martes, 14 de octubre de 2014

Un cuento chino




Versión española es uno de los programas con más tiempo de permanencia de televisión española. Eso tiene su mérito. Sin querer hacer juicios de valor sobre la presentadora, aunque en la idea original y en mi mente sí está presente, y no todo para bien, reconozco que es un escaparate para el cine hecho en España, financiado por una productora o en español. Lo mismo vemos una obra de uno de los actuales y consagrados directores como de otros que buscan la oportunidad de realizar una relectura de su obra, sí ésta ha tenido poco recorrido. 
Desgraciadamente muchas películas españolas tienen una trayectoria limitada. Y no necesariamente por culpa del pirateo o de las descargas, sino, a veces por su escaso valor, lo reiterativo de sus temas, su apuesta por el pensamiento único y el alto grado de sectarismo, en gran medida rojipijismo existente entre la élite encumbrada del cine patrio. Pues bien, entre películas muchas españolas de vez en cuando aparecen otras con financiación española, pero con marchado de otros lugares como México, Perú, y especialmente, Argentina. 
De entre ellas el cine argentino se lleva la palma y un trasiego de actores, directores, técnicos y productores cruzan el charco en ambas direcciones. Este es el caso de Ricardo Darín, actor de acá y allá y en este caso protagonista de la película que ví anoche y que llevaba por título Un cuento chino.
Contar un cuento chino en español es contar una historia increíble y muchas veces falsa. Sin embargo, en esta ocasión Sebastián Borensztein director de la película no presenta un auténtico cuento chino. Se trata de una comedia dramática realizada en 2011 dirigida por Sebastián Borensztein y protagonizada por Ricardo Darín, Muriel Santa Ana e Ignacio Huang. 

Fue estrenada el 24 de marzo de 2011. Un variado grupo encabezado por Pablo Bossi, Juan Pablo Buscarini, Gerardo Herrero, Axel Kuschevatzky, Ben Odell todos ellos representantes de Pampa Films y Tornasol Films que invirtieron poco más de un millón de dólares (1.200.000 dólares), así como Mariela Besuievsky como productora ejecutiva financian y producen el guión que en su momento presentó el mismo director Sebastián Borensztein.
Una vez planteada la producción, la dirección artística se encomendó a Valeria Ambrosio y Laura Musso. La música es obra de Lucio Godoy, mientras que el sonido es de Eduardo Esquide. En otros apartados técnicos destacamos a Lucila Robirosa en el Maquillaje, Rodrigo Pulpeiro en la fotografía y Pablo Barbieri Carrera y Fernando Pardo en el montaje. Por último destaca la escenografía de Laura Musso y el vestuario de Ángel Sarrión. 
El elenco de actores y actrices estaba formada por Ricardo Darín (Roberto), Muriel Santa Ana (Mari), Ignacio Huang (Jun), Pablo Seijo (Cliente), Iván Romanelli (Leonel) y Vivian El Jaber (Rosa). 

La película empieza con dos historias en paralelo, en China y en Buenos Aires. En Fucheng, China, Jun (Ignacio Huang) y su novia disfrutan de una cita en un bote en el lago. Cuando Jun se dispone a buscar los anillos para proponerle matrimonio, directamente desde el cielo cae una vaca y se estrella contra el bote, matando a su novia. 

Roberto (Ricardo Darín) es un malhumorado ferretero argentino, quien tiene un frío contacto con el mundo que lo rodea, pues ve como su negocio se va hundiendo ante la competencia, especialmente, de las grandes superficies comerciales. Roberto lleva una vida monótona y anodina, y se pasa el día coleccionando noticias insólitas del mundo publicadas en diarios, contando los tornillos que compra para comprobar la cantidad y visitando a sus padres en el cementerio. Cada cierto tiempo recibe la visita de Mari (Muriel Santa Ana), una dulce mujer que vive en el campo y que está enamorada de Roberto, y con quien tuvo una relación amorosa fugaz en el pasado. 
Un día Roberto, mientras está en las cercanías del aeropuerto, observa como desde un taxi se saca de malas maneras a un chino, que después sabremos que se llama Jun. Riberto atiende a un Jun, que sólo habla su idioma materno, el chino mandarín. 
Jun lleva una dirección escrita en el brazo y Roberto, aunque no entiende chino, decide llevarlo allí en su automóvil. En el trayecto, Jun vomita y Roberto lo echa a la calle y se va a su casa, pero más tarde, cuando ve que hay una fuerte lluvia, retorna y lleva a Jun para encaminarlo a su destino. 
Cuando llegan a la dirección se entera que la propiedad fue vendida por un chino hacía tres años y que el señor que está allí instalado no sabe nada del paradero de éste. Roberto lleva a Jun a la comisaría, donde un policía pretende encerrar al joven chino en una celda. 
Frente a esto y al hecho de que el oficial al mando lo trata mal, Roberto discute con el oficial, le pega un cabezazo y se lleva a Jun, dejando que éste se quede una noche en su casa. 

