viernes, 10 de abril de 2015

Gallipoli, una ficción realista


Estamos todavía en el centenario de la Primera Guerra Mundial y parecía que la película procedía. Llevaba muchísimos años sin verla. Pero todavía recuerdo mientras pasaba por el Realejo el cartel de la película que hablaba de aquello que para mí era desconocido: Gallipoli. Era un nombre, pero carecía de contenido. El cartel mostraba un joven de cuyo cuerpo apenas se veía la cabeza y parte del torso que parecía caer de espaldas sobre un fondo anaranjado y que se sustentaba en una base azul marina. Gallipoli ponía, pero para mí, no significaba nada. 
Evidentemente no fui al cine. Una estaba en 2º de BUP y salía poco. La saga Galáctica y la de Superman quedaban algo atrás. Eso sí, un detalle rezaba la leyenda del filme: "De un lugar del que nunca has oído hablar llega una historia que nunca olvidarás". 

Años más tarde, mucho más tarde, aunque no puedo precisar cuántos, la saqué de un video club y la vi. Para ese momento ya sabía de la participación australiana en la Primera Guerra Mundial (PGM) y de su sufrimiento en las laderas que bordeaban los Dardanelos. Eso ya era Gallipoli, es más, uno de sus actores protagonistas, era ya un conocidísimo Max Mad: Mel Gibson.

Desde entonces no la había visto, y eso que desde el año 2002 la tenía en casa en esa colección de VHS que sacó el diario El Mundo para reflejar la Primera Guerra Mundial en La Historia más grande jamás contada. Digamos que esos recuerdos han sido la razón para verla ayer noche en mi vetusto reproductor de Video, y no el hecho de preparar para el día siguiente, ya hoy, una revuelto de calabacines que implicaba pelar tres cebollas y cinco enorme calabacines mientras la película se desarrollaba. 

Casi cien años más tarde de lo aquí narrado señalaba Jesús Torbado, en la parte de atrás de la carátula de la película, que todavía podían verse en la zona los efectos de aquella casi centenaria batalla en el la península turca de Gelibolu, para entonces una parte más del Imperio Otomano. Entre los despojos que podían aparecer estaban fragmentos de armas oxidadas y restos de huesos humanos. Y es que Gallipoli fue una verdadera tumba para los Anzac, el Ejército expedicionario de Australia y Nueva Zelanda. 

Pero para este blog se trata de una película australiana del año 1981, dirigida por Peter Weir, en la que participaron como productores Patricia Lovell y Robert Stigwood de la The Australian Film Commission y la R & R Films y en la que también participaba un poderoso hombre actual, un magnate, Rupert Murdoch para Associated R&R Film PTY Ltd. La distribución correspondió a Paramount Pictures . La inversión en el presupuesto fue de 2'6 millones de dólares australianos.

El guión estaba escrito por David Williamson, partiendo de una historia de Peter Weir, basada, a su vez, en la novela Tell England de Ernest Raymond. La sonora de Brian May juega tanto con la música clásica como con la Jean Michel jarre. La fotografía fue de Russell Boyd y el montaje de William M. Anderson 

La película está protagonizada por Mark Lee como Archy Hamilton, Mel Gibson como Frank Dunne, Bill Kerr como Tío Jack, Bill Hunter como Mayor Barton, Harold Hopkins como Les McCann, Charles Lathalu Yunipingli como Zac, Heath Harris como Stockman, Ron Graham como Wallace Hamilton, Gerda Nicolson como Rose Hamilton, Robert Grubb como Billy, John Morris como Coronel Robinson, , Peter Ford como Teniente Gray, Tim McKenzie como Barney y David Argue como Snowy 

