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sábado, 1 de mayo de 2021

Volver a empezar con Garci



José Luis Garci es uno de los directores de cine españoles a los que más debemos. Para una generación, no tanto para la mía, Garci es el gran divulgador del cine clásico. La mía se crió viendo obras maestras del cine que emitían a mediodía de los sábados o por las noches en la única cadena que tenía a bien, emitir ciclos de grandes directores o de grandes actores y actrices cuando se abrió también la opción de una segunda cadena, la UHF. 

Y no hay duda de que las fuentes en las que bebe Garci está en el cine clásico norteamericano y en todos los géneros. A su dominio y amor por el cine negro, reflejado, en sus tres crack y en el personaje de German Areta, su manantial también está en los melodramas algunos como esa obra monumental de Elia Kazan como es Esplendor en la hierba, cuyo verso inspirador residente en el título aparece en su oscarizada película Volver a empezar. 

La película es todo un homenaje al tiempo que se fuga, a esos amores que uno deja atrás, pero que residen permanentemente en el recuerdo y a esa juventud perdida, aquí por causa del exilio, doloroso, pero sin ira y sin bilis en una España en plena transición y que se abría al mundo en forma de balón de fútbol con ese Mundial 82 y ese cartel de Miró que nos colocaba nuevamente en la modernidad.



Momentos mágico por lo emotivo en la película es el encuentro a solas entre los dos viejos amigos, ex compañeros del Sporting, Roxiu interpretado por un siempre impresionante José Bódalo y Antonio Miguel Albajara, el escritor agraciado con el nobel y con otro incomensurable Antonio Ferrandis. Igualmente los encuentros entre Elena (Encarna Paso) y  el enfermo escritor y profesor en la Universidad de Berkeley son gloria bendita, así como la entrega servicial, casi servil gerente del Hotel Asturias, Gervasio Losada, un grandioso, Agustín González. Una película deliciosa que gana cuanto más años va teniendo el espectador. Y todo al compás del Begin the beguine de Cole Porter y al Canon de Johann Pachebel. Simplemente emocionante y magnífica.



martes, 22 de enero de 2019

Tristana


Unas campanas repican sobre un campanario. Repican que no doblan, pues no hay difuntos, aunque los ha habido y los habrá en Tristana. La vida planteada como una campana con vivencias que van y vienen, con anuncios, pero sobre todo con la sensación de confinamiento. Eso y mucho más es Tristana,  la película que en el año 1970 devolvió al director aragonés Luis Buñuel desde Francia una
vez haber terminado su anterior proyecto, La Voie lactée , aquí La Vía Láctea.

Esa película protagonizada por Paul Frankeur, Laurent Terzieff, Michel Piccoli que hablaba por medio de dos peregrinos que atraviesan Francia y España recorriendo el Camino de Santiago y que mezclaban símbolismos del catolicismo y el comunismo con una estética surrealista y una narrativa cinematográfica no lineal, y que fue premiada en Berlín . Vamos, Buñuel en estado puro.

Sin embargo, en 1970 está por estos lares rodando un viejo proyecto basado en la novela homónima de Benito Pérez Galdós. Lo cierto que hasta ponerse a rodar en Toledo Buñuel ya ha transitado un largo camino que si bien empieza en la Residencia de Estudiantes coincidiendo con Dalí y con Lorca, más tarde en 1925 lo vemos ya en París, donde sin ser parte del movimiento, contacta con las ideas surrealistas.

En 1928 filma su primer cortometraje o mediometraje Un chien andalou, escrito junto con Salvador Dalí, en el que actúan ambos, y que casi instantáneamente se transformó en bandera del movimiento surrealista que comandaba André Breton, y lo más sorprendente una película que triunfa en el ambiente creativo de la época y es hoy una referencia en la historia del cine.

Buñuel seguiría su camino cinematográfico en solitario no sin antes filmar La edad de oro exponente radical del surrealismo, del que comenzaría a alejarse.

Con el triunfo de la Segunda República Española regresa a Madrid donde filmará en 1933 ese documental que ya pasó por aquí llamado Las Hurdes, Tierra sin pan, de contenido político y lleno de crítica social. Ya no hay surrealismo, pero si hay compromiso y un fin concreto.

Entre 1931 y 1946 por cuestiones laborales, familiares o políticas, deambulará entre Barcelona, Madrid, Hollywood, Paris, New York; afincándose en 1946 en México, lugar donde desarrollará el corpus centra de su carrera.

Desde Los olvidados, vista en su momento y que tengo pendiente revisar en unos meses, ese film neorrealista, anterior a la emergencia del movimiento italiano, en el que planta desde un relato sobre la marginalidad de los niños abandonados a su suerte una crítica feroz a todas las instituciones sociales hasta Nazarin o Ensayo de un crimen, pasando por El ángel exterminador o Simón del desierto - que son algunos de los mejores títulos mexicanos de la obra de Buñuel-, así como otras alimenticias, lo cierto es que Buñuel se convierte en Buñuel.

Hacia 1960, Buñuel vuelve a filmar en Europa, instalándose en Francia, pero realizando incursiones en la filmografía de España realizando algunas de las obras que lo convierten en uno de los grandes del cine de la época y reconocido por sus compañeros en la dirección como Viridiana, Belle de jour y La vía láctea entre otras.

En el cierre de su carrera obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera con El discreto encanto de la Burguesía que si bien no es la última, fue la más últimas de sus grandes obras.

Volviendo a las España de 1969, Luis Buñuel llega tras estrenar La Vía Láctea y para su nuevo proyecto, volver a retomar una obra de Benito Pérez Galdós, ya antes había realizado en México Nazarín y en España , Viridiana, llama como ayudante de dirección al trío formado por Pierre Lary, Alvaro Lion y José Puyol para montar una producción en la que está él y Robert Dorfmann por medio de las productoras Época Films, Talía Films, Selenia Cinematográfica, Les Films Corona y contando con el diseño de producción de Enrique Alarcón, así como la distribución de Maron Films para el mercado de los Estados Unidos.

Como ya hemos dicho la película parte de la obra Tristana de Benito Pérez Galdós escrita en 1892 que continúa el ciclo "espiritualista" de las "Novelas españolas contemporáneas" iniciado un año antes con Ángel Guerra. En este caso se centraba en el tema de la emancipación de la mujer en la sociedad española de finales del siglo XIX y el conflictivo mundo conflictivo físico , espiritual y emocional de "una mujer que no quiere ser ni amante ni esposa". Una obra que María Zambrano analizara con minuciosidad en su manual La España de Galdós, donde llega a apuntar que "merecería ser Tristana la obra única de un autor" llena de la luz poética , pero de la que se desprende el de Calanda para llenarla de ironía y amargura como muestra de una España con costumbres tan rancias como auténticas , pues es el autor del guión junto a Julio Alejandro - un habitual junto al director al menos en alguna obra anterior del periodo mexicano como Simón del desierto.

La música que se escucha en la película es de Frédéric Chopin siendo labores importantes en la técnico como el sonido de Bernardino Fronzetti, el maquillaje de Julián Ruiz, la fotografía de José F. Aguayo, el montaje de Pedro del Rey, la escenografía de Rafael Borqué, el vestuario de Rosa García y los efectos especiales Antonio Molina.

El elenco lo encabeza Catherine Deneuve como Tristana, Fernando Rey como Don Lope, Franco Nero como Horacio, Lola Gaos como Saturna, Antonio Casal como Don Cosme, Jesús Fernández Jesús Fernández como Saturno, Vicente Soler como Don Ambrosio, José Calvo como el Campanero, Fernando Cebrián como Dr. Miquis, Antonio Ferrandis como el Comprador, José María Caffarel como Don Zenón, Cándida Losada como una lugareña Joaquín Pamplona como Don Joaquín, Mary Paz Pondal como un muchacha y Juanjo Menéndez como el cura Don Cándido.

La acción se desarrolla en Toledo. Desde el primer fotograma -un gran plano fijo de la ciudad amuralla de Toledo rodeada por el Tajo- mientras suena el repicar de unas campañas sitas en lo alto de la ciudad vemos como posteriormente aparece Tristana (Catherne Deneuve) junto a Saturna ( Lola Gaos)a entrevistarse con un maestro que atiende un partido de fútbol. En el partido hay muchos chicos, entre ellos un sordomudo de nombre Saturno (Jesús Fernández )que se pelea con otro chico por un lance del fútbol. Se trata del hijo de Saturna , un chico mudo, pero con luces que tiene que salir ya de la Escuela e incorporarse como aprendiz en un taller.

