lunes, 23 de julio de 2012

Historia del mito



Comentábamos en la entrada anterior que Casablanca se merecía una entrada más, si no dos, pues se trata de la película / película como la definiría Francisco Umbral. Es una de las películas mejor valoradas de la cinematografía estadounidense –aunque como indicamos en la primera entrada no siempre se valoró en su justa medida. Fue ganadora de varios premios Óscar, incluyendo el de mejor película en 1943, aunque después daremos más información sobre este apartado. En su tiempo el filme tenía todo para destacar ampliamente, con actores renombrados y guionistas notables, sin embargo ninguno de los involucrados en su producción esperaba que éste pudiese ser algo fuera de lo normal. Se trataba simplemente de una de las docenas de producciones anuales de la maquinaria hollywoodense, eso sí con la singularidad de ser un producto de propaganda bélica anti-eje. El Departamente de publicidad de la Warner se preocupó en promocionarla haciendo hincapié en las 34 nacionalidades presentes en el reparto, muchos de ellos actores de gran peso en la Europa de preguerra que estaban en los EE.UU por razones políticas.
Casablanca tuvo un sólido inicio pero no espectacular y, sin embargo, fue ganando popularidad a medida que pasó el tiempo y se fue colocando siempre entre los primeros lugares de las listas de mejores películas. La crítica ha alabado desde siempre las actuaciones carismáticas de Bogart y Bergman y la química entre ellos, así como la profundidad de las caracterizaciones, la intensidad de la dirección, el ingenio del guión y el impacto emocional de la obra en su conjunto.
Casablanca se basa como señalamos en la entrada anterior en Todos vienen al café de Rick (Everybody comes to Rick’s) de Murray Burnett y Joan Alison, una obra teatral que nunca fue puesta en escena. Cuando el especialista en análisis literario de la Warner Brothers, Stephen Karnot, leyó la obra, la calificó como una «tontería sofisticada», no obstante le dio el visto bueno. Enseguida la editora encargada de los guiones, Irene Diamond, convenció al productor Hal B. Wallis para que comprara los derechos por $20.000, el precio más alto jamás pagado por una obra teatral que no hubiese sido puesta en escena. El proyecto de cine rebautizó la obra como Casablanca, quizás intentando imitar el éxito de la película de 1938 de título “Argel”. Así pues, el rodaje comenzó el 25 de mayo de 1942 y finalizó el 3 de agosto del mismo año alcanzando un coste de producción de $1.039.000 ($75.000 por encima del presupuesto). El costo no fue excepcionalmente alto, pero sí superior al promedio de su tiempo.
La película se rodó principalmente , excepto una secuencia en la que se muestra la llegada del mayor Strasser, que se realizó en el Aeropuerto Van Nuys. Los lugares de rodaje de la película son Flagstaff (Arizona);  el Van Nuys Metropolitan Airport - 6590 Hayvenhurst Avenue, Van Nuys, de Los Ángeles (California), Warner Brothers Burbank Studios - 4000 Warner Boulevard, Burbank, (California) y el Waterman Drive, Van Nuys, Los Ángeles, California, para la pista del aeropuerto.

La escenografía de la calle que fue usada para las escenas del exterior había sido recientemente construida para otro filme, The Desert Song, y tuvo que ser redecorada para los flashbacks de París. Dicho escenario permaneció en los almacenes de la Warner hasta la década de los 60. Por su parte, el set para el Café de Rick fue construido en tres partes inconexas, por lo que no se podría determinar en trazado lo que sería su planta. De hecho, en una escena se hace pasar a la cámara a través de una pared desde el área del café hacia el interior de la oficina de Rick. El fondo de la escena final, el cual muestra un avión pequeño modelo L-12 Electra Junior de la compañía Lockheed con personal caminando alrededor, fue armado usando extras de baja estatura y un avión de cartón dibujado a escala. Se usó humo, simulando neblina, para cubrir la apariencia poco convincente del modelo. El crítico de cine Roger Ebert calificó a Wallis como la «clave del equipo creativo» por la atención que puso a los detalles de producción (hasta el punto de haber insistido en tener un loro de verdad en el Bar del Loro Azul, Blue Parrot Bar, en inglés).
Por otra parte, la estatura de la actriz Ingrid Bergman causó algunos problemas. Bergman sobrepasaba por casi cinco centímetros a Bogart, por lo que el director Curtiz tuvo que elevar al actor sobre ladrillos o sentarlo sobre cojines en las escenas en las que aparecían juntos.
