sábado, 13 de mayo de 2017

Viridiana


Nada más empezar la película me llamó la atención del productor del mismo Gustavo Alatriste. Quiero recordar, aunque es probable que esté en un error, que fue este productor o , al menos, su nombre quien inspiró al famoso capitán que en palabras de su autor Arturo Pérez Reverte , "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente" . Tras terminar la misma y mientras buscaba información sobre lo que había visto descubrí un nombre que combina el apellido del productor de la misma, con el título de la película, que no era otra que Viridiana. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que se trataba de la hija del productor y de la actriz protagonista de la misma, la musa del genio de la dirección española, Luis Buñuel,  Silvia Pinal que también intervino en El ángel exterminador y Simón del desierto. De la relación entre ambos, que supongo que pudo ser a raíz de esta película, nació Viridiana Alatriste Pinal , una joven actriz nacida en 1963 y que fallecía en octubre de 1982  a causa de un accidente automovilístico donde perdió el control de su automóvil y cayó a un barranco, en México, D.F. a los 19 años de edad.

Viridiana fue un proyecto descabellado de Gustavo Alatriste del que dicen que alguna vez sugirió que su epitafio fuera "una vida de película", en realidad, pensaba que la vida -su vida- valdría la pena si la consideraba una aventura, casado en cuatro ocasiones, padre de siete hijos, y amores entre las que se encontraba la idolatrada por Cabrera Infante, María Félix.Pensaba el productor que "Las mujeres son un accidente en la vida". El era un hombre muy accidentado. Para él, el fracaso era no seguir al pie de la letra lo que dictaba su férrea voluntad, aunque no estoy seguro de que la palabra voluntad sea la que designe el origen de su tenacidad, sino que se dejaba guiar por una suerte de clarividencia, una mezcla de buena suerte, tino, intuición, ...

Según la historia que él mismo narraba , cuando pretendía a Silvia Pinal le dijo que le pidiera lo que ella quisiera. Hasta ahí, todo fue como una frase de bolero, la respuesta de Silvia, sin embargo, cambió el destino del cine: "Me gustaría filmar con Luis Buñuel". "Lo tienes hecho", contestó Gustavo Alatriste. Por aquel entonces era un desconocido en la industria cinematográfica.

Aun así, se presentó ante Buñuel, quien lo recibió con las reservas del caso. "Quiero ser el productor de su próxima película", le dijo al saludarlo. "Mire, Gustavo", contestó don Luis, "yo cobro mucho y no me gusta que nadie se meta con mis argumentos". Gustavo respondió: "Yo también tengo mis condiciones". "Tendrá que permitirme pagarle el doble de lo que cobra, que filmemos su película en España, adonde usted no ha regresado desde que se exilió, y que la estrella sea Silvia Pinal". Y así nació una de las grandes películas de la cinematografía mundial, Viridiana; así se gestó el regreso de Luis Buñuel al gran cine internacional, así pudo demostrar Silvia Pinal que era una gran actriz, y así se inició la fulgurante carrera de productor cinematográfico de Gustavo Alatriste. Un hombre que falleció en 2006 como relata en su necrológica, publicada en El País, su sobrino, Sealtiel Alatriste.

Todo lo relatado hasta aquí es coherente. Con ella Luis Buñuel, regresó a España , y desde allí, al reconocimiento internacional. En la producción de la misma estuvieron presentes Gustavo Alatriste, Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay por parte de la mexicana Producciones Alatriste , la española Unión Industrial Cinematográfica (UNINCI) y Films 59 . Como ayudantes en la dirección estuvieron presentes Juan Luis Buñuel y José Puyol.

El guión para la película fue escrito por el mismo Luis Buñuel , junto a Julio Alejandro. Está basada en la novela Halma, escrita en 1895 de Benito Pérez Galdós, y fue concebida como una continuación de Nazarín, ya que recupera  a éste personaje, junto a Catalina de Halma, personajes convertidos en héroes movidos por un puro y elemental ideal cristiano.

La música , en la que hay mucha música clásica como el Aleluya de Händel , fue de Gustavo Pittaluga. La fotografía fue de José Aguayo y el montaje de Pedro del Rey.

