sábado, 14 de febrero de 2015

Minimalismo isleño


…Más cine por favor,…y mejor. Pues tras el fiasco personal, no familiar, en opinión de mis hijos, tres días más tarde, mi esposa y yo, los más decepcionados con lo que habían montado los hermanos – hermana y hermano- Wachowsky, teníamos que apostar por ver una buena película, por supuesto huyendo del envite  valentinero, y superando la presión mediática de Grey. Así que ni cortos ni perezosos apostamos por ver la película más premiada en los Goyas de la semana pasado y hemos visto: La isla mínima. 
Reconocer que no hay obra de Alberto Rodríguez que no sea buena ni te deje pasar desapercibido . Se trata de un director que sabe de cine y que ha encontrado en el thriller y en el manejo de actores jóvenes un dominio absoluto, demostrándolo desde su primera película El factor Pilgrim (2000), a una producción de carácter amateur rodado en Londres sin financiación y – creo- que casi sin permiso de las autoridades británica pero por la que recibió una Mención Especial del Jurado de Nuevos Realizadores del Festival de San Sebastián del año 2000, que pude ver en Canal2 Andalucía, cuando este todavía existía, pero con los recortes - ¡Ay , Susana, qué mala eres! y cómo hundes en la miseria al funcionariado en general, y al profesorado , en particular, en Andalucía- , y no ahora que dedicas el HD a publicitar todos los días tu imagen con los palmeros de turno-, pasando por la magnífica y triste 7 vírgenes (2005), llegando al esplendor con Grupo 7 (2012) que ya comenté en la entrada que lleva por título  "Pudo ser el 6 o el 10".

La isla mínima es una película española , con afortunadamente acento andaluz- del año  2014 de género policíaco, dirigida por el citado Alberto Rodríguez y que se ha estrenado en el mercado americano con el título de Marshland.
 Este largometraje fue presentado en la Sección Oficial de la 62 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en septiembre de 2014, donde la película fue galardonada con la Concha de Plata al mejor actor para Javier Gutiérrez y el premio del jurado a la mejor fotografía para Álex Catalán. Aquí empezó su periplo, y tras todo un ciclo de éxito tanto de crítica como de público culmino la pasada semana , pues fue la gran triunfadora de la XXIX edición de los Premios Goya, en la que obtuvo 10 galardones, incluido el correspondiente a la mejor película. 
La película sigue el guión del director Alberto Rodríguez y de Rafael Cobos. En la producción están Atípica Films, Sacromonte Films y Antena 3 Films, aunque la distribución la lleva Warner Bros. Pictures Intl. España. Gran parte del éxito de la misma estriba en su fotografía que ha corrido a cargo de Álex Catalán - ¡ qué magníficas son sus imágenes cenitales de las marismas, del cementerio y que magníficos atardecer y alboradas ha sacado en la pantalla- . También buena parte del éxito lo encontramos en el montaje de José M. G. Moyano y en la música ochentera de Julio de la Rosa que no tiene reparos en recordarnos algunos hits cercanos a la época en la que se desarrolla la película como alguno de Abba o la magnífica Yes Sir, I Can Boogie de las Baccara. La inversión global alcanzó los 4 millones de euros (€). 

Los actores principales que interpretan a la pareja de policías que investiga el caso son Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez que interpretan a Pedro y a Juan. Junto a ellos nos encontramos a Antonio de la Torre que interpreta a Rodrigo, a la premiada Nerea Barros como es Rocío, al protagonista del Niño, la película de Daniel Monzón – otro grande que surge de aquellas crónicas cinematográficas de días de cine- el guaperas Jesús Castro como Quini, Mercedes León como la señora Casa Coto, Adelfa Calvo como Fernanda y Manolo Solo como el periodista. A estos se unen Salvador Reina como Jesús, Jesús Carroza como el guardia civil Miguel – el de 7 vírgenes- o Juan Carlos Villanueva. 

