domingo, 5 de febrero de 2012

No, no es Río Bravo


Uno cree haber visto muchos western, casi todos los western. Sin embargo, uno se planta ante el televisor para ver uno de los clásicos y, vergonzosamente, descubre que no. Hace poco reconocía que esto me había pasado con “El álamo” de John Wayne, pero hoy me ha ocurrido con “El dorado” del director Howard Hawks. 
El dorado es una película del año 1966. Fue interpretada en sus papeles principales por John Wayne y Robert Mitchum, acompañados de James Caan, Arthur Hannicut y Charlene Holt. La película fue distribuida por la Paramount Pictures. La película se rodó, según comentaron José Luis Garci y Eduardo Torres Dulce en aquel buen programa de cine que había que se llamaba ¡Qué grande es el cine! entre los años 1965 y el 66. Se rodó en los exteriores de Kanobe (Utah) y Tucson (Arizona) así como en los estudios de Old Tucson (Arizona), en los que ya se había filmado "Río Bravo" ocho años antes. Producida por H. Hawks, se estrenó en EEUU el 7de junio de 1967. 
Está basado en un relato escrito por Leigh Brackett, quien adapta una novela de Harry Brown titulada "The stars in their courses”. El relato y la película recibe su nombre del pueblo donde tienen lugar la acción. 

Desde mi punto de vista se trata de la segunda entrega de una trilogía dirigida por Hawks sobre la idea de un sheriff defendiéndose de los delincuentes de la ciudad, aunque sea cada película diferente. Las otras dos películas fueron sus dos clásicos ríos: Río Bravo (1959) y Río Lobo (1970). 

Hawks realizó “El dorado” con 70 años, por lo culminará Río Lobo con 74. Durante la película y en contraposición a otras como Río Bravo aquí no existe un cantante, pues en las otras dos estaban presentes dos Ricky Nelson y Dean Martin que entonaban la canción principal. 
Por el contrario en esta lo que sí existe en un buen recitador de poemas como vemos en el personaje que interpreta James Caan cuando recita un poema que le había enseñado un amigo jugador de cartas y borrachín. Este poema se titula El Dorado y es de Edgar Allan Poe. 
No obstante, no nos engañemos no estuvo en la obra final, ya que parece ser que lo musical no estuvo ajeno a la película y que se filmó una escena en la que colectivamente cantaban los protagonistas, los amigos Mitchum y Wayne, pero que finalmente no aparecerá en el montaje final dada, cuentan las lenguas que de estos saben, hubo una crítica por parte del montador, el hijo de Hawks, al hecho de que en sheriff cantara. El caso es que existen fotografías de las escenas pero no aparecen en el film. 
La historia que vemos responde a un relato clásico de los western clásicos. Responde a una historia bastante de venganza y amistad (más de lo segundo que de lo primero). 
El protagonista de la historia es Cole Thorton (John Wayne). Es un famoso pistolero a sueldo, pero con principios que llega a una ciudad, El Dorado, ciudad cercana a la frontera mexicana de mítico nombre que evoca un paraíso de oro y placeres eternos (y constante metáfora de ese lugar tranquilo y plácido en que los curtidos pistoleros puedan llegar algún día a retirarse y que las armas callen para siempre), para ponerse al servicio de un terrateniente ganadero, Bart Jason (Ed Asner), que tiene problemas de pastos y agua con sus vecinos, los McDonald, que poseen el bien más preciado: la fuente para dar de beber al ganado. 
Allí se encuentra con un viejo amigo, el sheriff John Paul Harrah (Robert Mitchum), antiguo compañero de aventuras de Thorton y también un pistolero rápido y con Maudie la protagonista femenina en esta ocasión interpretada por Charlene Holt. Harrah y Thorton hablan del asunto y finalmente el sheriff le disuade de prestar su revólver a un canalla que busca eliminar la competencia de sus vecinos contratando pistolas, para quitarles el agua a la familia pionera que 30 años antes había apostado por ese territorio. 
Pero cuando regresa de rechazar el trabajo oye un tiro, reacciona con su destreza acostumbrada y hiere mortalmente a un muchacho, que resulta ser el joven McDonald que había sido enviado por su padre a vigilar. El muchacho se remata él mismo para no sufrir y Thorton lleva su cadáver a los McDonald, asegurándose que él no se siente culpable y que se iba a retirar de la lucha. 
Cuando ya se marcha del lugar y va dejando el pueblo, la hija de los McDonald para vengar a su hermano le dispara, no le mata, pero le hiere en la espalda cerca de la médula, esta herida tendrá dramáticas consecuencias durante toda la película, pues el médico del pueblo no se la puede extraer, y de vez en cuando le irá causando dolores e inmovilidad del lado derecho. 