El reparto está integrado por Silvia Pinal como Viridiana, Fernando Rey como Don Jaime, Francisco Rabal como Jorge, Margarita Lozano como Ramona, José Calvo como Don Amalio, Teresa Rabal como Rita- la niña-, Luis Heredia como Manuel "El Poca", Victoria Zinny como Lucía, Joaquín Roa como señor Zequiel, José Manuel Martín como el cojo , Lola Gaos como Enedina, Juan García Tienda como El Leproso, Sergio Mendizábal como El Pelón, María Isbert como una de los pobres, Rosita Yarza como la madre superiora. Junto a ellos en papeles menores Alicia Jorge Barriga, Joaquín Mayol, Palmira Guerra y Milagros Tomás.


La historia comienza con una imagen fija de unos soportales que reflejan una España atrasada y mediatizada por sus tradiciones.

La historia comienza en un claustro de un convento en el que una madre superiora (Rosita Yarza) se dirige a una de las novicias de nombre Viridiana (Silvia Pinal), que, a punto de tomar los hábitos,  pero que aún no han entrado al enclaustramiento para decirle que su tío Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, que vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda, está enfermo.

A pesar de que la sobrina no muestra ninguna simpatía por su tío, el hombre que ha pagado su formación, decide cumplir con la orden de su superiora.

Así que Viridiana se persona en la finca en la que viven recibiendo Don Jaime la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal). Ella se lleva , además de sus misales, otros elementos litúrgicos procedentes del martirio como una corona de espinas, clavos, cruces,...


Se trata de una joven que ha permanecido siempre recluida entre las paredes del convento y que se debate entre las bendiciones de una vida lejos del mundo sin sorpresas ni dolores y los riesgos de enfrentarse a la realidad, con el dolor que siempre conlleva el contacto con los demás.

Viridiana va conociendo a las personas que trabajan en la finca para Don Jaime como  Ramona (Margarita Lozano), su hija Rita (una jovencísima Teresa Rabal) así como otros operarios de la finca. La novicia además sabe , a través, de su madre, que Don Jaime tiene un hijo no reconocido, fruto de sus relación con una mujer de inferior clase social, Jorge (Paco Rabal)  .

Don Jaime, impresionado por el parecido entre Viridiana y su difunta esposa, la espía. Descubre de ella que el buen cuerpo que tiene y  que es sonámbula. Poco a poco se obsesiona con ella y un día  se calza un zapato de tacón, , mientras que otro la adormece, le obliga a vestirse con el traje de novia de su mujer  e intenta violarla, pero finalmente no se atreve. No lo hace, pero a ella le dice que sí lo ha hecho y que, por lo tanto, deben casarse.

Posteriormente, intenta retenerla cuando ella quiere volver al convento; le miente diciéndole que ya no podrá ordenarse monja, porque la ha poseído mientras dormía. Esto aleja aún más a Viridiana de su tío, que, tras la marcha de esta, se suicida abrumado por la pena y la culpa.

Viridiana, que se siente culpable de la muerte de su tío, renuncia a ser monja , no vuelve al convento y se queda en la mansión de su tío a practicar la caridad cristiana. Entre ellos toma la decisión de  acoger en la enorme mansión a un grupo de vagabundos, a quienes brinda refugio y alimento

La llegada de Jorge (Francisco Rabal), hijo natural de don Jaime, cambiará definitivamente el destino de la joven. Pues él se siente atraído por la mujer , pero no comparte la necesidad de ella de acoger a esa fauna formada por tullidos, ciegos, mujeres de vida desordenada, maleantes, incluso leprosos, que , aprovechando la salida de la casa de Viridiana, Jorge y Rita, organizan una comida regada con mucha bebida.

Los vagabundos aprovechan la ausencia de los dueños de la casa y hacen una gran comilona y se beben el vino. Luego, después de que el leproso cita la Biblia cambiando la letra, se toman una fotografía en donde posan exactamente como Jesús y los doce apóstoles en el cuadro de La última cena de Leonardo, donde el ciego y más desarrapado de los vagabundos es Jesús y la cámara es los bajos de la falda de Edenida (Lola Gaos)  mientras dice "Os voy a hacer una fotografía con una cámara que me dio mi madre",  mientras se levanta la falda, al grupo de mendigos que escenifican la última cena.

