domingo, 4 de enero de 2015

París años veinte, en la noche temática

Ver La noche temática, es asomarse con curiosidad a un episodio del presente, del pasado o del futuro, a la ciencia, a la historia, a los problemas de nuestro tiempo o de tiempos venideros, asomarse a La noche temática es descubrir lo poco que sabes y disfrutar aprendiendo algo, aunque sea efímero o trascendente. 
Este primer programa del año 15 del presente siglo lleva por título "Paris, los locos años 20" cuyo título original sería Paris, années folles. De Montmartre à Montparnasse. Toda una joya documental realizada bajo la dirección de Fabien Béziat por la productora francesa Program33 con archivos de la época, entiendo que en gran medida coloreados, que refleja la efervescencia de la capital francesa tras las I Guerra Mundial la sangría que supuso para la población francesa la gran guerra, de la que conmemoramos su centenario en su segundo año cronológico. En esos años que van de 1919 al año 1929, en esa década, la que ocupa la mayor parte de los años 20, París vivió una intensidad creativa jamás vista. 
El documental parte de que en París, que no en Francia en su conjunto, la ciudad es un oasis de libertad, un momento único entre dos guerras mundiales. Fueron años en los que los parisinos y expatriados de muchas naciones , voluntariamente o no, y vinculados con el mundo de la cultura disfrutaron de los felices años 20, una década que marcará la historia de la cultura occidental. Nunca París vivió – ni vivirá- una intensidad creativa y una efervescencia tal. 
El documental nos ha ofrecido una oportunidad única de ver imágenes desconocidas de la época. Archivos recuperados de videotecas de todo el mundo, coloreados y sonorizados para conseguir un mayor realismo. El resultado final es un monumento al retrato inédito de la época. 
Todo empieza tras la guerra y sus efectos devastadores físicos y psíquicos y la respuesta natural de una población que sabe que el vivir son dos días. Así que de inmediato empieza una carrera – unas carreras sin fin, y de todo tipo- para vivir a sorbos – en Montmatre, la carrera de asiduos a la taberna es un buen ejemplo de ello- una vida que se sabe corta. Artistas de todo el mundo van a París, pero ya no buscan refugio en un Montmatre decadente, pero popular que busca sobrevivir como lo hace la Goulou , de cualquier manera. Todas las disciplinas artísticas ( pintores, escultores, escritores, fotógrafos, músicos y cineastas), busca ahora su refugio en Montparnasse , el barrio de los bares y terrazas, pero también de boîtes donde el jazz y los nuevos bailes norteamericanos, llegan junto a las tropas negras que han llegado con Pershing. A estos artistas se le suman aristócratas franceses, ingleses o rusos exiliados y millonarios estadounidenses en busca de aventuras y alcohol, pero también gente de a pie, emigrantes, millones de emigrantes italianos, polacos, españoles o armenios, y gente de la bohemia, aunténticos miembros de una generación perdida por el alcolhol, según Gertrude Stein, pero ganada para la literatura y el arte. 

Tres mujeres entre muchos artistas deslumbran , por un lado, la deseada y deseable Kiki de Montparnasse, compañera de cama y de cámara de muchos, pero especialmente de Man Ray, y la belleza energética de color, la “pantera negra” que era Josephine Baker y sus ritmos tan descarados como deseables. Junta a ellas Coco Chanel que revoluciona la moda, los peinados y crea un icono: la garçonne parisina. 


La capital francesa se convierte en un torbellino de fiestas, laboratorio de vanguardias artísticas, de terrazas de Montparnasse, y de clubs de jazz, y centro de la revolución social y sexual, lugar para las transgresiones, la emancipación de la mujer, la liberación sexual y la revolución cultural reflejado en dos barrios: Montmartre, rebelde y de la clase obrera, frente a Montparnasse, el hogar de los intelectuales y la bohemia. Y trufado entre medias el pueblo que acompaña al Panteón masivamente a Jean Jaurès, que ve a los atletas de los juegos olímpicos de 1924 – entre ellos el nadador Jonnhy Weissmuller- , que en la maratón descubre un París, pobre, cercano a la miseria de cualquier ciudad. 
Entre medias descubrimos vidas y miserias de Picasso o Buñuel, pero también de Soutine, Modigliani, Brancussi, Picabea, hasta el delicado Satie aparece, no bailando al ritmo de jazz, pero sí saltando para oponerse a la reacción de los Camelots o de la dereca francesa que parece refugiarse en Juana de Arco, desde ese década Santa y protectora que preside desde Montmatre, un mundo que a sus pies baila , participa en carnavales, espectáculos o disfruta del porno, industria que se desarrollo notablemente en Francia – pero, y añado yo, y también en España-, un ambiente relajado visible en Deuville, pero también en las dársenas del Sena, que no impide que alrededor de Francia, aparezca el fascismo o el nazismo, o que se hunda la bolsa de New York, y con ella un espíritu, el de liberación, respuesta natural se apoderó de la capital francesa al finalizar la primera Guerra Mundial, y que quería olvidar los horrores vividos, inventar un nuevo mundo sin guerras, un mundo de risas y placeres. 

Un gran reportaje el de Fabien Béziat sobre un momento mágico de la historia de capital francesa, pero que fue imposible que se mantuviera en el tiempo. Todo es efímero. 

Agradecer a La noche temática de la 2 y Tlevisión a la carta y al blog de Vida y tiempos del juez Roy Bean por sus imágenes.

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