Tras hablar las dos mujeres vestidas de riguroso negro y teniendo al fondo las murallas de la ciudad Saturna hace un comentario de que Tristana hace dos semanas que está encerrada tras el fallecimiento de su madre.

Como ahora la que ha muerto es su madre , y ya estaba huérfana de padre, Tristana es confiada a don Lope (Fernando Rey), un don Juan en declive cuya época ya ha pasado, incapaz de aceptar su caducidad como seductor. Tristana es la protegida de Don Lope, y desde ahora se transforma en su hijastra.

Además la chica de luto ha vivido una decadencia familiar que culmina con la muerte de su madre su situación es que pasa a estar bajo el amparo del viejo caballero. Se trata Don Lope de un viejo caballero cuidadoso de su imagen, mujeriego, y poco dado a asumir su vejez. Don Lope se piensa de sí mismo que es un libertario y libertino, libertario no en sentido ácrata sino como caballero refractario a los valores de lucro capitalista y anticlerical. Es un hombre que no trabaja y que detesta el espíritu comercial, no regatea ni discute de dinero, y duda de las autoridades defendiendo a un ratero perseguido por la ley antes que la autoridad; pero al mismo tiempo impone su poder frente a Saturna y frente a Tristana.

Don Lope le ha obligado a abandonar su casa y a vender o malvender todo lo que tiene , desde el piano, hasta las cacerolas. Don Lope , un viejo —que confunde honor y provecho— , pero que se ve como representante de una clase antigua con alto sentido del honor caballeresco y del lugar de la mujer en la sociedad (“La mujer honrada, pierna quebrada y en casa”), y no tiene pruritos en abusar de Tristana.

El decadente hidalgo castellano es también prisionero de las tradiciones, y de las contradicciones que la cultura a la que pertenece se permite. No quiere trabajar, vive de sus renta y pasa apuros, pero no quiere perder sus privilegios en la sociedad prestándose a ser el juez en un duelo a primera sangre.

En estos primeros momentos en la casa de Don Lope,   Tristana se presenta abatida, llorosa, sumisa  y encerrada en su luto, salvo cuando sale casi como niña junto a Saturno y su amigo y van a casa del campanero (José Calvo), padre del amigo de Saturno, en lo alto de la ciudad .

Al subir por las escaleras del empinado campanario llega casi sin aliento y en ese momento tiene una visión que se va a repetir en múltiples ocasiones: la cabeza de Don Lope es el badajo de la campana de la ciudad.

Pero precisamente ese luto es lo que provoca que Don Lope quiera cambiar su vestimenta y la vista a la moda. Así que le pide a sus amigo Don Cosme (Antonio Casal) que busque a un posible comprador para obtener un dinero del que carece y que necesita para comprar comidas y un nuevo vestuario para Tristana.

Don Cosme busca a un comprador (Antonio Ferrandis) y le vende toda la vajilla de plato y otros elementos. Tras la venta compra vestidos , con lo que Tristana se quita el luto y saliendo desde ese momento con él a la calle.

Un día mientras visita la capilla del palacio de Tavera y Tristana se sube a la escultura de la tumba del Cardenal Tavera –Arzobispo de Toledo e Inquisidor general de España en el siglo XVI- ya es una Tristana sin luto y sin trenzas, sino con ganas de descubrir el mundo.

Don Lope mediante ardides la seduce, la besa en su primer beso de amantes y, desde ese momento, primero a espaldas de Saturna y luego son tapujos. En la siguiente escena el viejo termina de consumar su deseo .

Tras dar permiso a Saturna. y , mientras Tristana es llevada a la habitación Don Lope cierra la puerta. Tristana se convierte en su amante desde los 19 años hasta los 21. Pero si bien al principio hay un interés por el descubrimiento sexual , más tarde, ella que siente incómoda , incluso molesta , ya que es considerada por él como su hija y su mujer, le pide que la deje estudiar música y arte para poder independizarse.

Una vez que él ha conseguido abusar de ella, instaurando esa perversa dualidad de la que se jacta: “Yo soy tu padre y tu marido y hago de uno u otro según me convenga”.

Tristana sufre una primera transformación, deja de ser la inocente e ilusa jovencita que reinterpretaba los discursos libertarios de Don Lope y adquiere un cariz más amargo, comienza a tratarlo de viejo, a hablar mal él y a ocultarle parte de su vida.

Un día cansada de la asfixiante atmósfera impuesta por Don Lope, Tristana decide salir con Saturna, y tras un momento de despiste entra en el taller de un artista. El artista es un joven italiano llamado Horacio (Franco Nero) que esta retratando en un palacio de los múltiples de Toledo a un catalán.

Tras ese primer contacto fortuito Tristana parece enamorarse del pintor. Horacio es el opuesto de su padre/marido: joven, bello, moderno.

Mientras Don Lope sigue saliendo , asistiendo a sus tertulias en el café , en la que están presentes sus amigos Don Cosme (Antonio Casas) o Don Zenón (José María Caffarel), entre otros. Horacio, que también siente lo mismo por ella, acaba por convertirse en amante de la joven a espaldas de un Don Lope cada día más agobiante y con más prohibiciones para la chica.

No obstante, Tristana cada vez se muestra más rebelde y respondona. Llega a tirar las pantuflas favoritas de Don Lope e incluso no tiene reparo en salir a pasear por la noche, besarse públicamente con su amante lo que a su vez supone recibir críticas por parte de algunos ciudadanos y de llegar tarde a cenar.

Como la situación en casa se vuelve ya insostenible ella decide a contarle a su amante que en el fondo su relación con Don Lope no es paterno filial , sino la de dos amantes.

En un primer momento Horacio se descompone por las mentiras que le ha contado Tristana, pero , tras calmarse, el pintor y la chica hablan de la posibilidad de salir de la ciudad para irse a vivir a Madrid.

Tanto tensa la cuerda Don Lope que una noche se persona en la casa de Horacio, mientras Tristana está en su interior. Don Lope reclama un duelo, y le golpea con sus guantes en la cara al pintor. Éste mucho más joven y fuerte le empuja y lo tira al suelo, tirando a su vez su dignidad.

Ante estas circunstancias la pareja decide irse a Madrid quedándose Don Lope totalmente abatido y sólo.

Mientras tanto la situación económica de Don Lope empeora hasta que recibe la noticia de la muerte de su hermana con la que llevaba una relación de cordial enemistad. La muerte le supone heredar gran parte de las propiedades de su hermana, una rica sin descendencia. Pero un día recibe una carta por medio de Saturna y firmada por la misma Tristana. La carta le informa que se encuentra en la ciudad y que está gravemente enferma.

Don Lope va a verla, pero , previamente, es recibida por Horacio que ahora no muestra enemistad alguna hacia Don Lope. Le explica que llevaron una vida feliz en Madrid, que Tritana volvió a sus clases de piano, pero la desgracia llegó en forma de enfermedad. Tan grave que Tristana le pidió que la llevaran a Toledo para rehacer su relación paterno filial con Don Lope. La enfermedad que pudiera ser una infección extensa en la rodilla. Pero como ella no se aguanta. Horacio le pide que ella desea, si muere, hacerlo en casa de Don Lope. Este acepta y nada más salir comenta que ahora que vuelve a casa, jamás saldrá de allí.

Nada más llegar a casa, Don Lope llama al médico de la familia, Doctor Miquis (Fernando Cebrián ) que tras estudiar el caso llega a diagnosticar que la única solución es amputarle una pierna. Entretanto, a ella le han tenido que amputar una pierna, quedando así de nuevo atada a don Lope. Mientras esto se produce Horacio se desinteresa por ella.

Por su parte, una Tristana triste y amputada decide aceptar el matrimonio que le pide Don Lope, así que se casa por lo religioso. La boda , el progresivo envejecimiento y la nueva situación social hace que Don Lope se reencuentre con la Iglesia.

