martes, 15 de octubre de 2019

Revisando a Kitano


Revisando a Kitano, el concepto de su  cine marcado siempre por una carga de violencia, que explota como un estallido que llena la pantalla de sangre,  aunque manteniendo permanente unas imágenes que responden siempre en todo momento a su ley de la frontalidad, un concepto artístico original y poético, un magnífico montaje que responde a la recreación de un juego de Tangram  que se va montando progresivamente hasta finalmente construir una figura reconocible , cercana a un cinco. Una película   que habla de todo hasta de la vida del actor, director y productor, remitiéndonos incluso al accidente que sufrió  y se descubrimiento por eso del mundo de la pintura.

He vuelto a ver Flores de fuego , una historia de amor y violencia que acaba en suicidio.  Un suicidio que se nos anuncia poco a poco ante la inevitable muerte. Un suicidio con el que concluye o culmina una historia de amor y violencia en una película bífida que habla de un amor que se escapa como la vida y la muerte, de muchas muertes que son productos de la venganza y de un intento de justicia que culmina en el único final posible, pues está anunciado, la  nieve, la luz y suicidio. Un doble Haiku,  cinematográfico y poético , en el que interviene las imágenes pictóricas que se transforman en poemas a través de bellas imágenes. A esto se suma la grandiosa  música y un impecable montaje. No hay duda alguna; estamos ante una obra de arte de lleva por título Hana bi.


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