lunes, 23 de diciembre de 2013

La fascinante aventura de Chomón


Como señalo en muchas ocasiones, la casualidad me llevó allí. Esta unida a la circunstancia de unas vacaciones mucho más que merecidas y a la necesidad de ofertar a mis hijos algo más que la play y sus múltiples formas de asesinato y violencia. 
La casualidad hizo que nos dirigiéramos a por el Paseo del Prado hacia la Castellana y que hiciéramos una parada técnica – vamos, un bocadillo de calamares- en esa enorme avenida. Tras la parada técnica el líquido elemento necesario para tragarse el bocata y en esto nos topamos de bruces con la exposición que ofrecía CaixaForum sobre el Japonismo. Hasta el mes de febrero de 2014 se puede ver en el misma esta exposición que trata sobre La fascinación por el arte japonés, que repasa la recepción y asimilación del arte japonés en España, especialmente en Barcelona. 
Antes de entrar a la misma rodamos una película. Sí, es cierto volvimos a los pioneros y realizados un corto. ¡Qué gran idea! ¡Qué gran aventura!. Y al salir de la sala principal tras la exposición la casualidad nos llevó a una pequeña sala oscura en la que se emitían, pasando casi desapercibida, unas películas sobre la influencia de Japón en la escenografía y el cine. 
Y en estos que me tope con tres cortos de Segundo de Chomón, como reflejo de hasta que punto había calado el japonismo a nivel visual a comienzos del siglo pasado. Las tres piezas, las copié en un papel, eran Les Ki-ri-ki. Acrobates japonais, 1907, Les fleurs animées de 1906 y Les Papillons japonais , todas ellas salidas de esa frábica que era Producción Pathé. 

La primera en la frente. Toda una joya de la ingeniera visual de estos precursores y pioneros del cine. Su título Les kiriki (acrobatas japoneses - acrobates japonais), una obra de 1907 y de dos minutos y 41 segundos. En ella unos virtuosos artistas acrobáticos nos deleitan durante un par de minutos con sus extraños e imposibles movimientos . Estamos ante una película fascinante que inspiró a muchos artistas como al coreógrafo Philippe Decouflé . 

En ella Segundo de Chomón (1871-1929) , ya contratado por Pathé para dirigir una serie de películas basadas en los efectos especiales y con la intención de competir con los de Georges Méliès hace auténticas piruetas visuales. Curiosamente Chomón fue testigo del nacimiento del cinematógrafo en 1896 durante su estancia en París y dejó su trabajo para entrar en el taller de Georges Méliès como colorista. Al mudarse a Pathé Frères contribuyó a establecer un sistema de coloración industrial : la Pathécolor . Allí se especializó en la animación y los efectos. Así que disfrutamos en estos tres minutos de unos virtuosos que realizan pirámides humanas y de sus saltos mortales. 

Tras la introducción, todo el resto de la película fue tomada por una cámara situada en el techo con los actores establecidos en el suelo, excepto en la salida, todo ello. Muy bien hecho. Grandiosa esta obra , un monumento de uno de los primeros especialistas en efectos visuales de la historia del cine. 

Les kiriki fue sonorizada y remasterizada con composición de Eric Le Guen. Esta técnica no fue empleada en Les kiriki, que fue coloreada fotograma a fotograma en su restauración basándose en una paleta de colores de la epoca. Esta película sólo existía en su versión en blanco y negro, pero gracias a la labor de la Cinémathèque Française , depositario de la única copia original- con negativo en blanco y negro- , se han hecho tres copias en positivo . Fue Hélène Bromberg la encargada de colorear la película al estilo de Chomón, es decir, cuadro a cuadro. 

De todas maneras y según he leído, este truco visual central ya había sido empleado por Georges Melies en su obra An Impossible Feat Balancing (L'Equilibre Imposible, 1902) y algo similar había elaborado la Edison Manufacturing Company (1904). 

La siguiente obra fue Les fleurs animées, película del año 1906 y con cinco minutos de duración. Realmente la autoría de esta película está atribuida a Gaston Velle, otro empleado de la Pathé Frères mientras que el camarógrafo y especialista en efectos especiales fue Segundo de Chomón. 

En este caso nos encontramos con unas flores enojadas claman venganza contra un hombre que buscando refugio ha destruido su jardín. En una terraza, dos mujeres toman el té. A ellas se les suma un chino que se enamora de una de ellos. Para demostrarle su amor, él le ofrece una flor. Las flores molestas con el hombre se vengan en su jardín, pisoteando a sus siervos. Pero las flores se transforman y se convierten en cabezas de las mujeres. Tras ellas se reúne el consejo y deciden vengar a sus hermanas maltratadas. Por lo pronto le caerá en el té unas pastillas para dormir. Y mientras disfruta de su sueño, las flores animadas realizan un alboroto a su alrededor después de atraparlo, enterrarlo y regarlo tanto que el hombre se transforma en una planta exótica gigante. La película emplea trucos de cámara simples, creando un cuento de hadas mágico con esta imagen en movimiento. 

La tercera película fue Les Papillons japonais y sí fue realizada por Segundo de Chomón para la productora de la Pathé Frères, Se trata de un film de cuatro minutos y que, al igual que el resto, está lleno de trucos. La película se estrenó en 1908. Y en ella vemos como dos artistas japoneses que han colocado un gusano de seda en una pantalla, lo abandona y el animal toma vida y comienza a transformarse en un capullo que pronto será su prisión de seda. El capullo de repente se abre la división y se convierte en una hermosa mariposa que toma el vuelo. Después de haber revoloteado por un tiempo el insecto vuelve a la tierra y luego se somete a una serie de cambios, que se presentan ante al ojo del espectador con muchos colores. Este sueño de colores fantásticas de la mariposa se transforma en una vez más y una encantadora mujer joven le hace a uno olvidar pronto la belleza de la maravilla anterior eclipsando con un baile más elegante y fascinante de Loie Fuller. Antes de cambiar a una chica que realiza la danza serpentina popular en Francia y en otras partes en el momento. Tras el baile la mujer desaparece como por encanto, y la última escena muestra a un millar de mariposas subiendo hacia el cielo. 


En definitiva la casualidad nos llevó a la exposición a descubrir a estos “japoneses” que se transforman permanentemente como la mariposa. Y está claro que como concluye Joan M. Minguet en una breve ficha sobre el japonismo y el cine en el catálogo de la exposición que “El exotismo y el cine de los primeros tiempos hicieron un buen maridaje.”.

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