Todo acabará con el destrozo del salón de la casa, e incluso que acaban con la agresión a Jorge y el intento de robo y , sobre todo, la violación de Viridiana.

Al final, Viridiana se adapta a vivir en la vivienda en la que Jorge y Rita mantienen una relación, pero en la que Jorge no tiene problema de ampliarla a tres.

Con respecto a la censura franquista objetó el final original de la cinta, en el que Viridiana llamaba a la puerta de su primo, él abría y ella entraba, cerrando la puerta detrás de ella. Obediente, Buñuel propuso un final diferente (en donde Jorge, Viridiana y Ramona, la criada, juegan a las cartas, en una muy sutil referencia a un trío sexual) que terminó siendo más pernicioso que el primero y que, irónicamente, fue aceptado por los censores sin reparos.

Ya sabemos un poco como se originó el proyecto que supuso el retorno a su patria del genio de Calanda, tras su largísima etapa de exilio personal y profesional en México. Años después, Silvia Pinal, con ayuda de su segundo marido, el productor Gustavo Alatriste, buscaron a Buñuel en España y lo convencieron de filmar Viridiana. Buñuel se inspiró en una figura religiosa, Santa Viridiana, para delinear la apariencia de la protagonista.

La película se rodó integramente en España  en el toledano Hospital de Tavera, , en las localidades madrileñas de Arganda del Rey, , en Ciempozuelos y en los Estudios de C.E.A., en la Ciudad Lineal, Madrid. La decisión de rodar Viridiana en España provocó que Buñuel, exiliado en México tras el fin de la Guerra Civil española, fuese duramente criticado por los republicanos españoles en el exilio.

Para Buñuel el trabajo con actores españoles y mexicanos no supuso problema alguno. La actriz mexicana Silvia Pinal tuvo su primer contacto con Buñuel a través del actor mexicano Ernesto Alonso, con la firme intención de protagonizar la versión cinematográfica de la novela Tristana. Sin embargo, el poco éxito comercial de las películas de Buñuel impidió que los productores financiaran el proyecto, que terminó por derrumbarse. De cualquier manera Buñuel filmó la película años después en España con Catherine Deneuve.

Buñuel, saliendo al paso de las interpretaciones de que su historia mostraba una crítica a la caridad por la caridad misma y una sátira del idealismo cristiano, comentó: [...] las imágenes se encadenaron en mi cabeza, unas tras otras, formando una historia. Pero nunca tuve la intención de escribir un argumento de tesis que demostrara, por ejemplo, que la caridad cristiana es inútil e ineficaz. Solo los imbéciles tienen esas pretensiones.

El guión de ‘Viridiana’ lo escribiría Buñuel al alimón con Julio Alejandro, con quien ya había trabajado en la magistral ‘Nazarín’ (1959) y que también le ayudaría en futuros proyectos.

Con producción de Gustavo Alatriste desde México y de Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suey desde España, “salvó” la censura franquista porque algunos quisieron ver en esa historia un melodrama sin mayores pretensiones.

Como en toda película personal de Buñuel, el argumento es solo un pretexto para mostrar ideas que van más allá. En este caso, se cuestiona la naturaleza de la beneficencia y se muestra cómo las buenas intenciones no siempre se materializan en un éxito pleno. También se cuestiona el verdadero significado de la fe católica y los contrastes entre el mundo «real» y el mundo teórico cristiano.

Buñuel regresaba a España tras un largo exilio mexicano. Esto fue utilizado por el régimen con la idea de presentar como se propiciaba cierta reconciliación. La estrategia de Buñuel para burlar a la censura fue hacer pasar a la película por una especie de culebrón mexicano protagonizado por una piadosa (Silvia Pinal) que aunque decide abandonar el convento no cejará en su empeño de llevar sus ideas cristianas hasta sus últimas consecuencias. Por supuesto, Viridiana no era ni un culebrón mexicano y la visión que ofrece de la religión católica, a la que trata con cierta irreverencia, propone una lectura irónica partiendo del supuesto de la imposibilidad de llevar el ideal de caridad hasta sus últimas consecuencias.