Vemos que en una residencia campestre Don Lope recibe a algún eclesiástico, ante la mirada irritada y amargada de Tristana. Cuando se queda sola Tristana en ese vida estéril y casi autómata, descubrimos que mantiene una relación de sexo con Saturno a espaldas de todos los demás. Pero la decadencia de Don Lope va a más.

Así que una tarde de frío invierno Don Lope recibe en casa a tres sacerdotes que le dejan entrever que requiere de su ayuda económica para mantener su status o modus vivendi. Don Lope se limita a invitarles a ofrecerles un chocolate y unas pastas , mientras en el exterior cae una inmensa nevada. 

Esa noche Don Lope sufre una crisis cardio respiratoria y acaba llamando a Tristana para que le ayude. Tristana finge llamar por teléfono al doctor Miquis antes de abrir la ventana, cuando está nevando, para acelerar su muerte. Al entrar en la habitación ve que la muerte de Don Lope se ha producido .

En ese momento parece cumplirse una visión premonitoria presente desde hace mucho tiempo en su vida: la cabeza de Don Lope es el badajo de la campana de la ciudad. Como si una campana inicia un movimiento su vida va hacia atrás, vemos las escenas que han trascurridos llegando hasta la llegada de Saturna y Tristana a las murallas de la ciudad, acabando así la película.

Como hemos señalado la película se rodó en Toledo en el año 1969, una ciudad setentera, pero adaptada a los inicios del siglo XX, que se transforma en un personaje más de la película. Esto contrasta con la realidad literaria ya que en la obra se sitúa la historia en el barrio castizo Chamberí, uno de los barrios del ensanche del Madrid decimonónico.

La película se rodó en espacios hoy muy restaurados, el Paseo Recaredo, en la escena de apertura y cierre de escenas con Saturna), en el Hospital de Tavera, (Claustro con escena de columnas), en el Convento de San Pedro Mártir, lugar en el que trabaja Horacio, Plaza de Zocodover, en donde se sitúan los cafés, así como en Madrid.

Eugenio Sánchez Bravo habla en su artículo sobre Auladefilosofía. net la relación que había entre Buñuel y Toledo , ciudad en la que desarrolla la película y no en Madrid como hizo Galdós en su novela. "En los años veinte Buñuel estudiaba en la Residencia de Estudiantes y solía visitar la ciudad. Tenía, dice, un “ambiente indefinible”. En 1923 fundó la Orden de Toledo de la que se nombró a sí mismo condestable. De la Orden formaban parte Pepín Bello, Dalí, Jeanne (esposa de Buñuel), Alberti… Para acceder al rango de caballero había que “emborracharse por lo menos durante toda una noche y vagar por las calles. A menudo, en un estado rayano en el delirio, fomentado por el alcohol, besábamos el suelo, subíamos al campanario de la catedral, íbamos a despertar a la hija de un coronel cuya dirección conocíamos y escuchábamos en plena noche los cantos de las monjas y los frailes a través de los muros del convento de Santo Domingo. Nos paseábamos por las calles, leyendo en alta voz poesías que resonaban en las paredes de antigua capital de España, ciudad ibérica, romana, visigótica, judía y cristiana.” (L. Buñuel: Mi último suspiro, p. 83). Durante sus visitas a Toledo nunca dejaban de visitar la tumba del cardenal Tavera, esculpida por Berruguete y sobre la que se inclina sensualmente Catherine Deneuve. ".

Desde el principio Buñuel nos plantea un relato , el de Tristana, presidido por un permanente encierro. Nada más conocer a Tristana sabemos que lleva dos semanas encerrada. Pero ese encierro es tan físico como espiritual y social condicionado por férreas tradiciones culturales y sociales. Un don Lope, que no deja de ser un don Juan trasnochado, incapaz de aceptar su caducidad como seductor.

Unas normas sociales que enlutan en vida a las personas, donde los hombres pueden ser mujeriegos y las mujeres prisioneras de su casa y de su alma, aunque Tristana en este sentido se resiste. Don Lope es un hipócrita dice ser libertario y libertino, pero en el fondo es un represor. Un rentista sin renta que no trabaja y detesta el mundo impuesto por la sociedad de clases y anticlerical, que acaba por abrazar a la iglesia como institución y a los sacerdotes como sus ejecutores. Es , sin duda, un hombre lleno de contradicciones. Un ejemplo, Don Lope defiende que “Una mujer puede ser libre y honrada”, pero bien que quiere evitar que Tristana salga de su control.

Galdós centra su trabajo sobre Tristana en los deseos de libertad y los sueños de igualdad, en algo cercano al feminismo rebelde de la joven; mientras que Buñuel mira cómo se va pervirtiendo el personaje, desde la inocencia , al periodo de experimentación, de allí al hastío, a la repulsión, a la fuga, para después retornar con su captor en una especie de "síndrome de Estocolmo" en la que la idea de encierro va a más con el efecto de amputarle la pierna y fijarla a una silla de ruedas.

La Tristana de la tercera parte del film es una creación exclusivamente buñueliana, es la pesadilla que emerge de la perversión de los sueños. La Tristana de Buñuel se sabe derrotada y asume la maldad y la venganza como única forma de estar, sus deseos solo encuentran el camino de la perversión erótica, la escena del balcón en la que se le muestra desnuda a Saturno, como un objeto erótico, es la manifestación perfecta de esta transformación. Realmente , lo dicho está muy presente , en la relación con Saturno.

Desde el inicio, en la escena del campanario se los ve en un juego erótico infantil propio de quienes están accediendo a su sexualidad. Hay que decir que Saturno siempre aparece vinculado a la pulsión sexual, sus reiterados y prolongados encierros en distintos baños son muestra de ello. En la transformación que va de esos primeros e inocentes juegos eróticos a la demostración de su tullida desnudez exposición que denota una imposibilidad de goce personal, está todo el recorrido de Tristana que acaba siendo dominada por el rencor.

Pero Buñuel no está elaborando un canto idílico de libertad y romanticismo, sino una mirada sobre las telarañas sociales que nos amarran a aquello de lo que abjuramos y deseamos alejarnos. En la novela el final no es trágico. Tristana se casa con Don Lope por conveniencia y a ella le es indiferente este hecho, dimite de su ánimo de libertad e incluso encuentra una nueva afición: la repostería.

Aunque el autor recalca que tal vez eran felices, es una probabilidad. En la película aquella no existe, muestra a una Tristana perversa y contrario a la novela, ella obtiene su libertad al descuidar a Don Lope adrede para que muera, concretamente abriendo la ventana en un día de ventisca para matar a Don Lope.

Luis Buñuel afirmó que esta película llevaba veinte años en proceso. Primero consideró hacer la película en 1950, durante su período mexicano. El proyecto nunca se materializó, y los esfuerzos para hacer la película en la España natal de Buñuel fueron sofocados dos veces por cuestiones de censura antes de que finalmente se le diera luz verde a fines de 1969. La película se encontró con una oposición inflexible de los censores en el gobierno de Franco de España.

El director Luis Buñuel presionó duramente para la producción de la película en 1962, pero el régimen autocrático y católico de Francisco Franco se opuso al tema de la película, que consideraron subversivo al régimen. La seducción y la corrupción de Tristana, y las burlas despectivas e irreligiosas de Don Lope contra la iglesia demostraron ser obstáculos insuperables para la producción a los ojos de los censores. Además la película Viridiana (1961) también había hecho que el gobierno desconfiara de las actividades del director; la película estaba destinada a ser el regreso triunfal de Buñuel a su tierra natal, pero también había resultado demasiado subversiva para el régimen de Franco y fue prohibida casi de inmediato en el país.

El director tardó ocho años más en convencer a los censores para que le permitieran hacer esta película.

Luis Buñuel solo pudo aliviar las preocupaciones de los censores y hacer esta película una vez que Epoca Films aceptó producirla y el director aceptó incorporar a varios actores internacionales. Luis Buñuel hizo cambios a la novela original de Benito Pérez Galdós para hacer la película más personal. Por ejemplo, trasladó el escenario de Madrid a su único hogar en Toledo. Además, cambió el marco de tiempo original desde fines del siglo XIX hasta finales de la década de 1920, cuando él mismo era un hombre joven.

