domingo, 5 de febrero de 2012

Vor


Con el título original en cirílico de Bop (Vor), “El ladrón”, haré el primer comentario aquí de la primera película rusa analizada en este blog. No conozco ni mucho ni bien el cine ruso. Salvo la clásica obra de Serguei Eisenstein, y algunas de las de Nikita Mikhalkov (Ojos Negros, Urga o Quemado por el sol, entre otras) no conozco gran cosa, salvo películas aisladas. Entre ellas guardo en mi recuerdo básicamente el nombre de una, Siberiada, una película que creo que distribuyó en España Sancho Gracia. También para los entendidos, he visto alguna de Tarkosky, o sea de aquello que llaman Arte y Ensayo, de la que no recuerdo nada. Otra de la que guardo recuerdo es una película de un creador para mi desconocido y que llegó a emocionarme, por cuestiones muy personales, con una película que llevaba por título “La madre”. Era de la época soviética al igual que las anteriores, salvo alguna de Mikhalkov. 
El ladrón (Vor) la película de la hablo hoy está dirigida por Pavel Chukhrai y protagonizada por Vladímir Mashkov, Misha Filipchuk y Yekaterina Rednikova. El guión también es obra del director Chukhrai. Fue una coproducción ruso-francesa (NTV-Profit, Productions Le Pont, Roissy Films, Comité de Cinematografía de Rusia, Centre National de la Cinématographie, Canal Plus, Igor Tolstunov) del año 1997. Tuvo cierta repercusión en su año al ser nominada además del Oscar a la mejor película extranjera, a los Globos de oro. Obtuvo dos galardones en premios internacionales: el Goya a la mejor película europea y en Venecia consiguió el Premio Internacional del Jurado de la juventud, - aunque aquí obtuvo 4 nominaciones- . Esta galardonada película rusa compitió por el Oscar con la española ‘Secretos del corazón’ y la belga ‘Carácter’. 
La música es obra de Vladímir Dashkevich – destacando particularmente las canciones populares que cantan en alguna ocasión Toljan y Sanya, así como el chico-, mientras que la fotografía que tiende hacia colores nebulosos, corresponde a Vladímir Klímov. La edición de la película correspondió a Marina Dobryanskaya Y Natalia Kucherenko. 
Fue rodada en Yaroslavl, Rusia, y aunque no esté en los créditos ya diría que algunas escenas en el balneario y cercanas al Mar Negro se ruedan en Sebastopol. 
La película se inicia en con el parto de Katja en una desolada y fría llanura helada que muestra la soledad absoluta de la chica. Sin embargo, la narración del trío se inicia en otoño de 1952. Sanya, de seis años de edad, y su joven madre Katja, se dirigen en tren a través de la fría y hambrienta Rusia que todavía lucha para recobrarse de la Segunda Guerra Mundial. 
Como muchos otros en la Europa de postguerra, esta joven viuda y su niño huérfano de padre – Sanya nunca llegó a conocer a su padre, pues muere seis meses después de su nacimiento- se esfuerzan para tener por lo menos una vida aceptable, que para ellos significa buscar abrigo y pan para comer. Un apuesto y joven oficial uniformado llamado Toljan se sube al tren en una de las estaciones, e inmediatamente se siente atraído por Katja (Katya). 
Tras iniciarse la relación entre Toljan y Katja se bajan en una pequeña localidad donde alquilan, sin presentar él su documentación de soldado, un cuarto en un piso comunal lleno de vecinos. Viven como una familia, Toljan , aparentemente, ama a Katja y le ordena a Sonya que lo llame "papá". El niño no lo puede hacer ya que todo el tiempo permanece pensando en su verdadero padre, al que ve en sus ensoñaciones en repetidas ocasiones a lo largo de la película. 
A pesar de cierto distanciamiento inicial con el niño, Toljan lo atrae finalmente al contarle a Sanja un “secreto”: le muestra dos tatuajes: uno de un felino, a la espalda, y otro de Stalin. Le dice que el primero es para ganarse el respeto de los demás, pero que el segundo lo tiene por ser hijo secreto del Jefe del Estado Soviético, pero que nadie lo sabe. El niño lo cree todo, más aún cuando le ha enseñado previamente a luchar en la calle contra otros chicos con suma brutalidad. 

Cimentada la unión de los tres, Toljan invita a la cena a todos los vecinos y luego los invita al circo. Katja lo sigue de regreso por celos, ya que supone que Toljan anda con una bella vecina. La verdad es más devastadora: Toljan es un vulgar ladrón, cuyo modo de operación es ganarse la confianza de la gente para asaltarla mejor. Katja no tiene nada en el mundo y, a pesar de sus dudas, sigue unida al ladrón. 
Se puede objetar que la cinta presenta a una figura femenina que termina dependiendo de un hombre, pero Katja hace lo que hicieron muchas, era preferible vivir con un ladrón que vivir sola, como cuando dio a luz, para ella Toljan en su tabla de salvación, como medida de sobrevivencia ante la situación social de postguerra inmediata. 

En la película, el modo de operación de Toljan se repite de nuevo en otra ciudad y con otros inquilinos, pero el ladrón no tiene principios e involucra a Sanja en sus robos y le enseña lo que tiene que hacer para ayudarlo. Esto complica las cosas, porque Sanja se resiste y Katja teme por el porvenir de su hijo. 
El último robo falla y Toljan es arrestado por otra causa por carecer de documentación y oponerse a los militares. En ese momento, Katja y Sanja descubren que Toljan ocupa realmente el rol de padre y esposo e intentan liberarlo incluso comprando la voluntad de los funcionarios soviéticos. Pero nada frena a la administración soviética que condena a 7 años a Toljan a una prisión. 
El traslado de la prisión a otra es un momento determinante de la película pues además de presentar a Katja desgarrada por su futura soledad, Sanja siente que Toljan es su padre, y corre por la llanura helada tras el convoy de la prisión llamando voz en grito a su padre. 