Alatriste se embarcó en el proyecto con la productora española UNINCI, liderada por c  Juan Antonio Bardem

Buñuel no dudó en contar con Fernando Rey  y Francisco Rabal –que tenía como veremos una excelente relación personal con don Luis desde que protagonizó Nazarín– y al que Buñuel llamaba cariñosamente “sobrino”. Fue Rabal y su influencia la que permitió que  visado estuviera listo rápidamente.

Tras llegar a España  Buñuel visitó en Zaragoza a su madre, que según parece no lo reconoció debido al Alzheimer.

Buñuel, que  estaba emocionado por haber regresado a su país, pese a adorar los bares y coctelerías sobre todo Chicote  parece ser que llevó en Madrid una vida casi monacal mientras recibía los mimos de su hermana Conchita. Ambos se alojaban en la Torre de Madrid, en la madrileña Plaza de España, entonces un modernísimo rascacielos recién edificado.

Buñuel era un director muy eficiente y no hubo grandes incidencias durante el rodaje, excepto las provenientes del grupo de pobres auténticos que interpretaban algunos de los personajes. Silvia Pinal explicaba que, durante la filmación de una dramática escena, uno de estos actores no profesionales traía los tirantes sucios porque había olvidado recogérselos al ir a evacuar al baño: al entrar en plano apresuradamente con los tirantes a su aire, acabó bañando a todos los actores que intervenían “ustedes ya saben de qué”

Antes de enviarla a Cannes, en los pases privados que organizaron ante las autoridades, presentaron un copión de trabajo sin las escenas más conflictivas. La Junta de Productores Españoles no tenía ninguna objeción moral sobe la cinta, pero en cambio consideraron artísticamente insuficiente y por ello se negaron a presentarla en Cannes. Además, venció el plazo de las candidaturas antes de que la película estuviera definitivamente montada.

Afortunadamente, el propio festival vino al rescate: Viridiana fue oficialmente invitada a competir por sus responsables, y rumbo a Cannes salió del país una copia con la versión definitiva, que ninguna autoridad nacional había visto.

Viridiana se pasó el último día de la competición, que es el peor momento porque para entonces todo el mundo –incluido el jurado- suele tener claro el palmarés. Pero se le concedió la Palma de Oro (ex aequo) con la francesa Une aussi longue absence,  “Una larga ausencia”, de Henri Colpi, que iba a darse como única vencedora, siendo hasta el día de hoy la única película española en obtener esta distinción.

Una vez concedido el Premio en Cannes y ante la indisposición de Buñuel, fue el director General de Cinematografía español, Muñoz Fontán, quien subió a recoger el premio, aparentemente encantado: ¡la España de Franco triunfaba en Cannes! Viridiana.

Inmediatamente, el periódico de la Ciudad del Vaticano L'Osservatore Romano criticó con dureza la «impiedad y la blasfemia» de la obra y solicitaba la excomunión de sus artífices. La aparición en pantalla de una navaja con forma de crucifijo y una larga secuencia en la que los mendigos montan su fiesta.

El director español de Cinematografía, Muñoz Fontán, que había recogido el premio, fue destituido y la cinta prohibida en España e Italia.

Tras el premio hubo un terremoto crítico. Un artículo muy hostil publicado en el periódico de la Ciudad del Vaticano, L'Osservatore Romano, provocó su inmediata prohibición en España e Italia. Se prohibió la entrada de la película en nuestro país, encargándose la destrucción de todos los negativos.

El incidente reivindicó la figura de Buñuel ante sus críticos y convirtió a Viridiana en una más de las películas prohibidas de este polémico cineasta.

El censor jefe en aquella época, José Arturo Méndez Palacio, conocía perfectamente las intenciones de Buñuel e incluso había alabado el homenaje que hace Buñuel al final de El apartamento, rodada por Wilder un año antes.

En Cannes apareció José Muñoz Fontán, el director general de Cinematografía de la época, a recoger la Palma de Oro, y cuando aterrizó en el aeropuerto de Barajas se encontró destituido. 

La censura franquista ordenó la destrucción de la cinta, pero Silvia Pinal logró escapar a México con una copia de la película, salvándola.

