miércoles, 16 de octubre de 2019

Revisitando Anatomía de un asesinato


La semana pasada veía a Otto Preminger como actor y haciendo de despreciable nazi en Traidor en el infierno o Stalag 17 - como solo el sabía hacer, mejor que nadie , más aún cuando su familia era de origen judío-, casi rememorando los papeles de malvado alemán que interpretado Erich von Stroheim , al poco de llegar a os Estados Unidos, un país que había visto como en 1917, un millón de sus hombres a cargo del general Pershing, se habían desplazado a Europa para participar en la Gran Guerra. 

Saco esto a colación al haber visto en la noche anterior una película dirigida por este termendo actor, director y productor, que sabía enfrentarse a un proyecto con la misma vitlidad y fuerza que se enfrentaba a sus actores. Eso sí, sacando lo mejor de ellos.

Es el caso de los tres protagonistas de Anatomía de un asesinato, la película de 1959 que volví a ver y disfrutar , hoy en versión original y  en pantalla gigante en la Filmoteca de Andalucía. Tanto el enorme James Stewart, como la bellísima Lee Remick, como el siempre eficaz Ben Gazzara son los protagonistas de ella obra de arte.

Con una cuidadísma producción basada en lo escrito por Robert Traver, pero adaptado al cine por Wendell Mayes para este proyecto de la Columbia Pictures, Preminger exprime las interpretaciones de los suyos llevándoles al Olimpo de la actuaciones. 

No ajena a todo ello es la música que no para de sonar y no es que tenga toques de jazz, sino que es jazz puro, directo surgido de una de los más grandes músicos del genero como es Duke Ellington acompañado aquí por su banda y en una ocasión por el mismo James Stewart.

Anatomía de un asesinato está considerado como uno de los mejores filmes jurídicos de la historia y es por esa razón, dentro de la semana de cine judicial organizados por la Asociación de los Jóvenes Abogados de Córdoba.

Uno de ellos, el encargado de la presentación de esta película  comentó que compitió con Ben Ur para lograr los Oscars y que, evidentemente, no consiguió ninguno,  fue el que me invitó a ir a volver a ver esta joya del cine. Como me debo a él por múltiples razones fui y la disfruté desde los títulos de créditos de Saul Bass hasta la fotografía de Sam Leavitt.  

Volví a ver como se manejaba Preminger, como todoterreno que era, en todos los posibles registros, la comedía, el drama, la descripción de los personajes en los externo, magistral, y en lo interno, en sus sublimes retratos psicológicos.

Anatomy of a Murder ha sido bien recibido por los miembros de las profesiones legales y educativas. En 1989, la American Bar Association calificó esta película como una de las 12 mejores películas de prueba de todos los tiempos. Además de su trama y partitura musical, el artículo señaló: "Lo más destacado de la película es su capacidad para demostrar cómo se desarrolla una defensa legal en un caso difícil. ¿Cuántas películas de prueba se atreverían a pasar tanto tiempo viendo a abogados hacer lo que muchos abogados hacen? ¿La mayoría (y disfruta menos) de la investigación?

La película también se ha utilizado como una herramienta de enseñanza en las facultades de derecho , ya que abarca (desde el punto de vista de la defensa) todas las etapas básicas en el sistema de justicia penal de EE. UU. Desde la entrevista con el cliente y lectura de cargos mediante juicio.

La película fue catalogada como No. 4 de 25 "Las mejores películas legales" por la American Bar Association.   

Descubrí detalles concretos de como el director nacido en la Bukovina, ese territorio ucraniano de cultura alemana y gestionado por el Imperio Austro- Húngaro ataca frontalmente los pilares del "Código Hays" plasmando impúdicamente por medio del lenguaje hasta ese momento prohibido para las "majors", de su valentía, lo fue con el lenguaje y con muchos tabúes a lo largo de toda subida, y vi, posiblemente uno de los mejores retratos que puede asumir un gran actor norteamericano , el de abogado defensor a la altura de otros inolvidables y admirables "picapleítos· como  Atticus Fich ( Gregory Peck) de Matar a un ruiseñor o  de Frank Galvin (Paul Newman) en Veredicto Final. Lo dicho una película que has de ver sí o sí. 


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