martes, 21 de marzo de 2017

Elephant


Tremenda lección de cine y auténtica bofetada en la cara viendo este Elephant, un cortometraje británico de 1989 dirigido por Alan Clarke y producido por Danny Boyle .

Curiosamente hoy,  coincidiendo con la muerte de Martin McGuinness, exjefe militar del IRA y figura clave en el proceso de pacificación de Irlanda del Norte. Un territorio en que después de 30 años de conflicto, se convertiría en viceministro principal norirlandés, cargo que ocupó durante casi 10 años.

Sorprende- o no- que estuviese de socio de Gobierno con  antiguos enemigos, los unionistas del DUP, y que incluso se llevara relativamente bien con el iracundo unionista Ian Paisley, y en particular de la ministra principal en funciones, Arlene Foster.

Apenas una semana después de dimitir, McGuinness anunció que dejaba la primera línea política, debido a la rara enfermedad genética –amiloidosis- que padecía y que ha acabado con su intensa vida esta noche pasada.

Lo cierto es que este hombre nacido en la fronteriza Derry, aunque en Irlanda del Norte, y que trabajaba de aprendiz en una carnicería cuando el "Trouble" estalló a finales de los años 60 del siglo pasado.

Se sabe, el lo reconoció en 2003 que abrazó el activismo en 1968, tras ver las fotos del diputado católico Gerry Fitt, ensangrentado, tiroteado por la policía en una manifestación y se integró en la banda llegando a alto mando del IRA u de allí a jefe negociador del Sinn Féin en el proceso de paz de Irlanda del Norte.

En Elephant no vemos la violencia callejera , simplemente vemos la violencia y la brutalidad fría de una serie de asesinatos. Hasta 18 asesinatos con arma corta y larga, con escopetas recortadas a mayor o menor distancia. Vemos ejecuciones sumarias qure quién sabe si alguna fue ordenada o ejecutada por el mismísimo McGuinness o por unos de sus hermanos que también se sumaron a las filas del Ejército Republicano Irlandés (IRA), especiualmente, tras producirse en 1972, en su localidad de nacimiento un hecho doloroso: los soldados británicos del Primer Batallón de Paracaidistas abrieron fuego contra los manifestantes y mataron a 14 personas, en la jornada que pasaría a la historia como el Domingo Sangriento, el Sunday, bloody Sunday que nos cantan U2.

McGuinness era el segundo mando del IRA en la ciudad. La investigación de los hechos concluyó que McGuinness probablemente iba armado con una ametralladora aquel día. Eso mismo año, cuando McGuinness tenía 22, se embarcó con otro viejo conocido, al que pude ver en los carteles de su sede el pasado año en Dublín, Gerry Adams.

Ambos tomaron un vuelo a Londres para entablar conversaciones secretas con el Gobierno británico. Aquella iniciativa fracasó, y en 1973 McGuinness cumplió una condena de cárcel tras ser detenido en un coche cargado de explosivos y munición.

En los ochenta la cosa para Irlanda del Norte no fue mejor. En esa década McGuinness fue protagonista en la organización y rearme del IRA pero no perdió el contacto secreto con Londres.

Al llegar el delicado proceso de reconciliación en los noventa, sería una de las piezas clave en el Acuerdo de Viernes Santo que, el 10 de abril de 1998, puso fin a un conflicto que duró 30 años y dejó más de 3.500 muertos.

Se presentó, sin éxito, a presidente de la República de Irlanda en 2011 por el Sinn Féin. Entre 1997 y 2013 fue diputado electo en el Parlamento de Westminster pero como hacían los diputados  del Sinn Féinn, nunca ocupó su escaño.

Hoy ha muerto y he leído en el Huffington Post que había muerta un hombre de paz. Sin embargo, seguros que muchos irlandeses y no pocos británicos no pueden evitar ver la sangre en las manos de Adams y de McGuinness de este hombre odiado y temido y que, posiblemente vio en su momento esta muestra brutal de cine radical, al menos, en su propuresta de Alan Clarke.

Se trata de una película realizada para la televisión  norirlandesa en uno de los momentos álgidos de lo que en Gran Bretaña e Irlanda, así como en Irlanda del Norte se conoce como "the Troubles" , ue vendría a significar los asuntos o los casos vinculados con el tema norirlndés, como pudirea ser en España "el tema vasco".