Meses más tarde mientras Thorton está en una taberna, entra un muchacho ataviado con un extraño sombrero de copa y desarmado con la intención de vengar a un antiguo amigo suyo, realmente su mentor - un jugador de poca monta - John Diamond, jugador que había muerto dos años atrás asesinado en una partida de póker. El asesino a instancias de su jefe se levanta para dar satisfacción al muchacho, pero antes de que pueda desenfundar su revólver, el joven le mata con un certero lanzamiento de cuchillo. Uno de los amigos del muerto intenta matar al joven, pero Thorton interviene para evitar el asesinato. 

Allí se establece una conversación entre Thorton y Nelse McLeod un afamado pistolero, que ha aceptado el trabajo que Thorton había rechazado en el Dorado, además le informa de que su amigo el Sheriff Harrah, se ha dado a la bebida y ya no es el que era. Thorton acompañado del muchacho al que ha salvado la vida y que se llama Alan Bourdillion Traherne, pero que llamarán Mississipi el resto de la película, regresa al Dorado para ayudar a su amigo y unirán sus fuerzas cuando sepan que el mercenario contratado para acabar con los ganaderos es el asesino de John Diamond y que el sheriff Harrah se halla inmerso en una depresión de alcohol – que dura ya dos meses - a causa de su abandono por una mujer y que se hará matar, que no podrá hacer frente a la guerra por los pastos si lucha en esas condiciones. 

Juntos, Cole, Mississippi, Harrah en plena resaca y Bull, un viejo ayudante experimentado en la guerra con los indios, se enfrentarán a los pistoleros que pretenden liberar a Bart Jason de la celda donde el sheriff lo ha encerrado. 
El sheriff sólo necesita de sus colaboradores, el viejo amigo lisiado, el anciano y trompetero Bull Harris (Arthur Hannicut) y un muchacho imberbe (Caan) para solucionar sus problemas, dejando al margen al pueblo que para eso lo eligió. 

Una historia es similar a la de Río Bravo, en la que el malvado cacique del pueblo acorrala a los defensores de la ley en la comisaría, en la que cada callejón, cada recoveco, cada ventana o cada tejado son un escondrijo para los rifles que apuntan a los hombres de la ley. Tras varias hazañas y heridas los buenos conseguirán vencer a los malos. 
John Wayne, protagonista en Río Bravo, tras leer el guion de El Dorado, pidió interpretar a J.P. Hara, pero finalmente el papel se lo dieron a Robert Mitchum. El primero recibiría por la película 1 millón de dólares, mientras que el segundo recibirá 300.000 mil dólares. La película tuvo un coste total de 4 millones de dólares, pero recaudará unos 10 millones, siendo todo un éxito, además, inesperado. 
En esta época, el western clásico competía duramente ya con el spaguetti western. Robert Mitchum reveló en una entrevista que cuando Howard Hawks le pidió actuar en la película, Mitchum preguntó por cómo era la historia que se iba a representar. Hawks le respondió que la historia era lo de menos, que la película tenía "grandes personajes". Evidentemente Hawks decía la verdad. 

Una curiosidad, el camarero al que el personaje de Robert Mitchum dispara en el saloon está interpretado por su hermano, John Mitchum. Éste al ser disparado por su hermano en la vida real se queda con parte del mostrador astillado y enganchado en la mano como ocurrirá años más tarde en la última película de Wayne, “El último pistolero”. 
Igualmente llama la atención que John Wayne, volverá a apellidarse Thornton tras haber dado vida a Sean en El hombre tranquilo de John Ford. 
He leído que en el capítulo 72 de la serie "Las Vegas" Ed Deline (James Caan) utiliza un pasaporte falso para entrar en Marruecos con el nombre de Alan Traherne, que es un guiño al personaje que interpretó en esta película: Alan Bourdillon Traherne. 
Con la voz de George Alexander se inicia este clásico de las bandas sonoras del western, todo ello regado por la inolvidable banda sonora de Nelson Riddle y con unos títulos de crédito que en su evocación del romanticismo y el legendario sabor del viejo oeste alcanzan la categoría de obra de arte. Así da comienzo uno de los más grandes westerns jamás filmados, obra de ese genio de la dirección llamado Howard Hawks, para muchos el director más capaz y más completo de la historia del cine, y desde luego, el más versátil de la época clásica; lo hizo todo y todo lo hizo bien: cine de aventuras, dramas, musicales, westerns, cine negro, comedias… 
La película logró revitalizar este género del western en 1966 cuando el mismo vivía ya en una crisis. Tiene en su reparto al inefable John Wayne, acompañado de otro peso pesado como Robert Mitchum y de secundarios tales como Arthur Hunnicut, Ed Asner y un joven James Caan. Pero la acción, los disparos, las muertes, las luchas de venganza, los duelos a pistola (o rifle en este caso), el uso del pistolón que llena de perdigones la pantalla y al propio Thorton, o el espacio para el romance de toda cinta del oeste no son aquí lo principal.