La historia comienza en el área desértica de Australia occidental en 1915 cuando Archie (Mark Lee), un joven corredor de 18 años se entrena con su tío Wallace (Ron Graham) que cronometra su velocidad que lo acerca al corredor australiano más rápido: Lasselle. Sin embargo, y a pesar de lo mucho que le gusta correr a Archie su mayor deseo es ir a la guerra a combatir a favor de su Imperio , el británico, y luchar contra los Imperios Centrales, especialmente contra Alemania, y sus aliados. 
Sin embargo su tío solo quiere que sea corredor. Tras mostrarnos su capacidad como corredor y vencer una carrera de millas con un trabajador de una finca a caballo, lastimándose los pies, participa luego de una carrera de cierto prestigio. Tras vencer en la misma decide abandonar a la familia y alistarse en el ejérrcito.
Archie se quiere inscribir a la caballería, en parte por el éxito de su vestimenta y la plumas de su gorro, pero uno de los que estaban presentes- precisamente a quien Archie había vencido a caballo- le dice a los oficiales que Archie no tiene los 21 años reglamentarios, por lo que no puede inscribirse. 
Uno de sus competidores en la carrera ha sido Frank (Mel Gibson) al que conoce en el hotel y ayuda en su alimentación. Enseguida empatizan y mientras Archie lo intenta convencer para ir a la caballería, Frank rechaza la idea, pero le dice que en Perth podía inscribirse. 
Así fue que se encaminan a Perth en un tren de mercancías, pero su destino es otro, y son abandonados en pleno desierto, junto a una caseta de tren en la que hay un hombre que les comenta que el próximo tren pasará en dos semanas a Perth. 

Pero Archie se niega a esperar y decide cruzar el desierto junto a Frank, quien no tiene mucha fe en salir vivo del desierto. 

Sin embrago, Archie se muestra resolutivo con el camino y finalmente llegan a la hacienda del viejo Dan donde son atendidas por el señor y sus hijas, que quedan encantadas con Archie al decir que su intención es alistarse. 

Frank descubre que el ejército conlleva cierto encanto para las mujeres, cambiando su actitud hacia su posible alistamiento. Frank y Archie llegan finalmente a Perth, donde se inscriben en la caballería, pero solo Archie logra pasar, una vez mentido sobre su nombre y edad, la prueba a caballo, porque Frank no sabe montar a caballo. Frank se inscribió en la infantería y fue trasladado a los campos de entrenamiento en El Cairo. 
Mientras se desespera en Perth , Frank se encuentra con sus amigos del ferrocarril que le comentan que se alistarán en Infantería. No le atrae la idea, pero prefiere eso a quedarse sólo. 

La historia cambia de espacio y allí transcurre Frank su entrenamiento con sus amigos, a las faldas de las pirámides. 

En unos ejercicios de entrenamiento Frank se reencuentra con Archie y éste solicita el cambio de Frank a la caballería, lo que es aceptado ya que Frank es un conocido corredor y serviría en la caballería. 

Finalmente la caballería y la infantería se trasladan a los Dardanelos, a un destino desconocido en el mapa: Galípoli. Allí los Anzac están bloqueados desde hace tiempo por el ejército turcon que se parapeta en trincheras. La guerra en ese árido espacio se convierte en rutinaria para los amigos. Bombardeos, disparos, refugiarse en la trinchera y baños en la playa. 

A ese destino llegan igualmente los amigos de Frank integrados en Infantería. La acción parece inmediata y en poco tiempo alguno de ellos cae. Sin embargo, un desembarco británico obliga a una intervención masiva de la caballería. Se prevé inicialmente muchas bajas. 


Tras un bombardeo, supuestamente eficaz, se manifiesta inútil, pues los soldados turcos vuelven a las trincheras y los australianos de caballería e infantería reciben la orden de atacar con la bayoneta calada y no disparar. Las oleadas de soldados australianos van cayendo unas tras otras. Los turcos tenían ametralladoras y fusiles y los australianos apenas pueden avanzar es una masacre. 

Ante la situación,  el oficial superior de Frank y Archie , decide enviar a Frank para pedir instrucciones, y éste decide cambiar la orden, pero Frank llega tarde a las trincheras para avisar del cambio.

Los soldados ya habían comenzado a salir de la trinchera para enfrentarse con la muerte. Antes de salir Archie repite las palabras que su tío Jack (le decía antes de salir a correr : ¿Qué son tus piernas? Muelles de acero, ¿Y qué van a hacer? Llevarme a toda velocidad, ¿A qué velocidad puedes correr? A la de un leopardo, ¿Y a qué velocidad vas a correr? A la de un leopardo. 
En ese momento Archie y los demás salen de las trincheras quedando al descubierto, poco a poco todos caen, pero Archie resiste un poco más, varios proyectiles impactan en su cuerpo, quedando congelada la imagen de Archie con los impactos de bala en el cuerpo. Y así con la música de Boccherini acaba la película. 