El guión lo escribe , en parte, un Luis Buñuel que era un gran fanático de las obras de Benito Pérez Galdós , el autor de la novela que sirvió como fuente de material para esta película. Tristana, Nazarín y Halma (Viridiana en la película) son las tres novelas de Benito Pérez Galdós que Buñuel adaptó al cine. Algunas de las temáticas galdosianas contactan con los motivos que obsesionaron a Buñuel: el conservadurismo español, la presión religiosa, el lugar de sumisión destinado a la mujer. Los vínculos temáticos le permiten al director tomar los argumentos literarios y trasponerlos haciendo emerger del naturalismo de Pérez Galdos la oscuridad típica de los personajes que pueblan su cine. Hubo otras dos tentativas de realizar este proyecto de Tristana: una en México en 1952, con Ernesto Alonso y Silvia Pinal al frente del reparto, y otra en 1962, que hubiera estado protagonizada por Rocío Dúrcal o Stefania Sandrelli.

Sin embargo, Buñuel fue bastante crítico con esta novela ya que encontró que la novela era cursi, predecible y entre las peores obras del autor. No obstante, el director creyó que sería una excelente traducción de la película, y trabajó para que la película se produjera durante muchos años.

Luis Buñuel dijo que muchas de las idiosincrasias de Tristana, incluida su costumbre de pedirle a la gente que elija entre objetos casi idénticos, se basaban en los hábitos similares de la hermana del director.

Catherine Deneuve ha dicho que esta fue una de sus películas favoritas en las que apareció. Brillantes no, brillantísimas son las actuaciones de un inmenso Fernando Rey e igualmente el papel de Lola Gaos como Saturna, una mujer que presta obediencia respecto a Don Lope, cuidado y escucha respecto a Tristana.

Además parece ser que Franco Nero , casi lo más flojo de la película dadas sus extrañas reacciones y aspavientos diversos - y Catherine Deneuve - bella de día y de noche como pocas veces , o mejor dicho como siempre- presuntamente tuvieron un romance durante la realización de esta película.

Los productores obligaron a Luis Buñuel a elegir a Catherine Deneuve y Franco Nero , pero el director luego admitió que estaba bastante satisfecho con sus actuaciones.

Al recibir una nominación al Premio de la Academia por esta película, el director Luis Buñuel dijo que "nada me disgustaría más, moralmente, que ganar un Oscar". En última instancia, la Academia seleccionó a Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970) como el ganador de la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera y le ahorró a Bunuel más indignación moral.

La película esta considerada como una de las diez mejores del cine español según profesionales y críticos en una encuesta de año 1996 , año del centenario del cine español e incluso está incluido entre las "1001 películas que debes ver antes de morir", de Steven Schneider .

Para la crítica internacional estamos ante una gran película. Dave Kehr del Chicago Reader dijo de ella que "Buñuel usa imágenes freudianas, un humor escandaloso y un estilo de cámara tranquilo y lírico para crear una de sus obras más complejas y completas, una película que sigue molestando y cautivando"

Para Roger Ebert del Chicago Sun-Times se trata de "Unos pocos grandes directores tienen la capacidad de introducirnos en su mundo de sueños, en sus personalidades y sus obsesiones y nos fascinan con ellas durante un corto período de tiempo (...) "

En el New York Times se escribe que "Buñuel ha hecho una película maravillosamente compleja, divertida y enérgicamente moral que además es, para mí, la que tiene mejor selección de actores"

Ya en España, Miguel Angel Palomo en El País " Tristana supone el primer rodaje en España de Luis Buñuel, nueve años después de Viridiana. El maestro aprovechó la coartada cultural que suponía adaptar a Galdós para incendiar de nuevo la pantalla con una combinación de humor negro, irreverencia, surrealismo (que Buñuel utiliza para trascender la anécdota narrativa) y crítica social. Todo ello es Tristana, un relato en el que Fernando Rey entrega un impecable trabajo como rijoso hidalgo toledano, representante implacable de la burguesía y del patriarcado. Tristana es un revulsivo brutal firmado por un cineasta fuera de norma."

En cuanto a premios la película fue candidata al Óscar de Hollywood del año 1970 como Mejor película de habla no inglesa.

Se premió la película en algunos certámenes en concreto las interpretaciones de Fernando Rey , y Lola Gaos en las Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos​

En los Premios San Jorge fue considerada la mejor película y se premió a Luis Buñuel y Fernando Rey obtuvo igualmente el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo para Lola Gaos a la Mejor interpretación y en los Premios ACE de Nueva York, al Mejor actor (Fernando Rey).

El citado Sánchez Bravo añade que "Otro tema filosófico sobre el que puede reflexionarse tras ver la película tiene que ver con las teorías de Freud. Desde la clásica simbología sexual, como el ponerle las zapatillas a Don Lope, hasta el intrincado Edipo en la relación entre Don Lope y Tristana. El sueño de Tristana en el que la cabeza de Fernando Rey hace de badajo para una enorme campana tiene múltiples e interesantes lecturas. Atracción sexual y hostilidad latente están perfectamente integradas en ese sueño. "

Y es normal ya que toda la obra de Buñuel está recorrida por temas e imágenes que lo obsesionaron; el sexo, la religión y la violencia parecen combinarse en diferentes dosis a lo largo de toda su obra.

Pero lo que podría parecer una combinación de carácter dramático muchas veces adquiere formas paródicas, con momentos de gran desconcierto para el espectador dada la búsqueda buñueliana de correrse permanentemente del sentido llano de los discursos. Por eso su cine se carga de simbolismos fuera de contexto; de aparentes incoherencias narrativas; de saltos temporales que dislocan la percepción. La impronta surrealista de sus primeros años permaneció durante toda su obra, no ya como sistema cerrado que rige la lógica del film, sino como elemento que cuestiona e incómoda aquello que está naturalizado tanto en las formas narrativas como en la percepción del espectador. 

Además y muy visible en esta película es como Buñuel nunca dejo de cuestionar a la iglesia pero no desde la óptica del ateo sino de aquel que vive obsesionado por salirse de lo que ha aprendido. Cruces, monjas, curas y blasfemias se acumulan a lo largo de su obra.

La película presenta una estructura narrativa clásica que funciona a la perfección hasta que es alterada en su final; una construcción visual y un manejo del espacio que son parte de la construcción discursiva; los toques oníricos identitarios de su cine y de su acercamiento a la psiquis de sus personajes; sexo, perversiones, religiosidad, represiones, todas las temáticas buñuelianas en su esplendor.


sábado, 10 de noviembre de 2018

Posición avanzada


Hubo una época , allá por los finales de los setenta, que no me interesaba nada o casi nada del cine español. Consideraba que el cine español hacía españolas. Aquellos años en las salas de cine lo único que había de cine español era Esteso y Pajares, el destape y poco más. Y en el cine emitido por televisión se centraba en el "landismo", en Martínez Soria y si se tiraba de archivo de folklore y folklóricas, aunque también había película interesante filmadas por un tal Luis García Berlanga al que descubrí viendo Calabuch y poco después con la magistral Bienvenido Mister Marshall. Sin embargo, me equivocaba de parte a parte. Y ya a inicios de los ochenta fui descubriendo en esa época, además de muchas más cosas de Berlanga,   me sorprendió Juan Antonio Bardem, la obra de Carlos Saura, y de golpe llegó el genio de Calanda , Luis Buñuel, que para mi fue cambiar mi concepto de cine español. 

A esos autores se le fueron añadiendo otros muchos de la movida, pero eso ya es otra historia que contaré en otro momento. Lo cierto es que en esos finales de los setenta no me interesaba mucho o nada lo que había hecho muchos directores Mariano Ozores , José María Forqué, como Pedro Lazaga en parte motivado por mi desinterés habitual hacia un género como la comedia . 


