viernes, 12 de octubre de 2012

Ambición y traición en la corte escocesa


Si William Shakespeare  creyó que en la corte danesa algo olía a podrido, en la escocesa Shakespeare sintió que dominaba la ambición y la traición. Es cierto que ninguna de las dos forman parte de los pecados capitales, pero ambas llevan a la ruina a las personas y a los reinos. Lo cierto  es que esta cinta ha sido calificada por Guillermo Cabrera Infante en su obra “Cine o Sardina” como una obra de las obras más feas de los años cuarenta. Pero dice Cabrera, su fealdad es  coma la del día  con que comienza la obra: “Un día tan feo y tan bello no de visto”, dice Macbeth. Y así es esta película de imágenes tan épicas como trágicas.
Macbeth es una adaptación cinematográfica realizada en 1948 por Orson Welles de la obra trágica Macbeth de William Shakespeare. Existen varias adaptaciones de la obra al cine antes de la de Welles hubo otras.
Una película británica y homónima, muda, protagonizada por Frank Benson en 1911. Otras de 1914 y que llevaba por título When Macbeth Came to Snakevilla. La dirigida por John Emerson en 1916 y en ese punto paró hasta llegar al Macbeth de Orson Welles en 1948. Macbeth era la cuarta obra  de Shakespeare que un estudio de Hollywood prodicía. En 1929 la United Artists produjo La fierecilla; la Warner Brothers hizo Sueño de una noche de verano en 1935, y la Metro-Goldwyn-Mayer produjo Romeo y Julieta en 1936. Ninguna de estas películas fueron un éxito comercial, pero el prestigio comercial y de crítica obtenido por la versión cinematográfica de Enrique V creada por Laurence Olivier (que se produjo en Gran Bretaña en 1944, pero no se vio en los EE.UU. hasta 1946) ayudó a impulsar Macbeth de Welles adelante.
Parece ser que en 1947, Orson Welles, tras el fracaso comercial de “La dama de Shanghai”  tener problemas de financiación, comenzó a promover la idea de llevar un drama de Shakespeare a la pantalla cinematográfica. Al principio se trató de despertar el interés de los inversores de una adaptación de Otelo, pero fue incapaz de conseguir apoyo para el proyecto. Welles cambió y optó por una adaptación cinematográfica de Macbeth, que combinara  en su entorno violento como "un centro perfecto entre Cumbres borrascosas y La novia de Frankenstein".
Trabajando en equipo con el productor Charles K. Feldman, Welles logró convencer a Herbert Yates, el fundador y presidente de Republic Pictures, de la perspectiva de crear una versión cinematográfica de Macbeth. Yates estaba tratando de elevar el nivel de su estudio, que producía seriales, producciones de serie B y westerns de Roy Rogers y otras de bajo presupuesto, en un estudio de prestigio. República ya había intentado presentar excéntricas características, entre ellas Celos de Gustav Machatý (1945) y el Espectro de la Rosa de Ben Hecht (1946), así que tener un artista creativo de la estatura de Welles fue considerado como un golpe de Estado artístico, más aún cuando Welles proponía rodarlo todo en 21 días, tiempo récord si se piensa que para cualquier producción normal se empleaban entre cinco y seis semanas.