La película fue nominada al Globo de Oro a la Mejor película extranjera, y fue galardonada con el Premio AFI 1981 a la mejor fotografía, al mejor montaje, al mejor sonido, al mejor actor principal (Mel Gibson), al mejor actor secundario (Bill Hunter), al mejor director, a la mejor producción y al mejor guión adaptado; y con el Premio Australian Cinematographers Society 1982 a la mejor fotografía (Russell Boyd).

La película fue rodada entre la capital de Egipto, El Cairo , y diversos puntos de   Australia centrándose por el Sur (Gallipoli Beach - el lugar recreado para los Anzac-), Beltana, Adelaida y su vieja estación - como recreación de la estación de Perth-) , Coffin Bay, Dutton Bay, Península  de Eyre, Farm Beach, Flinders Ranges, Lago Torrens, Pichi Richi Pass, Port Lincoln, Quorn.

La película, además de la banda sonora de Brian May, contiene fragmentos del disco Oxygène del músico y compositor francés Jean-Michel Jarre. Gallipoli presenta en forma realista la vida en Australia ante de la guerra y captura los ideales y la personalidad de los australianos que se unen a la lucha, y las condiciones que les toca soportar en el campo de batalla, en este caso presenta el ataque vano en la Batalla de Nek, el 7 de agosto de 1915. . 

El filme continuó la llamada Australian New Wave de películas bélicas, como Breaker Morant (1980) y precedió a la serie de televisión en cinco capítulos ANZACs (1985), y The Lighthorsemen (1987). Un tema que se refleja en la película es el de la pérdida de la inocencia en la guerra, y la llegada a la edad de la adultez de la nación australiana y de sus soldados. 

El actor Mel Gibson expresó, “Galípoli fue el nacimiento de una nación. Fue hacer añicos un sueño en Australia. Se habían juntado como compañeros para pelear y terminaron muriendo a miles en una sucia guerra de trincheras." 

Luis Martínez en el Diario El País describía la película como un “Retrato de la amistad mucho más grande que la propia vida. La escena final se antoja uno de los finales más emotivos y tensos del cine moderno. Meticulosa dirección dotada de una rara habilidad para destripar emociones". También comentó que era “una película modélica por muchos motivos, emotiva hasta la exasperación, con uno de los desenlaces más sorprendentes y lúcidos que existen”. 

El crítico habló también de un metraje “plagado de escenas memorables en las que no sobra ningún plano” y de la habilidad para “conducir al espectador por momentos culmen que modulan su estado de ánimo”. Todo gira en torno a tres conceptos: el espacio (la acción se ubica en diversos desiertos), el tiempo y, sobre todo, el movimiento (los dos protagonistas son corredores). 
La única crítica negativa que pronunció Martínez se refirió a la banda sonora. “Esta cinta sonaría mucho mejor sin su música, como ocurre con Blade Runner o Carros de fuego”, aventuró. Y no se despidió sin añadir que uno de los personajes escucha antes del combate una ópera de Bizet que alude justamente el amor entre los pueblos. 
El actor Emilio Gutiérrez Caba, comentó que la película “Deslumbró por lo conmovedor de sus imágenes, lo bien contado que estaba y lo que significó para el cine australiano”. 


Para Jesús Torbado estamos ante una película de 1981, pero también ante una película clásica entre las bélicas y es "un homenaje  brillante, agridulce y  honesto de aquellos luchadores".  Para Torbado Peter Weir organiza un brillante  cuento de ficción que parece inspirado en los tragicos griegos, y aldededor de un amistosos grupo de muchachos (...)".
Sobre la batalla de Gallípoli ya se habían estrenado dos largometrajes, uno poco después de 1915 y otro en 1940. Sin embargo, a Peter Weir se le ocurrió retratar por tercera vez tan trágico episodio del conflicto mientras recorría la península turca donde transcurrió. Y es que allí comprobó que todo permanecía casi intacto. Este proyecto supuso un antes y un después en la filmografía de Weir. “Desde ese momento pasó a formar parte de esa lista de ‘directores sin estilo’ de la que hablaba Cahiers du Cinéma”, La película conserva la estructura clásica en tres actos: Australia, Egipto y Dardanelos. 