El catalán Pedro Lazaga, fallecido en 1979,  destaca especialmente por gran cantidad de algunas de las cuales habían sido auténticos bombazos en taquillas algunas con Pili y Mili (Dos chicas locas, locas , 1965), otras, muchas con Paco Martínez Soria y / o José Luis López Vázquez ( La ciudad no es para mí, 1966 , El turismo es un gran invento ,1968, Abuelo Made in Spain (1969) o ¡Vaya par de gemelos! ,1978)- entre otras muchas entre las que se incluyen Hay que educar a Papa, El padre de la criatura, El alegre divorciado, Estoy hecho un chaval- , otras con Gracita Morales y Rafaela Aparicio ( Sor Citroën , 1967) o Alfredo Landa en pleno landismo ( El abominable hombre de la Costa del Sol , 1970 o Vente a Alemania, Pepe ,1971). Eran todas las citadas comedias taquilleras, en muchos casos coescritas y producidas por Pedro Masó. Fue, y ahora lo reconozco , aunque hace años no lo hubiese hecho unos de los grandísimos directores del cine de comedia que encantaba a la mayoría de los españoles. Pero, como he dicho, lo descubrí mucho después. 

Pero como uno es un ignorante absoluto lo más grave es que desconocía que , además fue el director de diversos títulos que están considerados como de lo mejor del cine bélico español, que , por cierto, no es un género especialmente desarrollado en el cine español. Entre esas películas bélicas hay tres de renombre "La patrulla" "El frente infinito" o "La fiel infantería" que tratan sobre la Guerra Civil española y otra que es la que acabo de ver rodada en 1965 y titulada "Posición avanzada". Curiosamente tanto el director como el guionista vivieron experiencias bélicas durante la Segunda Guerra Mundial integrados en la "División Azul". 

Es interesante el año, 1965. Estamos en plena dictadura de Franco, pero en un momento en que hay un cierto aperturismo aunque indudablemente la película tiene que ser acorde con el régimen para que este permitiera este melodrama bélico . La película fue producida por la Compañía Destello Films C.C. y distribuida por Chamartín y sigue el guión escrito por Ángel del Castillo, que al igual que Lazaga estuvo en la División Azul. 

Aunque el guión de “Posición Avanzada” sigue el esquema de las películas bélicas del cine norteamericana que desde el principio presentan el contenido , en esta película el tranquilo río sobre el que aparecen los títulos de créditos mientras se rasga una guitarra y tras los títulos se suceden diversas explosiones acompañando al acorde de la música de Antón García Abril y la guitarra flamenca de Regino Sáinz de la Maza. 

La magnífica película rodada en blanco y negro es de Cecilio Paniagua considerado como uno de las mejores cámaras españolas con éxitos internacionales como 100 rifles, Caza, Patton, Última aventura Custer, Doctor Coppelia y películas españolas como Mi hija Hildegart, El hombre de la isla. o Sonatas; mientras que el montaje lo es de Alfonso Santacana, siendo el responsable de decorados E. Torre de la Fuente y José Echevarría del maquillaje. 

El reparto bastante coral lo encabeza Manuel Zarzo como Juan Ruiz, Antonio Ferrandis como el Sargento Ayuso, Manuel Manzaneque como el Alférez Laso, Enrique Ávila como Vélez, Luis Marín como Azón, Jesús Colomer como Leandro, Manuel Tejada como Javier Martí, el filósofo, Marcelo Arroita-Jáuregui como el Cabo Pando, Francisco Vázquez como el Telefonista, Rogelio Madrid como el Teniente ayudante, Fernando Sánchez Polack como Sargento Díaz, José Villasante como el Capitán republicano Trueba, Francisco Ruano como el Soldado de la guitarra, Emilio Rodríguez como el Alcalde y Guillermo Méndez como el Teniente Crespo. Aparecen igualmente Angela Bravo, la mujer de Juan y Tomás Blanco como el Coronel. 
Como ya hemos señalado la película comienza con la imagen de un río apacible que rompe su tranquilidad con un bombardeo. Tras esto la historia se traslada al presente y en ese momento vemos a un niño, que resulta ser el hijo de Juan (Manuel Zarzo), un joven agricultor de 45 años, que encuentra un caso de militar con un agujero de bala. Al enseñárselo a su padre, éste empieza a recordar su experiencia en la Guerra Civil española, cuando formaba parte de un destacamento situado en una posición avanzada junto al río cercano. 

Este comienza a recordar que el casco perteneció a uno de sus camaradas, el soldado Vélez ( Enrique Ávila) conocido popularmente en el pelotón como el cabezón , pues le habían dado un caso muy pequeño y comienza a relatar su historia y la del pelotón en el que estaba integrado. 

Se trata de un pelotón del ejército de los nacionales que recibe la orden de dirigirse a una posición avanzada al lado de un río y que cubre las líneas de suministro de un regimiento. La posición es conocida por “La sartén” pues siempre están saltando chispas. 

Al mando del pelotón está un alférez , el salmantino alférez Laso (Manuel Manzaneque )recién salido de la academia que viene de Granada , pero que no ha pasado por el Rey Chico , una zona de mucho ambiente y prostitución de la ciudad por esos años, tal y como le reconoce a su Coronel (Tomás Blanco) . Se hará cargo de un pelotón que es comandado por un sargento chusquero cántabro, de Reinosa, el Sargento Ayuso (Antonio Ferrandis) que se las sabe todas. El pelotón está integrado por un “filosofo” (Manuel Tejada), un arrestado, el soldado Azón ( Luis Marín) , otro sargento veterano y panzón, un manitas - el telefonista- (Francisco Vázquez) o Juan Ruiz, un novato (Miguel Ángel Aristu ) al que gastarle bromas, el campesino que se ve cercano a su pueblo, en el que todavía siguen su mujer y su hijo al otro lado de las líneas, un arrestado, etc. 

El pelotón inicia la marcha cantando una canción que hace referencia al nombre de su unidad, “los gatos”, pero enseguida se tienen que callar pues deben de pasar por un lugar que está batido por la artillería enemiga. Todos no, pues el soldado veterano que va solo y andando despacio. Ante los gritos del sargento apremiándole este responde “¡Anda ya! pero si estos no gastan una bomba para uno solo”. 

Tras llegar a “La sartén” el alférez releva a un teniente. El relevo está perfectamente representado. El teniente, un veterano, le explica la situación, la disposición de la trinchera, donde está escondido el cañón y por supuesto, donde está el puesto de escucha. 

Nada más despedirse las tropas relevadas encabezadas por el sargento comienza a tramar algo con otros soldados. Se dirigen a la trinchera y comienzan a agitar una bandera blanca mientras el Sargento Ayuso comienza a llamar a voces a un paisano suyo, Trueba ( José Villasante). 


Los dos son antiguos amigos y entre chanzas de los unos y los otros se ponen a pescar en el río con granadas para coger unos barbos. Evidentemente el alférez llega corriendo pensando en un ataque, pero el sargento le tranquiliza diciéndole que el coronel permite la pesca siempre y cuando le manden las mejores capturas. 

Todo parece indicar que la guardia en “La sartén” va a ser tranquila, mandando al servicio avanzado de vigilancia a un soldado arrestado que tiene dudas sobre sí herirse, o desertar al frente enemigo, pero al día siguiente cuando se quiere reanudar la “pesca”, el soldado que levanta la bandera blanca es abatido por un “Paco” o francotirador. 

Evidentemente, el sargento les quiere dar de lo suyo a los del otro lado, pero el alférez consigue “calmarle” demostrando el escalafón y la autoridad en las órdenes. Nadie se explica lo ocurrido, hasta que les llegan informes que les comunican que las tropas republicanas han sido relevadas por una brigada internacional alemana, la XII de las Brigadas internacionales. El “paco” consigue que nadie levante la cabeza de las trincheras más de lo necesario así que se hace necesario librarse de él. Al final le localizan y le encargan la tarea de eliminarle al mejor tirador que resulta ser el “filósofo”, del que anteriormente sabemos que se cambió de bando y que ahora hace más las labores de sanitario que de soldado pues la violencia le repugna. Sin embargo, no tiene más remedio que acabar con el “paco”. 

Como se temen un ataque en la zona, llega una unidad de zapadores y disponen una serie de minas. Mientras el sargento vigila, Paco huye con la intención de ver a su mujer y su hijo, al que no conoce y que nació hace 5 meses, aunque llevan casados sólo 1 año. 

El sargento tiene una charla bastante curiosa con su homólogo de los zapadores (Fernando Sánchez Pollack) y en ella hablan de ascensos y de cuantos tienen delante. El sargento Ayuso dice que a el le quedan 9, pero rectifica a 8, pues uno ha caído recientemente. 