En España, el filme solo pudo exhibirse diecisiete años después de la filmación, cuando la dictadura había desaparecido.

Una vez vista la obra Fernando Morales en el diario El País escribía que era una "Otra obra maestra de Buñuel. Reparto de ensueño y un guión lleno de irreverencia, naturalismo, surrealismo, humor negro y tragedia, para una historia inolvidable e imprescindible. Magistral"

A nivel internacional Bosley Crowther dijo de la misma en las páginas del  The New York Times "Su formato es extrañamente literario, sus símbolos son obvios y evidentes, ( ... ) Sin embargo, está dirigida con rigor y magistralmente interpretada. ( ... ) el blanco y negro de la fotografía es apropiado y muy eficaz"

Por su parte, Roger Ebert en las del  Chicago Sun-Times considera que es " estimulante. Está realizada por una mente poderosa e independiente. No es otra versión barata más de mentiras reconfortantes para sentirse bien. (...) "

Para Jorge B. Montañés , Daniel Izeddin y  David del Río en la colección de "35 mm de cine español' un proyecto que tiene como objetivo bucear entre las mejores películas de la historia del cine español desde el prisma de sus creadores, una visión conjunta de directores, intérpretes, operadores, guionistas, productores o directores artísticos llena de emoción y anécdotas inéditas destacan que " Viridiana sigue sorprendiendo ya que la obra maestra  que supuso el regreso cinematográfico a nuestro país del genio aragonés, es la única cinta española que ha ganado la Palma de Oro en Cannes".

Gregorio Belinchón en baril de 2007 publicaba en El País que una copia de esta película había sido presentada en el Festival de Cine de Málaga con sonido restaurado, dentro de la sección oficial bajo el lema La película de oro y en el que estuvieron presentes Silvia Pinal y Margarita Lozano, como supervivientes del reparto; Asunción Balaguer (viuda de Paco Rabal y madre de Teresa Rabal, ambos intérpretes en el filme), Juan Luis Buñuel (hijo del maestro y asistente de dirección en Viridiana) e Ian Gibson, autor de una biografía sobre el cineasta más vigoroso y rompedor que ha dado el cine español.  De hecho Belinchón rescata unas palabras de Ian Gibson que  ve en esta obra referencias a Pérez Galdós y a García Lorca y su Romancero gitano y rescató una frase que Buñuel le dijo a Max Aub: "En Viridiana hay una línea subterránea relacionada con el deseo".

La mexicana Silvia Pinal  señaló en la charla que "Conocí a don Luis en una entrega de premios en México años antes y quise levantar para él Tristana, que acabaría filmando una década más tarde. No pude, seguí trabajando, me casé con el empresario de muebles Gustavo Alatriste, le ayudé a cimentar su negocio, y en correspondencia un día me preguntó qué deseaba que hiciera por mí. Lo tenía claro: producir un filme a don Luis". Añade que Pinal vino a España, llamó a Paco Rabal, que justo esa tarde se reunía con Buñuel en el bar del hotel Plaza, y la mexicana se fue a verle. "Le dimos carta blanca, nos hicimos amigos, mi hija se llama Viridiana y don Luis fue su padrino".

Por su parte Juan Luis Buñuel afirmó que  "Franco mandó quemar todas las copias. Yo me llevé a escondidas el negativo a Barcelona, lo escondí entre los capotes de un torero para cruzar la frontera, y pude revelar el filme en París".

La película se convirtió en una obra apátrida, sin nacionalidad, lo que imposibilitó sus ventas internacionales, para desesperación del matrimonio Alatriste-Pinal.

Durante años Pepe Ayuso, el operador, realizó proyecciones secretas del filme en Barcelona, pero eso es adelantarse a los acontecimientos, porque antes tuvieron que cambiar el final y triunfaron en Cannes.

La película también se llevaría el Premio Nacional de Bellas Artes por el gobierno de México en 1977.

Buñuel recuerda cómo su padre decidió, para acallar la censura, poner a Paco Rabal, a Pinal y a Margarita Lozano a jugar al tute -"eso sí, con las puertas de la habitación abiertas"- en la secuencia final, y los censores se tragaron aquel ménage à trois entre el señorito, su prima la ex novicia y la criada.

