Me encanta la ciudad de Nápoles. Me pareció auténtica en su caos, su carácter anárquico, en su aparente de jade y en su continua decadencia, pero Nápoles tiene algo que la hace única, maravillosa. Es una ciudad mágica.
Y la película nostalgia dirigida por Mario Martone en 2022 basada en el libro de Ermanno Rea es un marco perfecto para contarnos un drama ambientado en la ciudad partenopea que muestra el lado oscuro y peligroso de la nostalgia cuando un hombre decide volver a sus raíces para comprender quien es y sobre todo porque se fue.
Felice Lasco es un napolitano que hace cuarenta años dejó su ciudad para instalarse en el Líbano. En Beirut comenzó a trabajar en la empresa de construcción de su tío y desde Beirut saltó a Sudáfrica y de Sudáfrica al Cairo. En la capital egipcia lleva una plácida vida llena de éxito económico y familiar pues está casado con Arlette (Sofia Essaïdi ), una médico y se ha convertido al islam, practicándolo desde el convencimiento.
Sin embargo su madre , Teresa (Aurora Quattrocchi ) ha envejecido y Felice se ve en la necesidad de volver a casa para reencontrarse con su anciana madre, a la que hablo no nunca de su repentina salida. Ella sigue viviendo en la empobrecida zona de Rione Sanità de Nápoles. Al llegar a casa descubre que su madre ya no vive en su piso sino en un bajo, sin apenas luz y sin vistas a nada. Por ella entra en contacto con su párroco el sacerdote local Don Luigi, el alma y guardián de la juventud del Rione y enemigo abierto contra la Camorra del barrio.
Allí Felice parece ser presa de una extraña fascinación, ya que mientras los recuerdos su amistad con Oreste, responsable directo de su salida, le incitan a encontrarse con él. Ahora Oreste es un camorrista y supone la presencia de Felipe un problema puesto que es el único testigo del asesinato de un hombre.
Nápoles representa para Felice una vida perdida, un pasado que, sin embargo, nunca dejó de estar presente.
El director recrea mediante diversos flashbags una infancia marcada por el vandalismo, a la pertenencia a una banda juvenil que apasionaba el desplazamiento en moto, pero tambiién en la violencia, todo un pasado lleno de errores, un pasado que no se olvida y del que ahora Felice se avergüenza.
Aunque hayan pasado cuarenta años "todo sigue igual", como comienza en algún momento de la película.
Al morir la madre la relación con el párroco Luigi Rega (Francesco Di Leva ) aumenta. Felice finalmente le hace a Luigi una especie de confesión: en uno de los pequeños robos de juventud llevados a cabo por él y su amigo de la infancia Oreste, este último mató al dueño de una carpintería local.
Don Luigi lo echa de la iglesia, diciéndole que Oreste Spasiano (Tommaso Ragno ), mientras tanto, se había convertido en un peligroso jefe de la Camorra, el sindicato del crimen organizado local.
Un amigo de la madre de Felice, Raffaele (Nello Mascia) le advierte del peligro y le insta a escapar de Nápoles. Don Luigi presenta entonces a Felice a una familia de la Camorra y durante la cena bebe vino por primera vez, se desinhibe y habla de su infancia con Oreste, dejando a todos sin palabras.
En ese momento Felice entra en contacto con la gente de Oreste, que ya previamente le ha quemado la motocicleta vieja que compró, y va a visitar a un envejecido Oreste. La conversación denota el desapego de este último con su antiguo amigo. Al final, a pesar de las dudas, le permite ir.
Tras eso, el contacto y la amistad entre Luigi y Felice va a más. Se integra en la comunidad y le pide a su mejor que deje el Cairo y que se instale con él en Nápoles donde se ha comparado una vivienda.
Pero Oreste, enojado por el abandono de su amigo durante las cuatro décadas antes y la posibilidad de que denuncia su asesinato, lo sigue hasta un callejón, lo mata y le roba la billetera, encontrando dentro una vieja foto de los dos en una motocicleta. La película acaba con la marcha de Oreste y la cabeza de Felice sobre un viejo colchón abandonado en la calle.
La película fue nominada a la Palma de oro en Cannes en 2022, y la candidata por Italia para el Oscar a Mejor película internacional. Además obtuvo 8 nominaciones más a los Premios David de Donatello 2023, con sus míticos Nastro d d´argento, de los que ganó el correspondiente al mejor actor de reparto para Francesco di Leva. En los Premios del Cine Europeo fue nominado por su trabajo a Mejor actor Pierfrancesco Favino.