La producción del filme estuvo en manos del trío formado por Orson Welles, Charles K. Feldman y Richard Wilson. Sin embargo, el productor Charles k. Yates no fue capaz de proporcionar Welles con un gran presupuesto. Welles se comprometió filmar Macbeth en tres semanas con un presupuesto de700.000 dólares USA ($). Cuando algunos miembros de la junta directiva de la Republic Pictures conocieron el proyecto expresaron sus dudas. Ante esto  Welles se ofreció a financiar personalmente parte de la película si superaba su presupuesto original.  Como Welles había montado un Macbeth ambientado en el Haití del rey Cristophe llamado “Voodoo” en 1936 en Nueva York con un elenco completamente de actores de color, y en Salt Lake City en 1947 como parte del Festival del Centenario de Utah, pidió prestados elementos de ambas producciones para su adaptación cinematográfica.
El guión evidentemente fue obra de William Shakespeare, pero con la peculiar adaptación de  Orson Welles.
La música correspondió a Jacques Ibert, mientras que la fotografía impecable es obra de John L. Russell. La edición quedó en manos de Louis Lindsay, mientras que la distribución fue asumida por una Republic Pictures ansiosa de ganar reputación con el fichaje de Welles. La película se rodó en tres semanas, en un estudio y con decorados que antes habían servido para rodar otras películas. La película se estrenó en octubre de 1948.
La película está interpretada por Orson Welles como el usurpador Macbeth, un capitán escocés y más tarde rey de Escocia; Jeanette Nolan como Lady Macbeth y más tarde la Reina de Escocia; Dan O'Herlihy como Macduff el Barón de Fife; Peggy Webber como Lady Macduff y como una de las tres brujas; Christopher Wells como el hijo de Macduff; Erskine Sanford  como Rey Duncan de Escocia, que más tarde fue asesinado por Macbeth: un joven Roddy McDowall como Malcolm, el hijo mayor de Duncan; Edgar Barrera como Banquo, un capitán escocés y amigo de Macbeth; Jerry Farber como Fleance, hijo de Banquo. Además participan Alan Napier como un Santo Padre; John Dierkes como Ross, un lord escocés; Keene Curtis como Lennox, un lord escocés; Lionel Braham como Siward, conde de Northumberland y comandante inglés; Archie Heugly como el  Joven Siward, su hijo; Morgan Farley como el un médico que atiende a Lady Macbeth; Lurene Tuttle la asistenta de Lady Macbeth y una de las tres brujas; Brainerd Duffield como el asesino así como una de las tres brujas, siendo el único actor en la película que hace un papel travestido; William Alland coo el Segundo asesino; George Chirello en el papel de Seyton, siervo de Macbeth; y Gus Schilling como el portero en el castillo de Macbeth.
Macbeth, como obra literaria es una de las obras más conocidas de William Shakespeare, y es una tragedia en cinco actos, escrita en prosa y en verso, que fue compuesta probablemente hacia 1606 y estrenada poco después. Fue publicada por primera vez en 1623, en la edición conocida como First Folio. Es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida. No hay seguridad absoluta de que la tragedia sea en su totalidad obra de Shakespeare, ya que algunos afirman que ciertos pasajes podrían ser adiciones posteriores del dramaturgo Thomas Middleton, cuya obra La bruja (The witch) tiene múltiples afinidades con Macbeth.
La obra está libremente basada en el relato de la vida de un personaje histórico, Macbeth, que fue rey de los escoceses entre 1040 y 1057. La fuente principal de Shakespeare para esta tragedia fueron las Crónicas de Raphael Holinshed, obra de la que extrajo también los argumentos de sus obras históricas. Holinshed se basó a su vez en Historia Gentis Scotorum (Historia de los escoceses), obra escrita en latín por el autor escocés Hector Boece e impresa por primera vez en París en 1527. Para agradar a su mecenas, el rey Jacobo V de Escocia, Boece había oscurecido deliberadamente la figura de Macbeth, con el fin de exaltar a un hipotético antepasado del rey, Bancuo.