Buñuel hijo recordó que el vestuario de los pobres -la mitad reales, la mitad actores- era real, "desinfectado, pero no lavado".

Por su parte, Juan Sardá en El Cultural destaca el terremoto que supuso para el mundo Viridiana y no sólo por ser la primera película española que ganaba en el Festival de Cannes consiguendo la Palma de Oro sino por su contenido. Luis Buñuel, en la cima de su prestigio, no recogió el premio más importante del cine mundial porque estaba enfermo en París y en su lugar lo hizo el director general de cinematografía de la época, José María Muñoz Fontán, a quien la osadía le costó el puesto.

En un documental producido por el Canal TCM y dirigido por Pedro González, Regreso a Viridiana, rememora su rodaje y estreno de la mano de la profesora universitaria francesa Monique Roumette, quien trabajó como becaria mientras el genio de Calanda realizaba una de sus películas más emblemática.

Roumette, en el documental, recuerda un Madrid en el que las mujeres eran "terriblemente conformistas" y donde la censura se encargaba de controlar hasta el último detalle de lo que se rodaba y producía en España.  Para la documentalista Viridiana es una historia sobre la pérdida de la inocencia.

Recuerda Roumette durante el documental que la película se rodó a escasos metros del Palacio de El Pardo, residencia de Franco, y que está llena de imágenes transgresoras para la época y declara que "Buñuel filmaba con enorme elegancia".

Recuerda también la profesora francesa las complicaciones de rodar con mendigos y la "humanidad" de Buñuel, al que describe como un hombre sensible y generoso a pesar de su aspecto hosco. El director se encariñó especialmente con el actor que hacía de leproso, el único vagabundo real de todo el reparto, e hizo gestiones para que se le pagara lo mismo que al resto. Asimismo, al parecer se lamentaba de que en España no hubiera tantos enanos y jorobados como en México.

Viridiana fue el cénit y el final de su productora, Uninci, a la que se prohibió tajantemente rodar ninguna otra película. De hecho, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, ordenó la destrucción de todas las copias después de que el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, calificara a la película de blasfema, cosa que Roumette recuerda como "una campaña de promoción gigantesca gratuita para la productora".

Afortunadamente, sobrevivió una copia en París y el productor de la cinta, Gustavo Alatriste, pudo estrenarla en todo el mundo bajo bandera mexicana. La "campaña de promoción" sin embargo tuvo numerosos efectos desoladores. No sólo para Uninci, sino también para el otro productor, Pere Portabella, que tuvo que abandonar el cine debido al escándalo.

Al parecer, el dictador vio la película dos veces y no encontró ningún motivo para prohibirla. Pero la condena del Vaticano pesó más que su propio criterio.

Por su parte, Ianko López en Vanity Fair relata como para 1960  el mismo  Luis Buñuel todavía en el exilio, ya había declarado que si algún día se perdía “no lo buscaran en México”. Tenía sesenta años y su carrera mexicana incluía ya bastantes películas alimenticias junto a un puñado de obras maestras como Los Olvidados, Él o Nazarín. Entonces se le ocurrió que ya era hora de volver a rodar en su país de origen, y presentó a las autoridades competentes un guión que tomaba su título de una santa medieval, pero que transcurría en la España de aquel momento.

La idea original era adaptar la novela de Galdós , Tristana, proyecto que no salió adelante entonces pero que se rodaría diez años más tarde con Catherine Deneuve como protagonista. Pinal no cejó en su empeño, y logró convencer a su marido, Gustavo Alatriste,  para que produjera otro guión que Buñuel iba a rodar en España y que se llamaba Viridiana.

Destaca López en su publicación que Buñuel le preguntó a Pinal el por qué iba ese señor a financiar una película, ella tuvo que responderle “porque él me ama, don Luis”. Y allí “entendió la situación”.

Comenta López que circuló por medio mundo una caricatura en la que Buñuel entregaba a Franco un regalo que resultaba ser una bomba que estallaba en la cara del dictador. El paquete decía “Viridiana”.

La película no se estrenó en nuestro país hasta abril de 1977, ya muerto Franco, y con un nuevo cartel de Iván Zulueta. Por cierto, que la censura dio aún sus últimos coletazos al prohibir una versión de este cartel en la que se mostraba la parte inferior del crucifijo-navaja.

