o su tercera parte, “El Exorcista III” [The Exorcist III, William Peter Blatty, 1990 ), u otras películas como “El Nombre de la Rosa”, incluso detalles personales.

A destacar la labor del casting que fue responsabilidad de ellos contando con algunos de los grandes del cine español del momento muchos de ellos veteranos pero extraordinarios, como el siempre solvente Héctor Alterio, un convincente Santiago Ramos, un grande entre los grandes como José Luis López Vázquez y el siempre brillante Emilio Gutiérrez Cava o Asunción Balaguer, y el debut casi de Tristán Ulloa.

En una entrevista a la web cine de ultramundo el director decía que "La verdad es que fue un lujo tenerles. Sobre todo a Héctor Alterio y a Emilio Gutiérrez-Caba, porque eran ideales para los personajes. Y su nivel humano y artístico es admirable. El resto también estuvieron a la altura, pero fueron planteados sobre una lista de varios candidatos, y aunque quizá no estaban tan claros, resultaron precisos. Con ninguno hubo problemas con respecto al terror. Todos comprendían perfectamente el guión, pero lo cierto es que no era un género habitual en aquel entonces, y en España, los actores están más acostumbrados a la veracidad del sentimiento en sus escenas que a las servidumbres de los géneros. Pero no fue el caso con ninguno. Se pusieron en nuestras manos y más que cuestionar, aportaron. Sobre todo Echanove. Y el grandioso José Luis López Vázquez, que traía el guión magníficamente analizado, con marcas de colores según sus propios códigos interpretativos. Después de 160 películas, seguía teniendo una disciplina de trabajo encomiable. "

La película fue presentada en el Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes a concurso, aunque su estreno comercial se realizó en octubre de 1997 , aunque no tuvo un largo recorrido. Después pasó al DVD pasando luego los derechos a Enrique Cerezo.

De ella los críticos han realizado valoraciones positivas, destacando entre ellas Javier Ocaña tanto en Cinemanía como en el programa Historia de nuestro cine. Por escrito dejó lo siguiente: "Se nota el bajo presupuesto y el guión tiene flecos, pero se ve con interés, es entretenida y los actores bordan sus papeles" En Historia de nuestro cine declara que "Tenemos misterio, tenemos terror y un ambiente muy realista. Yo creo que eso es lo mejor de la película. Esa mezcla que hay entre lo más ordinario y lo más paranormal".

Para Luis Martínez en El País se trata "Cuanto menos ( de una película ) extraña, inusual, quizá simplemente desconcertante". En este mismo diario Omar Khan lacónico concluye que "Se sigue con interés"

En el Mundo se publicó que 'Memorias del ángel caído'' es un ejemplo de esta tendencia; sin embargo, y contra lo que cabía esperar, el planteamiento es muy diferente. Manejando las claves del terror clásico y del thriller, la película propone una investigación sobre un extraño suceso, llevado a cabo por un grupo de sacerdotes. "

A destacar de la misma varios aspectos de la trama pues mantiene este tipo de películas con elementos religioso del culto católico sabe mezclar la imaginería cristiana integrada por las cruces, clavos, espinas, cálices sangrientos, obras de arte, ( recordad que en el Retiro en Madrid hay una de las pocas esculturas dedicadas al Ángel Caído erigida en 1874 por iniciativa del duque Fernán Núñez obra de Ricardo Bellver) , etc... con la intriga casi hasta el final conteniendo además buenos golpes de efecto, fallando en todo caso el vertiginoso final.

Muy bien desarrollada están los personajes que reflejan un buen abanico de personalidades que van desde el sacerdote que sufre su crisis personal y de fe hasta aquellos que se acercan al fanatismo, pasando por el realismo más pedestre. El desplazamiento de los personajes que se mueven guiados por creencias o por la razón en la película muestran esa atmósfera malsana son concesiones al amor, salvo el fraternal.