No existe acuerdo en cuanto a la fecha de composición de la obra. Según Henry N. Paul (The Royal Play of Macbeth) se escribió en 1616 aproximadamente. También se ha utilizado como argumento para fechar la obra su posible relación con la entronización de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra (se hace referencia en la obra a un imaginario antepasado suyo, Banquo), que tuvo lugar en 1603. No obstante, la fecha exacta de composición de la obra no puede determinarse con seguridad.

La obra comienza con tres brujas, las tres "Hermanas Fatídicas", que hacen un hechizo en el que se ponen de acuerdo acerca de su próximo encuentro con Macbeth.
Cuando Macbeth, thane de Glamis y primo  del rey,  y su compañero Banquo cabalgan hacia Forres desde el campo de batalla que acaban de librar para poner fin a la invasión de Escocia por noruegos e irlandeses, acaudillados por el rebelde Macdonwald. En su trayecto se encuentran con las brujas, quienes saludan a Macbeth, primero como thane de Glamis, luego como thane de Cawdor, y por último anunciándole que un día será rey. A Banquo le dicen que sus descendientes serán reyes. Cuando Macbeth pide a las brujas que le aclaren el sentido de las profecías, ellas desaparecen. De inmediato se presenta un noble escacés enviado del rey Duncan, rey de Escocia, (Ross), quien notifica a Macbeth la concesión real del título de thane (barón) de Cawdor por haber tenido un importante papel y con el fin de recompensarles.

Viendo cumplida la profecía de las brujas, Macbeth comienza a ambicionar conseguir el trono. Macbeth escribe una carta a su esposa, en Inverness, explicando las profecías de las brujas. Lady Macbeth, al leer la carta, concibe el propósito de asesinar a Duncan para lograr que su marido llegue a ser rey.

De improviso se presenta Macbeth en el castillo, así como la noticia de que Duncan va a pasar allí esa noche. Lady Macbeth le expone sus planes. Macbeth duda, pero su esposa lo azuza, estimulando su ambición.

Todo esto correspondería con el primer acto de la obra ldramática del autor británico.

El siguiente tramo de la película - que ya correspondería al segundo acto-empieza en la noche de la llegada de Duncan al Castillo de Macbeth. Al llegar la noche, Macbeth, instigado por su esposa, y tras muchísimas dudas, da muerte al rey cuando duerme en su aposento. Antes de su muerte ve visiones de una espada con sangre y siente fuertes remordimientos, que Lady Macbeth se esfuerza por acallar.

Con la llegada de uno de los hombres del rey se descubre el crimen. Macbeth culpa a los sirvientes de Duncan, a los que asesina, supuestamente en un arrebato de furia para vengar la muerte del rey. Los hijos de Duncan, Malcolm y Donalbain, que se encuentran también en el castillo, no creen la versión de Macbeth, pero disimulan para evitar ser también asesinados. Malcolm huye a Inglaterra, y Donalbain a Irlanda. Gracias a su parentesco con el rey fallecido y a la huida de los hijos de éste, Macbeth consigue ser proclamado rey de Escocia, cumpliéndose así la segunda profecía de las brujas.

Tras la entronización de Macbeth como monarca escocés se iniciaría el tercer acto en su versión literaria. A pesar del éxito de sus propósitos, Macbeth continúa intranquilo a causa de la profecía que las brujas hicieron a Banquo, según la cual éste sería padre de reyes. Encarga a unos asesinos que acaben con su vida, y la de su hijo, Fleance, cuando lleguen al castillo para participar en un banquete al que Macbeth les ha invitado. Los asesinos matan a Banquo, pero Fleance consigue huir. En el banquete, poco después de que Macbeth sepa por los asesinos lo ocurrido, se aparece el espectro de Banquo y se sienta en el sitio de Macbeth. Sólo Macbeth puede ver al fantasma, con el que dialoga, y en sus palabras se hace evidente su crimen. Lady Macbeth intenta controlar la situación , pero la locura del rey escocés es una evidencia para ella y para su corte.

Macbeth - en lo que se supone que corresponde con el acto IV de la obra- regresa al lugar de su encuentro con las brujas. Inquieto, les pregunta por su futuro. Ellas conjuran a tres espíritus. El primero advierte a Macbeth que tenga cuidado con Macduff. El segundo dice que "ningún hombre nacido de mujer" podrá vencer a Macbeth, y la tercera indica que el castillo de Dunsinane, sería atacado por del bosque de Birnam.