Al día siguiente Roberto y Jun visitan la Embajada de China, donde le toman los datos y prometen encontrar al tío que Jun está buscando. Roberto intenta sin resultado deshacerse de Jun dejándolo en la embajada. 
Pero una vez que ha salido, regresa pues le da cosa dejarlo. Después ambos van al barrio chino donde Jun pregunta sobre su tío a los comerciantes, también sin resultado. Roberto le permite quedarse por un periodo máximo de una semana como su "ayudante" para sacar la basura acumulada en su patio, al cabo de los cuales se tendrá que ir de la casa. 
La idea de la acogida, reafirma la idea de Mari del gran corazón que tiene Roberto. A los siete días, desde la embajada le avisan que encontraron a su tío, su "tapo" (o tío abuelo). y que vendrán a buscarlo la mañana siguiente. 
Antes de eso, piden comida china como despedida para Jun; y cuando llega el mandadero -que es chino- le pide que haga de intérprete para entender algo de los que dice Jun. Roberto y Jun, siguen sin entenderse. A la mañana, llega una familia de chinos. 
El jefe de la familia hace que un hombre ciego baje de la camioneta para reconocer a Jun tocándole el rostro, pero no reconoce a Jun como su sobrino ni éste a aquél como su tío. Roberto trata nuevamente de conseguir respuestas por parte de la Embajada de China, pero quien los había atendido anteriormente ya no está, y al ponerse nervioso es expulsado del lugar. 
Roberto le da otra tarea a Jun, limpiar la habitación que él está ocupando. Lamentablemente cuando Jun está sacando la basura que había allí, rompe accidentalmente un mueble donde Roberto guardaba recuerdos de su madre. 
Acto seguido Roberto lleva a Jun a un taxi y le dice al taxista que lo deje en el barrio chino. Ese dia Mari visita a Roberto para darle a Jun algunas fotos que se habían tomado juntos en un paseo; cuando Roberto le contesta que ya se fue, Mari le dice lo afortunado que fue Jun al tener alguien que lo ayudase y también le dice que lo quiere. 
Roberto recapacita y va a buscar a Jun pero mientras que se dirige en coche hasta allí es interceptado por el policía que había agredido anteriormente, quien a punta de pistola lo obliga a ir a un descampado donde lo golpea. 
Jun, que había visto la situación, llega y golpea al policía con un ladrillo salvando a Roberto. Roberto compra nuevamente comida china y deja que el mandadero coma con ellos y oficie de intérprete. 
Allí Roberto le dice que se va a poder quedar un tiempo más, eso sí a cambio de que Jun aprenda español , así que va a pagarle clases de español y que cuando sepa algo tendrá que buscar trabajo. Jun le pregunta por qué colecciona las noticias insólitas y Roberto le cuenta su historia: su madre murió cuando él nació, su padre inmigrante italiano, leía un diario italiano, L´Unitá, que le llegaba todos los domingos. Pero que reaccionó cuando descubrió un recorte de su padre en el que aparece Roberto. Se trata de una noticia sobre la Guerra de las Malvinas y en concreto de una fotografía de Roberto como soldado. 
Cuando Roberto retorna de la guerra se entera que su padre había muerto de un paro cardíaco aquel día, impresionado porque ignoraba que su hijo estaba en el frente de batalla. 
Roberto le dice que la vida es un absurdo y le muestra las noticias que había recolectado, entre ellas la de un avión que robaba vacas en China: al escapar un grupo de campesinos los sigue y le dispara al avión en pleno vuelo, se abre la puerta trasera, y caen dos vacas, una de ellas matando a la novia de Jun. Sorprendido al descubrir que la noticia hablaba de la tragedia de Jun, Roberto se emborracha y empieza a contar los tornillos como siempre hacía. 
A la mañana siguiente lo llama una persona que dice ser el tío de Jun y que vive en Mendoza. El sobrino se pone al teléfono y lo confirma por lo que Roberto le compra un pasaje de avión y ambos amigos se despiden con un apretón de manos. 

Cuando al día siguiente Leonel, el cuñado de Mari le trae el periódico, Roberto le cuenta lo sucedido y se entera que Mari había vuelto al campo. Esa noche Roberto descubre en el patio trasero una vaca bien dibujada por Jun (ya que este fue artesano) en la pared que este le había pintado, que lo hace reflexionar y la última escena muestra a Roberto reencontrándose con Mari en el campo, mientras está ordeñando una vaca. Hasta aquí la película. 