A destacar la excelente fotografía de Fernando Arribas, la edición inteligente, hacen de la película emocionante y extraña que se agranda con la banda sonora de Javier Camera. Muy recomendable si  te gusta el género.


lunes, 11 de febrero de 2013

Todo por un barrunto


Si esta semana escribía sobre la última película censurada, el desencanto, hoy escribo sobre una película secuestrada por el Gobierno de la UCD. El ministro de cultura el historiador Ricardo de la Cierva pidió que se pusiera la película a disposición militar, y que fuese secuestrada durante más de año y medio y su realizadora objeto de un proceso militar. Y eso que la censura había desaparecido oficialmente a principios de 1977. 

Las razones que se esgrimieron pudieron ser de índole moral, las escenas de la tortura son aterradoras, aunque no cabe duda que tuvo igualmente peso la fuerte crítica hacia una institución como la guardia civil, presentada como auténticamente torturadora. 
Esta es la historia de un crimen que nunca existió. Un crimen que nos fue relatado literariamente por Ramón J. Sender en su obra El lugar de un hombre (1939). Por suerte o por desgracia el libro cayó en manos de Pilar Miró y de Lola Salvador Maldonado ,autora igualmente del libro El Crimen de Cuenca publicado con el mismo título por la editorial Argos Vergara y que se basaba en hechos reales sucedidos a principios del siglo XX en los municipios de Tresjuncos y Osa de la Vega, y que tiene como epicentro el juzgado de Belmonte, todos municipios de la provincia de Cuenca .

La película es el Crimen de Cuenca y fue dirigida por Pilar Miró en 1979 y se convirtió en un éxito, pese a ser estrenada bajo el anagrama S. 

Se trata por lo tanto de una película española que contó con la producción de Alfredo Matas representante de la In-Cine Compañía Industrial Cinematográfica y Jet Films. El apartado musical fue encargado a un músico de la época Antón García Abril. La luminosa e intensa fotografía fue obra de Hans Burman, mientras que el montaje correspondió a José Luís Matesanz. Papel importante en la película dadas las brutales palizas que presentan es la del maquillaje, labor que recayó José Antonio Sánchez. El vestuario correspondió a Cornejo, el equipo de iluminación a Gecisa y los títulos a Madrid Film S.A. y Story Film-Pablo Núñez.

Los protagonistas fueron muchos grandes de la época como Amparo Soler Leal (Varona), Héctor Alterio (Juez Isasa), Daniel Dicenta (Gregorio Valero Contreras), José Manuel Cervino (León Sánchez Gascón), Mary Carrillo (Juana, madre del Cepa), Guillermo Montesinos (José María Grimaldos López, «El cepa»), Fernando Rey (Diputado Contreras), Mercedes Sampietro (Alejandra), Nicolás Dueñas (Juez primero), Félix Rotaeta (Secretario del juzgado) . 
Un cantar de ciego da inicio a la película, introduciéndonos en el supuesto asesinato. El 21 de agosto de 1910, un día de verano, Juana, madre de un chico, busca a su hijo por una zona pantanosa en la que supuestamente se están dando barro. Estamos en el pueblo de Osa de la Vega, provincia de Cuenca, y la desaparición del pastor José María Grimaldos, un joven de 28 años apodado «El Cepa», pastor de oficio y compañero de los anteriores, quien fue visto por última vez en la carretera que une Osa de la Vega con Tresjuncos cuando iba a la venta de un rebaño de ovejas. 

La familia de «El Cepa» denuncia la desaparición y en las pesquisas judiciales la madre, Juana, denuncia a sus dos compañeros, el guarda Gregorio Valero y el mayoral León Sánchez Gascón, de matarle para robarle el importe de la venta de las ovejas. El pueblo les acusa, incluso la mujer de Gregorio reúne pruebas contra ellos. En principio, no hay cuerpo, no hay caso. Es conocido que «El Cepa» es una persona a la que le gusta perderse. A finales de septiembre el juez municipal de Osa de la Vega – un juez tachado de liberal- remite las diligencias al juzgado de Belmonte que abre el sumario 94/1910. 
Tras pesquisas en las que se pregunta a Gregorio Valero Contreras y León Sánchez Gascón sobre si han visto al pastor en la misma finca donde trabajaban “El Cepa” y diligencias este juzgado sobresee la causa en septiembre de 1911. No hay cuerpo, no hay caso. 
En 1913 llega un nuevo y conservador juez a Belmonte, Emilio Isasa Echenique, quien al poco tiempo, influenciado por el cacique local y diputado conservador Contreras, decide reabrir el sumario. Por orden del nuevo Juez, los acusados son detenidos y brutalmente torturados por la Guardia Civil. Tras unos interrogatorios que son la máxima expresión de la crueldad humana que se ha llevado al cine (brutales palizas, arrancamiento de unas, atar al techo por sus partes, hierros en la boca, y otras vejaciones de grueso tamaño, y comidas sin agua a base de bacalao sin desalar- …) declarándose ellos mismos – como no, después de esto- autores confesos del crimen, y posterior descuartizamiento del Cepa. aunque nunca aparece el cuerpo de la víctima. 