Estas profecías tranquilizan a Macbeth, pero no se queda satisfecho. Quiere saber también si los descendientes de Banquo llegarán a reinar, como las brujas profetizaron. En respuesta a su demanda, se aparecen los fantasmas de ocho reyes y el de Banquo, con un espejo en la mano, indicando así que ocho descendientes de Banquo serían reyes de Escocia. Un vasallo de Macbeth le notifica que Macduff ha desertado. En represalia, Macbeth decide atacar su castillo y acabar con la vida de toda su familia. La acción se traslada a Inglaterra, donde Macduff, ignorante todavía de la suerte que ha corrido su familia, se entrevista con Malcolm, hijo de Duncan, al que intenta convencer para que reclame el trono. Recibe la noticia de la muerte de su familia.

En el último acto, el quinto, Lady Macbeth empieza a sufrir remordimientos por su actuación alentadora en los asesinatos de Duncan  Banquo: sonábula, intenta lavar manchas de sangre imaginarias de sus manos

Malcolm y Macduff, con la ayuda de Inglaterra, invaden Escocia. Macduff, Malcolm y el inglés Siward, conde de Northumberland, atacan el castillo de Dunsinane, con un ejército camuflado con ramas del bosque de Birnam, con lo que se cumple una de las profecías de las brujas: el bosque de Birnam se mueve y ataca Dunsinane.

Macbeth recibe la noticia de que el bosque se mueve y de la muerte de su esposa por suicidio – por cierto, la caída es similar a la de Elisabetta en Drácula-. Tras pronunciar un monólogo nihilista, toma la determinación de combatir hasta el final. Tras matar al hijo de Siward, se enfrenta con Macduff. Se siente todavía seguro, a causa de la profecía de la bruja.

Demasiado tarde, pues Macduff es hijo de una madre que  había muerto una hora antes de que él naciera, y que los médicos habían realizado una cesárea para mantener a Macduff vivo, y así se cumple la profecía de que «no podría ser muerto por ningún hombre nacido de mujer» y Macbeth comprende que las profecías de las brujas han sido engañosas. Macduff mata a Macbeth y su cabeza es clavada en una pica. En la escena final, Malcolm es coronado rey de Escocia, mientras las brujas señalan “Paz, se acabó el hechizo”.

La profecía referente al destino real de los hijos de Banquo era familiar a los contemporáneos de Shakespeare, pues el rey Jacobo I de Inglaterra era considerado descendiente de Banquo.

Toda la película brilla, especialmente la posición de la cámara y el juego de luces irreales. El juego de luces y sombras, de picados y contrapicados, de tortuosos escenarios en ruinas que sirven de marco a la tragedia del personaje, el mundo de irrealidad, el ambiente teatral llevado al cine, es utilizado por Welles para captar el espíritu de la obra. Su única misión es capturar, plasmar y grabar la pura esencia de la ambición, la locura, la fatalidad, y una vez conseguida hacerla fascinante, transmitirla. Y el resultado es perfecto a través de primeros planos, planos directo a la cara, en escorzos, y un excesivo número de contrapicados (donde el decorado es innecesario).  La atmósfera que emplea es similar a la de un cuento o pesadilla; la noche predomina sobre el día, que cuando aparece lo hace cubierto de nubes, con una luz irreal, fantasmagórica. Los árboles y las rocas están desnudos, retorcidos, y el palacio se asemeja a una gruta infernal, plagada de luces y sombras, que son hábilmente proyectadas contra los rostros de los actores. La composición de cada plano, el continuo recurso a la alternancia de ángulos y la soberbia puesta en escena contribuyen a transmitir con total eficacia el tema de la obra. Apuesta Welles por una puesta en escena casi minimalista, y cercana al expresionismo, utilizando técnicas igualmente rudimentarias para suplir la escasez de medios, con una series de efectos como el de poner vaselina directamente en la cámara para conseguir que ciertas imágenes parezcan borrosas, casi surrealistas, el uso maquillaje y vestuario de los intérpretes y algunos aciertos visuales más para dar una sensación de mayor volumen, pero también para exteriorizar lo oscuro y turbio de la historia que nos está contando. 