El título de Elephant proviene de la descripción que hizo Bernard MacLaverty del conflicto que señaló que este problema , el norirlandés, era  como tener un " elefante en nuestra sala de estar ", una referencia a la negación colectiva de que el tema de Irlanda del Norte, con sus connotaciones políticas, sociales y religiosas no fuese un problema. Y tanto que lo era , pues era en realidd, casi, una guerra civil nunca declarada entre los unionistas y los irlandeses.

La pelíula fue producido por la BBC Northern Ireland y se proyectó por primera vez en BBC2 en 1989, en concreto el 25 de enero de ese año.

La película fue concebida por primera vez por Boyle, que trabajaba en aquellos años como productor para la BBC Irlanda del Norte.

El tándem Clarke y Boyle contará en la fotografía con Philip Dawson y John Ward y el montaje de Don O'Donovan , no esperéis ni música ni nada que se le parezca. La película carece de música , de banda sonora y de diálogos. Sólo se escuchan los pasos de la soledad y el silencio más terrible. Es únicamente el encunetro entre el asesino y su víctima. Sin aditivos, ni añadidos. Es descarnado en el setido más estricto.

El reparto está integrado por un grupo de desconocidos actores como Gary Walker, Bill Hamilton, Michael Foyle, Danny Small, Robert J. Taylor, Joe Cauley, Joe McGee, Patrick Condren, Andrew Downs, Terry Doyle, Michael Liebman, Gavin Bloomer, Barry Brent, Paul Nemeer y Sam Doyle .

Este mediometraje se rodó en sus 39 minutos en  diversos puntos de la ciudad de Belfast, como en County Antrim, en Linenhall Street,, en Mount Merrion Avenue, , en Ormeau Baths - 18a Ormeau Avenue, entre otos lugares.

La película, que no contiene diálogo, representa dieciocho asesinatos y se basa en parte en hechos reales extraídos de los informes policiales de la época.

Se rodó con una película de 16mm con gran parte de ella filmada usando un steadicam y cuenta con una serie de disparos de seguimiento, una técnica que el director utiliza con regularidad.

La película granulada de 16mm, junto con la falta de diálogo, trama, narrativa y música dan a la película un frío, observacional documental . No se aprende nada sobre ninguno de los pistoleros o víctimas. Cada uno de los asesinatos se lleva a cabo con calma y casualmente; En una escena se ve que el pistolero se aleja lentamente, incluso deteniéndose para dar paso al tráfico. Las víctimas se muestran durante varios segundos en una toma estática del cuerpo.

Al igual que con varias de las películas de Clarke, "Elephant" recibió grandes elogios y atrajo la controversia.

Después de ver la película, el contemporáneo de Clarke, David Leland, escribió: "Recuerdo haberme acostado en la cama, observarlo, pensar: 'Detente, Alan, no puedes seguir haciendo esto'. Y el efecto acumulativo es que usted dice, 'Tiene que parar, el asesinato tiene que parar'. Instintivamente, sin un proceso intelectual, se convierte en una reacción intestinal ".

La película es una clara influencia en la película de 2003 Gus Van Sant Elefante , basado en la masacre Columbine High School . La película de Van Sant tomó prestado no sólo el título de Clarke, pero también refleja su estilo minimalista. Hay muchas y variables de maneras de entender el título de la película. Yo me quedo con la que en cierta ocasión soltó el guionista en una entrevista; y es una referencia a que la situación en Irlanda del Norte por entonces era la equivalente como si hubiera un gran elefante en medio del salón y nadie se sorprendiera de ello, que es, desde mi prisma, sobre lo que va la peli; de como la violencia en Irlanda del Norte, o en cualquier otro lugar, es absurda, sin ninguna lógica o explicación factible, y de como estamos acostumbrados a ella como si tal cosa.

La película comienza con un asesinato, : un hombre busca a otro hombre y lo mata. Nos impresiona,la fríaldad sin recrearse, pero cruda. Y así hasta 18 veces. No sabemos quienes son, ni lo que defensían. Si son católicos o protestantes. Simplemente vemos los asesinatos y nos quedamos anestesiados de tanta violencia. Casi todo da la impresión de realidad, pero apreciamos en las muertes la carencia del regodeo. Todavía Tarantino no hacia de la muerte algo tan explícito.