La película empieza con una imagen cenital de los fractales formados por los cientos de meandros visibles desde el cielo finales que forma el Guadalquivir en su curso más bajo en su tránsito por Sevilla y fronterizo con Huelva justo antes de entrar en el Coto de Doñana.
Tras la alucinación que supone la visión moribunda de nuestro río grande descubrimos a dos policías, tirados en la carretera que llegan sobre un tractor a un pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir, olvidado y detenido en el tiempo y que han sido enviados desde Madrid a este oscuro pueblo de colonos de Sevilla. Estamos en el año 1980 y Franco sigue presente en las paredes y en el ambiente. 
Se trata de dos policías ideológicamente opuestos, que son expedientados y castigados – a Juan por un escrito en prensa- a desplazarse a un remoto pueblo de las marismas a investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. Nada más llegar empiezan a indagar sobre la desaparición. Su primer contacto es con la Guardia Civil local. Los miembros del cuerpo le comentan que las chicas son algo ligeras, cosa que molesta a Juan. Sin embargo, Pedro, aprovechando que son las fiestas patronales, obtiene la información de unos lugareños invitándolos a unos cubatas.
Al día siguiente se entrevistan con Rodrigo, el padre de las chicas desaparecidas un siempre inquietante Antonio de la Torre y con Rocío (Nerea Barros), la madre. Se ve que la situación entre ellos es tensa y no aportan pistas algunas, aunque de los pequeños detalles se sobreentiende que algo grave ha pasado pues parece que las chicas iban a salir con su maleta y con su cartilla. Después se entrevistan con la persona que las vio por última vez y comenta que se subió en un Citroen o Diane y le informa que una vidente que trabaja en una barca en el río alguna información más le puede dar. 
Tanto ella como las compañeras de clase de la desaparecida – por cierto, el único error de la película, pues dudo que el pueblo para 1980 tuviese instituto para chicas de 16 años- alguna indicación le dan.

Al igual que un furtivo. Lo cierto es que el cuerpo de las chicas es encontrado en un canal por parte de otros furtivos y han sido brutalmente violadas y mutiladas. 
Esa misma noche se presenta un tipo bebido al hostal en que se encuentran y le comenta que hace un año hubo otra desaparición – se trataba de su novia- y que de ella sólo se encontró un pie. Pedro y Juan, cada uno con su perfil y su método van atando cabos que lo llevan a un chico guaperas de nombre Quini (Jesús Castro) y a una Finca. Eso, unido a unos negativos encontrados semidestruidos que son reconstruidos por un fotógrafo del periódico El Caso (Manolo Solo) y que vagamente conoce a Pedro van cercando al posible asesino. 
Pero la propia comunidad aislada, opaca y plegada sobre sí misma impide una resolución definitiva, visible en la difícil relación con el juez que en una reunión con los policías les dice que "ustedes no saben como están organizadas las cosas aquí". 
En este difícil proceso, la relación entre Juan y Pedro se irá estrechando y sus métodos se harán parecidos, pero , a la vez, deberán enfrentarse a sus propios miedos, a su pasado y a su futuro. Lo único importante es dar con el asesino. 
Tras mil y una pista compleja aportada /ocultada por una chica seducida o por la guardesa de la finca del Guadalquivir y que hace pensar a Pedro que el asesino es el cacique local, y tras no pocas persecuciones por pistas de tierra y carreteras peligrosas, descubrimos en los últimos momentos de la película que el asesino es un guardés de nombre Sebastián, mientras que Quini era quien las seducía y las llevaba a la casa a cambio de dinero. 
Finalmente, y aunque heridos los policías desenmascaran al asesino y resuelven el caso. Juan pasa a ser reconocido por la prensa nacional, por lo que acaba siendo nombrado inspector y le ascienden, consiguiendo un traslado a Alcobendas, cerca de su casa. Por su parte, Pedro con problemas médicos y que es quien realmente ha resuelto el caso ni se le menciona. No obstante parece no importarle y ambos celebran el éxito policial en la discoteca del pueblo en la que Pedro tienen éxito. 
Sin embargo, y como contrapunto el zoógrafo que ha ayudado a Juan le pasa a éste fotografía que incriminan a Pedro como “El Cuervo” miembro de la brigada política franquista, brutal agente sobretodo en los interrogatorios y asesino de una estudiante que se manifestaban. Ambos se disponen a regresar a casa y Pedro, que le ha salvado la vida a Juan, nota resentimiento en la mirada del otro policía y le pregunta que ocurre este no responde y Pedro se mete en el coche. El pasado siempre está presente en uno y acaba aflorando,  también la película. 