Los contratiempos alcanzaron al productor Hal B. Wallis cuando decidió, tras haber terminado el rodaje, que la línea final de la película sería: «Louis, pienso que éste es el principio de una buena amistad» («Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship»). Bogart tuvo que ser llamado un mes después de finalizada la filmación para doblar la frase.
Más tarde se pensó en introducir una escena que mostrara a Rick y Renault junto a un destacamento de soldados franceses libres, en un barco, alistándose para incorporarse a la invasión de 1942 a África del Norte por parte de las tropas aliadas. Sin embargo, resultó muy difícil conseguir al actor Claude Rains para la filmación, que por cierto cobró por este papel uno de los sueldos más elevados de la época -22.000 dólares sólo 3.000 menos que la actriz principal que cobró 25.000 $ por siete semanas de trabajo- , y la idea fue definitivamente abandonada cuando otro productor, David O. Selznick, señaló que «sería un error tremendo cambiar el final».
El guión, que como hemos visto se basaba en una obra de teatro se inspiró, al parecer,  en el viaje a Europa que hizo Murray Burnett en 1938, viaje durante el cual pudo visitar Viena justo antes del Anschluss. Murray visitó también la costa sur de Francia en la cual co-existían, no sin dificultad, personas de ideología totalitaria junto a refugiados- sólo hay que pensar en los miles de republicanos que había en Francia, incluso en campo de concentración como el de Rivesaltes . Los locales nocturnos de la zona inspiraron, pues, tanto el Café de Rick (especialmente uno llamado «Le Kat Ferrat») como el carácter del personaje Sam, el pianista (basado en un pianista negro que Burnett vio en Juan-les-Pins) En la obra teatral, el personaje de Ilsa era una estadounidense llamada Lois Meredith y no encontraba a Laszlo sino hasta después de que su relación parisina con Rick había terminado. Además, en la obra de teatro el personaje de Rick era un abogado.
Los primeros escritores principales en trabajar en el guión fueron los gemelos Epstein, Julius y Philip, quienes eliminaron el trasfondo del personaje Rick y aumentaron los elementos de comedia. Después intervino el otro escritor reconocido en los créditos, Howard Koch, pero trabajando en paralelo con ellos y haciendo énfasis en otros aspectos. Koch resaltó los elementos políticos y melodramáticos. Según parece, fue el director Curtiz quien favoreció las partes románticas, al insistir en que permanecieran los flashbacks en París. Aún a pesar del gran número de escritores involucrados, el filme tiene eso que Ebert describió como un guión de «maravillosa unidad y consistencia» o como diría Moix “el clima”. Más tarde Koch afirmaría que fue la tensión que hubo entre su propia visión y la de Curtiz la que motivó que «sorpresivamente, estos acercamientos desparejos de alguna manera se ligaron, y quizá eso fue debido en parte a este tire y afloje entre Curtiz y yo, que le dio a la película un cierto balance».Julius Epstein anotaría posteriormente que el guión contenía «más maíz que en los Estados de Kansas y Iowa juntos” entendiendo por ‘maíz’) lo que es el  slang, o sea, un tipo de humor tonto, gastado, banal y sentimental. Algunas de las frases memorables, como hemos visto, se decidieron en el último momento por el producto Wallis. Señalar que éste fue galardonado con el premio Irving Thalberg. El cambio, la improvisación, parecían estar en el origen de esta empresa tal y como señala Terenci Moix.
Llama la atención que el autor de la obra teatral, Murray Burnett, estuvo pleiteando en la prensa para que se le reconociese que todo “Casablanca” estaba ya en su obra original. Según cuenta Aljean Harmetz en su interesante libro sobre la géneses y el rodaje del filme, el guionista Koch acabó reconociendo que Burnett tenía razón.
El filme se topó con algunos problemas cuando Joseph Breen, miembro del cuerpo de auto-censura de la industria hollywoodense (el Production Code Administration), expresó su oposición a que el personaje del Capitán Renault solicitara favores sexuales a cambio de visados y a que los personajes de Rick e Ilsa hubieran dormido juntos en París. Ambos puntos, de todos modos, permanecieron en forma implícita en la versión final
En cuanto a la dirección la primera opción del productor, Hal Wallis, para dirigir la película fue William Wyler, pero como no estaba disponible Wallis decidió escoger, tras barajar varios nombres, a su amigo, el director Michael Curtiz. Curtiz era un judío emigrante de origen húngaro, que había llegado a los Estados Unidos en la década de los 20 y que contaba entre sus familiares a refugiados que habían huido del nazismo imperante en Centroeuropa. A decir de Roger Ebert, en Casablanca «muy pocas escenas son memorables en cuanto tales...», Curtiz se estuvo preocupando de usar las imágenes para contar una historia más que de usarlas por sí mismas.