El director nos hace pensar. Y las respuestas son incómodas. El resultado terina por ser una película muy difícil, sin trazados psicológicos, sólo movimientos, rostros y pasos en espacios desolados.

En la t´cnica destacan los largos travellings que siguen a los personajes, espaldas mudas. La concisión de la planificación era de una pureza absoluta.

Alan Clarke falleció de cáncer alaño siguiente, en 1990, con 54 años. Había comenzado a trabajar en la televisión a mediados de los sesenta, medio en el que realizó durante dos décadas la mayor parte de su producción. Pertenece a una generación olvidada, cuando no silenciada (caso del gran Peter Watkins), con la excepción de Ken Loach, la generación posterior a los jóvenes airados del Free cinema, los cineastas nacidos en la década de los 30. Una generación de cineastas concienciados, combativos, que planteaban el cine como reflejo y cuestionamiento social. Un cine de interrogantes, sin complacencias.

Alan Clarke  realizó unos implacables retratos de la violencia que supura la sociedad británica (o un sistema infectado) a través de un skin head (Made in Britain, 1982), un hooligan (The firm, 1989) o la brutalidad en un reformatorio (Scum, 1979), que rehizo, ya que fue censurada la primera versión que había dirigido para la cadena televisiva BBC, en 1977.

Por lo que parece, Clarke solía decir a sus actores: "Dejad que salga el cerdo. Echémosle un vistazo, y entonces matémosle". Para Greengrass, es lo que hacen sus obras.

En el  "Elephant" de Clarke, nos hallamos ante algo radicalmente distinto algo que admirará Van Sant: su montaje. Cada vez que en "Elephant" observamos un asesinato, existe un proceso de mecanización  por medio del plano de seguimiento inunda la pantalla y nos hace partícipes de una palpable tensión sin saber exactamente en que derivará  puesto que no conocemos a la víctima ni al verdugo sólo queda la violenta naturaleza de un hombre .

La idea es mecánica, extenuante, circular. No hay diálogos ni música; el silencio se vuelve incómodo, espectral.

Hay largos planos donde la cámara se sitúa a la espalda del personaje. El tempo, real, se dilata ante la inminencia de la muerte, sin dejar ubicar al espectador cuándo sucederá ésta. Lo desangelado de los escenarios, . Lo único importante en esta película es el acto de acabar con la vida de otra persona.

Alan Clarke  y Elephant, en esencia, es la repetición de un humano matando a otro. Nunca hay dos iguales. Alan Clarke no proporciona causas ni sustentos para realizar dicha contextualización en los cuarenta minutos de metraje que usa.

La clave en la película es la reacción del espectador ante lo que ve. Por eso, no hay diálogos, ni perfiles psicológicos en Elephant, sólo la acción, la repetición de una acción, el asesinato, la muerte, el cese de un movimiento, los cuerpos ensangrentados, sin vida. Una y otra vez, como si estuviesemos ante un bucle infinito.

David Leland, que había sido guionista de Made in Britain (y luego director de, entre otras, la interesante Wish you were here, 1987), dijo: "Recuerdo estar viéndola, tumbado en la cama, pensando: Detente, Alan, no puedes continuar haciendo esto. Y el efecto acumulativo es lo que te dice: Tiene que parar. La matanza tiene que parar. Instintivamente, sin un proceso intelectual, se convierte en una reacción visceral".

La obra de Clarke intenta que la mirada despierte, que la sensibilidad despierte, que se advierta el elefante en la habitación, que se deje de negar un problema o conflicto obvio, que se reconozca lo monstruoso para poder extirparlo y descubrir las diversas máscaras de la violencia que anida en el ser humano y que se extiende en sus venas sociales.

Para concluir y volviendo con Martin McGuinness indicar que dedicó la segunda parte de su vida a construir la paz con sus enemigos, al igual qu Alan Clarke critica la sociedad que le tocó vivir. Pero lo cierto , al menos, en el primer que se llevó a la tumba la incógnita de si logró firmar la paz consigo mismo. ¿Quién sabe dónde está ahora el Elefante?

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