De todos modos, nuestra definición favorita sobre la película se la debemos a Franco: el dictador había pedido un pase privado en el Pardo para comprobar si aquello era para tanto y, según contaron los testigos de la época, al terminar la proyección declaró que para él “Viridiana” era básicamente una sucesión de chistes baturros.

Para Adrián Massanet "La historia de su creación es tan apasionante, retorcida e ingeniosa como la propia película, y que se filmase en nuestro país tres lustros antes de la muerte del Generalísimo da para otra película. Por supuesto, no se estrenaría en España hasta después del fallecimiento del dictador. La veríamos concretamente , según él, el 23 de Mayo de 1977. Para entonces ya hacía mucho que había sido considerada una de las más importantes obras paridas por Luis Buñuel, cuyo regreso a España, tantos años después de su exilio, no pudo ser más sonado. Hablamos de una leyenda del cine. Puro arte subversivo, dinamitero, imprescindible. Precisamente hoy se cumplen cincuenta años exactos de que esta “moralmente repugnante” obra maestra

Continua Massanet diciendo que en ‘Viridiana’ no importa tanto lo que se cuenta, como la forma en que se cuenta. Cada secuencia, prácticamente cada imagen, es tratada por Buñuel como un manifiesto ante la vida. No como un cine simbólico (casi siempre superficial), sino como cine alegórico, como una parábola de que, en realidad, ni la justicia ni la libertad existirán nunca el mundo. Viridiana se aferrará a sus principios, a su idea de la bondad, cuando todo lo que le rodea niega y pervierte esa bondad, esos principios.

La puesta en escena de Buñuel es falsamente simple. En realidad, es tremendamente elegante y elaborada. Sirviéndose de una soberbia fotografía de José F. Aguayo (¡que ese año iluminaría seis películas!), obtenemos un blanco y negro impecable, de fuertes claroscuros morales, de gran profundidad psicológica y visual, convirtiendo el mundo que habita Viridiana en un solar descorazonador en la que el ser humano repta más que vive. La cámara siempre a la altura de la mirada humana. Por mi tarde yo añadiría ue, por momentos, parecemos ante un Caravaggio en blanco y negro que muestra sin reparo desde lo virginal hasta lo marginal más absoluto.

El montaje permitiendo que el tiempo se sienta en cada plano, en una representación de la vida por completo poética. Buñuel, ofrece al espectador su visión del mundo y del hombre, respirando luz, espacio, ritmo, tiempo. Contando una historia clásica, y convirtiéndola en una perversión necesaria. Esa perversión de la mentira de la realidad convertida en verdad estética.

Una obra de arte. Yo conocí la obra de Buñuel con un ciclo emitido en Televisión Española allá por 1983. Comencé por su obra mexicana. Angel Fernández Santos en un artículo firmado en noviembre de ese años decía que "este cineasta, probablemente el más singular y diferenciado que existió, volvió del revés las convenciones del relato fílmico y sumergió a este en el pozo de la transgresión, del otro lado de la realidad, de la pesadilla. Si hay en el cine un instante revolucionario es este.Tuvieron que pasar quince años, desde 1932, para que este dinamitero de las imágenes volviera a tener ocasión de crear imágenes. En el interregno le habían ocurrido dos guerras y dos exilios. A los 45 años, Buñuel tenía a las espaldas un mundo casi inédito, una colección de escándalos, una efímera gloria olvidada y el estupor del hombre libre ante la indigencia. Le contrataron en Nueva York para montar películas documentales. Rozó el umbral de la primera caza de brujas norteamericana. Los estudios Warner le llamaron, al tiempo que le llegó una oferta de la Francia recién liberada del nazismo: rodar La casa de Bernarda Alba, de Lorca. Hizo las maletas, una escala en México y se quedó allí, a mitad de camino, para siempre.En México, entre 1946 y 1965, realizó Buñuel una veintena de filmes, que componen el grueso de su filmografía y lo que los buñluelólogos llaman su etapa mexicana. Ese mismo año moriría el autor de la inolvidable Viridiana. Buñuel ese año para mí, fue todo un descubrimiento.


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