Pedazo de thriller el visto. Es cine en estado puro. La película ha sido calificada como un asfixiante «thriller» policíaco con una sutil subtrama sociopolítica, siendo considerada por la crítica como una de las mejores películas españolas del año. 
El director, Alberto Rodríguez, ha manifestado que la primera inspiración sobre el escenario de la película fue una exposición del fotógrafo Atín Aya sobre las marismas del Guadalquivir y considera que el resultado obtenido es el producto de haber metido en una batidora lo que ha visto y leído en los últimos 30 o 40 años de cine y novela negra, desde directores como Pilar Miró a Ladislao Vajda y películas como Conspiración de silencio de John Sturges, con Spencer Tracy. “Me gustan los thrillers, porque te permiten hablar de problemas. Lo cierto es que 'La isla mínima' deslumbra, una cinta que "engancha al espectador" a través del suspense. 
El propio director comenta en una entrevista al diario “El País” que el 2000, “puede que 2001”, Rodríguez vio una exposición del fotógrafo Atín Aya, maestro del fotoperiodismo español, un hombre que en los noventa, durante años, viajó a las marismas a retratar a sus habitantes. “Me impresionó. Cuando acabé Siete vírgenes en 2005, Rafael Cobos [su guionista habitual] y yo escribimos un primer tratamiento. Y se olvidó. Se quedó en un cajón. Hasta que el año pasado vimos dos documentales, Atado y bien atado y No se os puede dejar solos, de los hermanos Bartolomé, que nos dieron la clave. Hechos a pie de calle, estudian la Transición sin el filtro del tiempo, porque están montados en 1981. Encontramos sentido a todo lo que teníamos. 
Escribimos el guión rápido, en cinco meses, y rodamos del tirón”. Así nacieron los dos policías, uno procedente del franquismo, otro más joven, en choque permanente contra la vieja escuela, en una España en la que ETA mataba casi todos los días, en la que aún primaban las formas de la dictadura y los miedos provocados durante décadas por el Gobierno franquista, que investigan en un terreno, las marismas, abonado para la caza furtiva, el caciquismo y el estraperlo. El cineasta vuelve a entregar otro análisis excepcional de una época y un momento, extrapolable a lo que ocurría por toda la Península. Y culmina que diciendo que este gusto por combinar la realidad en historias de ficción es posible que esté en el hecho de que “ de joven quise ser periodista me gusta usar elementos reales y próximos”. 
Algunos fotogramas de la película están basados en fotografías de Atín Aya, cuyo trabajo impresionó a los realizadores cuando sabían que su trabajo en una exposición retrospectiva. También señalar que en imbd de dice que las fotografías aéreas al comienzo de la película y otras que se pueden ver sobre ella, fueron digitalizadas por Israel Millán a partir de las de Héctor Garrido. Este fotógrafo ha publicado un libro, "Armonía fractal de Doñana y las Marismas" que incluye algunas de las imágenes utilizadas en la película. En La isla mínima hay más influencias. En su ideología está el alma del libro de viajes Por el río abajo, de Alfonso Grosso y Armando López Salinas, “o dos comunistas recorriendo el Guadalquivir”. 
La trama de La isla mínima arranca en las marismas del bajo Guadalquivir, una extensión inmensa y no demasiado conocida a unos 30 kilómetros al sur de Sevilla. Su rodaje se realizó a lo largo de 2013 en un espacio inhóspito. “Es un espacio de dimensiones bestiales en el que se produce más arroz que en Valencia y que cuenta con tres islas, la Mayor, la Menor y la Mínima, y nos pareció un buen lugar para comenzar una historia”, explica Rodríguez. La isla mínima mezcla “elementos de vida, muerte y redención”, explica Rodríguez. El rodaje terminó el 25 de septiembre de 2013. 