Se prolongan las diligencias judiciales durante años y el caso es remitido a la Audiencia de Cuenca donde el fiscal pide la pena de muerte para ambos acusados. Finalmente, el 25 de mayo de 1918 el jurado popular declara a los acusados culpables del asesinato y la sala los condena a 18 años de cárcel. Por aplicación de indultos ambos salieron de la cárcel en libertad condicional el 20 de febrero de 1924 habiendo sufrido en total once años de prisión, cinco en Belmonte y seis en penales de Valencia y Cartagena tras la sentencia judicial. 

Volvemos al cantar de ciego. Y su cantinela está siendo escuchada por un vecino de un pueblo conquense. El vecino, un pastor, escucha nerviosamente al ciego. Le pide una de las hojas que narran el famoso crimen de Cuenca, él sospecha que hablan de él, pero no lo puede comprobar al no saber leer. A primeros de 1926, dos años después de haber recobrado la libertad los procesados, el cura párroco de Tresjuncos recibió una carta del cura de Mira, un pueblo situado al otro extremo de la provincia de Cuenca en la que le pedía la partida de bautismo de José María Grimaldos «El Cepa», quien vivía allí y deseaba contraer matrimonio. En ese momento se pone en evidencia la inocencia de los que fueron condenados. 
Es gracioso comprobar como la guardia civil que lleva al “Cepa” de Mira a Tresjuncos y custodia al desaparecido que al llegar al pueblo va diciendo a sus paisanos «me dio un barrunto y me marché». 

Cuando los dos acusados se encuentran en las puertas del juzgado de Belmonte, se miran y se abrazan tras tanto tiempo de injusticia. 
Al final de la película y con el fondo de escritura se nos informa que el Ministerio de Gracia y Justicia ordenó revisar la causa y el Tribunal Supremo declaró nula la sentencia, además de ordenar concederles una indemnización a los que la Justicia había culpabilizado. Con la imagen sobre puesta de los responsables del caso y ya resuelto el caso, el cura de Tresjuncos apareció ahogado y el juez Isasa murió en su casa de Sevilla por una angina de pecho. El pueblo prefirió hablar de suicidios en ambas muertes. 
La película se rodó en diversas localidades conquenses como Belmonte, La Celadilla, Osa de la Vega, y Tresjuncos. Fue presentada en febrero de 1980 a la Sección oficial de largometrajes Festival de Berlín. Se estrenó con gran éxito en agosto de 1981 después de que la cinta fuera secuestrada por la autoridad militar, y su directora, objeto de un proceso también militar. La película dado el revuelo previo fue todo un éxito eso sí, con el anagrama "S" que se le daban a las películas eróticas o, como en este caso, muy violentas.  