¿Pero cuáles son los orígenes de esa batalla? El Consejo Británico de Guerra sugirió que lo mejor para derrotar a Alemania sería atacar a sus socios y abrir un segundo frente que aliviase la guerra de trincheras enquistada en Francia. 
¿Por qué se escogió Turquía como objetivo? Porque se consideraba factible que la flota aliada alcanzase Constantinopla (el actual Estambul), donde su presencia desataría tal pánico que forzaría a Turquía a rendirse. Fue una idea brillante, pero se ejecutó con torpeza. El primer lord del Almirantazgo, a la sazón un Winston Churchill de apenas 40 años, aprobó la orden de apoderarse de los Dardanelos. Se trataba de una operación naval relámpago: cañonear las defensas artilleras otomanas en la embocadura del estrecho. Una pequeña fuerza terrestre se ocuparía de controlar después los fuertes y los puertos turcos para poder retirar las minas colocadas en el paso marítimo. 
Franquear el paso a las flotas británica y francesa hasta el mar de Mármara conduciría a la conquista de Estambul en pocos días y, con ello, a la derrota del Imperio Otomano. Al mismo tiempo quedaría despejada una vía vital de rearme a Rusia en el este para que las potencias centrales aflojaran la presión en el frente occidental, estancado en el barro de las trincheras desde el comienzo del conflicto. Nada más lejos de la realidad. 
En abril de 1915 se iniciaba una operación que duraría cuatro meses y acarrearía la muerte de 8.709 australianos. Quizá uno de los días más trágicos fue el 7 de agosto, cuando cayeron 234 soldados en apenas media hora y en un terreno equivalente a dos pistas de tenis. El ejército turco, en cambio, no registró entonces una sola baja. La fallida misión se clavó como un puñal en las sociedades de Australia y Nueva Zelanda, hasta el punto de que el 25 de abril fue declarado día de importancia nacional en ambos países. “Así se reconoce cada año el sacrificio de una generación de jóvenes que fue diezmada por la contienda”. 