Con todo el protagonista absoluto de la película es Pierre Francesco Favino que conjuntamente con Tommaso Ragno, Aurora Quattrocchi y Sofía Essaídi son los personajes principales de la película.
De ella se ha escrito mucho y bien para unos y mal para otros. Lovia Gyarkye de The Hollywood Reporter elogió las actuaciones de Favino y Ragno, la dirección de Martone y el trabajo de cámara de Paolo Carnera, calificándola de "película sorprendentemente absorbente", pero agregó que su exploración de la nostalgia "se transmite hasta el punto del agotamiento".
Guy Lodge de Variety escribió sobre ella que "La última obra de Martone resulta tan atractiva como convincente, un canto de sirena al pasado que nos enfrenta a un presente violento y poco romántico, pavimentado con los mismos adoquines ensangrentados de siempre"
En el The New York Times Teo Bugbee destaca que "Martone describe el crimen de una forma expresiva y sencilla a la vez, un mundo de peligros que se reduce a pausas y gestos minuciosos".
En Deadline Todd McCarthy destaca que "Con sus antecedentes, Felice no debería ser ingenuo, pero lo es, y de forma masiva, lo que hace que no despierte ninguna empatía. Es casi como si él mismo no hubiera visto ninguna película de gángsters"
En Gran Bretaña la reseña de Peter Bradshaw en The Guardian describió la película como "tremendamente filmada y terriblemente actuada", y agregó que la película "desafía la idea de nostalgia tal como se transmite en el título: no es simplemente que la nostalgia sea delirante, o que el pasado no fue tan grandioso como parece cuando se ve a través de gafas de color de rosa. Es que no hay pasado y presente".
Por su parte, Lee Marshall de Screendaily nos dice que "Martone ha creado una historia de fantasmas contemporánea que dice mucho sobre el Nápoles actual. Pero es un fantasma con el que a muchos espectadores les resultará difícil comprometerse plenamente".
Ya en España las críticas van desde las negativas de Elsa Fernández-Santos vertidas en El País al destacar de la misma que "Podría haber sido un viejo wéstern, pero en sus dos largas horas falta acertar con el tiro. Sobran demasiadas cosas y lo central, ese duelo insalvable entre dos viejos amigos, se despilfarra de manera tosca" .
En este sentido Luis Martínez la ve como la anterior al decir en las páginas de El Mundo que "La propuesta de Martone no atiende a sutilezas (...) El problema básico es la seriedad impostada de cada plano, la importancia buscada (...) una película tan enferma de su importancia que acaba por resultar sólo triste."
Menos vitriólico Oti Rodríguez Marchante en el ABC nos dice que se trata de "Una historia peripatética (...) A ritmo lento, contemplativo (...) se pasa la película y uno ha de admitir que Nápoles es una ciudad sublime para darle vueltas, aunque sea al pasado. (...) ".
Pero en La Razón Sergi Sánchez vuelve a golpear la película al destacar de la misma que "El problema es que Martone da vueltas y vueltas sobre sí mismo para llegar al meollo de la cuestión, y este doloroso viaje al pasado, que necesitaría una intensidad dramática a la altura de las circunstancias, naufraga en el barro de la rutina."
En El Periódico Quim Casas también la crítica al destacar de la película que "A 'Nostalgia' le cuesta horrores llegar a sus pequeños clímax dramáticos, deambulando entre situaciones alargadas y alargando demasiado el punto culminante de la historia (...) "
En las dos revistas de cine especializadas más relevantes hay una de cal la de Cinemanía firmada por Nando Salvá que dice que "Su metraje avanza con parsimonia (...) la película nunca alcanza la intensidad dramática requerida (...) Sus limitadas virtudes se ven aplastadas por sus ínfulas (...)
Y otra de arena, y en positivo, en Fotogramas firmada por Fausto Fernández quien considera que "Es el 'Te querré siempre' que Roberto Rossellini rodó (...) mientras su matrimonio con Ingrid Bergman se desvanecía (...) Para nostálgicos de un cine italiano capaz de hacer bello el sufrimiento (...)". Sinceramente me quedo con Don Fausto. Será que Nápoles me encanta en su decadencia y yo la miro con nostalgia.
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