domingo, 8 de octubre de 2017

Entrelobos


Estuve trabajando durante nueve años fuera de mi ciudad. Primero en una importante ciudad del norte de la provincia de Córdoba, Pozoblanco, y después en un pequeño pueblo de Sierra Morena, Adamuz. En esos nueve años, no había nada mejor, además de estar atentos a la conducción, que mirar el paisaje. 

Un paisaje verde, que muchos españoles desconocen, pues creen y , a veces con razón, que Andalucía es un secarral, sin descubrir que al norte e Sierra Morena hay una auténtica selva de color verde intenso. Ese espacio que, en gran medina se ha mantenido virginal por presentar grandes latifundios, va a servirle de marco a mi paisano, Gerardo Olivares, para contarnos una historia que, a diferencia de aquella que nos contó Truffaut en 1969 sobre El pequeño salvaje - que me impresionó en mi niñez- tiene mucho más que ver con el Libro de la Selva, la primera película de la que tengo conciencia, que con ella. 

Gerardo Olivares tuvo el valor de contarnos una historia real, la de Marcos Rodríguez Pantoja, un niño que durante la época de la posguerra vivió en plena naturaleza y rodeado de lobos, y con ella hacer un canto a la comunicación entre el hombre y la naturaleza. Entrelobos es una tiene mucho de dramática y de aventuras . 

Se trata de una película del año 2010 escrita y dirigida por Gerardo Olivares, que junto a sus dos películas siguientes, Hermanos del viento (2015) y El faro de las orcas (2016), forma una trilogía en la que el hilo conductor es la relación hombre-animal. Además de su intervención en el guión Gerardo Olivares contó con diversos asesores en los argumental como Manuel Moral , Javier Moro , Ángela Nieto y John Truby , así como otros muchos en el plano de la biología y de la etiología. 

En la música contó con Klaus Badelt, mientras que en la fotografía el encargado será Óscar Durán. Al no ser una plícula fácil y que en su radaje el tiempo podía jugar de forma adversa la película contó con un amplio número de productoras para financiarla como Arakao Films, Canal Sur Televisión, Deutscher Filmförderfonds (DFFF), Eurimages, Instituto de Crédito Oficial (ICO), Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), la Junta de Andalucía, la RoundAboutMedia (en co-producción), Televisión Española (TVE) Wanda Visión SA, y Sophisticated Films. La inversión para la misma fue de € 4.500.000 euros. 

El reparto lo encabeza nominalmente Juan José Ballesta como el protagonista Marcos, con 20 años, , Sancho Gracia como Atanasio, Manuel Camacho como Marcos con 7 años , Carlos Bardem como Ceferino, Àlex Brendemühl como Balilla, Eduardo Gómez como Caragorda, Agustín Rodríguez López como Juan José, Luisa Martín como Isabel, Vicente Romero como Hocicotocino, Dafne Fernández como Pizquilla, José Chaves como Doroteo, Francisco Conde como Manuel, José Manuel Soto como Don Honesto el Señorito, Félix Sancho como Pichote, Antonio Dechent como el Guardía Civil. 

La historia comienza con dos hermanos que llevan sus cabras por la Sierra de Córdoba allá por la primavera o el otoño de 1954. Mientras esto ocurre una manada de lobos observa la parada de los cabreros en un arroyo en el que aprovechan para bañarse.

Cuando se quitan las ropas se adivina los golpes que han recibido de su madrasta, Isabel (Luisa Martín) . Pero el plácido y caluroso día acabará de mala manera. Los chicos cerca de la casa van a ver como su rebaño se ve diezmado en cinco miembros tras el ataque de los lobos. La llegada a la casa no es mucho mejor, pues Isabel, la nueva compañera de su padre, los recibe a base de empellones y tortazos que acaban con los niños fuera de la casa, a la intemperie, bajo la lluvia a la llegada del padre, que "eslomao" se dedica a beber mientras escucha las cansinas quejas de su mujer. 