Con ocasión del éxito de la película, en la que destacan sus paisajes; . 
Los escenarios del rodaje de la película que comprende distintas localizaciones como Puebla del Río, Isla Mayor, Finca Veta la Palma, Vetaherrado, el Poblado Cotemsa, Playa de los Morenos y el Brazo de los Jerónimos y la Isla Mínima sitas en gran medida en localidades de Sevilla como Coria del Río, Isla Mayor, o Las Cabezas de San Juan, parajes que se están difundiendo gracias a la película. Algunos de ellos como la finca Veta La Palma, una piscifactoría privada dedicada también a la acuicultura forman parte del Espacio Natural Doñana. La Diputación de Sevilla, junto con la Andalucía Film Comission (AFC) y y la Junta de Andalucía han presentado una ruta turística que recorren estos parajes sevillanos.
La producción fue muy complicada en ese paisaje fluvial, misterioso y atormentado de las marismas del Guadalquivir y que desde época de Queipo de Llano fue el granero de Arroz, pero también de una importante actividad ligada al contrabando. Fue en Isla Mayor, el pueblo más cercano a las marismas, en donde se alojó el equipo durante el rodaje, y que atraviesa la única carretera y con un camino en las marismas estrecho, lleno de rodaduras, limitado a ambos lados por dos canales profundos que levantaron especialmente en los años cuarenta y cincuenta represaliados del régimen franquista y del que pusieron en aprovechamiento una importante comunidad de colonos valencianos. Durante el rodaje efectivamente sufrieron varios accidentes de tráfico con incluso caídas al canal.
El propio director señalaba en esa entrevista al Diario El País  que el rodaje fue duro “Yo tuve fiebre durante toda la filmación, varios técnicos más enfermaron, y en general fue bastante incómodo. Hubo un día de lluvia torrencial, los mosquitos devoraron a los actores… Me compliqué mucho la vida”. 
Desde su presentación oficial en Donosti la película generó un aluvión tanto de críticas positivas como de espectadores. Ya en otoño y en las primeras semanas - la película había sido estrenada 26 de septiembre- había llevado al cine a más de medio millón de espectadores. El director Alberto Rodríguez «Estoy muy feliz con la respuesta del público, y sólo espero que siga creciendo y que la gente disfrute de este thriller». 
La película ha sido galardonada con los siguientes premios Concha de Plata del Festival de San Sebastián 2014 al mejor actor para Javier Gutiérrez, Premio del jurado del Festival de San Sebastián 2014 a la mejor fotografía para Álex Catalán.
Más tarde será galardonada con dos Premios Forqué a película estrenadas en 2014, al mejor largometraje de ficción y al mejor actor para Javier Gutiérrez, así como cinco Premios Feroz a la mejor película (drama), a la mejor dirección para Alberto Rodríguez, al mejor actor protagonista para Javier Gutiérrez, a la mejor música original para Julio de la Rosa y al mejor tráiler.
Obtuvo igualmente ocho medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos en su septuagésimo aniversario (película, director (Alberto Rodríguez), actor (Javier Gutiérrez), actriz revelación (Nerea Barrios), guión original (Alberto Rodríguez y Rafael Cobos), fotografía (Alex Catalán), montaje (José M. G. Moyano) y música (Julio de la Rosa).
La película contó con 17 candidaturas a los goya en su 29 edición y arrasó con 10 premios, quedando por delante de “El niño” (4 galardones), o de “Ocho apellidos vascos” . entre los premios destacan el de mejor película, mejor dirección para Alberto Rodríguez, mejor actor protagonista a Javier Gutiérrez, mejor actriz revelación a Nerea Barros, , mejor guióon original a Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, mejor dirección de fotografía a Álex Catalán, mejor música original a Julio de la Rosa, mejor montaje a José Moyano, mejor dirección artística a Pepe Domínguez, mejor diseño de vestuario a Fernando García.