La batalla de Galípoli, para las fuerzas aliadas, o de los Dardanelos, para las otomanas, que se enfrentaron en un estratégico estrecho supuso más de cien mil muertos y medio millón de heridos entre febrero y diciembre de 1915 que cambiaron el curso de la I Guerra Mundial y contribuyeron a prolongar los combates tres años más. Gallipoli fue un mito que dio lugar al nacimiento de la identidad nacional australiana y los cimientos fundacionales de la Turquía moderna . 
A partir del 19 de febrero de 1915, sus cañones hicieron mella en las fortalezas otomanas, algunas erigidas en el siglo XV tras la conquista de Constantinopla. Pero sus dragaminas fueron incapaces de aproximarse a la entrada del estrecho para desmontar las sucesivas líneas de minas que lo bloqueaban. Los grandes cruceros y acorazados aliados se arriesgaron a ponerse a tiro de las baterías costeras –que estaban también asistidas por fuerzas alemanas a las órdenes del general Liman von Sanders, asesor militar del Imperio Otomano y posteriormente jefe militar de las operaciones en los Dardanelos– para desalojar a la artillería ligera de las costas. Varios se fueron a pique al entrar en contacto con las minas o resultaron gravemente dañados. 
El 18 de marzo, la Armada aliada lanzó sin éxito su última ofensiva. Desde entonces los cañones dejaron de disparar en los fuertes del estrecho. Y desde entonces los turcos conmemoran cada año en esa fecha su victoria en la batalla de los Dardanelos. El general Ian Hamilton, jefe de la Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo, telegrafió a Londres: “Muy a mi pesar, me veo obligado a llegar a la conclusión de que no es probable que los estrechos sean forzados por acorazados (…). Pero los combates no acabaron el 18 de marzo. 
A partir de entonces, la guerra solo cambió de escenario. Para los australianos, que acababan de irrumpir en 1901 en la historia como país independiente del Imperio Británico, la fecha de recuerdo de Gallípoli es el 25 de abril, cuando se lanzó el desembarco de fuerzas terrestres aliadas. Es una fiesta nacional: el Día del ANZAC (así llamado por las siglas inglesas del Cuerpo Australiano y Neozelandés del Ejército). 
En realidad hubo cuatro desembarcos simultáneos lanzados poco después de las cuatro de la madrugada. Dos de ellos, el de la 29ª División Británica en el cabo Helles y una zona adyacente, y el de ANZAC en la costa occidental de Gaba Tepe, tenían como objetivo establecer cabezas de puente para la invasión aliada. Los otros dos, el del Cuerpo Francés del Ejército en la parte asiática de Kum Kale, no lejos de las ruinas de Troya, y el de la Real División Naval en el golfo de Saros, al norte de Galípoli, fueron meras maniobras de distracción para dividir la capacidad de respuesta de las fuerzas otomanas. A pesar del alto número de bajas en el sur, el frente quedó pronto consolidado gracias al apoyo de la artillería naval franco-británica. Pero la zona del ANZAC estuvo marcada desde el principio por la desgracia. “Caven, caven, caven trincheras”. 
Hasta Gallípoli, Australia era la suma de seis antiguos territorios coloniales, después ya fuimos una nación. En estas trincheras nació una identidad marcada por los valores de sacrificio y camaradería”. Todos luchaban por el control de la meseta de Kilitbahir, en el corazón de la península. Esos cerros eran la piedra angular de la batalla y la clave de la bóveda que aún sostenía al Imperio Otomano: la defensa de Constantinopla. 
Hoy las banderas turcas dan una exagerada tintura roja a la memoria histórica por todo Galípoli. Marcan las líneas de frente, los cementerios de sus tropas, monumentos conmemorativos que emulan al elemental realismo socialista. Más de dos millones de turcos visitan ahora cada año el Parque Histórico Nacional de Galípoli, creado en 1973. Los cementerios de guerra de británicos, franceses, australianos y neozelandeses fueron los primeros en conservar el recuerdo de los caídos. 
El cementerio turco es meramente simbólico, con inscripciones en lápidas de metacrilato. Los cuerpos de los combatientes están inhumados en fosas comunes. El Gobierno turco ha preparado un programa conmemorativo para el centenario de la batalla en 2015 que cuenta con un presupuesto de unos 20 millones de euros. 
Mustafá Kemal Atatürk estuvo en la batalla. El entonces teniente coronel comandaba con 32 años el 57º Regimiento, estacionado en Bigali, al norte de la península. Cuando llegaron noticias del desembarco de las fuerzas del ANZAC, otros comandantes se mantuvieron en sus posiciones y solo él se atrevió a marchar hacia la costa occidental. Según este relato, envió a sus tropas por la carretera mientras él marchaba con su caballo campo a través. Al llegar a la zona de combates se encontró con dos centenares de soldados otomanos que se retiraban tras ser arrollados por el avance australiano. Les ordenó que le siguieran con estas palabras: “No les pido que ataquen, les pido que mueran. Eso dará tiempo para que otros turcos ocupen nuestro lugar”. Kemal resistió hasta la llegada de su regimiento para hacer retroceder a las fuerzas del ANZAC hacia la playa. De ahí surgió el jefe militar que dirigió la guerra de la independencia tras la derrota en la I Guerra Mundial y que fundó la República de Turquía en 1923. 
El éxito de algunos submarinos aliados al burlar el bloqueo del estrecho para hostigar a buques de guerra y mercantes turcos en el mar de Mármara no oculta el sentimiento de derrota total que debía acompañar a las tropas que se retiraron de la península en diciembre de 1915. 
La evacuación fue la operación mejor ejecutada de toda la campaña de Gallípoli. El mando militar turco tendió un puente de plata al enemigo. 
Las cabezas del primer lord del Almirantazgo Churchill y del general del Ejército Expedicionario Hamilton rodaron tras una investigación en Londres. Atatürk fue ascendido al grado de pasha o general, y su leyenda no dejó de crecer hasta convertirse en padre de la patria. Tras la muerte en 1938 del primer presidente de Turquía, el culto a la personalidad de su figura histórica permanece. Y de la sangre de los 8.700 australianos caídos brotó el alma de un país reciente al otro lado del planeta. 
La película de Weir contribuye a mantener vivo ese recuerdo, pues “concede inmortalidad a todos aquellos que lucharon y a los que nunca regresaron”. 

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