Para relatarnos la historia, como teatral que es originariamente, gusta de diálogos y sobre todo de monólogos para mostrar la ambición de los personajes, su cobardía y sobre todo su transformación. Espectacular por lo simple es el vestuario y sus complementos que nos llevan a esta brumosa Escocia del siglo XI. Magistral y teatral interpretación de Welles como el propio Macbeth.  En su teatralidad se apoya en dos personajes más, Lady Macbeth o MacDuff cuyos personajes corrieron a cargo de la compañía de teatro que el propio Welles creó.

El Macbeth real, Macbeth de Escocia llegó al poder derrocando y matando a su primo Duncan, pero no lo mató en su cama a cuchilladas, sino en una batalla y el pueblo (que no tenía a Duncan en gran estima) se lo agradeció. De hecho, se permitió el lujo de peregrinar a Roma para expiar el regicidio, lo que indica una situación de tranquilidad y estabilidad. Reinó 17 años, se casó dos veces y tuvo un hijo. Pero cuando Malcom, criado en el exilio en Inglaterra, regresó con tropas inglesas, todo se desmoronó. Macbeth perdió una batalla y fue asesinado al poco. Su hijo le sucedió, pero solo duró un año y también fue asesinado. Malcom introdujo en Escocia la monarquía hereditaria que se daba en Inglaterra, siendo los Macbeth los últimos reyes célticos de su país.

Un jurista, Federico Trillo- Figueroa,  gran conocedor de la obra de Shakespeare y actual embajador de España en el Reino Unido escribía en 2001 en la contraportada de la carátula del video casette de Macbeth de Welles que no era una casualidad que Orson Welles escogiera adaptar esta obra al cine. El alega que Orson Welles estaba obsesionado con el tema de la caída del hombre y la pérdida de la inocencia. Según Trillo, la versión de la adaptación que hizo Welles de la obra de Shakespeare capta la esencia de la tragedia de Macbeth, que no es otra que el enfrentamiento de sus dos protagonistas a la aterradora realidad: su propia corruptibilidad.

En la película señala Trillo que se aprecia la grandeza y la miseria del alma humana, además se recurre a uno de los temas más obsesivos de la literatura del siglo de obra, ya sea la británica, ya la hispana: la ambición y traición; y la presentación adivinatoria del devenir a través de las visiones.

Señalaba Terenci Moix en su “Gran Historia del Cine” que el resultado fue un filme maldito, nuevo y  fascinante, opuesto a la revisión cinematográfica de Shakespeare realizada por Lawrence Olivier, ya que consigue transmitir una dimensión interior del mundo de Macbeth que encaja con el mundo de postguerra. “Brutal “ es el calificativo que le da Guillermo Cabrera Infante en la obra antes citada. Es un filme negro- señala Moix- “como la maldad y encendido como la tea del diablo”. Tras esta obra inicio su exilio como director en Europa.

Miguel Ángel Palomo en el Diario El País señalaba sobre este filme que la "Obra maestra que da cuerpo a las palabras del autor con una apabullante sensación de realidad. Un Macbeth atormentado y espectral: nunca su tragedia tuvo en el cine tanto rigor, tanta fuerza física y visual. Tampoco fue nunca tan radicalmente amarga".

Macbeth puede verse como una advertencia acerca de los peligros que entraña la ambición. La ambición es el rasgo principal del carácter de Macbeth, pero sobre de su mujer, Lady Macbeth, y es la ambición la causa de su ruina. Tras la visión de la brujas y su presentación a su esposa la ambición está presente. Es la ambición la que le lleva al regicidio, a pesar de deberle lealtad y que acaba además de recompensarle con un título; y se reitera cuando ordena matar a su amigo Banquo.

En cuanto a las visiones señalar que están presentes desde el inicio de la película con la brujas. Pero también a lo largo del brumoso filme. Macbeth y su esposa sufren varias visiones.

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