lunes, 15 de octubre de 2012

Injusticia y colaboración


Ya he hablado de las ventajas de los canales temáticos de cine que ofrecen en abierto películas de una calidad aceptable y con cortes publicitarios asumibles o razonables para los espectadores. En este sentido la Sexta 3 y el Paramount Channel aciertan en su  modelo televisivo.

Yo hace años que pude ver está película. Reconozco que la vi sin prejuicio alguno pues no sabía lo que iba  ver. Sólo tenía medianamente claro que era una película francesa, por eso del nombre. Tras su visualización llegué a la conclusión de que había visto una película tierna y amable, a la par que desgarradora. Además como historiador creo que en ella se refleja bien la postura pasiva de parte del pueblo francés durante la ocupación y por otro, la valentía de otros que se enfrentan a lo injusto.

Monsieur Batignole en España o Una razón para vivir en Argentina es una película francesa que conjuga el drama y la comedia. La película de 100 minutos de duración está dirigida por Gérard Jugnot en 2002.

La producción fue asumida por el propio Jugnot conjuntamente con Dominique Farrugia, Olivier Granier, para la productora RF2K Productions, aunque distribuyera la Paramount. El guión está firmado por Philippe Lopes-Curval y Gérard Jugnot.

La música fue obra de Khalil Chahine, mientras que el sonido lo fue de Michel Kharat. La fotografía estuvo filmada por Gerard Simon. Otros aspectos fueron Rachel Aboulkheir, Marie Luiset para el maquillaje, Martine Rapin, Annie Thiellement para el vestuario y el montaje obra de Catherine Kelber, mientras que el diseño de producción fue obra de Jean-Luis Poveda.

Está protagonizada por Gérard Jugnot (Edmond Batignole), Jules Sitruk (Simon Bernstein), Michèle Garcia (Marguerite Batignole), Jean-Paul Rouve (Pierre-Jean Lamour), Alexia Portal (Micheline Batignole), Violette Blanckaert (Sarah Cohen), Daphné Baiwir (Guila Cohen), Götz Burger (Spreich), Elisabeth Commelin (Irène), Hubert Saint-Macary (Teniente), Daniel Martin (Albert).
La acción principal tiene lugar en un París ya ocupado en 1942. Monsieur Edmund Batignole (Gérard Jugnot) un modesto charcutero francés, que vive con la familia (esposa, hija y novio de ésta) en la reducida trastienda del comercio que regenta, combinando ansias de supervivencia y tranquilidad con el clima de intimidación que imponen las fuerzas de ocupación.
Se trata de un comerciante que trata de llevar una vida normal más allá del miedo y la intimidación ejercida por los alemanes. Su situación es privilegiada: su negocio le da para comer y el novio de su hija es un colaboracionista nazi que le consigue un ingreso extra organizando banquetes para el ejército de ocupación. Su futuro yerno, Pierre-Jean Lamour (Jean-Paul Rouve), es un apasionado de la literatura, un escritor mediocre que tiene la misión de localizar judíos y delatarlos.
Gracias a su futuro yerno, escritor mediocre, colaboracionista de los nazis en la persecución de judíos, tiene la oportunidad de servir banquetes a los oficiales nazis y conseguir sustanciosos ingresos y beneficios extras. Algunas de las víctimas serán los miembros de la familia Bernstein, vecinos de los Batignole, pero de una posición más acomodada. Una vez sus bienes son confiscados y ellos capturados, el piso pasará a ser ocupado por la familia Batignole. Con un piso nuevo y teniendo a su disposición una furgoneta también incautada, Batignole inicia una relación más estrecha con los alemanes.
Todo parece ir bien, hasta que un día, justo cuando está ofreciendo una fiesta en su casa para los alemanes, toca a la puerta una inesperada visita: se trata del pequeño Simon Bernstein (Jules Sitruk), quien ha logrado escapar y vuelve a casa, donde espera reencontrarse con su familia. Edmond Batignole no halla la forma de hacerle entender que ya no puede vivir allí. El niño insiste y Batignole no tiene otra opción que esconderlo en uno de los cuartos de servicio. Consciente del peligro, el comerciante acepta dejarlo sólo una noche. El pequeño se quedará allí más tiempo y poco a poco se establecerá entre ellos una relación de complicidad y rivalidad, pues el niño exige explicaciones a Batignole, a quien considera el delator de su familia.
Con la intención de deshacerse del pequeño sin tener que entregarlo a los nazis, Batignole llegará a hacer cosas inimaginables… Decide proteger a las dos primas de Simon y en compañía de los tres niños emprende una aventura en la que más de una vez, su propia vida estará en juego al decidir Batignole escapar con los niños a Suiza.