Lo importante, en la senda de los mejores westerns de John Ford, es la historia de camaradería y de amistad que se tienden entre los personajes principales. En los rostros de todos ellos podemos leer legendarios hechos del pasado, vivencias únicas, peligros y dramas tremendos, oportunidades perdidas, retos cumplidos y cicatrices producto del fracaso. Y en todos ellos vemos la entrega, la amistad desinteresada, la que se sostiene más en silencios que en preguntas o palabras vanas, la renuncia a la conservación de la propia vida por la defensa, no ya de una causa noble (en el oeste tanto da, no hay causas nobles), sino de un amigo que se juega la piel por algo en lo que cree. Ese canto a la amistad se fundamenta en escenas bellísimas en las que sin palabras se sugieren todas estas cosas, y en la utilización sublime del sentido del humor. 

Es un western irónico y ácido como pocos, y explota las cualidades humorísticas incluso de John Wayne en su relación, por un lado, con el joven inexperto que le saca de quicio, y por otro, con el veterano borracho al que da de sartenazos para que se espabile o con el que compara sus “heridas de guerra” (inolvidable la escena en la que ambos caminan por el centro de la calle, cuando todo ha terminado, cada uno con su estrella de plata en el pecho, arrastrándose renqueantes con sus respectivas muletas, mientras se atacan cínicamente uno al otro, o también aquella en la que el joven doctor abandona a Mitchum, herido de un rasguño en la pierna y con el dedo taponando la sangre, para atender las molestias de Wayne en la columna por una bala recibida y que no le fue extirpada: cálmese sheriff, su herida también es muy bonita, le dice el guasón médico…). 

En resumen, un film mítico, del lejano y legendario oeste puesto en fotogramas y repleto de acción, amor, aventuras, amistad, camaradería, buen rollo y gotas aisladas de romance, algo más de dos horas de entretenimiento puro a la manera artesanal con el enorme talento de Hawks y que incluso deja buen sabor de boca a quienes no son especialmente seguidores del género. 
Discrepo de la crítica que he leído sobre que "El Dorado" es una de las producciones menos satisfactorias del gran director Howard Hawks, ya que este western no es una revisitación de su estupenda película "Río Bravo", dirigida ocho años antes. El Dorado de Howard Hawks aunque contenga muchos elementos de la anterior gran obra del director no es un remake de otra pelí­cula del mismo director dirigida casi 10 años antes llamada Rí­o Bravo. Tanto el tema como la casi totalidad de los personajes de la primera pelí­cula están presentes en ella. John Wayne en esta pelí­cula interpreta a Cole Thornton, un pistolero a sueldo pero con principios, en la anterior versión era el sheriff John T.; Robert Mitchum es el sheriff J. P. Harrah mientras que en la anterior versión era Dean Martin el que interpretaba al (también un borracho) ayudante del sheriff Dude. 