De ella Fernando Morales en el Diario “El País” escribió lo siguiente: "Las torturas son llevadas a la pantalla con demasiada minuciosidad y mucho problemas con la censura, en una historia que no los dejará impasibles".Vicente Molina Foix dijo de esta película que era un ejemplo "poderoso del cine-choque, cine de catarsis, cine liberador a través de unas imágenes convulsivas...".
Este narración visual ha pasado a la historia como uno de los mayores errores judiciales y fue utilizado por la prensa de la época para cuestionar el sistema, el sistema judicial y los métodos de la Guardia Civil, entre otros la tortura. 
Podríamos entender que el crimen del este año se cumple el centenario y del que se refiere el título, es el cometido por la Guardia Civil al torturar a los sospechosos y por el Juez Emilio Isasa Echenique. Un dato curioso y veraz es el apodo del “Cepa”, pastor en casa de Francisco Antonio Ruiz obedecía a un doble motivo y que la película refleja con claridad meridiana en el papel que asume Guillermo Montesinos: apenas medía metro y medio de estatura y su inteligencia era igualmente corta. 
La historia real nos cuenta que fue la familia de Grimaldos la puso denuncia sobre su desaparición en el Juzgado de Belmonte. En dicha denuncia apuntan al mayoral León Sanchez y al guarda Gregorio Valero, ambos también trabajadores de Francisco Antonio Ruiz, ya que según los familiares de “El Cepa” ellos solían importunarle y mofarse de las pocas luces del desaparecido. Presuntamente le habían asesinado para apropiarse del dinero procedente de la venta de unas ovejas. 
El juez Emilio Isasa, cuando llegó hizo oídos a las quejas de los vecinos de Tresjuncos, que por cierto no podían llevarse peor con sus vecinos del pueblo colindante, y a los comentarios de que tuviera cuidado ya que por aquellas tierras “los asesinos andan sueltos”. El juez se tomó al pie de la letra aquellas acusaciones (por lo tanto, no hubo de por medio mediación del político conservador) y ordenó la reapertura de las actuaciones, la detención de León y Gregorio y que se levantara acta de defunción de Jose Mª Grimaldos, a pesar de no existir cadáver. Es en este momento cuando comenzó el calvario de torturas para los acusados a manos de la Guardia Civil. El jurado popular los culpó tras debatir media hora y los enviaron 18 años a la cárcel; aunque salieron doce años después, sus vidas quedaron destrozadas y marcadas por la desconfianza general. 
Existen algunas diferencias con respecto a la realidad. Por ejemplo, el cura trató de ocultar la noticia durante meses por temor a un escándalo, pero las frecuentes visitas del Cepa a Tresjuncos, inquieto por no saber nada de su partida de bautismo, precipitaron los acontecimientos. El tremendo error judicial cometido levantó una fuerte polémica periodística en la España del régimen de Miguel Primo de Rivera. Ángel Luis López Villaverde, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Castilla-La Mancha, explica que «la prensa más liberal, periódicos como El Sol, El Liberal o El Heraldo de Madrid, le dio una relevancia enorme, pidiendo responsabilidades por el error judicial de Belmonte. Por otro lado, la prensa más conservadora -El Debate- casi obvió este caso. El curioso que "El Sol" enviara a Ramón J. Sender a cubrir el caso.

La instrucción del caso fue un despropósito de principio a fin, ya que ante las torturas los detenidos tuvieron que empezar a inventarse cosas, tales como el lugar donde escondieron el cadáver, lugar en el que cuando iban a buscar, obviamente, no había nada. En la película vemos como primero buscan en un espacio y al no encontrar nada le dan un tanda de golpes, y finalmente, buscan en el cementerio donde encuentran restos , pero que no corresponden con el fallecido ni por sexo no por edad . Finalmente para salir del paso llegaron a la versión de que lo habían troceado y se lo habían echado a los cerdos. En el colmo del despropósito no faltaron incluso testigos oculares del crimen. 

Así en 1918 comenzaba en la Audiencia Provincial de Cuenca un juicio que condenaba a ambos acusados a 18 años de prisión, de los que cumplieron 12 años. León cumplió condena en la cárcel de Cartagena y Gregorio en la Valencia y ambos fueron liberados el mismo día, hecho que facilitó el que se encontraran en la estación de autobuses de Socuéllamos de regreso a sus casas. Regreso también difícil, ya que seguían siendo señalados y tachados de asesinos, siendo totalmente marginados por sus vecinos. 
Esos 12 años fueron un infierno para las familias, ya que eran señalados por la calle como “los familiares de los asesinos”, además ambas familias se reprochaban mutuamente ser los responsables del asesinato, dentro de cada familia hubo igualmente dudas respecto a la culpabilidad o no de los cabeza de familia y entre el pueblo del “supuesto muerto” y el de los “supuestos asesinos” estalló un conflicto de odios y rencillas que duró décadas. 
Tenso fue también el momento en el que ambos se vieron frente a frente con Grimaldos, este llegó llorando y se arrodilló ante ellos pidiendo perdón, y que su desaparición de debió a “un barrunto” que le dio tal y como reconoció a Ramón J. Sender cuando este viajó hasta su casa como cronista de la publicación “El Sol”. Las familias de los acusados reprocharon posteriormente a la del Cepa que sabían que su familiar estaba vivo, y que los había visitado en Tresjuncos en varias ocasiones, tal y como se desprende de testimonios de niños que afirmaban ver al Cepa en una matanza y que preguntaban “… si los espíritus también comían gachas”, la familia Grimaldos desmiente estas afirmaciones y sostienen que los padres del Cepa murieron con la pena de creer muerto a su hijo. 