La película se estrenó es Francia el 6 Marzo 2002, mientras que en España lo hizo el 29 Abril 2005. Se rodó en exteriores de Morteau, Bizot y Gras (Franco Condado, Francia) y en estudio. Obtuvo el César al mejor actor revelación (Jean Paul Rouve).
Gérard Jugnot, protagonista de "Les choristes", o "Los chicos del coro" (2004), con la que comparte actor protagonista y guionista, es un reputado realizador en el país galo, dirigió en el año 2001 esta comedia dramática que tuvo una excelente acogida del público y división de opiniones por parte de los críticos. M. Torreiro en el Diario El País afirmó que era "Un filme hecho para mejor glorificar la popularidad del actor, poco crítico con el colaboracionismo, que se limita tan sólo a un personaje de caricatura (el aspirante a yerno del protagonista) y poco más, una ocasión perdida para ajustar las cuentas a tanto dolor, a tanta hipocresía."

Alberto Bermejo en el diario El Mundo afirmaba que era "Correcta y moderadamente intensa, se mantiene a una distancia más que prudencial de los detalles sórdidos (...) lo mejor: la evolución del personaje principal (...) Lo peor: el tono del relato convencional con tendencia a bordear el sentimentalismo facilón."

En el Diario ABC, Javier Cortijo, afirmaba que se trataba de "Una historia medida para emocionar sin pasarse de riego por aspersión lacrimal (...) A veces áspera y con astillas inesperadas (...) Perfectamente ambientada y con roles bien dibujados (...)

La película está dividida en dos partes, y ofrece una descripción de la ocupación, sus protagonistas, métodos, veleidades, caprichos y de la crueldad con la que llevan a cabo detenciones masivas de judíos franceses. Los hechos que se exponen, aunque conocidos, no dejan de ser desoladores y perturbadores. Por otro lado, la obra ofrece una referencia superficial, evasiva y caricaturesca de la realidad del colaboracionismo, encarnado en Pierre Jean Lamour, incompetente y repulsivo. En un tercer nivel se sitúa Edmund Batignole, ingenuo y de limitadísima inteligencia, interesado, enemigo de los compromisos y de los riesgos. Su comportamiento descontrolado aporta motivos adicionales de hilaridad. Cuando se cruza en su camino el pequeño Simon, listo, avispado, locuaz y manipulador, se entabla entre los dos una prolongada lucha de poder a poder (lo más interesante del film), de la que el niño sale vencedor una y otra vez.
La música es de aire festivo y alegre. Subraya la comicidad de la obra, la ingenuidad infantil de Simon, las inquietudes de Batignole, su exagerada hiperactividad y su incapacidad para resolver los enredos en los que se ve envuelto por debilidad e imprevisión. La fotografía es clara y rica en matices. Los tonos oscuros, metálicos y sombríos de la primera parte estallan en un luminismo exultante hacia el tramo final del metraje. El guión opta por sazonar la crudeza de los hechos y la emotividad de los mismos con un exceso de amabilidad, dulzura y comicidad. Como consecuencia de ello la comedia prevalece sobre el drama. La interpretación de Jugnot es convincente y la de Jules Sitruk sobresaliente. La dirección, deudora de "La vida es bella" (1998), de Roberto Benigni, envuelve el drama en recursos empalagosos, gratos al público, cuyo favor persigue.
Un retrato de la ocupación nazi distinto a los ya vistos hasta ahora: además de los malos malísimos, también se da alguna pincelada de cómo eran vistos los judíos hasta entonces por sus conciudadanos: "llevan años viviendo aquí y ni siquiera nos han saludado tres veces". El drama de la incomprensión de un niño ante la guerra y su peripecia por encontrar a sus padres. También se aprecia la degradación moral a la que lleva cualquier guerra y en cualquier bando.

Es una película completa: momentos de rabia, de tensión, de miedo, de ironía, de humor, de compasión. También de venganza y odio. La música no es gran cosa, pero cumple su cometido. 
Escenas aparentemente sin salida (el soldado alemán herido en la estación) encuentran una solución inverosímil, pero cómica y en el tono del resto de la película.

Un personaje muy humano y con rasgos de inocencia infantil, en un entorno hostil y falso de adultos que se mueve entre los dos. Buenas la dirección, la fotografía y la interpretación del director, siempre un poco torpe e irresoluto, contrastando con el personaje de Simón, avispado y resuelto. Las contradicciones entre el supuesto padre y los niños ante la policía hasta que llegan a la frontera hacen las delicias del espectador. Hay en la cinta una velada crítica a la resistencia y a la falta de compromiso por la ocupación alemana de Francia. Salvo por los racionamientos y los controles, la vida en la Francia ocupada siguió siendo igual, incluso algunos ganaron dinero, y los vecinos no pusieron el grito en el cielo cuando la policía se llevaba a los judíos a los campos de trabajo.
Se trata pues de una película sencilla, con una historia de injusticia y colaboración, agradable de ver, con una cuidada fotografía, leve emotividad y buenas actuaciones. El hecho de que la película trate de eludir la crudeza del momento que le sirve como trasfondo, bastante bien recreado en su aspecto costumbrista, no significa que no podamos a través de ella acercarnos a cómo el ser humano puede comportarse en situaciones donde nadar contra corriente (ir en contra de los ocupantes) es un camino peligroso y donde lo importante se convierte en única ideología, sobrevivir, aunque sea indignamente.

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