El otro personaje principal en la pelí­cula es James Caan (Mississippi) cuando en la versión inicial era Ricky Nelson (Colorado); en cuanto a la protagonista femenina en esta ocasión es Charlene Holt, que interpreta a Maudie mientras que anteriormente era la genial Angie Dickinson la que interpretaba un papel casi igual. Por copiar se copia incluso el personaje del viejo ayudante del Sheriff que en Rí­o Bravo era Walter Brennan y en El Dorado es Artheu Hunnicutt. Pero no sólo los personajes son los mismos sino que además la situación es idéntica, un puñado de hombres que quieren liberar de prisión al terrateniente poderoso por la fuerza, y un grupo reducido de hombres (4 en ambas pelí­culas) tienen que hacer frente a toda la fuerza que el dinero puede llegar a comprar. El conjunto del film carece de la fuerza que presidía las conexiones emocionales y situacionales de "Río Bravo". 
El poderío estelar del dúo Wayne/Mitchum no está suficientemente explotado e incluso se añora la presencia del ebrio Dean Martin de la primera cinta. En El Dorado el ritmo es mucho más acelerado y a la vez la pelcula va como a tirones, las secuencias se suceden de una manera mucho más deslavazada y no hay tanta unión entre unas y otras sino que en muchas ocasiones las cosas suceden y no hay imágenes que nos lo muestren sino que son los diálogos ya a toro pasado los que nos ponen al corriente. Pongamos por ejemplo un punto común en ambas versiones. 
En la primera Dean Martin empieza la pelí­cula siendo un borracho (por cierto, genial secuencia en la que nos muestran el estado de Martin sin ningún diálogo justo al comienzo de la pelí­cula) y lo que muestra la pelí­cula es toda la evolución de ese personaje desde el principio hasta el final de la misma, mientras que en El Dorado su personaje análogo Robert Mitchum no es ningún borracho cuando empieza la pelí­cula pero sin embargo nos enteramos con un diálogo entre Nelse y Cole que se ha convertido en un borracho, han pasado unos cuantos meses sin imagen ninguna imagen y la estructura de la pelí­cula ha cambiado por completo. No digo que una cosa sea mejor que la otra porque por ejemplo ese esquema lo utilizó Ford en una de sus obras maestras llamada Centauros del desierto (aunque las secuencias se separaban por mucho tiempo los personajes siguen una evolución paulatina y continua), pero en este caso Hawks no ha conseguido el mismo nivel de intensidad, quizás por un guión menos elaborado y profundo que el de Ford. 
Sigamos con lo que comentábamos antes, mientras que la primera versión era mucho más constante y equilibrada en esta ocasión la pelí­cula vive de la fuerza de cada secuencia en particular, se ha construido una pelí­cula mucho más hacia momentos puntuales que a mantener una lí­nea clara. Es decir se opta más por incluir picos de gran interés sacrificando la estructura interna que por lo que abogaba la primera versión que se basaba en una estructura interna ejemplar en la que quizás no habí­a tantos momentos culminantes fácilmente apreciables en favor de conservar una lí­nea argumental constante y sostenida, sacrificando a veces algún momento pero consiguiendo deslumbrarnos gracias a esa tensión sostenida con alguna secuencia de un poder enorme como por ejemplo el momento en el que sitiados en la cárcel Martin y Nelson empiezan a cantar. 
El intento de conseguir una mayor fuerza en las secuencias de El Dorado a costa de perder el ritmo narrativo no sólo conduce a una pelí­cula con más altibajos que Rí­o Bravo. Las interpretaciones comparando las dos versiones son en general son favorables a la primera. 
El personaje que interpreta John Wayne es el más regular, en ambas pelí­culas está a muy buena altura, como siempre en estos papeles que él tanto domina, aunque sólo sea por escuchar la voz de Wayme merece ya la pena la escucha de la versión original. Fijaros en como sale a caballo del rancho de Jason, marcha atrás con un domino del espacio magní­fico, da toda la impresión de ser todo un jinete del oeste. 