Sanja de nuevo pierde a la figura paterna. Katja, tras esto busca tiene que abortar pero este desafortunado hecho unido a unas fiebres condenan a la más absoluta soledad a Sanja. Éste huérfano es acogido por un orfanato guardando como única esperanza reencontrarse con su padre, del que guarda su pistola de militar. Casualmente paseando por la misma vía de tren en la que Toljan fue detenido ve a un tipo que le recuerda su figura. Al acercarse lo reconoce, pero un Toljan envejecido ni le recuerda ni a él ni a su madre. 
La venganza de Sanja no se hace esperar y con la misma pistola que guardó en su recuerdo lo mata. Sanja ya está definitivamente solo en el mundo. 
A lo largo de todo el film, Toljan ha mentido a madre e hijo, se ha servido de la necesidad que madre e hijo tienen de compañero y padre para, en el fondo, abusar de ellos en su propio beneficio. 
Son varios los ejemplos que muestra el guión de la historia donde Toljan impone su voluntad a ambos y los hace cómplices de sus robos. Para colmo, al no tener opción, Katja y Sanja intentan salvarlo. Por lo tanto, el final del film donde se enfrentan Sanja y Toljan y el resultado de la confrontación explica porque esa generación de postguerra se sintió huérfana y defraudada. 

Destaca la magnifica narración en sus 96 minutos, un cuidado guión obra del director, como ya hemos señalado, y una fotografía y diseño de decorados impresionantes, así como las actuaciones de Sanja –Sanya- (Misha Filipchuk) que con pocos años de edad hace una actuación memorable, la de Toljan – Tolyan- (Vladímir Mashkov un Clark Gable ruso) o la bella Katja – Katya- (Yekaterina Rednikova).

Paralelamente a la historia de la infancia de Sanya, vamos viendo la Rusia soviética de los años 50, ese “paraíso terrenal" de pobraza y miseria y de falta de libertad. Una escena muy significativa sobre la alienación del pueblo es cuando en una celebración brindan por Stalin. 
El cine ruso, es tan parco en películas como repleto de sobriedad, sencillez, talento y seriedad. "El ladrón" es una historia que oscila de la ternura y compasión a lo desconsolado y despiadado de su parte final. Ese ladrón además de un dañino impostor de pocos vuelos para la gente, es particularmente para el chico un ladrón auténtico pues es quien le ha robado a su madre, sus sueños, su infancia, al mismo tiempo que es quien le ha transformado en un ser escéptico – al final ya no sueña con ver a su padre- y de fuerte personalidad. Esto está muy bien explicado (la peculiar relación amor/odio, amistad/compasión del chico hacia el ladrón) pues el guión es muy sólido y la película sobria y lírica, hecha con sentido y sentida, definitivamente agridulce. 
La historia relata a la perfección la pérdida de la inocencia de un niño, del niño que hemos sido todos. Una pérdida de inocencia triste pero necesaria para acceder a la edad adulta. Es, además, la película de una generación perdida. Pavel Chukrai analiza a la generación de postguerra de la Unión Soviética y el retrato no es muy halagador para el régimen stalinista. Es evidente que una película sobre descomposición social no sería aprobada por la burocracia soviética tradicional. Chukrai muestra el tejido social del final del stalinismo en base a una historia familiar: el encuentro con la vida de un niño. 
Ante este argumento, realizado en forma realista, con una excelente reconstrucción de época y ambientes, se puede hacer una lectura alegórica del film. Se puede considerar que Katja y Sanja son dos generaciones de rusos que creyeron e incluso estimaron la figura paterna de Stalin. De hecho, esa imagen paternal fue impulsada hasta la nausea por el culto a la personalidad del líder soviético, que él mismo promovió. En esta línea de interpretación, bajo una apariencia de bondad, el régimen estalinista destruyó la infancia, los valores y la dignidad humana de una generación, como Toljan lo hace con Sanja y con Katja. En ese sentido alegórico, la cinta podría argumentar que Stalin fue un ladrón con el mismo modo de operación de Toljan: apariencia, bondad, favores y sonrisas a cambio de la complicidad, el robo y la mentira. 
Otra vía de interpretación de la película “Ladrón” es ver el retrato psicológico de sus personajes, presentados y manejados en forma melodramática. Este análisis psicológico que hace Chukrai va mostrando los matices de las relaciones entre los tres personajes, y es notorio que madre e hijo son sensibles, por lo que es fácil que Toljan explote su dependencia emotiva para sus propios fines egoístas. Es más, la película analiza las raíces que gestaron sus vidas en crisis, y señala a los culpables: los que fingieron bondad para robar y que lesionaron la dignidad humana de todo un pueblo. Esta vía psicológica esta reforzada, dentro de la realización del film por las tres excelentes actuaciones que encarnan a los personajes principales. Desde la frágil y ardiente Katja a la que da cuerpo Ekaterina Rednikova, al cinismo y manipulación de Toljan que muestra Vladimir Mashkov, y la presencia de Sanja / Misha Philipchuk que penetra en toda la cinta y le da una dimensión humana muy especial.

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