A la mañana siguiente Isabel ha convencido al padre que lleve a uno de ellos, el menor, Marcos (Manuel Camacho) para que su padre lo entregue a un terrateniente Don Honesto (José Manuel Soto) para saldar la deuda por las cinco cabras. 

Al llegar al cortijo, éste acepta la propuesta dejando al niño en manos de Atanasio (Sancho Gracia), un pastor de cabras que vivía en una cueva en un sitio alejado de la humanidad conocido como el Valle del silencio. 

El niño será llevado por uno de los capataces de Don Honesto, Ceferino ( Carlos Bardem) al alejado lugar. Durante la noche Marcos y Ceferino, reciben la inesperada visita de una patrulla de la Guardia Civil que le alerta de un robo en una finca cercana. Se han llevado unos cerdos y el responsable parece ser un bandolero dicen ellos, - realmente un maquis- conocido como Balilla (Àlex Brendemühl). Por él darán un buena recompensa de 10.000 duros. 

Al día siguiente Ceferno pregunta en un chozo si saben algo del Balilla, pero el señor no dice nada. La hija del mismo pide algo de comer, pero Ceferino se niega, aunque el chico le suelta un saco destinado a Atanasio. 

Al llegar ambos conocen a un hombre huraño, que no responde a las indicaciones de Ceferino sobre todo si le da información por el Balilla. Como no responde le deja únicamente una quinta parte del trigo que le llevaba. Marcos, pasa la noche muerte de miedo, pero desde el dia siguiente descubre a un señor que le enseñará a cazar, a buscar comida y a hacer fuego. 

Con él comienza a conocer las maravillas naturales de la zona. También intenta superar sus temores cuando descubre que en la zona se han instalado una manada de lobos. Un día comienza a entrar en contacto con ellos tras explicar el pastor el proceder ante los mismos. Igualmente, el pastor empieza a actuar como un padre con el niño. 

Una noche reciben la visita de la partida de maquis encabezada por el Balilla, que resulta ser su único hijo superviviente que durante la guerra se había incorporado al Ejército Repulicano. Y que ahora malvivía escondido por la zona con su partida. Esa misma noche a la partido de los maquis escuchan disparos. 

Desde ese momento Atanasio va perdiendo interés por la vida y, tras una breve enfermedad,  muere en la soledad de la naturaleza. 

Marcos se queda solo al fallecer el pastor y desde ese momento comienza su vida por la lucha por supervivencia, pero igualmente su conexión con la naturaleza, especialmente, con los lobos que le darán incluso de comer. 

El niño crece ( ya como Juan José Ballesta) como un salvaje entre los animales y rehuyendo de Ceferino que cada cierto tiempo se pasa por la cueva en busca del Balilla, que aún sigue libre por la Sierra. Un día ve como una partida de la Guardia Civil con la gente de Ceferino lo persigue. Marcos le ayuda a escapar y le cura las heridas. Eso también supone su detención por parte de Ceferino. 

Éste obsesionado con el maquis decide dejar al chico en el chozo y va en busca del Balilla. La noche se cierne sobre él y con ella la niebla, que es aprovechada por los lobos para atacarle y acabar con la vida del malnacido. 

Al día siguiente la partida de la Guardia Civil se lleva al chico supuestamente a la civilización. Han pasado los años, Sierra Morena sigue allí inmensa y poderoso, cobijando una naturaleza maravillosa. Estamos en 2010, Marcos regresa al espacio en qué vivió, ya como hombre. DE cualquier manera se quita la camisa, llama a los lobos. Una llega y lo lame. Sigue viviendo entre lobos y así acaba la película. 

La historia de la misma comenzó el 13 de enero de 2007 cuando Gerardo Olivares (Córdoba, 1964) descubrió en la portada del diario El País, la foto de una chica asiática que iba acompañada del título "Veinte años perdida en la selva camboyana". 