El personaje de Robert Mitchum pierde bastante en comparación con el de Dean Martin, no porque sea un mal actor sino porque la profundidad que desde el guión se le ha dado al personaje de Martin es infinitamente mayor a la que ha tenido el de Mitchum. Donde más se nota el bajón para mi gusto es en el personaje femenino principal que pierde todo el talento y la fuerza de Angie Dickinson que lo bordaba en Rí­o Bravo. En cuanto al viejo simpático ayudante del Sheriff en la primera ocasión era Walter Brennan y ahora Arteu Hunnicutt, y aunque a simple vista no cambien mucho hay que tener en cuenta que en El Dorado este personaje resulta del todo forzado, como introducido con calzador mientras que en Rí­o Bravo todo iba sobre raí­les, y además Brennan es un pedazo de actor, muy pero que muy superior a Hunnicutt. 
Para destacar una parte de la pelí­cula me gustarí­a recordar la escena en la que Wayne y Caan montan juntos a caballo mientras se dirigen hacia El Dorado para ayudar a su amigo mientras Caan recita un poema, seguidos por un suave pero elegante travelling de cámara. Magní­fica escena Lo que me gusta es la forma sólida de la pelí­cula, los colores intensos del atardecer de Arizona, la atmósfera densa. Se huele el humo de la pólvora, el polvo de la calle, la música del pianista, los disparos, el whisky, las camisas azul impecable de Wayne, los caballos salvajes o la camiseta rota de Mitchum. 
Un excitante western con muchos de los códigos del viejo cine del oeste, pero con efectivos toques de humor, que enriquecen una emocionante historia de lucha por la recuperación de la dignidad perdida. Tensión en "crescendo" y algunas secuencias con lo mejor del género acaban por completar una entretenidísima obra maestra. En conjunto, la película, que diatriba de manera cínica sobre la vejez, la degeneración física y la autoestima personal en la que los enamorados del cine y sobre todo los amantes del western podrá dedicarse a disfrutar de la interpretación de los personajes sin distraerse con los movimientos de cámara; y el aficionado, en general, seguro que va a pasar un rato entretenido junto a una película narrada al estilo clásico, lejos de las innovaciones que se imponían en el mundo del cine en los años sesenta. Con todo existen elementos típicamente hawksianos. 
En la cinta se dan cita las constantes del género: la exaltación de la amistad, la lucha por la dignidad, los héroes errantes, la defensa de los débiles, los pistoleros profesionales, el sheriff honesto pero humano y con problemas, mujeres decididas, enfrentamientos a tiros, humor e ironía, etc. Lo esencial es la pertenencia a un grupo de amigos unidos frente al peligro. La amistad en letras mayúsculas es uno de los grandes temas que Howard Hawks analizó a lo largo de su carrera. 
John Wayne, con el que trabajaría en cinco ocasiones, interpreta al héroe hawksiano por excelencia, el líder que no duda en ayudar a su amigo. Hawks igualmente puesta por unos escenarios acertados tanto interiores como exteriores. En El Dorado los personajes se mueven en un entorno cerrado, la película es más claustrofóbica y no existen esos tantos rodajes de exteriores que dan un aire más épico a las anteriores producciones. Técnicamente se aprecia su “mano invisible” en el manejo de cámara, que en el filme de Hawks, prácticamente no se nota. Él no quería por nada del mundo que extraños movimientos del operador -la mayoría para lucimiento del director de fotografía o del propio realizador- estropeasen o desviasen la atención del espectador. Así no es de extrañar la profusión de planos generales, planos fijos a la altura de los ojos o planos americanos con ligeros movimientos sólo usados para encuadrar a los actores. De esta forma cuando Hawks usaba un travelling o una panorámica resaltaba la acción mucho más que cualquier otro director con la misma técnica. Ejemplos de este travelling lo tenemos en algunas escenas como en la entrada a la finca del magnate en la que se nos muestra la cuadrilla de indeseables que lo rodean, o tras renunciar a la colaboración y el caballo de Wayne recula con el fin de protegerse. Igualmente visible cuando trae al joven MacLean tras morir en sus manos, o en las escenas finales de las muletas de los dos viejos protagonistas.

Por último, los actores se encuentran muy identificados con los personajes. Es lo que buscaba el realizador a la hora de hacer un casting, y a la hora de escribir un guión. Supeditaba la parte escrita al actor en cuestión y no dudaba en variarla o en improvisar si con ello lograba esa perfecta unión personaje-actor. Así Robert Mitchum logra hacer uno de los mejores papeles de su vida al interpretar a un complejo personaje hundido en el alcohol. Este actor da aquí muestras de hasta donde puede llegar una estrella de cine si se encuentra bien dirigida. Cole es un pistolero profesional rudo, sobrio, decidido, honesto y de edad madura. Harrah, de la misma edad que Cole, es honrado, noble, alcohólico y depresivo. Otro clásico en la temática de Hawks es la existencia de un joven aprendiz en este caso Mississippi (James Caan). 
Esta película, junto a otras, supondrá el colofón del género western como cine clásico. Presentaban vaqueros, héroes del oeste con edades avanzadas y con un entorno que ya no les daba cabida (eran héroes que no tenían compañía al margen de sus recuerdos y vivían de su fama, de su pasado).Suponían, en fin, una revisión desmitificadora de la figura tradicional del vaquero como héroe romántico en el cine, pero que con el paso de los años son verdaderos mitos. No, no estamos ante un remake de Río Bravo, estamos ante otro clásico: El dorado.

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