El Estado por su parte resarció a los condenados dándoles un trabajo de guardas en el madrileño parque de El Retiro. Lugar en el que algunas fuentes sitúan un encuentro casual de ambos con el sargento de la Guardia Civil Juan Taboada Mora, el responsable de sus torturas, este encuentro se saldó con que ambos guardas la emprendieron a patadas y puñetazos con el sargento y que la cosa no fue a mayores porque otros guardias civiles apaciguaron el incidente, y hay quien incluso sostiene que la muerte de este sargento durante la Guerra Civil se debió a la venganza de ambos encausados. 
Gregorio terminó sus días en Madrid y sus restos reposan en el cementerio de la Almudena, León regresó a Cuenca primero al Pedernoso y finalmente a Villaescusa de Haro, localidad de la que era originaria su mujer.  
Estamos ante una historia impactante y sobrecogedora así como un magnífico testimonio de una historia verídica en donde la tortura y las vejaciones juegan un papel central . Igualmente la historia de un pueblo sumido en la más profunda de las ignorancias y la más brutal de la opresiones, en la que “un barrunto” da inicio a la brutalidad no sólo de la Guardia Civil, sino también de los caciques del pueblo, visibles en el diputado, el juez y el cura. 
Sin embargo, Pilar Para nos presenta una historia diferente en la pequeña ficha que sobre la película presentó la revista tiempo sobre "El mejor cine de la transición". Pilar Parra en la referencia que hace sobre el "Crimen de Cuenca" que para 1926 , uno de los protagonistas reales se había suicidado y el otro ha fallecido de muerte natural.  
La música es magnifica te pone los pelos de punta con una banda sonora apropiadísima, que en ocasiones ejerce como pieza fundamental para construir una quebradiza atmósfera alrededor de todo ese halo de tortura y desesperación psicológica (mostrada con acierto en algunas secuencias, como la del riachuelo al lado del cementerio). 
Miró decide que su relato no es más que una historia sobre dos amigos, dos amigos que, por fuerza mayor, son obligados a actuar de un modo que no les hace justicia, que les delata como personas débiles y cuya fortaleza queda sumida ante una situación límite como esa, pero que terminan redimiendo sus pecados en una conclusión digna de elogio y que nos aclara definitivamente cual era el punto al que quería llegar la cineasta. 

Hay un importante reparto de actores españoles destacados de la época,los setenta, con la colaboración especial de Fernando Rey, al que los papeles de hombre ilustrado o aristócrata le sientan tan bien y en los que brilla especialmente. Destaca también, entre otros, Amparo Soler Leal, en su rol de esposa sufridora que se pondrá en contra de su marido para proteger a sus hijos, y la de los sufridores como Valero y Sánchez (interpretados por Manuel Dicenta y José Manuel Cervino respectivamente) o la corta pero muy efectiva aparición del "corto" Cepa,  Guillermo Montesinos. 
Todos en conjunto, elenco y equipo técnico, encabezado por lo que más tarde fue directora de televisión española , consiguen dibujar en esta su segunda película, una magnífica ambientación de la España rural de principios de siglo XX, tan precaria y lastimosa. La cámara de Pilar Miró capta con gran verismo las duras condiciones de vida de entonces. Es, según palabras de Molina Foix, la denuncia de una alienación moral, de un abuso trágico.