El cineasta cordobés, primer español en ganar la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid con su "14 kilómetros" empezó a leer el artículo. Al final del artículo, un enlace digital remitía a otros casos similares, y entre ellos descubrió el nombre de un paisano cordobés, de Añora. Se trataba de Marcos Pantoja que como el cineasta ha declarado en alguna ocasión "De 1954 a 1966, Marcos Rodríguez Pantoja vivió solo en Sierra Morena. Cada vez que entraba gente en el valle que habitaba, él se escondía", explica el cineasta. "Con su imaginación, Marcos luchó contra su soledad. Yo podía haber hecho otra película, la de la recreación de lo que él creyó vivir, pero he optado por apegarme a los hechos, a lo que él realmente vivió. Y desde luego convivió con los lobos, el filme le devuelve parte de su dignidad. 

Gabriel Janer, el antropólogo que escribió El pequeño salvaje en Sierra Morena, comenta que a él le fascina todo ese mundo interior que creó ese niño para sobrevivir". 

Tras eso y con un amplio grupo de colaboradores y asesores argumentales que antes he citado culminó la redacción. 

Buscó a especialista en el rodaje en la naturaleza como Gutiérrez Acha que durante dos semanas, filmó camuflado cómo unos buitres bajaban a comerse un ciervo. Estudiaron la luz y la unidad de Olivares rodó cuatro meses después con la misma luz -"yo iba detrás, para que encajara todo" y mostraban a Juan José Ballesta peleándose por la carne con dos buitres amaestrados. "La película integra naturaleza y ficción, y sin una no se puede entender la otra". 

Olivares ha dirigido la primera unidad, pero el equipo contaba con dos patas más: el documentalista Joaquín Gutiérrez Acha que ha sido el capitán de la segunda unidad, el responsable del rodaje de los animales, fundamental para poderse creer la historia; y Pepe España, el biólogo experto en lobos, aportó su conocimiento y un grupo de estos canes. "Cuando Pepe leyó el guión, en muchas secuencias ya me advirtió: 'Esto es imposible de hacer". 

Olivares, veterano de los documentales y realizador remató una entrevista informando que esta historia estaba pensada "en llegar al gran público y cuanta más gente la vea, mejor. ¿Que es un filme familiar? Pues sí". 

La película se rodó en diversos puntos de Sierra Morena. Me ha parecido reconocer lugares de Adamuz, Montoro, Cardeña, y me imagino que en Villanueva y Pozoblanco. 

Hubo dificultades para llevar a cabo el rodaje debido al temporal que azotó al Parque Natural de Cardeña-Montoro, donde se realizaron la mayoría de los exteriores. Un rodaje que comenzó en la primavera de 2009 y se alargó hasta mayo de 2010. 

Durante los meses de abril y junio de 2009, se realizaron los procesos selectivos para elegir a los personajes de Marcos y su hermano cuando son pequeños. Tras presentarse 206 niños, los elegidos han sido para el primero Manuel Camacho de 8 años y natural de Villanueva de Córdoba y para su hermano, un niño de 12 años natural de Añora. 

La película fue estrenada en Varsovia el 10 de octubre de 2011 en el Festival de Cine de Varsovia. En España su estreno fue el 26 noviembre 2010 en 223 pantallas. También en otros países como Alemania , Bulgaria y Francia. Consiguió rentabilizarlo con unos ingresos que alcanzaron los 6,820,000 de euros. 

La película se centra en muchos aspectos reales de la historia de Marcos Rodríguez Pantoja, el menor de tres hermanos, nacido en Añora (Córdoba) en junio de 1946. Su madre, Araceli, murió. Su padre, Melchor, se juntó con una mujer, en la película Isabel, y se fueron a vivir al campo y entregó a unos parientes a sus dos hijos mayores. 

Marcos se quedó con su padre, su madrastra y las palizas de mil demonios que ésta le propinaba. Vivían en una choza levantada con palos y matojos. Palos y sacos de paja. Eran piconeros: hacían carbón. Creo que a los de Añora, los noriegos, le llaman por eso tiznaos como a los de Torrecampo. 