En cuanto las críticas todas han sido positivas, tanto las nacionales como las extranjeras. De estas últimas destacar Jonathan Holland en The Hollywood Reporter que dice "Este thriller, magníficamente realizado y con una rica textura, es una de las películas españolas más potentes del año. (...) cine negro que ofrece tensión a diferentes niveles" , o la de Fionnuala Halligan en Screendaily al afirmar que se trata de "Un drama policíaco asombrosamente elegante (...) magnífica dirección de arte (...) Rodríguez consigue una narrativa sólida" . 
Ya en la madre patría, muchas veces madrastra, Carlos Boyero del Diario El País nos dice que "Alberto Rodríguez te engancha con los anzuelos más sólidos y menos tramposos." Por su parte, Luis Martínez del Diario El Mundo sentencia que "Sin duda, la cinta española más reveladora del año." 
En el Diario ABC E. Rodríguez Marchante comenta que se trata de una "Película triste, crepuscular, magníficamente filmada por fuera como por dentro, con un pulso que no deja ni un instante de latir (...), mientras que en el Diario La Vanguardia Jordi Batlle Caminal afirma que es un "Thriller de alto nivel, fibroso y apasionante, que revalida el talento para el género de Alberto Rodríguez (...) impecables Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo (...)
En la revista de Cinemanía Andrea G. Bermejo dejo negro sobre blanco la siguiente crítica: "Rodríguez coge carrerilla hacia la película perfecta. (...) mirada con denominación de origen que el director lleva cultivando desde el salto en bomba a la piscina de '7 vírgenes' (...) , y en la otra de referencia del cine español, Fotogramas, Mirito Torreiro escribe que es "Una gran, inmensa película. Pegada a la realidad pero al mismo tiempo, inteligente pasatiempo. Denunciatoria pero sutil, el director respeta a su espectador (...). 
Por último,  Juan Herbera en su blog inserto en la web de televisión española afirma que “ El sábado antes de conocerse las nominaciones se exhibía en 12 salas (había llegado a estar en 280 locales en su tercera semana allá por el mes de octubre) y llevaba acumulados €6,12 millones; tras ellas incrementó presencia hasta las 41, las 59, las 66 y las 90 del fin de semana anterior a la entrega de los Goya. El pasado fin de semana se podía ver en 127 cines y el acumulado, antes de recibir los premios, era de 6,4 millones de euros (€). Le toca ahora disfrutar durante un par de semanas de ese efecto crecida que le supondrá haberse llevado esos galardones tan publicitados”.

Estamos ante un gran thriller, de lo mejor que se ha hecho en la historia del cine de este país, con unos personajes torturados por su propia vida presente (la mujer de Juan , literalmente, lo tort ura con sus llamadas telefónicas intimidantes, la enfermedad que emponzoña a Pedro, la miseria moral y económica personal de Rodrigo , la soberbia del señorito, la mezquindad de la guardesa que no quiere saber , pero intuye, la miseria de los furtivos...), por su pasado (especialmente la de Pedro, tan eficaz  ahora como criminal era antes), y la del futuro sólo interesante para Juan, personaje al que uno  no acaba por apreciarlo y que , en el fondo, tiende a ser tan cruel como lo fue su compañero.

Una historia magnífica, una película negra con una calidad notable y en un entorno en que el sueño se combina con la pesadilla y con elemento que  me encanta: escuchar en el cine el acento de mis paisanos, qué lujo, todo un placer. Una joya, tanto la natural como nuestra habla dialectal,  aún no valorada , salvo para el sainete, en el cine español.

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