Mientras se colocan las minas, el soldado originario del pueblo cercano ha aprovechado para ir a ver a su mujer y su hijo. Evidentemente, en “La sartén” descubren su ausencia pero el sargento consigue convencer al alférez de que no de parte hasta que se haga de día, pues confía en que volverá. Ahora el soldado que está narrando la historia lo vemos cruzar el río y llegar a su pueblo que atraviesa.

Tras llegar en plena noche a su casa, con la intención de ver a su hijo y acostarse con su mujer , tiene tiempo de ponerlos a ambos a salvo en el pueblo de al lado, Villanueva. 

Y evidentemente vuelve a “La sartén” . Mientras en la sarten hay un aviso de un inminente ataque multitudiario por parte de los republicanos. Poco antes del mismo se escuchan andanadas en el área de morteros y al rato vemos que Paco cruza el río y retorna con su grupo tal y como esperaba el sargento. Eso sí, vuelve herido en una pierna, pero también tras haber hecho explotar una posición de morteros que él suponía que debía de estar en un altozano cercano, que evidentemente él conoce perfectamente pues no en vano es su pueblo. Además, avisa que el ataque es inminente. 

Nada más amanecer comienza el ataque que acaba por convertirse en una dura batalla. Primero se ve el cañoneo por la artillería nacional y luego el asalto por parte de los brigadistas. Evidentemente la posición es heroicamente defendida por todos ellos y el ataque fracasará, pero solo habrá un superviviente que será Paco. 

Tal y como comprobamos en un larguísimo travelling que refleja la dureza de la guerra, la muerte en las trincheras de los naciones y la pérdida de milicianos por partes de los republicanos, que, tras la reacción con el cañón de Paco, huyen. 

La película termina con un plano que nos muestra a todos los muertos de uno y otro bando acabando en el casco agujereado encontrado por el hijo de este último soldado al comienzo de la película. 

Rodada en 1965 en localizaciones ubicadas en la provincia de Madrid. En concreto en el Río Jarama a su paso por la localidad de Mejorada del Campo, en la misma localidad de Mejorada del Campo, en el Molino del Rey, sita en San Martín de la Vega, y en el embalse de Sequillo en Buitrago de Lozoya. 

Carlos Aguilar, historiador y escritor cinematográfico, y participante en el programa de La Historia de nuestro cine que fue de donde grabé la película comenta que esta película tiene mucho del tono del cine américano, que destila elementos de directores como Anthony Mann , Raoul Walsh , William A Wellman o sobre todo Samuel Fuller que por entonces estaba en pleno proceso creativo con películas con este marchamo y en concreto su película "Casco de acero" que sirve como eje narrativo similar en esta película española con un elemento muy español: el toque familiar que vemos en el personaje de Manuel Zarzo. 

Parte de una anécdota nos lleva a una historia de mayor calado pues nos lleva desde la misma hasta algo mucho más profundo con vivencias humanas, psicológicas, traumáticas y personales de un grupo de hombres que están en el frente. 

Formalmente en una maravilla rodada casi en su totalidad en travellings , destacando especialmente el travelling largísimo final, uno de los mejores realizados en la historia del cine español y, formalmente, también nos muestra una historia presentada en un largo flash-back con una fotografía de carácter documental firmada por Cecilio Paniagua. 

Indicar que destaca el tratamiento correcto del bando republicano que son tratados como enemigos con problemas e inquietudes similares, sin enfatizar la cuestión políticas (aunque en algunos momentos hablan de rencillas entre el otro bando o vemos en el pueblo pintadas de la FAI-CNT, las propias de los hombres del frente, y que en lo único que desentona es en la crítica hacia la intervención extranjera en la guerra, concretamente el de las Brigadas Internacionales, la XII, en la película, que van a derramar sangre española en el conflicto. Idea , precisamente que contraste por su incoherencia con la trayectoria vital que vivieron director y guionistas participantes en la División Azul. 

Los protagonistas principales son Manuel Zarzo y Antonio Ferrandis, este último galardonado con el premio del Sindicato Nacional del Espectáculo por esta interpretación, aunque se puede decir , sin temor a error, que estamos ante una película coral, sin un protagonista claro y definido. 

De cualquier manera destaca la versatilidad de Antonio Ferrandis, en el oficial divertido, frente a la formalidad de Manzaneque, un actor que centrará su carrera en el teatro, o la de Zarzo, para aquellos años , uno de los galanes principales del cine español. También aparece Manuel Tejada, como el filósofo , en uno de sus primeros papeles. Curiosamente con el tiempo, Ferrandis y Tejada coincidirán en la serie "Verano Azul". 

Personalmente creo que la película servirá de modelo para Berlanga y su película “La vaquilla” realizada veinte años después mostrando una peculiar mirada sobre la guerra civil en clave de tragicomedia, al menos en una primera parte.

Decir que para Pedro Lazaga el tema de la guerra civil española no es nuevo como se aprecia en "La fiel infantería" pero ahora profundizando más en detalles que pudieran hacer más asequible para el espectador una película de cierta dureza y con un sentido de la estética más colorista consiguiendo así una película comercial y desde luego estimable dentro del género bélico. 

En "Posición avanzada" tanto el tono como el tratamiento narrativo y visual es muy americano dejando un relato despojado de cualquier adorno y sin ninguna concesión relatando las vivencias de unos hombres que mueren luchando. Al sentido del espectáculo interesante para el espectador se una el tratamiento individualizado de todos los integrantes de esta patrulla y , en ese sentido, el uso del blanco y negro da un especial color a la mismo, limitando la crueldad y lo sanguíneo en beneficio de lo narrativo. 

Todos los intérpretes están espléndidos e incluso el único papel femenino, el de Ángela Bravo, una actriz de corta carrera - apenas seis años de actividad - está a un alto nivel. 

La película que tiene un valor histórico altamente revelador sobre la imposibilidad de la libertad de prensa en los regímenes dictatoriales. En una revista semanal de arte de la ciudad de Valencia, realizada por universitarios y por tanto gente joven, un crítico cuyas iniciales eran A.S., hizo la critica cinematográfica correspondiente a esta película inmediatamente de su estreno en Mayo de 1966, proyectada en un cine , el Martí. 

La crítica, presentaba , sin embargo, dos expresiones que a fecha de hoy pueden resultar anodinas pero que en la época, dos años después de la celebración de los “25 años de Paz” en la España del Generalísimo Franco: "ex-alfereces provisionales”, al referirse el critico a algún protagonista de la obra, y el comentario final quizá atrevido para la época de “a los españoles que aún no llegamos a los 30 este tipo de historias nos producen un soberano aburrimiento", pues se realizó como un canto al triunfo de los sublevados contra la República. 

Como consecuencia de la publicación el joven crítico fue secuestrado de su domicilio de madrugada a punta de pistola por veteranos ex-alféreces provisionales ofendidos justamente de ese EX- por considerar que estaban aún dispuestos a morir por España contra el comunismo y la masonería. Intentaron que el joven escritor se comiera páginas de la revista, consiguieron su despido de la empresa en la que trabajaba, fue denunciado, junto con el empresario de la imprenta, ante el Ministerio de Información y Turismo por infracción de la disposición transitoria del Decreto 749/66 —faltaba poco para que el ministro Fraga sustituyese la censura por la sibilina y terrible autocensura con multas elevadísimas— ( de obligar a que se sustituyese en imprenta “sobaco” por “axila” se pasó a que fuese el escritor su propio y escrupuloso reprobador ), y días más tarde fue detenido, también de noche según costumbre habitual, por agentes de la Brigada Político Social tras registro exhaustivo de su habitación y de sus libros, encerrado 72 horas en comisaría, y posteriormente sometido a proceso ante la Jurisdicción de Guerra según procedimiento 235-V-66 ante un Juez Togado Militar comandante de artillería, quien dictaminó su ingreso en la prisión de Valencia como caso número 4433, siendo encerrado en la galería de presos políticos. A la revista le llovieron posteriormente multas económicas. El insólito caso apareció publicado en Le Monde, L'Humanité, Frankfurter Allgemeine Zeitung y Prahda, y de modo moderado en las revistas españolas Triunfo y Destino. 