Como apenas tenían un mendrugo de pan, un día declaró Marcos que "Llegó un señor, el dueño de una finca, y estuvo hablando con mi padre. Le dijo: "Tanto dinero le doy por llevarme a este chico". Entonces me cogió, me llevó a su casa y me hartó de comer. Y cuando anocheció me llevaron a Sierra Morena, donde se escondía un viejecito con barbas. Tenía cabras que guardaba el viejo aquel. Había lobos aullando, zorros, cabras, ciervos. Antes de llevarme allí me pusieron un plato de chorizo, tocino, morcilla, tasajo de ciervo, carne seca .  

Marcos, en una artículo publicado por El País, rememoraba a salto de mata la historia en que su padre lo vendió como el que vende un cerdo. El director de cine Gerardo Olivares ha escuchado muchas veces ese relato entrecortado. 

Olivares llegó a él a través del artículo del País y por la tesis que el antropólogo Gabriel Janer escribió a mediados de los setenta. El plató de rodaje fue la misma Sierra Morena donde Marcos anduvo sin pizca de contacto humano, más o menos, desde los 7 hasta los 19 años. Desde 1953 hasta 1965. 

Marcos comentó que con "... el viejo huraño aquel convivió poco. Una noche le dijo que lo esperara en la cueva donde dormían. "Y no lo volví a ver más. Ya me quedé solo y no lo he vuelto a ver más". Marcos, se tuvo que inventar una familia. Con el tiempo, se hizo a todo. A los lobos, los zorros, las culebras, las águilas, las ratas. La ropa se le fue rompiendo. Se hizo una zamarra con la piel de los venados. Sólo se cortaba el flequillo; para estar ojo avizor en la vida animal, donde imperaban los colmillos. -Yo estaba preparado con el cuchillo. La carne que yo no quería se la llevaba a los lobillos. Los padres no me dejaban, pero como veían que yo les llevaba de comer, cogieron confianza. Yo olía como ellos. Cuando yo quería que vinieran, cuando me veía que no tenía salida, empezaba a aullar. Venían varios lobos y, como se daban cuenta de que estaba perdido, se tiraban a mí dando saltos y me cogían los brazos con la boca hasta que yo reía. Empezaban a jugar. Luego me señalaban el camino hasta la cueva de ellos y, desde allí, yo ya sabía irme. Me divertía yo solo con los animales. Y se entendía con ellos. Con sus mismos sonidos. (...) 

Marcos era uno más en la naturaleza. "Dormía con la zorra. La zorra era la primera que se metía debajo de mis piernas cuando había tormenta o llovía". También vivió un tiempo con una camada de ratones, a los que daba leche de cabra. Y siempre planeaba por allí algún águila, a la que le troceaba los conejos o perdices que atrapaba. "Ponía la presa en un plato de aquellos de corcho y más contentos. Acariciaba a las águilas, las besaba, y se iban más contentas ". Janer, el antropólogo, analizó estos pasajes y llegó a la conclusión de que "Marcos no inventa, pero cubre con la imaginación su necesidad de saberse querido por alguien". 

Con razón Marcos piensa que su "rescate" por la sociedad humana al principio le confundió, y , en ocasiones, le humilló.

La Guardia Civil lo encontró, por el aviso de un guarda, en 1965. Esto pasó: "Buenas tardes", le saludaron los agentes. Marcos se levantó y fue a echar mano del cuchillo. "No te vamos a hacer nada". Le montaron en un caballo y lo llevaron a Fuencaliente, en Ciudad Real. A una barbería. Cuando el hombre cogió la navaja, Marcos creyó que le iban a decapitar. Gritó y se echó encima del barbero. Se calmó cuando vio que a un chico sólo le estaba cortando el pelo. "¿Cómo estoy aquí y allí?", se preguntaba. El espejo le imitaba. En el río no se veía tan claro. 