Fue exhibida en varios festivales, y en otros compitió como en tres festivales internacionales de cine, el Festival de Cine Tribeca de Doha que tuvo lugar en Qatar entre el 25 y el 29 de noviembre de 2011, el Festival Internazionale di Roma que hasta el 4 de noviembre tuvo lugar en la capital italiana ganando el Premio Marc'Aurelio d'Oro del jurado al mejor film y el del Marc'Aurelio d'Oro del público al mejor film y del 10 al 20 de noviembre de 2011, participó en el Festival Internacional de Cine de Mannheim-Heidelberg (Alemania), en donde obtuvo el Premio a Mejor película y el del publico. Ganó en el año 2011 el Goya a la mejor película hispanoamericana. También ganó en Gran Premio en el Truckavets Festival Internacional Cine "Corona Cárpatos" 2011. 

La crítica igualmente lo valoró bien. Por ejemplo, En el Diario ABC E. Rodríguez Marchante decía que se trataba de una "Película agridulce, con una eficaz y complejísima construcción del interior de un personaje discordante, pero muy próximo, de Darín, y que busca y encuentra sin esfuerzo al espectador". 
Con respecto al trabajo de actores, Carlos Boyero publicó en el Diario El País una crónica de la película en la que decía que "No es una película retórica ni sensiblera, aunque el tema se prestara a ello. Tal vez le sobre el previsible desenlace (...) Pero, sobre todo, está la interpretación de Ricardo Darín" . En esta misma línea señalaba Irene Crespo en Cinemanía al decir que "Ricardo Darín y su propio 'Mejor... imposible'. (...) fábula hilarante, comedia negra llena de ternura (...). 
Más crítico se presentó Sergi Sánchez en su crónica en el Diario La Razón al señalar que la "Película que, desafortunadamente, quiere convertirse en una 'Amélie' a la argentina sin que Sebastián Borenzstein tenga la imaginación de Jean-Pierre Jeunet" . En esta tendencia encontramos a Sara Brito del Diario Público cuando se refiere a ella como "Una película pequeña, a veces demasiado pegada al cliché y a la justificación a toda costa, pero con la fluidez narrativa y el encanto suficiente para ser vista con placer". En Fotogramas Fausto Fernández señalaba que "Combina, en su justa y agridulce medida, el modelo humorístico incombustible de extrañas parejas, y la introspección dramática en ese punto en el que lo grotesco deja de ser cómico y se torna trágico (...). 

En su país fueron más bien duros con la película acusándola casi de sensiblera. Fernando López en el Diario La Nación "Suenan tan poco convincentes los apuntes más dramáticos, sobre todo los que tienen que ver con una justificación de la misantropía del personaje central, que resulta postiza e innecesaria.". Mientras que en el mayor tirada y más conocido en España, en el Diario Clarín Diego Lerer decía que "No será un filme brillante y basa su humor en confusiones algo excesivas (...), pero es efectivo, entretenido y termina logrando llevar a los espectadores a algo parecido a la emoción." 

La película no estuvo exenta de polémica al referirse, al parecer, a que se pudo ver – no sé si parcial o totalmente- en Youtube. De cualquier forma referirme al éxito de la película en su distribución comercial como se refleja en su recaudación que alcanzó los 10 millones de dólares. O sea, que una inversión inicial de 1’2 millones de dólares se transformó en 10 millones, es decir, 8’8 millones de beneficio. En otras palabras el valor de lo invertido se revalorizó en un 833 %. Bueno, un punto de reflexión sobre la distribución de la cultura, con fines comerciales y la distribución de la misma sin ánimo de lucro. 

Para acabar comentar que estamos ante una amable película, sencilla, sin muchas pretensiones, bien trabajada por parte de los actores, especialmente, Darín, una historia que se mueve entre la entrañable fábula sobre el azar y lo racional de un hombre obsesivo, casi un ferretero ermitaño, entre la soledad y la necesidad de compartir, entre la incomunicación de un hombre contemporáneo y su necesidad de relacionarse, entre los encuentros y los desencuentros, o el evidente choque cultural , no sólo idiomático, que vivimos en nuestro siglo. Y en el trasfondo de todo, como dice uno de mis hijos, los traumas que tanto nos marcan. Y, de vez, en cuando salpicado todo de gotas de humor y pequeñas reflexiones sobre la grandeza y la miseria del ser humano, especialmente cuando se encuentra en soledad frente a la burocracia que, muchas se manifiesta, desde la brutalidad.

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