Es el único caso conocido de juicio, prisión y multa a un crítico de cine por una crítica, caso totalmente opuesto a que una película sea prohibida por su contenido, que ha sido habitual en todos los países. 

A pesar de ello lo cierto es que la película huye de la habitual propaganda anticomunista, y estos aparecen levantando su puño en alto incluso hablando de las desaveniencias entre ellos y los otros y , incluso entre los suyos, atribuyéndose al otro bando una postura equivocada pero evitando la demonización del mismo. Aunque todo cambia cuando los republicanos españoles son relevados por las Brigadas Internacionales; estos sí que aparecen como enemigos de la patria, incapaces de respetar la tregua, y contra ellos sí que se justifica un discurso y acciones más duros, lo que no deja de ser una solución argumental manipuladora, pero lógica teniendo en cuenta la época de realización del filme; por un lado, presenta el conflicto civil como algo tragicómico, sugiriendo siempre elementos de conciliación, y por otro acusa a fuerzas extranjeras de ideologizar y encarnizar la guerra. 

La película sorprende por su correctísima realización, que tiene, además de una buena fotografía, unos excelentes movimientos de cámara, especialmente los travellings rodados en las trincheras. 

Del mismo modo, el asalto enemigo y la defensa de la posición, momento culminante de la película, está perfectamente rodado, hasta el punto de constituir un hito en el cine español de la época, destacando en todo momento su cuidada planificación, así como el largo y descriptivo travelling con que se cierra, culminando circularmente la película (toda ella es un largo flashback). 

El guión brilla especialmente en los momentos más cómicos, así como los intérpretes, entre los que destaca, inevitablemente, un perfecto Antonio Ferrandis, encarnando al típico sargento, bromista y estricto al mismo tiempo dirigiendo y cantando la canción de "los valientes de la 7" Una película bélica pero intimista. 

Una de las mejores películas de cine bélico español de todos los tiempos, con una destacada fotografía de Cecilio Paniagua absolutamente deslumbrante y un reparto espléndido en el que destacó la interpretación de Antonio Ferrandis, Premio Mejor Actor Protagonista, otorgado por el Sindicato Nacional del Espectáculo en el año 1966; así como Tomás Blanco, como mejor actor de reparto. Una notable película bélica en la que los productores agradecieron al Ejército español por la realización de esta espléndida y muy recomendable película.

Y lo último que me cuestiono es la casualidad de cómo en un grupo tan heterogeneo como el que integró a la División Azul proporcionó tantos nombres al cine español de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta con gentes tan importantes como Luis Ciges, Berlanga, Lazaga o del Castillo. 


martes, 21 de abril de 2015

Escopeta nacional


Casualmente la encontré minutos antes de que empezara y la vi. Un clásico del cine español. Desgraciadamente el cine español tiene sus clásicos, pero es cierto que no suelen aparecer por este blog y tengo que reconocer mi mea culpa. De entre los grandes del cine español, por aquí apareció una grande entre las grandes: Calle Mayor de Bardem, el gran Juan Antonio Bardem, el que más sabía de cine de la familia. Pero tras ella, el silencio que no el abandono, pues cine español aparece por aquí en la medida que la veo y disfruto de lo que veo. Pero volviendo a la película de hoy, al igual que la estrechez de la Calle Mayor, es un análisis sociológico de la España franquista, aunque aquí ese retablo de las miserias de España aparece no desde la actitud miserable de unos amigos miserables, sino desde algo que todavía persiste en esta España cutre y fullera: el de las cacerías. Como podéis imaginar hablo de La escopeta nacional. 
La escopeta nacional es una película española de 1978 del director valenciano Luis García Berlanga. Como no podía ser de otro modo, Berlanga tira de la ironía y del sarcasmo para reflejar en un vitriólico retrato de la que podía ser la clase empresarial y política del tardofranquismo. De hecho, Berlanga se inspiró en las cacerías de Franco para realizar la película. Pero que si Berlanga existiera podría haber rodado otras pues las caceriás han sido, son y serán puntos de encuentro en España de conspiraciones y de negocios, de traiciones conyugales y de acuerdos a espada de lo público y en beneficio de lo personal y privado. 
La película no es un mirlo blanco, sino que con ella Berlanga quiso mostrarnos como era esa España que se movía entre los años 1978 y 1982, y lo hace con una trilogía que tiene como eje conductor una familia venida a menos: la familia Leguineche. La primera de la trilogía fue precisamente esta La escopeta nacional, que fue seguida de Patrimonio nacional, y que terminó con Nacional III, películas que gozaron de las bendiciones de crítica y público. 
La película contó con lo más granado de la industria cinematográfica española de la época. Empezando con el más brillante de los directores de los años cincuenta a ochenta, Luis García Berlanga. Visible desde su ópera prima “Esa pareja feliz” (1951), codirigida junto a Juan Antonio Bardem –con quien había compartido aulas en la IIEC, la primera escuela de cine en España–, o en Bienvenido Mister Marshall (1953), “Plácido” (1961) o “El verdugo” (1963) o tras la trilogía con '‘La vaquilla'’ (1985), casi siempre acompañado con Azcona. 
Se trataba de una producción de Impala e In-Cine Compañía Industria Cinematográfica, S.A. (Madrid), estando como productor ejecutivo Alfredo Matas y como director de producción, José Manuel M. Herrero. La jefa de producción fue Marisol Carnicero Para el desarrollo de su argumento Berlanga contó con su portentosa creatividad y la capacidad narrativa y cinematográfico de uno de sus principales colaboradores de siempre, Rafael Azcona. 
En el apartado técnico la fotografía fue de Carlos Suárez (eastmancolor), mientras que el montaje contó con José Luis Matesanz. El encargado de los decorados fue Rafael Palmero y el del vestuario Javier Artiñano. Como auxiliares en la parte técnica aparecen Miguel Ángel Gil como ayudante de dirección, Isabel Mulá encarga del Script. Como segundo operador Alfredo Fernández. 
Asímismo aparece un listado importantes de ayudantes entre los que aparecen los siguientes: Ayudante de cámara: Fernando Fernández. Foto-fija: Alejandro Diges. Ayudante de producción: Esteban Gutiérrez. Regidor: Juan de la Flor. Maquillaje: Julián Ruiz y Fernando Florido. Peluquería: Vicenta Palmero, Rosa Martín y María Luisa García. Ayudantes de maquillaje: Antonio Segovia y Dolores García. Ambientación: Félix Murcia. Técnico de sonido en rodaje: José Nogueira. Técnico de sonido en estudio: Francisco Peramos. Ayudante de montaje: Claudio García. Auxiliar de dirección: Raimundo García. Auxiliar de cámara: José Luis Criado. Auxiliar de montaje: Lucio Cortés. Efectos especiales: Antonio Bueno. Sastras: Mª Teresa García Trueba y Milagros Álvarez. Jefe de eléctricos: Ricardo Arenas. Atrezzo: Mateos-Luna-Mengíbar. Vestuario: Cornejo. Títulos: Story Film-Pablo Núñez. Estudios de sonorización: Tecnisón, S.A. Laboratorios: Madrid Film, S.A. (Madrid). 

En el reparto aparece lo más granado del cine de la época como José Sazatornil “Saza” (como el industrial catalán Jaume Canivell), José Luis López Vázquez (Luis José heredero onanista del marqués de Leguineche), Luis Escobar (Don José, marqués de Leguineche), Antonio Ferrandis (Álvaro, el ministro de Industria), Amparo Soler Leal (María Jesús, "Chus", esposa del Luis José de Leguineche), Mónica Randall (Mercè, secretaria y amante de Jaume), Rafael Alonso (Cerrillo, organizador de eventos y de la cacería), Agustín González (padre Calvo, capellán del pueblo y ferviente franquista), Andrés Mejuto (De Prada), Bárbara Rey (Vera del Bosque, actriz amante del ministro). En papeles menores Laly Soldevila (doña Laura), Luis Ciges (Segundo, criado de confianza de Luis José), Félix Rotaeta (príncipe Adrián Korchosky), Chus Lampreave (doncella), Conchita Montes (Soledad), Rossana Yanni (Libertad Iris), Florentino Soria (Pacheco), Zelmar Gueñol (Alsina), Fernando Hilbeck (López Carrión), , Sergio Mendizábal (Bermejo), Luis Politi (Julio), Ángel Álvarez (trabajador de la finca), Oscar Aguerre, Mari Carmen Alvarado, Maribel Ayuso, Pascual Costafreda, Mimí Muñoz, Carlos Oller, José Antonio Rico, Pedro del Rio, Julio Wizuete, Elsa Zabala. 