Un cura joven, Juan Luis Gálvez, que estudiaba en Madrid, le enseñó a pronunciar. Al principio dormía debajo de la cama. Quizá porque le recordaba más a su cueva. La religión se lo pasó de mano en mano. Marcos se tuvo que ir con unas monjas al Hospital de Convalecientes de la Fundación Vallejo, en Madrid. Las hermanas no querían que saliera en los periódicos. "Ay, qué deshonra", clamaban. Entre imágenes de santos, empezó a socializarse: cantaba la copla Una paloma blanca, de Antonio Molina, y ellas le gritaban olé como a un torero de los grandes. Las monjas le enseñaron a caminar derecho. Hizo la comunión. "¿Y esto para qué es?", preguntó. "Para estar bien con Dios. Las cosas feas son pecado", le contestaron. No entendía nada. "Me explicaron que si uno se acostaba con una mujer salía un chiquillo. Yo no me lo creía. Fueron metiéndome en vereda. Como un mulo que no está domado". 

Un día Marcos tuvo que salir a la sociedad. A partir de entonces, su vida transcurrió en Palma de Mallorca, donde trabajó en bares y hoteles y donde le timaban como le ha pasado a lo lago de toda su vida. 

En los ochenta acabaría malviviendo en otra cueva. En Alhaurín el Grande (Málaga). Le conocían en el pueblo y el alcalde le consiguió una pensión no contributiva. En Fuengirola conoció a Manuel, sus pies y sus manos, con el que vive en Galicia. "Me tocó la lotería. Hago lo que me da la gana siempre que tenga las cosas a raya". 

Durante el rodaje Gerardo le decía "Ahí es donde vas a aullar". El sitio es una roca desde donde uno se siente dueño del mundo. Han traído un par de lobos. Son lobos amaestrados. Tienen que hacerse con Marcos para que en la toma salga todo bien. Tensión fuera: enseguida empiezan a lamerle. Marcos los acaricia. Se revuelca por el suelo. Los besa. 

Dijo Gerardo Olivares que "En aquellas montañas entró un niño de ocho años, de aquella experiencia salió un veinteañero que nadie creyó, un hombre "nada maleado, profundamente buen tipo e inocente" "Es curioso cómo habla Marcos. Él dice: 'Nosotros, los animales; vosotros, la raza humana". 

El mismo Marcos Rodríguez Pantoja aparece al final de la película. La película obtuvo algún premio en 2010, siendo nominada al Goya en el apartado de mejor actor revelación (Manuel Camacho). 

Las críticas fueron en general positivas. Javier Ocaña dijo en El País que era "Un producto notable (...) no son pocos los aspectos sobresalientes de una obra a la que se le nota el esfuerzo de producción" 

Jordi Batlle Caminal en el barcelonés diario La Vanguardia que era "Buen cine de aventuras. (...) Impecablemente facturada, bellamente fotografiada y el largo tramo en que el héroe vive solo con las bestias, sin diálogo alguno, tiene el vigor del mejor cine físico" 

Duro con ella fue Sergi Sánchez en La Razón al decir "Lo más auténtico de la película son los lobos, los buitres, las cabras: en cuanto aparece un ser humano, por muy mono que sea, la película se derrumba" . Al igual que el anterior, Nando Salvá en el también catalán El Periódico consideraba que era "Una odisea desperdiciada. (...) Pantoja, convertido casi en personaje secundario de su propia vida a causa de la incapacidad del director para dotarla de verdadero impacto dramático (...) " 

Irene Crespo en Cinemanía escribía que era "Una película muy arriesgada en su producción, aunque de resultado aletargador (...) no se te quita la sensación de estar viendo un documental muy bonito de los lobos en Sierra Morena. (...)" 

Personalmente , a  mi me ha gustado. Al fin y al cabo son espacios que conozco, por lo que me he movido desde niño. He entrado por sus bosques , que cuando hay agua no tienen que envidiar a otros de la España cercana al clima oceánico. He visto muchos de esos animales correr por los cerros, los zorros o "juanicos" como le llamaba el abuelo de un amigo, las jinetas, los jabalíes que , a veces me impedían el paso por la carretera mientras iba a trabajar, los ciervos con sus berreas, ni noches que he ido a escuharlos. Hace unos meses me cruce con un lince que saltó justo delante de mi. 

Y claro en este entorno ¿qué puedo pensar? En ocasiones me ocurre -como a Marcos- que recuerda su infancia en la naturaleza como el período más feliz de su vida, sin embargo, el presente es siempre mucho mejor.

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