De cualquier manera, el director tuvo poca influencia en el desarrollo de la trama: de acuerdo con Casey Robinson, Curtiz «no sabía nada de nada acerca de la historia... él veía imágenes y tú proporcionabas la historia». El crítico Andrew Sarris calificó la película como «la más decisiva excepción a la teoría de autor», a quien Aljean Harmetz replicó que «casi todas las películas de la Warner Bros. fueron una excepción a la teoría de autor». Sin embargo, otros críticos le dan mayor crédito a Curtiz; Sidney Rosenzweig, en su estudio sobre el trabajo del director, aprecia en el filme un ejemplo típico del modo en que Curtiz resalta los dilemas morales.
Los montajes de la segunda unidad, tales como la secuencia de apertura del tren de refugiados y la que muestra la invasión de Francia, fueron dirigidos por Don Siegel.
El director de fotografía fue Arthur Edeson, un experimentado artista que había trabajado previamente en El halcón maltés y en una versión de Frankenstein del año 1931. Una mención especial merece la fotografía de Ingrid Bergman, en la que se puso especial cuidado. Ingrid fue fotografiada casi siempre en su perfil izquierdo, perfil preferido por la propia actriz, y en muchas ocasiones se aplicaba un filtro suavizador de tipo gaussiano y con catch lights para hacer que sus ojos destellaran. Estos efectos fueron diseñados para proporcionar a su rostro una apariencia «inefablemente triste, tierna y nostálgica».
Se aprecian además barras de sombras cruzándose con los personajes y con el fondo. Dichas sombras, según cada caso, poseen distintos significados: algunos muestran símbolos de encarcelamiento, el crucifijo, el símbolo de la Francia Libre y hasta confusión emocional. Además, la oscuridad del cine negro y la luz expresionista es usada en numerosas escenas, principalmente hacia el final de la película. Según Rosenzweig, estas luces y sombras son elementos clásicos del estilo de Curtiz, junto a la fluidez del trabajo de cámara y el uso del entorno como herramienta de encuadre.
La música fue escrita por Max Steiner, compositor que había saltado a la fama por haber sido el artífice de la música de la película Lo que el viento se llevó. La canción As time goes by de Herman Hupfeld había sido escogida para formar parte de la obra de teatro original, y Steiner tenía previsto reemplazarla por una obra propia. Sin embargo, cuando el compositor quiso crear su propia obra para remplazarla, se encontró con que Ingrid Bergman ya se había cortado el cabello para protagonizar su siguiente papel cinematográfico (María, en Por quién doblan las campanas), por lo que no se podían volver a rodar las escenas en las que aparecía la canción. Por otra parte, cuando se estrenó la película la canción gozó de un resurgimiento que la posicionó 21 semanas en los primeros puestos de las listas de éxitos. Así que Steiner basó por completo la música de la película en dicha canción y en La Marsellesa, el himno nacional francés, transformándolos para que reflejaran diversas situaciones. De nota excepcional es el «duelo de canciones» en que La Marsellesa compite —interpretada a todo pulmón por una orquesta completa— contra un pequeño grupo de alemanes que cantan «Die Wacht am Rhein» (El guardia sobre el río Rín) en el piano. Originalmente se había pensado para esta secuencia maestra en la canción «Horst Wessel Lied» (Canción de Horst Wessel), que era de facto el segundo himno nacional de la Alemania Nazi, pero éste se encontraba todavía bajo derechos reservados al menos en los países no aliados.
Otras canciones incluidas en la película son It Had to Be You, de 1924, con letra de Gus Kahn y música de Isham Jones; Knock on Wood, con música de M.K. Jerome y letra de Jack Scholl, y Shine de 1910 de Cecil Mack y  Lew Brown, con música de Ford Dabney . En una de las escenas de flash back en París, Rick e Ilsa bailan al ritmo de Perfidia del compositor mexicano Alberto Domínguez Borrás. En fín, esta es parte de la historia de un mito. Continuaremos con ella.

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