La película empieza en una finca de las cercanías de Madrid, en el invierno de 1972. Allí llegan con retraso Jaume Canivell (José Sazatornil), un fabricante catalán de porteros electrónicos, que viaja con su secretaria y amante (Mónica Randall) para asistir a una cacería pagada por él mismo en la finca "Los Tejadillos", propiedad de los Marqueses de Leguineche, una familia aristócrata que atraviesa apuros económicos, aunque oficialmente es el marqués quien paga la cacería a altos cargos del gobierno e influyentes personalidades. A Jaume y la Mercé se les ha roto el coche por lo que llegan tarde al ojeo de las perdices. Las perdices van a ser pagadas por Jaume a 500 pesetas (3 euros) la pieza. Jaume está dubitativo sobre el éxito de su misión, pues no ha seguido las instrucciones de su padre, encargar la venta de un productos a los viajantes. 
Como buen catalán busca hacer negocios en Madrid. El objetivo de Canivell es codearse con la alta sociedad para mejorar su negocio y poder vender sus porteros en las urbanizaciones de nueva construcción que tiene previsto levantar el Gobierno. De hecho, la verdadera intención de Canivell es hacer negocios y contactar con un ministro franquista para que le ayude a introducir el nuevo avance tecnológico en los hogares españoles. 
Para ello busca entabla amistad con Álvaro (Antonio Ferrandis), ministro de Industria del gabinete presente en la Finca, pero a su llegada el ministro está en el ojeo. Sin embargo, desde que llega a la finca todo son sobresaltos y apariciones de personajes singulares. Nada más llegar a la casa descubre que el hijo del marqués de Leguineche, Luis José cascándose mientras ve por la ventana a una modelo haciendo sus poses. Para ello Luis José cuenta con la inestimable colaboración de Segundo. 

Tras el extraño encuentro, marchan a la caza y entablan relación con los personajes asistentes a la cacería, gentes del Opus, con Álvaro, el ministro de Industria, con Cerrillo, el organizador de la cacería, o con el iracundo padre Calvo, capellán del pueblo y ferviente franquista. Cerrillo le explica que debe "aceptar" que la cacería la paga el marqués. 

Durante su estancia, Canivell y su pareja , además de conseguir colocar sus porteros a cambio de una mordida que quiere llevarse el ministro, son testigos de una situación que se complica con escenas absolutamente surrealistas como el secuestro en la casa de servicio del palacio de una actriz masoquista Vera del Bosque (Bárbara Rey), joven y atractiva actriz amante del ministro por parte de Luis José de Leguineche, a la que intenta convencer explicándole a Canivell que es productor de cine para ganarse así el favor de Alfonso. Ante de que intervenga Canivell el cura le grita a Luis José de Leguineche "¡Baja de ahí y besa los pies a esta Santa! ¡Que lo que yo he unido en la Tierra, no lo separa ni Dios en el Cielo!" 

A partir de ese momento y con el fin de lograr su propósito inicial, Canivell actúa como figura reconciliadora y diplomática, haciéndose pasar por un productor cinematográfico e implicándose en una serie de estrambóticas situaciones. 
Una de esas situaciones imposibles será la destrucción de la colección de vello público del marqués de Leguineche (Luis Escobar) por parte de una encolerizada Chus, mujer tuerta- pues ha perdido un ojo en una cacería - de Luis José y que obliga a Jaume a decir ¡Ostras cuyons, pero si son pelos de coño!-, con el soponcio de sufre el Marqués viendo destruida su colección y que provoca que el Marqués se meta en la cama rodeado de sus invitados rezando, mientras hace como que está agonizando y comentando "Que vengan todos... que venga el servicio que estas cosas les gustan mucho... que vengan todos que tengo que perdonarlos..." ; o a devolver "generosamente" un premio de bingo a doña Laura (Laly Soldevila), o el cambio de gobierno que deja a su contacto ministerial fuera del Gobierno, lo que obliga a Canivell a ganarse ahora la amistad con el nuevo equipo de gobierno, del Opus Dei, presente también en la cacería, pues en este se vive una pugna constante entre la Falange y el Opus Dei. Cuando parece que finalmente está a punto de lograr su objetivo, un repentino cambio de gobierno provoca la destitución del ministro, echando por tierra todos sus planes.

Ante el anuncio de cambio en el Gabinete a favor de la gente de la “Obra”, Canivell debe ayudar a misa en la capilla de la finca , incluso a claudicar ante un director de banco – también del Opus y amigo del futuro ministro- que sabe que está engañando a su mujer con la Mercé y que además le negó en su momento un préstamo. 

Al final, Canivell está convencido que hubiese sido mejor contactar con un viajante para colocar sus porteros automáticos y obligado a regresar a Barcelona con las manos vacías tras el accidentado fin de semana. Acabando con un letrero que ponen la incisiva puntilla que explicita la intención berlanguiana: “Y ni fueron felices ni comieron perdices… desgracia habitual mientras existan ministros y administrados”. Hasta aquí la historia. 

La película se rodó en la Finca El Rincón, Aldea del Fresno, Navalcarnero (Madrid) en 1977, aunque se estrenó en España en 1978. 
La película consiguió el premio a la mejor película del Círculo de Escritores Cinematográficos. Desde el principio la crítica valoró como interesante esta verbena popular en la finca de los Leguineche como retablo de las miserias de un país y de un régimen, aunque ahora descubrimos que están presentes en el tardofranquismo y en los ochenta, en los noventa y con todos los gobiernos de este nuevo milenio. 
De ella dijo Luis Martínez en el Diario El País "Esperpéntica verbena tan desmadrada como lúcida. La pantalla se rompe en un laberinto de elaboradísimos y eternos planos con un universo abigarrado, delirante y desesperado." 
Para Jordi Revert “Finalizado el yugo del franquismo y con la censura ya derogada, ningún obstáculo se oponía ya a la comedia ácida y costumbrista del director” 

Según Revert, “La escopeta nacional” es esa obra articulada para disparar, desde los impagables diálogos de Rafael Azcona, contra las trasnochadas clases políticas y aristocráticas que a duras penas necesitan adaptarse a los tiempos de cambio para seguir sacando tajada. El título ya indica la vocación de fresco nacional en el que banqueros, empresarios, marqueses, representantes del clero, ministros y crápulas varios se agolpan en una cacería en busca de su beneficio propio. 
El arma de fuego es la de Berlanga-Azcona, dispuestos a ridiculizarlos en las situaciones más esperpénticas, en las que el hijo de un marqués puede retener a su querida en una casa con la intención de vivir allí eternamente, el marqués en cuestión amplía su colección de vellos púbicos de amantes y señoritas varias y un ministro hace negocios a varias bandas e incluso contempla modificar las leyes para que el provecho sea mayor. 

Para Jorge B. Montañés y Daniel Izeddin. En ‘35 mm de cine español’ Berlanga es el axioma de cine español, destacan el papel no sólo de los principales colaboradores de Berlanga, sino también de los miembros del equipo técnico y de producción como Miguel Gil, Marisol Carnicero y Alfredo Mayo, que acompañaron al realizador en su aventura por la España de la trilogía nacional, y que describen a Berlanga como un provocador nato, capaz de repetir sin descanso tomas de gran complejidad con un poder de manipulación que seducía a todos. Un camino de admiración a ritmo de los legendarios planos secuencia que concentraban a los mejores actores españoles en situaciones esperpénticas y con diálogos maravillosos.

'La Escopeta Nacional' es , además, una parte de la historia de la democracia inicial, pero -desgraciadamente- es además una película con un tema de rabiosa actualidad, intemporal , pues todavía persisten Leguineches y ministros, empresarios, sindicalistas, jueces y truhanes, pues como bien dice la película «Y ni fueron felices, ni comieron perdices porque allí donde hay ministros un final feliz es imposible». No cin estos ni con las anteriores. ¿Otra política es posible? Parece que en España, no.